martes, 3 de mayo de 2022

 


El Rey Lear. (15/12/1970)

Absorbente producción soviética, adaptación del clásico homónimo de 1605 de William Shakespeare, dirigida por el ucraniano Grigori Kozintsev (en su último trabajo en cine), quien ya adaptó de modo exitoso otra obra del Bardo de Avon, como fue “Hamlet” en 1964. Utiliza la traducción de la obra del Premio Nobel de Literatura Boris Pasternak (“Doctor Zhivago”) de 1949, mientras las canciones del bufón son traducidas por Samuil Marshak. A ello se une la música del gran músico ruso Dmitri Shostakovich (grandioso compositor y pianista), proyectando la sombría melancolía y desesperanza épica de propia del relato, sublime en algunos tramos, gran partitura para el metraje. Obra fiel al espíritu de la obra, pero sabiendo aportar elementos que enriquecen y hacen valiosa la obra, ahondando con óxido en los mecanismos arteros del poder.

 

Narra la historia del Rey Lear de Inglaterra (Jüri Järvet), monarca oprimido por la vejez que decide dividir su Reino entre sus tres hijas. Sin embargo, primero deben decirle cuánto le aman. Las dos hijas mayores, Goneril (Elza Radzina) y Regan (Galina Volchek), pérfidas duchas en el arte de la adulación hipócrita, conmueven el corazón del padre, mientras la más joven, la dulce Cordelia (Valentina Shendrikova), declara con sencillez, sin falsos halagos, amor sincero (“mi amor es más rico que mi lengua”). Colérico ante la falta de énfasis, Lear repudia a Cordelia y, pese a las advertencias de esta, reparte las tierras entre Goneril y Regan y sus respectivos maridos, el Duque de Albania (Donatas Banionis) y el de Cornualles (Aleksandr Vokach).

 

Cautivadora en su poderosa ambientación y desarrollo enraizado en la gran cinematografía en glorioso b/n (curiosamente la primera versión de 1910 fue coloreada manualmente, y paradójicamente esta versión, al igual que la de Peter Brook, también de 1971 son en b/n) de Jonás Gricius (“Hamlet” o “El Pájaro Azul”) en comunión con la sensacional dirección artística de Yevgeni Yenej  (“Aktrisa” o “Hamlet”), con mucho de efluvios pictóricos (esos cielos ocasisticos) telúricos (entrelazamiento de naturaleza y humanismo), proyectando en sus desolados parajes áridos azotados por ventiscas y tormentas, una sensación de aislamiento y tristeza climática que nos cala, esto con detalles como estos yermos paisajes poblados por seres marginales, con formidable manejo de las masas bien sean en marchas o en las batallas, con mucho de expresionismo gótico (jugando con sombras y luces escasas), en consonancia con el gusto soviético donde tangencialmente se deja constancia del sufrimiento de la plebe, esto ya desde el inicio.

 

Tratando los temas inherentes y universales a la obra como es el legado, la sucesión, las relaciones paterno-filiales, la arrogancia del poder, la ambición desmedida, la tiranía, la traición, el arrepentimiento, el adulterio, el egoísmo,  evolucionado de forma conmovedora. Una tragedia shakesperiana con seres complejos que el film dota de honda psicología. Un torbellino dramático que no solo envuelve a la nobleza, también arrastra a la nación, que tiene su importancia en como vemos en la miseria a la población.

 

Todo esto enaltecido por la fascinante actuación del estonio Jüri Järvet (aunque fue doblado al ruso) para el Rey Lear, sus imágenes de menudo tipo mayor con los cabellos alborotados es potenciada por una electricidad e intensidad portentosas, arrollando con sus dotes de expresividad vigorosas, desarrollando un sensacional arco de desarrollo desde la arrogancia y egocentrismo del inicio al tipo patético asfixiado del rush final, actuación extasiante de pasión, desgarrador en su clímax. Un monarca embebido de sí mismo que nos abe distinguir la hipocresía del halago de la pureza de sentimientos y por ende en su otoño decide repartir su reino y esta división arbitraria termina por ser su veneno para caer en la demencia.

