jueves, 23 de noviembre de 2023

 


LA TERMINAL.


Fallida dramedia que aspira a más de lo que da, sobre todo en el nivel que se le exige a Steven Spielberg. Producida y dirigida por el llamado Rey Midas de Hollywood, que adapta un guion de Sacha Gervasi (“Anvil. El sueño de una banda de rock” o “Mi cena con Hervé”), basado en una historia propia y de Andrew Niccol (“El Show de Truman” o “Gattaca”), trata sobre un hombre de Europa del Este que queda atarpado en un limbo burocrático en la terminal del aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York cuando se le niega la entrada a USA y al mismo tiempo no puede regresar a su país natal debido a un golpe militar.

 

Protagonizada por un funcional Tom Hanks, con un rol cargante en su buenista rallando en lo pueril, no se entiende no siga las indicaciones de Frank para salir de la Terminal, no se entiende no diga se siente en peligro volviendo a su país para pedir asilo temporal, es burlesca la situación, la mentalidad de niño que nos cuelan, para después parecer un tipo despierto en como desenvuelve por la Terminal;  una penosa Catherine Zeta-Jones como metido con fórceps interés amoroso del prota; y el único que saca jugo a su papel Stanley Tucci como el sibilino ‘villano’, lástima que sea en un rol de malo porque sí. Precisamente este rol tiene mucho que ver con Andrew Niccol, del que proviene la historia, pues su personaje es especie de deidad de la Terminal, él lo controla todo, es amo y señor de su mundo, in vigilando de su Universo por como espía con  las cámaras, siendo un cuasi clon del Cristo (Ed Harris) de su guion de “El Show de Truman”; También destacaré por la simpatía que desprende a Kumar Pallana como friegasuelos que disfruta viendo resbalar ay caer a los transeúntes (“Es la única diversión que tengo"), así como jocoso en su sub trama de paranoico con Viktor.

 

Este Spielberg es uno menor, jugando a ser Frank Capra (esto sobre todo evidente en su rush final) y la cosa le queda regulera tirando a floja, donde lo que más sobresale es su capacidad para sacar plata con la publicidad ‘encubierta’ remanente de todas las marcas que aparecen en la terminal aeroportuaria como Burger King, Borders, o novelas de Stephen King. De hecho para remarcar la cultura del consumismo más absoluto (quizás como siil de lo que es USA) cuando dejan ‘recluido a Viktor en la Terminal, ante la pregunta de qué hará allí le dicen: "Aquí sólo puede hacer una cosa, señor Navorski: comprar". Exponiendo aquello de que las grandes terminales de aeropuertos han tornado en Centros Comerciales.

 

Pero en lo mollar de la historia la cinta es muy facilona y complaciente, donde el ingenio solo aparece en escasas ocasiones, donde el humor son pequeños chispazos muy aislados, donde la emoción dramática me ha resultado manufacturada a manipularte, y donde hay dos romances en la trama a cuál más chusco y grimante. Su tema remanente de especie de homenaje a la espera como algo bueno me ha resultado hediondo. Spielberg parece sentirse muy a gusto consigo mismo siendo muy políticamente correcto al crear un sub mundo en esta terminal con personajes multiétnicos, como un hindú, un negro un hispano, me han faltado chinos y nativos cherokees, tipos d ellos que el prota Viktor se hace amigo de modo rápido, creando con ellos una camaradilla por imperativo del guion. Todos ellos encarnado a seres estereotípicos, sin más definición que el buenismo absoluto, seres sin carácter alguno, en un microuniverso sin matices, sin sutilidad. Donde son innumerables las situaciones inverosímiles (por no decir ridículas).

 

El romance entre Hanks y la Jones resulta chirriante (siendo benévolo), como es tan ridícula la relación les meten de rondón una especie de fondo poético con los diálogos sobre la relación Napoleón-Josefina. Este apósito de sub trama romántica llega a su apoteosis de almíbar (también lo es la fuente que hace Viktor dentro de una terminal como si nada) en una cena fachosa dentro de la terminal, apoyada en su camaradilla de amigos de Viktor, y donde Amelia (la Jones) no parece extrañarse de que la inviten dentro de la Terminal y no fuera (todavía no sabe que Viktor está ‘preso’ en la Terminal), es todo en este caso de un infantiloide supremo. Por si fuera poco, nos cuelan otra sub trama pastelosa amorosa estúpida con Diego Luna ejerciendo de tímido que soborna a Viktor con comida pare que sonsaque a una oficial de aduanas (una bella Zoe Saldana) que le guste modo tener pista el enamorado, me ha sido idiotesca no, lo siguiente, el colmo es como tiene su zenit penosamente bufo.

 

Resulta un insulto a la inteligencia que tengamos que creernos que dejan a un tipo recluido sin poder salir de la Terminal del aeropuerto sin siquiera ponerle un traductor, sabemos no se entera de nada (en el colmo de la tontería vemos a Viktor queriendo dar volumen a los televisores de la Terminal para oír las noticias de su país, pero si no sabe inglés!), y sin embargo no contactan con su embajada, el no contacta con la embajada, no llama a la prensa para denunciar su situación, es todo nada creíble. Y e que este personaje me resulta irritante en su carácter bufo, no empatizo con él, Spielberg no facilita las cosas al no darle hondura dramática alguna, no sabemos nada de su pasado, es un zero.

 

Como es que tengamos que creer que en uno de los aeropuertos más concurridos del mundo pueden tener a empleados ilegales como al hindú limpiasuelos, o posteriormente a Naborski de albañil. Tenemos a un personaje que decide sacrificarse para ir a prisión por no se sabe bien que, una desproporción que insulta al raciocinio, no tiene ni pies ni cabeza. Tenemos el tramo en que el guion quiere entronizar como héroe a Viktor cuando lo ponen de traductor ante un tipo que quiere dañarse si no le dejan entrar en USA unas medicinas para su padre, está bien el tramo, pero la forma en que nos lo quieren vender como alguien venerado por la Terminal en base al ‘icono’ de la fotocopia de sus manos resulta empalagosamente no apto para diabéticos; El rush final en que primero se rebela el misterio de lo que hay en el interior de la lata de Planters Peanuts que lleva y con ello la montaña ha parido un ratón (¿?), luego tenemos el estilo Capra del paseíllo por la Terminal me ha sido ya demasiado azúcar (lo del jefe de guardias con lo que hace con su gabardina me ha sido grotesco). Aunque casi lo cuadran con un final ingenioso, al final se tuercen (spoiler).

 

Spoiler:

 

O sea que el jefe de seguridad del JFK Airport sabe que tiene a un trabajador ilegal buscado en la India y lo ha tolerado años? O sea que este empleado hindú se entera que Viktor decide volver a su país por que él siga allí y este decide ‘enfrentarse’ fregona en mano a un Boeing, pero que gilipollez (con perdón) es esto!!!

 

Lo de Viktor avanzando a la salida del aeropuerto mientras la tripulación de la Terminal se la va uniendo en su ‘heroicidad’ es muy de Capra. Llega frente a la puerta y los guardias le cierran el paso, el jefe de estos desde el control le da ordenes de que no le dejen pasar, de hecho, su ‘salvoconducto’ para ser efectivo debe ser firmado por él, pero de buenas a primeras el oficial de los guardias le pone su gabardina y le guía a la puerta, desobedeciendo las ordenes de su superior, y con ello poniendo en riesgo su empleo, no tiene sentido alguno. El jefe Frank corre a impedir que salga de allí, pero llega cuando ya ha cogido un taxi, y no hay reprimenda alguna al oficial que le hadado vía libre. Viktor visita un club de jazz donde tocará el saxofonista Benny Golson (ya es casualidad no libre este día), quiere le de su autógrafo para que la colección de firmas de su padre se complete, y esto se supone muy romántico (¿?). Aquí viene lo que podría haber sido un final ingenioso, pues el músico le dice que espere, que tiene que tocar, y Viktor se sienta, debería haber concluido así, con Viktor de nuevo esperando. Pero Spielberg decide alargar la coda y vemos que el prota sale del club y coge otro taxi y le dice al conductor que ‘Vuelvo a casa’, como si esto hiciera estremecer a alguien, pues nunca hemos sentido sentimiento alguno de nostalgia por estar lejos de su tierra, nunca hace comentario alguno sobre su tierra natal.

 

Entre lo bueno, no todo es regulero, está la grácil partitura musical creada por el maestro John Williams, un delicia las melodías jazzísticas , un goce melómano cada acorde.

 

Spielberg viajó por todo el mundo para encontrar un aeropuerto real que le permitiera filmar durante la producción, pero no pudo encontrar ninguno. El conjunto de la Terminal se construyó en un enorme hangar en el Aeropuerto Regional de Los Ángeles/Palmdale. El hangar, que forma parte del complejo de la Planta 42 de la Fuerza Aérea de EE. UU., se utilizó para construir el bombardero Rockwell International B-1B. El set se construyó cumpliendo todos los códigos de construcción contra terremotos y tenía su base en el aeropuerto de Düsseldorf. La forma tanto de la terminal real como del conjunto visto de lado es una sección transversal del ala de un avión. Debido a este diseño, la película fue una de las primeras en utilizar Spidercam para la producción cinematográfica. La cámara, utilizada con mayor frecuencia para deportes televisados, le permitió a Spielberg crear tomas amplias en todo el set.

