jueves, 13 de marzo de 2025

 


EROTIKON

 

Turbador melodrama mudo checoslovaco, que con una valentía asombrosa muestra secuencias de una fuerza erótica nunca vistas hasta entonces, ello con un poderío sensual incisivo gracias a las alegorías visuales, ello ensamblado orgánicamente para un relato de pasiones desbordadas. En 1993 se descubrió una frágil copia en nitrato de la última película muda de Machaty (ex pianista de cine), “Erotikon”, restaurada minuciosamente. Dirige en su tercer largo Gustav Machatý (último mudo) adaptando el guión de Vítězslav Nezval, al igual que su famoso “Extase” en 1933 (lanzó la carrera internacional de Hedy Lamarr al exponer sus encantos desnudos) ganó fama internacional por su escena de desnudo, aunque en la versión que he visto no aparece. Machatý y su DP Václav Vích crean una sinfonía de simbolismos de calado apoyándose en una labor prodigiosa de edición, que ha sido tildada por su vigor expresionista con los montajes soviéticos, que proyecta una sensación inmersiva en sensaciones de lujuria desbordante, con superposiciones y yuxtaposiciones (gotas de agua deslizándose húmedamente por cristales empapados, locomotoras de vapor avanzando a toda mecha, …), para provocar el fotograma oculto en el subconsciente del espectador. Una narración sin sorpresas, se la puede tildar de previsible, de frágil historia, en un relato sobre deseos, lujuria, amores núbiles, celos, embarazos no deseados, adulterios, traición, y ansias de redención. "Erotikon" del título encaja con tema general de la pasión, solo aparece en la película en etiqueta de frasco de perfume el desconocido da a Andrea, primer paso en su seducción.   

 

Al comienzo de la película, George Sidney (Olaf Fjord) corre para alcanzar un tren. Lo pierde y termina en la puerta del jefe de estación, Ihr Vater (Karel Schleichert). Lo admiten a regañadientes. Su baúl está cubierto de pegatinas de todo el mundo. Parece ser un hombre rico y de buen gusto. Soborna al jefe de estación con una botella de whisky y un encendedor de plata para pasar la noche. El jefe de estación llama a su hija, Andrea (Ita Rina), para que prepare la sala de invitados. Las chispas saltan entre George y Andrea. El jefe de estación se va a trabajar en los patios y los dos jóvenes se quedan solos en la casa.

 

El juego de atracción sexual hasta llegar al clímax, ello sin mostrar desnudez o caricias en partes erógenas, todo un neurálgico juego de insinuaciones: Durante una torrencial tormenta. Hay ese primer plano punzante de los ojos de Andrea que ya seducen al ‘invitado’. Está el juego sexual sobre como George quiere aplicar con sus dedos unas gotas de perfume en el cuello de ella, Andrea se resiste y termina quedándose el frasco regalado por él. Arrolladora representación de la sexualidad, con foco en la femenina. Andrea se va a la cama no sin antes mojarse los dedos en Erotikon, y puede esto tenga efectos afrodisiacos. Pues se sume en sueños calientes, la cámara acoge la parte superior de su cuerpo, el cuello y brazos sensualmente dilatados sobre su cabeza, sus rodillas desabrigas prevalecen debajo de las cubiertas. Por la mañana se levanta ella con su bata para contestar el teléfono y George mira sonriendo sus rodillas que poya en una silla distraídamente. Tras lo que hay un juego de miradas pícaras entre ellos, algo se dicen. Hasta que él decide coger su dedo en el que ella se ha puesto ‘Erotikon’, ella se deja y él lo besa y chupa, la cámara muestra en ardiente primer plano como ella se excita con sus ojos cerrados dejándose ir. Él le coge la cabeza sensualmente con sus dedos entre sus cabellos, la aprieta y besa apasionadamente. El objetivo se deleitas en planos subjetivos extasiados de ambos, ella ya tumbada en la cama lamiéndose un dedo, hay una edición maravillosamente fragmentada, con imágenes en subjetivo cimbrando la habitación por la mirada. Ella le coge de los cabellos hacia ella (en lo que puede parecer un cunnilingus). Hay un fundido en elipsis. Vemos él la besa en el cuello, aparentemente ya han culminado. En una escena pionera de reflejo del sexo más tórrido en pantalla, tuvo que ser para el espectador de entonces rompedor el momento. Tras ello vemos una gota de agua deslizándose por un cristal, entiendo que es un espermatozoide. Hay un plano de una ventana por la que se ve una intensa lluvia exterior. Volvemos a los amantes, ella sentada en la cama le pone un cigarro en la boca de él que le acaricia el cabello. Tras ello saltamos a unas ruedas de tren poniéndose en marcha, está el humo de la locomotora y está Andrea que se despide de su amor furtivo en un plano contrapicado muy Eisenstein, con las nubes al fondo marcando el dramatismo emocional del momento. Tras ello un montaje de catenarias de tren pasando a toda prisa contra el cielo nuboso. Tras ello George está duchándose, se seca, se sienta en la cama y se pone un cigarro encendido en la boca y fuera de plano aparece una mano que se lo quita de la boca. Hay un corte y vemos el rostro melancólico de Andrea tras una ventana. No ha pasado ni 20 minutos y la cinta ya ha dejado huella por su garra emocional en delinear con cincel pétreo a los personajes. Ella una joven pura marcada por ese primer amor, y él un Don juan viajero con amantes aquí y allí.

