EL PEQUEÑO FUGITIVO.
Amo el
CINE porque es capaz de seguir sorprendiéndome con joyitas antiguas como esta,
film de un frescura y encanto conmovedor. Es considerado pionero en el cine
independiente USA, coescrita y codirigida por Raymond Abrashkin (acreditado
como Ray Ashley), Morris Engel y Ruth Orkin, cuenta la historia de un niño solo
en Coney Island. La película se filmó en localizaciones de Coney Island y
Brooklyn utilizando una cámara oculta con correa única, le permitió a Engel
trabajar sin trípode o un gran equipo y le permitió tener a miles de
neoyorquinos que iban a la playa como extras sin que ellos lo supieran. Esta
innovación resultó ser "el corazón y el alma de por qué Little Fugitive
fue posible". La cámara podría verse
como un prototipo de la Steadicam y fue diseñada por Engel y su amigo, el
inventor Charlie Woodruff, compañero fotógrafo de combate de la WWII a quien
Engel llamó un "genio mecánico y de ingeniería". Francois Truffault
atribuye a “El pequeño fugitivo”, como gran influencia para las películas de la
Nouvelle Vague francesa. El uso inventivo de la película de cámaras manuales
(35 mm) y sus técnicas de edición inconexas establecen un tono similar al de un
documental que se adapta ser una especie de reflejo fragmentario de la mente
infantil. Obra de una gran sencillez en su argumento, como en realidad es la
conciencia de un niño, a través de los dos protagonistas asistimos a como todo
lo simplifican ante los problemas, el viaje iniciático (cual es el de los
cineastas que crean esta decía) del menor de los hermanitos donde debe ser
autosuficiente y su mundo pasará a centrarse en intentar complacer sus
necesidades, como comer y jugar. Con ellos está el otro gran protagonista de la
cinta, como es servir de documento naturalista sobre cómo la gente de la pujante
clase media disfrutaba de su tiempo ocioso en ese momento y lar, todo ello
destilando ternura, encanto, candor. La pantalla se inunda de gente bulliciosa
captados en descriptivos planos abiertos que se baña en la playa, se tumba a
tomar el sol, se monta en las atracciones del parque, comen perritos calientes,
montan en pony. Agitado todo por una cámara nerviosa, siempre en movimiento.
Todo ello enaltecido por
la entrañable actuación de Richie Andrusco, con 7 años desborda la pantalla con
su dulzura, su rostro de querubín tiene un magnetismo abrumador, nunca ves a un
actor, pareciera se mimetiza con su rol de modo fascinante, sus paseos por la
playa observando al gentío, sus angelicales miradas, su temor, su temor, su
alegría montando a caballo, y encima hay que hacer notar que solo fue su única
actuación en cine; su hermano es encarnado por Richard Brewster, lo hace muy
bien, tiene menos peso en el metraje, pero lo opaca el fulgente de Andrusco.
Joey Norton, de siete
años, vive en un apartamento en un barrio de clase media baja de Brooklyn.
Durante el verano, su hermano mayor, Lennie, tiene que cuidarlo cuando su madre
viuda está en el trabajo, algo que a Lennie le molesta un poco. A Joey le encantan
los caballos y le gusta jugar con Lennie y sus amigos, aunque a menudo se meten
con él. En el duodécimo cumpleaños de Lennie, recibe una armónica y algo de
dinero para gastar en Coney Island, a donde está emocionado de ir al día
siguiente con sus amigos Harry y Charlie. Sin embargo, cuando él y Joey llegan
a casa para almorzar, se enteran de que su abuela se ha enfermado y su madre se
va por un día para cuidarla, lo que significa que Lennie tendrá que posponer su
viaje a Coney Island para poder quedarse en casa y cuidar a Joey. Frustrado,
Lennie encuentra a sus amigos y les cuenta la noticia, y ellos imaginan varias
formas extravagantes y macabras de despachar a Joey antes de decidir gastarle
una broma. Harry roba el rifle de su padre y Lennie lleva a Joey a un terreno
baldío para que lo vea. Los niños mayores solo hacen como si estuvieran
disparando, pero cuando es el turno de Joey, Harry mete una bala en la
recámara. Joey cierra los ojos cuando dispara y Lennie se pone kétchup en la
camisa y actúa como si le hubieran disparado. Charley y Harry le dicen a Joey
que corra y se esconda, diciendo que le darán una hora de ventaja antes de
avisar a la policía. Joey toma los seis dólares que su madre le dejó a Lennie
para comprar alimentos y se va.
