ROBIN Y MARIAN.
El irregular
director Richard Lester hizo su mejor trabajo con este notable film, una revisionista obra con un delicioso aura crepuscular , una cinta
que arranca como una comedia de aventuras, continua como con un fresco desolador
del otoños de la vida, y acaba como una conmovedora historia de amor de las que
te pellizcan el corazón. El guión de James Goldman (“El león en invierno”,
“Nicolas y Alejandra”, o “Noches de sol”) se basa libremente en la leyenda de
Robin Hood, una fascinante revisión del héroe, un desmitificador relato, vemos
al mito envejecido, ajado, con ropas raídas, con el culo al aire, con peleas
que las dirime con una patada en la entrepierna, lo vemos meando, con apenas
fuerzas para luchar a espada, pero con un alma de juventud intrépida e
indomable que no le cabe en el corazón. A esto se añade una recreación del
Medievo con un aire muy naturalista, lo que vemos se siente real, las armaduras
pesadas, los cascos un estorbo, batallas innobles contra ejércitos formados por
un soldado viejo y tuerto, con una ambientación formidable, y todo esto
adornado por una vis cómica maravillosa. Y todo esto con la guinda de una
pareja protagonista colosal, Audrey Hepburn y Sean Connery en estado de gracia.
La historia se siente un
canto a la madurez, a la sabiduría que solo el paso de los años confiere, un
relato elegiaco con picos de los que estremecen, con momentos sublimes, y todo
ello fluyendo con gran naturalidad, haciendo que el espectador se empape de la
melancolía y nostalgia con la que está bañado el metraje, un retrato brillante
sobre la decadencia de un icono, sobre la decadencia que a todos nos llega,
queramos o no. Habla con hondura sobre la amistad, sobre el paso del tiempo,
sobre la lealtad, sobre el sentido del deber, sobre luchar contra las
injusticias, luchar contra las tiranías, sobre rivalidades caballerosas, y
sobre todo sobre amores eternos. Discurre el metraje con diálogos ingeniosos,
con mezcla de humor, costumbrismo, emoción, y un gran romanticismo, rebosantes
de un lirismo fenomenal, sin caer en sensiblerías facilonas, dejando un poso
agridulce sobre el ocaso de la vida. Una reflexión de calado sobre el paso del
tiempo, sobre el saber aprovecharlo, sobre el tiempo perdido y que nunca se
recuperará.
Argumento que hace una
equilibrada miscelánea de géneros, el de aventuras, la comedia, y el que más
brilla al final, el romanticismo más penetrante, gracias a unos de los finales
más hermosos que haya parido el cine, romanticismo que no empalaga, sabe dosificarlo
el realizador por entre la historia épica contra el villano. Historia que se
centra mucho más en el humanismo, en la fragilidad, en la debilidad del cuerpo
y del espíritu, las escenas de acción resultan escasas, pero las que hay son
tremendamente veraces, desprovistas de cualquier gloria, una batalla contra un
castillo defendido por un viejo tuerto, una patada en los genitales, una pelea
en un muro de un castillo en la que los años de los protagonistas pesan, y una
batalla final entre ejércitos dirimida al modo noble de los dos líderes a
duelo.
No solo se siente una obra
revisionista con la leyenda de Robin Hood, si no con el género de aventuras de
grandes e inquebrantables héroes que luchan por causas bondadosas, aquí se
cuestiona con calado a los héroes, en las personas predomina el color gris, y
no las clásicas separaciones blanco y negro. Una construcción de personajes
memorable, matizados, los supuestos adalides héroes, como el otrora Rey Ricardo
Corazón de León, visto hasta ahora en el cine como un tipo noble, justo y
salvapatrias, aquí se nos muestra más cercano a la realidad, un cruel,
desalmado, sanguinario, codicioso, capaz de abrir a niños y mujeres en canal
para ver si se han tragado oro, llega decir que nunca le importó Inglaterra, vemos
a Robin un tipo que lo sigue a pesar de saber que lo que hace no está bien, ha
dejado a su amor dos décadas por seguir a este monarca carnicero, vemos a
Marian una mujer aplastada por el paso de los años, capaz de intentar
suicidarse y metida a monja, que para mantener su amor a salvo es capaz del
sacrificio final, vemos a el
archienemigo y supuesto gran villano, el sheriff de Nottingham a un tipo noble,
recto, inteligente, que ve el pasado con añoranza y el presente con hastío, y
llegado el caso prefiere mantener un duelo contra su némesis que provocar una
matanza en una batalla, demostrando una sana rivalidad con Robin Hood, vemos a
Little John, el viejo compañero de Robin que en realidad está enamorado de
Marian, pero el sentido de la amistad le ha impedido mostrar sus sentimientos.