 

Hay una deconstrucción políticamente incorrecta de instituciones ‘sagradas’, desde la familia, donde el padre de ella es tan ingenuo de dejar a su virginal hija con un desconocido mientras él va al trabajo, se adentra en los embarazos fuera del matrimonio, muestra un abuso sexual, hay un matrimonio por inercia, donde no se muestra amor, y se expone a la mujer como una promiscua (hay dos mujeres en la película y ambas son infieles a sus maridos), y hay una muestra de esposos bobalicones y necios (uno de ellos no se da cuenta de que ha emitido al lobo en el gallinero).Es una representación hedonista y decadente de los amores, que parecen solo son posibles con pasión cuando son clandestinos.

 

Hay otros momentos primorosos en el juego de metáforas que bajo lo que se ve dicen otra cosa. Ejemplo de esto es la partida de ajedrez entre el marido de Andrea y George, con ella junto a su esposo, pero deseando que gane el ‘amante’, varios minutos de tensión, donde lo importante es el sutil juego de miradas, de como ella ayuda escondidas a George, hasta que no aguanta y hace por coger con sus manos piezas para que no pierda George, cual si el ajedrez fuese una competición de hombría.

 

La historia en si resulta algo empalagosa en su reflejo de amores fatales, creando una telaraña de amantes e infidelidades que solo pueden acabar pasiones descontroladas. Para ello entra en acción una sub trama con Gilda (Charlotte Susa) como una libertina amante de George, esta casada con un celoso tipo, Hilbert (Theodor Pistek) que descubre el engaño. Esto deriva en un tenso tramo en el rush final, con el amante aparentemente descubierto, donde una polvera desencadena el drama final.

 

La cinematografía de Václav Vích resulta un protagonista más en su poder de transmitir emociones, una cámara como no recuerdo en el cine mudo, muy ´ágil, fluida, con mucho subjetivo, aparentes tomas a mano, travellings, con secuencias de la naturaleza como reflejo de alegorías, con primeros planos de objetos y manos para expresar tensión dramática, pero sobre todo esos trémulos juegos de miradas.

 

Andrea interpretada por Ita Rina, ex Miss Eslovenia de 1926, cuyo puente de la nariz parece unirse a su rostro en algún lugar en medio de su frente, dándole un perfil dramático. Posee unos enormes ojos que seducen que otorgan un semblante magnético. Tiene una actuación prodigiosa en su expresividad estremecedora, sublime en las escenas de sexo, su faz es de los que recuerdas en su exhibición del orgasmo, con ese sutil arqueo de espalda, esto duplicado en la secuencia que da a luz, como si placer y dolor fueran lo mismo. En 1931 Ita se convirtió del catolicismo a la ortodoxia serbia para casarse, y su nombre pasó a ser Tamara Đorđević. El mismo año recibió una oferta de Hollywood que su nuevo marido vetó; aunque ella continuó actuando en películas checas); Olaf Fjord como el mujeriego George cumple con creces, sin histrionismo, pero diciendo mucho con su lenguaje gestual y de mirada, sin ser una caricatura de malvado. Aunque maquillado de modo grotesco con los cánones de hoy día, con labios y ojos pintados para remarcar su expresividad; Theodor Pištěk como Hilbert, expone gran fuerza dramática en su sufriente actuación; Luigi Serventi como Jan, el esposo sin pasión, más bien de conveniencia acomodaticia, un manso que incluso se da cuenta de una potencial infidelidad de ella y se comporta de modo flemático con ella, me cruje su aséptica personalidad; Charlotte Susa tiene poca cancha, aun así deja sello de libidinosa calurosa; Karel Schleichert como el padre de Andrea, el guardián del paso a nivel. Desconcertante como nos lo muestran en el tramo inicial con pendencias con los compañeros de curro por su hija, pero de esto se olvida la película de modo grosero. Por otro lado, notable el actor derrochando carácter.

 

Una de las peculiaridades de la narración muda es la importancia que se da a los objetos, como una botella de whisky, un mechero, un frasco de perfume (Erotikon), un cigarro, un piano, una llave, una carta, una polvera, etc.  

 

Spoiler:

 

El final el cuento moral queda en que el mujeriego George obtiene una muerte por bala de uno de los ‘cornudo’, Hilbert, este cree tiene a su esposa escondida en le dormitorio, cuando en realidad es Andrea. Escena esta rodado con gran pulso dramático, con tensión con misterio, con punch en su edición enérgica. Andrea termina huyendo ante el jaleo, para ‘hipócritamente’ volver a caer en los brazos (acomodados) de dejan, no sin antes quemar la carta donde exponía que huía con George. Al final el cuento moral salva a las mujeres, pues Andrea retorna con la vida fácil de su esposo y Gilda probablemente se quede con la ‘fortuna’ de Hilbert que o entrará bastante tiempo en prisión o será condenado a muerte.

 

Gustav Machatý se fue a Hollywood, pero sin disfrutar de un éxito comparable: cuatro contribuciones no acreditadas a grandes producciones como The Good Earth fueron seguidas por un descenso al departamento de cortometrajes y luego a películas de serie B. Aun así, eso lo sacó de Checoslovaquia durante la guerra, por lo que puede haberle salvado la vida. Al regresar a Europa, logró un largometraje más, diez años después, en 1955, y trabajó como profesor en una escuela de cine alemana. Sin duda, merece ser recordado por sus dos famosas y cinematográficamente sofisticadas exploraciones del amor y el sexo, pero no puedo evitar preguntarme cómo serán sus otras películas.

 

Melodrama a reivindicar en electrizante modernidad, aunque con un débil relato, si es potente en su filmación y, y sobre todo en como expone el sexo. Gloria Ucrania!!!

 

PD. Las escenas exteriores se rodaron en Praga y Karlovy Vary.

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