 

Tom Hanks basó su caracterización de Viktor Navorski en su suegro Allan Wilson, un inmigrante búlgaro, quien según Hanks puede hablar "ruso, turco, polaco, griego, un poquito de italiano, un poquito de francés", además a su búlgaro natal. Hanks también contó con la ayuda de un traductor de búlgaro. Krakozhia es país ficticio, creado para la película, se parece a una ex república soviética o un estado del Bloque del Este. La ubicación exacta de se mantiene intencionalmente vaga en la película, apegándose a la idea de que Viktor es simplemente de Europa del Este o de una ex república soviética. Sin embargo, en una escena, se muestra brevemente un mapa de Krakozhia en una de las pantallas de televisión del aeropuerto durante un informe de noticias sobre el conflicto en curso y sus fronteras son las de la actual Macedonia del Norte (entonces conocida como la Antigua República Yugoslava de Macedonia en el momento de la producción de la película). Sin embargo, en otra escena, el protagonista muestra su permiso de conducir, que resulta ser un permiso bielorruso expedido a una mujer de nombre uzbeko. La película presenta una imagen razonablemente precisa del proceso de adquisición naturalista de una segunda lengua, según la lingüista Martha Young-Scholten. John Williams, el compositor de la película, también escribió un himno nacional para Krakozhia. El personaje de Hanks habla búlgaro como su krakozhian nativo, pero en una escena en la que ayuda a un pasajero de habla rusa con un problema relacionado con las aduanas, habla una lengua eslava construida que se parece al búlgaro y al ruso. Cuando Viktor compra una guía de Nueva York tanto en inglés como en su lengua materna para comparar las dos versiones y mejorar su inglés, el libro que estudia está escrito en ruso.

 

Emily Bernstein tocó el clarinete para la partitura, incluidos varios solos destacados, y su nombre aparece en los créditos finales de la película.  Normalmente, los músicos individuales en las orquestas de estudio actúan de forma anónima, pero Spielberg insistió en resaltar el trabajo de Bernstein; estaba siendo tratada por cáncer en el momento de la grabación y murió menos de un año después.


Algunos han notado que la película parece estar inspirada en la historia de Mehran Karimi Nasseri, también conocido como Sir Alfred, un refugiado iraní que vivió en la Terminal Uno del aeropuerto Charles de Gaulle de París desde 1988, cuando le robaron sus documentos de refugiado, hasta 2006. cuando fue hospitalizado por dolencias no especificadas. En septiembre de 2003, The New York Times señaló que Spielberg compró los derechos de la historia de vida de Nasseri como base para la película; y en septiembre de 2004, The Guardian señaló que Nasseri recibió miles de dólares de los realizadores. Sin embargo, ninguno de los materiales publicitarios del estudio menciona la historia de Nasseri como inspiración para la película. La película francesa de 1993 “Tombés du ciel” de Philippe Loiret ya se basó en la misma historia.

 

Film de los del montón de abajo (que tiene algunos más) del director de “Jaws”. Gloria Ucrania!!!

 

martes, 14 de noviembre de 2023

 


EL ASESINO. (2023)

 

Seguir el plan; planificar con antelación, no improvisar; no dar ventajas; sólo pelear si te pagan; la empatía es una debilidad.


Fascinante thriller en el que el realizador David Fincher es capaz de hacer de lo simple un arte, adornando una sencilla trama con una solidez impresionante, dando una lección de maestría con unos pocos mimbres sobre una historia mil veces vista, impregnando los fotogramas de una clima asfixiante-claustrofóbico, demostrando que es sin duda uno de los mejores directores de la actualidad, generando una experiencia intensamente inmersiva. Sigue la colaboración de Fincher con Netflix desde que en 2017 distribuyera la serie "Mindhunter", le siguió el largo "Monk" en 2020, la serie de "Love Deat Robots"en 2021 y ahora este nuevo film estrenado en la plataforma después de pasar por Festivales como Venecia y San Sebastián. Un film tenso y cortante, en el que Fincher cautiva mediante insertarnos en la mente del asesino, es más procedimental que de acción, aunque tiene una de las mejores peleas que se han visto en los últimos años en cine, el director está más preocupado de hacernos sentir a este sociópata en su piel, apoyado en soliloquios fascinantes, y donde los escasos diálogos resultan subyugantes.

 

Para esta ocasión cuenta con Michael Fassbender como un asesino metódico, que después de fallar en una misión se vuelve todo contra él. Guión de Andrew Kevin Walker (el oscarizado por la también de Fincher “Seven”), basándose en la serie de novelas gráficas francesas "The Killer" escrita por Alexis "Matz" Nolent e ilustrada por Luc Jacamon, recordando en su trama sobre mercenarios metódicos psicópatas a films como “Le Samourai” (1967) de Jean-Pierre Melville, “Chacal” (1973) de Zinnemann, “Leon” (1994) de Luc Neson, “Ghost Dog"(1999) de Jim Jarmusch, “Collateral” (2004) de Michael Mann, o “El Americano” (2010) de Anton Corbijn. Sin embargo, con la cinta que le he encontrado mayores similitudes es con una infravalorada película española, “Sicarivs” (2025) de Javier Muñoz, donde la trama es casi un calco, donde un sicario también sin nombre, tras no cumplir la misión encomendada se embarca en una carrera contrarreloj para acabar con la gente involucrada en el ‘contrato’ antes de que estos lo maten a él, y donde también hay muchísima voz en off de los pensamientos del asesino describiendo su estoico modus operandi.

 

Es un retrato de personalidad de alguien perfeccionista en lo suyo, se dedica en cuerpo y alma a seguir sus propios códigos, intentando no salirse de su plan preestablecido, esto podría ser en realidad una alegoría del propio director Fincher, alguien al que todos tildan de stajanovista en la dirección, un asceta en su labor, metódico, purista hasta lo obsesivo, este asesino es un claro reflejo del cineasta de “El Club de la Lucha”. Este tipo sin nombre es alguien ataráxico, amoral, psicópata, frio, que para disparar se toma las pulsaciones mientras escucha a The Smiths en su iPod, un retrato cuasi existencialista de la profesionalidad, donde tiene mucho que ver la paciencia, como bien se describe al inicio. Donde los pensamientos descriptivos los oímos en voz en off del protagonista, relatando su filosofía de trabajo (“Siempre me visto como un turista alemán ¿?. Nadie quiere interactuar con uno de ellos”) a la vez que narran cómo ve el mundo con incisivos monólogos interiores (“La suerte no es real, ni el karma, ni la justicia… No sirvo a ningún dios, ni a ningún país. No Dar A Joder”.  Donde suelta estadísticas divertidas sobre nuestro mundo (cuánta gente nace en el mundo, cuantas hamburguesas hace McDonalds en Francia). Todo ello enarbolado por el magnífico actor irlandés Michael Fassbender (llevaba cuatro años sin actuar en cine), rol para el que parece haber nacida, se transmuta en ese ser cuasi robótico, practica yoga, mastica analgésicos, sin sentimientos, sin empatía, lacónico, imperturbable al dolor ajeno, a las muertes que provoca, tipo que se repite cual mantra una y otra vez que debe atenerse al plan (“Cíñete al plan... La debilidad es vulnerabilidad… anticípate, no improvises, no cambies de plan, no empatices”), no debe improvisar, y no fiarse de nadie, utiliza infinitos móviles de usar y tirar. Casi no pestañea, siempre deja que sean los demás que hablen ante su miedo, y cuando se trata de la acción en una pelea es sensacional, cargada de fisicidad, donde los golpes y el dolor te llega. Es paranoico como modo de defensa, abandona un vuelo por sospechar de algún pasajero, en su habitación de hotel, coloca un vaso en el pomo de la puerta y coloca una cubierta de aluminio debajo (para escuchar el choque si lo hacen caer), agarra el cuchillo para carne y se acomoda para pasar la noche sentado. Lo vemos que en nel mundo moderno se mueve libremente, se aprovecha de la globalidad, compra productos de Amazon, se mueve por Google Maps, come de McDonalds, gusta de engullir Egg McMuffins, dice que no le gusta Airnb (por las cámaras de bebes). El guion le da algunos ingeniosos toques de humor, ejemplo son los nombres que va utilizando durante su odisea, como el de Reuben Kincaid (el gerente de la televisión Partridge Family), Archibald Bunker (Todos en la familia), Felix Unger y Oscar Madison (los nombres de los protas de The Odd Couple), Lou Grant (de la serie periodística homónima). Pero también hay humor en la selección de temas del mencionado grupo inglés The Smiths, dodne alguna letra resulta paradójicamente divertida en el contexto, ‘How Can Anybody Possibly Know How I Feel?’  dice una de las letras, sobre un tipo que no es capaz de sentir, o “I am human and i need to be loved like eveveryoneelse”, cuando este asesino se parece más a un robot que aun humano.  El protagonista no se sabe bien (hasta el final) si su gymkana asesina de huida hacia adelante, que cual tiburón pareciera que si se para muere, es por vengarse o por protección.

