lunes, 2 de septiembre de 2024

 


BRUTOS, SUCIOS Y MALOS.


Extraordinario film de Ettore Scola (dirige y coguioniza con Ruggero Maccari, este autor de libretos tan excelentes como “la Escapada” o “Una jornada particular”), he de dar gracias al Dios del cine porque aún me siga sorprendiendo con films tan fenomenales como este. Esta es una comedia negra corrosiva hasta el tuétano, una bizarra obra cargada de mala leche, un retrato malsano de la cainita condición humana, una especie de cruce turbador entre un Buñuel, un Fellini y un Berlanga, y sobre todo de Kusturica, radiografiando a los pobres como desheredados amorales, medradores, egoístas, patéticos, lujuriosos, endogámicos, libidinosos, ladrones, avarientos, codiciosos, asesinos, prostitutas, chaperos, impresionante el lienzo desesperanzador de estas gentes sumidas en su espiral de la que no aspiran a salir solo a sobrevivir.


Afueras de Roma, mediados de los años setenta: la vida cotidiana de una familia de unas veinticinco personas transcurre en la pobreza de un barrio de chabolas. A la cabeza de todos está el viejo Giacinto Mazzatella (NinoManfredi) de Apulia (cuyo dialecto conserva), tuerto y despótico, trata a su familia como a animales. Como todos los días, la familia poco a poco se despierta para ir a ganar algo de dinero, sólo unos pocos ganan en actividades honestas. Una gran celebración para toda la familia es el día de la pensión de la abuela, todos van juntos a cobrarla, como una tribu, pero después de haber retirado el dinero y repartido entre todos los miembros de la familia, cada uno sigue su propio camino dejando sola a la anciana con sus hijos, quienes tienen la tarea de traerla a casa. Giacinto tiene un millón de liras, indemnización del seguro por la pérdida de un ojo a causa de un chorro de cal viva. El hombre guarda celosamente este dinero y está obsesionado con que sus familiares puedan robárselo, por lo que continuamente lo esconde en diferentes lugares. Una noche, en medio de una pesadilla en la que ve a sus familiares gastando su dinero, se despierta sobresaltado y va a comprobar el escondite del dinero, pero no lo encuentra. Enfurecido, despierta a toda la familia y empieza a buscar el millón debajo de los colchones; Al no haber logrado aún encontrarlos, toma la escopeta que siempre lleva cargada y amenaza de muerte a todos los presentes si no devuelven el dinero inmediatamente.

 

En el centro de la película están los suburbios (asentamientos ilegales asquerosos) romanos de principios de los años setenta y sus barrios de chabolas, contando sin piedad todas sus miserias morales y materiales, con epicentro en la familia Mozzarella, que viven los patriarcas, hijos, esposas, parejas, nietos y más (termina llegando la amante prostituta del patriarca que mete en la cama con la mujer), visto en un portentoso travelling circular de 360 grados, viéndose amontonados cual grotesco tetris humano-lata de sardinas, de modo asfixiante (innumerables) en una mugrienta choza de una habitación. Ello expuesto en un brillante plano secuencia al principio donde los vemos acostados a todos de noche (algunos no duermen precisamente), todo ello a la sombra de la Ciudad Eterna donde sobresale la Cúpula de San Pedro a modo de recordatorio de que estamos en el basurero de la comodidad burguesa. Son los marginados sociales que gustan de vivir así, unos miserables todos, nadie escapa al fresco deprimente. Una prole sórdida que son una foto del lumpen más harapiento, donde se convive con peleas, violencia física, abusos sexuales, conspiraciones de asesinato, prostitución (esa joven que trabaja en la pornografía y su madre está orgullosa), envenenamientos, quema de ‘viviendas’, donde los niños son encerrados en un corral al aire libre a modo de suigéneris guardería.

