domingo, 26 de junio de 2022

 


THE NORTHMAN.


Fallido, que no malo (ni mucho menos) film al que he acudido con muchas esperanzas, pues tiene a un director a los mandos, Robert Eggers,  del que me fascinó su último trabajo “El faro” (2019), ahora con mucho más presupuesto, tiene una historia con mucho potencial sobre venganzas (Algo que siempre da mucho juego según se encare), tiene un referente literario en la icónica “Hamlet” de Shakespeare (alusiones ingeniosas al príncipe danés creado por el Bardo de Avon, como la escena en que se le presenta a Amleth el cráneo de un bufón muerto hace tiempo [Willem Dafoe]), tenemos al veterano productor Arnon Milchan (lanzando obras de Martin Scorsese, Terry Gilliam, Ridley Scott, o David Fincher), tiene un fenomenal elenco interpretativo en el protagonista sueco Alexander Skarsgård (también produce, siendo uno de los impulsores del proyecto; lástima que esto no lo refleje en una actuación con algo de emoción dimensional, parece un  sucedáneo de su actuación de Tarzán), la australiana Nicole Kidman (que se ha hecho en la cara esta mujer? Tiene un buen momento cuando cuenta la ‘verdad’ a su hijo, resto inane), el danés Claes Bang (maravilloso en la serie “Dracula”, aquí no da mucho), la floridana Anya Taylor-Joy (me ganó para su causa desde la serie “Gambito de dama”, pero aquí no es más que un complemento amoroso sin chispa del prota)), el texano Ethan Hawke (con más fama que expresividad), la islandesa Björk (hacía 17 años que no aparecía en cine) y el de Wisconsin (no sé cómo es el gentilicio de allí) Willem Dafoe (siempre magnífico, en este caso se nota divirtiéndose en su extrovertido rol de brujo), tenemos un escenario majestuoso en Islandia (aunque casi toda está filmada en Irlanda del Norte) nada menos que en la salvaje época vikinga, esto realzado la labor del tándem en la fotografía de Jarin Blaschke, y los directores de arte Craig Lathrop y Robert Cowper, que en su miscelánea me cuasi-hipnotizaron con “El Faro”, posee una imaginería mística brillante sobre el mundo vikingo, que bulle en la mente de los personajes, con brujas, demonios, espadas mágicas (cual Excalibur), y ese gusto por los animales de Eggers, aquí explayado en manadas de lobos (le llevan su arma de Elegido) y cuervos (cruciales tras la Pasión vikinga).

 

Pero al final todo me ha sido mejor por partes que en conjunto, pues la cohesión narrativa es irregular, resulta una suma desequilibrada de escenas unas mejor que otras. Una película que en su devenir llega a resultar alargadísima, llega sin aliento a su tramo final. El guión lo escribió el director junto al poeta islandés Sjón (Sigurjón Birgir Sigurðsson), basándose en la leyenda de Amleth, príncipe vikingo que emprende una búsqueda para vengar el asesinato de su padre. Escrita originalmente por el historiador danés Saxo Grammaticus, conocido como la inspiración directa de Hamlet de William Shakespeare. Eggers citó Poetic Edda, Prose Edda, Egil's Saga, Grettir's Saga, Eyrbyggja saga y Saga of Hrolfr Kraki como influencias adicionales, también reconoció a Conan el Bárbaro como una fuente de inspiración.

 

Se abre en el reino ficticio de Hrafnsey donde el rey Aurvandill (Ethan Hawke) regresa de una campaña de conquista a su esposa Gudrún (Nicole Kidman) y su hijo de 10 años Amleth (Oscar Novak). Aurvandill introduce a su hijo en el rito iniciático para ser rey, para ello se inspiran en el Lobo, aúllan, se tiran pedos y eructan (¿?). Pero el Rey es asesinado por su tío Fjölnir (Claes Bang), el joven príncipe Amleth huye y adquiere la forma anabolizante (ello mediante una elipsis torpe, pues saltamos del niño que huye en solitario en un bote por mar abierto a un salto temporal en que es un guerrero ‘Berserker’) de Alexander Skarsgård, regresando años después para vengar la muerte de su padre, rescatar a su madre Gudrun (Nicole Kidman) y reclamar su reino. Encontrando en su camino a la bella esclava Olga (Anya Taylor-Joy).  