 

La cinta está estructurada en seis capítulos, más un epílogo, todo ello con su correspondiente leyenda sobreimpresionada para encabezar los segmentos. El comienzo es magnético y ya te atrapa al asiento. Estamos en Paris, en el barrio de lujo del Panteón, con el protagonista que hace una vigilancia desde una ofician WeWork sin habitar, observa un apartamento de enfrente esperando que su objetivo a eliminar como francotirador aparezca, actuando este asesino cual James Stewart en la hitchcockiana “La Ventana Indiscreta”, cual voyeur husmeando por las ventanas de enfrente, como cuando observa (en nota de humor) a una pareja fornicando. Oímos en off sus pensamientos metódicos (‘Preparación, atención al detalle, repetición, repetición, repetición…’; ‘La empatía es una señal de debilidad’; ‘No soy excepcional, sólo sé mantenerme al margen’), comenta las estadísticas de muertes y nacimientos en el mundo para justificar que su trabajo no tiene importancia, comparándolo con una alegoría de baseball; para este asesino el mundo se divide entre los pocos que domina a los muchos, y él prefiere ser de los primeros), lo vemos solitario, hace yoga, estiramientos, duerme, mira la calle, come de McDonalds, se pone gotas en los ojos, oye por sus auriculares a The Smiths, el tedio (él mismo dice que su mayor desafío en su particular trabajo es el aburrimiento)de la espera la amenizamos sintiendo su forma profesional y mecánica de comportarse. Hasta que la espera llega a su fin y vemos su ritual para el disparo, como se pone la música, como se toma las pulsaciones (tiene que tenerla a menos de 60), y como finalmente golpea el gatillo y gatillazo. Comenzando otro ritual frio de huida por las calles nocturnas de París en moto, donde una de las preguntas que se hace es: ‘Qué haría John Wilkes Booth?’. El asesino de Lyncoln que huyó de la escena del crimen.

 

Segundo capítulo es ‘Sorpresa en el Caribe: Nos trasladamos a la caribeña ciudad de Santo Domingo (República Dominicana). La ‘guarida’ de este lobo solitario, y allí deja destellos de que tiene corazón al enterarnos de que allí tiene un interés que por su trabajo fallido ha sido dañado (no quiero spoilear demasiado). Por lo que el Asesino emprende una investigación que le lleve a todos los que ponen en riesgo su vida, su gelidez y amoralidad son su motor.

 

Tercero es ‘La ley y el orden’: El asesino viajar a Nueva Orleans para investigar a su contratador, El Abogado (buen Charles Parnell) para dar con los nombres de sus ‘acosadores’. Nos seguimos enterando de su metodología, como que tiene seis almacenes alquilados por todo USA, donde guarda todo tipo de elementos para su trabajo, desde armas, dinero o matrículas falsas. Como se vale el anonimato para moverse, como utiliza todo tipo de armas poco convencionales, como una clavadora de clavos, o como comentar de modo flemático sobre medir dos veces y cortar una vez, que tiene pensado para El Abogado? Y es que a pesar de la adustez del relato siempre hay espacio para el humor sutil, como cuando El Asesino lleva un muerto en un cubo de basura en un ascensor y sube alguien que le hace la broma de preguntarle que donde lleva el cadáver. También aparece la secretaria de El Abogado Dolores (notable mostrando temor Kerry O'Malley).

 

Cuarto es ‘El malo’: Llegamos a Florida. El Asesino comenta sobre este estado que es el único (exceptuando la prisión) donde encuentras a hombres agrupados con las mismas afinidades. Ha llegado allí en busca de su gira criminal en busca de un mastodonte con alias ‘Bruto’ (Bela Baker, Sauron en “El señor de los Anillos), vive en su residencia custodiada por un fiero pitbull. Todo tendrá su clímax en una imponente Batalla física espectacularmente coreografia en su realismo doliente.

 

El quinto es ‘New York...New York’: El asesino acecha a la Experta (Tilda Swinton) en Nueva York. Tendrá un sustancioso encuentro con ella en un restaurant. En una actuación de la Swinton fenomenal (y cuando no), elegante, divertida, epicúrea, desplegando locuacidad, ingenio e incluso sentido del humor cuando la cuenta un chiste alegórico a la situación. Brillante el duelo interpretativo, apenas unos minutos y la actriz deja impronta y huella en el metraje, en la mejor actuación secundario del film.  

 

El sexto es ‘Chicago’: Estamos en la ciudad junto al Lago Michigan, ha llegado a lo alto de la pirámide para enfrentarse con El Contratador (Arliss Howard), que vive en un edificio con alta seguridad. El duelo entre ambos es desconcertante y habla mucho de la personalidad de El Asesino. Par aun final-clímax potente en su mensaje.

 

Fincher imprime un ritmo sereno pero pétreo al desarrollo. Apoyado en una puesta en escena excelente, donde sobresale la fenomenal fotografía de Erik Messerschmidt (Oscar a Fotografía con la película también de Fincher "Mank"), rodando mayormente de noche, cual depredador en la penumbra se mueve este Lobo Solitario de protagonista, ello bañando la cinematografía en tonos pálidos y azules, con gusto por el detallismo, siendo estupenda por como se mueve en la secuencia de la pelea, esto en miscelánea con la gran edición de Kirk Baxter (con Fincher desde “El curioso caso de Benjamin Button”), haciendo que las dos horas de metraje se pasen sin darte cuenta; Otro plato fuerte es la banda sonora, como ya he mencionado regada de modo diegético con cortes abruptos, por la música que oye El Asesino de Los Smith, con 11 temas se oyen por todo el metraje, todo un deleite para los fans de la banda. Y también tenemos la música de acompañamiento del tándem Trent Reznor y Atticus Ross (con Fincher desde “La Red social”), aportando melodías techno adecuadas.

 

Spoiler:

 

Chicago: En un lujoso apartamento sorprenderá al "Cliente", allí este toma al Asesino por un atracador. Hasta que cae en la cuenta del contrato que hizo, y posteriormente el ‘seguro’ de limpiar el rastro, ósea, acaba con el Asesino por haber fallado. Y cuando todos esperamos que lo mate, El Asesino le dice si entiende su situación y de como si va de alguna manera contra él lo matará de la forma más inesperada, este por supuesto dice que no hará nada contra él, y el sicario se marcha dejándolo allí sorprendido. Entonces nos damos cuenta que El Asesino no ha actuado por venganza, lo ha hecho simplemente por seguridad y ahora se ve seguro por como ha dejado los cabos sueltos, y sabiendo que El cliente no es peligro para él.

 

Epílogo: El asesino vuelve a su guarida en Santo Domingo, a estar con su pareja herida que está en recuperación, los vemos a ambos junto a la piscina descansando en una hamaca.

 

Notable thriller, de los que recuerdas por tiempo, y que seguramente volveré a ver y quizás gane aun más en la revisión. Gloria Ucrania!!!

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

 


Scream.

Con motivo de la noche de Halloween me he visto el film de terror Scream, todo un bombazo taquillero en su lanzamiento (con un presupuesto de 15 millones de dólares, recaudó aproximadamente 173 millones de dólares en todo el mundo), provocando toda una franquicia con varias secuelas y una serie televisiva, así como sub productos claramente hijos de este éxito. En 1972, Wes Craven estrenó “Last House on the Left”, siendo seminal en el género slasher. En 1984, Craven se superó con otra cinta de horror como “Pesadilla en Elm Street”, que supuso una revitalización del género para teenager, que también dio origen a una saga, así como otras pelis aledañas. Y en 1996 volvió Craven (aparece brevemente realizando un cameo vestido con el inconfundible jersey a rayas de Freddy Kruger) a dar en el clavo con esta “Scream”, que con ayuda del ingenioso y mordaz guion del debutante en la materia Kevin Williamson (se especializó en el terror, con títulos como “Se lo que hicisteis el último verano”, que también fue saga), ofrecen una cinta irónica en como juega a lo metatextual, como hace guiños constantes al género, riéndose de sí mismo mientras recurre a esto mismo de lo que parodia. Williamson se inspiró en los informes sobre una serie de asesinatos cometidos por el Destripador de Gainesville mientras escribía un guión que satirizaba los clichés del género slasher popularizado en películas como “Halloween” (1978), todo el clímax acontece mientras se reproduce en un televisor este mítico film, “Viernes” 13 (1980), protagonista de la pregunta trampa inicial. Del que hay una jocosa broma sobre quien es el asesino en este film, “Prom Night” (1980), y “Pesadilla en Elm Street” (1984), un adolescente en la cinta dice que la primera "Pesadilla" estuvo bien, pero "el resto fue una mierda", claramente Craven pasa factura a los que bastardearon su idea en las secuelas, también se hacen referencias a “El Exorcista” (1972), para lo que incluso hay un cameo de la protagonista real Linda Blair y a “Carrie” (1976).

 

La protagonizan un nutrido reparto con Drew Barrymore, Neve Campbell, Courteney Cox, Skeet Ulrich, Matthew Lillard, Rose McGowan y David Arquette, para un juego macabro de ‘whodunit’ sobre quien es el psicópata vestido de ‘ghostface’ que asesina a personas en el pueblo de Woodsboro (California), la trama sigue a la estudiante de secundaria Sidney Prescott (Campbell) y sus amigos, quienes, en el aniversario del asesinato de su madre, se convierten en el objetivo de un criminal. Jugando con sarcasmo al metalenguaje involucran al espectador al despojar de dramatismo real a la trama y dotarla de ligereza (Craven incluso hace burla de sí mismo y de que lo confundan con John Carpenter y en un momento dado se habla en la peli del director Wes Carpenter, en referencia a John Carpenter) incidiendo en el metalenguaje haciendo continuas referencias a la cultura popular (se menciona a Tom Cruise que en "All the Right Moves" de 1983 si haces pausa en el video podrás verle los genitales, Richard Gere y su affaire con el jerbo, Jamie Lee Curtis como reina del grito que no enseñó los pechos hasta "Trading Places", Meg Ryan sobre que la protagonista querría fuera quien la protagonizará en la versión de lo que les pasa, y para mal de Tori Spelling,…) y más concretamente a los clichés del género de terror (resumidos en lo que dice un personaje: “Las películas de terror siempre tratan sobre una rubia de grandes pechos que corre escaleras arriba para que el asesino pueda arrinconarla”), en el colmo de la metaficción recrea a través de Randy (Jamie Kennedy, que habla claramente al espectador) espectador, el guion utiliza el personaje de para establecer las reglas del slasher: ‘Nunca tener relaciones sexuales; nunca beber ni consumir drogas; y nunca decir "Vuelvo enseguida"’. Se analizan con saña a las motivaciones que necesitan psicokillers famosos (‘Tenía Norman Bates un motivo? Tenía Hannibal Lecter una razón para querer comerse a la gente?’). Entre el subtexto que se le ha buscado es interesante indagar en el feminismo y el empoderamiento que remanece del relato, donde son las mujeres las valientes, las que se enfrentan al Mal.

