jueves, 24 de abril de 2014


LOS SIETE SAMURAIS.

El 26 de abril de 1954 se estrenó en Japón una de las Obras Maestras más influyentes de la Historia del Séptimo Arte, la Monumental Épica creada por el genial realizador Akira Kurosawa, film imbuido de un romanticismo exacerbado, una grandiosa aventura, un grupo de perdedores Ronins (samurais sin señor), defendiendo una mísera aldea labriega de un grupo de bandidos hambrientos, ello por la patética  recompensa de comida y techo, pues de este simple argumento AK hace brotar una Epopeya  cumbre, revestida de melancolía, de esperanza, de retrato social, de lucha de clases, revestido de heroísmo, Obra Imperecedera que te calará indeleblemente, si no es así te compadezco.

El escenario es el Japón feudal del SXVI, la era Sengoku Jidai, la cinta está dividida en tres tramos diferenciados, en el primero una banda de forajidos (unos 40) planea asaltar y saquear en un valle una aldea agrícola (de unos 70 habitantes) tras la cosecha (otoño), uno de los labradores lo escucha. Los aldeanos piden consejo al patriarca del pueblo, Gisaku (Kokuten Kodo), este les conmina a contratar a samuráis para defenderles, lo malo es que solo tienen arroz y un techo que ofrecerles. Una expedición de 3 agricultores, Rikichi (Yoshio Tsuchiya), Manzo (Kamatari Fujiwara ) y Yohei (Bokuzen Hidari) van a la ciudad más próxima a buscar samuráis necesitados. Son testigos de un ingenioso rescate de un niño por parte de un veterano samurái, Kambei (gran Takashi Shimura), un carismático líder natural y gran estratega, y consiguen contratarlo, este se pone al frente del reclutamiento, consigue fichar a cinco más, a todos ellos se les da espacio para que sepamos como son. Esta forma de leva ha sido copiada en muchas cintas, siendo esta la primera y genuina en afrontarlo. En el segundo, una vez en la aldea las dos clases sociales, los agricultores y los samuráis tendrán múltiples choques, queda patente que los labradores consideran a sus defensores un mal menor y poca simpatía les tienen, llegando a ocultar a sus mujeres por miedo a ellos, esto mientras adiestran los contratados a los labradores para la batalla, además de fortificar la aldea. En esta parte es donde es de gran importancia para ahondar en las personalidades de los protagonistas, trazándose entre ellos fuertes lazos de unión. El tercer tramo, aquí la acción se desencadena en un increscendo apoteósico desbordante de lírica visual, las luchas y las bajas se suceden hasta su desgarradora batalla final. Y llegamos a su poético y melancólico epílogo, Sublime y Estremecedor.

Los Míticos Samuráis son:

