domingo, 16 de marzo de 2025



THE KILLER (1989)

 

Pretencioso y petulante ópera de violencia sobreactuada, que se cree mucho más de lo que es, en su mil veces vista historia donde dos doppelgänger termina unidos, sin aportar nada por medio, con diálogos pomposo que buscan mármol para ser esculpidos en su acartonamiento, ejemplo es como nada más conocerse los ‘0antagonistas’ no hacen más que alabarse uno al otro (como diría el sr Lobo: ‘Vamos a dejar de chup….s las p….s’). Dirige y guioniza el chino John Woo, protagonizando las estrellas hongkonesas Chow Yun-fat y Danny Lee, junto a la mujer florero Sally Yeh. Chow interpreta el papel del asesino Ah Jong, quien accidentalmente deteriora la vista de la cantante Jennie (Sally Yeh) durante un tiroteo. Más tarde descubre que la cantante requiere una costosa cirugía si no quiere quedar ciega, por lo que decide realizar un último y arriesgado trabajo para ayudarla. La película se convirtió en el trampolín de Woo para llegar al cine de Hollywood, siendo de influencia para cineastas como Quentin Tarantino, Robert Rodriguez o Johnnie To. Film este que de modo muy superficial se tratan los códigos de honor, la amistad, la lealtad, o el sacrificio por un bien mayor. Por cierto, esto algo que traba muy mejor (pero mucho más) el genial Sam Peckinpah en films como “Duelo en la Alta sierra”, “Grupo Salvaje” o “Pat Garret and Billy The Kid”.     

 

Woo hace un compendio de todos los clichés del más ajado cine de acción ochentero, con sicarios de buen corazón con códigos morales, policías de buen corazón, una damisela en apuros, escenas de acción a cámara lenta, decenas de mercenarios con peor puntería que los clones de star wars, música techno que te hace pensar estas en una disco, y mucha secuencia en cansino slow y los congelados (quiere copiar a Peckinpah y le queda como el culo), por cierto, la acción penosamente montada, te cuesta saber que está pasando con tanto cambio de perspectiva, a lo que se suma la manía de hacernos ver que los buenos son cuasi súper héroes, pues no parecen afectarles los disparos, siguen con agujero sangrando como el que se ha cortado una uña. Lo de este asesino a sueldo protagonista es el más aparatoso de la historia, es un elefante en una cacharrería, entra a saco, a pecho descubierto, descargando balas de un modo sociopático (le da tres disparos a un objetivo y dobla los proyectiles de forma histriónica). La historia resulta de los más previsible, el comportamiento de los personajes es de lo más estrafalario. Con un tropel de escenas de tiroteos, alargadísimos, caóticos, con una labor de edición penosa, donde termina por darte igual lo que les pase a los protagonistas, y es que por momentos las secuencias de violencia se asemejan a un videojuego, algo sin alma. Con coreografías rimbombantes con giros y saltos ridículos, donde se repite hasta lo jartible lo de los dos némesis pegados apuntándose uno al otro. Con un mensaje bastante discutible, pues se busca la redención mediante seguir matando,

Por cierto, las famosas palomas de Woo tuvieron aquí su primera aparición.

 

Woo comenzó a filmar “The Killer” con un borrador cuya trama estaba influenciada por las películas “Le Samouraï” (1967), “Mean Streets” (19739 y “Nara-zumono” (1964). Woo deseaba hacer una película sobre el honor, la amistad y la relación de dos personas aparentemente opuestas. Después de terminar el rodaje, el cineasta se refirió a The Killer como un homenaje a los directores Jean-Pierre Melville y Martin Scorsese. En realidad, es una cosa Pulp, sin profundidad alguna, que hace una mezcla de mitología samurái y cine negro, con dosis de melodrama traídas de “Obsesión” (1954), más elementos de la chaplinesca “Luces de ciudad” (1930).

 

El sicario Ah Jong (Fat) realiza su último trabajo para la Triada de Hong Kong, pero accidentalmente deteriora la vista de una joven cantante de club nocturno llamada Jennie (Yeh) con un destello de munición. Después del ataque, Ah Jong comienza a ver a Jennie actuar en el club nocturno y la escolta a su casa cuando es atacada por los matones. Jennie y Ah Jong comienzan a enamorarse durante sus frecuentes visitas a su apartamento. Impulsado a ayudarla a conseguir el dinero para un trasplante de córnea que pueda salvar su vista, acepta un último y arriesgado trabajo. Li Ying (Lee), un detective de la policía, ve a Ah Jong completando el trabajo pero el asesino escapa. El jefe de la tríada, Hay Wong Hoy (caricaturesco Shing Fui-On), traiciona a Ah Jong y en lugar de pagarle, envía a un grupo de sicarios para matarlo.