Radiante puesta en escena
para reflejar este relato crepuscular, con un frugal pero muy bien aprovechado
diseño de producción de Michael Stringer (“El violinista sobre el tejado”),
rodando en el castillo de Villalonso (Zamora-España), el que atacan al inicio,
y en Navarra el resto, asistido por los excelentes decorados de Gil Parrondo
(“Patton” o “Los niños del Brasil”), ayudando a esta realista retrato d ela
época estñá el mustio diseño de vestuario de Yvonne Blake (“Jesucristo
Superstar), vetusto, viejo, raido, pesado, esto manejado de modo radiante por
la fotografía David Watkin (“Carros de fuego” o
“Memorias de África”) para transmitir desolación, decadencia, aridez, sequedad,
cansancio, con gran exposición de patinado naranja en un sentido pictórico
bellamente expuesto, con preciosas tomas paisajísticas, con amplios planos que
denotan la pequeñez del hombre frente a la inmensidad del mundo, con lindas
tomas de atardeceres, captando en algunas largas secuencias el cansancio de los
personajes, con muy expresivos primeros planos que sacan lo mejor de las
resplandecientes interpretaciones. Y estos elementos atomizados por la
estremecedora música de John Barry (creador de la
mítica sintonía james Bond), una de sus grandes obras, sabiendo estar en cada
momento para realzar las sensaciones, tanto las aventureras como las
románticas, pero siempre cubriendo de un halo punzante de melancolía cada
fotograma, escalofriante el tema de amor, de4 las melodías que se te cuelan en
el subconsciente de un modo sutil.
Sean Connery está sublime en
su rol de héroe venido muy a menos, emite la pesadez de los años, las arrugas
del paso del tiempo, el cansancio del cuerpo, pero ello dejando entrever su
espíritu indómito, rebosante de carisma y una fabulosa empatía, humanizando de
modo espléndido al mito Robin Hood.
Audrey Hepburn tras ocho años lejos de las pantallas volvía de un modo
extraordinario, con un papel desbordante de encanto, de melancolía, de dulzura,
de ternura, en cada entente con Connery te magnetiza, entre los dos surge una
química apoteósica, de modo fresco, sin maniqueísmos, complementándose, con
esas estremecedoras miradas Robin Hood, los dos Connery y ella, componen una de
las parejas más conmovedoras del cine. Richard Harris arrolla con su fuerte y visceral personalidad, un volcán que emana carácter. Robert Shaw encarna a un
sheriff templado, taciturno, lacónico, noble, y lo hace con silencios y miradas
que dicen más que mil palabras, exhibe flema y majestuosidad, soberbio en el
duelo con Robin Hood. Nicol Williamson demuestra ser un gran complemento para
Connery, siempre a la sombra sabe mantenerle el pulso sin quedar ensombrecido,
su bromance se transpira, muy bueno en la conversación íntima que tiene con
Marian en la que le abre su corazón. Como curiosidad mencionar que aparece por
vez primera en cine Victoria Abril, en un pequeño papel de apenas unos
segundos, como la joven reina Isabel, esposa de Juan Sin Tierra, acreditada
como Victoria Mérida Roja.
Si no le doy más nota es
porque algunos momentos quedan algo forzados, metidos a empujones, como la
escalada por el muro de Robin y Little John, se nota que podría haberlos
atrapado el sheriff sin problema alguno, no hay arqueros o soldados en lo alto
del muro sabiendo que los dos amigos van a ir a salvar a Marian, o como el
agrupamiento de campesinos alrededor de Robin Hood, de buenas a primeras un
puñado de gente hace comuna con él en el bosque de Sherwood, sin saberse
realmente que es lo que quieren, y algunos elementos más de estos que la bajan
u poco.
Spoiler:
El Rey Ricardo Corazón de León
fue coronado en 1189, año en que la tercera Santa Cruzada comenzó. Ricardo se apuntó a ella, más
tarde tomado prisionero, finalmente, regresó a Inglaterra en 1194. Murió en
Francia, en 1199. Su reinado fue de nueve años y siete meses, con lo que a
Robin Hood le fue imposible estar 18 años a sus órdenes.
Muy recomendable film de
aventuras con un halo trémulo de romanticismo otoñal. Fuerza y honor!!!