Kambei Shimada, el carismático líder del grupo, un tipo de vuelta, curtido en mil batallas perdidas, que llega a reírse de haberse escondido en una batalla, gran estratega, de afable sonrisa, y con un gesto recurrente de frotarse su escasa cabellera en señal de pensar concienzudamente, es la voz de la cordura. Takashi Shimura lo interpreta con majestuosidad, su presencia inunda la pantalla, es la sabiduría, la nobleza, EL LÍDER.
KIkuchylo, o al menos así lo conoceremos, pues su verdadero nombre no lo sabremos, es el último en incorporarse, Kambei lo descartó por fanfarrón y mentiroso, pero los sigue hasta aldea y allí se une a ellos. Es un borrachín visceral y bravucón, como símbolo de su alta autoestima lleva una espada enorme. Es un destacable elemento cómico con su fanfarria gesticulante, siendo el ídolo para los niños de la aldea que le siguen, buenísimo el gag en que se monta a caballo diciendo que es un gran jinete, pero no es capaz de dominarlo, viéndolo desaparecer tras un seto en el quino y volviendo a salir ya bajado corriendo tras él, hilarante. Pero el personaje evoluciona dejando traslucir su pasado remanente de familia labradora, y pasando del inicio payasil a el final en que es un Samurái, por su sobrecogedora valentía que tiene su zenit en una Gloriosa escena. El gran Toshiro Mifune le dota de una poderosa personalidad, lo impregna de matices, de bordes, de empatía, de energía, de electricidad, de vitalidad, y esto combinándolo con la melancolía que transparenta en varias impresionantes escenas, como el trémulo soliloquia que espeta a los ronins sobre por qué los campesinos son temerarios de ellos, y acaba achacando a los samuráis que lo han provocado años de padecimiento causado por su violencia, el otro momento es cuando sostienen a un niño malherido y solloza entre gritos que el chico es él, desgarrador. AK utiliza este personaje para reflejar que se puede ser Grande en honor y valentía partiendo de humildes entornos.
Katsuhiro Okamoto es un ingenuo aspirante a samurái, hijo de un terrateniente, dejó su plácido hogar en contra de su familia para hacerse samurái. Tras ver en acción a Kambei se hace un fiel y abnegado discípulo de él, más tarde se sentirá magnetizxado también por Kyuzo tras una misión, dedicándole una mirada obnubilada. Mantendrá un romance con la hija, Shino (buena Keiko Tsushima),  de un agricultor, Shino  provocando una trifulca con el padre, esto sirve a AK para mostrar como los labradores aborrecen a los samuráis. Isai Kimura lo interpreta con amaneramiento cercano a lo afeminado, esto lo remarca AK con planos tan ambiguos como verlo jugar con flores y tumbarse sobre ellas en una bellísima imagen, viéndose casi más enamorado de Kyuzo que de Shino. Isao Kimura lo interpreta con dulzura cándida con pose plúmbea, cuasi-andrógino.
El resto quedan algo más en segundo plano, aunque no por ello están desdibujados:
Kyuzo es un estoico ronin, humilde, sosegado, disciplinado, contemplativo, hierático, introvertido, dedicado en cuerpo y alma al arte de la lucha, el más experto de los samuráis, un Samurái de Leyenda. Seiji Miyaguchi lo encarna con un aura cuasi-divina, su rostro emite hidalguía, confianza, arrojo, estupendo lenguaje gestual, Colosal en la secuencia en que va a robar un mosquete a los malos, se produce una elipsis y tras un tiempo lo vemos aparecer en el bosque entre la bruma con andares tranquilos y con el arma en la mano, lo entrega y como si nada se sienta a dormir, Glorioso.
Gorobei Katayama, arquero experto, lugarteniente de Kambei, ayudando con sapiencia a la estrategia. Yoshio Inaba le da vida con sobriedad traspasándonos serenidad, templanza y carisma, gran momento en el que muestra la bandera y la describe.
Shichiroji, antiguo compañero de Kambei, un veterano guerrero que ayudará con su experiencia. Daisuke Kato lo dota de valía.
Heihachi Hayashida, no destaca en la lucha, pero su don de gentes y encanto le hacen un lugar en el Olimpo de los Samuráis. Minoru Chiaki lo baña de sutilidad cómica.

A Kurosawa no le interesa retratar a los bandidos, no quiere darles alma, son meros depredadores en busca de débiles, solo sabemos que atacaran por hambre, es la clásica lucha del Bien contra el Mal.

El primer film sobre samuráis de AK, comenzó su proyecto con la idea de un guión sobre un samurái en su cotidianidad, AK pertenece a una familia con ancestros samuráis, luego la tornó en una argumento sobre un clan de guerreros expertos, estudiando la historia de los ronins halló un relato sobre unos agricultores que contrataron a  samurái para defender su aldea de bandas de malhechores, este tema le fascinó y con dos de sus colaboradores habituales desarrolló el guión, Hideo Oguni (“Vivir”, “El Infierno del Odio” o “Ran”) y Shinobu Hashimoto (“Rashomon”, “Trono De Sangre” o “La Fortaleza Escondida”), Toshiro Mifune dijo que en principio iba a llamarse “Seis Samuráis”, siendo Kyuzo papel de Mifune, pero en la evolución del guión creyeron conveniente incluir al rol de Kikuchiyo, nexo de unión entre labriegos y ronins, además  de ser un gran alivio cómico, Toshiro lo encarnaría con libertad absoluta para improvisar, este número siete es muy simbólico en diferentes culturas, los 7 días de la semana, los 7 pecados capitales, los 7 mares, los 7 colores del arco iris, las 7 notas musicales, hasta los 7 enanitos. En seis semanas escribieron el libreto, querían que fuera algo más que un mero pasatiempo y para ello profundizan con inteligencia en los caracteres de los personajes, haciéndelos tridimensionales, con esta introspección compleja consiguen hacérnoslos cercanos y suframos con ellos. Toho Studios quería que AK rodase en sus estudios para abaratar costos, el director rehusó y se llevó todo el equipo a Tagata en la península de Izu (Shizuoka), AK sentenció que el entorno real infundiría de realismo las interpretaciones, derivando en autenticidad. Fueron 148 días de rodaje, un año filmando, la película más larga, 207 minutos (la más larga de su filmografía) y costosa de Japón hasta la fecha, medio millón de dólares, 4 veces el presupuesto original, llegando Toho Studios a cancelar la producción 2 veces, AK cuando esto sucedía se iba a pescar con tranquilidad, sabía que con lo invertido debían dejarle terminarla.

