domingo, 1 de septiembre de 2024

 


TRUST

 

Buena serie, thriller dramático basado en hechos reales, aunque añade después de cada episodio: “Esta serie está inspirada en hechos reales. Algunos diálogos se crearon en consonancia con esos hechos. Se combinaron varios hechos con fines dramáticos”. Teniendo el defecto de que sus diez episodios terminan por hacerse muy largos, hubiera sido mejor y habría dado más solidez narrativa haber acortado a cinco o seis, pues en su bloque central pierde el impulso que tenía en sus primeros episodios. Creada y escrita por el guionista inglés Simon Beaufoy (ganador del Oscar a Mejor Guion Original por “Slumdog Millionaire”), marcando la pauta del estilo narrativo y estético la dirección de Danny Boyle (realiza los tres primeros episodios, amén de ser productor), con su manejo de una iluminación marcadamente artificial, sus cortes fragmentados, sus tomas dramáticas opresivas descriptivas expresionistas, todo ello en miscelánea con el manejo emocional de la banda sonora enormemente rítmica de James Lavelle (“La Saga Crepúsculo: Eclipse”), pero sobre todo por la ristra a de temas pop reconocidos como de los Rolling Stones, David Bowie o Pink Floys, ello con el tono de humor negro tan ‘boylesco’.

 

Ambientada en 1973 y relata el secuestro de John Paul Getty III, entonces heredero de Getty Oil, mientras se encontraba en Italia en medio de una vida bohemia-hippy de bon vivant. Esta es una producción que brilla por su brillante ambientación, desde el diseño de producción, la fotografía, la música o el vestuario, dotando de atractivo al relato, ello enaltecido por varias actuaciones fenomenales, como las de Hillary Swank, Silas Carson, Brendan Fraser, pero sobre todo un majestuoso Donald Sutherland (razón por la que me he acercado a ver la serie, como tributo a su reciente muerte el 20 de junio de 2024), se nota disfrutando con este despreciable millonario, y esto lo transmite con ladino sentido del cinismo. Retratando la serie a todo un clan Getty, tóxico, alienante, cainitas, sin empatía alguna, ni tan siquiera se salva el joven ‘secuestrado’, se muestra en la serie es un vividor de 16 años que disfruta del hedonismo de una vida hippy sin dar golpe en Roma, drogándose, regocijado de bacanales y todo ello a crédito de la mafia, todo muy loable (ataque de cinismo), y ya en el colmo, ante la falta de liquidez decide planear con mafiosillos romanos su propio secuestro, plan que se descontrola.  En lo que es un análisis de como la riqueza corrompe el alma humana, como el tener al alcance todo te puede llevar a la nada en tus miserias, y con ello lo que más debería importarte que es tu familia, que es tu relevo en el mundo cuando nos toca dejarlo se convierten en parias por la de cadencia que produce tanto poder pecuario, y es que el cariño no se compra, ni vende, se da o no se da.

 

El patriarca es como un tío Gilito que vive en su palacio (Sutton Place) donde es el Rey del Mundo (se decía entonces que era el hombre más rico del planeta) con harem propio (cuatro mujeres de diferentes edades esperan las escoja para cada noche de sexo, hasta tiene para ayudar a la excitación una persona a sueldo para le narre historias picantes mientras fornica ¿?) al que solo le importa tener más y más plata, mientras su prole se autodestruye en vicios y hedonismo. Esto se muestra, se incide, se remarca, pero en su bloque central se itera y con ello la serie se estanca en la nada un tiempo. Donald Sutherland es un Tótem fascinante encarnando al muchi-millonario, sarcático, cínico, perverso, un arrogante sabedor de su poder y se regodea en él con situaciones como cuando pregunta a sus ‘cortesanas’ quien le ama más. Gusta de reírse de sus numerosos invitados, sabedor que nadie le replicará, como cuando lleva a un león a un sarao en Sutton Hall. Es una roca al que no le penetran los sentimientos, ejemplo cuando sale en conferencia de prensa y tras el ‘secuestro’ para declarar no pagará "ni un solo centavo" por la liberación de su nieto. Luego más adelante como regatea la cantidad de botín a pagar, o como pretende sacar tajada con intereses que debe pagar el padre del secuestrado por el nieto, un Miserable con mayúsculas, que incluso cuando paga lo hace para sacar de re bote aún más dinero, la Codicia en persona. Es el reflejo de como el tener, mucho dinero acaba con tu lam Joh n Getty, pero esto también contagia cual virus letal a su progenie.

