ASES CALIENTES.
Infravalorado (por lo que he leído)
thriller de acción dirigido y escrito por Joe Carnahan (hace un cameo como un
ladrón armado al comienzo de la película), no es “Pulp Fiction” o “Snatch” pero
tampoco es un bodrio con ínfulas. Es una de esas cintas que aspira a jugar en
las ligas de las mencionadas pelis de sus directores Tarantino y Guy Ritchie,
en cierto modo recordándome a “El caso Slevin” o “Layer Cake”, sin ser obras
maestras, si son resultonas, entretenidas y con brotes de cine vigoroso
sensacional, aunque en este caso le falte humor (a los diálogos les falta la
chispa de sus referentes), y le sobre cierta solemnidad (sobre todo en su un
tanto insatisfactorio final). Tiene una
historia central muy sencilla, sobre un potencial delator de la mafia, el mago
Robert 'Buddy Aces' Israel (Jeremy Piven [eterno Ari de la serie “Entourage],
pasado de vueltas, llega al histrionismo, su proverbial labia es aquí excesiva,
y resulta muy melodramático para el tono del film; un rol hecho para ser desagradable,
por lo que nos importa poco si le matan o no), al que un capo pone precio de un
millón $ a su vida (y corazón), este ‘chivato’ está escondido en el ático del
hotel-casino Nomad Casino (en realidad el Mont Bleu Resort Casino & Spa) en
el lago Tahoe (Nevada). Hasta allí se desplazan toda una jauría de pintorescos
mercenarios, una delirante pléyade asesinos de todo pelaje, ello mientras el
FBI intentará protegerlo, cruzándose de modo notable múltiples sub tramas, con
una agilidad narrativa fenomenal
Ayudando al buen resultado final un súper-nutrido gran
elenco de actores reputados (aunque las actuaciones son algo aquí secundario,
siendo arrastradas estas por una nerviosa edición y donde varios de ellos están
desaprovechados y ninguno mínimamente desarrollado), desde Ryan Reynolds como el
agente FBI Richard Messner la brújula moral, cumple sin más); Ben Affleck como
el agente de fianzas Jack Dupree, (en un papel un tanto disfuncional ¿? No
quiero spoilear), le acompañan dos ex-policías, Pistol Pete Deeks encarnado por
Peter Berg (director y productor de cine) y Hollis Elmore al que da vida Martin
Henderson, que tiene un encuentro seco y adusto con otro trío; Jason Bateman
robándose el film en sus dos antológicas apariciones como el abogado (yonki) de
la mafia Rupert "Rip" Reed, con una cabeza de conejo en su dormitorio
(¿?), tremendo, y posteriormente vestido con lencería femenina; Common en su
debut en cine como Ivy, jefe de seguridad de ‘Aces’, otro que cumple en un
papel de apoyo para la verborrea motor-mouth de Piven; Andy García como el
subdirector del FBI Stanley Locke (García), es el ejemplo del manejo sibilino
de las autoridades de su poder maquiavélico, y esto el actor lo expresa con su
flema estoica marca de la casa; Alicia Keys (la sexy cantante también
debutando) como la dura asesina Georgia Sykes, y su compañera Sharice Watters a
la que da vida una Taraji Henson como la espectacular sniper colada por su
compañera, sentida actuación cargada de electricidad; Ray Liotta como el agente
del FBI Carruthers es uno de los que aportan poco más que su presencia; Chris
Pine, Kevin Durand (uno que aparece en la popular serie “Lost”) y Maury
Serling, forman el trio de hermanos Tremor, descacharrantes asesinos de look y
comportamiento que parece salido de unos villanos de la saga Mad Max, unos
salvajes nazis, ataviados de cuero, con crestas, llevando armas tan ‘sutiles’
como machetes y motosierras, muy de comic, siendo ‘Homérica’ su salida del humeante
ascensor, cual si se hubieran abierto las puertas del Averno; Tommy Flanagan como
Lazlo Soot, un sicario maestro de disfraces con efluvios en este sentido a la
saga Misión Imposible; Matthew Fox (el mítico Jack de la serie “Lost”) como el
atento encargado de seguridad del casino, con un pelucón y bigotes
caricaturescos; Nestor Carbonell (otro integrante de “Lost”) como el sádico
asesino Pasquale Acosta, con más de un as en las mangas; Joel Edgerton como
Hugo Croop, guardaespaldas torpe de ‘Aces’, luego el actor se desdobla en un
sibilino asesino; Reseñar, aunque su papel es cuasi un cameo, la presencia de
Curtis Armstrong como el abogado de “Aces”, Morris Mecklen, por tener grandes
recuerdos de su papel como Herbert Viola en la mítica serie de los 80 “Luz de
Luna”.
Todo un festín por momentos salvaje coreografiado con
ingenio e imaginación, un torbellino de automutilaciones, torturas,
francotiradores, decenas de ventanas destrozadas, apuñalamientos, motosierras, máscaras, tiroteos,
machetes, ataque con cartas (¿?), sangre, muertos. Ello en un crescendo
dramático bien marcado para que cuando se desata la esperada apoteosis de la acción
es apabullante en cómo se cruzan unos y otros en un caos de carnicería. Hay por
parte de Carnahan una dirección dinámica, constante, con ritmo fluido, sin
bajones, con secuencias muy bien trabajadas para atrapar al espectador, esto
apoyado por una ambientación brillante en como ayuda a la intensidad. Siendo
efectivos algunos ramalazos de humor (mayormente negro) punzantes (lo del niño
tuerto con los nunchakus es desternillante, merecería un spin off).
