domingo, 31 de mayo de 2015

AMANTES. (1991)

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Vicente Aranda (1926-2015)
Este 26 de mayo de 2015 ha muerto en Madrid  a los 88 años el director de cine barcelonés Vicente Aranda (nació el 9 de noviembre de 1926), realizador irregular con films populares como la bilogía “El Lute”, “La pasión turca” o “Juana la Loca”, pero donde tocó la cima del cine hispano fue en 1991 con la estremecedora en grado sumo “Amantes”, valga esta crítica a este maravillosa obra como un tributo a su persona.

Resultado de imagen de amantes 1991El germen del film está en la serie del guionista, productor y director Pedro Costa Muste “La huella del crimen” (1985), recreaba en cada episodio autoconclusivo (con directores veteranos como Ricardo Franco, Pedro Olea, Juan Antonio Bardem, Imanol Uribe o Vicente Aranda) un crimen real de la España negra, esto en parte gracias a que Pedro Costa había trabajado en el periódico de sucesos “El Caso”, los capítulos trataban de fondo la problemática geosocial de su tiempo. Para su segunda temporada en 1991 Vicente Aranda iba a dirigir el que cerraba la temporada, pero ante el buen material del que se disponía se decidió fuera un largo que se estrenara en cines, siendo un éxito de taquilla y público, ganado el Goya de ese año al mejor film y al mejor director, además del Oso de Plata del Festival de Berlín a Victoria Abril. El crimen en el que se basa acaeció en Burgos en 1948, la acción se traslada a mediados de los 50, se conoció como “El Crimen de la Canal”.

Arranca en el escenario del Madrid de mediados de los 50, allí Paco (buen Jorge Sanz) es un joven de provincias que acaba de licenciarse de la mili, tiene por novia a Trini (gran Maribel Verdú), una remilgada e ingenua que es asistenta en casa en casa de un comandante (Enrique Cerro). Paco mientras busca trabajo en la ciudad se hospeda de alquiler en una habitación en la casa de una viuda, Luisa (gran Victoria Abril), y entre Paco y Luisa comienza una tórrida relación sexual.

Resultado de imagen de amantes film 1991La película es una radiografía gris de una España mustia, contado con un realismo que raya en el naturalismo, una a historia de perdedores, un retrato social mordaz, desarrollado con una crudeza que desgarra, te toca la fibra sensible sin ser sensiblera, relato de pasiones desatadas, de lujuria, de celos, de traiciones, de codicia, del despertar de la inocencia, enmarcado en un triángulo de amores descarnados, posesivos, obsesivos, con una interrelación entre los protagonistas que te sacude, te inquieta, te perturba. Acontece en la España anclada en la posguerra, angostada en sus miserias, en sus mojigaterías religiosas, en su doble moral, en su hipocresía, un lienzo sobre una época oscura, con tintes del mejor cine negro, un thriller enfermizo que te va punzando el corazón en un increscendo dramático sofocante, hasta llegar a su escalofriante final, una de las cumbres del cine patrio. Construye un relato dominado por las mujeres, dos leonas de diferentes caracteres luchando por su presa, por un lado Luisa, una mujer fatal, un experimentada en el sexo, independiente, una mujer sofisticada, lujuriosa, una timadora, y en el otro lado Trini, una criada timorata, muy religiosa, dócil , reprimida, virginal, y de amor puro, intenta ganarse al principio a Paco con la cocina, y en medio un títere de las dos, un chico voluble, ocioso, dominado por los bajos instintos, se convierte en un trozo de carne para las dos, donde el sexo es el arma de las dos, y en este escenario sórdido, asfixiante, cerrado, el amor desesperado, el irracional, el trágico. Edifica Aranda una tensión sexual fascinante, te crees sea un pelele Paco en manos de Luisa, ello con escenas de sexo nada gratuitas, ardientes y fogosos tramos necesarios para entender las motivaciones de los protagonistas, en una evolución de amor fatalista. La narración está imbuida de una intensidad tremebunda, que te arrastra, te remueve las entrañas, ello con una delineación de personajes tridimensionales, matizados, defectuosos, muy humanos con los que a pesar de sus taras morales empatizas. El ritmo es sereno y pétreo, mesurado, te absorbe, deja que los personajes exuden profundidad. Me recuerda en cierto modo a un cruce entre “Un lugar en el sol” (1951) y “Fuego en el cuerpo” (1981). Muy perverso el que la historia trágica acontezca en navidad, símbolo de la felicidad, aquí se le da la vuelta para exponernos que estas fechas de <Feliz Navidad!> son impostadas, artificiosas, estoy de acuerdo, no me gusta la mojigatería de cómo estamos en estas fiestas haya que estar con una sonrisa, en realidad el crimen sucedió el 15 de mayo de 1948.
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Las actuaciones del trío son extraordinarias. Maribel Verdú jamás ha estado mejor, nunca ha emocionado tanto, emite bondad, ilusión, candidez, buenos sentimientos, dulzura, y cuando rompen su corazón su hastío te llega, te incomoda, te mimetiza con ella, soberbia, su tierna entonación te abruma, con una mirada que te enamora, con un amor que impresiona, con momentos tremebundos, toda una lección de interpretación contenida que te arrolla, siendo Colosal su última escena hace que los latidos de tu corazón se paren, Antológica. Victoria Abril está maravillosa, una viuda negra, una mantis religiosa, una depredadora sexual, su sensualidad y pasión te toca, su perfidia, su maldad, su arrogancia, su elegancia, la naturalidad con que se mueve, la lujuria con que fornica, su papel me recuerda al de Kathleen Turner en “Fuego en el cuerpo”, Colosal. Jorge Sanz tiene el problema de estar entre don actrices grandiosas en sus momentos cumbre, es un juguete roto que se mueve entre ellas, lo hace muy bien exhibiendo falta de carácter, fragilidad, sugestión, te crees es un títere, su desorientación es notoria, no sabe que es lo mejor para él.