 

Un relato cargado de atavismo, de salvajismo, de gore (con desmembramientos, mutilaciones [ingenioso lo de la punta de la nariz, aunque lo vi hace poco en una cinta japonesa de 1972 [Kozure Ôkami: Sanzu no kawa no ubaguruma], evisceraciones, decapitaciones, piras humanas, etc). Una epopeya nórdica que sale de las entrañas de las bajas pasiones, de la brutalidad normanda, del instinto de supervivencia. Donde Eggers potencia lo de dar más sentido estético en detrimento de una historia sólida y compleja que nos arraigue, cayendo en los tópicos del sentido masculino-animal-testosterónico de la vendetta, en lo tóxico de esta meta, y lo malo es que ello sin dilemas morales, los personajes no dudan, hacen lo que dictan sus instintos y punto, aquí se dejando de lado las reflexiones sobre lo alienante de los ciclos revanchistas. En este sentido todo es muy plano, a la par que simple, súmese que no hay giros, ni sorpresa alguna (más allá de una revelación que hace la Reina y que tiene el efecto dramático del zero). Esto conlleva que estos arquetípicos personajes me resulten distantes, desde ese Amleth hermético y gélido, siempre con el rostro de estreñido, no parece poseer sentimientos es un témpano de hielo, una mole de músculos sin grietas. Esto provoca que el impacto anímico que debería haberme hecho sentir el final me resulte nulo.

 

Tras huir Amleth en bote, cortamos a verlo de mayor en medio de un grupo de Berserker vikingos (no se sabe dónde) que se disponen a asaltar una aldea, ello visto en un extraordinario plano-secuencia, saltan sus muros y masacran a los pobres lugareños, con una brutalidad desmedida, la sangre salpica por todos lados, ello en una colosal coreografía de movimientos de los guerreros en conjunción con la cámara. Ello para bañarnos en el mundo darwinista en el que vive este protagonista, donde Amleth es un amasijo de músculos sin más motor que sus reacciones primarias  de fuerza, lejos del tipo culto en que se (dice) inspiró Shakespeare para su Hamlet; Tras esto Amleth tendrá un proverbial encuentro con una (una turbadora Björk) vidente ciega (cual el de la serie “Vikings”, también ciego, como reflejo que esa tara física atomiza ese sexto sentido) que le profetiza su destino es vengar el asesinato de su padre en un lago de fuego con una espada de acero mítico. Tenemos un plan bastante cutre de enrolarse en un barco de esclavos, dodne nadie nota que hay un uno más, total, es pequeño el tipo. Tras esto resulta que pasamos de lo que esperábamos era un Hombre contra un Rey y su gran reino, a que en realidad, este Rey del que vengarse ha tornado en un reyezuelo caricaturesco (lo han echado del reino del padre)  que posee una asquerosa aldea exiliado en la inhóspita Islandia; Entonces la cinta entra en un ritmo lentorro, donde no se entiende el comportamiento de Amleth, que teniendo tropecientas oportunidades de matar a su tío Fjölnir prefiere esperar por no se sabe qué. Asistimos a algunas escenas que intentan transmitir el costumbrismo del tiempo y lugar. Amleth tiene enfrentamientos con el arrogante hijo adulto de Fjölnir, Thórir (Gustav Lindh), en escenas más manidas que los pechos de una porn-star.

 

Allí sin saberse porque inicia una especie de Revolución por liberar a los esclavos, se supone él ha pasado de heredero al trono a aterrador berserker y de ahí a vengador impenitente, y no sabemos cuándo ha germinado en él ese sentimiento. Y comienza una carnicería cual fantasma nocturno contra la gente del Rey (que más bien son poquitos), con momentos tan grotescos como el ‘cuadro’ abstracto de partes de cuerpos en una cabaña, o la risible secuencia de las autolesiones. Nos cuelan una competición un tanto inverosímil para acentuar el salvajismo de esas gentes. Nos meten con fórceps un romance que se da por imperativo del guión, pues la química entre Taylor-Joy y Skarsgård es bastante escaso para provocar empatía, por mucho que nos metan una escena sexual idealizada, que realmente chirría en este relato. Hay tramos oníricos sobre la cultura vikinga. Todo se me hace estirado, para con mucha situación incoherente, para desembocar en un rush final atropellado, donde Amleth parece haberse convertido en Thor (cambiando el martillo por su espada) donde nadie le hace sombra y cual Robocop acaba con el que se le pone en frente. Para desembocar en el clímax profetizado (no creo nadie sospechara otra cosa), un pasado de vueltas montaje de un duelo a espada en la falda de un volcán en erupción, con sus ríos de lava por medio, rodado cual juego de sombras chinescas, original? Pues no! A todo cinéfilo le vendrá a la mente el enfrentamiento entre Darth Vader y Obi Wan Kenobi en “Star Wars: La venganza de los Sith”. Para acabar al modo Vikingo con un caballo alado surcando el espacio sobre un haz de luz hacia el Valhalla.

