sábado, 30 de abril de 2022



ASES CALIENTES.

Infravalorado (por lo que he leído) thriller de acción dirigido y escrito por Joe Carnahan (hace un cameo como un ladrón armado al comienzo de la película), no es “Pulp Fiction” o “Snatch” pero tampoco es un bodrio con ínfulas. Es una de esas cintas que aspira a jugar en las ligas de las mencionadas pelis de sus directores Tarantino y Guy Ritchie, en cierto modo recordándome a “El caso Slevin” o “Layer Cake”, sin ser obras maestras, si son resultonas, entretenidas y con brotes de cine vigoroso sensacional, aunque en este caso le falte humor (a los diálogos les falta la chispa de sus referentes), y le sobre cierta solemnidad (sobre todo en su un tanto insatisfactorio final).  Tiene una historia central muy sencilla, sobre un potencial delator de la mafia, el mago Robert 'Buddy Aces' Israel (Jeremy Piven [eterno Ari de la serie “Entourage], pasado de vueltas, llega al histrionismo, su proverbial labia es aquí excesiva, y resulta muy melodramático para el tono del film; un rol hecho para ser desagradable, por lo que nos importa poco si le matan o no), al que un capo pone precio de un millón $ a su vida (y corazón), este ‘chivato’ está escondido en el ático del hotel-casino Nomad Casino (en realidad el Mont Bleu Resort Casino & Spa) en el lago Tahoe (Nevada). Hasta allí se desplazan toda una jauría de pintorescos mercenarios, una delirante pléyade asesinos de todo pelaje, ello mientras el FBI intentará protegerlo, cruzándose de modo notable múltiples sub tramas, con una agilidad narrativa fenomenal

 

Ayudando al buen resultado final un súper-nutrido gran elenco de actores reputados (aunque las actuaciones son algo aquí secundario, siendo arrastradas estas por una nerviosa edición y donde varios de ellos están desaprovechados y ninguno mínimamente desarrollado), desde Ryan Reynolds como el agente FBI Richard Messner la brújula moral, cumple sin más); Ben Affleck como el agente de fianzas Jack Dupree, (en un papel un tanto disfuncional ¿? No quiero spoilear), le acompañan dos ex-policías, Pistol Pete Deeks encarnado por Peter Berg (director y productor de cine) y Hollis Elmore al que da vida Martin Henderson, que tiene un encuentro seco y adusto con otro trío; Jason Bateman robándose el film en sus dos antológicas apariciones como el abogado (yonki) de la mafia Rupert "Rip" Reed, con una cabeza de conejo en su dormitorio (¿?), tremendo, y posteriormente vestido con lencería femenina; Common en su debut en cine como Ivy, jefe de seguridad de ‘Aces’, otro que cumple en un papel de apoyo para la verborrea motor-mouth de Piven; Andy García como el subdirector del FBI Stanley Locke (García), es el ejemplo del manejo sibilino de las autoridades de su poder maquiavélico, y esto el actor lo expresa con su flema estoica marca de la casa; Alicia Keys (la sexy cantante también debutando) como la dura asesina Georgia Sykes, y su compañera Sharice Watters a la que da vida una Taraji Henson como la espectacular sniper colada por su compañera, sentida actuación cargada de electricidad; Ray Liotta como el agente del FBI Carruthers es uno de los que aportan poco más que su presencia; Chris Pine, Kevin Durand (uno que aparece en la popular serie “Lost”) y Maury Serling, forman el trio de hermanos Tremor, descacharrantes asesinos de look y comportamiento que parece salido de unos villanos de la saga Mad Max, unos salvajes nazis, ataviados de cuero, con crestas, llevando armas tan ‘sutiles’ como machetes y motosierras, muy de comic, siendo ‘Homérica’ su salida del humeante ascensor, cual si se hubieran abierto las puertas del Averno; Tommy Flanagan como Lazlo Soot, un sicario maestro de disfraces con efluvios en este sentido a la saga Misión Imposible; Matthew Fox (el mítico Jack de la serie “Lost”) como el atento encargado de seguridad del casino, con un pelucón y bigotes caricaturescos; Nestor Carbonell (otro integrante de “Lost”) como el sádico asesino Pasquale Acosta, con más de un as en las mangas; Joel Edgerton como Hugo Croop, guardaespaldas torpe de ‘Aces’, luego el actor se desdobla en un sibilino asesino; Reseñar, aunque su papel es cuasi un cameo, la presencia de Curtis Armstrong como el abogado de “Aces”, Morris Mecklen, por tener grandes recuerdos de su papel como Herbert Viola en la mítica serie de los 80 “Luz de Luna”.

 

Todo un festín por momentos salvaje coreografiado con ingenio e imaginación, un torbellino de automutilaciones, torturas, francotiradores, decenas de ventanas destrozadas,  apuñalamientos, motosierras, máscaras, tiroteos, machetes, ataque con cartas (¿?), sangre, muertos. Ello en un crescendo dramático bien marcado para que cuando se desata la esperada apoteosis de la acción es apabullante en cómo se cruzan unos y otros en un caos de carnicería. Hay por parte de Carnahan una dirección dinámica, constante, con ritmo fluido, sin bajones, con secuencias muy bien trabajadas para atrapar al espectador, esto apoyado por una ambientación brillante en como ayuda a la intensidad. Siendo efectivos algunos ramalazos de humor (mayormente negro) punzantes (lo del niño tuerto con los nunchakus es desternillante, merecería un spin off).

