EROTIKON
Turbador melodrama mudo checoslovaco,
que con una valentía asombrosa muestra secuencias de una fuerza erótica nunca
vistas hasta entonces, ello con un poderío sensual incisivo gracias a las alegorías
visuales, ello ensamblado orgánicamente para un relato de pasiones desbordadas.
En 1993 se descubrió una frágil copia en nitrato de la última película muda de
Machaty (ex pianista de cine), “Erotikon”, restaurada minuciosamente. Dirige en
su tercer largo Gustav Machatý (último mudo) adaptando el guión de Vítězslav
Nezval, al igual que su famoso “Extase” en 1933 (lanzó la carrera internacional
de Hedy Lamarr al exponer sus encantos desnudos) ganó fama internacional por su
escena de desnudo, aunque en la versión que he visto no aparece. Machatý y su
DP Václav Vích crean una sinfonía de simbolismos de calado apoyándose en una
labor prodigiosa de edición, que ha sido tildada por su vigor expresionista con
los montajes soviéticos, que proyecta una sensación inmersiva en sensaciones de
lujuria desbordante, con superposiciones y yuxtaposiciones (gotas de agua
deslizándose húmedamente por cristales empapados, locomotoras de vapor avanzando
a toda mecha, …), para provocar el fotograma oculto en el subconsciente del espectador.
Una narración sin sorpresas, se la puede tildar de previsible, de frágil
historia, en un relato sobre deseos, lujuria, amores núbiles, celos, embarazos
no deseados, adulterios, traición, y ansias de redención. "Erotikon"
del título encaja con tema general de la pasión, solo aparece en la película en
etiqueta de frasco de perfume el desconocido da a Andrea, primer paso en su
seducción.
Al comienzo de la
película, George Sidney (Olaf Fjord) corre para alcanzar un tren. Lo pierde y
termina en la puerta del jefe de estación, Ihr Vater (Karel Schleichert). Lo
admiten a regañadientes. Su baúl está cubierto de pegatinas de todo el mundo.
Parece ser un hombre rico y de buen gusto. Soborna al jefe de estación con una
botella de whisky y un encendedor de plata para pasar la noche. El jefe de
estación llama a su hija, Andrea (Ita Rina), para que prepare la sala de invitados.
Las chispas saltan entre George y Andrea. El jefe de estación se va a trabajar
en los patios y los dos jóvenes se quedan solos en la casa.
El juego de atracción
sexual hasta llegar al clímax, ello sin mostrar desnudez o caricias en partes
erógenas, todo un neurálgico juego de insinuaciones: Durante una torrencial
tormenta. Hay ese primer plano punzante de los ojos de Andrea que ya seducen al
‘invitado’. Está el juego sexual sobre como George quiere aplicar con sus dedos
unas gotas de perfume en el cuello de ella, Andrea se resiste y termina quedándose
el frasco regalado por él. Arrolladora
representación de la sexualidad, con foco en la femenina. Andrea se va a la
cama no sin antes mojarse los dedos en Erotikon, y puede esto tenga efectos
afrodisiacos. Pues se sume en sueños calientes, la cámara acoge la parte
superior de su cuerpo, el cuello y brazos sensualmente dilatados sobre su
cabeza, sus rodillas desabrigas prevalecen debajo de las cubiertas. Por la mañana
se levanta ella con su bata para contestar el teléfono y George mira sonriendo
sus rodillas que poya en una silla distraídamente. Tras lo que hay un juego de miradas
pícaras entre ellos, algo se dicen. Hasta que él decide coger su dedo en el que
ella se ha puesto ‘Erotikon’, ella se deja y él lo besa y chupa, la cámara
muestra en ardiente primer plano como ella se excita con sus ojos cerrados dejándose
ir. Él le coge la cabeza sensualmente con sus dedos entre sus cabellos, la
aprieta y besa apasionadamente. El objetivo se deleitas en planos subjetivos
extasiados de ambos, ella ya tumbada en la cama lamiéndose un dedo, hay una
edición maravillosamente fragmentada, con imágenes en subjetivo cimbrando la
habitación por la mirada. Ella le coge de los cabellos hacia ella (en lo que puede
parecer un cunnilingus). Hay un fundido en elipsis. Vemos él la besa en el
cuello, aparentemente ya han culminado. En una escena pionera de reflejo del
sexo más tórrido en pantalla, tuvo que ser para el espectador de entonces rompedor
el momento. Tras ello vemos una gota de agua deslizándose por un cristal,
entiendo que es un espermatozoide. Hay un plano de una ventana por la que se ve
una intensa lluvia exterior. Volvemos a los amantes, ella sentada en la cama le
pone un cigarro en la boca de él que le acaricia el cabello. Tras ello saltamos
a unas ruedas de tren poniéndose en marcha, está el humo de la locomotora y
está Andrea que se despide de su amor furtivo en un plano contrapicado muy Eisenstein,
con las nubes al fondo marcando el dramatismo emocional del momento. Tras ello
un montaje de catenarias de tren pasando a toda prisa contra el cielo nuboso.
Tras ello George está duchándose, se seca, se sienta en la cama y se pone un
cigarro encendido en la boca y fuera de plano aparece una mano que se lo quita
de la boca. Hay un corte y vemos el rostro melancólico de Andrea tras una
ventana. No ha pasado ni 20 minutos y la cinta ya ha dejado huella por su garra
emocional en delinear con cincel pétreo a los personajes. Ella una joven pura
marcada por ese primer amor, y él un Don juan viajero con amantes aquí y allí.