AK dirige con ritmo fluido y con una intensidad soberbia, sabiendo mezclar momentos de épica, de intimidad, de humor, de amor, un Maestro en la Cima. La Brillantez de AK juega con destreza con la acción, la crítica social, el drama, la risa, la ironía, el cinismo, el patetismo, la tristeza, logrando secuencias conmovedoras. AK toca temas Universales como la amistad, la lealtad, el altruismo, el coraje, el sentimiento del deber, el honor, la nobleza de espíritu, el nihilismo, los estratos sociales, el ocaso de un tiempo en que las nobles katanas son superadas por las impersonales armas de fuego (varios de los samuráis caen por el mosquete), profundizando con perspicacia en la naturaleza Humana. Muy inteligente el elemento de exponernos el mapa detallado de “la zona de guerra”, explicándonos Kambei toda la estrategia ante las diferentes posibilidades que puede emplear el enemigo, con lo que cuando llegan los bandidos tenemos en mente en 3 dimensiones el terreno. AK disecciona con sutileza un tiempo convulso, expone como en un tiempo de paz muchos samuráis pasaban hambre, eran siervos sin amo, estaban temerosos labriegos aldeanos desamparados recurriendo a gente de la que no se fían, y entre ellos saltaran chispas. Los personajes están maravillosamente delineados, con sus aristas, sus defectos, sus virtudes, su valentía, sus miedos, sus anhelos, cada uno tiene su tiempo para lucirse, no solo los espléndidos samuráis, también los aldeanos secundarios enriquecen en su vasto metraje la Obra con su tremenda humanidad. AK trasluce su visión en contra del Dogmático código samurái, desde el inicio, mostrando a Kambei, el líder, cortando su “sagrada” coleta, símbolo del Honor, ello para salvar a un niño, lo cual denota su pragmatismo lejos de las ataduras del Bushido, incluso algunos de los ronins reconocen que lo importante es sobrevivir aunque para ello tuvieran en el pasado tuvieran que huir y esconderse del enemigo.


Sensacional su naturalista puesta en escena fruto del diseñador de producción Takashi Matsuyama (“Perro rabioso”, “Rashomon” o “El Idiota”) con la hermosa aldea rural enclavada en el frondoso valle, a esto se añade la elegiaca lluvia de la batalla final provocando un escenario fangoso salido del Averno. Uno de los hitos con los que AK asombró fue con su poderoso e innovador estilo visual a lo que ayudó la avezada fotografía de Askazu Nakai, habitual de Ak (trabajó con él en 11 films, “Perro Rabioso”, “Barbarroja” o “Ran”), llegando a manejar 3 cámaras para las fastuosas batallas rodando a la vez, una para los planos cortos, otra para los medios y la tercera para los planos generales, hizo de la necesidad virtud, ya que con este método se ahorraba repeticiones, y a la vez hacia más fluida la acción, esta fórmula se convirtió en uso acostumbrado en AK. Asimismo innovó con la utilización de la cámara lenta en escenas de violencia, remarcando la tensión y la congoja, espectacular cuando Kambei se introduce en el establo para salvar a un niño, sucede un fuera de campo asfixiante, irrumpe con brío en el exterior el bandido en slow, el tiempo se detiene, no sabemos que ha sido de Kambei, los curiosos observan perplejos, y el bandido cae lentamente de bruces al suelo muerto, levantando una espesa polvareda, esto realza la Épica, Descomunal, esto ha influenciado a muchos realizadores, siendo el buque insignia el gran Peckinpah. Además el cinematógrafo alcanza niveles epicúreos jugando con los claroscuros, la contraluz, ejemplo la primera escena con la aparición espectral de los malhechores sobre una colina, creando momentos de gran belleza, sugestivos planos intimistas y sugerente en las luchas, utilizando mínimos cortes con admirables planos generales, y en los diálogos suprime el plano contraplano, dotando de veracidad las charlas, sabiendo mostrar reverencia el onjetivo con los samuráis al tomarlos en multitud de ocasiones en contrapicados para engrandecer su figura, incluso jerarquizando la pantalla con el líder Kambei siempre en primer término, Sublime. Como formidable es la coreografía de las mareas humanas, dirigidas por Yoshio Sugino (“Samurái”, “La Fortaleza Escondida” o “Yoyimbo”), bebiendo del kabuki y empapando de realismo los cruentos enfrentamientos. Y todo estas excelencias adornadas por la enervante y Épica música de Fumio Hayasaka (“Rashomon”, “Cuentos De La Luna Pálida De Agosto” o “El Intendente Sansho”), ayudando a encauzar sentimientos, y remarcando el tono Homérico del relato, y maximizando la emotividad, Excelente.


