viernes, 27 de septiembre de 2024

 


EL PEQUEÑO FUGITIVO.


Amo el CINE porque es capaz de seguir sorprendiéndome con joyitas antiguas como esta, film de un frescura y encanto conmovedor. Es considerado pionero en el cine independiente USA, coescrita y codirigida por Raymond Abrashkin (acreditado como Ray Ashley), Morris Engel y Ruth Orkin, cuenta la historia de un niño solo en Coney Island. La película se filmó en localizaciones de Coney Island y Brooklyn utilizando una cámara oculta con correa única, le permitió a Engel trabajar sin trípode o un gran equipo y le permitió tener a miles de neoyorquinos que iban a la playa como extras sin que ellos lo supieran. Esta innovación resultó ser "el corazón y el alma de por qué Little Fugitive fue posible".  La cámara podría verse como un prototipo de la Steadicam y fue diseñada por Engel y su amigo, el inventor Charlie Woodruff, compañero fotógrafo de combate de la WWII a quien Engel llamó un "genio mecánico y de ingeniería". Francois Truffault atribuye a “El pequeño fugitivo”, como gran influencia para las películas de la Nouvelle Vague francesa. El uso inventivo de la película de cámaras manuales (35 mm) y sus técnicas de edición inconexas establecen un tono similar al de un documental que se adapta ser una especie de reflejo fragmentario de la mente infantil. Obra de una gran sencillez en su argumento, como en realidad es la conciencia de un niño, a través de los dos protagonistas asistimos a como todo lo simplifican ante los problemas, el viaje iniciático (cual es el de los cineastas que crean esta decía) del menor de los hermanitos donde debe ser autosuficiente y su mundo pasará a centrarse en intentar complacer sus necesidades, como comer y jugar. Con ellos está el otro gran protagonista de la cinta, como es servir de documento naturalista sobre cómo la gente de la pujante clase media disfrutaba de su tiempo ocioso en ese momento y lar, todo ello destilando ternura, encanto, candor. La pantalla se inunda de gente bulliciosa captados en descriptivos planos abiertos que se baña en la playa, se tumba a tomar el sol, se monta en las atracciones del parque, comen perritos calientes, montan en pony. Agitado todo por una cámara nerviosa, siempre en movimiento.

 

Todo ello enaltecido por la entrañable actuación de Richie Andrusco, con 7 años desborda la pantalla con su dulzura, su rostro de querubín tiene un magnetismo abrumador, nunca ves a un actor, pareciera se mimetiza con su rol de modo fascinante, sus paseos por la playa observando al gentío, sus angelicales miradas, su temor, su temor, su alegría montando a caballo, y encima hay que hacer notar que solo fue su única actuación en cine; su hermano es encarnado por Richard Brewster, lo hace muy bien, tiene menos peso en el metraje, pero lo opaca el fulgente de Andrusco.

 

Joey Norton, de siete años, vive en un apartamento en un barrio de clase media baja de Brooklyn. Durante el verano, su hermano mayor, Lennie, tiene que cuidarlo cuando su madre viuda está en el trabajo, algo que a Lennie le molesta un poco. A Joey le encantan los caballos y le gusta jugar con Lennie y sus amigos, aunque a menudo se meten con él. En el duodécimo cumpleaños de Lennie, recibe una armónica y algo de dinero para gastar en Coney Island, a donde está emocionado de ir al día siguiente con sus amigos Harry y Charlie. Sin embargo, cuando él y Joey llegan a casa para almorzar, se enteran de que su abuela se ha enfermado y su madre se va por un día para cuidarla, lo que significa que Lennie tendrá que posponer su viaje a Coney Island para poder quedarse en casa y cuidar a Joey. Frustrado, Lennie encuentra a sus amigos y les cuenta la noticia, y ellos imaginan varias formas extravagantes y macabras de despachar a Joey antes de decidir gastarle una broma. Harry roba el rifle de su padre y Lennie lleva a Joey a un terreno baldío para que lo vea. Los niños mayores solo hacen como si estuvieran disparando, pero cuando es el turno de Joey, Harry mete una bala en la recámara. Joey cierra los ojos cuando dispara y Lennie se pone kétchup en la camisa y actúa como si le hubieran disparado. Charley y Harry le dicen a Joey que corra y se esconda, diciendo que le darán una hora de ventaja antes de avisar a la policía. Joey toma los seis dólares que su madre le dejó a Lennie para comprar alimentos y se va.