Hay una deconstrucción políticamente
incorrecta de instituciones ‘sagradas’, desde la familia, donde el padre de
ella es tan ingenuo de dejar a su virginal hija con un desconocido mientras él
va al trabajo, se adentra en los embarazos fuera del matrimonio, muestra un
abuso sexual, hay un matrimonio por inercia, donde no se muestra amor, y se
expone a la mujer como una promiscua (hay dos mujeres en la película y ambas
son infieles a sus maridos), y hay una muestra de esposos bobalicones y necios (uno
de ellos no se da cuenta de que ha emitido al lobo en el gallinero).Es una
representación hedonista y decadente de los amores, que parecen solo son posibles
con pasión cuando son clandestinos.
Hay otros momentos
primorosos en el juego de metáforas que bajo lo que se ve dicen otra cosa.
Ejemplo de esto es la partida de ajedrez entre el marido de Andrea y George,
con ella junto a su esposo, pero deseando que gane el ‘amante’, varios minutos
de tensión, donde lo importante es el sutil juego de miradas, de como ella
ayuda escondidas a George, hasta que no aguanta y hace por coger con sus manos
piezas para que no pierda George, cual si el ajedrez fuese una competición de
hombría.
La historia en si
resulta algo empalagosa en su reflejo de amores fatales, creando una telaraña
de amantes e infidelidades que solo pueden acabar pasiones descontroladas. Para
ello entra en acción una sub trama con Gilda (Charlotte Susa) como una
libertina amante de George, esta casada con un celoso tipo, Hilbert (Theodor
Pistek) que descubre el engaño. Esto deriva en un tenso tramo en el rush final,
con el amante aparentemente descubierto, donde una polvera desencadena el drama
final.
La cinematografía de Václav
Vích resulta un protagonista más en su poder de transmitir emociones, una cámara
como no recuerdo en el cine mudo, muy ´ágil, fluida, con mucho subjetivo, aparentes
tomas a mano, travellings, con secuencias de la naturaleza como reflejo de alegorías,
con primeros planos de objetos y manos para expresar tensión dramática, pero
sobre todo esos trémulos juegos de miradas.
Andrea interpretada por
Ita Rina, ex Miss Eslovenia de 1926, cuyo puente de la nariz parece unirse a su
rostro en algún lugar en medio de su frente, dándole un perfil dramático. Posee
unos enormes ojos que seducen que otorgan un semblante magnético. Tiene una actuación
prodigiosa en su expresividad estremecedora, sublime en las escenas de sexo, su
faz es de los que recuerdas en su exhibición del orgasmo, con ese sutil arqueo
de espalda, esto duplicado en la secuencia que da a luz, como si placer y dolor
fueran lo mismo. En 1931 Ita se convirtió del catolicismo a la ortodoxia serbia
para casarse, y su nombre pasó a ser Tamara Đorđević. El mismo año recibió una
oferta de Hollywood que su nuevo marido vetó; aunque ella continuó actuando en
películas checas); Olaf Fjord como el mujeriego George cumple con creces, sin
histrionismo, pero diciendo mucho con su lenguaje gestual y de mirada, sin ser una
caricatura de malvado. Aunque maquillado de modo grotesco con los cánones de
hoy día, con labios y ojos pintados para remarcar su expresividad; Theodor
Pištěk como Hilbert, expone gran fuerza dramática en su sufriente actuación; Luigi
Serventi como Jan, el esposo sin pasión, más bien de conveniencia acomodaticia,
un manso que incluso se da cuenta de una potencial infidelidad de ella y se comporta
de modo flemático con ella, me cruje su aséptica personalidad; Charlotte Susa
tiene poca cancha, aun así deja sello de libidinosa calurosa; Karel Schleichert
como el padre de Andrea, el guardián del paso a nivel. Desconcertante como nos
lo muestran en el tramo inicial con pendencias con los compañeros de curro por
su hija, pero de esto se olvida la película de modo grosero. Por otro lado, notable
el actor derrochando carácter.
Una de las
peculiaridades de la narración muda es la importancia que se da a los objetos,
como una botella de whisky, un mechero, un frasco de perfume (Erotikon), un cigarro,
un piano, una llave, una carta, una polvera, etc.
Spoiler:
El final el cuento moral
queda en que el mujeriego George obtiene una muerte por bala de uno de los ‘cornudo’,
Hilbert, este cree tiene a su esposa escondida en le dormitorio, cuando en
realidad es Andrea. Escena esta rodado con gran pulso dramático, con tensión
con misterio, con punch en su edición enérgica. Andrea termina huyendo ante el
jaleo, para ‘hipócritamente’ volver a caer en los brazos (acomodados) de dejan,
no sin antes quemar la carta donde exponía que huía con George. Al final el
cuento moral salva a las mujeres, pues Andrea retorna con la vida fácil de su
esposo y Gilda probablemente se quede con la ‘fortuna’ de Hilbert que o entrará
bastante tiempo en prisión o será condenado a muerte.
Gustav Machatý se fue a
Hollywood, pero sin disfrutar de un éxito comparable: cuatro contribuciones no
acreditadas a grandes producciones como The Good Earth fueron seguidas por un
descenso al departamento de cortometrajes y luego a películas de serie B. Aun
así, eso lo sacó de Checoslovaquia durante la guerra, por lo que puede haberle
salvado la vida. Al regresar a Europa, logró un largometraje más, diez años
después, en 1955, y trabajó como profesor en una escuela de cine alemana. Sin
duda, merece ser recordado por sus dos famosas y cinematográficamente
sofisticadas exploraciones del amor y el sexo, pero no puedo evitar preguntarme
cómo serán sus otras películas.
Melodrama a reivindicar
en electrizante modernidad, aunque con un débil relato, si es potente en su
filmación y, y sobre todo en como expone el sexo. Gloria Ucrania!!!
PD. Las escenas
exteriores se rodaron en Praga y Karlovy Vary.
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