 

Se abre el film con un incisivo desfile de mendigos desarrapados por un sendero yermo, cual mensaje soviético sobre la (supuesta) pobreza que conllevan las monarquías absolutistas (como si la URSS no sea una dictadura). Uno de los harapientos toca un cuerno mientras miran solícitos a un castillo. La plebe como convidados de piedra de las maniobras que sucederán en la fortaleza, la división del Reino por parte del megalómano Rey. De principio en esta reunión clave me llama la atención el gusto por el detalle del director cuando coloca al lado del Rey de Francia a un traductor que le traduce al instante al oído lo que allí sucede. Tras lo que se produce el juego de mentiras pomposas frente a la verdad seca, y el rey compra el ‘peloteo’ sin saber ver el interior de las palabras, siendo atronador el ataque de furia del rey ante la parquedad de lisonjas de Cordelia, con ese gran simbolismo de Lear rompiendo con rabia el gran mapa de su nación.

 

Excelente el tramo en que Lear, seguido de su desgraciado séquito de leales de cuasi-desterrados, está ya sumido en la locura(cual otros figuras del bardo, como Othello, Hamlet o Macbeth), cual ermitaño anacoreta, vagando por los tristes páramos. En medio de una tormenta nocturna se refugia en un establo, y allí encuentra protegidos del mal tiempo a un puñado de vagabundos, entonces se da de brices con el mundo real y espeta lastimeramente, "Me he ocupado muy poco de esto", reflejando la odisea que está por llegar del Rey en un tránsito hacia uno más de los vagabundos desposeídos, testigo de la desintegración de lo que él forjó.

 

Entre los secundarios está sensacional la debutante en cine Valentina Shendrikova como la estremecedora Cordelia, de una belleza angelical, derrocha sentimiento en su hermoso rostro, tremenda la química que tiene con Järvet, que reluce en el rush final, entrañable su entente; Brillante Oleg Dal como ‘El Loco’, el bufón del Rey Lear, único capaz de decirle las verdades al monarca, pero en tono cínico, y con canciones punzantes, un payaso filósofo maravilloso, y con un final distinto al que le da Shakespeare; Elza Radzina como Goneril, adolece de la presencia sensual que debería para su lujurioso rol, queda un poco forzada; Galina Volchek como Regan, está radiante en su malicia rastrera; Karlis Sebris como Gloucester resulta muy emocional, con una evolución parecida a Lear, entrañable la relación con su hijo.

 

Se le puede achacar a su desarrollo que es algo vaga en la descripción de las conspiraciones, cuesta seguirlas, como si tuviera uno que llegar aprendido a la historia, donde las sucesiones y legados quedan un poco confusos. Cuesta algo entender por dónde va cada uno.

 

Spoiler:

 

Momentos recordables: El soliloquio del bastado Edmundo (buen Regimantas Adomaitis) con el fondo alegórico de un tapiz con el árbol genealógico de los Gloucester, de alguien que no está allí; La muerte de Cornualles (estimable Aleksandr Vokach), donde su esposa reniega de cogerle la mano en su agonía, ello para ir a fornicar con su amante Edmund, y después de forma farisaica retorna con el cadáver de su marido y lo besa; Edgar auto humillado cual vagabundo transitando por el país encuentra a ciego padre Gloucester también perdido por los ajados paisajes, y ante él se hace pasar por un mendigo, Gloucester pide al ‘extraño’ lo lleve a los acantilados de Dover para tirarse desde allí, lo hace pero lo engaña, produciéndose una enternecedora secuencia. En el texto de Shakespeare, no vemos la muerte de Gloucester, solo tras cotejar a su hermano, Edgar dice le reveló su identidad a su padre poco antes de morir. En la película, en medio del camino a Dover, Gloucester reconoce a su hijo tocándole la cara, y de inmediato muere de alegría. Siendo esta una aportación poética trémula;

 

La película se rodó principalmente en Narva e Ivangorod. Su extenso conjunto de casas y calles se construyó dentro de la Fortaleza de Ivangorod, que estaba en reconstrucción en el momento de la filmación. Los diseñadores escénicos de la película fueron Evgeny Eney y Vsevolod Ulitko; su exquisito y realista vestuario fue creado por el diseñador jefe del Teatro Bolshoi, Simon Virsaladze.

