THE KILLER (1989)
Pretencioso
y petulante ópera de violencia sobreactuada, que se cree mucho más de lo que
es, en su mil veces vista historia donde dos doppelgänger termina unidos, sin
aportar nada por medio, con diálogos pomposo que buscan mármol para ser esculpidos
en su acartonamiento, ejemplo es como nada más conocerse los ‘0antagonistas’ no
hacen más que alabarse uno al otro (como diría el sr Lobo: ‘Vamos a dejar de
chup….s las p….s’). Dirige y guioniza el chino John Woo, protagonizando las
estrellas hongkonesas Chow Yun-fat y Danny Lee, junto a la mujer florero Sally
Yeh. Chow interpreta el papel del asesino Ah Jong, quien accidentalmente
deteriora la vista de la cantante Jennie (Sally Yeh) durante un tiroteo. Más
tarde descubre que la cantante requiere una costosa cirugía si no quiere quedar
ciega, por lo que decide realizar un último y arriesgado trabajo para ayudarla. La película se convirtió en el trampolín de Woo
para llegar al cine de Hollywood, siendo de influencia para cineastas como Quentin
Tarantino, Robert Rodriguez o Johnnie To. Film este que de modo muy superficial
se tratan los códigos de honor, la amistad, la lealtad, o el sacrificio por un
bien mayor. Por cierto, esto algo que traba muy mejor (pero mucho más) el
genial Sam Peckinpah en films como “Duelo en la Alta sierra”, “Grupo Salvaje” o
“Pat Garret and Billy The Kid”.
Woo hace un compendio de
todos los clichés del más ajado cine de acción ochentero, con sicarios de buen
corazón con códigos morales, policías de buen corazón, una damisela en apuros,
escenas de acción a cámara lenta, decenas de mercenarios con peor puntería que
los clones de star wars, música techno que te hace pensar estas en una disco, y
mucha secuencia en cansino slow y los congelados (quiere copiar a Peckinpah y
le queda como el culo), por cierto, la acción penosamente montada, te cuesta
saber que está pasando con tanto cambio de perspectiva, a lo que se suma la
manía de hacernos ver que los buenos son cuasi súper héroes, pues no parecen
afectarles los disparos, siguen con agujero sangrando como el que se ha cortado
una uña. Lo de este asesino a sueldo protagonista es el más aparatoso de la
historia, es un elefante en una cacharrería, entra a saco, a pecho descubierto,
descargando balas de un modo sociopático (le da tres disparos a un objetivo y
dobla los proyectiles de forma histriónica). La historia resulta de los más
previsible, el comportamiento de los personajes es de lo más estrafalario. Con
un tropel de escenas de tiroteos, alargadísimos, caóticos, con una labor de
edición penosa, donde termina por darte igual lo que les pase a los
protagonistas, y es que por momentos las secuencias de violencia se asemejan a
un videojuego, algo sin alma. Con coreografías rimbombantes con giros y saltos
ridículos, donde se repite hasta lo jartible lo de los dos némesis pegados
apuntándose uno al otro. Con un mensaje bastante discutible, pues se busca la
redención mediante seguir matando,
Por cierto, las famosas
palomas de Woo tuvieron aquí su primera aparición.
Woo comenzó a filmar “The
Killer” con un borrador cuya trama estaba influenciada por las películas “Le
Samouraï” (1967), “Mean Streets” (19739 y “Nara-zumono” (1964). Woo deseaba
hacer una película sobre el honor, la amistad y la relación de dos personas
aparentemente opuestas. Después de terminar el rodaje, el cineasta se refirió a
The Killer como un homenaje a los directores Jean-Pierre Melville y Martin
Scorsese. En realidad, es una cosa Pulp, sin profundidad alguna, que hace una
mezcla de mitología samurái y cine negro, con dosis de melodrama traídas de
“Obsesión” (1954), más elementos de la chaplinesca “Luces de ciudad” (1930).
El sicario Ah Jong (Fat)
realiza su último trabajo para la Triada de Hong Kong, pero accidentalmente
deteriora la vista de una joven cantante de club nocturno llamada Jennie (Yeh)
con un destello de munición. Después del ataque, Ah Jong comienza a ver a
Jennie actuar en el club nocturno y la escolta a su casa cuando es atacada por
los matones. Jennie y Ah Jong comienzan a enamorarse durante sus frecuentes
visitas a su apartamento. Impulsado a ayudarla a conseguir el dinero para un
trasplante de córnea que pueda salvar su vista, acepta un último y arriesgado
trabajo. Li Ying (Lee), un detective de la policía, ve a Ah Jong completando el
trabajo pero el asesino escapa. El jefe de la tríada, Hay Wong Hoy
(caricaturesco Shing Fui-On), traiciona a Ah Jong y en lugar de pagarle, envía
a un grupo de sicarios para matarlo.
