EL CASO ASUNTA. (Miniserie)
Tras
terminar de ver esta serie tv (6 episodios) Netflix true crime española avalada
por alabanzas, mi veredicto es claramente de producción sobre valorada, entretenidilla,
pero con taras notorias que le impiden elevarse. Creada por el guionista Ramón
Campos, especialista en el sub género con series sobre el español condenado a
muerte en Miami, Pablo Ibar o sobre el caso Alcáser, junto a Gema R. Neira, Jon
de la Cuesta y David Orea, inspirada en el caso Asunta Basterra. Ramón Campos,
cabeza de Bambú Producciones, ya llevó a cabo en 2017 otra aproximación al
suceso con el documental 'El caso Asunta: Operación Nenúfar, lo que la verdad
esconde', ofreciendo una versión dramatizada de los hechos ya contados ahí.
El 21 de septiembre de
2013 Rosario Porto (Candela Peña) y Alfonso Basterra (Tristán Ulloa) denuncian
la desaparición de su hija Asunta, cuyo cuerpo es encontrado horas después
junto a una carretera a las afueras de Santiago de Compostela. La investigación
policial pronto desvela indicios apuntan a Rosario y Alfonso como posibles
autores del crimen, conmocionando a toda la ciudad y al país.
La serie te mantiene
atento, sabe detallar bien los sucesos, sabe mostrar las incógnitas, creando
misterio sobre lo que nos vamos enterando, con los cuatro primero capítulos
centrados en la investigación, en el quinto se lanzan dos hipótesis de cómo
pudo haber sido lo que sucedió realmente, y el sexto dedicado a un funcional
capítulo del juicio, donde hay el curioso detalle de no mostrar al juez (¿?).
Podría decir que los creadores de la serie se mantienen imparciales al relatar
el caso Asunta, pero se pegan un tiro en el pie en el quinto cuando crean
hipótesis que pretenden cerrar las dos versiones, como si no hubiera más y con
ello sentenciando, y falla en ello. Una serie que termina por hacerse larga, y
lo peor dejando lagunas, pues se estira demasiado en las sub tramas
innecesarias de los que investigan, y de dejan por el camino analizar a la
disfuncional familia protagonista, se quiere hacer en flashes que aportan entre
poco y nada, por no saber, ni sabremos de que vive este matrimonio, dejan
pequeñas miguitas del porque pudo suceder, pero nunca se es valiente en entrar
en esta al parecer tóxica familia, me falta interacción con amigos y
familiares, ausentes en la serie, con lo que es complicado el retrato de
hondura de la misma, más bien esbozos en flash-backs anárquicos y
extemporáneos. El guion se pierde en asuntos que desvían la atención de lo
importante y en ello se mete en gol en propia. Hay poca chicha cuando debe
poner algún aliciente para enganchar al espectador que sabe el desenlace.
Según ha declarado Ramón
Campos, "no le interesa el crimen por el crimen", sino poder hablar y
reflexionar sobre la sociedad. Uno de los temas tratados en la serie es la
paternidad, por eso los personajes secundarios muestran diversos aspectos de
las relaciones paternofiliales: el padre con enfermedad de Alzheimer, el abuelo
que hace de padre, las dificultades para conseguir un embarazo. Pues esto es
ser un pedante, pues esto está fuera de lugar, un espectador (ósea, yo) cuando
me pongo a ver la serie quiero saber el como y porque se llegó a esto, no que
me muestren viñetas de problemas familiares triviales y comunes sin relación al
caso, errado en este sentido.
