El Rey Lear. (15/12/1970)
Absorbente producción soviética, adaptación del clásico
homónimo de 1605 de William Shakespeare, dirigida por el ucraniano Grigori
Kozintsev (en su último trabajo en cine), quien ya adaptó de modo exitoso otra
obra del Bardo de Avon, como fue “Hamlet” en 1964. Utiliza la traducción de la
obra del Premio Nobel de Literatura Boris Pasternak (“Doctor Zhivago”) de 1949,
mientras las canciones del bufón son traducidas por Samuil Marshak. A ello se
une la música del gran músico ruso Dmitri Shostakovich (grandioso compositor y
pianista), proyectando la sombría melancolía y desesperanza épica de propia del
relato, sublime en algunos tramos, gran partitura para el metraje. Obra fiel al
espíritu de la obra, pero sabiendo aportar elementos que enriquecen y hacen
valiosa la obra, ahondando con óxido en los mecanismos arteros del poder.
Narra la historia del Rey Lear de Inglaterra (Jüri
Järvet), monarca oprimido por la vejez que decide dividir su Reino entre sus
tres hijas. Sin embargo, primero deben decirle cuánto le aman. Las dos hijas
mayores, Goneril (Elza Radzina) y Regan (Galina Volchek), pérfidas duchas en el
arte de la adulación hipócrita, conmueven el corazón del padre, mientras la más
joven, la dulce Cordelia (Valentina Shendrikova), declara con sencillez, sin
falsos halagos, amor sincero (“mi amor es más rico que mi lengua”). Colérico
ante la falta de énfasis, Lear repudia a Cordelia y, pese a las advertencias de
esta, reparte las tierras entre Goneril y Regan y sus respectivos maridos, el
Duque de Albania (Donatas Banionis) y el de Cornualles (Aleksandr Vokach).
Cautivadora en su poderosa ambientación y desarrollo
enraizado en la gran cinematografía en glorioso b/n (curiosamente la primera
versión de 1910 fue coloreada manualmente, y paradójicamente esta versión, al
igual que la de Peter Brook, también de 1971 son en b/n) de Jonás Gricius
(“Hamlet” o “El Pájaro Azul”) en comunión con la sensacional dirección
artística de Yevgeni Yenej (“Aktrisa” o
“Hamlet”), con mucho de efluvios pictóricos (esos cielos ocasisticos) telúricos
(entrelazamiento de naturaleza y humanismo), proyectando en sus desolados
parajes áridos azotados por ventiscas y tormentas, una sensación de aislamiento
y tristeza climática que nos cala, esto con detalles como estos yermos paisajes
poblados por seres marginales, con formidable manejo de las masas bien sean en marchas
o en las batallas, con mucho de expresionismo gótico (jugando con sombras y
luces escasas), en consonancia con el gusto soviético donde tangencialmente se
deja constancia del sufrimiento de la plebe, esto ya desde el inicio.
Tratando los temas inherentes y universales a la obra como
es el legado, la sucesión, las relaciones paterno-filiales, la arrogancia del
poder, la ambición desmedida, la tiranía, la traición, el arrepentimiento, el
adulterio, el egoísmo, evolucionado de
forma conmovedora. Una tragedia shakesperiana con seres complejos que el film
dota de honda psicología. Un torbellino dramático que no solo envuelve a la
nobleza, también arrastra a la nación, que tiene su importancia en como vemos en
la miseria a la población.
Todo esto enaltecido por la fascinante actuación del
estonio Jüri Järvet (aunque fue doblado al ruso) para el Rey Lear, sus imágenes
de menudo tipo mayor con los cabellos alborotados es potenciada por una electricidad
e intensidad portentosas, arrollando con sus dotes de expresividad vigorosas,
desarrollando un sensacional arco de desarrollo desde la arrogancia y
egocentrismo del inicio al tipo patético asfixiado del rush final, actuación
extasiante de pasión, desgarrador en su clímax. Un monarca embebido de sí mismo
que nos abe distinguir la hipocresía del halago de la pureza de sentimientos y
por ende en su otoño decide repartir su reino y esta división arbitraria
termina por ser su veneno para caer en la demencia.
Se abre el film con un incisivo desfile de mendigos desarrapados
por un sendero yermo, cual mensaje soviético sobre la (supuesta) pobreza que
conllevan las monarquías absolutistas (como si la URSS no sea una dictadura).
