lunes, 15 de julio de 2024

 


LA NOCHE DE LA IGUANA.


Desequilibrado, aunque sugerente drama psicológico. Lo he (re)visto con motivo del 60 aniversario del estreno (9 de Junio de 1964 en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián) y me he encontrado con una cinta con elementos muy destacables y otros algo envejecidos, transgresora y valiente en algunos momentos y simplista y retraída en otros. Dirige el enfant terrible de John Huston adaptando junto a Anthony Veiller (“El Extraño” o “Moulin Rouge”) la obra de teatro homónima de 1961 de Tennessee Williams, protagonizada por Richard Burton, Ava Gardner, Deborah Kerr, Grayson Hall, Sue Lyon y Cyril Delevanti. Huston sirviéndose de una ambientación que cala en su calor ambiental, ello en claro paralelismo con muchas de historias enmarcadas en el soleado sur USA de WilliaMS. Aquí te impregna el sudor, lo tórrido, hace que se mezcle con los temas que trata, temas de la carne, de lo mundano, de las pulsiones sexuales a flor de piel, ello ayudado en parte por la fenomenal cinematografía del mexicano Gabriel Figueroa (habitual de Buñuel en su etapa mexicana, amén de trabajar con John Ford en “El fugitivo”), jugando emocionalmente mucho con los claroscuros, escenificando un paradójico edén con personajes cargados de frustraciones, oprimidos en este hermoso lar. Lugar apartado del mundo donde las más bajas pasiones parecen podrían desbordarse atávicamente. Aborda temas maduros como es la crisis de la mediana edad, la fuerza de la fe, la lucha entre moral puritana vs instintos básicos, el retrato de seres que viven al borde de la marginalidad, la represión sexual, el lesbianismo soterrado, la impotencia sexual, el liberalismo sexual frente al conservadurismo religioso, ello también es el sub mundo de mundo interior convulso de los textos de Williams, que puebla sus mórbidos relatos de seres insatisfechos, ninfómanas, alcohólicos, mujeres que no saben envejecer, seres con traumas que discurren por la trama a modo de expiación de ‘culpas’.

 

Temas serios que Huston no termina de saber enfocar, los aborda con cinismo, ironía, y mucho sentido del humor cortante, lo que impide sea profunda la historia. Le quita solemnidad a la narración y resta hondura, echándose en brazos de un tono mayormente tragicómico, azuzado por momentos demasiado fachosos y fuera de lugar, como ver a esos mulatos ridículos siempre tocando las maracas, o la pelea entre el rubiales chófer y precisamente los ‘maraqueños’, como lo es la chusca secuencia de ver atado en una hamaca al protagonista cual si estuviera poseído.

 

Gira alrededor del Reverendo Doctor T. Lawrence Shannon (Richard Burton), clérigo episcopal de mediana edad expulsado de su parroquia y de la Comunión Anglicana después de protagonizar un affaire con una joven catequista que intentó suicidarse por su culpa con la hoja de afeitar de su padre. Tras el incendiario prólogo (una homilía singular), vemos que trabaja de guía turístico en México para una empresa estadounidense, Blake’s Tours, junto con un conductor de autobús, Hank Prosner (Skip Ward), Shannon se ve sometido de nuevo a “tentaciones de la carne” cuando la única púber de un grupillo de profesoras de una escuela femenina bautista, la ricachona y malcriada Charlotte Goodall (Sue Lyon), se encapricha de él y comienza a perseguirlo con fantasías de una vida en conjunto, lo que le gana al varón el odio de la encargada del grupo de turistas, Judith Fellowes (Grayson Hall), la cual a su vez se obsesiona con denunciarlo por estupro o por lo menos con hacerlo despedir de la agencia de turismo de Texas. Cerca de un ataque de nervios que podría regresarlo a épocas oscuras de alcoholismo, el ex sacerdote conduce a la comitiva de mujeres, deseosas de parar en un lujoso hotel de Puerto Vallarta, hacia un alojamiento económico de Mismaloya, llamado Costa Verde y administrado por una amiga de Lawrence, Maxine Faulk (Ava Gardner), la viuda de Fred y amante de un par de mexicanos cazadores de iguanas que también son sus empleados, Pepe (Fidelmar Durán) y Pedro (Roberto Leyva). El protagonista roba el distribuidor del motor del vehículo, para evitar que Fellowes lo denuncie, y conoce a una dibujante sin dinero, Hannah Jelkes (Deborah Kerr), mujer que viaja junto a su abuelo poeta de 97 años apodado Nono (Cyril Delevanti), que ansía completar un poema final.