 

Pues todo esto me ha sido muy monocorde en su desarrollo, lineal, siéndome el protagonista una cuasi-caricatura del Iñigo Montoya de “La princesa prometida” (1987), que ya era una parodia de los personajes vengativos (‘Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir’, era su mantra).

 

Las mujeres aquí son meras muletas de los protagonistas y sus motivaciones. Solo la reina escapa por unos segundos en una escena  este cliché, pero esto no puede contrapesar al nadería que son el resto del metraje.

 

Por supuesto que el brillo en la puesta en escena está ahí. Con la magnífica labor en cinematografía de Jarin Blaschke embelleciendo los salvajes lares que vemos remotos cual fin del mundo en tono grisáceos apagados, donde nada es sol, o con ese travelling del ataque berserker a la aldea en plano único; La estupenda edición de Louise Ford (“La Bruja” o “El Faro”); La música étnica épica de Robin Carolan y Sebastian Gainsborough, adornado por toques celtas de gaitas; Pero todo esto acentuar la pretenciosidad de una historia que no puede cubrir su calidad interior.

 

La ​​mayor parte del rodaje tuvo lugar en Irlanda del Norte. El pueblo del rey Aurvandill se construyó en Torr Head, en la costa del condado de Antrim, mientras la granja de Fjölnir se construyó en Knockdhu, cerca de Larne. Las escenas en la Tierra de la Rus se filmaron en Portglenone , Clandeboye Estate, Shane's Castle y en el río Bann. La cantera de Hightown, en las afueras de Belfast, representaba el volcán Hekla, donde tiene lugar la lucha climática de la película. Se filmaron breves secuencias en Islandia en el glaciar Svínafellsjökull y la ciudad de Akureyri.

 

Spoiler:

 

Todo el plan meticuloso revolucionario de Amleth (sin motivación alguna orgánica) se viene abajo con ese modo torpe de él de echarse encima de varios guerreros de Fjölnir, pues este tiene a Olga presa. Y tras serle dada una paliza a Amleth para sonsacarle donde tiene el corazón del hijo, lo dejan en el establo sin vigilancia y con la Espada (¿?) ‘mágica’ a su lado, esto es propio de una parodia.

 

El encuentro de Amleth con su madre Gudrún, con él destapando quien es realmente. Ella le espeta que fue la impulsora de la muerte del marido por no quererlo ya amar a su hermano Fjölnir. Ella le sugiere entonces mediante una seducción incestuosa matar a Fjölnir (‘Que espada más grande’, le dice ella ¿?), y hacerse con el trono. Pero que trono? Si son su supuesto reino es la posesión de unas tierra avernales pobladas por unos poquitos pastores? No estaba enamorada ella de Fjölnir? Un despropósito tras otro sin sentimiento de vergüenza! Pero es que esta revelación debería haber removido el mundo interior vengativo de Amleth y le provoca la nada más absoluta, tremendo. Como no le supone nada atravesar a su madre con la espada, ningún trauma; Como no le afectan las puñaladas de su hermanastro en la espalda, un insulto a la razón!

 

Clímax: En la falda del volcán escupiendo ríos de lava, Amleth y Fjölnir tienen su duelo testosterónico, más falso que un euro de madera. Terminan con la muerte de ambos, Amleth le corta la cabeza de cuajo y Fjölnir le raja el pecho (o eso parece). Entonces Amleth tiene la visión de una Valkiria en caballo blanco alado por un haz de luz hacia el Valhalla.

 

El arqueólogo Neil Price en la Universidad de Uppsala, el folclorista Terry Gunnell de la Universidad de Islandia y la historiadora vikinga Jóhanna Katrín Friðriksdóttir sirvieron como asesores históricos en la película.

 

Cuando las expectativas son tan altas la decepción es mayor. Gloria Ucrania!!!

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