La Batalla de Okinawa.
Fallido
film bélico japonés dedicado a una de las batallas más mortíferas de la WWII,
se combatió durante 82 días, desde el 1 de abril hasta el 21 de junio de 1945,
cayendo en la contienda cerca de 100.000 soldados japoneses, más de 12.000
estadounidenses y al menos 100.000 civiles locales, incluidos cientos que
fueron obligados a matarse a sí mismos. Fue la batalla que decidió a los USA a
utilizar la Bomba Atómica, pues las consecuencias mortales hicieron a decidirse
a que no podían desembarcan en Japón sin que murieran millones de personas.
Esta épica cinta la dirige Kihachi Okamoto, escrita por Kaneto Shindo (“Onibaba”),
siendo protagonizada por Tatsuya Nakadai y Tetsuro Tamba, aunque es una
producción más bien coral, demasiado entre sus defectos. El desarrollo es cuasi
un docudrama saltando entre múltiples escenarios para intentar un fresco de lo
sucedido, desde únicamente el lado japones, los yankis son un ente sin rostro.
Se exhibe el fanatismo patriótico en la peor de sus vertientes, donde no existe
la palabra rendición, o victoria o muerte, esto es más sangrante por cómo se
les inocula esto a los civiles.
Tras la conquista de la
isla de Iwo Jima en la Guerra del Pacífico, los estadounidenses se dirigen a la
Isla de Okinawa. La película describe los dos meses y medio que duró la
batalla. En la película no existen lo que podrían denominarse protagonistas ya
que cuenta diferentes historias dentro de un mismo contexto que es esta
batalla. Entre algunas de estas historias están: el comandante Mitsuru
Ushijima, dos gobernadores, soldados, médicos y enfermeras, civiles. En la primera parte de la película podemos ver
como se organizan y visionan la batalla los japoneses convenciendo a la
población de que van a ganar, pero para ello los civiles también deberán luchar,
pero lo único que consiguen es instaurar el miedo. A medida que avanza la
película podemos observar una desorganización y falta de armamento una de las
soluciones que ponen es enviar a kamikazes para poder destruir la aviación
estadounidense más fácil y rápidamente, pero aun así no consiguen detenerlos.
Comenzamos con los
preparativos de defensa previos a la invasión (comenzaron en julio de 1944),
luego pasando al bombardeo aéreo, a la invasión estadounidense y finalmente al
combate terrestre. El triunvirato militar del lado japonés formado por el
general Ushijima y sus dos subordinados, el teniente general Isamu Cho (Tanba)
y el coronel Hiromichi Yahara (Nakadai). Ushijima admite tener conocimientos
tácticos inferiores y elige bando en discusiones entre Cho y Yahara. Cho tiende
a favorecer la agresión, Yahara es siempre más moderado. Yahara deja las
fuerzas estadounidenses aterricen sin oposición para conservar municiones,
serían necesarias para más adelante en la batalla. Los soldados japos se
fortificaron en cuevas y se defendieron de un abrumador ataque estadounidense
durante un período de varios meses. Okinawa había sido elegida por el alto
mando imperial de cordero de sacrificio para retrasar el gran ataque
estadounidense al continente.
El realizador tiene
éxito al mostrar el feísmo, la dura vida en las cuevas, el horror, los
hospitales de campaña, la muerte, la sangre, la desesperación, el seppuku, los
suicidios colectivos, bien sea con envenenamientos o con granadas, asistimos al
averno gore de amputaciones, como padres matan a sus hijos por supuesto
sacrificio, tiene su punto didáctico en como vemos de vez en cuando las
estrategias militares japonesas, muestra bien el radicalismo de la causa de los
asiáticos, aunque estuvieran regidos por una atávica dictadura imperial, nos
llega el caos imperante.
Pero falla y en muchos
elementos, empezando por como al querer hacer un crisol de historias termina
abarcando muchísimo y apretando poquísimo. Son un puñado de viñetas mal cosidas
que se alternan de forma un tanto caótica y nunca provoca sensaciones
dramáticas; Falla en no capturar el drama humano al hacer disperso el foco
anula el tener un asidero emocional, pues todos los personajes resultan esbozos
con poco más que rostro y caras, te importa poco quien muera o viva; Falla en
su parcialidad grimante, sobre todo al querer ser una lección de lo que pasó, y
es que retrata a los japoneses como poco más que angelitos invadidos por los
monstruos norteamericanos, estos no dudan en matar a sangre fría a todo el que
se pone por delante. Nunca vemos autocrítica entre los japoneses, ellos
empezaron el conflicto con Pearl Harbor, ellos tenían invadidos varios países
asiáticos como China, Filipinas o Birmania. No se menciona que los militares
japos obligaron a muchos civiles a suicidarse, también les adoctrinaron para creer
que los estadounidenses eran unos bárbaros come-niños, nada de esto se menciona.
