DIES IRAE.
Gracias al Dios del cine
por siempre estar dispuesto a regalarme descubrimientos tan gloriosos y divinos
como es ver por primera vez este drama poderoso en generar emociones y
sentimientos a flor de piel. Dentro de mi cinefilia he subsanado este agujero
que tenía con no haber visto esta alabada (y con justica) película dirigida con
solidez pétrea por el maestro danés Carl Theodore Dreyer, adaptación de la obra
de teatro “Anne Pedersdotter” de 1909 de Hans Wiers-Jenssen, basada en un caso
noruego del siglo XVI. La película cuenta la historia de una joven que se ve
obligada a casarse con un pastor anciano después de que su difunta madre fuera
acusada de brujería, y ella termina enamorándose del hijo del pastor,
protagonizada con brillantez por Lisbeth Movin, Thorkild Roose y Preben
Lerdorff Rye.
Era la primera película
de CTD desde “Vampyr” en 1932, había pasado los once años anteriores trabajando
como periodista e intentando sin éxito lanzar proyectos cinematográficos como
una adaptación de Madame Bovary, un documental sobre África y una película
sobre María Estuardo. Curiosamente esta cinta se produjo durante la ocupación
nazi de Dinamarca, con lo que se entendió que era un canto a la libertad en
contra de los intolerantes hitlerianos, aunque Dreyer negó esto. CDT abandonó
el país para trasladarse a Suecia tras su estreno y pasó el resto de la WWII en
Suecia.
Como es norma en el
director su rimo es sereno, dejando que la atmósfera claustrofóbica te cale,
manejando otros mantras ‘dreyerianos’ como es la crítica al fanatismo religioso
(visto en “La Passion de Jeanne D’Arc” de 1928), se adentra en el martirio, en
lo espiritual, en lo pasional, en la represión sexual, se alaba con lirismo
exacerbado la búsqueda del amor puro y del placer (esas secuencias bucólicas en
el campo y en el rio), se ataca el culto a la castidad (ese desgarrador momento
en que la protagonista pide ‘lascivamente’ a su marido la haga feliz y el
responde que está cansado y va a dormir), se atacan los abusos del poder
reflejados en esta inquisición luterana, es el deseo de la carne frente a la
castrante religión radical, todo ello con epicentro en la mujer, vista como
algo pecaminoso, culpable de haber nacido hembra, y si exponía sus sentimientos
sexuales con libertad era sinónimo de brujería, aunque fuera en connivencia con
un hombre, este se podía escudar en que como era mujer, podía ser una bruja y
por tanto caer bajo su ‘maléfico’ impulso de carne, con lo que la protagonista
aquí podría ser vista como una mujer símbolo del feminismo que buscaba romper
el corsé de esta sociedad rendida al heteropatriarcado (esto si lo era y no lo
de ahora), sociedad que una de sus piedras angulares era la negación del
cuerpo´.
Todo ello en un ritmo
elegante, dejando que las situaciones te empapen, con austeridad de medios,
pero con un CTD perfeccionista en su manejo de las escenas. Gracias a una cinematografía
en glorioso b/n de Karl Andersson (“Peter Andersen”), de una beldad superlativa
como maneja los tonos de forma sublime, desde ese juicio expresionista a la
anciana ‘bruja’ con esa sala de techos apuntalados cual estacasen las paredes,
ese manejo de las sombras y los claroscuros en los interiores, esos rayos de
luz deíficos que iluminan a los personajes, ese excelso lirismo en los tramos
pastorales (esos campos soleados, ese rio ondulante con la barca flotando entre
la vegetación fluvial) de los amantes que desprenden carácter pictórico
fascinante, influida la fotografía por pintores como Vermeer, Van Dyck,
Rembrandt o Brueghel, dotando de una luz prodigiosa algunas escenas elevando
las emociones, evocando el tiempo y lar, con primero planos que sonsacan lo
mejor de los exacerbados sentimientos que flotan en el ambiente. Aportando
niveles de terror tan exacerbados como la secuencia de la tortura o sobre todo
la neurálgica de la quema de la ‘bruja’. Con profundidades campo que exaltan
los vacíos de adornos en las casas a modo de ese puritanismo enfermizo huero de
contenido, fondos blancos virginales que contrastan con los trajes de los
pastores negros ; Ello adornado por una banda sonora enervadora compuesta por
Poul Schierbeck (“Ordet”), sonidos ominosos que causan nerviosismo, pero sobre
todo por ese coro de niños que canta durante la hoguera de la ‘bruja’ que
entona una turbadora melodía del francés Hector Berlioz, que te pone hace
remover. Y por supuesto en este sentido reseñar sonidos habituales de relojes
que marcan la lentitud del ritmo y tiempo de películas de Dreyer.
En un pueblo danés en
1623, una anciana conocida como Marte de Herlof (Anna Svierkier) es acusada de
brujería. Anne (Lisbeth Movin), una mujer joven, está casada con el anciano
pastor local, Absalon Pedersson (Thorkild Roose), que está involucrado en los
juicios de brujas, y viven en una casa compartida con su estricta y dominante
madre Meret. Meret no aprueba a Anne, que es mucho más joven que su esposo,
teniendo aproximadamente la misma edad que el hijo de su primer matrimonio.
Anne le da refugio a Marte de Herlof, pero Marte pronto es descubierta en la
casa, aunque se presume que se escondió allí sin ayuda. Marte de Herlof sabe
que la madre de Anne, ya muerta en el momento de los hechos representados,
también había sido acusada de brujería y se había salvado gracias a la
intervención de Absalon, que tenía como objetivo casarse con la joven Anne.
Así, Marte de Herlof informa a Anne del poder de su madre sobre la vida y la
muerte de las personas y se intriga por el asunto. El hijo de Absalón Martin
(Preben Lerdorff Rye), de su primer matrimonio, Martín, regresa a casa desde el
extranjero y él y Anne se sienten inmediatamente atraídos el uno por el otro.
Ella no ama a su marido y piensa que él no la ama. Bajo tortura, Marte (Herlof)
confiesa su brujería, definida entre otras pruebas como desear la muerte de
otras personas. Amenaza con delatar a Anne si Absalón no la rescata de un
veredicto de culpabilidad, rogándole que la salve como salvó a la madre de
Anne. Marte, después de suplicarle a Absalón por segunda vez, no traiciona su
secreto y es ejecutado en la hoguera ante los ojos de los aldeanos. Absalón se
siente culpable por haber salvado a la madre de Anne, pero deja que Marte arda.
Anne y Martín, cada vez más cercanos clandestinamente, parecen haber cambiado
en los últimos días, lo que alimenta la sospecha de Meret sobre el carácter de
Anne. Se oye a Anne reír en compañía de Martín por su marido, algo que no ha
ocurrido durante el tiempo que han estado juntos. Absalón se arrepiente de
haberse casado con Ana sin tener en cuenta sus sentimientos y verdaderas
intenciones, y se lo dice, pidiendo disculpas por haberle robado su juventud y
su felicidad.
Dreyer con cincel rocoso
talla en el film como en este tiempo cualquier cosa que se saliera de la norma de
la puritana iglesia era acusado de hereje y brujería. Muestra una sociedad cerrada,
donde primaba el machismo más cruento, ese que podía hacer que una mujer por
miedo a ser quemada por bruja ofreciera a su hija al ‘juez’ para hiciera la
vista gorda, y con ello perpetuara la espiral de sufrimiento femenino, ahora la
hija condenada a estar casada con alguien que no ama, y que seguramente
detestará. Esa sociedad que hacía que una mujer entrara en el sistema
inquisidor calvinista de justicia kafkiana, donde nada vale para salir de la
acusación. Una anciana acusada de brujería solo por administrar ungüentos
medicinales, ese es su crimen, termina admitiendo es una bruja, pero solo lo
hace para la dejen de torturar, alguien podría decir ser Julio Cesar cuando lo
exponen a sufrimiento extremo, pero a estos ‘interrogadores’ les daba igual con
tal de que dijera lo que ellos querían oír, nauseabundo. Todo en un suave
ritmo, pero desbordante en intensidad emocional, para desembocar en rush final
cortante, delos que te hace un nudo en la garganta por lo mucho que transmite,
Sublime (spoiler).