 

Comienza con un prólogo antes de los créditos iniciales, con un sermón en una Iglesia, recordándome a otro inicio ‘hustoniano’ anterior en “Moby Dick” (1956). Vemos primero el símbolo de la cercanía con Dios en la puntiaguda torre del campanario, vemos el cartel del ‘espectáculo’ del lluvioso día, es un templo episcopal, y el sermón lleva el título de “El Espíritu de la Verdad”, y lo oficiará el reverendo T. Laurence Shannon, el aforo de feligreses está rebosante, cantan salmos bíblicos, hay un contrapicado dramático del sacerdote mientras da su monólogo sobre el púlpito. Habla sobre las tentaciones del hombre, sobre cómo combatirlas, y sabemos que habla de sí mismo, titubea, y de pronto se pone a gritar, los parroquianos se levantan de sus asientos, se miran entre ellos. El cura les achaca elevando la voz que chismorrean sobre él a sus espaldas, comenta su que es descendiente de obispos, que proviene de Hombres de Dios, mientras los asistentes se disponen a salir de la Iglesia, les espeta que ellos (sus ancestros) también saciaron sus apetitos (sexuales se sobreentiende), baja del púlpito desafiando a los que se marchan a que le ‘corten la cabellera’ como castigo por sus pecados, mientras la gente huye despavorida. Y comienzan los créditos, marcando el tono del film en el tratamiento del deseo y como ‘refrenarlo’. Pasan los créditos sobre una iguana. Y circularmente volvemos a ver un templo cristiano, solo ahora es claramente uno en México, la cámara lo coge de arriba abajo, pero cuando el objetivo llega al suelo vemos tumbado a un hombre sobre una fuente y un periódico le tapa la cara. Cambia el plano y vemos acercarse a una bella joven rubia, esta le habla y vemos el tipo es el reverendo, le comenta ella que ha dejado a las mujeres turistas en la Iglesia (el antes reverendo oficiando en un templo, ahora se mantiene afuera cual marginado por su conducta), la joven le enseña una hermosa flor y le dice ella que se puede beber champán de ella, en claro doble sentido sexual, y sabemos el cura sigue con sus ‘problemillas’ carnales.

 

Film que hace un glosario de las mujeres en diferentes poses ante la vida: Como Charlotte reflejando a la Lolita (venía de hacerse la actriz Sue Lyon famosa haciendo de precisamente “Lolita” en el homónimo ‘kubrickiano’ film basado en le best-seller de Nabokov), joven pícara, atrevida, impudorosa, volátil de carácter. La actriz desprende jovialidad, juventud, desparpajo, tentación, exhibido sobremanera en el bailecito en el chiringuito. Muy buena en su rol de ninfa seductora; La agria Judith como la gobernanta reprimida sexual (se sugiere es lesbiana), la guardiana del puritanismo conservador. Grayson Hall la embiste con gran carácter y carisma despótico-amenazante; Maxine como la insatisfecha sexualmente que busca dirección a su vida. Ava Gardner dota de encanto y simpatía su infeliz personaje; Y Hannah como la reprimida (sexualmente) que vive a gusto en su celibato cuasi-ascético. Deborah Kerr le imprime la frialdad que solo ella (para lo bueno y malo) sabe emitir; Y en medio de estas mujeres está el ´ángel caído’ Lawrence  Shannon que se mueve entre las féminas con desigual fortuna, la dueña del hotel representa la frustración sexual carne, la recién llegada con el padre la fe, la líder de las turistas el castigo por sus pecados, y la joven núbil representa el pecado de la carne. Y con ellas el ‘reverendo’ tendrá varios choques, donde saltaran chispas con diálogos puntiagudos, cargados de dobles sentidos y mucha mordacidad cargados muchos de alusiones sexuales veladas. 