 

Agradeciéndose la valentía de jugar en plan Hitchcock y su “Psycho”, de poder cargarse en cualquier momento al personaje que creíamos llegaría al final, esto remarcado con pavorosa mordacidad cuando uno de los narradores (y supuestas estrellas del cartel) de la historia de buenas a primeras es baleado letalmente, dejándonos a cuadros, cual si estuviéramos viendo a Ned Stark siendo decapitado. Esto hace que ya ningún personaje sea intocable, y pendan sobre ellos la sombra de la muerte en cualquier segundo. Ello en una sinfonía donde Carnahan debe mantener en acción a cada rol mientras salta de un lado a otro (cual malabarista de circo con los platos bailando sobre varillas), en un manejo del tempo narrativo bien llevado.

 

Tiene una presentación de ‘Aces’ en el hotel mediante una sugerente toma en plano secuencia que se cuela por el techo del lugar hasta llegar a la habitación ático que parece salida de la saga “Resacón en Las Vegas”, con gente tirada por los suelos, con mujeres con escasa ropa y desnudas, con droga por las mesas, un caos que deja ver una noche loca de excesos. A a lo que sigue un ‘Aces’ vestido con una bata de baño burdeos, enfadado pidiendo cambien a las ‘putas’ por otras (misoginia?).

 

El desarrollo de la película, con mucho de comic en su estilo hace que la tensión dramática sea escasa, no sientes realmente nada especial por ningún personaje, son perchas para colocar situaciones vistosas y con punch visual. Cabe achacarle a la cinta que en varios cortes la película cojea en pasar de la acción a escenas íntimas que nos dejan coitus interruptus.

 

La cinta hierra en querer ser más de lo que debe con un final donde se da quiere dar una trascendencia unido a un lio embarullado de identidades que es un tiro en el pie, pues la película no pide ser compleja o tampoco una conclusión a lo “Sospechosos habituales”, es un entretenimiento que no debe dárselas de lo a que no ha jugado a ser. Además de que pierde sentido parte de los hechos (spoiler).

 

La puesta en escena resulta formidable desde la vistosa fotografía de Mauro Fiore (“La Isla” o “Avatar”), con tomas singulares, angulaciones, primeros planos, contrapicados, colocándose en el lugar adecuado para incentivar emocionalmente al espectador, muy lumínica adecuándose al aire ligero de la historia; Esto adornado por la neurálgica música del británico Clint Mansell (“Réquiem por un sueño” o “Loving Vincent”), que aporta nervio y garra.

 

Spoiler:

 

Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): El tiroteo sorpresa al trío de corredores de fianzas capitaneados por Jack Dupree, me dejó con el culo torcido ante la sorpresa; El tiroteo entre el FBI Carruthers y el sicario Acosta, con ese toque de los dedos sin huellas que hace explotar todo en un una balacera infernal en el reducido espacio del ascensor. Luego, cuando lo creíamos muerto, es una amenaza constante con su pincho en la manga esperando ser sacado (puede ante Sykes...); La salida de los hermanos Tremor del ascensor es absolutamente tronchante, un espectáculo dantesco de humo, fuego, motosierras, machetes arrasando con todo a su paso cual estampida de búfalos, Acojonante; ‘ACES’ defendiéndose del ataque de Ivy con una carta de póker, esto provoca un tiroteo a ciegas de Ivy, que hace ocultar que Soot ha matado a un guardaespaldas de ‘Aces’; El tramo rabia de Sharice creyendo está muerta Georgia, destrozando con su rifle gran parte del hotel. Cuando por fin descubre que su amada sigue vive (salvada de modo chirriante por Ivy) es matada por la policia; El divertido (oscuramente) encuentro en el parking de Hollis con Darwin Tremor, el primero encañona al segundo, que le pide las llaves del auto que va a coger, este le entrega las llaves y se las pone en los muñones que le quedan tras ser tiroteado, Darwin se aleja de modo distraído como si nada, Hollis parece pasará de él y se marchará, pero de pronto dice ‘Que se joda!’ y sin mirar le dispara varias veces letalmente en la espalda; El modo en que Soot escapa, quitándose la más cara rápidamente en otra habitación y de este modo se hace pasar por otro.

 

Lo de que con la explicación del final pierden sentido parte de los hechos, me refiero a que si Sparazza quería el corazón de ‘Aces’ para trasplantárselo, no mandas a una cohorte de sanguinarios asesinos a matarlo. El objetivo sería secuestrarlo para que un (sÁdico y amoral) cirujano se lo saque en condiciones. En esto falla.

 

Le siguió una precuela de 2010, “Smokin' Aces 2: Assassins' Ball”, dirigida por PJ Pesce y producida y coescrita por Carnahan, se estrenó directamente en DVD, lo cual habla de su calidad.


Durante la realización de la película, el fotógrafo de Joe Carnahan en el plató capturó miles de imágenes fijas. Estas imágenes fijas (más de 3000) se entregaron al estudio VooDooDog, con sede en Londres, que encontró fotografías secuenciales que podían animarse en secuencias de títulos. Luego, las imágenes se manipularon con After Effects para controlar el movimiento de la cámara y la profundidad de campo. La secuencia se inspira en Butch Cassidy y Sundance Kid y otras películas de la década de 1970. Para dar la sensación de estar hecho a mano al tipo de tribuna, las texturas de tinta se filmaron con una cámara de fotos Canon 5D. Originalmente se produjeron dos secuencias, una secuencia inicial y una secuencia final. Sin embargo, sólo se utilizó la secuencia final.

 

Me queda un pasarratos muy ameno y por momentos cautivador en su poder escapista fresco. Gloria Ucrania!!!

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