domingo, 29 de septiembre de 2024

 


LA HORA 25.


Interesante film esta coproducción europea que con grandes medios compone algunas espectaculares. Dirige con ágil ritmo el infravalorado francés de origen armenio, pero nacido en Turquia, Henri Verneuil, una sugerente adaptación de la novela homónima del rumano Virgil Gheorghiu publicada en 1949, guionizado por el propio director y los acreditados François Boyer (“Juegos prohibidos”) y Wolf Mankowitz (“El día que la Tierra se incendió”). En lo que es un alegato contra las guerras, un ataque estremecedor a la barbarie en que nos hunde la intolerancia, los prejuicios y el supremacismo moral, sobre todo si frente a ello está la ignorancia, la cobardía, la envidia, o la indiferencia, esto dando sustento a la Maldad. Ello no dejando títere con cabeza en su denuncia contra los abusos del poder, la opresión del estado, la sinrazón del victorioso, en esta espiral no solo arremete contra el fascismo rumano, el nazismo, el antisemitismo, también embiste contra los ganadores de la contienda, los estadounidenses y como trataron a los alemanes, sobre todo contra el ejército rojo que fueran hordas de violadores (*spoiler) por donde pasaron, como se da testimonio durante un juicio.

 

En 1939, en el pueblo rumano de Fontana, Iohann Moritz (Anthony Quinn) vive feliz con su esposa, Suzanna (Virna Lisi) y sus dos hijos, pero el jefe de la policía local desea abiertamente a Suzanna. Cuando el gobierno rumano decide agrupar a "judíos e indeseables", el sargento Dobresco (Grégoire Aslan) policía incluye a Iohann en la lista, lo arresta y lo envía a un campo de trabajo para cavar un canal. A pesar de haber tomado medidas hasta la capital, Suzanna no puede obtener la liberación de su marido. Luego se ve obligada a solicitar el divorcio para conservar su granja y así tener lo suficiente para criar a sus hijos. En 1941, Iohann escapó con un grupo de prisioneros judíos que partieron hacia Hungría, un país “donde la vida es menos dura para los judíos”.

 

Todo ello protagonizado por un brillante Anthony Queen, radiante de fuerza, un clásico Big Than Life, poderoso en físico, pero aquí frágil y achuchable en su ingenuidad bobalicona, derrocha intensidad, pasión, candidez, y todo ello con una exultante vitalidad reflejada en esa sonrisa perenne con que acepta cual Santo Job cada una de las barreras que se le presentan. Es un ingenuo campesino rumano que es víctima de una ‘aventura’ llevado por el albedrio, aunque impulsada por los celos, todo lo que le sucede posteriormente es una suerte de viaje cuasi-surrealista en el que, siendo cristiano, pasa a ser ‘judío’, luego ‘húngaro’, y hasta ejemplo de ‘ario’, y siempre sin pretender ser nada, lo único que anhela es volver con su mujer, pero el torbellino de sin razón en que se ve envuelto le aleja más y más. Ello regado por un retorcido humor negro (ejemplo el ‘examen’ para ver si el protagonista está o no circuncidado), sabiendo modular los diferentes tonos entre el marco del sangrante drama con los trazos de comedia oscura.

 

Tiene una trepidante primera parte, con la presentación de personajes y situación. Con momentos ingeniosos de mordacidad, como la escena en que el bebé de los Moritz llora al escuchar un incendiario discurso de Hitler por la radio. Tendremos como la envidia y celos son la espoleta para el calvario en que se sume el desdichado protagonista, en este casi para él si es una desgracia tener una esposa bella. Entrando en como el sistema (por los abusos del poder arbitrario) lo devora poco a poco de modo bizarro, donde se le acusa de algo que no es, pero es que la ‘acusación’ general ya es hedionda, el crimen de estos cientos de personas es profesar una religión maldita para estos gerifaltes. Iohann desea le libren de la culpa de ser judío, cuando lo grave es que esto sea delito. Johann nunca se plantea la empatía con los judíos allí forzados a trabajar, nunca empatiza con este sin sentido, él se sabe cristiano y por tanto quiere librarse. Esto se podría ver como especie de efecto kármico, donde Iohann es tomado como el chivo expiatorio de todos los que miraron para otro lado cuando debieron combatir contra el antisemitismo, el asume las culpas de los que miraron para otro lado, así lo puedo entender. Esto también incide en como el protagonista es una especie de pluma mecida por la brisa (Forrest Gump) de la guerra, es apolítico, no tiene conciencia moral alguna sobre lo que pasa a su alrededor, es un ser primario con el instinto básico de querer volver con su amada Suzanna, el resto no le cala, es un superviviente que solo vive para ello, sin enterarse de porque le ocurre lo que le ocurre; Teniendo en este tramo el protagonista una turbadora relación con el encargado militar del campo de trabajo, este harto de sus demandas, le examina de circuncisión, en una escena que dice mucho de la estulticia de los prejuicios; Esta travesía del Iohann se salpica con el sufrimiento de la esposa en su granja con escenas algo caricaturescas con los ‘acercamientos’ del sargento Dobresco.

 

El siguiente tramo es en Budapest. Allí Iohann es un cristiano que no puede ser ayudado por los judíos por no serlo, a pesar de estar pasando un calvario por haber sido tomado como hebreo (un poco lioso) y acaba siendo tomado como húngaro por las autoridades y siendo mandado como ‘trabajador voluntario’ para el esfuerzo de guerra a Alemania, con una turbadora parada del tren que los lleva para adornar los vagones recogen flores recogidas del campo por ellos mismos, notándose la inocencia del protagonista en cómo se esfuerza en ello; Estando en un campo de trabajo tenemos una de las escenas cumbres, cuando un oficial nazi ‘experto’ en la raza aria examina ante varios nazis a Iohann, y determina en una delirante secuencia que este es un ario modélico (alguien le espeta que es de tez y cabello moreno a lo que este experto le replica que los arios provienen de la India y por tanto…). Con lo que Iohann pasa a ser epítome del ario; Y las diferentes idas y venidas del protagonista tendrán más ‘pantallas’.

