lunes, 24 de marzo de 2025

 


DIES IRAE.

 

Gracias al Dios del cine por siempre estar dispuesto a regalarme descubrimientos tan gloriosos y divinos como es ver por primera vez este drama poderoso en generar emociones y sentimientos a flor de piel. Dentro de mi cinefilia he subsanado este agujero que tenía con no haber visto esta alabada (y con justica) película dirigida con solidez pétrea por el maestro danés Carl Theodore Dreyer, adaptación de la obra de teatro “Anne Pedersdotter” de 1909 de Hans Wiers-Jenssen, basada en un caso noruego del siglo XVI. La película cuenta la historia de una joven que se ve obligada a casarse con un pastor anciano después de que su difunta madre fuera acusada de brujería, y ella termina enamorándose del hijo del pastor, protagonizada con brillantez por Lisbeth Movin, Thorkild Roose y Preben Lerdorff Rye.

 

Era la primera película de CTD desde “Vampyr” en 1932, había pasado los once años anteriores trabajando como periodista e intentando sin éxito lanzar proyectos cinematográficos como una adaptación de Madame Bovary, un documental sobre África y una película sobre María Estuardo. Curiosamente esta cinta se produjo durante la ocupación nazi de Dinamarca, con lo que se entendió que era un canto a la libertad en contra de los intolerantes hitlerianos, aunque Dreyer negó esto. CDT abandonó el país para trasladarse a Suecia tras su estreno y pasó el resto de la WWII en Suecia.

 

Como es norma en el director su rimo es sereno, dejando que la atmósfera claustrofóbica te cale, manejando otros mantras ‘dreyerianos’ como es la crítica al fanatismo religioso (visto en “La Passion de Jeanne D’Arc” de 1928), se adentra en el martirio, en lo espiritual, en lo pasional, en la represión sexual, se alaba con lirismo exacerbado la búsqueda del amor puro y del placer (esas secuencias bucólicas en el campo y en el rio), se ataca el culto a la castidad (ese desgarrador momento en que la protagonista pide ‘lascivamente’ a su marido la haga feliz y el responde que está cansado y va a dormir), se atacan los abusos del poder reflejados en esta inquisición luterana, es el deseo de la carne frente a la castrante religión radical, todo ello con epicentro en la mujer, vista como algo pecaminoso, culpable de haber nacido hembra, y si exponía sus sentimientos sexuales con libertad era sinónimo de brujería, aunque fuera en connivencia con un hombre, este se podía escudar en que como era mujer, podía ser una bruja y por tanto caer bajo su ‘maléfico’ impulso de carne, con lo que la protagonista aquí podría ser vista como una mujer símbolo del feminismo que buscaba romper el corsé de esta sociedad rendida al heteropatriarcado (esto si lo era y no lo de ahora), sociedad que una de sus piedras angulares era la negación del cuerpo´.

 

Todo ello en un ritmo elegante, dejando que las situaciones te empapen, con austeridad de medios, pero con un CTD perfeccionista en su manejo de las escenas. Gracias a una cinematografía en glorioso b/n de Karl Andersson (“Peter Andersen”), de una beldad superlativa como maneja los tonos de forma sublime, desde ese juicio expresionista a la anciana ‘bruja’ con esa sala de techos apuntalados cual estacasen las paredes, ese manejo de las sombras y los claroscuros en los interiores, esos rayos de luz deíficos que iluminan a los personajes, ese excelso lirismo en los tramos pastorales (esos campos soleados, ese rio ondulante con la barca flotando entre la vegetación fluvial) de los amantes que desprenden carácter pictórico fascinante, influida la fotografía por pintores como Vermeer, Van Dyck, Rembrandt o Brueghel, dotando de una luz prodigiosa algunas escenas elevando las emociones, evocando el tiempo y lar, con primero planos que sonsacan lo mejor de los exacerbados sentimientos que flotan en el ambiente. Aportando niveles de terror tan exacerbados como la secuencia de la tortura o sobre todo la neurálgica de la quema de la ‘bruja’. Con profundidades campo que exaltan los vacíos de adornos en las casas a modo de ese puritanismo enfermizo huero de contenido, fondos blancos virginales que contrastan con los trajes de los pastores negros ; Ello adornado por una banda sonora enervadora compuesta por Poul Schierbeck (“Ordet”), sonidos ominosos que causan nerviosismo, pero sobre todo por ese coro de niños que canta durante la hoguera de la ‘bruja’ que entona una turbadora melodía del francés Hector Berlioz, que te pone hace remover. Y por supuesto en este sentido reseñar sonidos habituales de relojes que marcan la lentitud del ritmo y tiempo de películas de Dreyer.