 

La película tiene tres niveles: La primera que es verla como obra parteaguas en el cine por su carácter de cine de guerrillas con que fue rodada, lo que ha pasado a denominarse ‘indie’ por cómo se hizo fuera del sistema de estudios, que le otorga un carácter cuasi de arte y ensayo; La segunda forma es atenerse a la historia central del niñito buscándose la vida en Coney Island, sus aventuras recogiendo botellines de la playa bien sea para comer ‘hot dog’, para lanzar pelotas a botellas en casetas de feria, o para montar a caballo; La tercera es como labor de documentación gráfica humanista de la vida en Brooklyn en los años 50, un paseo sociológico por este costumbrismo.

 

Es una peli con diálogo poco, se atiene más a la capacidad de narrar con imágenes una pequeñita y sin pretensiones historia donde se mezcla la ingenuidad infantil con las bromas, con el ingenio de los niños para salir adelante en el mundo, todo ello despojado de mala baba, sin malos, sin ‘aprovechados’, sin depredadores, todo contado con buenismo. Todo lo veremos a través de los ojos de sobre todo de Joey, la cámara sutilmente se coloca a la altura de sus ojos para sentirnos como él.

La cinematografía compone planos de una belleza poética formidable, en muchos casos en contrapicados donde la pequeñez de Joey se contrapone con todo el mastodóntico entorno, bien de cientos de personas, edificios enromes, o las grandes atracciones. Hay tomas como la de la cara de Joey oscurecida por el algodón de azúcar; La luz de listones debajo del paseo marítimo filtrada sobre el niño a modo de rejas que lo encierran; Una toma a contraluz de una pareja que se besa; , en la fuente tiene que hacer cola, y cuando casi llega a la mujer se le cae el agua y decide abandonar; Cuando seguimos al chico a recoger agua para una mujer con bebeEse feliz y extasiante último paseo que vemos de Joey montado a poni ya sin el monitor ayudándole, como uno de sus adorados cowboys; El naturalista tramo en que comienza una copiosa lluvia y la gente de la playa la abandona a toda prisa para resguardarse del aguacero bajo techo; La imagen de un Joey solitario en la inmensa playa vacía, solo salpicada por los cubos de basura, mientras este la recorre con una bolsa recopilando botellines abandonados; El divertido tramo en que Lennie para buscar a su hermanito decide escribir con tiza por muchos lugares a Joey para si lo ve vaya a la atracción del paracaídas, como pasa a ser en un jocoso montaje un antecedente del meme al haber gente que lo ‘sabotea’; Todo ello punteado de modo fenomenal  por la banda sonora musical, Lester Troob creó y supervisó con una armónica como único instrumento la odisea de este infante, impregnando de alegría ambiental sus andanzas.

 

No se eleva más por no pretender más la historia, pues carece de hondura dramática, no se indaga en la psicología de los niños. Yo creía que se entraría de algún modo en como afectaba a estos hermanos la ausencia del padre, pero esto está ausente. También pinta un mundo muy buenista, sin aristas, quizás hubiera faltado mostrar que no todo es tan blanco. Pero todo esto solo por ser tikis mikis y no puntuarla mejor.

 

Spoiler:

 

Rush final: Asustado por los agentes de policía en la calle, Joey termina en un tren rumbo a Coney Island. Se sube a las atracciones, se saca fotos, juega a los juegos de feria y compra mucha comida. Cuando llega al paseo en pony, no le queda suficiente dinero para pagarlo, lo que lo deja desanimado. Después de llegar a la concurrida playa, Joey ve a un niño que recoge botellas de vidrio vacías. Aunque no está seguro de lo que está haciendo el niño, Joey comienza a ayudarlo, y el niño le explica que el depósito de cinco centavos por cada botella se puede canjear en un puesto debajo del paseo marítimo. El hermano mayor del niño no le permite compartir el dinero de la modesta compra inicial con Joey, por lo que Joey se propone ganar dinero para el paseo en pony por su cuenta. Alterna entre recoger botellas y montar ponis hasta que Jay, el amable hombre que trabaja en el paseo en pony, pregunta quién está vigilando a Joey, lo que hace que se asuste y salga corriendo. Joey deambula sin rumbo por Coney Island durante el resto de la tarde y, después de dormir bajo el paseo marítimo, también a la mañana siguiente. Está en el paseo en pony cuando Jay llega al trabajo, y esta vez Jay puede obtener la dirección de Joey con el pretexto de ofrecerle un trabajo. Jay busca el número de teléfono de Joey y le dice a Lennie dónde está Joey, pero Joey ve a Jay saludando a un oficial de policía cuando regresa del teléfono y sale corriendo nuevamente. Cuando Lennie llega al paseo en pony y se entera de que Joey se ha ido, comienza a buscar a su hermano pequeño. En un momento, ve a Joey desde el paseo en paracaídas, pero lo pierde entre la multitud en la playa. Finalmente, una tormenta despeja la playa y Lennie ve la figura solitaria de Joey recogiendo botellas. Los hermanos se dirigen a casa y llegan minutos antes de que regrese su madre. Pensando que se han quedado sentados en casa viendo la televisión desde que ella se fue, ella les dice que el próximo fin de semana los llevará a tomar un poco de aire fresco a Coney Island.

 

La directora, escritora y editora Ruth Orkin tiene un pequeño papel como la mujer con un bebé en la playa. El fotógrafo de Coney Island fue interpretado por Will Lee, quien luego interpretó al Sr. Hooper en Barrio Sésamo.

 

La película se proyectó en el 14.º Festival Internacional de Cine de Venecia, donde recibió el León de Plata y fue nominada a Mejor guión de historia cinematográfica en la 26.ª edición de los Premios Óscar; En 1997, la Biblioteca del Congreso la seleccionó para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".

 

La película es la primera y más conocida de las tres películas de Engel. Le siguieron Lovers and Lollipops en 1956 y Weddings and Babies, que se filmó en 1957 y se estrenó en 1960. Las tres películas eran estilísticamente similares y se filmaron con cámaras manuales de 35 mm. Las cámaras utilizadas para Little Fugitive y Lovers and Lollipops no grababan sonido, por lo que el diálogo y los efectos de sonido tuvieron que doblarse después del rodaje, pero Weddings and Babies tiene la distinción de ser el primer largometraje de ficción filmado con una cámara portátil que permitía el sonido sincronizado.

 

El guionista de la película, Ray Ashley, enseñó en las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York antes de trabajar como "editor de educación" para PM, un periódico izquierdista de la década de 1930 en el que también trabajó el fotoperiodista Morris Engel antes de servir como fotógrafo de combate en la Marina de 1941 a 1946. En 1952, Ashley, Engel y la futura esposa de Engel, Ruth Orkin, también fotoperiodista, centraron su atención en hacer una película que pudiera competir con cualquier cosa que se produjera en Hollywood. Las raíces del cine independiente en los ideales socialistas eran intrínsecas a su origen. Los realizadores utilizaron un reparto de actores no profesionales y filmaron toda la película con una cámara portátil de 35 mm que Morris Engel diseñó y mandó construir a Charlie Woodruff, ingeniero médico. La desventaja era que la cámara más pequeña no estaba preparada para grabar sonido. Solo después de filmar, los realizadores volvieron a grabar el audio, los actores tuvieron que reproducir en estudio de grabación. Aunque la técnica era popular en esa época entre cineastas italianos, era algo inaudito en Hollywood.

 

Muy recomendable film, que hace de su simpleza su mejor arma, despojando de pedantería su devenir ofrece un desarrollo grácil que te deja una sonrisa de placer en su fin. Gloria Ucrania!!!

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