Woo marca sus cartas
desde su arrogante inicio, colocando a su protagonista lujosamente trajeado
(incluso con un fular blanco) en una iglesia (con una tormenta exterior) llena
de cientos de velas enardecidas, con decenas de palomas por todos lados,
creando un suntuoso cuadro lírico, parece estar preparándose para un trabajo,
como queriendo ser protegido por Dios (¿?). Recibe de viejo amigo una foto,
dinero y las armas necesarias para su trabajito, y se marcha del lugar en slow
(ello sin sentido, pues solo es aquí un artificio vacío). Tras lo que el
sicario penetra en un restaurante para eliminar a su objetivo, allí hay una
hermosa mujer cantando a los asistentes, y se arranca el primer abracadabrante
tiroteo, con balaceras esperpénticas, agujeros en los cuerpos a doquier,
cadáveres aquí ay allí, sangre salpicándolo todo, con gente saltando de un lado
a otro, con los malos con peor puntería que los delanteros del Eibar, el
sicario campa a sus anchas por el lugar todo erguido, a dos pistolas disparando
de un modo astracanada, descargando decenas de proyectiles sobre los cuerpos de
sus enemigos, demostrando que sus pistolas no tienen fin en el cargador, cuando
se hace el milagro y parece ser que se le terminan ( ose cansa de disparar
siempre lo mismo) da una patada a una mesa y un revólver vuela a su mano para
disparar a un tipo con escopeta. En la refriega la cantante (congelado de
imagen que te crió) aparece y él sicario intenta protegerla, con éxito dispar,
impide la maten, pero queda ciega. Al sicario le han pegado un tiro en la
espalda, pero esto para los superhéroes es como un padrastro y posteriormente
le extrae la bala y a otra cosa mariposa, sin reposo ni nada, que se hace
tarde. La ceguera de Jenny se convierte en una epifanía bastante simplona para
el sicario, que decide dar un giro a su vida.
Tras esto pasamos a como
el sicario se enamora del daño colateral de la cantante cegada y cual Chaplin
en “Luces de ciudad” pretende curarla de su ceguera. Por otro lado, conoceremos
a su doppelgänger en lado de la justicia. Y cuando el policía, en un tiroteo
contra el sicario observa que este tiene corazón (lleva a una niñita herida al
hospital) se siente atraído pro el carácter de este, con lo que ya sabemos del
bromance que se establecerá, con vértice en la cantante. Por el camino
persecuciones, asesinatos, carnicerías, masacres, lealtades torcidas,
traiciones, honor, orgullo, amistad contranatura. Hay una ‘divertida’ escena en
que se aprovecha la ceguera de Jenny para crear un gag en que los doppelgänger
juegan a hablar en clave en medio de la invidente, lo malo es que de aquí sale
la vergonzante forma de llamarse entre si (Dumbo y Mickey Mouse)
Pero aquí el jugo son
las escenas de acción, intentando Woo ir más allá en cada escena, pero en
realidad termina por cansar con la iteración de escenas similares. Solo intenta
innovar en el rush final circular, pues el clímax se da en la misma iglesia del
inicio. Ahora invadida por centenares de malos malísimos vestidos ridículamente
de blanco, cual clones (incluso con su misma puntería), hordas impersonales que
surgen por combustión espontánea por todos lados. En una secuencia con claras
reminiscencias a la ‘peckinpahiana’ “Wild Bunch”, pero en plan pobre, donde de
modo fachoso está la ciega dando vueltas, y para colmo aparece de la nada un
monje, forzando la máquina hasta provocar la risa en vez de la emoción.
Las actuaciones resultan
meros arquetipos de todos, definidos en sus estereotipos y donde solo van hacia
adelante, sin dilemas morales, sin dudas, meros autómatas. Ni tan siquiera se disputan
a Jenny, de la que claramente están enamorados ambos.
Spoiler:
Rush final: Ah Jong y Li
Ying, tras haber acabado con la jauría interminable de malos, tiene ante sí a Hay
Wong Hoy que tiene apresada a Jenny. Obligando a los dos a desarmarse, ellos
obedecen, pero teniendo una gran estrategia (ataque de cinismo), aprovecharan
que Hoy dispare a Mickey para aprovechando esto, Ying coger una pistola que Mickey
tiene en la cintura y disparar a Hoy en el costado, una ridiculez como un rasca
cielos de Hong Kong. El malo hiere de muerte en el abdomen a Mickey, y Dumbo consigue
disparar a Hoy, pero solo lo hiere. Mickey muere en una especie de escena que
recuerda a la de “Duelo al Sol”, Mickey malherido letalmente, busca arrastrándose
a Jenny, esta hace lo mismo, pero incomprensiblemente no acierta a dar con él
por el sonido (¿?). Mickey muer con Jenny deambulando en busca de él. Llega la
poli justo cuando todo ha terminado. Hoy busca refugio con la `policía para que
lo detengan y así impidan de con él Dumbo, pero este se acerca y lo mata a bocajarro
ante la presencia policial, que termina deteniéndolo.
Woo ya estaba en su
segunda década tras las cámaras, habiendo dirigido previamente todo tipo de
películas, desde adaptaciones de ópera cantonesa hasta películas de kung-fu y
comedias. Estas últimas se convirtieron en una especialidad para Woo, pero
también habían empezado a reportarle rendimientos decrecientes. La película de
Woo de 1986, “A Better Tomorrow”, cambió eso, revelándolo como un magnífico
director de escenas de acción con la capacidad de aportar peso temático y
grandeza operística al cine policial. La película fue notable por sí misma,
pero también sentó las bases para futuros desarrollos, emparejando a Woo con el
protagonista habitual Chow Yun-Fat y ayudando a despertar el interés por las
historias ambientadas en el submundo criminal de las tríadas. Con un mayor
presupuesto, una audiencia más amplia y mayores expectativas.
Quizás se no se hubiera
tomado tan en serio a si misma la película la habría disfrutado, pero la
solemnidad la hace bajar enteros. Gloria Ucrania!!!
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