La película tiene tres
niveles: La primera que es verla como obra parteaguas en el cine por su
carácter de cine de guerrillas con que fue rodada, lo que ha pasado a
denominarse ‘indie’ por cómo se hizo fuera del sistema de estudios, que le
otorga un carácter cuasi de arte y ensayo; La segunda forma es atenerse a la
historia central del niñito buscándose la vida en Coney Island, sus aventuras
recogiendo botellines de la playa bien sea para comer ‘hot dog’, para lanzar
pelotas a botellas en casetas de feria, o para montar a caballo; La tercera es
como labor de documentación gráfica humanista de la vida en Brooklyn en los
años 50, un paseo sociológico por este costumbrismo.
Es una peli con diálogo
poco, se atiene más a la capacidad de narrar con imágenes una pequeñita y sin
pretensiones historia donde se mezcla la ingenuidad infantil con las bromas,
con el ingenio de los niños para salir adelante en el mundo, todo ello
despojado de mala baba, sin malos, sin ‘aprovechados’, sin depredadores, todo
contado con buenismo. Todo lo veremos a través de los ojos de sobre todo de
Joey, la cámara sutilmente se coloca a la altura de sus ojos para sentirnos
como él.
La cinematografía
compone planos de una belleza poética formidable, en muchos casos en
contrapicados donde la pequeñez de Joey se contrapone con todo el mastodóntico
entorno, bien de cientos de personas, edificios enromes, o las grandes
atracciones. Hay tomas como la de la cara de Joey oscurecida por el algodón de
azúcar; La luz de listones debajo del paseo marítimo filtrada sobre el niño a
modo de rejas que lo encierran; Una toma a contraluz de una pareja que se besa;
, en la fuente tiene que hacer cola, y cuando casi llega a la mujer se le cae
el agua y decide abandonar; Cuando seguimos al chico a recoger agua para una
mujer con bebeEse feliz y extasiante último paseo que vemos de Joey montado a poni
ya sin el monitor ayudándole, como uno de sus adorados cowboys; El naturalista
tramo en que comienza una copiosa lluvia y la gente de la playa la abandona a
toda prisa para resguardarse del aguacero bajo techo; La imagen de un Joey
solitario en la inmensa playa vacía, solo salpicada por los cubos de basura,
mientras este la recorre con una bolsa recopilando botellines abandonados; El
divertido tramo en que Lennie para buscar a su hermanito decide escribir con
tiza por muchos lugares a Joey para si lo ve vaya a la atracción del
paracaídas, como pasa a ser en un jocoso montaje un antecedente del meme al
haber gente que lo ‘sabotea’; Todo ello punteado de modo fenomenal
por la banda sonora musical, Lester Troob creó y supervisó con una
armónica como único instrumento la odisea de este infante, impregnando de
alegría ambiental sus andanzas.
No se eleva más por no
pretender más la historia, pues carece de hondura dramática, no se indaga en la
psicología de los niños. Yo creía que se entraría de algún modo en como
afectaba a estos hermanos la ausencia del padre, pero esto está ausente.
También pinta un mundo muy buenista, sin aristas, quizás hubiera faltado
mostrar que no todo es tan blanco. Pero todo esto solo por ser tikis mikis y no
puntuarla mejor.
Spoiler:
Rush final: Asustado por
los agentes de policía en la calle, Joey termina en un tren rumbo a Coney
Island. Se sube a las atracciones, se saca fotos, juega a los juegos de feria y
compra mucha comida. Cuando llega al paseo en pony, no le queda suficiente
dinero para pagarlo, lo que lo deja desanimado. Después de llegar a la
concurrida playa, Joey ve a un niño que recoge botellas de vidrio vacías.