Los soldados USA (en realidad figurantes japoneses) son entes sin rostro, vemos
los tanques avanzar y sus siluetas, pero si son reflejados como salvajes sin
moral alguna dispuestos a tirotear a los que se rinden, utilizando de forma
indiscriminada lanzallamas, en una visión bastante panfletaria propia de
propaganda imperialista nipona, dando con ello la erazón a los que suicidaban,
pues en realidad, según la visión de este film, era lo que les esperaba si se
entregaban al ‘bárbaro’ enemigo; Falla en tener un presupuesto muy parco para
lo que este batalla epopéyica requería, donde hubo 180,000 soldados USA frente
140,000 nipones, y aquí lo que vemos son pocas más que escaramuzas con apenas
no llegan a decenas las más numerosa, ridículo. Los efectos especiales son muy
pobres, hasta la sangre canta a falsa, las coreografías de la acción es
histriónica y poco veraz; Falla en el sentimentalismo a empellones que te
emiten, pues se recurre continuamente a el dolor de mujeres y niños para
ocultar las debilidades dramáticas del film; Incluso no es de recibo el goteo
de humor chirriante, sobre todo por parte de esa cargante mujer (al que vea el
film sabrá quien me refiero).
Solo tiene algo de
carácter el Coronel Yahara encarnado por Tatsuya Nakadai (el segundo actor más
famoso entonces en Japón, solo por detrás de Toshiro Mifune), único que no ve
contempla el suicidio, tiene ganas de vivir, aunque sea traicionando el
tradicionalismo radical del feudal Japón. Si se hubiera incidido en esta sub
trama el film hubiera sido sensiblemente mejor, pero de la forma que se aborda
en micro clips queda en un esbozo cargado de tópicos;
‘El cuartel general
envía tropas a Okinawa, luego las transfiere a Filipinas o Taiwán justo cuando
los estadounidenses están a punto de desembarcar y serían más necesarios en
Okinawa; los comandantes locales preparan posiciones defensivas sólo para
recibir la orden de construir aeródromos para los cuales los japoneses no
tienen aviones porque ellos también son enviados a otra parte en el último
minuto y los aeródromos terminan siendo utilizados por los estadounidenses
mientras las posiciones defensivas originales quedan incompletas; A los civiles
se les dice que evacuen, pero después de que un barco lleno de niños es
torpedeado, se les dice que se queden. Luego se les dice que vayan al norte,
pero sólo después de que las fuerzas estadounidenses corten la isla en dos,
dejando a civiles y combatientes mezclados indiscriminadamente. Lo peor de todo
es que la primera orden dada al comandante general es asegurarse de que no se
repita el fiasco del suicidio masivo de Saipan, pero la última orden para
llegar a la isla es no rendirse nunca, lo que provocó la muerte no sólo de casi
todas las fuerzas japonesas sino también de una enorme parte de la población
civil, muchos de los cuales también se suicidaron.’
‘Históricamente, es
tremendamente inexacto. Toda la película adolece de la necesidad de retratar a
los japoneses de la mejor manera posible y heroica. Algunos ejemplos: en abril
de 1945, el cuerpo de pilotos japoneses había sido destruido casi por completo.
Los japoneses no pudieron entrenar nuevos pilotos al ritmo en que los mataban.
Ésta es una de las razones por las que recurrieron a ataques suicidas. Y, sin
embargo, debemos creer que todavía existen grandes fuerzas aéreas y que no
fueron empleadas en Okinawa porque el ejército no estaba dispuesto a atacar a
las fuerzas estadounidenses y recuperar los aeródromos del norte. Otro ejemplo
es el Yamato. La Armada japonesa en el norte había sido casi destruida y lo que
quedaba carecía de combustible, pero el almirantazgo sintió la necesidad de
hacer algún tipo de gesto y envió su acorazado más grande. El plan siempre
había sido varar y hundir el barco en Okinawa y usarlo como plataforma de
armas, pero en lugar de eso se nos dice que su misión era navegar valientemente
entre los estadounidenses y luchar hasta que se quedara sin munición.
Desafortunadamente, antes de que pudiera hacer eso, fue atacada por esos
cobardes estadounidenses que volaron escuadrones gigantes de aviones contra
ella (100 aviones atacando a un solo barco a la vez?).’
La acción dramática,
descrita por un narrador que ofrecerá su opinión personal sobre los hechos
(pues se trata del punto de vista de un soldado), comienza a partir del 7 de
Agosto de 1.942, cuando las tropas americanas desembarcan en Guadalcanal
iniciando así la sangrienta campaña contra Japón, desplazándose rápidamente
hasta los preparativos de la defensa de Okinawa y la lucha propiamente dicha,
que se extendería desde el 1 de Abril de 1.945 hasta el 22 de Junio.
No todo es fallido o
errado, pues su epilogo resulta brillante, en su poder emocional, con ese
seguimiento que hace la cámara a un niño pequeño mientras camina por la playa
entre decenas de cadáveres, dotando de esperanza en el mañana.
‘Fue una batalla de
ferocidad cataclísmica que se cobró la vida de un cuarto de millón de personas,
lo que incluía un tercio de la población civil de la isla. Fue casi el fin de
una civilización y una forma de vida, ya que los habitantes de Okinawa tenían
una cultura distintiva que casi desapareció aquí. Los estadounidenses nunca se
marcharon, casi una quinta parte de la isla sigue ocupada por bases militares
estadounidenses.’
Me queda un film bélico
equivocado en su enfoque. Gloria Ucrania!!!
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