 

Grigori Kozintsev consideró a muchos actores para el papel de Lear. El director de casting primero sugirió a Jüri Järvet para el pequeño papel de un vagabundo, pero Kozintsev le ofreció el papel principal. Más tarde explicó: "El mundo interno de este actor me pareció atractivo. Es un actor de pensamiento profundo. Es capaz de interpretar el papel con profundidad filosófica. Järvet tiene un humor igualmente fuerte, en ese tipo particular de humor que a veces toca lo grotesco". Järvet tenía solo 50 años en el momento de la filmación.

 

El papel de Goneril es interpretado por la actriz letona Elza Radziņa, quien también apareció en “Hamlet” de Kozintsev como Gertrude. Radzina fue una de las co-fundadoras del Teatro Sovremennik. El papel de Regan fue para Galina Volchek, cuyo casting fue recibido inicialmente con cierto escepticismo, pero terminó siendo un éxito. La relativamente desconocida Valentina Shendrikova del Mayakovsky Theatre interpreta a Cordelia. Oleg Dahl, una de las estrellas del Teatro Sovremennik, fue elegido para interpretar al Loco sin una audición, luego de una breve conversación con el director. Su actuación recibió una amplia aclamación de la crítica. Kozintsev también incorporó a varios actores de teatro experimentados de Letonia y Lituania: Donatas Banionis como Albany, Kārlis Sebris como Gloucester, Leonhard Merzin como Edgar y Regimantas Adomaitis como Edmund. El papel de Oswald fue para el entonces desconocido Aleksei Petrenko.

 

Peter Brook estaba filmando su británico-danés King Lear (1970) al mismo tiempo, y los dos directores mantuvieron correspondencia durante el rodaje.

 

‘El Loco’ del Rey Lear ha sido tema de discusión durante cuatro siglos por el hecho de que en la Escena VI del Acto III, Gloucester advierte a Kent que un carro llevará al Rey a Dover para que encuentre a Cordelia; Kent luego lleva a Lear y al Loco a la carreta, y le hace una recomendación específica al Loco: Ven, ayuda a llevar a tu amo. No debes quedarte atrás. Sin embargo, esta es la última escena que presenta al ‘Loco’. No está con Lear cuando reaparece en el Acto IV y no está presente en la reunión del Rey con Cordelia. En la última escena de la obra (escena III, acto V), Lear dice ¡y mi pobre tonto es ahorcado! , lo que sería una explicación clara y cristalina del trágico destino del Loco, quizás capturado en el carro que se dirigía a Dover, o quizás incluso cuando salía del granero, por hombres relacionados con Cornualles. Pero los estudiosos de Shakespeare afirman que el tonto en el discurso de Lear no es una referencia al Loco sino a Cordelia, ya que "tonto" también era una expresión cariñosa que podía usarse entre un padre y una hija. Contribuye a esta interpretación el famoso siguiente discurso de Lear, preguntando: ‘Por qué un perro, un caballo, una rata han de tener vida y tú nada de aliento?’ Lo que hizo Kozintsev fue incluir al ‘Loco’ en el grupo de músicos traído por Cordelia para suavizar el ambiente donde descansa Lear (escena VII, acto IV), antes de la conversación entre ambos. Al final de la película, vemos la última gran creación del director: Lear no entra con su hija en brazos, como dictan las iniciales de la obra. Sus tenebrosos gritos de angustia se dan mientras él la ve ahorcada, y el monólogo ‘sois hombres de piedra’ se hace en lo alto del castillo, para el público que mira horrorizado, y en el momento en que es sacada de la cuerda y llevado a él. Muerto Lear, vemos al Loco, testigo de todo lo ocurrido, tocando la flauta con la música que cerrará la película.

 

"Una imagen generalizada de una civilización que se dirige hacia la perdición", así describió Kozintsev su Rey Lear.

 

En los créditos aparece como codirector/asistente de dirección Iosif Shapiro en esta “King Lear” y en “Hamlet” de Kozintsev, pero su contribución fue al parecer de apoyo y poco más. Shapiro fue codirector/asistente de dirección de varias películas soviéticas importantes de calidad en los 60 y 70.

 

Gran versión de este clásico shakesperiano. Aunque me cabe la duda de que si fuera anglo-parlante opinaría lo mismo, pues Willie escribía por y para los ingleses. Gloria Ucrania!!!

 

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