Aunque no está seguro de lo que está haciendo el niño, Joey comienza a
ayudarlo, y el niño le explica que el depósito de cinco centavos por cada
botella se puede canjear en un puesto debajo del paseo marítimo. El hermano
mayor del niño no le permite compartir el dinero de la modesta compra inicial
con Joey, por lo que Joey se propone ganar dinero para el paseo en pony por su
cuenta. Alterna entre recoger botellas y montar ponis hasta que Jay, el amable
hombre que trabaja en el paseo en pony, pregunta quién está vigilando a Joey,
lo que hace que se asuste y salga corriendo. Joey deambula sin rumbo por Coney
Island durante el resto de la tarde y, después de dormir bajo el paseo
marítimo, también a la mañana siguiente. Está en el paseo en pony cuando Jay
llega al trabajo, y esta vez Jay puede obtener la dirección de Joey con el
pretexto de ofrecerle un trabajo. Jay busca el número de teléfono de Joey y le
dice a Lennie dónde está Joey, pero Joey ve a Jay saludando a un oficial de
policía cuando regresa del teléfono y sale corriendo nuevamente. Cuando Lennie
llega al paseo en pony y se entera de que Joey se ha ido, comienza a buscar a su
hermano pequeño. En un momento, ve a Joey desde el paseo en paracaídas, pero lo
pierde entre la multitud en la playa. Finalmente, una tormenta despeja la playa
y Lennie ve la figura solitaria de Joey recogiendo botellas. Los hermanos se
dirigen a casa y llegan minutos antes de que regrese su madre. Pensando que se
han quedado sentados en casa viendo la televisión desde que ella se fue, ella
les dice que el próximo fin de semana los llevará a tomar un poco de aire
fresco a Coney Island.
La directora, escritora
y editora Ruth Orkin tiene un pequeño papel como la mujer con un bebé en la
playa. El fotógrafo de Coney Island fue interpretado por Will Lee, quien luego
interpretó al Sr. Hooper en Barrio Sésamo.
La película se proyectó
en el 14.º Festival Internacional de Cine de Venecia, donde recibió el León de
Plata y fue nominada a Mejor guión de historia cinematográfica en la 26.ª
edición de los Premios Óscar; En 1997, la Biblioteca del Congreso la seleccionó
para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por
ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".
La película es la
primera y más conocida de las tres películas de Engel. Le siguieron Lovers and
Lollipops en 1956 y Weddings and Babies, que se filmó en 1957 y se estrenó en
1960. Las tres películas eran estilísticamente similares y se filmaron con cámaras
manuales de 35 mm. Las cámaras utilizadas para Little Fugitive y Lovers and
Lollipops no grababan sonido, por lo que el diálogo y los efectos de sonido
tuvieron que doblarse después del rodaje, pero Weddings and Babies tiene la
distinción de ser el primer largometraje de ficción filmado con una cámara
portátil que permitía el sonido sincronizado.
El guionista de la
película, Ray Ashley, enseñó en las escuelas públicas de la ciudad de Nueva
York antes de trabajar como "editor de educación" para PM, un
periódico izquierdista de la década de 1930 en el que también trabajó el
fotoperiodista Morris Engel antes de servir como fotógrafo de combate en la
Marina de 1941 a 1946. En 1952, Ashley, Engel y la futura esposa de Engel, Ruth
Orkin, también fotoperiodista, centraron su atención en hacer una película que
pudiera competir con cualquier cosa que se produjera en Hollywood. Las raíces
del cine independiente en los ideales socialistas eran intrínsecas a su origen.
Los realizadores utilizaron un reparto de actores no profesionales y filmaron
toda la película con una cámara portátil de 35 mm que Morris Engel diseñó y
mandó construir a Charlie Woodruff, ingeniero médico. La desventaja era que la
cámara más pequeña no estaba preparada para grabar sonido. Solo después de
filmar, los realizadores volvieron a grabar el audio, los actores tuvieron que
reproducir en estudio de grabación. Aunque la técnica era popular en esa época
entre cineastas italianos, era algo inaudito en Hollywood.
Muy recomendable film,
que hace de su simpleza su mejor arma, despojando de pedantería su devenir
ofrece un desarrollo grácil que te deja una sonrisa de placer en su fin. Gloria
Ucrania!!!
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