 

Tiene un arranque vigoroso en una escena de 12 minutos que ha creado escuela. Estamos en una casa donde la estudiante de secundaria Casey Becker (Drew Barrymore) está sola preparando palomitas para ver en video una peli de terror (¿?). Recibe una llamada telefónica de una persona desconocida, charlan distendidamente sobre películas de terror, hasta que el desconocido se destapa primero como voyeur, y después como un sádico secuestrador. Convirtiendo la llamada en un perverso trivial sobre clásicos del terror, la cosa torna en un acoso y persecución aterradora por el jardín, con la aparición del ya popular Ghostface con un gran cuchillo, acabando todo con una imagen desgarradora (*spoiler). Craven lleva con maestría el desarrollo de la secuencia en un crescendo dramático en la llamada genialmente llevada, haciéndonos sentir el horror de la protagonista, en gran parte gracias a la buena labor expresiva de Drew Barrymore, con la llegada de los padres de ella, que impregnan de más tensión el tramo.

 

Es una cinta amena, consciente de que su argumento es manido, pues lo de un psychokiller que enmascarado asesina en un pueblo atemorizado es muy ajado, para esconder estas carencias se echa en manos del humor autoreferencial, como es cuando la protagonista habla sobre quien le gustaría le interpretara en cine: “Me veo como una especie de joven Meg Ryan. Pero con mi suerte conseguiré a Tori Spelling. En lo referente a la acción es muy simplona, solo destaca la muerte de un personaje aplastado por una puerta eléctrica del garaje, no sin antes comentar la moza: ‘Ya vuelvo’, mandamiento del terror que antecede a la muerte del personaje. Hay una escena muy divertida cuando a través de una cámara oculta vemos a un personaje que ve solo en la tv el “Halloween” de Carpenter, con la secuencia del Michael Myers enmascarado acecha a Jamie Lee Curtis por la casa. Tras el espectador parece ‘Ghostface’, mientras el espectador grita a Jamie Lee Curtis que mire detrás de ella, mientras desde la proyección de la cámara oculta observan todo con un retardo de 30 segundos, en un juego metaficcional cercano al ‘Efecto Droste’. También hay otra jocosa escena editada en que un personaje experto en cine de terror, habla de los tópicos del género sobre el sexo, sobre que nunca mueren las ‘vírgenes’ en cine, mientras vemos en cortes a la protagonista tener relaciones sexuales con el novio, también hablando de los pechos en cine y vemos como pícaramente la joven prota está en top les y le tapa los senos el cuerpo de su pareja.

 

El villano destaca (además de por su maldad) por su torpeza, resulta ridículo la cantidad de golpes y porrazos que se lleva, es una parodia de sí mismo, alejado de los psychokillers mesurados con poderes cuasi sobre naturales en su comportamiento medido en el que parecen aliados con la suerte en cada momento. Aquí el malo malísimo cuando parece tiene un comportamiento caótico, haciéndolo original en este sentido, adecuado para el tono banal de la historia.

 

Su rush final se regodea en los tropos clásicos del error, puede ser por homenajearlos/parodiarlos, pero también puede ser porque querer arriesgar entre zero y nada, y con ello todo el clímax resulta macilento, un tropel de giros atropellados, queriendo sorprender con los twist cae de lleno en lo que satiriza (**spoiler).

 

Está bien la crítica a los medios de comunicación amarillistas, arremetiendo contra su mezquindad y lo pusilánimes que son. Pero se hace con pólvora mojada con una actriz que da vida a estos miserables métodos como es Coutney Cox que resulta errada en el rol, no te la crees. Pero es que las actuaciones hay unas cuantas horrendas, empezando por la de David Arquette, horrible, no se sabe de que va, es un payaso con placa.

 

La actriz protagonista Neve Campbell cumple sin estridencias, como la típica joven con un trauma que le impide consumar sexualmente con el novio; Skeet Ulrich (hermano gemelo de Johnny Depp) está correcto luciendo flequillo sexy, siendo el típico joven con picores sexuales acomplejado por lo frígido de la novia; Matthew Lillard como el típico ‘bon vivan’ gañán del insti, deja impronta con fuerte presencia en su fulgor; Rose McGowan da bien como la libertina del insti, amiga de la ‘virgen’.

 

Spoiler:

 

El rush final me recuerda en cierta medida a “La soga” de Hitchcock mezclado con “Impulso criminal” de Richard Fleischer, donde en ambos casos dos jóvenes juegan a tener la superioridad moral para cometer los crímenes que les apetezcan, sin motivos, de hecho Williamson basó libremente los personajes en Leopold y Loeb , individuos queer (aquí subyace una relación homoerótica) que cometieron asesinatos para demostrar su superioridad intelectual, en los que se basó Meyer Levin para su novela en la que se basa “Impulso criminal”. Está bien el que el asesino sean dos para despistar, pero el **comportamiento de los dos resulta grotesco en su estulticia, que se pongan a apuñalarse como parte del plan maestro me resulta ridículo, incluso para el tono de la cinta. Y ya como se estira el que maten y no maten al par de ‘listillos’ las mujeres me es cansino. Aunque hay un pequeño gozo en como se ríen de los psicópatas que vuelven a la vida y lo están esperando para pegarle un tiro entre ceja y ceja. Ah, y la no virgen como Sidney sobrevive, rompiendo este techo de cristal cliché.  

 

*La imagen a la que me refería en el inicio, es la que ven los padres de Casey, de esta ahorcada de un árbol con las entrañas colgando, puaj!!!

 

Williamson sólo describió a Ghostface como "el asesino de máscaras de fantasmas". Maddalena descubrió una máscara mientras buscaba ubicaciones y fue inmediatamente captada por ella. El diseño, con una mortaja blanca, fue diseñado por Brigitte Sleiertin como "El fantasma de ojos de maní" para la empresa de novedades Fun World en 1991. Craven le pidió a Dimension que concediera la licencia del diseño, pero el precio de Fun World era caro y el estudio también quería la propiedad total de la máscara. La empresa de efectos especiales KNB EFX Group recibió el encargo de crear alternativas similares pero legalmente distintas. [w] Se desarrollaron docenas de diseños que dieron como resultado máscaras de "gárgola", brujas y duendes. A los realizadores no les gustaron los reemplazos e hicieron una versión cercana al diseño de Fun World pero con cambios menores como estirar la nariz y la barbilla para evitar problemas de derechos de autor. Al asesino se le dio un sudario negro para evitar que su ropa o movimientos insinuaran su identidad.

 

Scream presenta varios cameos, incluido Henry Winkler como el director Arthur Himbry, Linda Blair como Obnoxious Reporter, la directora de casting Lisa Beach como reportera y el director Wes Craven aparece como Freddy el conserje, un homenaje al icónico personaje de terror Freddy Krueger. Liev Schreiber como Cotton Weary, el hombre condenado por matar a la madre de Sidney.

 

Sus personajes fueron diseñados intencionalmente para conocer estas películas de terror y sus elementos típicos, con la intención de crear un asesino único que no sólo fuera consciente de los clichés del cine de terror, sino que también los explotara para su propio beneficio. Williamson expresó su enfoque: "Pensé que, si podías exponer las reglas y jugar con ellas, entonces el público no sabría lo que iba a obtener. De repente estaban nerviosos. Empecé a jugar con los tropos, y los Las 'reglas' eran parte de eso". La escena inicial que representa la muerte de Casey Becker emula la del personaje de Janet Leigh en Psycho (1960) al matar a un posible personaje principal desde el principio. Williamson creía que engancharía a los ejecutivos del estudio y dejaría al público inseguro de cómo progresaría la trama. Williamson ambientó el guión en su ciudad natal de Bayboro, Carolina del Norte, creyendo que su atmósfera tranquila proporcionaría un fuerte contraste con las acciones de un asesino en serie.

 

Me queda una cinta de la que no esperaba mucho, y será por ello que me ha sabido mejor, y me ha sido disfrutable sabiéndose ella misma un entretenimiento. Gloria Ucrania!!!

 


La ley de la calle.