 

Woo marca sus cartas desde su arrogante inicio, colocando a su protagonista lujosamente trajeado (incluso con un fular blanco) en una iglesia (con una tormenta exterior) llena de cientos de velas enardecidas, con decenas de palomas por todos lados, creando un suntuoso cuadro lírico, parece estar preparándose para un trabajo, como queriendo ser protegido por Dios (¿?). Recibe de viejo amigo una foto, dinero y las armas necesarias para su trabajito, y se marcha del lugar en slow (ello sin sentido, pues solo es aquí un artificio vacío). Tras lo que el sicario penetra en un restaurante para eliminar a su objetivo, allí hay una hermosa mujer cantando a los asistentes, y se arranca el primer abracadabrante tiroteo, con balaceras esperpénticas, agujeros en los cuerpos a doquier, cadáveres aquí ay allí, sangre salpicándolo todo, con gente saltando de un lado a otro, con los malos con peor puntería que los delanteros del Eibar, el sicario campa a sus anchas por el lugar todo erguido, a dos pistolas disparando de un modo astracanada, descargando decenas de proyectiles sobre los cuerpos de sus enemigos, demostrando que sus pistolas no tienen fin en el cargador, cuando se hace el milagro y parece ser que se le terminan ( ose cansa de disparar siempre lo mismo) da una patada a una mesa y un revólver vuela a su mano para disparar a un tipo con escopeta. En la refriega la cantante (congelado de imagen que te crió) aparece y él sicario intenta protegerla, con éxito dispar, impide la maten, pero queda ciega. Al sicario le han pegado un tiro en la espalda, pero esto para los superhéroes es como un padrastro y posteriormente le extrae la bala y a otra cosa mariposa, sin reposo ni nada, que se hace tarde. La ceguera de Jenny se convierte en una epifanía bastante simplona para el sicario, que decide dar un giro a su vida.

 

Tras esto pasamos a como el sicario se enamora del daño colateral de la cantante cegada y cual Chaplin en “Luces de ciudad” pretende curarla de su ceguera. Por otro lado, conoceremos a su doppelgänger en lado de la justicia. Y cuando el policía, en un tiroteo contra el sicario observa que este tiene corazón (lleva a una niñita herida al hospital) se siente atraído pro el carácter de este, con lo que ya sabemos del bromance que se establecerá, con vértice en la cantante. Por el camino persecuciones, asesinatos, carnicerías, masacres, lealtades torcidas, traiciones, honor, orgullo, amistad contranatura. Hay una ‘divertida’ escena en que se aprovecha la ceguera de Jenny para crear un gag en que los doppelgänger juegan a hablar en clave en medio de la invidente, lo malo es que de aquí sale la vergonzante forma de llamarse entre si (Dumbo y Mickey Mouse)

 

Pero aquí el jugo son las escenas de acción, intentando Woo ir más allá en cada escena, pero en realidad termina por cansar con la iteración de escenas similares. Solo intenta innovar en el rush final circular, pues el clímax se da en la misma iglesia del inicio. Ahora invadida por centenares de malos malísimos vestidos ridículamente de blanco, cual clones (incluso con su misma puntería), hordas impersonales que surgen por combustión espontánea por todos lados. En una secuencia con claras reminiscencias a la ‘peckinpahiana’ “Wild Bunch”, pero en plan pobre, donde de modo fachoso está la ciega dando vueltas, y para colmo aparece de la nada un monje, forzando la máquina hasta provocar la risa en vez de la emoción.

 

Las actuaciones resultan meros arquetipos de todos, definidos en sus estereotipos y donde solo van hacia adelante, sin dilemas morales, sin dudas, meros autómatas. Ni tan siquiera se disputan a Jenny, de la que claramente están enamorados ambos.

 

Spoiler:

 

Rush final: Ah Jong y Li Ying, tras haber acabado con la jauría interminable de malos, tiene ante sí a Hay Wong Hoy que tiene apresada a Jenny. Obligando a los dos a desarmarse, ellos obedecen, pero teniendo una gran estrategia (ataque de cinismo), aprovecharan que Hoy dispare a Mickey para aprovechando esto, Ying coger una pistola que Mickey tiene en la cintura y disparar a Hoy en el costado, una ridiculez como un rasca cielos de Hong Kong. El malo hiere de muerte en el abdomen a Mickey, y Dumbo consigue disparar a Hoy, pero solo lo hiere. Mickey muere en una especie de escena que recuerda a la de “Duelo al Sol”, Mickey malherido letalmente, busca arrastrándose a Jenny, esta hace lo mismo, pero incomprensiblemente no acierta a dar con él por el sonido (¿?). Mickey muer con Jenny deambulando en busca de él. Llega la poli justo cuando todo ha terminado. Hoy busca refugio con la `policía para que lo detengan y así impidan de con él Dumbo, pero este se acerca y lo mata a bocajarro ante la presencia policial, que termina deteniéndolo.

 

Woo ya estaba en su segunda década tras las cámaras, habiendo dirigido previamente todo tipo de películas, desde adaptaciones de ópera cantonesa hasta películas de kung-fu y comedias. Estas últimas se convirtieron en una especialidad para Woo, pero también habían empezado a reportarle rendimientos decrecientes. La película de Woo de 1986, “A Better Tomorrow”, cambió eso, revelándolo como un magnífico director de escenas de acción con la capacidad de aportar peso temático y grandeza operística al cine policial. La película fue notable por sí misma, pero también sentó las bases para futuros desarrollos, emparejando a Woo con el protagonista habitual Chow Yun-Fat y ayudando a despertar el interés por las historias ambientadas en el submundo criminal de las tríadas. Con un mayor presupuesto, una audiencia más amplia y mayores expectativas.

 

Quizás se no se hubiera tomado tan en serio a si misma la película la habría disfrutado, pero la solemnidad la hace bajar enteros. Gloria Ucrania!!!

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