Uno de los harapientos toca un cuerno mientras miran solícitos a un castillo. La
plebe como convidados de piedra de las maniobras que sucederán en la fortaleza,
la división del Reino por parte del megalómano Rey. De principio en esta
reunión clave me llama la atención el gusto por el detalle del director cuando
coloca al lado del Rey de Francia a un traductor que le traduce al instante al oído
lo que allí sucede. Tras lo que se produce el juego de mentiras pomposas frente
a la verdad seca, y el rey compra el ‘peloteo’ sin saber ver el interior de las
palabras, siendo atronador el ataque de furia del rey ante la parquedad de
lisonjas de Cordelia, con ese gran simbolismo de Lear rompiendo con rabia el
gran mapa de su nación.
Excelente el tramo en que Lear, seguido de su
desgraciado séquito de leales de cuasi-desterrados, está ya sumido en la locura(cual
otros figuras del bardo, como Othello, Hamlet o Macbeth), cual ermitaño anacoreta,
vagando por los tristes páramos. En medio de una tormenta nocturna se refugia
en un establo, y allí encuentra protegidos del mal tiempo a un puñado de
vagabundos, entonces se da de brices con el mundo real y espeta lastimeramente,
"Me he ocupado muy poco de esto", reflejando la odisea que está por
llegar del Rey en un tránsito hacia uno más de los vagabundos desposeídos,
testigo de la desintegración de lo que él forjó.
Entre los secundarios está sensacional la debutante en
cine Valentina Shendrikova como la estremecedora Cordelia, de una belleza
angelical, derrocha sentimiento en su hermoso rostro, tremenda la química que
tiene con Järvet, que reluce en el rush final, entrañable su entente; Brillante
Oleg Dal como ‘El Loco’, el bufón del Rey Lear, único capaz de decirle las
verdades al monarca, pero en tono cínico, y con canciones punzantes, un payaso
filósofo maravilloso, y con un final distinto al que le da Shakespeare; Elza
Radzina como Goneril, adolece de la presencia sensual que debería para su
lujurioso rol, queda un poco forzada; Galina Volchek como Regan, está radiante
en su malicia rastrera; Karlis Sebris como Gloucester resulta muy emocional,
con una evolución parecida a Lear, entrañable la relación con su hijo.
Se le puede achacar a su desarrollo que es algo vaga en
la descripción de las conspiraciones, cuesta seguirlas, como si tuviera uno que
llegar aprendido a la historia, donde las sucesiones y legados quedan un poco
confusos. Cuesta algo entender por dónde va cada uno.
Spoiler:
Momentos recordables: El soliloquio del bastado Edmundo
(buen Regimantas Adomaitis) con el fondo alegórico de un tapiz con el árbol
genealógico de los Gloucester, de alguien que no está allí; La muerte de Cornualles
(estimable Aleksandr Vokach), donde su esposa reniega de cogerle la mano en su
agonía, ello para ir a fornicar con su amante Edmund, y después de forma
farisaica retorna con el cadáver de su marido y lo besa; Edgar auto humillado
cual vagabundo transitando por el país encuentra a ciego padre Gloucester también
perdido por los ajados paisajes, y ante él se hace pasar por un mendigo,
Gloucester pide al ‘extraño’ lo lleve a los acantilados de Dover para tirarse
desde allí, lo hace pero lo engaña, produciéndose una enternecedora secuencia. En
el texto de Shakespeare, no vemos la muerte de Gloucester, solo tras cotejar a
su hermano, Edgar dice le reveló su identidad a su padre poco antes de morir.
En la película, en medio del camino a Dover, Gloucester reconoce a su hijo
tocándole la cara, y de inmediato muere de alegría. Siendo esta una aportación poética
trémula;
La película se rodó principalmente en Narva e
Ivangorod. Su extenso conjunto de casas y calles se construyó dentro de la
Fortaleza de Ivangorod, que estaba en reconstrucción en el momento de la
filmación. Los diseñadores escénicos de la película fueron Evgeny Eney y
Vsevolod Ulitko; su exquisito y realista vestuario fue creado por el diseñador
jefe del Teatro Bolshoi, Simon Virsaladze.
Grigori Kozintsev consideró a muchos actores para el
papel de Lear. El director de casting primero sugirió a Jüri Järvet para el
pequeño papel de un vagabundo, pero Kozintsev le ofreció el papel principal.