Agradeciéndose la valentía de jugar en plan Hitchcock y
su “Psycho”, de poder cargarse en cualquier momento al personaje que creíamos
llegaría al final, esto remarcado con pavorosa mordacidad cuando uno de los
narradores (y supuestas estrellas del cartel) de la historia de buenas a
primeras es baleado letalmente, dejándonos a cuadros, cual si estuviéramos
viendo a Ned Stark siendo decapitado. Esto hace que ya ningún personaje sea
intocable, y pendan sobre ellos la sombra de la muerte en cualquier segundo.
Ello en una sinfonía donde Carnahan debe mantener en acción a cada rol mientras
salta de un lado a otro (cual malabarista de circo con los platos bailando
sobre varillas), en un manejo del tempo narrativo bien llevado.
Tiene una presentación de ‘Aces’ en el hotel mediante
una sugerente toma en plano secuencia que se cuela por el techo del lugar hasta
llegar a la habitación ático que parece salida de la saga “Resacón en Las
Vegas”, con gente tirada por los suelos, con mujeres con escasa ropa y
desnudas, con droga por las mesas, un caos que deja ver una noche loca de
excesos. A a lo que sigue un ‘Aces’ vestido con una bata de baño burdeos,
enfadado pidiendo cambien a las ‘putas’ por otras (misoginia?).
El desarrollo de la película, con mucho de comic en su
estilo hace que la tensión dramática sea escasa, no sientes realmente nada
especial por ningún personaje, son perchas para colocar situaciones vistosas y
con punch visual. Cabe achacarle a la cinta que en varios cortes la película
cojea en pasar de la acción a escenas íntimas que nos dejan coitus interruptus.
La cinta hierra en querer ser más de lo que debe con un
final donde se da quiere dar una trascendencia unido a un lio embarullado de
identidades que es un tiro en el pie, pues la película no pide ser compleja o
tampoco una conclusión a lo “Sospechosos habituales”, es un entretenimiento que
no debe dárselas de lo a que no ha jugado a ser. Además de que pierde sentido
parte de los hechos (spoiler).
La puesta en escena resulta formidable desde la vistosa
fotografía de Mauro Fiore (“La Isla” o “Avatar”), con tomas singulares,
angulaciones, primeros planos, contrapicados, colocándose en el lugar adecuado
para incentivar emocionalmente al espectador, muy lumínica adecuándose al aire
ligero de la historia; Esto adornado por la neurálgica música del británico
Clint Mansell (“Réquiem por un sueño” o “Loving Vincent”), que aporta nervio y
garra.
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): El
tiroteo sorpresa al trío de corredores de fianzas capitaneados por Jack Dupree,
me dejó con el culo torcido ante la sorpresa; El tiroteo entre el FBI
Carruthers y el sicario Acosta, con ese toque de los dedos sin huellas que hace
explotar todo en un una balacera infernal en el reducido espacio del ascensor.
Luego, cuando lo creíamos muerto, es una amenaza constante con su pincho en la
manga esperando ser sacado (puede ante Sykes...); La salida de los hermanos
Tremor del ascensor es absolutamente tronchante, un espectáculo dantesco de
humo, fuego, motosierras, machetes arrasando con todo a su paso cual estampida
de búfalos, Acojonante; ‘ACES’ defendiéndose del ataque de Ivy con una carta de
póker, esto provoca un tiroteo a ciegas de Ivy, que hace ocultar que Soot ha
matado a un guardaespaldas de ‘Aces’; El tramo rabia de Sharice creyendo está
muerta Georgia, destrozando con su rifle gran parte del hotel. Cuando por fin
descubre que su amada sigue vive (salvada de modo chirriante por Ivy) es matada
por la policia; El divertido (oscuramente) encuentro en el parking de Hollis
con Darwin Tremor, el primero encañona al segundo, que le pide las llaves del
auto que va a coger, este le entrega las llaves y se las pone en los muñones
que le quedan tras ser tiroteado, Darwin se aleja de modo distraído como si
nada, Hollis parece pasará de él y se marchará, pero de pronto dice ‘Que se
joda!’ y sin mirar le dispara varias veces letalmente en la espalda; El modo en
que Soot escapa, quitándose la más cara rápidamente en otra habitación y de este
modo se hace pasar por otro.
Lo de que con la explicación del final pierden sentido
parte de los hechos, me refiero a que si Sparazza quería el corazón de ‘Aces’
para trasplantárselo, no mandas a una cohorte de sanguinarios asesinos a
matarlo. El objetivo sería secuestrarlo para que un (sÁdico y amoral) cirujano
se lo saque en condiciones. En esto falla.
Le siguió una precuela de 2010, “Smokin' Aces 2: Assassins' Ball”, dirigida por PJ Pesce y producida y coescrita por Carnahan, se estrenó directamente en DVD, lo cual habla de su calidad.
Durante la realización de la película, el fotógrafo de
Joe Carnahan en el plató capturó miles de imágenes fijas. Estas imágenes fijas
(más de 3000) se entregaron al estudio VooDooDog, con sede en Londres, que
encontró fotografías secuenciales que podían animarse en secuencias de títulos.
Luego, las imágenes se manipularon con After Effects para controlar el
movimiento de la cámara y la profundidad de campo. La secuencia se inspira en
Butch Cassidy y Sundance Kid y otras películas de la década de 1970. Para dar
la sensación de estar hecho a mano al tipo de tribuna, las texturas de tinta se
filmaron con una cámara de fotos Canon 5D. Originalmente se produjeron dos
secuencias, una secuencia inicial y una secuencia final. Sin embargo, sólo se
utilizó la secuencia final.
Me queda un pasarratos muy ameno y por momentos
cautivador en su poder escapista fresco. Gloria Ucrania!!!
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