Se centra en dos padres
que desde el comienzo de la instrucción judicial son considerados probables
autores del asesinato, no solo porque no hay pistas que puedan considerar la
posibilidad de un tercer implicado, por continuas contradicciones en declaraciones
y por el relato de los hechos que transcurrieron en los días previos a la
muerte de la niña Yŏng Fāng, abandonada cuando solo tenía semanas en un
orfanato de la ciudad de Yongzhou, siendo adoptada por la familia gallega a los
nueve meses, dándole el nombre de Asunta Basterra. La serie se centra
principalmente en ellos: Rosario Porto (Candela Peña) es una abogada que
proviene de buena familia pero que sufre problemas de depresión, mientras que
Alfonso Basterra (Tristán Ulloa) tiene una personalidad seria e indescifrable
que refleja una apariencia fría y dominante.
Comienza con las imágenes en la que unos sonrientes Rosario y Alfonso conceden una entrevista
para hablar de su hija. Una niña que siempre aparecerá en la serie como una
especie de ángel. Niña risueña, obediente, educada y con talento para casi
cualquier actividad.
La serie, haciendo
liposucción a los evidentes michelines, nos queda un análisis ácido del
proceder de la justicia, retratada sobre todo en la figura de un juez
instructor obsesionado en condenar a los padres, todo lo que no le cuadraba en
su teoría no le valía y era prescindible. Donde vemos a un Javier Gutiérrez
dándole (Juez ficticio de apellido Malvar, en realidad llamado José Antonio
Vázquez Taín) vida con un exacerbado y poco verosímil histrionismo, llamando
‘gafitas’ a Alfonso, cínico, hiriente, y sobre todo filtrando noticias a
conveniencia a la prensa en pos de dar solidez y cimentar una opinión pública
en contra de los padres adoptivos. Con ello atacando el papel de la prensa en
este tipo de caso que hacen de voceros en connivencia con la parte acusadora,
haciendo con ello un juicio paralelo que condiciona y mucho al jurado. Esto
demostrado de forma nada verosímil cuando vemos las deliberaciones del jurado
(cual “12 Hombres sin piedad”), y el que lo preside tiene dudas, es el único, y
entonces otro le dice un argumento que no salió durante el juicio, sobre una
grabación de Rosa y Alfonso hablando en el calabozo, y es esto lo que, al
parecer, eso indican, decanta la balanza y hace que el renuente a votar
culpable termina haciendo, por lo que el juicio, se nos dice frívolamente
debería ser nulo. Me ha sido ponzoñoso y amarillista soltar esta conjetura. Realmente,
la serie, por la forma de exponer las pruebas, nos viene a decir que no había
suficientes para acusarlos, que eran todas más o menos circunstanciales, aunque
la sentencia fue ratificada por dos órganos judiciales superiores, incluido el
Tribunal Supremo. Se lanzan señuelos que se dejan de lado, desde el gusto del
porno con asiáticas de Alfonso; las fotos supuestamente eróticas de la niña; nunca
se da una versión de porque se ‘trataba’ a la niña por alergia cuando nunca fue
diagnosticado esto a Asunta; el supuesto ataque nocturno que sufrió Asunta y la
ausencia de denuncia, que (no se cita pero) en realidad fue un error policial,
se quedan en apuntes a pie de página; Tampoco sabremos realmente, y ella debía
estar en primer plano, es quien era y como se sentía Asunta, es un personaje
muy (pero muy) secundario sin alma; Una serie demasiado funcional y que nunca
sorprende en ninguno de sus recursos.
