sábado, 2 de diciembre de 2023

 

Los Camaradas.

 

Maravilloso film italiano, una dirección maestra de Mario Monicelli equilibrando el sórdido drama de estos obreros con dosis ingeniosa incisivas de humor. Guión por el propio realizador junto a Agenore Incrocci (“Rufufu” o “El Bueno, El Feo y El Malo”) y Furio Scarpelli (“Rufufu” o “La Familia”), siendo nominado el libreto al Oscar al mejor guión original (perdió ante el de “Operación Whisky”), donde rezuma una narración ágil, fluida, con situaciones excelentes en su exposición, así como diálogos punzantes. Una obra imbuida del neorrealismo italiano mezclado con vigor patético con la commedia all'italiana. Película que aborda el drama social desde una vertiente de izquierdas, pero sin ser un panfleto comunista, sin caer en facilonas sensiblerías, con la sensibilidad con que Monicelli trata el tema se acerca más a un ejercicio humanista en que retrata con cariño a estos coloridos protagonistas, seres con aristas, débiles, con defectos, con ilusiones, muy humanos. El director vuelve a ofrecer otra clase magistral en como desarrolla un relato coral donde hay cabida para dar alma a estos personajes que se mueven entre la miseria, el patetismo y los sueños de avanzar, un reguero de figuras con todos los rasgos posibles en el collage que son este grupo heterogéneo, con valientes, cobardes, hambrientos, manipulables. Un halo fatalista recorre la historia, pero sin hacerla pesarosa, pues el director proyecta una atmósfera derrotista, pero haciendo a sus caracteres con dignidad, desplegando en la historia ironía, mordacidad, inocencia, tragedia, humor, y todo ello de modo exquisito, con gran realismo. Amén de Monicelli dirigir la cámara en glorioso b/n por mor del DP Giuseppe Rotunno (“El Gatopardo” o “Amarcord”), ejercitando vigor colectivo en como exhibe travellings y tomas generales que emiten emociones, en crudos contrastes de grises, con cielos siempre sin sol, transmitiendo gelidez ambiental dramática, acorde con el estado de ánimo requerido.

 

Todo ello sorteado por un elenco sensacional, cumbres en sus sentidas actuaciones. Empezando por un gran Marcello Mastroianni grande como el profesor Sinigaglia, alejado de su imagen de ‘latín lover’, con barba rala, con abrigo raído, bufanda gastada, y gafas, desmitifica su trol del superficial playboy-paparazzi Marcello en ‘La Dolce Vita’, para encarnar a un idealista agitprop de gran carisma, con una labia proverbial para enardecer a las masas de obreros, y sin embargo un pobre hambriento en la intimidad (como se tira a por un sándwich olvidado, que luego con dignidad entrega a su dueño). Tiene una química fabulosa con la prostituta Niobe. Extraordinario el actor romano exudando una turbadora miscelánea entre liderazgo y ternura: en realidad es un idealista especie de profeta que ha llegado a agitar las mentes mansas de los camaradas, pero en realidad no es un obrero, es un simple viajero con sus mensajes, pero cuando él se vaya ellos seguirán allí con las talvez trágicas consecuencias de su ‘rebelión’, es por ello un personaje complejo, donde es fácil remover y espolear a gente cuando solo eres un ‘paracaidista’ que acaba de llegar, y luego desaparecerás. Alguien que empuja a la huelga sin fin a estos pobres obreros que pasan faltas con el poco dinero que les llega trabajando, pues si se quedan sin este sustento están abocados al hambre y el frio; El orondo Folco Lulli es estupendo como Pautosso, un extrovertido agitador obrero, tipo visceral de gran corazón, emitiendo una gran vis cómica entrelazada a fuerte personalidad que deja patente cuando le hacen la ‘jugarreta’ en la fábrica los camaradas con el silbato; Renato Salvatori como el obrero Raoul, tipo pragmático que tiene un romance en medio de la huelga, muy bueno (muy jocosa la batalla por la sábana en la cama con el profesor); El actor argentino Bertrand Blier muy bueno como Martinetti, un pusilánime obrero manipulable por el patrón; La actriz gala Annie Girardot es brillante como la prostituta Niobe, se rebela contra trabajar duramente en la fábrica, ejemplo de la salida fácil a las penurias, personaje tratado con simpatía, no juzgándolo y entendiéndolo.

 

Estamos a finales del siglo XIX en Turín, Italia, el corazón de la Revolución Industrial europea, y se ha desarrollado una lucha de poder entre una fuerza laboral explotada y enfrentada a una burguesía privilegiada. Jornadas laborales de dieciocho horas, bajos salarios, malas condiciones laborales y beneficios inadecuados fueron el resultado del temprano capitalismo desenfrenado. De este polvorín de conflicto surgieron los sindicatos, las huelgas y, en última instancia, el socialismo en Europa. En una fábrica textil, otro grave accidente empuja a los trabajadores a exigir mejores condiciones laborales. Cuando su petición de reducir la jornada laboral de catorce a trece horas es ignorada, deciden hacer un gesto demostrativo, haciendo sonar la sirena de fin de turno una hora antes, lo que sin embargo les acarrea a todos una multa. Los trabajadores organizan entonces una huelga, aprovechando la experiencia sobre el tema del experto profesor Sinigaglia, recién llegado a la ciudad procedente de Génova y buscado por la policía por agredir a un funcionario público durante una manifestación.