 

Los primeros tres episodios de Trust dirigidos por el productor ejecutivo Danny Boyle, adaptan variedad de estilos como en el director es habitual marcando a fuego su peculiar estilo cercano al videoclip: con esos clásicos suyos interludios de rayas de color vaporosos, yuxtaposiciones a cámara lenta y cámara rápida, exposiciones múltiples, ediciones sensacionales para transmitir el ‘cuelgue’ de la drogadicción (Homéricos los de su totémico “Trainspotting”).

 

El primer capítulo es una especie de comedia negra sit-com, con la presentación del magnate del petróleo en su ‘Castillo’ inglés, de refilón tenemos a su prole. Comienza antes de los créditos con una toma de un campo de girasoles en un soleado día, en este bucólico lar aparece un joven delgado, con cabellos rojizos largos que corre desesperado, el nieto del millonario patriarca. Tras los créditos vemos en primer plano el mítico letrero de HOLLYWOOD y 1973 sobreimpresionado, la cámara baja y estamos en una fiesta en Hollywood alrededor de una piscina, todo es jolgorio al ritmo del clásico ‘Money’ de Ponk Floyd (alusivo claramente a los Getty), hasta que vemos que un tipo se ha encerrado en un garaje, está claramente con síntomas de drogadicción, dice que quiere acabar con su sufrimiento y se clava un tenedor de barbacoa bajo la caja torácica.

 

Otro salto, y nos situamos en Sutton Hall (UK), asistiremos a cómo vive el billonario, John Paul Getty (Donald Sutherland), que recibe la noticia del suicidio del vástago con flema asentimental. Es un avariento que tiene cabina de teléfonos en su residencia para que los que quieren telefonear dejen dinero, se lava sus calcetines él mismo, que pone a secar en su dormitorio, se queja de que el periódico ha subido un penique. Tiene un póker de ‘novias’ que utiliza cual sultán en su harem, viven en armonía, relacionándose con tedio y sin mala baba por esperar cada una un trozo de las migajas de la herencia del magnate. La que más carácter tiene es Penelope Kittson (buena Anna Chancellor), con al que Getty tiene más confianza.

 

También asistimos a como sus hijos son unos cafres decadentes, uno de ellos al principio se suicida en un garaje, el otro es un drogadicto que cree haberlo dejado, este tiene envidia del acercamiento del padre al nieto hijo suyo. Al nieto lo trata de modo caprichoso, ahora te tomo cariño y ahora te echo de malas maneras de mi casa. Getty padre hace la comparación con Shakespeare durante la cena en una de las primeras escenas, menciona a El rey Lear y Ricardo III, el ‘buen shaskesperaino’ entenderá. Vemos se cree un nuevo sultán con su cohorte de concubinas, teniendo problemas para una erección (entonces no había viagra), de hecho, tiene un final épico esta primera entrega, cuando su doctor particular le pone una inyección en el miembro que le hace poderoso en su tiesura, y mientras fornica con ‘su novia’ italiana grita: "Soy magnífico!".

 

En el segundo capítulo nos trasladamos a Roma, los tonos son luminosamente mediterráneos. Iniciándose un estilo de pantalla fragmentada en multipantalla. Aquí el protagonismo se lo lleva James Fletcher Chace, ‘reparador’ de problemas de Getty padre, con un estilo teatral este habal a cámara rompiendo la cuarta pared, especie de brújula moral que con sus comentarios juzga con sutilidad, soltando jugosos monólogos cargados de mordacidad sobre la vida de estas élites. Un vaquero texano que viste como tal, con su sombrero Stetson y ropa alusiva. Hace pareja con la madre del ‘secuestrado’, con la que se establece una buena química. Es un investigador flemático, pero hábil e ingenioso. Brendan Fraser le da vida con gran carácter, con encanto, con simpatía, hace gran punto la humanidad que desprende frente el cainismo Getty, notable actuación.

