domingo, 29 de septiembre de 2024

 


GRAN JUGADA EN LA COSTA AZUL

 

Primero decir que esta crítica es un tributo a una de las grandes estrellas del cine francés (‘No era más guapo porque ya no se podía. El muy cabrón’, Arturo Pérez Reverte dixit), Alain Fabien Maurice Marcel Delon Arnold, conocido mundialmente como Alain Delon, nació el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux (Sena- Francia), y murió pacíficamente el 18 de agosto de 2024 en su casa de Douchy, Francia, rodeado de miembros de su familia, a los 88 años. Tiene en su haber films como “A pleno sol”, “Rocco y sus hermanos”, “El Gatopardo”, “El Círculo Rojo”, o “El silencio de un hombre”, siendo un Icono del Séptimo Arte. Abordo este thriller del subgénero ‘heist’, pues de sus grandes películas ya había colgado su crítica aquí, y siguiendo la escala de puntuación por arriba la siguiente a acometer era esta que no había visto.

 

Muy dinámico film de tensión, ágil, entretenido, con un final que cala, y sobre todo con una pareja protagonista desbordante de carisma en las figuras del propio Delon y del veterano Jean Gabin, donde pareciera el actor de “La Gran ilusión” le pasaba el relevo al sex symbol. Dirige el infravalorado Henri Verneuil (con la asistencia del luego combativo políticamente desde la dirección Costa-Gavras, con guión de Albert Simonin, diálogos de Michel Audiard, basado en la novela “The Big Grab” (1959) de Zenial Marko, historia con grandes paralelismos con la cinta del Rat Pack “La cuadrilla de los 11” de 1960, que, aunque anterior, esta historia francesa es originaria de un libro anterior al film enmarcado en Las Vegas. Contando ambas el sofisticado atraco a un casino de un famoso lugar de recreo para la jet set, en este caso en la Costa Azul en Cannes, llamándome la atención por como para el rebot dirigido por Soderbergh del 2001 copian la forma de describir en off el plan metódico para robar la cámara acorazada.

 

Narrado visualmente con sofisticada elegancia, destilando glamur, enaltecido por la maravillosa fotografía en glorioso b/n de Louis Page (“La kermesse heroica”), en un matizado Cinemascope, dotando de lustre a un idealizado Cannes de los años 60, con juegos visuales punzantes, ello punteado por la jazzística música del compositor r Michel Magne (dirige la orquesta en Palm Beach) explotó el mismo tema musical a lo largo de la película, bañando con un aire distendido y ligero la trama, siendo incisiva en el cortante clímax final en la piscina. .

 

Obra que bebe del género atracos como la ‘dassiniana’ “Rififi”, sobre todo por el tramo del atraco, 26 minutos sin apenas diálogos donde se muestra el profesionalismo de los ejecutores en una coreografía silente sublime, con un Delon derrochando fisicidad en sus movimientos, reptando por conductos del aire (cuantas veces plagiado esto desde entonces), y teniendo también mucho en común con otra aclamada cinta que no nombraré aquí para no inducir a spoiler*. Film que solo es un pasarratos ameno, no pretende más, carece de profundidad, o de introspección d ellos personajes, prevalece el estilo a la sustancia.

 

1962, en un tren de cercanías, mientras sueña despierto con las historias de vacaciones de los usuarios vecinos, Charles (Gabin), gánster de sesenta años, liberado una hora antes después de cinco años de prisión, regresa a su vivienda de Sarcelles. Charles está perdido porque Sarcelles se encuentra en plena reconstrucción urbana hasta el punto de no reconocer el lugar donde vivió. Esto exponiendo lo fuera de lugar que ya se encuentra este veterano de mil batallas, la modernidad lo arrasa; Al regresar a casa, es recibido por su esposa Ginette (Vivien Romance). Ella le sugiere mudarse al Sur (un promotor le ofreció 15 millones por su casa) para pasar allí unos días felices dirigiendo un negocio. Pero Charles quiere poner fin a su carrera de ladrón con una nota importante antes de retirarse a Canberra. Su amigo Mario (Henri Virlojeux) le habló de un robo en el Palm Beach, el hotel-casino de Cannes dirigido por Grimp (el español José Luis de Villalonga) tiene un plano detallado de la bóveda, pero, cansado y enfermo, se niega a participar. Charles recurre a Francis Verlot (Delon), un compañero de celda de veintisiete años que vive a expensas de sus padres, un chico de carácter fuerte, impetuoso y grácil. Aquí se da el mencionado relevo generacional, como bien le dice Charles a Francis si tuviera algunas décadas menos no le haría falta tenerlo en su ‘equipo’, pero la edad no perdona, y donde le llega la mente no le llega el físico y hay entra el reemplazo para ser Francis lo que Charles no puede, con simpatía, emprendedor, con Don de gentes, y físicamente imponente para infiltrarse cual Ethan Hunt en el casino; Louis Naudin (Maurice Biraud), su cuñado, un mecánico honesto, es contratado como conductor. En Cannes, Francis, bajo la identidad de un gran apostador, primero se integrará en el ecosistema de su lujoso hotel, para tendremos una notable escena en que soborna al camarero para que este le cuente las intimidades de las mujeres que hay en la piscina, divertida disección del mujeril panorama. Tras lo que entra tras los bastidores del casino, para ello ‘confraternizará’ con la trama la bailarina sueca Brigitte (buena Carla Marlier).