 

En un pueblo danés en 1623, una anciana conocida como Marte de Herlof (Anna Svierkier) es acusada de brujería. Anne (Lisbeth Movin), una mujer joven, está casada con el anciano pastor local, Absalon Pedersson (Thorkild Roose), que está involucrado en los juicios de brujas, y viven en una casa compartida con su estricta y dominante madre Meret. Meret no aprueba a Anne, que es mucho más joven que su esposo, teniendo aproximadamente la misma edad que el hijo de su primer matrimonio. Anne le da refugio a Marte de Herlof, pero Marte pronto es descubierta en la casa, aunque se presume que se escondió allí sin ayuda. Marte de Herlof sabe que la madre de Anne, ya muerta en el momento de los hechos representados, también había sido acusada de brujería y se había salvado gracias a la intervención de Absalon, que tenía como objetivo casarse con la joven Anne. Así, Marte de Herlof informa a Anne del poder de su madre sobre la vida y la muerte de las personas y se intriga por el asunto. El hijo de Absalón Martin (Preben Lerdorff Rye), de su primer matrimonio, Martín, regresa a casa desde el extranjero y él y Anne se sienten inmediatamente atraídos el uno por el otro. Ella no ama a su marido y piensa que él no la ama. Bajo tortura, Marte (Herlof) confiesa su brujería, definida entre otras pruebas como desear la muerte de otras personas. Amenaza con delatar a Anne si Absalón no la rescata de un veredicto de culpabilidad, rogándole que la salve como salvó a la madre de Anne. Marte, después de suplicarle a Absalón por segunda vez, no traiciona su secreto y es ejecutado en la hoguera ante los ojos de los aldeanos. Absalón se siente culpable por haber salvado a la madre de Anne, pero deja que Marte arda. Anne y Martín, cada vez más cercanos clandestinamente, parecen haber cambiado en los últimos días, lo que alimenta la sospecha de Meret sobre el carácter de Anne. Se oye a Anne reír en compañía de Martín por su marido, algo que no ha ocurrido durante el tiempo que han estado juntos. Absalón se arrepiente de haberse casado con Ana sin tener en cuenta sus sentimientos y verdaderas intenciones, y se lo dice, pidiendo disculpas por haberle robado su juventud y su felicidad.

 

Dreyer con cincel rocoso talla en el film como en este tiempo cualquier cosa que se saliera de la norma de la puritana iglesia era acusado de hereje y brujería. Muestra una sociedad cerrada, donde primaba el machismo más cruento, ese que podía hacer que una mujer por miedo a ser quemada por bruja ofreciera a su hija al ‘juez’ para hiciera la vista gorda, y con ello perpetuara la espiral de sufrimiento femenino, ahora la hija condenada a estar casada con alguien que no ama, y que seguramente detestará. Esa sociedad que hacía que una mujer entrara en el sistema inquisidor calvinista de justicia kafkiana, donde nada vale para salir de la acusación. Una anciana acusada de brujería solo por administrar ungüentos medicinales, ese es su crimen, termina admitiendo es una bruja, pero solo lo hace para la dejen de torturar, alguien podría decir ser Julio Cesar cuando lo exponen a sufrimiento extremo, pero a estos ‘interrogadores’ les daba igual con tal de que dijera lo que ellos querían oír, nauseabundo. Todo en un suave ritmo, pero desbordante en intensidad emocional, para desembocar en rush final cortante, delos que te hace un nudo en la garganta por lo mucho que transmite, Sublime (spoiler).

 