 

Ya marca el tono agridulce Monicelli desde su adusto inicio durante un ordinario día en un hogar pobre obrero seguimos a una familia mientras se levanta entre el frío para iniciar una jornada laboral en la fábrica, estamos con un adolescente y su hermano menor se despiertan al amanecer en una humilde vivienda. Para entrar en la explotación textil cual si estuviéramos en la ‘langiana’ “Metropolis”, todo narrado visualmente con grado excelso de naturalismo que te hace abrazarte por la gelidez ambiental frio. Tras un tremebundo infortunio de un obrero, los trabajadores planean una artimaña de protesta. El más decidido, Pautosso se erige en líder y será aquel que le ponga el cascabel al gato, o sea, el que haga sonar la sirena de plegar, pero todo colapsa ante la aparición de un gerifalte, y todo acaba como el rosario de la aurora, con los obreros traicionando al pobre Pautosso. Este en una escena prodigiosa se enfrenta a todos los que le han dado la espalda, demostrando Lulli una gran raza dominado la escena con su mordaz oratoria cargada de bilis.

 

Monicelli es formidable entretejiendo una maraña de historias, como los dos hermanos pequeños, donde el mayor, Omero (notable Franco Ciolli), trabaja y el otro desea dejar la escuela para trabajar; la de la prostituta repudiada por la familia obrera; el soldado enamorado de una joven obrera; o la del caricaturesco patrón de la fábrica en silla de ruedas jugando al ‘ajedrez’ con los obreros; y más.

 

Hay escenas que rezuman sabor a realismo que dejan huella. Como la agridulce sub trama del pobre hombre recién llegado del campo con su familia a Turín que pide permiso a los lideres huelguistas para trabajar, como estos, tras ver sus condiciones de vida, residiendo en una choza asquerosa le dicen que trabaje, y como este es repudiado por los gerifaltes de la fábrica por  no dar nombres de los cabecillas; la áspera batalla con los esquiroles que llegan en tren, todo su desarrollo es de gran potencia dramática; como echan al maestro por hacer colecta para los huelguistas; Desde como primero los huelguistas intentan convencer a los desesperados esquiroles de que den media vuelta, pero estos se niegan, comenzando una pelea entre ambos bandos; como roban carbón los obreros con el cebo del profesor que cree estar entreteniendo al vigilante; las negociaciones entre el sugestionable Martinetti y el patrón, este sibilinamente intentando crear un cisma entre los huelguistas; la cola en el cuartel de los civiles esperando les den caldo caliente paras mitigar el hambre, y como cuando llega el oficial impiden de mala manera que sigan dando de comer a los necesitados, tras lo que vemos al enamorado militar salir con su olla para dar a su amada que lo invita a su casa; la noche que pasan juntos el profesor y Niobe, primero como esta lo invita a cenar y luego lo lleva a su piso; la soflama incendiaría de un electrizante profesor ante los huelguistas cuando estos parecen desfallecer; Todo en un desarrollo paulatino donde ambos bandos juegan haber quien tiene más aguante, hasta desembocar todo en el clímax del enfrentamiento frente a la fábrica entre los obreros y el ejército que protege los intereses del capitalista patrón de la fábrica.

 

Reseñable es la música de Carlo Rustichelli (“El Hombre de Paja” o “La Armada Brancaleone”), habitual de Moinicelli, conjugando en sus melodías el drama y la comicidad en una sinergia exquisita.

 

Monicelli y el productor Franco Cristaldi tuvieron que ir a Yugoslavia para encontrar el espacio de la fábrica en pleno funcionamiento, con sus docenas de telares impulsados ​​por una máquina de vapor y activados por correas de cuero desde ejes de transmisión elevados. El suelo de la fábrica parece un accidente industrial a punto de ocurrir. Con trajes y escenarios tan rigurosamente investigados, la apariencia de la época se mantiene rigurosamente, desde las habitaciones baratas alquiladas por los trabajadores hasta el elegante restaurante donde Niobe encuentra a sus clientes.

 

Spoiler:

 

Rush final: Los trabajadores en huelga, después de haber resistido durante un mes entero, ahora están a punto de ceder, sin saber que han llevado a los patrones hasta el punto de ceder primero. Si bien los trabajadores ya votaron a favor de la reanudación del trabajo, el profesor Sinigaglia sale de su cómodo escondite, arriesgándose a ser arrestado para hablar con los trabajadores, llega sin aliento y logra reavivar en ellos el deseo de continuar la lucha con su apasionada retórica (se inspiraron los guionistas en el discurso de Marco Antonio en Julio César de William Shakespeare, donde primero parece estar de acuerdo con sus adversarios antes de volver su razonamiento a su favor.). Impulsados ​​por las palabras del profesor, los trabajadores marchan en procesión hacia la fábrica para ocuparla. La caballería, llamada a defender la fábrica, dispara contra la multitud y mata a Omero, uno de los trabajadores más jóvenes, apenas un niño, Sinigaglia es finalmente arrestado. El profesor Sinigaglia, desde prisión, sigue difundiendo sus ideas de progreso social, mientras otros trabajadores como Raoul continúan la lucha. Los trabajadores finalmente regresan al trabajo, derrotados. Entre ellos se encontraba el hermano menor del niño asesinado, que ocupó su lugar; Final en principio pesaroso (Monicelli no tiene especial simpatía por los finales ‘happy end’), pero que hay que ver como parte de los escalones a subir para llegar los obreros a tener condiciones laborales aceptables.

 

La sorprendentemente atractiva Rafaella Carrà interpreta al objeto del afecto de Raoul; Aparecería dos años más tarde junto a Frank Sinatra en el thriller de guerra “Von Ryan's Express”.

 

Gran drama, de los que cala emocionalmente. Gloria Ucrania!!!

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