 

“Alguien debería poner los peces en el río”

 

Sugestivo melodrama callejero-juvenil dirigido por Francis Ford Coppola, aunando ser un ejercicio de estilo con una historia del despertar, donde hay grandes frases para la reflexión, pudiendo uno identificarse con estos jóvenes desorientados. Lo he visto con motivo del 40 aniversario de su estreno (07/10/1983), y me he encontrado una cinta en la que Coppola ha volcado cierta pretenciosidad en la forma de filmar tan singular, cercana al arte y ensayo, rodada en b/n de alto contraste, gracias al DP Stephen Burum (“Los Intocables” o “Carlito’s Way”), utiliza el proceso cinematográfico esférico con influencias a la Nueva Ola francesa y al expresionismo alemán, para ello los claroscuros, sombras, humo, ángulos extraños de cámara, sombras que se deforman con la rapidez de cronos para transmitir atmósfera tensa. El tema del tiempo que pasa más rápido de lo que los personajes creen (lo que es la juventud, que los que la viven cree es eterna) se transmite a través de fotografías en intervalos de tiempo de nubes corriendo por el cielo y numerosas tomas de relojes (con o sin manecillas), recordando la finitud del ser humano, trasladando un halo de existencialismo al espectador. La fotografía en b/n estaba destinada a transmitir el daltonismo del chico de la motocicleta, para reforzar esta metáfora en el rush final hay un par de peces en una pecera de la tienda de mascotas, una roja y otra azul, que son el leit-motive del film, pues son dos peces que en libertad no son agresivos, pero que enclaustrados entre el angosto cristal tornan en violentos para acabar con los que hay en la pecera con ellos, por si no se ha entendido, la pecera es la claustrofóbica ciudad de Tulsa, lugar opresivo sin oportunidades, que asfixia las aspiraciones de los peces que son los jóvenes y más concretamente aquí es Rusty. Cinematografía que evoca el cine negro mediante el uso frecuente de ángulos bajos o muy altos, composiciones exageradas, callejones oscuros y calles con niebla. Con tramos de belleza onírica sugerentes, como es el tramo de la ensoñación levitando por la ciudad mientras oye lo que se dice de él.

 

Amén de contar con una partitura experimental de Stewart Copeland, baterista del grupo musical The Police, quien utilizó un Musync, un dispositivo nuevo en ese momento. Se centra en la relación entre un personaje llamado Motorcycle Boy (Rourke), venerado ex líder de una pandilla que desea vivir una vida más pacífica, y su hermano menor, Rusty James (Dillon), matón adolescente aspira a convertirse en temido como su hermano.

Tiene un tramo inicial excelente, sobre todo con el culmen de la pelea en un garaje abandonado entre dos bandas rivales, muy operística y hermosa en los movimientos danzarines. Coppola contrató a Michael Smuin, coreógrafo y codirector del Ballet de San Francisco, para montar la escena de la pelea entre Rusty James y Biff Wilcox porque le gustaba la forma en que coreografiaba la violencia. Le pidió a Smuin que incluyera elementos visuales específicos: una motocicleta, vidrios rotos, cuchillos, agua a borbotones y sangre. El coreógrafo pasó una semana diseñando la secuencia. Smuin también organizó el baile callejero entre Rourke y Diana Scarwid, modelándolo a partir de una en “Picnic” con William Holden y Kim Novak. Hay un desarrollo con muchos más picos que valles, con un desarrollo fluido entre el estilo singular, para desembocar en un final con muchas similitudes con el ya referido “The outsiders”, pero con más calado por el sentido emocional que tiene.

Film que tiene sus defectos y algo de pedantería, tiene algunos baches, es una historia en realidad muy simple, a la que el director añade poesía sensorial, pero tras verla queda un buen fresco sobre la juventud, sobre el salto de la adolescencia a la madurez, teniendo una actuación mayestática de Mickey Rourke en la década de los 80, cuando era actor y no una parodia de sí mismo, Rourke era una joven promesa de 24 años (en la cinta hace que tiene 21), de hecho éste fue su primer papel protagonista antes de “Nine 1/2 Weeks” y “Angel Heart”, con su rol de The Motorcycle Boy (su nombre real nunca se revela), crea un icono con su imagen de rebelde nihilista, un líder nato al que todos los jóvenes veneran como al Nuevo Mesías, su hermano le dice: “Los chicos te seguirían a todas partes. Como al de la flauta”, a lo que El Chico de la Motocicleta le espeta de modo nihilista: “Si quieres guiar a la gente, tienes que tener un sitio al que ir”. Es un ser lacónico, emite mucho mundo interior, se nota quiere hacer ver la luz de la realidad a su hermano menor que lo idolatra, es el carisma con ojos, encorvado, pensativo, reflexivo, misterioso, desborda la pantalla en cada aparición, dejando la frase alegoría del film sobre los peces: “Mira a los peces. Pertenecen al río. Creo que no se pelearían… si tuvieran espacio para vivir. Alguien debería devolverlos al río”. El guion le agrega detalles turbadores, aparte de su daltonismo, sordera y posible patología mental que él no niega, como que estuvo en California y no vio el mar, como si esto fuera el símbolo de la Libertad no alcanzada, del estado sureño dice: “California es como una chica bella, salvaje… que se mete heroína… que está tan “arriba” como un papalote creyendo que está en la cima del mundo, sin saber que se está muriendo, aunque tú le muestres las marcas”. Y es que Rourke tiene las mejores frases de la cinta, que en el mejor momento del actor arrolla con su fuerte carácter dramático-trágico. Coppola le dio a Rourke libros escritos por Albert Camus y una biografía de Napoleón. La apariencia del chico de la motocicleta se inspiró en Camus, con su característico cigarrillo colgando de la comisura de su boca, tomado de una fotografía del autor que Rourke usó como punto de referencia visual.

 

Rusty James es el joven inseguro de 17 años (19 cuando rodó la peli) que esconde esto tras dureza y arrogancia impostada, ve en la llegada de su hermano el faro que lidere a su banda de macarrillas. Tiene una relación con la joven Patty (dulce Diane Lane), pero su volubilidad le hace su peor enemigo cuando cae en la trampa de la fiesta. Abro paréntesis, rodada con un gran sentido de emitir un estado de ánimo febril, cierro paréntesis. Matt Dillon encarna a Rusty con notable expresividad, tenido una gran frase que lo define: "Tengo la sensación de pasarme la vida esperando algo".

 

Entre los secundarios destaca un sensacional (cuando no) Dennis Hopper como el alcohólico padre de los protagonistas, inunda la pantalla emocionado con el dolor que subyace en sus palabras, puede parecer un mal padre, pero rascando un poco se ve que fue él quien cuidó de los hijos que abandonó la madre, muy bueno Hopper en su ententes con los hijos; Tom Waits como camarero del local de encuentro juvenil Benny’s, es una especie de filósofo gurú que parece ver el futuro, muy bueno; William Smith como el Oficial Patterson, caricatura de policía fascista vestido de negro, con sombrero y gafas de sol, deseoso de acabar con El Chico de la Motocicleta; Vincent Spano es el fiel amigo pendenciero, de los que hace del seguidismo su forma de ser.

 

La historia se basa en la novela “Rumble Fish” de 1975 de SE Hinton, Coppola escribió el guión de la película con Hinton en sus días libres del rodaje de “The Outsiders”, y hasta rodó una tras otra, conservando gran parte del mismo reparto y equipo, en particular Matt Dillon y Diane Lane, sintiéndose de hecho, como una secuela de la misma, aparecen moverse en el mismo universo ambas películas, ambas suceden en barrios marginales de Tulsa (Oklahoma), ambas tratan sobre jóvenes problemáticos. Coppola se sintió atraído por la novela debido a la fuerte identificación personal que tenía con el tema de un hermano menor que adora como un héroe a un hermano mayor e intelectualmente superior, lo que reflejaba la relación entre Coppola y su hermano August, una dedicatoria a este aparece como crédito final de la película. Además de los intérpretes nombrados, participan Mickey Rourke, Vincent Spano, Diana Scarwid, Nicolas Cage, Chris Penn y Dennis Hopper.

 

Todo transcurre en Tulsa, Estado de Oklahoma, en un presente ochentero que se parece muchísimo a los años 50 pero con la heroína destruyendo la antigua cultura de las pandillas, ahora mayormente fragmentadas y en declive por mucho caos interno y un acoso externo/ policial: Rusty James (Matt Dillon) es el líder de facto de un colectivo marginal, por la ausencia desde hace dos meses del “Chico de la Motocicleta” (Mickey Rourke), su hermano mayor, una leyenda loca. En la banda está Smokey (Nicolas Cage), B.J. Jackson (Chris Penn) y Steve (Vincent Spano), no obstante, las cosas cambian cuando durante una cruenta pelea con un cabecilla de una banda rival, Biff Wilcox (Glenn Withrow), de repente el hermano perdido reaparece y juntos comparten unas charlas reveladoras con el alcohólico padre de ambos (Hopper), borracho que vive de la asistencia social y que crio en soledad a los muchachos a posteriori de que fuesen abandonados por su madre, ya años atrás.

 

Spoiler:

 

El Chico de la Motocicleta entra en una tienda de animales y queda deslumbrado ante unos peces de colores (peces Betta, originarios de Tailandia y Camboya). Aquí Coppola utiliza un recurso para impactar al espectador, los peces se ven en colores. Nos enteramos esos peces son tremendamente agresivos en espacios cerrados, y necesitan un espacio más abierto para poder convivir sin atacar a sus prójimos. Esto enlaza con el dramático rush final (Coppola cambia el final de la novela), donde El Chico de la Motocicleta asqueado del mundo que le rodea como acto de rebeldía romántica, irrumpe en la cerrada tienda de mascotas, suelta a los animales presos, ello mientras Rusty le pide estar con él, el mayor le dice que son muy diferentes. El Chico de la Motocicleta toma el par de peces (de color) en una bolsa y corre afuera liberarlos en el rio, pero aparece el ejemplo del autoritarismo en el agente Patterson  y le dispara antes de que pueda soltar a los peces, muriendo El Chico de la Motocicleta. Abro paréntesis, me resulta bastante forzado que un policía dispare a alguien que corre con una bolsa de agua con peces, como puede justificar esto en una investigación? Cierro paréntesis. Hay un hermoso travelling de toma general en el que aparecen todos los personajes. Rusty se ve reflejado en el cristal del coche de policía y aparece el color, él es el pez, coge los peces desperdigados por el suelo y los lanza al rio. Un acto de sacrificio del hermano mayor para que el menor vea que vive en una pecera. Tras ello hay una elipsis y vemos a Rusty que llega en moto al mar, su imagen frente al infinito mar es el notorio símbolo de una nueva esperanza que le ha regalado El Chico de la Motocicleta. Seguramente esta escena influenciada por la ópera prima de Truffaut “Los 400 Golpes”, donde se ve al protagonista correr por la playa y termina con un plano congelado de él feliz en el lugar.