Más tarde explicó: "El mundo interno de este actor me pareció atractivo.
Es un actor de pensamiento profundo. Es capaz de interpretar el papel con
profundidad filosófica. Järvet tiene un humor igualmente fuerte, en ese tipo
particular de humor que a veces toca lo grotesco". Järvet tenía solo 50
años en el momento de la filmación.
El papel de Goneril es interpretado por la actriz
letona Elza Radziņa, quien también apareció en “Hamlet” de Kozintsev como
Gertrude. Radzina fue una de las co-fundadoras del Teatro Sovremennik. El papel
de Regan fue para Galina Volchek, cuyo casting fue recibido inicialmente con
cierto escepticismo, pero terminó siendo un éxito. La relativamente desconocida
Valentina Shendrikova del Mayakovsky Theatre interpreta a Cordelia. Oleg Dahl,
una de las estrellas del Teatro Sovremennik, fue elegido para interpretar al
Loco sin una audición, luego de una breve conversación con el director. Su
actuación recibió una amplia aclamación de la crítica. Kozintsev también
incorporó a varios actores de teatro experimentados de Letonia y Lituania:
Donatas Banionis como Albany, Kārlis Sebris como Gloucester, Leonhard Merzin
como Edgar y Regimantas Adomaitis como Edmund. El papel de Oswald fue para el
entonces desconocido Aleksei Petrenko.
Peter Brook estaba filmando su británico-danés King
Lear (1970) al mismo tiempo, y los dos directores mantuvieron correspondencia
durante el rodaje.
‘El Loco’ del Rey Lear ha sido tema de discusión
durante cuatro siglos por el hecho de que en la Escena VI del Acto III,
Gloucester advierte a Kent que un carro llevará al Rey a Dover para que
encuentre a Cordelia; Kent luego lleva a Lear y al Loco a la carreta, y le hace
una recomendación específica al Loco: Ven, ayuda a llevar a tu amo. No debes
quedarte atrás. Sin embargo, esta es la última escena que presenta al ‘Loco’.
No está con Lear cuando reaparece en el Acto IV y no está presente en la
reunión del Rey con Cordelia. En la última escena de la obra (escena III, acto
V), Lear dice ¡y mi pobre tonto es ahorcado! , lo que sería una explicación
clara y cristalina del trágico destino del Loco, quizás capturado en el carro
que se dirigía a Dover, o quizás incluso cuando salía del granero, por hombres
relacionados con Cornualles. Pero los estudiosos de Shakespeare afirman que el
tonto en el discurso de Lear no es una referencia al Loco sino a Cordelia, ya
que "tonto" también era una expresión cariñosa que podía usarse entre
un padre y una hija. Contribuye a esta interpretación el famoso siguiente
discurso de Lear, preguntando: ‘Por qué un perro, un caballo, una rata han de
tener vida y tú nada de aliento?’ Lo que hizo Kozintsev fue incluir al ‘Loco’
en el grupo de músicos traído por Cordelia para suavizar el ambiente donde
descansa Lear (escena VII, acto IV), antes de la conversación entre ambos. Al
final de la película, vemos la última gran creación del director: Lear no entra
con su hija en brazos, como dictan las iniciales de la obra. Sus tenebrosos
gritos de angustia se dan mientras él la ve ahorcada, y el monólogo ‘sois
hombres de piedra’ se hace en lo alto del castillo, para el público que mira
horrorizado, y en el momento en que es sacada de la cuerda y llevado a él.
Muerto Lear, vemos al Loco, testigo de todo lo ocurrido, tocando la flauta con
la música que cerrará la película.
"Una imagen generalizada
de una civilización que se dirige hacia la perdición", así describió
Kozintsev su Rey Lear.
En los créditos aparece como codirector/asistente
de dirección Iosif Shapiro en esta “King Lear” y en “Hamlet” de Kozintsev, pero
su contribución fue al parecer de apoyo y poco más. Shapiro fue
codirector/asistente de dirección de varias películas soviéticas importantes de
calidad en los 60 y 70.
Gran versión de este clásico
shakesperiano. Aunque me cabe la duda de que si fuera anglo-parlante opinaría
lo mismo, pues Willie escribía por y para los ingleses. Gloria Ucrania!!!
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