 

Este protagonista que me recuerda a un cruce entre los posteriores personajes Forrest Gump (no me extrañaría el libro en que se basa el referido film de 1994 estuviera influido por este otro de Gheorghiu), y el muchacho Solomon Perel del drama bélico “Europa, Europa”, el primero por cómo es una cáscara vació sin ideales mecido por el azar, y el segundo por como también Solomon es un superviviente en plena WWII, que incluso en su afán de supervivencia se hace pasar por alemán y llega, como Iohann, a ser tomado (siendo judío) como referente ario. Este Iohann es para mí un ejemplo de los prejuicios de los que se enfrentan en las guerras, de cómo sus motivaciones si se escarban y se reflejan en individualidades son ridículas, pues carecen de base real. Donde el común de los ciudadanos pueden entrar de modo fachoso en una kafkiana odisea fruto de la sinrazón de los totalitarismos.  

 

La puesta en escena resulta espectacular, secuencias de masas de extras brillantes gracias al fenomenal duiseño de producción de Robert Clavel (”Belle de Jour” o “Gran jugada en la Costa Azul), entonces no había CGI para multiplicar digitalmente a la gente, como la impresionante rea de esclavos judíos construyendo el canal; la de los húngaros recogiendo flores del campo para adornar el tren, o la de los campos de prisioneros; ello en comunión con la fulgente cinematografía de Andréas Winding (“Sección especial” o “Playtime”), con tomas panorámicas que proyectan la épica de la historia; Ello punteado con emocional tino por el compositor francés George Delerue (“Un hombre para la eternidad” o “Chacal”).

 

De entre los secundarios destaca un gran Serge Reggiani como un intelectual que traba amistad con Iohann, posee una incisiva personalidad introspectiva, tipo profundo que no puede soportar la futilidad de la situación; Virna Lisi despliega fuerte personalidad en su rol de madre coraje, muy buena, pero sobre todo enl,ka escena cortante final con ese rostro; Grégoire Aslan como el viscoso sargento Dobresco, da una actuación algo caricaturesca, sobre todo en sus guiñolescos ententes con Suzanna.

 

Spoiler:

 

Iohann desde su ahora posición de soldado nazi libera un camión lleno de sus compañeros “húngaros” y dispara a tres alemanes. Aquellos a quienes ayudó le dicen a los estadounidenses que los salvó y que no es un nazi, pero hay todas esas fotos de propaganda, y Johann es retenido durante 17 meses en el mismo campo en el que estuvo (primero como prisionero, luego como guardia) ahora dirigido por el conquistador ejército estadounidense. Para llegar al proceso de Nuremberg, impulsado por americanos británicos y rusos, donde queda la estremecedora lectura de la carta de Suzanna a Iohann, denuncia los desmanes sistemáticos del ejército rojo contras las mujeres por donde pasó en su conquista hacia Berlín, ellos nunca fueron parte de la solución, fueron siempre el problema, de hecho pactaron con Hitler repartirse el este de Europa y si no hubiera sido por que el Führer los traicionó habrían sido grandes amigos contra las democracias europeas y USA; Finalmente liberado en 1949, diez años después de su primera deportación, se reunió con su esposa en la estación, que había huido de Rumania, y con sus tres hijos, uno de los cuales fue fruto de la violación por parte de un soldado soviético. Un fotógrafo estadounidense presente por un motivo completamente diferente decide inmortalizar este reencuentro y multiplica las fotografías, exigiendo que Iohann y su esposa sonrían cada vez con mayor convicción, creando unas estampas incómodas por como muestran la falsedad de la sonrisa y solo exudan el sufrimiento padecido.


Después de casi dos horas de interminable sufrimiento en pantalla, Anthony Quinn se sienta en el banquillo de los acusados ​​en el juicio de Nuremberg para criminales de guerra.

-‘Por qué estás aquí?’ le pregunta un abogado en los juicios de Nurenberg a Iohann.

-‘Señor, desde hace ocho años no sé si estoy en ningún sitio’, responde Iohann.

 

Para el recuerdo queda el estoicismo con que Trajan Koruga (Reggiani) decide acabar con su vida tras 46 semanas encerrado por no se sabe que laberinto. Como en solitario cruza el campo de prisioneros y se adentra en la zona prohibida, no atiende a razones de los guardias para que pare, y se echa encima de la valla y le disparan letalmente.

 

Drama bélico que muestra la estulticia de las guerras. Gloria Ucrania!!!

*La mayor parte de los ataques fueron cometidos en la zona de ocupación soviética; se calcula que el número de mujeres violadas por soldados soviéticos va de decenas de miles a dos millones.​ En muchos casos las mujeres eran violadas repetidamente, algunas hasta 70 veces.​ Se cree que 100.000 mujeres fueron violadas en Berlín,​ con un número próximo a las 10.000 mujeres con resultado de muerte tras las agresiones.​ El número total de mujeres víctimas de violaciones en Alemania se calcula en 240.000.9​10​ Antony Beevor lo describió como «el fenómeno de violaciones masivas más importante de la historia», y concluía que al menos 1,4 millones de mujeres fueron violadas solo al este de Prusia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario