TWIN PEAKS: THE RETURN.
Con motivo del quinto
aniversario del estreno de esta serie (14/03/2017), la he visto y me ha sido
una experiencia cargada de ambigüedad, pues hay cosas muy buenas alternadas con
otras no tanto (siendo benévolo). Creada por mark Frost y David Lynch dando
continuidad a la serie del mismo nombre producida por la cadena ABC entre 1990
y 1991, siendo 18 episodios dirigidos en su totalidad por David Lynch,
repitiendo en el reparto gran parte del elenco original y del film precuela “Twin
Peaks: Fire Walk with Me” (1992), por supuesto a la cabeza Kyle MacLachlan como
el agente especial del FBI Dale Cooper, también hay caras nuevas, como Laura
Dern, Naomi Watts, Robert Forster, Chrysta Bell, Jim Belushi, Tom Sizemore,
Jennifer Jason Leigh, Tim Roth, Ashley Judd, Amanda Seyfried o hasta David
Bowie.
Serie que en su origen fue un
gran éxito en tv con su juego de ‘whudunit’ para dar con el asesino de Laura
Palmer en un pueblo singular fronterizo con Canadá, plagado de seres
disfuncionales, aunque había elementos supra normales, estos se integraban con
la historia, pero ahora Lynch parece sentirse libre de cualquier atadura y nos
sumerge en el surrealismo más descarrilado (Phillip Jeffries convertido en una
tetera gigante parlante?), lo sobre natural lo engulle casi todo, incluso
episodios enteros (epítome el octavo). En el origen el espectador se podía
comportar de modo dual con la serie, estando por un lado los que buscaban
respuestas uniendo las piezas del muy desordenado puzle que exponían los
guiones y por otro los que simplemente se dejaban llevar por el poder fascinante
de los sensorial. Aquí montar el puzle resulta misión imposible, para mí entrar
en el juego de desentrañar las pajas mentales de Frost & Lynch me resulta
una trampa. Cuando dejamos la segunda temporada ya sabemos que el asesino
(spoiler para el que no la haya visto) de Laura Palmer es su padre Leland
Palmer (Ray wise), pero se deja caer está poseído por una entidad llamada Bob.
Esta tercera entrega viene a responder quien es Bob, o más o menos.
Ahora los escenarios se han
ampliado, de hecho Twin Peaks es un lar muy secundario durante gran parte de la
serie. Ahora se divide la acción entre Las Vegas, Dakota del Sur (donde
encuentran un cadáver en una cama con el cuerpo de un hombre decapitado y la
cabeza de una mujer), La habitación Roja, y por supuesto Twin Peaks. Aunque
también hay algo de una habitación en Nueva York custodiada por un joven
(quizás en especie de parodia de estar guardando una pseudo- Caja de Pandora
epatada como una caja de cristal enorme con un agujero a no se sabe dónde),
pero la desidia/o lujuria (el paraíso roto por el pecado original?) hace que
esta se abra dejando un espectáculo dantesco en medio de una tórrida escena de
sexo (inverosímil todo, desde que le hagan traer un café y sea una top model la
que se lo lleve, y esta seduzca sin más al tipo (parece el guión de una peli
porno).
Lynch entiendo lo que quiere
es que te dejes llevar por el desafío de esta estructura picassiana de mezcla
de realidades y experiencias extra dimensionales, con mucho de onírico. Aquí se
han abandonado los folletines de amoríos cruzados del material de origen,
tampoco hay género de lo procedimental policial, todo es más directo en este
aspecto, se destapan secretos del pasado que inciden en que lo que vimos en las
dos temporadas estaba realmente condicionado por una realidad superior que nos
habían hurtado. No faltando a la cita generosas dosis de humor negro regado
durante todos los episodios, no siempre acertado. Ello poblando (marca de la
casa Lynchiana) los capítulos de seres a cual más pasado de vueltas en lo
bizarro, donde hay quien escudriñará en el significado de esto o aquello.
Siendo una deconstrucción (entiendo yo, y otro entenderá otra cosa, y es lo
bueno) de los productos televisivos, pues veo a Lynch atacando lo que se hace
en tele ahora, riéndose de los géneros policiales, de los héroes, de las
escenas de acción, e incluso hace una genial parodia del (manoseado) género de
Superhéroes (con ese joven con el puño verde ¿?). Y más capas que se escapan.
Ello cornado por un final que se suponía (la verdad es que no se quien) vendría
cerrar las respuestas y lo que abre más.
Arrancamos tras 5 lustros de
impasse, tenemos al mítico agente del FBI Dale Cooper estancado en la
Habitación Roja con la icónica cortina púrpura, la llamada ‘Black Lodge’, ese
limbo suspendido en ninguna parte. Pero al mundo ‘Real’ emergen dos Cooper
doppelgänger (y nos damos cuenta tiene pulsiones sexuales, cosa que en las temporadas
1 y 2 parecía asexual), uno el Mal, ya queda claro con su melena, su vestimenta
y su forma expeditiva de comportarse, tipo que se junta con prostitutas y gente
de mal vivir en sus pesquisas hacia no se sabe dónde; por otro lado está el
Cooper Bueno, que paradójicamente ‘renace’ cual torbellino de Muerte,
provocando una masacre, para posteriormente hacerse con el cuerpo de Dougie, un
agente de seguros de Las Vegas, casado (con la bella Naomi Watts, que todos
recordamos de la también lynchiana “Mullholland Drive”), con un hijo. Pero por
el contrario del malo, este es un cascarón sin personalidad alguna que se mueve
cual autómata, no sabe ni hablar, ni vestirse, ni comer, pero
incomprensiblemente nadie se da cuenta de que algo le pasa. Esta sub trama me
resulta grimante por cómo se desarrolla de forma aparatosa en medio de
situaciones excesivas (Dougie con la corbata en la cabeza, cuando tiene sexo,
cuando garabatea en su trabajo,...), donde las reacciones de los que alternan
con Dougie me recuerdan a las que tienen con el rol de jardinero encarnado por
Peter Sellers en “Bienvenido Mr. Chance” (1979), pero aún más exagerado. Por no
hablar de la relación que tendrá Dougie con los hermanos Mitchum, propietarios
del casino a los que dan vida unos caricaturescos James Belushi y Robert
Knepper, dos risibles mafiosillos estafadores a los que siempre acompañan tres
señoritas vestidas de modo fachoso de criadas (impagable la conga que se pegan,
puaj!). Por no hablar del running gag de la tarta de cereza y el gusto por el
café (herencia de las dos primigenias temporadas). Esto se puede ver como una
crítica a la incomunicación entre los matrimonios, en el trabajo o en la vida.
También puede subyacer una crítica al capitalismo salvaje con epicentro en la
promesa de dinero fácil del casino, o en la estafa al seguro para conseguir
millones. En esta sub trama me llama la atención el desperdicio que se hace con el gran actor Tom Sizemore.
Tenemos lo más parecido a una
trama policial con personajes de vuelta como el sorderas agente FBI Gordon Cole
al que da vida un (se nota disfrutando) David Lynch, el FBI Agent Albert
Rosenfield al que da vida Miguel Ferrer, o el cuasi-cameo de David Duchovny como
el FBI transexual Denise Bryson, y en esto por fuin conocemos a la mítica secretaria
del agente dale Cooper, esa a la que grababa mensajes una y otra vez el agente
Cooper en las dos entregas o5riginales y que nunca ni vimos, ni oímos, era una
presencia etérea y que aquí toma el cuerpo de otra actriz fetiche de Lynch como
es Laura Dern, como un divertido rol que siempre está soltando soeces.
Hay multitud de sub tramas
que no llevan a lado alguno sobre el epicentro, se notan están ahí como
elemento nostálgico para conectarnos 25 años atrás con la serie, o simplemente
como relleno para completar 18 episodios de casi una hora. Me refiero por
ejemplo a la de la dueña de la cafetería RR, Norma (beuna Peggy Lipton), con
una sub historia donde se arremete contra el capitalismo (salvaje), enfrentado
a la verdadera fuerza del amor (que cursi me he puesto). Tiene un pretendiente (Jean-Michel
Renault) que llevas la ahora exitosa franquicia que le pide rebaje la calidad
de sus famosas tartas para obtener mayores beneficios y ella se niega, ello
mientras el noble ‘gasolinero’ la pretende (Everett McGill); Está fachosa sub
trama del tipo (proviene de las primeras dos temporadas) con una emisora pirata
que vende palas pintadas por el en oro que tenemos que tragarnos varios minutos
como lo hace (relleno puro y duro); Tenemos la sub trama del joven Richard (correctillo
Eamon Farren), delincuente y criminal de Twin Peaks, un macarrilla que acaba en
asesino, hijo de Audrey (Sherilyn Fenn) y Charlie (Clark Middleton), estos con
una relación cuasi-sadomasoquista; Tenemos el pegote del ‘Roadhouse’, donde en
casi todos los episodios Lynch nos lleva en el tramo final para colarnos un
número musical de varios minutos (le han exigido casi la hora y la cumple, aunque
sea con parches ¿?); Esta la aparición del homérico Harry
Dean Stanton como el sardónico nihilista dueño del parque de caravanas,
aparecía en “Fuego camina conmigo”, su presencia se nota como amor del director
a este gran actor que con 91 años (moría el mismo año del estreno de la serie) aparece
jovial; Está la sub trama de la mujer drogadicta que se encierra en su casa
tras la explosión por bomba de un coche, esto se abandona; Hay muchas más sub
historias que parecen series dentro de la serie.
Está La Habitación Roja,
auténtico cuartel General de David Lynch, donde depósito su alma y cerebro surrealista,
ese que bebe de lo abstracto buñueliano, donde residen los seres disfuncionales
como el Gigante, la ‘muerta’ Laura Palmer (en un momento dado se quita el
rostro para dejar ver su infinito fondo), Phillip Gerard (turbador Al Strobel),
o ese escalofriante árbol ‘The Arm’. Donde de vez en cuando nos lleva Lynch
para soltarnos críticos mensajes con los que seguro disfruta como gato con un
ovillo de hilo, o pensando en cómo el espectador se devanará los sesos intentando
dar respuestas a sus constantes pajas mentales. Siendo epítome de todo este
surrealismo kafkiano paradójicamente un episodio donde paradójicamente no
acontece en la Habitación Roja, por supuesto me refiero al Capítulo 8 (‘Gotta
Light?’) en b/n y sin palabras, donde se da respuesta a de donde surgió Bob
(nombre que Lynch da al Mal), siendo ingenioso que surja de como el hombre
juega a ser un Dios Malo, y es que germina durante una prueba nuclear en Nuevo
México, tres semanas antes de los icónicos bombardeos a Hiroshima y Nagasaki,
se origina del Humo Negro (se sentirán plagiados los creadores de la serie “Lost”),
emergiendo de una esfera (homenaje a “2001”?), y con él sus adláteres, su metamorfosis
en maligno insecto para infectar lo bueno de este mundo (o más o menos). Todo esto
narrado auto influenciado por la lynchiana “Eraserhead”.
Ah, mi opinión sobre la serie
es que ha provocado en mi contradicciones, por un lado ha habido tramos que han
rozado lo mágico-fascinante (ejemplo el tramo en que en que van a una coordenadas
en un bosque y allí dan con un agujero inter dimensional, coronado con la
aparición de una desnuda mujer n posición fetal con los ojos tapados con carne,
el mencionado episodio 8, la subtrama del Cooper malo me ha gustado (aunque se
nota una parodia del cine de acción). Han jugado bien la baza de la nostalgia
en el espectador que al vio en su tiempo y que ve el contraste del paso del
tiempo en los mismos personajes (Lady leño es un ejemplo, o Bobby Briggs y sus
lágrimas por Laura Palmer, siendo impactante la aparición de esta en el último
capítulo. Posee un goteo de humor que en muchos casos resulta brillante (El
sueño que cuenta Gordon Cole que tuvo con Monica Bellucci resulta delirante. En
el episodio 14; o la parodia del cine de superhéroes), habiendo tramos de
violencia shockeante (ejemplo el atropello de Ricahrd Horne a un niño en un
paso de cebra, Brutal); así como nostalgia del tema epicúreo creado por Angelo
Badalamenti para la intro de la serie), así como la grieta generacional con los
jóvenes; Por otro ha habido muchos michelines a liposuccionar, un estiramiento
del metraje con mucha morralla, con situaciones que se alargan sin más motivo
que rellenar el metraje contratado (da esa impresión), ejemplo notoria son las
codas en el ‘Roadhouse’. Ha habido mucho humor infantiloide que me ha rozado la
grima, ejemplo todo lo referente a Dougie y sui relación con su esposa y los
Mitchum, de una puerilidad enorme.
Spoiler:
El rush final del episodio final 18. Tras Cooper salvar
en la dimensión Habitación Roja a Diane, vuelve al mundo ‘real’ para ir a visitar
a LAURA PALMER! Ahora con 25 años más y VIVA! Aunque en esta realidad paralela
se llama Carrie. El agente le pide la acompañe, ella sin preguntas (¿?), le
dice que bueno, pero que espere que tiene que vestirse, el agente pasa a
esperar en su casa y allí el decorado es el normal de todo salón, vamos, hay un
tipo sentado en el sofá con un tiro en la cabeza y con sus sesos desparramados
en la pared, Cooper se sienta al lado como si no estuviera. Laura se larga con
él y no hay un solo comentario sobre el muerto, es más nos tiramos con Laura y
Cooper viajando en auto durante varios minutos interminables en los que no se dicen
palabra ¿?. Llegan a una casa, donde vivió la Laura asesinada, tocan y allí no
saben nada de los Palmer. Están los dos en medio de la calle, Cooper mira a su
alrededor intuyendo algo (no se sabe qué), pregunta desconcertado que en qué
año están, y de pronto Laura suelta un estridente grito, y ahí acaba; Pues que
cada uno saque sus conclusiones, yo me atengo a disfrutar de lo disfrutable, y
a hacer una mueca ante lo no tanto. Ah, por cierto, al duro y brutal agente
Cooper malote (brutal su escena durante el pulso a muerte que tiene, uno de los
buenos puntos de la serie), lo mata la angelical e inocentona secretaria Lucy
(la chillona Kimmy Robertson).
Me queda una serie desequilibrada, pero que tiene
suficientes virtudes como para hacerla buena, pero sin ser redonda, ni mucho
menos, tiene lastres que la impiden elevarse. Gloria Ucrania!!!
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