Thorkild Roose está
soberbio en su rol de pastor que sabe de sus defectos humanos, se nota teniendo
una lucha interior entre lo que desea y lo que su pacata fe le pide, tiene
incendiarios ententes con Marte, la acusada de brujería, ser tan cerril en sus
creencias fundamentalistas que cree más importante salvar el alma de la anciana
que su vida. El actor hace transpirar a su rol el dolor de saber que está entre
dos aguas, parece una buena persona, pero en su patio trasero tiene muertos en
modo debilidades, como haber ‘comprado’ a su esposa por chantaje, esto se nota
lo carcome reflejado en su agrio rostro; Lisbeth Movin está maravillosa como
una mujer que intenta ser libre de las ataduras impuestas por una sociedad
atávica en su fundamentalismo, presa de un matrimonio de conveniencia, su
rostro bello trasluce sufrimiento con su marido, y una tremenda alegría carnal
con el hijo de este, excelente actuación cargada de sentimientos encontrados,
con un duelo ardiente con el marido donde ella escupe el fuego que maceraba
desde mucho en su interior, que no es que sea mala, es que es rehén de una vida
que ella no ha escogido, dada a un tipo mayor para que se acueste con él,
siempre con el paraguas ‘legal’ de haber pasado `por la Iglesia (puaj!”) Una
mujer con una fuerte personalidad, ejemplo de mujer combativa que lucha por sus
sentimientos, tiene una gran química con Preben, y ya estremecedora en la
escena final, te pone la piel de gallina, Magna; Preben Lerdorff Rye está muy
bien como el objeto de deseo de Anne, demuestra ser un tipo acomplejado y
débil, quizás ella solo se enamora de él porque es lo que más cerca y joven
tiene de ella, él se nota combatiendo con sus contrariedades, bueno; Sigrid
Neiiendam como la rígida madre del pastor resulta extraordinaria en su malicia
ultra protectora, ejemplo de cómo algunas madres cree n todas las que s les
acercan a sus retoños son brujas, pavorosa; Anna Svierkier está arrolladora
como la mujer mayor acusada de brujería, una actuación impregnada de una
intensidad cutánea, la única verdaderamente pura de corazón, otro ejemplo de
como la mujer era un ser subyugado en ese tiempo, lo único que desea es vivir, no
tiene miedo ni de Dios ni del diablo, gran víctima de la crueldad ignorante de
ese tiempo, su humanidad traspasa la pantalla en medio de las torturas o cuando
está en el ‘teatro’ de su ejecución , trémulos sentimientos produce, una espléndida
roba escenas.
Spoiler:
Anne: -Tómame! Hazme
feliz!
Absolon: Ahora no, tengo
mucho que hablar con Dios.
Marte: -Ni me asusta el
infierno ni el cielo!!! Yo lo que no quiero es morir"
‘Mientras Anne Martin se
dejan llevar en su bote por el lírico rio, parecieran flotar sobre una nube de
placidez, Anne aprecia un sauce que se columpia hacia el agua. Anne dice que el
sauce trata de alcanzar su reflejo, del cual no puede soportar separarse.
Martin, cargado de culpa, no está tan seguro; cree que el árbol está llorando
por los dos, han pecado tan gravemente y pronto serán castigados.’
Rush final: Una violenta
tormenta estalla mientras Absalón está visitando a un joven feligrés moribundo,
Laurentius. Marte de Herlof lo había maldecido durante su interrogatorio y ella
predijo una muerte inminente. Mientras tanto, Anne y Martin están discutiendo
sobre el futuro, y ella se ve obligada a admitir que desea la muerte de su
esposo, pero solo como un "si" en lugar de que suceda realmente. En
ese momento, Absalón, de camino a casa, siente "como si la muerte misma
tocara el suelo". Al regreso de Absalón, Anne le confiesa su amor por
Martin a su esposo y le dice que desea su muerte. Él se derrumba y muere,
llamando a Martin. Anne grita. A la mañana siguiente, Martin está abrumado por
sus propias dudas. Anne declara que no tuvo nada que ver con la muerte de su padre,
que ve como una ayuda providencial de arriba para liberarla de su miseria
actual y su matrimonio infeliz. En el funeral de Absalón, Anne es denunciada
por Meret, su suegra, como una bruja. En un principio, Anne niega la acusación,
pero cuando Martin se pone del lado de su abuela, se enfrenta a la pérdida de
su amor y confianza, su mundo y siobre todo el que se había creado con el
futuro con Martin carece de sentido y decide autoinmolarse (no termina de
saberse, Dreyer no se posiciona), si por creer ser una bruja ella realmente, o
por que ya todo le da igual y por ello este ‘suicidio’ que va a cometer.
Entonces Anne sobre el ataúd abierto de su marido confiesa que lo ‘asesinó’
(deseando su muerte) y ‘hechizó’ a su hijo con la ayuda del diablo. Su destino
parece sellado.
Dreyer había visto por
primera vez la obra de Wiers-Jenssen Anne Pedersdotter en 1925 y había querido
adaptarla a la gran pantalla durante varios años. Se diferencia ligeramente de
la obra original, como en la escena en la que Anne y Martin se conocen y se
besan por primera vez. En la obra de Wiers-Jenssen son vacilantes y tímidos,
mientras en la película de Dreyer son abiertamente sexuales.
En la escena que el
personaje de Anna Svierkier es quemado en la hoguera. Para representarlo,
Svierkier fue atada a una escalera de madera y Dreyer la dejó allí mientras el
resto del elenco y el equipo fueron a almorzar, a pesar de las objeciones de
Preben Lerdorff Rye y Thorkild Roose . Cuando regresaron, Svierkier estaba
transpirando profusamente, lo que es visible en la película.
Maravilloso
descubrimiento este film. Gloria Ucrania
PD. La música que el
coro de niños canta en el momento en que la bruja es quemada en la hoguera, fue
posteriormente adaptada por Wendy Carlos para el inicio de The Shinning (El
Resplandor, 1980).
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