Resultado de imagen de amantes film 1991 arandaResultado de imagen de amantes 1991La puesta en escena es excelente, todos los elementos para provocarte sensaciones, con una estupenda dirección artística de Josep Rosell (“Juana la Loca”, “La lengua de las mariposas” o “El orfanato”), trasladándonos con sus escenarios de Alcalá de Henares, Algodor (Madrid), Casa Uceda (Guadalajara), Torrelaguna (Madrid), Madrid y el Magno uso de la Catedral de Burgos a la España de los 50, con su ambientación de callejeo, y sobre todo con la fascinante fotografía de José Luis Alcaide (“El sur”, “El viaje a ninguna parte” o “Belle epoque”), con un patinado de frialdad, con cielos siempre grises, nunca se ve el sol, luz macilenta, resaltando los marrones, con especial énfasis en la creación de un lugar claustrofóbico del piso de Luisa, con un espectacular manejo de la lluvia y la nieve para emitir tristeza,  y esto adornado por la deliciosa música de Pepe Nieto (“El bosque animado”, “Días contados” o “El Caballero Don Quixote”), un acompañamiento sutil que canaliza sentimientos, te hace zozobrar con sus notas de piano, y con un perverso uso de los villancicos, siendo el súmmum el que se oye en el momento álgido frente a la Catedral de Burgos.

Spoiler:

Resultado de imagen de amantes film 1991 arandaResultado de imagen de amantes film 1991 arandaResultado de imagen de amantes film 1991Resultado de imagen de amantes 1991Momentos recordables: El primer encuentro entre Paco y Luisa, en el piso de ella, luisa con un kimono asiático (símbolo lujurioso), está decorando un árbol de navidad,  le enseña la habitación mientras saborea un caramelo, las Puertas del Infierno se han abierto para Paco y de él ya no saldrá; Los lujuriosos tramos sexuales entre Luisa y Paco, atención al juego perverso que da un pañuelo, el calor y desenfreno se palpa; Los dos abrumadores e intensos momentos en que se encuentran Trini y Luisa, la primera vez por la calle, Trini va del brazo con Paco, la tensión se puede cortar con un cuchillo, Trini se da cuenta de todo por las miradas, formidable, el otro momento es en las escaleras del piso de Luisa, Trini tras haberse acostado (desvirgado) con Paco espera Luisa para restregarle la batalla que ha ganado, magnífico; El tramo de la visita de Paco y Trini a la madre de esta, captamos el sufrimiento de ella, le viene por vía materna; Y por supuesto todo el tramo final, un tsunami de emociones desbordadas que nos sobrecogen, como Paco engaña a Trini para viajar a Burgos a comprar supuestamente un bar, ella viaja con un cuadro del Cristo del Perpetuo Socorro (hecho real), luego tenemos el encuentro entre Paco y Luisa enfrente de la imponente Catedral de Burgos, una fuerte nevada cae a modo presagio trágico, trémulo, y ya el paroxismo dramático, uno de los zenit de la filmografía española y más, Trini se sabe engañada, se sabe perdedora del duelo contra Luisa, sale a andar por Burgos con Paco, su dolor la asfixia, llueve copiosamente, derritiendo la nieve, pide a Paco sentarse en un banco (el mismo en el que estuvo Paco con Luisa) frente a la Catedral de Burgos, Paco cubre a los dos o con una gabardina, Trini le comenta su inmensa angustia, te sobrecoge, y saca una navaja de barbero de su bolsillo, y le pide a Paco la mate pues ella no se cree capaz de hacerlo, le coge la mano con la navaja, la cámara con mucha elegancia baja a los pies de ella, vemos se quita el calzado y pone sus pies con medias sobre la fría nieve y de pronto se quedan inertes y un hilo de sangre cae del banco, se abre el plano y Paco se levanta mirándose las manos cubiertas de sangre, le deja la gabardina y se aleja, estremecedor, escalofriante, punzante, entonces la acción pasa a la estación de tren donde Luisa se ha montado para partir, Paco aparece en el andén y se acerca al vagón de Luisa que lo mira, él posa sus manos ensangrentadas sobre la ventanilla,  él sonríe ella le corresponde, sale del vagón y se abraza a Paco, sublime como te hace removerte.
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Una de los mejores films del cine español, una Obra maestra que te estremece, sobrecoge y turba por su poder de emocionar y conmover. Fuerza y honor!!!

La historia real en la que se inspira el film: 