 

Antes de comenzar el rodaje, Coppola realizó proyecciones periódicas de películas antiguas durante las noches para familiarizar al elenco, y en particular al equipo, con su concepto visual para “Rumble Fish”. En particular, Coppola mostró “La decisión antes del amanecer”, de Anatole Litvak, la inspiración para la apariencia ahumada de la película, “The Last Laugh”, de FW Murnau, para mostrarle a Matt Dillon cómo el actor mudo Emil Jennings usaba el lenguaje corporal para transmitir emociones, y “The Cabinet of Dr. Caligari” de Robert Wiene, que se convirtió en el "prototipo estilístico" de Rumble Fish. El uso extensivo de Coppola de sombras, ángulos oblicuos, composiciones exageradas y una abundancia de humo y niebla son características distintivas de estas películas expresionistas alemanas. Koyaanisqatsi de Godfrey Reggio, filmada principalmente en fotografía a intervalos , motivó a Coppola a utilizar esta técnica para animar el cielo en su propia película.

 

Coppola imaginó una partitura en gran medida experimental para complementar sus imágenes. Comenzó a idear una banda sonora principalmente de percusión para simbolizar la idea de que el tiempo se acaba. Mientras Coppola trabajaba en ello, se dio cuenta de que necesitaba la ayuda de un músico profesional. Le pidió a Stewart Copeland, entonces baterista del grupo musical The Police, improvisara una pista rítmica. Coppola pronto concluyó Copeland era un compositor muy superior y le dejó hacerse cargo. Copeland grabó sonidos callejeros de Tulsa y los mezcló en la banda sonora con el uso de Musync, sistema de hardware y software de edición de música y tempo inventado por Robert Randles (posteriormente nominado al Oscar por logros científicos), para modificar el tempo de sus composiciones y sincronizarlas con la acción de la película.

 

Diferencias con la novela: Coppola no empleó la estructura de flashback de la novela. También eliminó algunos pasajes de la novela que establecieron aún más la relación de Steve y Rusty James para centrarse más en la relación de los hermanos; En la novela, Rusty James y el motociclista son tres años más jóvenes de lo que aparecen en la película. En la novela, el chico de la motocicleta tiene solo 17 años, mientras que en la película tiene 21; En la novela, Rusty James usa la cadena de una bicicleta para desarmar a Biff, mientras que en la película usa un suéter; En la novela, Biff corta a Rusty James con un cuchillo en lugar de un panel de vidrio y Motorcycle Boy le rompe la muñeca a Biff en lugar de embestirlo con su motocicleta; El comportamiento autodestructivo del motociclista al final de la película está menos motivado en la película que en la novela; En la novela, Rusty James es arrestado después de que le disparan a Motorcycle Boy y nunca hace la promesa de conducir la motocicleta; La película termina con Rusty James llegando al océano en una motocicleta, mientras que la novela termina con Rusty James conociendo a Steve en California cinco años después de la muerte de Motorcycle Boy.

 

Me queda un film notable, atemporal, y con un estilo sensorial incisivo que te cala. Ah, y con una actuación fascinante de Mickey Rourke. Gloria Ucrania!!!

lunes, 6 de noviembre de 2023

 


LA DELGADA LÍNEA ROJA.


Desequilibrado, pesaroso y letárgico film bélico. Con motivo de su próximo cuarto de siglo desde su estreno (22/12/1998) me he vuelto a ver este film bélico realizado por el singular director de Illinois Terrence Malick, que llevaba 20 años sin estrenar una película (desde “Días de cielo” en 1978), por lo que hubo gran expectación, uniéndose al proyecto un gran elenco masculino de actores como Sean Penn (mantiene un par de diálogos pomposos sobre el sentido de la guerra con El soldado Robert E. Lee Witt), Jim Caviezel, Nick Nolte, Elías Koteas, Adrien Brody , George Clooney, John Cusack, Woody Harrelson, Jared Leto, John C. Reilly, John Travolta  o Ben Chaplin. Malick dirige y guioniza la novela homónima de 1962 de James Jones (El mismo que escribió la novela llevada con éxito al cine enmarcada también en la WWII, “De aquí a la eternidad”), título alude a una línea del poema "Tommy" de Rudyard Kipling, de Barrack-Room Ballads, en el que llama a los soldados de infantería británicos "La delgada línea roja de héroes", en referencia a la posición del 93.º Regimiento. en la Batalla de Balaclava de la Guerra de Crimea. Libro que ya tuvo una versión en 1964, historia ficticia de la Batalla del Monte Austen, parte de la Campaña de Guadalcanal en el Teatro del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, retrata a los soldados estadounidenses de la Compañía C, 1.er Batallón, 27° Regimiento de Infantería, 25° División de Infantería. Película que tuvo la mala suerte de coincidir en el año con la Obra Maestra de Spielberg “Salvar al soldado Ryan”, que aborda también un tramo de la WWII, ya de por sí este de Malick me es por momentos tedioso, pero si se compara con el protagonizado por Tom Hanks es ya lapidario. En esta con epicentro en el Pacífico parece que al director le estorba la acción y el contexto histórico, todo resulta cuasi etéreo y atemporal en la mente ‘malickiana’. mientras Spielberg ofrece al espectador un inicio Kolossal, y luego un objetivo, aquí todo es una huida hacia la nada constante. Malick está más a gusto y se solaza en lo contemplativo en meternos varios monólogos interiores filosóficos que termina por ser jartibles, aturulla tanto pensamiento intelectualoide que no te crees de estos soldados ordinarios, esas disquisiciones etéreas en principio te llegan y tocan la fibra, pero pasada la hora y media son cansinos.


Comienza de forma desorientadora, estamos en una isla pacífica con aborígenes, allí vemos un cocodrilo que sed desliza hacia una laguna, mientras oímos una voz en off: “Qué es esta guerra en el corazón de la Naturaleza?”. Tras lo que vemos a un tipo blanco disfrutar en armonía de la compañía de los nativos. La guerra es algo tan lejano como otra galaxia, pero la Guerra llega a ellos con un barco de la armada que los recoge para castigarlos.

 

El soldado Robert E. Lee Witt (Caviezel) del ejército de los Estados Unidos se ausenta sin permiso de su unidad en 1942 para vivir entre los despreocupados nativos melanesios en el Pacífico Sur. El sargento primero Welsh (Penn) de su compañía lo encuentra y lo encarcela en un buque de transporte de tropas. A Witt no se le permite reincorporarse a su unidad y, en cambio, se le asigna, como castigo, actuar como camillero para la próxima campaña. Los hombres de la Compañía C, 1.er Batallón, 27° Regimiento de Infantería, 25° División de Infantería, han sido llevados a la isla de Guadalcanal como refuerzos en la campaña para asegurar el Campo Henderson, arrebatar la isla a los japoneses y bloquear su ruta a Australia. La Compañía C está comandada por el capitán James Staros (Koteas). Mientras esperan en la bodega de un barco de transporte de la Marina, contemplan sus vidas y la próxima invasión. La empresa desembarca en Guadalcanal sin oposición. Marchan hacia el interior de la isla y, en el camino, se encuentran con nativos y pruebas de la presencia japonesa en curso. La compañía pronto encuentra su objetivo: la colina 210, una posición enemiga clave.

 

He mencionado arriba desequilibrada, porque a pesar de lo malo mencionado, tiene sus buenos elementos, como es la puesta en escena subyugante en el cromatismo, gracias al DP John Toll (“Braveheart” o “El último samurái”), acogiendo planos de una beldad pictórica, con esos campos verdes infinitos sobre laderas y sobre ellos cielos nublados, con los rayos de sol deidíficos penetrando entre los árboles de la jungla, jugando con los contrastes entre la belleza de ese Paraíso de los mares del sur frente a la barbarie y el caos que llevan los humanos, una elegía que se adentra en el existencialismo, lo intangible, sobre el sentido de la vida, conectando la Naturaleza espiritualmente con los humanos. Aquello del Hombre es un Lobo para el Hombre, el detallismo de fijarse en animales testigos del atavismo del hombre (ese pájaro herido en su ala, esos perros devorando carne humana, el mencionado cocodrilo); Ello adornado por melodías de coros melanesios trémulos cantadas por el Coro de Todos los Santos en Honiara y la Hermandad Melanesia en Tabalia que elevan el sentido del film (más de lo que merece), se oye el Paradisum de Réquiem de Gabriel Fauré y en los primeros compases La pregunta sin respuesta por Charles Ives. Música de acompañamiento creada por el maestro germano Hans Zimmer, con adicionales melodías de John Powell.