 

Una mirada despiadada a la pobreza, desmitificando a los más necesitados, no vemos maltrato del capitalismo, aquí solo hay lumpen, gente al límite que se conforma con las migajas, sin aspiraciones. Una comedia áspera que cada sonrisa que provoca (y son muchas) lleva consigo un sentimiento de culpa por lo sombrío que muestra. Todo ello Scola lo hace poblar de personajes pintorescos, ácidos, grises, donde tenemos actuaciones sensacionales, de las que recordaras por siempre, pro supuesto el primero un Nino Manfredi Kolossal en su rol de miserable patriarca de este disfuncional clan, y de apoyo unos secundarios en estado de gracia como una apoteósica Linda Moretti como la matriarca de fuerte carácter, Franco Merli, Alfredo D'Ippolito, Francesco Annibali, Ettore Garofolo y más. Todo derivando en un humor rozando el esperpento.

 

Con una ambientación cargada de neorrealismo italiano en feísmo y suciedad, gracias a la magna miscelánea entre la ágil cinematografía de Dario Di Palma (“Las estaciones de nuestro amor”), y el diseño de producción del binomio Luciano Ricceri (“Fellini 8½”), y Franco Velchi (“Agáchate, maldito!”), creando un universo atribulado en su vitriolismo mugriento. Todo desarrollado cin ritmo sostendio, trepidando en varias fases por secuncias catrgadas de mala baba que te atrapan en su mezquindad humana. Un aparente caos formidablemente exhibido, pero todo funcionado a modo de collage del ‘estercolero’ de las grandes ciudades, una crítica cruda a como los estados dejan de lado a estos arrinconados sociales, nadie se preocupa por ellos (ejemplo: la policía pasa olímpicamente de ellos cuando se denuncian malos tratos). Sobre todo, un torpedo escalofriante a la sagrada institución de la familia (el propio Scola hico un retrato diferente de la familia en el film homónimo de 1987).

 

Una película regada de escenas arrolladoras en la maestría como el director mueve a los numerosos personajes, como ese comienzo apabullante con la paranoia de Giacinto, Homérico como domina la acción Manfredi. Una escenificación de la vida rutinaria en esta podredumbre moral de este extrarradio vomitivo. Como llevan en comanda una tropa de familiares a la abuela al banco, tremendo como se ven unas pirañas intentando repartirse el botón y dejar sin anda a la propietaria de la pensión; Esas miradas furtivas de Giacinto al chapero travestí Nando (notable Franco Merli) que se tira a la mujer del hermano, y luego el patriarca aprovecha de noche para fornicar con ella chantajeándola en el asqueroso retrete; La caricaturesca pelea que tienen Giacinto y su arpía de mujer Matilde, que acaba a cuchillazos con la abuela de por medio; La situación sufre una catarsis cuando aparece en escena la meretriz oronda (muy felliniana) Iside, una joven de buen corazón, pero que todo el clan ve como una amenaza para que le saque los cuartos al padre. Extraordinaria la noche que Giacinto la lleva a la chabola, como todos los machos de allí, cual perros en celo fornican con ella y esta se deja como si nada; Y traman envenenarlo con espaguetis con raticida, nada menos que durante la celebración de un bautizo, dándose previamente una muy teatral escena con todo el clan alineado como un coro sobre la parte trasera de un camión descubierto, todos mirando a la cámara; magnífica toda la escena de la mencionada celebración, todo un prodigio de coreografía de diálogos, de miradas, de tensión, de bromas, con ese niño que quiere probar del palto del ‘viejo’, desembocando esta escena en un rush tremebundo. Para un final estupendo dentro del tono astracanada (en el mejor de los sentidos), calando ese último plano, que es circular, con un mensaje incisivo (no quiero spoilear).

 

Nino Manfredi lleva el peso de la película sobre sus espaldas y lo hace de modo Épico, es un Titán soberbio en el carisma desbordante que transmite, un ser repelente, nauseabundo, libertino, putero, tacaño, egocéntrico, psicópata social, violento, pero a la vez con un encanto de gañán delicioso, actuación Antológica, una lección de actor totémica (verla en contraste con su José Luis Sánchez de “El Verdugo” da la medida del portentoso intérprete que es); del resto del elenco destaco una Linda Moretti que es capaz de hacer sombra a Manfredi, traspasa la pantalla su encarnación de una matriarca de personalidad intensa, manteniendo duelos chispeantes hasta ser ardientes con su ‘esposo’; y una Maria Luisa Santella extraordinaria como la prostituta ingenua Iside un papel que podría haber caído en lo zafio, la actriz napolitana embiste a su rol de humanidad y personalidad grácil, de hecho es el único personaje que desprende alma y moral, maravillosa; Giovanni Rovini como la abuela Antonecchia da una encarnación sublime en la frescura de su personaje, con comentarios siempre hirientes y sarcásticos.

 

Spoiler:

 

Rush final: En presencia de todos sus hijos y nietos, incluida Iside, Giacinto come en la celebración del bautizo una enorme ración de pasta con berenjenas, aderezada con veneno para ratas, de repente se da cuenta de lo que ha hecho y huye del banquete. Se las arregla para salvarse vomitando y usando una bomba de bicicleta para obligar al agua de mar a bajar por la garganta. Escena asombrosa por el realismo asqueroso que emite.

 

Una vez recuperado, para vengarse, decide hacer acaben como los ratones, prende fuego a la choza con los miembros de la familia dentro, la familia sale de adentro despavorida. Le ruegan a Nando que vaya a sacar a la abuela en silla de ruedas, y vemos al travesti entrar entre las llamas, y sale con su peluca de trabajar (¿?). Otro de los nietos si entra a rescatarla y la saca con la cabeza en llamas, no por amor, si no para seguir cobrando la pensión.

 

Hay una elipsis y vemos a Giacinto e Iside acostados juntos fornicando en uan postura singular, glorioso el comentario ingenuo de ella sobre los espaguetis de la celebración, dice que los de Giacinto eran veneno, pero que el resto estaban muy sabrosos (¿?). Luego Giacinto vende la chabola por 800.000 liras a otro desplazado, se presenta con su numerosa familia para tomar posesión de él. La familia Mazzarella no sabe nada de esto y está en contra de la venta, por lo que estalla una pelea entre las dos familias. Secuencia brutal de cómo son ratas batallando por un agujero inmundo. Mientras tanto, llega Giacinto en un auto descapotable, comprado con el dinero de la venta de la choza, al no tener experiencia en la conducción choca contra una pared de la casa, destruyéndola y resultando herido. Hay una elipsis y en el final, las dos familias quedan reunidas en la choza renovada, las intenciones de Giacinto son siempre las mismas: ahuyentar a todos después de haber recuperado el dinero, confía a Iside lo ha escondido en el yeso de su brazo. La película termina con una de las sobrinas de Giacinto, María Libera, como cada mañana, va a buscar agua a la fuente: esto es circular, pues al principio la hemos visto ir a recoger agua mientras una joven se pavoneaba ante ella del mucho dinero que sacaba haciéndose fotos desnuda, creando en María esa aspiración de futuro. Pero ahora la vemos con una panza prominente de embarazada, aun con su inocencia reflejada en las botas amarillas y sus andares, y al fondo la Ciudad eterna como inalcanzable a los parias del mundo. Con el nítido mensaje de que nadie puede escapar de este sub mundo, los niños destinados a procrear y no poder salir del basurero humano.

 

La película está rodada casi íntegramente en Roma, en la zona de Monte Ciocci, que lleva el nombre de la granja de Ciocci, Torre di Guardia, exactamente en honor a la Escuela Agrícola de via Domizia Lucilla; desde aquí el panorama que domina la Cúpula de San Pedro y la Olimpica. Hasta 1977, la zona estuvo ocupada por chozas llenas de rezagados y trabajadores que trabajaban en las obras de construcción en via Baldo degli Ubaldi y via di Boccea.

 

Film a reivindicar. Gloria Ucrania!!!

 

PD. La película ganó el premio al mejor director en el Festival de Cine de Cannes.

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