Me llama la atención
especialmente el apartado interpretativo, donde se ensalza de modo superlativo
la actuación de Candela Peña, a la que le tengo cariño y aprecio, pero aquí la
encuentro pasada de vueltas, sobreactuada, con un acento que se nota falso,
como si fuera un cómico queriendo hacer chistes de gallegos, no me la creo,
encima siempre con una pose de drogada que da grima, lo peor que decir de ella
es que se nota queriendo parecerse a su alter ego y llega a ser una parodia
mala de ella, no te la crees, me ha sido grotesca en sus excesos, como te vas a
creer que ese manojo de inseguridades tenga personalidad alguna, ridícula; El
que si hace un notable papel es Tristán Ulloa, sin excesos, comedido, con
arranques de ira puntuales, demostrando carácter, dejando entrever mundo
interior latente, con portada de frío, pero con las grietas que se traslucen:
En su contra la barbita ridícula por cómo se nota falsa que lleva parte de la
serie; Javier Gutiérrez como Juez Luis Malvar, juez instructor, está muy pasado,
desatado, reflejando a un tipo egocéntrico que solo hace caso de sí mismo,
obsesionado no con la verdad, si no con ganar, haciéndonoslo ver como un
sibilino maquiavélico que no duda en compadrear y utilizar a la prensa en sus ansias de victoria que no
de saber lo que de verdad pasó. Demasiado chulito y desafiante, se viene arriba
y la caga. No le ayuda la sub trama con su padre, quizás pretende humanizarlo y
que vemos el contraste con la familia Basterra, pero esto está metido con
fórceps y estorba, no le hace un favor; Carlos Blanco como el Agente Javier
Ríos, guardia civil, hombre mayor, cuida de su nieta, cumplidor sin más; María
León como la andaluza Agente Cristina Cruces, guardia civil joven destinada en
Galicia. Empatiza con Rosario Porto porque la ve indefensa y ella también tiene
problemas para ser madre, sub trama se nota metida con calzador. La actriz
tiene poco margen par aun papel liso; Francesc Orella como Juan José
"Juanjo" Domínguez, prestigioso abogado penalista. Defiende a Rosario
Porto (Versión ficcionada de José Luis Gutiérrez Aranguren), aporta vigor para
un rol rutinario; Alicia Borrachero como Elena Garrido, abogada defensora de
Alfonso, parece buscar todo el tiempo su cliente separe su destino de él de
Rosario. Cumplidora y punto; Ricardo de Barreiro como Fiscal Pedro Belategui,
fiscal del juicio del caso. Otro que pasa sin pena, ni gloria; Iris Wu como
Asunta Yong Fang Basterra Porto, lastimeramente personaje muy marginal en una
serie que lleva su nombre.
Spoiler:
‘La serie modifica sin
sentido que Rosario Porto en ningún momento entró al cuarto de baño de la casa
de Teo y que la Guardia Civil la pilló justo manipulando la papelera donde
estaban las cuerdas; Se obvia la prisa que tuvo la madre en incinerar el cuerpo
de la víctima mientras para ella pidió ser enterrada; La diferencia de tiempo
que hubo entre la ida en coche a Montouto con la niña (15 minutos) y la vuelta
(40 minutos. Y eso que iba "con prisa por haber dejado sola a la
niña"); La miniserie ni amplía sus miras con teniendo el material para
ello (asunto de que Alfonso Basterra le dijera a Rosario que lo que podrían
hacer era suicidarse los dos si estaban en la cárcel, y que si ella se
suicidaba lo haría él... para luego él no hacerlo. Esa mente merece un estudio
ya sea en lo audiovisual o no... bueno, y la de la ex otro tanto de lo mismo).
Spark
El caso Asunta se sirve
de un cruento y muy famoso hecho real para armar este true crime. El 21 de
septiembre de 2013 dos padres denunciaban la separación de su hija en Galicia.
No eran dos padres comunes. Ella, Rosario Porto (Candela Peña) era una abogada
que provenía de una famosa y acomodada familia. Él, Alfonso Basterra (Tristán
Ulloa) era un periodista freelance que había trabajado en diferentes diarios.
Su hija Asunta, a la que poco después encontrarían fallecida en los márgenes de
una carretera, tampoco era del montón. Asunta había sido la primera niña china
que se adoptaba en Galicia. En teoría, una familia envidiable.
Serie rutinaria que no
se sale de los preestablecido. Gloria Ucrania!!!
Se rodaron cuatro
teorías, pero se mantuvieron solamente dos, ambas considerando a los padres
como los asesinos de Asunta, que es la verdad judicial.
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