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 José García San Juan
 El crimen de La Canal, sirvió de base argumental para la película, ha permanecido oculta durante más de medio siglo en el archivo de Fotos Fede, en Burgos. En 1948 Burgos tenía 30 conventos y dos cabarés. Sus calles estaban pobladas de hábitos y uniformes y en el paisaje urbano abundaban más las monjas, los curas, los frailes y los militares que los civiles. En aquel Burgos arraigadamente franquista y rancio tuvo lugar un crimen que horrorizó a la ciudad: el crimen de La Canal. El crimen se fraguó en Madrid y sus protagonistas nada tenían que ver con Burgos. Se originó en el madrileño barrio de Tetuán de las Victorias, en un cuartel de caballería en el que José García San Juan (24 años) estaba destinado como ordenanza del comandante Álvaro González Fernández-Núñez. El soldado había nacido en Prádena (Segovia) y, como tantos otros por aquellos días, decidió quedarse a vivir en Madrid una vez concluido el largo servicio militar. Su intención era labrarse un porvenir, cometió un error y lo que se labró fue un sendero directo al patíbulo. Tenía una novia formal, la cocinera del comandante del que él era asistente, Dominga del Pino (30 años) pero se lio con una viuda que le alquiló una habitación cuando tuvo que abandonar el cuartel. La mujer se llamaba Francisca Sánchez Morales y casi le doblaba la edad pero, como señaló la sentencia que les condenó a ambos a muerte, «se sintieron atraídos desde los primeros momentos y dicha atracción se intensificó de tal forma que empezaron a hacer vida marital». Francisca debía de ser un hacha en lo de hacer vida marital porque, como apuntan los diarios de la época, «José se convirtió en un juguete en manos de la pérfida viuda». Y era gran experta también en el timo «larguero o del cuento largo», que consiste en vender o traspasar una propiedad ajena sin el conocimiento de sus verdaderos propietarios .José se sentía en la gloria con una novia formal y hacendosa para casarse y la viuda, que le proporcionaba una desenfrenada experiencia sexual. Se sentía en la gloria ... pero despertó en el infierno. Francisca se moría de celos y de desazón al pensar que «la tonta de la cocinera» podía arrebatarle aquella bendición que el cielo había tenido a bien regalarle. Y cuando un día, ante el raudal de insultos y mofas que Francisca le dedicaba a «la fregona», al inocente de José se le ocurrió comentarle que Dominga no era tan tonta ni tan poca cosa como ella consideraba, tenía ahorradas unas 20.000 pesetas, a la viuda se le dispararon las antenas. Se inventaron un bar en Aranda de Duero y José le mostró a Dominga un documento conforme al cual había entregado 5.000 pesetas como paga y señal del traspaso. Ahora tenían que viajar a Burgos a firmar los papeles definitivos ante un notario y después, antes de abrir el negocio, se casarían. Cogieron el tren con todas sus pertenencias, incluido un cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro del que Dominga no quería separarse. Francisca, la viuda, les siguió de cerca, acechante. Llegaron a Burgos el sábado 15 de mayo de 1948 y José y Dominga se hospedaron en la Pensión Riojana, cenaron en Casa David y se acostaron. El domingo José madrugó para reunirse con Francisca en un bar de la calle de la Merced. Estaba eufórico porque ya había conseguido el dinero pero Francisca le hizo ver que Dominga les denunciaría y acabarían en la cárcel. Sólo había una solución y la viuda la expuso con crudeza: «La sacas al campo, la cortas el pescuezo y ya está».Y así lo hizo, llevando consigo una botella de medio litro de Anís del Mono para que le infundiera valor. Ya habían dado las seis cuando llegaron a La Canal y se sentaron en el suelo, junto a la parte trasera de un cuartel de artillería que José había visitado con su comandante. Como llovía intermitentemente se cubrieron con la gabardina de él y así oyeron el toque de oración del cuartel vecino. Ya oscurecía cuando José, que tenía a Dominga medio abrazada, sacó la navaja barbera y le hizo un tajo en la garganta. Huyó llevándose su gabardina y la botella de anís.Se encontró con Francisca en la estación y viajaron a Valladolid. Cuando a la mañana siguiente fue descubierto el cuerpo de la cocinera, la Policía lo expuso públicamente dando lugar a macabras confusiones, pero finalmente fue reconocido por la camarera de Casa David y el encargado de la Pensión Riojana. El miércoles de aquella semana los crueles amantes fueron detenidos. Centenares de personas se aglomeraron a las puertas de la Audiencia para increpar e insultar a los detenidos, especialmente a Francisca, quien, según el Diario de Burgos, «correspondía a los denuestos del público con sarcásticas sonrisas». Y el sábado 22 de mayo se llevó a cabo la reconstrucción de los hechos.Por aquella época la Policía carecía de casi todo, incluso de equipos fotográficos, y fueron reclamados los servicios de un fotógrafo-reportero que trabajaba desde el final de la guerra en el Diario de Burgos y que tenía un estudio, Fotos Fede, que todavía existe en la actualidad. Federico Vélez, legendario fotógrafo que retrató toda la historia de Burgos desde los años 20 a los 70, en que falleció, se presentó en La Canal con una Voigtlander de fuelle que disparaba placas de 6x9, que habían dejado los alemanes cuando la guerra, que alguna cosa buena al menos tenían que dejar. A Francisca le tocó interpretar el papel de la difunta Dominga, la víctima. José estaba muy nervioso y se mostraba atemorizado. La actitud de la viuda, en cambio, era de tal descaro que en un momento en el que el muchacho dudó al contestar a una pregunta del juez, ella le increpó diciéndole: «No seas julai. Vamos, lo hemos hecho y tenemos que pagarlo. Di todo lo que hay...».Luego vendría la condena a muerte para ambos y el recurso ante el Tribunal Supremo, al que su defensor de oficio no se presentó alegando anginas. Las dos penas de muerte fueron confirmadas y los amantes se beneficiarían de un indulto particular y la conmutación por 30 años. Nunca más volvieron a verse. Francisca falleció al poco de abandonar la cárcel y José salió en libertad a mitad de la década de los 60, cerca de cumplir los 40. Según informadores de su Prádena natal, logró rehacer su vida y se convirtió en un próspero empresario de la construcción afincado en Zaragoza. Las fotos de Federico Vélez durmieron años en su laboratorio. El crimen tan sólo tuvo una repercusión local porque en la España de aquellos días no se permitía hablar de crímenes ni de casi nada. (Pedro Costa)