La cinta está regada de escenas memorables, algunas ya comentadas, otras: Cuando el arroz de los campesinos en la ciudad les es robado, uno de los labriegos recoge sollozando uno a uno los pocos granos que han caído al suelo, es lo único que tenían, patético, pero este gesto emociona a Kambei y acepta la misión, o la aparición borracho de Kikuchuiyo ante Kambei, delirante, un fatuo liante, que enarbola su condición de provenir de una familia noble con un documento, dejando patente su analfabetismo, pues kambei se jacta de él al leer que este pliego pertenece a un niño de 13 años, o cuando han atrapado a un bandido y los samuráis piden no lastimarlo, aparece una anciana encorvada con un azadón, hay un fuera de campo entre gritos, los ronins se alejan, la anciana tenía motivos para resarcirse,  o la alegría con que Kikuchiyo participa en la siega del campo, o cuando 3 samuráis con Yoshio Tsuchiya de guía atacan por sorpresa a los bandidos quemando la cabaña en que están y una mujer que está con los malos prefiere arder que ser liberada, guarda un trágico secreto, o cuando Kyuzo contempla una flor poéticamente justo antes de entrar acción de guerra, o por supuesto las batallas desgarradoras (spoiler), con su Elegiaco epílogo (spoiler).
 
Algunas frases para el recuerdo:

<Incluso los osos salen de los bosques cuando necesitan comer>/ <Cuando van a cortarte el cuello, de qué te sirve preocuparte por la barba?>/ <Los peces que se pierden siempre parecen grandes>/ <Antes de que tus sueños se hagan realidad, el pelo se vuelve gris o te quedas sin él, tus padres han muerto y todos tus amigos te han olvidado>/ <En una batalla siempre se necesita una bandera>, <Un buen fuerte necesita una brecha. El enemigo debe ser engañado para poder atacarlo. Si sólo nos defendemos, perdemos la guerra>, y más.

Seis años después Hollywood estrenó un remake trasladando la acción al salvaje oeste, dirigida por John Sturgess, y protagonizada entre otros por Yul Bryner y Steve McQueen, a Kurosawa le gustó tanto que envio un regalo al director como felicitación por su gran labor.

Film MÍTICO, con torrente de valores. Fuerza y honor!!!

Spoiler:

 
La última batalla es momento único del Cine con mayúsculas, un clímax extasiante, sin música maniquea, el aguacero lo cubre todo, la humedad te cala, la lluvia atomiza el dramatismo, las puertas a la Muerte están abiertas, muchos las cruzarán, entre ellos Kyuzo herido de muerte por el mosquete de la última alimaña, el jefe de los malos, Kikuchiyo encoleriza y va impulsivamente hacia él, otro diparo le da en el estómago, pero no cae sigue hacia él armado con su katana, el malo retrocede cobardemente y Kikuchiyo le raja los intestinos, cayendo al final los dos al suelo mortalmente, han sido las últimas víctimas de la contienda. La escena originalmente iba a grabarse en verano, pero se retrasó al invernal febrero, habiendo temperaturas extremadamente bajas, con peligro de congelación, de hecho el agua artifialk servía para derretir la nieve que caía de noche, Mifune comentó tiempo después que nunca tuvo tanto frío.


El Epílogo es de una honda carga, la aldea ha sido salvada, los labradores felices celebran el trasplante de arroz, con flautines y taiko (tambor nipón), todo es alegría entre los campesinos, y entonces aparecen los ronins supervivientes, Kambei, Shichiroji y Katsuhiro que los observan en un Estremecedor plano, sobre ellos, en una ladera las tumbas de los 4 samuráis muertos en sacrificio por el poblado, Heihachi, Gorobei, Kyuzo y Kikuchiyo, sus tumbas coronadas por sus katanas, y más en alto el sol como un aura Deídica, entonces con amargura Kambei sentencia <Otra vez hemos perdido, los labradores son los vencedores, no nosotros>, es su sino.