 

Hay un tramos vigorosos, como es la espectacular toma de la colina, filmada de modo preciosista con la cámara acariciando los verdes tallos de hierban mecidos por la brisa que esconden a los soldados, mientras los primeros rayos de sol bañan el verdor ondulante. Tramo que arranca al amanecer, los soldados de infantería ascienden intentando esconderse entre la alta hierba, pero son contra restados por fuego intenso japo que viene de la nada. Tenemos muestras del absurdo de la guerra, el sinsentido de las muertes, cuando un soldado, Keck (Woody Harrelson) se equivoca al lanzar una granada, y acaba en su miseria con un acto de heroísmo.  Por el contrario, en esta batalla por la cima tenemos la sin razón de las personas que no dudan en poner en peligro letal a la gente a sus órdenes, con empatía zero por ellas con tal de convertirse en un líder aclamado, esto representa El teniente coronel Gordon Tall (Nick Nolte), en el lado contrario está el capitán Staros (Koteas), que se niega a mandar al matadero por la gloria de uno a sus soldados, esto le llevará a un enfrentamiento donde tiene las de perder con su superior. Mientras el verdadero heroísmo surge de modo natural en soldados como el Pvt. Bell (Chaplin), que busca un modo de intentar tomar la cumbre con menos riesgo para todos. Esta batalla es un ejemplo de lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Ojalá toda la cinta hubiera estado a esta altura. Pero aún queda medio film y la cosa baja; Está la toma del poblado japonés, todo un reflejo del salvajismo humano; Hay una vigorosa actuación en un espléndido Nick Nolte como un temperamental teniente coronel Tall ávido de gloria, un descarnado trepa que baña de vis amenazante a todos, un oso despiadado que arroja fuego, haciendo cálculos flemáticos sobre el número de muertes que se necesitarán para ganar su objetivo, cual si fueran solo eso, un número; Su digamos ‘antagonista’ es un estupendo Elias Koteas como el capitán James Staros, todo lo contrario que Tall, piensa en su tropa y no duda en enfrentarse a su superior en duelos chispeantes.

 

Pero lo bueno queda emborronado por unas ansias de pretenciosidad que no es capaz de cubrir la historia, con la mencionada voz en off de los personajes que se cruzan y no sabes para quien hablan, hay preguntas retóricas, mucha espiritualidad remanente del budismo, mucho gusto por la metafísica. No hay mesura en este aspecto y acabas saturado y deseando le peguen un tiro al tipo que nos suelta sus pensamientos, haber si deja de dar la vara. Asimismo, tenemos unos flash-backs pastelosos que nos sacan del lugar para ofrecernos cuasi spots de perfumes horteras, ellos referentes al soldado Jack Bell (buen Ben Chaplin), que ve a su bella esposa (Miranda Otto) en bucólicas secuencias chirriantes en el tono del film. Malick nos quiere dar poesía a empellones, pero esta me ha resultado megalómana, la capacidad de síntesis es muchas veces una victoria, y aquí este aspecto está ausente. Hay un anhelo humanista en como expone la guerra como el epítome máximo de la deshumanización, pero el problema es que una vez presenta hábil y preciosistamente esto lo vuelve a subrayar una y otra vez. 


Malick (al contrario que el Homérico film mencionado ‘spilbergiano’) rehúye mostrar la violencia explícita del gore, aquí no hay desmembramientos, no hay muertes salvajes o sangre a borbotones, tiene un modo ‘original’ el director de mostrarla a través de la naturaleza, como ejemplo cuando un militar recibe un disparo, lo que vemos en vez de su muerte, vemos un árbol explotar cual metáfora del humano, es el ´dolor´ de la naturaleza emparentada al hombre, formando parte de esto la fauna, como cuando vemos un pájaro con un ala rota volando fuera de un árbol. Y es que Malick intenta despojar de cualquier épica la Guerra, aquí no hay actos de heroísmo extraordinarios, para ello (supongo), el realizador obvia (casi por completo) las tomas aéreas que dotan de niveles de epopeya las batallas, la cámara se coloca a la altura de los soldados la mayor parte del tiempo, implicando ciertas ansias intimistas.

 

Malick en su collage sobre la guerra expone un desfile interminable de personajes y hay naufraga con más estrépito que el Titanic (igual me he pasao), pues en su devenir la mayoría se ven de forma esbozada, que al ser actores importantes desorienta, pues esperas algo más de ellos neque un cuasi cameo, probablemente esto deriva de la mesa de edición que incluso anuló actuaciones por completo (En el montaje final se eliminaron imágenes de actuaciones de Bill Pullman, Lukas Haas y Mickey Rourke, una de las escenas de Rourke se incluyó en tomas descartadas de características especiales del lanzamiento en Blu-ray y DVD de Criterion), amén de recortar hasta lo exiguo muchas otras John Savage como el sargento Jack McCron, Jared Leto como el segundo teniente William Whyte, John Cusack como el capitán John Gaff, Adrien Brody como soldado raso (que en la novela era personaje nuclear aquí pasa a marginal) ¿?), Tim Blake Nelson como soldado raso Lisandro Tills, John C. Reilly como el sargento Maynard, John Travolta al principio como el Brig. General Howard Quintard o George Clooney como el capitán Charles Bosche al final; Los únicos con más presencia son los mencionados Nolte, Koteas, Caviezel con cara de alelao, un simplemente Penn cumplidor, también tiene su momento de gloria anti épico Woody Harrelson  como el sargento. Brian William Keck tiene buena escena de muerte. Pasan por la pantalla en modo flash el grueso del reparto, y es que la tijera parece haber tenido muchísimo trabajo, ejemplo de ello es cuando el rol de Nolte le habal con cariño al rol de Cusack, diciéndole: "Eres como un hijo para mí", y esto sale de la nada, como si el contexto de esto se nos hubiera hurtado en la mesa de edición. Carecern los personajes de fondo, parecen partir todos de zero (excepto el mencionado de Chaplin con su subtrama con su esposa). Nunca sentimos conexión alguna entre los soldados, no hay sentimiento de compañerismo o camaradería, lo cual los hace fríos,

 

La fotografía principal tuvo lugar en Queensland, Australia y las Islas Salomón .

 

El parecido entre la novela y la película solo se reduce a las escenas de combate. Cualquier otro parecido es pura coincidencia. No entiendo porque no aparecen las referencias a las relaciones homosexuales que se daban en el frente (Se supone que está hecha a finales de los 90 ¿no?). No entiendo porque cambian al oficial judío por un oficial griego (el papel interpretado por Elias Koteas) a menos que sea por cuestiones de corrección política (En 1964 cambiaron Stein por Stone). El personaje interpretado por Sean Penn es totalmente distinto al que aparece en la novela. El de la novela es mucho más desquiciado. No entiendo la escena inicial en la isla paradisíaca que es cosecha propia del director. El libro comienza directamente con las tropas en los buques de transporte y no hace ninguna referencia a ese supuesto “paraiso”.

 

El primer corte ensamblado tardó siete meses en editarse y duró cinco horas. En el montaje final, se habían eliminado imágenes de las actuaciones de Bill Pullman, Lukas Haas y Mickey Rourke (una de las escenas de Rourke se incluyó en las tomas descartadas de características especiales del lanzamiento en Blu-ray y DVD de Criterion).

 

Film nominado a siete Oscar sin premio: Mejor Película, Mejor Director, Mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor montaje, mejor música dramática original y mejor sonido. Ganó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín de 1999.

 

La película inacabada se proyectó para la prensa de Nueva York en diciembre de 1998 y Adrien Brody asistió a una proyección y descubrió que su importante papel original, "llevar la película", como él lo expresó, se había reducido a dos líneas y aproximadamente cinco minutos de tiempo de pantalla; Billy Bob Thornton grabó una narración que fue descartada. Martin Sheen y Viggo Mortensen participaron en la lectura del guión y se les agradece en los créditos finales.

 

En esta revisión me ha bajado bastante el atractivo del film, para dejarlo en algo curioso que nunca llega a lo que pretende. Gloria Ucrania.!!!

 


La Ronda.

 

Deliciosa comedia romántica francesa dirigida con suma elegancia por el alemán Max Ophüls a ritmo del vals de Oscar Strauss. Fue la primera película europea del director Ophüls desde su estancia de tres años en Hollywood de 1947 a 1949, tiempo durante el cual dirigió el drama de época “El exilio” (1947), el drama romántico “Carta de una mujer desconocida” (1948) y dos películas negras, “Caught” (1947) y “The Reckless Moment” (1949). Esta vuelta al viejo continente supone para el germano un soplo de aire fresco en su libertad de poder abordar temas más transgresores sin ‘La espada de Damocles’ en forma de censura atosigándole, que habría hecho imposible esta encantadora obra en Hollywood, tratando temas como el adulterio, la prostitución, o la impotencia sexual. Ophüls guioniza junto a Jacques Natanson adaptando la (escandalosa, que no se pudo estrenar en Viena hasta dos décadas después de su escritura por la forma en que se aborda con ligereza la infidelidad y con ello la libertad sexual) obra de teatro "Reigen" del vienés Arthur Schnitzler de 1897, ambientada en la Viena de 1900, muestra diez encuentros amorosos encadenados, en un collage sugestivo en que se mezclan clases sociales, con una prostituta, un soldado, una camarera, un “señorito”, una mujer casada, su marido, un poeta, una adolescente, una actriz y un conde donde en cada encuentro amoroso hay un personaje del anterior encuentro, y en el siguiente estará el nuevo del anterior (espero explicarme bien; El soldado se acuesta con la prostituta y poco después seduce a una criada, la cual cede a los deseos del señorito de la casa en la que trabaja, el cual concierta una cita secreta con una mujer casada…), reflejando la idea de Schnitzler de cómo el deseo sexual hace difusas las clases sociales, y con ello nos hace ver la hipocresía y culto a las falsas a apariencias de quienes parecen muy respetables. Explorando en el metraje mecanismos de poder, de sumisión, de deseo, los bajos instintos.  