 

En el tercer capítulo el centro es John Paul Getty III, nos acercamos a su modo de vida en Roma antes del ‘rapto’, el título “La Dolce Vita” dice mucho de como disfruta d ellos placeres de la Ciudad Eterna, exhibiendo el desenfreno de un joven que vive para el disfrute sin más de la vida, peor al final alguien debe pagar la cuenta. El final del capítulo es muy lírico, Paul III es expulsado de un club en Roma por un socio de la gente a la que le debe dinero, y llega a un callejón sin salida en una fuente. Sabiendo sus captores se acercan, dice: "El agua ha estado corriendo de su boca durante dos mil años. Piensen en eso. Dos mil años. Yo ni siquiera he vivido dieciséis". Y luego se pone el saco que sus captores le dieron sobre la cabeza.

 

En los siguientes episodios entramos en una fase con buenos tramos, como el quinto capítulo en que Paul escapa con uno de los sicarios del secuestro, todo un thriller agobiante por si solo este episodio a contrarreloj, claustrofóbico, exhibiendo la mafia su poder de telaraña omnímodo. Asistimos a luchas intestinas entre los raptores sobre como afrontar lo duro que es sacar plata a John Getty. Tenemos el sufrimiento de una madre coraje luchando por que se le haga caso. Hay flashbacks para conocer más en perspectiva la relación entre esta disfuncional familia Getty. Pero hay mucho relleno que estira la trama, y con ello resta solidez narrativa. Tampoco entiendo como nunca vemos las pesquisas e investigación policial, pareciera estamos en un país donde las fuerzas policiales son inexistentes y esto me chirría.

 

Hilary Swank está muy bien como la progenitora que empatiza y ama a su hijo, la notamos desesperada, simpatiza con ele espectador por ser de las pocas personas en pantalla con sentimientos, tiene un boinita química con Fraser; Harris Dickinson da una actuación correcta, aunque le falta personalidad, se ve algo blandito, demasiado ingenuo; Uno que se deja notar por el peso que le da el guion es Silas Carson como el mayordomo personal de John Getty, es nuestra especie de visión moral en el Universo Getty, deja detalles de cómo juzga sutilmente, como tiene sus gustos sexuales reprimidos, como es una bomba a punto de estallar que se sabe controlar, ello con un porte y elegancia notable; Luca Marinelli como el secuestrador Primo, el que más minutos tiene entre los ‘villanos’ resulta plano en su sadismo.

 

Spoiler:

 

El 16 de marzo de 2018, se informó que Ariadne Getty, la hermana de John Paul Getty III, estaba considerando emprender acciones legales contra FX y los productores de la serie. Su abogado Martin Singer publicó una declaración en la que calificaba la serie de "representación falsa tremendamente sensacionalista" de la familia Getty y que "resulta irónico que haya titulado su serie de televisión Trust. Títulos más apropiados serían Lies o Mistrust, ya que la historia difamatoria que cuenta sobre los Getty coludiendo en el secuestro es falsa y engañosa". En la declaración, Singer continuó explicando cómo su cliente se opone a la supuesta representación de la familia como si hubiera jugado un papel en el secuestro y que considera difamatorio acusar falsamente a alguien de un delito. Simon Beaufoy ha declarado que su decisión de retratar a Getty como cómplice de su propio secuestro estaba justificada por su investigación sobre el asunto, aunque ninguna de las biografías escritas llega explícitamente a esa conclusión. Afirmó que al leer la biografía de Paul III de 2013, Uncommon Youth, escrita por Charles Fox, "quedó claro, leyendo entre líneas... en realidad se secuestró a sí mismo...". Según su teoría, la trama se salió del control de Paul cuando su abuelo se negó a pagar, lo que provocó que varios de sus captores vendieran su participación a un sindicato de mafiosos más despiadados.

 

Sumado lo bueno y morralla me da una buena serie, con un Titán en estado de gracia como Donald Sutherland. Gloria Ucrania!!!

 

PD. Coincidió que el año anterior al estreno de esta serie, hubo otro proyecto que contaba lo mismo, el secuestro nuclear, aunque era en formato película, dirigida por un Ridley Scott al ralentí, sin chispa alguna en esta realización. Ganando en la comparativa (no era difícil) esta de Beaufoy.  

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