Thorkild Roose está soberbio en su rol de pastor que sabe de sus defectos humanos, se nota teniendo una lucha interior entre lo que desea y lo que su pacata fe le pide, tiene incendiarios ententes con Marte, la acusada de brujería, ser tan cerril en sus creencias fundamentalistas que cree más importante salvar el alma de la anciana que su vida. El actor hace transpirar a su rol el dolor de saber que está entre dos aguas, parece una buena persona, pero en su patio trasero tiene muertos en modo debilidades, como haber ‘comprado’ a su esposa por chantaje, esto se nota lo carcome reflejado en su agrio rostro; Lisbeth Movin está maravillosa como una mujer que intenta ser libre de las ataduras impuestas por una sociedad atávica en su fundamentalismo, presa de un matrimonio de conveniencia, su rostro bello trasluce sufrimiento con su marido, y una tremenda alegría carnal con el hijo de este, excelente actuación cargada de sentimientos encontrados, con un duelo ardiente con el marido donde ella escupe el fuego que maceraba desde mucho en su interior, que no es que sea mala, es que es rehén de una vida que ella no ha escogido, dada a un tipo mayor para que se acueste con él, siempre con el paraguas ‘legal’ de haber pasado `por la Iglesia (puaj!”) Una mujer con una fuerte personalidad, ejemplo de mujer combativa que lucha por sus sentimientos, tiene una gran química con Preben, y ya estremecedora en la escena final, te pone la piel de gallina, Magna; Preben Lerdorff Rye está muy bien como el objeto de deseo de Anne, demuestra ser un tipo acomplejado y débil, quizás ella solo se enamora de él porque es lo que más cerca y joven tiene de ella, él se nota combatiendo con sus contrariedades, bueno; Sigrid Neiiendam como la rígida madre del pastor resulta extraordinaria en su malicia ultra protectora, ejemplo de cómo algunas madres cree n todas las que s les acercan a sus retoños son brujas, pavorosa; Anna Svierkier está arrolladora como la mujer mayor acusada de brujería, una actuación impregnada de una intensidad cutánea, la única verdaderamente pura de corazón, otro ejemplo de como la mujer era un ser subyugado en ese tiempo, lo único que desea es vivir, no tiene miedo ni de Dios ni del diablo, gran víctima de la crueldad ignorante de ese tiempo, su humanidad traspasa la pantalla en medio de las torturas o cuando está en el ‘teatro’ de su ejecución , trémulos sentimientos produce, una espléndida roba escenas.

 

Spoiler:

 

Anne: -Tómame! Hazme feliz!

Absolon: Ahora no, tengo mucho que hablar con Dios.

 

Marte: -Ni me asusta el infierno ni el cielo!!! Yo lo que no quiero es morir"

 

‘Mientras Anne Martin se dejan llevar en su bote por el lírico rio, parecieran flotar sobre una nube de placidez, Anne aprecia un sauce que se columpia hacia el agua. Anne dice que el sauce trata de alcanzar su reflejo, del cual no puede soportar separarse. Martin, cargado de culpa, no está tan seguro; cree que el árbol está llorando por los dos, han pecado tan gravemente y pronto serán castigados.’

 

Rush final: Una violenta tormenta estalla mientras Absalón está visitando a un joven feligrés moribundo, Laurentius. Marte de Herlof lo había maldecido durante su interrogatorio y ella predijo una muerte inminente. Mientras tanto, Anne y Martin están discutiendo sobre el futuro, y ella se ve obligada a admitir que desea la muerte de su esposo, pero solo como un "si" en lugar de que suceda realmente. En ese momento, Absalón, de camino a casa, siente "como si la muerte misma tocara el suelo". Al regreso de Absalón, Anne le confiesa su amor por Martin a su esposo y le dice que desea su muerte. Él se derrumba y muere, llamando a Martin. Anne grita. A la mañana siguiente, Martin está abrumado por sus propias dudas. Anne declara que no tuvo nada que ver con la muerte de su padre, que ve como una ayuda providencial de arriba para liberarla de su miseria actual y su matrimonio infeliz. En el funeral de Absalón, Anne es denunciada por Meret, su suegra, como una bruja. En un principio, Anne niega la acusación, pero cuando Martin se pone del lado de su abuela, se enfrenta a la pérdida de su amor y confianza, su mundo y siobre todo el que se había creado con el futuro con Martin carece de sentido y decide autoinmolarse (no termina de saberse, Dreyer no se posiciona), si por creer ser una bruja ella realmente, o por que ya todo le da igual y por ello este ‘suicidio’ que va a cometer. Entonces Anne sobre el ataúd abierto de su marido confiesa que lo ‘asesinó’ (deseando su muerte) y ‘hechizó’ a su hijo con la ayuda del diablo. Su destino parece sellado.

 

Dreyer había visto por primera vez la obra de Wiers-Jenssen Anne Pedersdotter en 1925 y había querido adaptarla a la gran pantalla durante varios años. Se diferencia ligeramente de la obra original, como en la escena en la que Anne y Martin se conocen y se besan por primera vez. En la obra de Wiers-Jenssen son vacilantes y tímidos, mientras en la película de Dreyer son abiertamente sexuales.

 

En la escena que el personaje de Anna Svierkier es quemado en la hoguera. Para representarlo, Svierkier fue atada a una escalera de madera y Dreyer la dejó allí mientras el resto del elenco y el equipo fueron a almorzar, a pesar de las objeciones de Preben Lerdorff Rye y Thorkild Roose . Cuando regresaron, Svierkier estaba transpirando profusamente, lo que es visible en la película.

 

Maravilloso descubrimiento este film. Gloria Ucrania

 

PD. La música que el coro de niños canta en el momento en que la bruja es quemada en la hoguera, fue posteriormente adaptada por Wendy Carlos para el inicio de The Shinning (El Resplandor, 1980).

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