LA PALABRA
Notable
drama sueco dirigido por Gustaf Molander, basada en la obra de teatro homónima
de 1925 de Kaj Munk, que tiene el hándicap de vivir a la sombra de la Obra
Maestra danesa basada en la misma obra dirigida por Carl Theodore Dreyer, paradójicamente
se realizó 12 años después, pero que su arrolladora calidad ha opacado a esta
vigorosa versión primigenia. Tratando el guion (y también actor, que se guarda
aquí el rol de Johannes) Rune Lindström los mismos temas, con un desarrollo muy
similar, aunque aquí se añade la intrahistoria de porque Johannes llegó a
‘transformarse’ de modo místico, aunque extrañamente el explicarlo perjudica al
misterio que si sabe dar Dreyer sin contarnos el porqué de su carácter de
profeta moderno. Las comparaciones son odiosas, pero en este caso son
inevitables. Si intentamos obviar la de 1955, obtenemos una historia que da
algún trompicón narrativo en la primera parte, abordando el trágico romance de
Johannes, y es que esto se siente poco orgánico con el resto, algo forzado.
También la forma de filmar en este primer tramo descoloca un poco en sus modos
pretendidamente modernos, anulando lo críptico de Johannes, para que pasemos un
tramo con él en la ciudad. Pero (reitero) en la comparación posee menos magia,
el choque entre las dos visiones del cristianismo me queda algo más de trazo
grueso. Y el rush final, siendo incisivo, tiene menos fuerza que la de Dreyer.
Y es que esta sin la posterior se vería de un modo distinto a como se hace con
esta mente. Tiene la espiritualidad, garra, actuaciones brillantes, sobre todo
del gran Victor Sjöström como el patriarca Borgen. Tratando temas universales
sobre la crisis de fe, el dolor de la pérdida, el fanatismo religioso, la
redención, en realidad sobre el sentido de la vida. Hay debate entre fe y
razón, entre ciencia y existencialismo, sobre el poder de los deseos, sobre el
poder de la oración, sobre la fina línea que separa la demencia del misticismo. Sobre si es el sacrificio lo que mueve a las
personas, es la fe pura, es la bondad, o es que la fe debe estar por lo alto de
prefabricadas religiones, oda en contra de la intolerancia y la falta de fe, se
nos llena la boca de tenerla, pero son escogidos los que de verdad la posee, a
veces se les llama locos.
Tiene un inicio
cautivador, con una imagen del cielo nublado, sobre este plano oímos un párrafo
bíblico: ‘En el principio era la palabra, y la palabra estaba en Dios, y la palabra
era Dios. Y la palabra se hizo carne…’. Sobre estas palabras pasamos a un
hermoso horizonte surcado por unos granjeros a caballo en contrapicado, tras
ello el mar rompiendo en olas contra rocas, luego un cielo que se va cerrando
en nubes negras. Y cambiamos a una imagen pastoral con matorrales donde crece
en medio una flor que recoge una mujer, que se levanta y alegre al ver algo la
vemos llamar con su mano, son los granjeros entre los que está su esposo. Un
hermoso y poético inicio que cala
Relato sereno, que
aborda el conflicto de una familia ferviente católica que con el patriarca
Morten (Sjöström) ven la religión con alegría, y que cuando un hijo, Anders (Stig
Olin), se enamora de una joven, Kristina (Gunn Wållgren) perteneciente a una
prole ultra religiosa pietista que desde su patriarca Petter (Ludde Gentzel), enfocan
el cristianismo desde el sufrimiento por Jesucristo, creando una especie de
Romeo y Julieta por la intransigencia de los dos patriarcas. Entre medias la
caída en una especie de misticismo delirante tras una muerte de uno de los
hijos Knutt, Johannes (Rune Lindström) y como deux machine la grave enfermedad
de Inger (Wanda Rothgardt), esposa de otro de los hijos Borgen, Mikkel (Holger
Löwenadler), cuando esta está embarazada.
También la historia,
añade con respecto a la versión danesa, una intrahistoria sobre Mikkel, donde
se acentúa (con respecto a la danesa) su escepticismo religioso, casi ateo. Esto
y la sub trama del pasado de Johannes se sienten un tanto sobre explicativas,
sobre todo si tienes en mente el modo elegante y sutil en que en la ya muy
mencionada del 55.
Pero así tiene momentos
ardientes de enfrentamientos, de momentos emocionantes, de discusiones
teológicas que te hacen pensar y reflexionar espiritualmente, ello inspirado en
el filósofo y teólogo Kierkegaard (1813-1855). Hay estimable cuidado de la ambientación
y filmación, con importancia dramática para una escalera sobre las subidas y
bajadas de la vida. Con buenos juegos de iluminación, sombras sobre paredes
para potenciar su aura, utilizando puertas cerradas para emitir enigma sobre lo
que sucede tras ellas
Obra de gran fuerza
reflexiva, tocando temas universales, como el cristianismo, el agnosticismo, la
creencia en los milagros, la cándida pureza de los niños, la locura
“quijotesca”, las disputas entre exégetas de las religiones, la vida frente a
la muerte, el sacrificio, el perdón, sobre la alegría, o el amor en todas sus
versiones, familiar, hombre-mujer, paterno-filial o a Dios. Se hace una
exposición de las diferentes formas de afrontar la fe, desde la estudiada y
culta de Johannes con respuestas para todo, la de la niña Maren que en su inocencia
cree por el poder sugestivo de escuchar a su tío Johannes, Morten el patriarca
cree de un modo mecánico, sin cuestionamientos, Peter el Sastre cree, pero a su
modo trágico y de sacrificio permanente, Inger entiende la fe como una fiesta
de la vida, como la comprensión, como la luz, Mikkel es un agnóstico
desencantado de la religión, no ha encontrado motivos para creer... aún, en
esta similar línea está el Doctor, cree en lo que ve, en la ciencia, en lo que
puede comprender. La eterna batalla entre fe y razón, e incluso la “Guerra”
entre diferentes modos de ver una misma religión, de cómo el cristianismo ha
ramificado el enfoque dependiendo de quién lo interprete, hasta hacer rivales a
gente que creen en Jesús, algo de actualidad por el modo en que el Islam
combate en muchos casos contra diferentes facciones creyendo todos en Mahoma.
Victor Sjostrom está
sensacional como el patriarca, derrochando carisma y jovialidad contagiosa; Rune
Lindstrom (pierde comparándolo con el Preben Lerdorff Rye de 1955), da bien con
el papel, con una actuación en que para dar más impacto no parpadea, se siente
su mundo interior convulso; Wanda Rothgardt como Inger inunda la pantalla con
su humanidad; Holger Löwenadler como el incréduilo Mikkel está algo más frio y
distante; Gunn Wallgren como la núbil
Kristina resulta encantadora en su pureza.
La historia tiene mucho
que ver con el ideario del filósofo danés del SXIX Søren Kierkegaard
(1.813-1.855), considerado padre del existencialismo, el personaje de Johannes
lo estudiaba cuando se trastornó mentalmente, este afamado filósofo criticó a
sus compatriotas por su atrofiado sentido del cristianismo, por perderse en
cuitas sectarias, les atacaba por pervertir el espíritu evangélico, en este
sentido Johannes puede verse como una especie de alter ego de Kierkegaard en
sus alocuciones.
Spoiler:
Rush final. Johannes irrumpe
en el funeral de Inger: ‘Donde está tu fe confiada en la Resurrección? No está
muerta, está durmiendo. No hay nadie, ni uno solo que pueda sostener mis manos
mientras pido un milagro?’. Todos lo miran con asombro, pero es la hijita de
Inger la que se le acerca y coge la mano inocentemente pidiéndole se de prisa.
Tío y sobrina se adentran en la sala de féretro, el reverendo se queja enfadado
diciendo que un milagro no puede suceder, y el patriarca le acalla. Johannes
cierra la puerta y ambos se quedan solos con Inger en el ataúd. Johannes dice: ‘Cuando
mencione el nombre de Jesús, ella se levantará. Mírala’. Pronuncia unas palabras
exhortando a Inger a que se levante y la imagen salta a la habitación de los demás,
allí la cámara se fija en Mikkel inquieto. Tras lo que hay un primer plano
sostenido sobre el rostro de Inger, tras unos interminables segundo sus
párpados se mueven, y termina abriendo los ojos. Mikkel abre la puerta, y hay
un estremecedor plano que se mueve entre el estremecimiento y el terror. Mikkel
y el patriarca observan de espaldas como Inger se incorpora dentro del féretro,
en la pared tras ella un crucifijo de flores negras, y junto a ella un rígido
Johannes. Hay un plano de unas ancianas plañideras que miran incrédulas. Hay un
angelical primer plano de Inger. Mikkel y el patriarca observan impactados sin
entrar aún a la sala del ataúd, hasta que Mikkel accede y abraza a Inger, viéndose
tras ellos la sombra de un candelabro. Ella pregunta que quien la ha llamado.
El patriarca con las manos cogidas contesta: ‘Dios Todopoderoso!’. Hay un plano
de la hijita sonriente mientras Mikkel se lleva en brazos a Inger al
dormitorio, cruzando entre los invitados al sepelio, mientras la niñita
pequeñita grita tras Mikkel: ‘Madre, Madre!’. Tras lo que Johannes se pone de
rodillas, le sigue el patriarca, y tras ellos los demás y se ponen a rezar el
Padrenuestro. Tras lo que hay una imagen circular del cielo con nubes cruzadas
por rayos de sol, una playa con olas rompiendo, una gaviota cruza el cielo.
Unos granjeros a caballo pasan por la playa. Y volvemos a ver una límpida flor entre
matorrales, mientras de fondo. ‘Y el milagro es como la flor en el páramo seco
y desnudo. El milagro que nadie puede explicar. Que nadie puede entender’, se
oye mientras volvemos a ver a Inger saludar a los granjeros.
No es la versión
definitiva de Dreyer, pero solo está cerquita. Gloria Ucrania!!!
Kaj Munk (1898-1944),
dramaturgo y pastor luterano danés, reconocido por su aporte literario, quizás
más aún por su condición de mártir pietista durante la ocupación alemana a
Dinamarca durante la II Guerra Mundial. Como han dicho sus analistas: “Su teatro
muestra, ante todo, la admiración por el esfuerzo humano y el papel de los
héroes a lo largo de la historia, poniendo en los débiles la iluminación
religiosa de la fe y la justicia”. Sus obras: “Han sidder ved Smeltediglen” y
“Niels Ebbesen”, tuvieron como propósito desprestigiar el nazismo… y capturado
por agentes de la Gestapo, el 4 de enero de 1944, asesinado y su cuerpo
arrojado a una cuneta. La iglesia luterana lo elevó a la categoría de santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario