domingo, 22 de mayo de 2022

 


Salvatore Giuliano

Con motivo del 60 aniversario (01/03/1962) del estreno de este film seminal (influyó en directores como Gillo Pontecorvo, Costa-Gavras, Glauber Rocha, Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, para este último uno de sus 10 mejores films vistos) me lo he visto. Notable film dirigido por el napolitano Francesco Rosi, que mediante un incisivo estilo documental hace una acerada radiografía sociopolítica de la convulsa Sicilia de la post-WWII. Obra cargada de neorrealismo (tema arraigadamente social, rodada en marcados grises, en escenarios naturales donde sucedieron los hechos, y la mayoría de actores son no profesionales), con magnífico guión de Franco Solinas (“La Batalla de Argel”), Suso Cecchi D’Amico (“Ladrón de bicicletas”) y Enzo Provenzale (“El Gatopardo”), que de modo no lineal deconstruye y proyecta el estado de ánimo del momento, ingeniosamente salpica flash-backs (costando un poco al inicio seguirlos; aunque durante el juicio ya si son más claros conforme a lo que se cuenta en el mismo) indagando con saña (con voz en off del propio Rosi) en la connivencia entre los poderosos terratenientes (temiendo por sus prebendas), la mafia (para apuntalar su terror), los políticos (sirviéndose del bandolero para sus objetivos de anular al rival de izquierdas), y el guerrillero protagonista (para endiosarse).

 

Historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano, pero sin mitificarlo (cual si hiciera Michael Cimino en su versión adaptada del libro de Mario Puzo, mostrándolo de modo romántico como una especie de Robin Hood), tanto que su presencia es marginal, nunca lo vemos hablar (lo oímos solo en una ocasión y nunca suelta algún discurso que lo pueda embestir de carisma o afán idealista), se ataviado con su icónica gabardina blanca entre gente, y también muerto en el inicio (tirado en el suelo).

 

Arranca en 1950, el cuerpo sin vida del bandido Salvatore Giuliano es encontrado en Castelvetrano. Un flashback lleva la narración a 1945: los líderes separatistas deciden contratar al bandido Giuliano y su banda para la causa de la independencia de Sicilia; los bandidos luego atacan el cuartel local y se enfurecen contra la policía. La narración se remonta a 1950: los carabinieri dan versiones contradictorias sobre el final del bandido, no convencen a los periodistas que acudieron al lugar del crimen (“Su camiseta está empapada en sangre, pero apenas hay sangre en el suelo”, comenta uno de ellos). Otro flashback que nos retrotrae a 1945-46: la guerrilla separatista provoca la intervención del ejército, habiéndose instalado en Montelepre (ciudad natal de Giuliano), es "bienvenido" por bandidos con el asesinato de un soldado, lo que desencadena severas restricciones hacia el población local, que culminará con el arresto de todos los hombres del país para desalentar el bandolerismo; la concesión de la autonomía siciliana pone fin a la causa separatista, induciendo a la banda de Giuliano a aumentar los secuestros en concierto con la mafia. La narración se remonta a 1950: tiene lugar la desgarradora escena del reconocimiento del cuerpo de Giuliano por parte de la madre. Otro flashback se remonta al 1 de mayo de 1947: durante un mitin en Portella della Ginestra para celebrar la victoria del Bloque Popular en las elecciones regionales, los bandidos comandados por Giuliani disparan contra la multitud, causando numerosos muertos y heridos. Otro regreso a 1950: tras la muerte de Giuliano, la policía arresta a su lugarteniente Gaspare Pisciotta (Frank Wolff); comienza en Viterbo el juicio para identificar a los responsables de la masacre de Portella, tiene como acusados a Pisciotta y todos los demás bandidos, que se retractan de sus confesiones anteriores y fingen convulsiones en la sala del tribunal; sorprendentemente, Pisciotta se acusa a sí mismo del asesinato de Giuliano.

 

Se indaga de modo imparcial en las circunstancias que llevaron a su muerte en Castelvetrano la mañana del 5 de julio de 1950, exponiendo un potente rompecabezas de escenas notablemente filmadas para en este mosaico hacernos ver este complicado entorno, y mediante ello salen a colación un puñado de secundarios que conforman con sus opiniones y comportamiento el carácter de Giuliano. Un fresco desesperanzador de como los poderes en la sombra loa maniatan todo, por ello pretende el metraje concienciar al espectador sobre esta tiranía encubierta. Estando el presente localizado en el macrojuicio (gallinero) en Viterbo contra Gaspare Pisciotta (Frank Wolff), lugarteniente de los bandoleros independentistas, y el resto de los imputados por la matanza de Portella della Ginestra. Para Rosi este Giuliano es el McGuffin (un peón del que seguir sirviéndose los mandamases) para mostrar este micromundo empobrecido siciliano, y la podredumbre moral con que se manejaba, como lo manipulaban los políticos, militares y mafia para que se mantuviera estancado en la nada.

 

Rosi muestra una Sicilia cual territorio ocupado por una fuerza exterior, ello por los muchos militares se ven por todos lados, siendo el epítome de esto el tramo en que ‘invaden’ los militares Montelepre, con hileras interminables de soldados por las calles del pueblo, mientras allanan hogares para sacar a los hombres, provocando la angustia y dolor en las mujeres.

 

Todo esto potenciado por la gran puesta en escena, proyectando realismo crudo. Ello desde el fenomenal diseño de producción de Sergio Canevari (“La Batalla de Argel”), y Carlo Egidi (”Divorcio a la italiana”), llevándonos por los lugares reales de los hechos, además de saber crear el caos en la sala del juicio, con los acusados enjaulados cual gallinero bullicioso (peleas, discursos, abucheos, gritos, rebeliones,...), en alegoría del desorden que reina en Sicilia; Está la formidable cinematografía en glorioso b/n de Gianni Di Venanzo (“Fellini 8½”), creando todo un tapiz de imágenes incisivas, desde esos planos generales maravilloso de las montañas sicilianas o de los rurales pueblos, todo con un nivel de documental donde nada parece dramatizado, con tomas impersonales tras personas, no fijando el objetivo en muchas ocasiones, fuertes contrastes de grises, calando el sol permanente en exteriores, con mucha profundidad de campo, con profusión de tomas aéreas cual Ojo de Dios, sabiendo jugar con lo subliminal y el fuera de plano, y creando algunas postales de resonancias pictóricas, epítome de esto es cuando la madre de Salvatore identifica el cadáver, visto por el objetivo con el cuerpo en escorzo que recuerda indefectiblemente al cuadro renacentista de Andrea Mantegna "Lamentación sobre Cristo muerto" (1475-1478). También sobresaliente en la escena de la Masacre de Portella della Ginestra. Asimismo fue muy alegórica el tramo en que el jefe de policia se reúne con uno de los jefes mafiosos en las ‘catacumbas’ de una bodega, cual haciendo la metáfora de que los ‘contubernios’ oscuros se hacen a nivel subterráneo/Infierno cloacas.

 

Se le puede achacar que en su afán verité de documental pierde la introspección personal, todo es el escaparate de lo que vemos, no hay mínima profundidad de roles, si acaso lo más cercano es el ‘Judas’ Gaspare Pisciotta, el lugarteniente de Giuliano, al que da vida de modo vigoroso Frank Wolff, todo es expuesto sin hondura, sin reflexiones íntimas que hagan de lo micro lo macro.

 

Spoiler:

 

Momento recordable el tramo en que Pisciotta (Frank Wolff) traiciona a Salvatore, lo hace desde la visión de la policia que espera fuera, vemos el semi oscuro encuentro en una mísera habitación (oímos la voz de Giliano atacando a Pisciotta), y luego pasamos a fuera en la nocturnidad de la calle, oímos dos disparos, la policía corre a ver qué ha pasado, y Pisciotta sale asustado. Ya lo ha matado de modo miserable.

 

Pasamos al veredicto y sentencia del juicio de Viterbo, finalmente termina con duras sentencias contra los bandidos. En la corte, Pisciotta promete nuevas revelaciones sobre los instigadores políticos de la masacre de Portella della Ginestra, pero es envenenado en prisión en 1954. En el final, la película da un salto en el tiempo hasta 1960, y termina con el asesinato del confidente de la mafia que hizo arrestar a los bandidos.

 

Salvatore Giuliano (Montelepre, 16 de noviembre de 1922 - Castelvetrano, 5 de julio de 1950) bandolero e independentista siciliano, que ganó notoriedad en el desorden propiciado por la invasión de las fuerzas aliadas, en septiembre de 1943, durante la II Guerra Mundial. Durante años, las fuerzas de la policía italiana emprendieron una incesante búsqueda para atrapar a Salvatore, debido a los numerosos asaltos y robos cometidos en toda la región italiana. Paulatinamente, consiguió adeptos a su causa, tantos que se formó una imagen idealizada en la cual era visto como un Robin Hood. Eric Hobsbawm lo describió como el último de los bandidos populares y el primero de la era de la TV. El fin de sus días le llegó al ser traicionado por su compañero de armas Gaspare Pisciotta, quien finalmente acaba con su vida, presa del temor que le infundía el creer que Giuliano sabía de su traición.

 

En Les Lettres françaises del 4/03/1962, Francesco Rosi declara efectivamente sobre su película: “Salvatore Giuliano no es en modo alguno una película biográfica, sino un discurso sobre el cadáver de Julio César. Casi nunca vemos al héroe excepto muerto, en una historia en la que me he cuidado de romper constantemente la cronología. Sin tomar la precaución de un crossfade, paso de 1950 a 1954 o 1944 o 1948, porque evoco hechos una vez resonantes, y de los cuales el público italiano ha guardado el recuerdo. Mi tema real es un país infeliz, oprimido, perdido y rebelde. No pretendo exaltar o abrumar a Giuliano. Quiero mostrar que él fue fruto de su tierra, de las condiciones sociales y políticas de los años cuarenta»

 

Presentada en competición en el Festival de Cine de Berlín de 1962, ganó el Oso de Plata al Mejor Director y tres Cintas de Plata.

 

El rodaje de la película se llevó a cabo en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos narrados (Montelepre, donde nació Salvatore Giuliano; Castelvetrano En la casa de Castelvetrano donde el fugitivo pasó sus últimos meses, y en el patio donde una mañana se encontró su cuerpo sin vida, y en Portella della Ginestra, donde se produjo la Masacre ocurrida el primero de mayo de 1947, de la que Giuliano fue culpado junto a varios de sus lugartenientes); durante la realización se utilizaron principalmente actores no profesionales tomados del lugar gente; entre otros, el bandido Giuliano fue interpretado por el conductor del tranvía de Palermo Pietro Cammarata, quien en la película siempre aparece de espaldas o en la distancia.

 

Film cautivador en muchos aspectos, teniendo el atractivo extra de ser el inicio de un tipo de cine semi-documental de denuncia social cruda emparejada al neorrealismo italiano. Gloria Ucrania!!!

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