 

Tendremos un análisis de diferentes vertientes del crimen como sentido vocacional. Por un lado, está el veterano y experimentado Charles que está de vuelta de todo, que se embarca (el manido recurso) en un último atraco para retirarse en plan jubilación de oro. Ello encarnado por un Jean Gabin con su habitual carisma de piedra, sentando cátedra en su parca expresividad que dice mucho, quizás en esta ocasión demasiado frio, con una chispeante química con Delon en sus ententes de sobre todo índole de choques generacionales, le espeta de modo estoico a este: ‘Ve preparando los planes y mientras tanto, haz lo que te dé la gana, tanto si follas como si no’; Está el nuevo y joven Francis, dinámico, libertino, arrogante, quiere comerse el mundo, pero le falta el temple y cerebro del experimentado Charles. Delo infunde un encanto y simpatía radiante. Aportando, en una trama ciertamente alargada para la nada que suma, varias ardientes escenas con Carla Marlier; Está Mario como el ajado ladrón que ya se ve impotente de realizar robos. Henri Virlojeux en una sola escena deja patente su fuerza dramática; Y Louis Naudin, el que antes de empezar se ve agobiado por entrar en la espiral de crimen. Maurice Biraud le confiere un aire nihilista cansado.

 

Tiene sus defectos en cierta dispersión en la parte central de la previa al atraco, alargan demasiado los prolegómenos cuando en realidad el plan es menos complejo de lo que senos quiere hacer ver, ejemplo de este estiramiento con michelines es la relación que se establece entre Francis y Brigitte, que luego apareciera pudiera tener su importancia, pero lo que denota es que es un relleno, dándose la misoginia con frases de Francis: ‘Si le doy una patada a una palmera caen cincuenta zorras como tú (Brigitte)... A las putas, a medida que se acerca el invierno, les gustan más las pieles’.

 

Todo para desembocar en un brillante rush final, maravillosamente reflejado en el marco de una gran piscina, con los policías en charlando con empleados y el director del casino, mientras escucha Francis por un lado y al otro Charles, todo un prodigio de composición, y ello adornado pro la jazzística música que adorna con gran sentido lúdico.

 

Spoiler:

 

Rush final: Después de arrastrarse por el conducto de ventilación (puede sea el primero en hacerlo en un film, luego tantas veces copiado), Francis aterriza en el hueco del ascensor, abre una escotilla y entra a la sala de conteo para robar a Grimp y a los empleados del casino con una ametralladora. Abre la puerta blindada detrás de la cual Charles lo esperaba. Este último mete los bultos en dos grandes bolsas y sale de la habitación, seguido poco después por Francis, esconderá las bolsas en su cabina privada de la piscina. Al amanecer, Charles descubre en la portada del periódico que Francis aparece en una foto en el casino, aunque no es el tema de la foto, Charles teme que esto represente un peligro inminente, porque podría ser reconocido. Charles ordena recojan las bolsas y se las lleven cerca de su mesa junto a la piscina. Francis llega a la piscina, pero decide esperar cerca de ella, frente a la mesa de Charles al otro lado, porque periodistas y policías, a pesar de la temprana hora, se han apoderado del lugar, inspeccionando la zona de baño, denunciando las bolsas de cambio que, además, hablar en voz alta como únicas pistas seguras. Al otro lado de la piscina, Charles, con mirada preocupada detrás de sus gafas oscuras, ve la complejidad de la situación. Luego, Francis deja que las bolsas se deslicen hacia la piscina. Una de las bolsas se abre y los billetes suben lentamente, cubriendo la superficie de la piscina en pocos minutos bajo la mirada impasible y desconsolada de Charles y Francis, mientras los policías se quedan atónitos al descubrir los cientos de billetes flotando en la piscina. superficie del agua; Final con muchas similitudes con el del kubrickiano “The Killing” (1956), donde cuando van a subir las maletas con el dinero del atraco al avión caen al suelo, abriéndose y por los motores encendidos del mencionado avión todos los billetes salen en una tormenta surrealista por toda la pista ante la mirada impasible del atracador (Sterling Hayden), aquí la tormenta se convierte en una marea de billetes ante la mirada gélida de Delon y Gabin.

 

Thriller heist con mucha clase. Gloria Ucrania!!!

 

El rodaje en Cannes, Alpes Marítimos, en el sur de Francia, también es una delicia: Palm Beach Casino, Place Franklin Roosevelt, Cannes (el lugar del atraco), Hôtel Majestic, 10 Boulevard de la Croisette, Cannes, Résidence Marly, 104 Boulevard de la Croisette, Cannes, (Hotel de Francis), y Piscine du Palm Beach, Place Franklin Roosevelt, Cannes. También se filmó en locaciones de París. Solo una parte del trabajo en el estudio, en Studios de la Victorine, 16 Avenue Edouard Grinda, Niza, Francia.

 

Para el papel de Francis, la producción quería contratar a Jean-Louis Trintignant, pero Alain Delon expresó el deseo de filmar Mélodie en sous-sol. Delon acababa de adquirir fama internacional con Plein Soleil y Rocco y sus hermanos y quería mejorar su rating ante el público francés, que prefería a Jean-Paul Belmondo, que acababa de rodar Un mono en invierno con el trío Gabin, Verneuil y Audiard. Pero Metro-Goldwyn-Mayer se negó a contratarlo, Gabin les bastaba como cabeza de cartel. Particularmente interesado en el proyecto, Delon renunció a sus honorarios (los productores aceptaron que participara en la película si lo hacía gratis) y se ofreció a protagonizar la película a cambio de los derechos para Japón, la URSS y Argentina. Una vez terminada la película, Alain Delon la subtitulará en japonés, viajará a Japón y la distribuirá en Japón. La película será un éxito y Delon ganará mucho dinero con sus derechos de producción. Gabin no lo creerá y afirmará que Delon ganaba entonces diez veces más que él. Henri Verneuil se atribuye este subterfugio para eludir el hecho de que los productores americanos consideraban a Alain Delon demasiado poco conocido.

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