 

Durante 93 minutos seguimos a 11 personajes mientras van saltando de escarceo sexual al siguiente, aquí el amor tiene poca importancia. Todo ello presentado por un mordaz Maestro de Ceremonias (conocido como “el narrador” o “el caballero elegante”) interpretado por un grácil y carismático Anton Walbrook (“Y yo, quien soy en esta historia? El autor? Un cómplice? Un transeúnte? Soy todo eso… En fin, soy cualquiera de vosotros. Yo soy… la encarnación de vuestro deseo”, dice al espectador), rol creado originalmente para el film en un gran acierto con este rol pegamento que presenta y va uniendo con frescura los segmentos (“Dónde estamos? En un escenario? En un estudio? En una calle?”, jugando con la meta ficción), con su labor nuclear de manejar el tiovivo ejemplo de la Ronda, los giros del amor que no paran. Rompe la cuarta pared par amostrar el artificio que es el film, con sus decorados, la iluminación o los músicos.

 

Con un director que nunca juzga, trata con cariño a todos sus personajes, todos unos libertinos, en lo que es una oda al amor libre, sin ataduras, aquí no hay dramas, depresiones o remordimientos, es el disfrute de la vida y la vida es el deseo carnal, son los bajos instintos, en lo que es un cuadro cargado de cinismo sobre la pasión del sexo y también sobre el después. Todo ello jugando Ophüls con el artificio, con el ensalzamiento a lo falso de nuestro mundo en meta ficción, ello exhibido en un presentador omnisciente del relato que habla a cámara (rompiendo la cuarta pared), que en el comienzo (en un plano-secuencia travelling de cinco minutos) juega a cambiar de escenarios, realiza metáforas geniales (lo de la manivela atascada para exponer la impotencia), y adoptando varias identidades como cochero, lacayo o maître interviene en la historia modificando acontecimientos.

 

Jugando hábilmente el realizador con las sugerencias (la oscuridad bajo un puente, un banco de un jardín a sombrío, cámara que se queda en una puerta y al otro lado la cama con los amantes, o un espejo erótico de techo,…) y con las elipsis para hacernos sentir el sexo que no vemos. Y es que Ophüls da una lección de sofisticación en el manejo de la cámara sustentado en el DP Christian Matras (“La Gran ilusión” o “Madame de…”) que filtra en glorioso b/n, jugando con los sobrentendidos, con los simbolismos, con las elipsis, los fuera de campo, con un objetivo que parece levitar cual voyeur entre los amantes, ‘asomándose’ para esa sensación en ocasiones a través de vidrio tallado, lino, sedas y espejos.

 

Siendo la cámara un elemento por el que el director crea sentientes en sus movimientos acompasados con las emociones de los protagonistas,, aportando un toque singular a cada episodio: ‘La muchacha y el soldado’, tiene un prolongado travelling que va y viene expresando las dudas del soldado; ‘El soldado y la señorita’, el travelling se mueve cual si fuera nuestro ojos voyeurs entre la flora de un jardín; ‘La criada y el joven”, aquí destaco por como hay planos torcidos y muchos barrotes y rejas en las imágenes como metáfora de las barreras de clase que hay entre ambos. Hay un sensual momento en que Alfred le pide a Marie agua fría que ella le trae, no sin antes dejar correr agua del grifo por su muñeca, muy sexy; ‘El joven y la mujer casada’, tenemos varios espejos en el picadero como quizás reflejando un mundo aparte a través de su reflejo. Aquí tenemos otro sensual momento, cuando el amante le retira a ella los dos velos que lleva en su rostro, me recuerda a cuando Michel Pfeiffer se quita los guantes en “La edad de la inocencia”; ‘La joven esposa y su marido’, vemos a la pareja cada uno en su cama individual mientras charlan antes de dormir, la toma es filmada de forma simétrica, donde da la impresión e estar viendo dos tumbas con sus lápidas (metáfora del matrimonio). Destaca también el diálogo cargado de demagogia sobre el adulterio; ‘El marido y la pequeña’, filmado a modo de comedia picarona de enredo, con varias elipsis (esto se da bastante en las historietas); ‘La pequeña y el poeta’, destaca como posiciona a los protagonistas cual niveles intelectuales, con el poeta en la parte superior del apartamento y la joven en la inferior; ‘El poeta y la actriz’, estamos en un camerino y vuelven a destacar los espejos, pero en este caso para exponer lo artificioso y teatral del flirteo; ‘La actriz y el conde’, aquí se juega al metalenguaje, donde la amante juega a actuar ante su público compuesto únicamente por su amante, hasta que ella decide que el ‘espectador’ traspase la pantalla y se acueste con él, y entonces jocosamente el Narrador interrumpe desde su tiovivo para cortar los fotogramas del sexo como censor (¿?); Habiendo durante el film ágiles planos secuencia, circulares, planos holandeses, así como virtuosos travellings (en el inicio es ejemplo). Todo ello regado de enternecedores diálogos, con mucho de ironía, con humor con galanteo, todo amores fugaces, esos que pueden durar un instante y permanecer en la memoria por siempre.

 

El maestro de ceremonias (Walbrook) abre el acto diciéndole al público que verá varios episodios del vals interminable del amor, ello mientras este hace girar su carrusel hasta la Viena de 1900. Una prostituta, Leocadie (siempre brillante Simone Signoret), lleva al soldado Franz (notable Serge Reggiani) debajo de un puente. El soldado recoge a la camarera Marie (grácil Simone Simon) en un salón de baile. La camarera sucumbe voluntariamente ante el hijo de sus empleadores, Alfred (buen Daniel Gélin). El joven inicia una aventura con Emma (buena Darrieux), la joven esposa de un hombre de negocios mayor, Charles (excelente Fernand Gravey), a la que ve en un apartamento que ha alquilado como picadero. Luego tiene una tensa discusión en la cama con su marido. El marido lleva a la dependienta Anna (encantadora Odette Joyeux), de 19 años, a un reservado en un restaurante y la emborracha. La dependienta se enamora del poeta Robert Kuhlenkampf (correcto Jean-Louis Barrault), que tiene una aventura con la actriz Charlotte (notable Isa Miranda). La actriz invita a un conde (estupendo Gérard Philipe) a visitarla en la cama a la mañana siguiente.

 

Como siempre que una cinta se estructura en episodios algunos son mejores que otros. Aunque los más flojos siguen siendo buenos, siendo el tono general de cine de gran clase, arriesgando y ganando.

 

Spoiler:

 

Rush final: El episodio final, tras una noche de juerga, el conde se despierta en la alcoba de la prostituta Leocadie (completando el círculo) y, pasado el extrañamiento por no poder recordar cómo ha ido a parar hasta allí, queda embelesado por la mirada de ella que está acostada, a la que únicamente acierta a pedir que le permita besar sus ojos antes de abandonar la estancia atravesando en silencio el decorado en el que se iniciaba la película. Dejando un aura de delicadeza romántica prodigiosa.

 

En realidad Schnitzler materializa las transiciones entre los amantes con el contagio de la sífilis se van pasando de uno a otra, algo no presente en la película.

 

Obra escrita en 1897 pero no publicada hasta 1903, fue el propio autor el que impidió su representación teatral hasta después de 1918 debido a los virulentos ataques que sufrió el texto por su contenido sexual, cuando “la relajación de las normas de la censura y las costumbres cambiantes tras la Primera Guerra Mundial lo convencieron de autorizar producciones más o menos simultáneas en Viena y Berlín en el invierno de 1920-1921”. Sin embargo, “el éxito inicial de la obra se convirtió en un desastre cuando saboteadores organizados perturbaron el normal desarrollo de las representaciones con bombas fétidas” provocando que “el director y los actores responsables de la producción en Berlín acabaran siendo procesados por obscenidad”. La absolución de los acusados no impidió la reacción furibunda de Schnitzler, prohibiendo cualquier futura producción de la obra, “una prohibición que su hijo Heinrich mantuvo en vigor hasta 1982”.

 

Aunque en el momento de la producción, el hijo de Schnitzler todavía estaba haciendo cumplir la estipulación de su padre de que la obra - Reigen (o La Ronde ) - nunca debería representarse ni adaptarse, Ophüls pudo asegurarse los derechos gracias a la estipulación adicional de Schnitzler de que su francés El traductor de idiomas debía poseer los derechos de la versión francesa.

 

La película fue clasificada por los censores cinematográficos de Nueva York como "inmoral" y, por tanto, inaceptable para proyecciones públicas. A finales de 1953, los productores de la película apelaron ante la Corte Suprema de Estados Unidos y, en 1954, se aprobó la exhibición de La Ronde en Nueva York sin ningún corte.

 

Nominada a dos Oscar: Mejor Guión (lo ganó el de “Un lugar en el sol”) y Mejor Dirección Artística (lo ganó el de “Un tranvía llamado Deseo”).

 

Fue rehecha en 1964 por Roger Vadim.

 

Una laguna que tenía en mi cinefilia ha quedado subsanada para bien con este lindo film romántico. Gloria Ucrania!!!