 

Y en el centro de estas mujeres está el Hombre, un reverendo caído en desgracia, preso del deseo carnal, que intenta reprimir con alcohol (o eso parece). Un ser patético, caricaturesco, desorientado en su fe, dado a dar sermones hipócritas, tipo mísero que no se sabe bien lo que busca, lo que le hace un rol irregular y errado en su desarrollo, Embarcado en una crisis existencial que lo atosiga y zarandea. Richard Burton gran actor temperamental y visceral está desubicado en una actuación histriónica, pasado de vueltas, no le ayuda el guion que lo convierte en una especie de demente al que hay que exorcizar ridículamente. Me queda muy forzado que tengamos que entrar en su mundo interior chusco.

 

La cinta entra de lleno en terrenos escabrosos tratados de modo valiente por John Huston, teniendo en cuenta el año de producción, como son las frustraciones sexuales, el lesbianismo, los ménage à trois, la impotencia sexual, esto último queda gráficamente patente cuando vemos a Maxine en la playa besarse con los dos efebos nativos mexicanos, mientras ambos la abrazan sensualmente. Obra transgresora y seguro polémica. Algo que Huston volvió a tratar con coraje en su posterior film “Reflejos en el ojo dorado”, entrando en las debilidades humanas referentes a los instintos básicos refrenados. Todo esto deriva en la poética secuencia clímax que es la que da forma al título (*Spoiler). Aunque lo que es la conclusión del film, resulta apresurada y algo poco común en Huston, pues es acomodada. En este4r sentido llama la atención el baño de Shanon y Charlotte, con él saliendo el mar en calzoncillos holgados.

 

Spoiler:

 

*Muy lírico el momento en que Hannah pide a Lawrence que liebre a la iguana amarrada. Cual si fuera la liberación de todos, la iguana y su cautiverio representando los dogmas que nos autoimponemos. La iguana volviendo a su hábitat natural es dejar que la naturaleza se imponga, imponiéndose la justicia frente a la injusticia.

 

Sue Lyon, triste su carrera fuera tan corta y tan rápidamente declinante y lo que es peor, que se convirtiera en una especie de juguete roto de Hollywood, ya sea por carencias personales, por el vértigo de la fama o por que realmente quedara marcada por el personaje fatal pero espectacular de "Lolita" que parece que la acompañó para siempre.

 

El film ganó el Óscar al mejor diseño de vestuario y fue nominada a premios Óscar a mejor dirección artística y la mejor fotografía; La actriz Grayson Hall recibió nominaciones al premio Óscar y al Globo de Oro a mejor actriz de reparto; y Cyril Delevanti recibió una nominación al Globo de Oro al mejor actor de reparto; Ava Gardner también recibió una nominación Globo de Oro a mejor actriz de película dramática; Tanto la película como su director, John Huston, también recibieron nominaciones al Globo de Oro.


Durante una larga noche, Shannon lucha contra sus debilidades tanto por la carne como por el alcohol, la sobrina de la señorita Fellowes sigue causándole problemas y él está "al límite de sus fuerzas", de forma similar a cómo los muchachos de la cabaña de Maxine mantienen atada a una iguana. Shannon sufre una crisis nerviosa, los muchachos de la cabaña lo atan en una hamaca y Hannah lo atiende allí con té de semillas de amapola y un sincero consejo espiritual. Shannon libera a la iguana de su cuerda. Tras ello viene un bello y místico momento en que el abuelo de Hannah recita la versión final del poema que tanto le ha costado terminar, sobre tener corazón en un mundo corrupto, y luego muere, estremecedor; Tras ello los personajes intentan resolver sus confusas vidas, y Shannon y Maxine deciden dirigir el hotel juntas, aunque Maxine se había ofrecido a marcharse y dejar que Hannah dirigiera el hotel con Shannon. Hannah deja pasar su última oportunidad de amar. El ex-reverendo encuentra en la dueña del hotel de la playa a su compañera y ella sonríe emocionada. Este final me resulta demasiado complaciente para la acidez tanto de este film, como del retorcido John Huston.

 

Drama irregular valiente, pero que no termina de tener solidez. Gloria Ucrania!!!


PD. Se rodó en escenarios naturales de Mismaloya y Puerto Vallarta (Jalisco, Méjico); Emilio Fernández tiene cameo como dueño del chiringuito.


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