BREVE ENCUENTRO
Clásico
imperecedero del romanticismo fatalista, esos son los amores que perduran, los
que duran poco y marcan para toda la vida, recordándome mucho en este sentido
al gran film muy posterior de Clint Eastwood “Los puentes de Masdison” (1995).
Fue la primera gran película de David Lean, dirigida a partir de un guión de
Noël Coward, basado en su obra de teatro en un acto de 1936 “Still Life”. Lean,
cuyas dos obras anteriores estaban también inspiradas en la obra de Noel
Coward, introdujo nuevo material cinematográfico además de ampliar escenarios
para dar formato de largometraje a la obra. Teniendo de grandes protagonistas a
Celia Johnson y Trevor Howard, en una realización majestuosa, siendo
coprotagonista la cinematografía en glorioso b/n del aussie Robert Krasker, jugando
con las imágenes con notorio sentido dramático, experimentando con el
expresionismo de las sombras, los claroscuros, los planos holandeses, el ruido
de los trenes, el humo, la lluvia, la niebla, prodigiosos primeros planos, todo
suma en pos de proyectar un estado de ánimo, provocando en el espectador
sensaciones, involucrándole emocionalmente. Esto cimentado en un guion
inteligente, narrado en flash-back de modo turbador en off cuenta su historia
sentada en casa con su esposo, imaginando que le está confesando su aventura (lo
que eran diálogos teatrales), según ella su mejor confidente. Capaz de hacer
empáticos a unos protagonistas que engañan, ello por la humanidad y
sensibilidad con que se trata esta sencilla historia. Tratando temas como el
amor puro, la mentira, el poder de los vínculos familiares, las convenciones
sociales, o el sacrificio por lo que crees un bien mayor.
La protagonista es Laura Jesson (Celia Johnson), mujer de case media casada
y con hijos, cuya vida convencional se complica tras un encuentro casual en una
estación de tren con un desconocido casado del que posteriormente se enamora. Como
muchas mujeres de su clase en ese momento, Laura visita un pueblo cercano todos
los jueves para ir de compras y ver una película de matiné. Al regresar de una
de esas excursiones a Milford, mientras espera en la sala de refrigerios de la
estación de tren, otro pasajero la ayuda, le quita un pedazo de arena del ojo.
El hombre es Alec Harvey (Trevor Howard), un médico general idealista que
también trabaja los jueves como consultor en el hospital local. Ambos tienen
entre treinta y cuarenta años, casados y con hijos (aunque la esposa de Alec,
Madeleine, y sus dos hijos no se ven).
Posee un comienzo
fascinante en la elegancia con que sutilmente nos cuenta el fin de una historia
de amor. Arranca en modo desorientador en la cafetería de la estación de
Milford Junction, la encargada Myrtle
Bagot (Joyce Carey), es ‘acosada’ por el jefe de estación, Albert Godby
(Stanley Holloway), ello en una divertida charla típica de screw-ball con
réplicas y contra réplicas (en lo que será unas sub trama cómica ingeniosamente
desarrollada). La cámara en un bello travelling se desliza a una mesa del
fondo, allí una mujer y un hombre (Johnson y Howard) se miran de modo
melancólico (luego sabremos que han tenido un amor de siete jueves), se están
despidiendo. De repente aparece allí Dolly Messiter (Everley Gregg), una amiga
de ella que no para de hablar de forma ametralladora, Laura pasa de lo que dice
absorta en sus pensamientos. Desde el andén se oye por el altavoz que llega el
tren que debe tomar él a Churley. Laura le dice “Ese es tu tren” y el
responde “Sí, debo irme”, luego sabremos serán las últimas palabras de este
sentido romance. Él coge su abrigo y antes de marcharse posa su brazo sobre el
hombro de Laura, ella se nota estremecer, ello mientras la ‘cotorra’ de la
amiga no para en su verborrea incontenida de temas banales. De vuelta a casa,
vemos a Laura que vive en una cómoda y aparente feliz familia., con dos hijos
pequeños y un marido amable y cariñoso, Fred (Cyril Raymond). Con los hijos
acostados el matrimonio se recoge en el salón, allí, con la música de Rachmaninoff
de fondo, Fred hace un crucigrama, le pide ayuda a Laura para una palabra
remanente de una poesía de Keats. Laura hace ganchillo mientras recuerda el
romance de siete semanas con un médico, ello voz en off imaginariamente
contándoselo a Fred. Y pasamos a lo que será el grueso del film, un largo
flash-back que iniciamos como no, en el café de la estación mencionada (allí
iba regularmente todos los jueves Laura a hacer la compra semanal), donde toda
la historia se inicia de modo inocente cuando a Laura le entre carbonilla en el
ojo y un doctor allí presente se ofrece a limpiarle el ojo.
Es amor furtivo,
seguramente este morbo hace que para ambos sea más atractivo, el tener que
sortear los problemas, el placer aumenta cuando se consigue el éxito de estar a
sola: Este romance se desarrolla suavemente, con un café, una cena, unas risas,
una sesión de cine, un paseo en barca, un viaje en auto donde ella le enciende
un cigarrillo a él, un paseo por el campo, siempre intentando esconderse, cual
adolescentes en su primer amor. Hasta que el amor que estaba en el aire entre
ellos se hace palpable: Entonces surgen los sentimientos de culpa, las
mentiras, todo ello expuesto por Lean con intensidad, con tensión latente entre
ambos, con juego de miradas que nos toca la fibra sensible, con brillan tes
juegos visuales (como esa mirada que Laura hace al cristal de la ventana del
vagón y se ve a ella con Alec bailando Rachmaninoff). Todo ello entrelazando
sutilmente el puritanismo de nuestra sociedad (ancladas en el deber hacia la
familia) con las ansias de libertad sexual, los ‘lastres’ morales que nos
impiden hacer nuestro albedrio. El remordimiento, las dudas, la búsqueda de la
felicidad, los momentos en que el mundo alrededor de ellos no existe, son solo
ellos dos, reflejado de forma excelsa por un director en estado de gracia, como
cuando en el tercer encuentro en la cafetería de la estación Alec le habla a
ella de su trabajo, ella lo escucha absorta y se dice a sí misma: “De pronto,
parece mucho más joven”, ello mientras de fondo se oye el tema leit motive a
piano de Rachmaninoff, y ello con el objetivo tomando un primer plano de ambos
mirándose con devoción, el amor traspasa la pantalla.
Gran parte del mérito
del éxito de este film está en su maravillosa pareja Celia Johnson y Trevor
Howard, transmiten ser una pareja común, no son estrellas de cine, lo que los
hace más cercanos al espectador, con lo que se puede identificar con ellos.
Poseen una química entre ambos espléndida, a base de miradas, gestos, en sus
silencios. Celia está adorable, encantadora, denota en su mundo interior
convulso en la marejada de dudas morales que la asolan, debe elegir entre la
comodidad familiar o el amor volcánico, y esto lo exhibe en varios momentos de
forma maravillosa (esa huida por la escalera de incendios es ejemplo de ello),
derrocha naturalidad; Trevor Howard está sobresaliente con mesura, con
simpatía, gradualmente dejando entrever sus sentimientos, hasta que se desatan,
su personaje es el que abre la Caja de Pandora de su amor, desborda humanidad
su interpretación, todo una gama de sentimientos con esa última imagen del
dolor contenido fabulosa.
Spoiler:
Es una infidelidad sin
consumarse sexualmente, cuando se citan en el piso de un amigo (ella primero se
niega ante la demanda de él de que deje pasar su tren y vaya con él allí, al
final accede, y mientras sube las escaleras al piso suena, como no,
Rachmaninoff) para consumar, el amigo aparece de improvisto y los chafa,
haciendo sentir culpable y abochornada a Celia que huye sin que la vea el amigo
por la escalera de incendio. En este sentido se queda en un amor
cuasi-platónico, no pasa de los abrazos y los besos, pero esto es la magia del
cine que no lo hace menos apasionado. Cuando ella huyendo del piso llega a la
estación vemos enfocado un gran reloj, alegoría de que el tiempo del romance
termina. “Preparémonos para el principio del fin”, le advierte un abatido Alec
a Laura, a su regreso a la estación, antes de citarse por última vez para la
semana siguiente en el que será su último encuentro.
“Qué insensata he sido.
Me he enamorado. No sabía que a alguien corriente pudiera pasarle algo tan
intenso. Todo empezó un día corriente, en un lugar corriente… Todo empezó en un
día corriente, en un lugar corriente, el café de la estación de Milford…”. (Laura
Jesson)
"Este sufrimiento
no puede durar. Debo recordarlo y tratar de controlarme. Nada dura realmente.
Ni la felicidad ni la desesperación. Ni siquiera la vida dura tanto. Llegará un
día en el futuro en el que no piense en esto nunca más, en el que pueda mirar
atrás y decir en paz y tranquilidad lo tonta que fui... No, no, no quiero que
ese momento llegue nunca! Quiero recordar cada minuto, siempre, siempre hasta
el fin de mis días." (Laura Jesson)
Rush final: Tras su
fallida aventura en el piso del amigo de Alec. La pareja se dé cuenta de que esta
aventura es imposible. Para no dañar a sus familias, aceptan sacrificarse y separarse.
A Alec le han ofrecido un trabajo en Johannesburgo-Sudáfrica, donde vive su
hermano. Su último encuentro tiene lugar en el comedor de la estación de tren, volvemos
al comienzo pero visto desde otro lado. Sabremos que el último gesto de este
romance queda en esa mano sobre el hombro de ella, un final amargo para una
trémula historia de amor. Tras ello escuchamos los pensamientos de ella (la cámara
hábilmente oscurece todo a su alrededor y solo se ve el rostro de Laura,
mientras de fondo se oye el cotorreo de la amiga) cuando ya Alec se ha marchado,
pensando que no coge el tren y vuelve a entrar, pero no sucede. Entonces oye un
tren aproximarse y Laura que tiene un momento suicida, sale corriendo de la
cafetería y está a centímetros de lanzarse a las vías del tren (esto me
recuerda a Meryl Streep cogiendo la manija de la ranchera en el final de la
mencionada “Los puentes de Madison”), las luces y la estela del expreso hacen mella
en la faz de Laura. Regresa a su hogar, y entroncamos con el presente de Laura
haciendo ganchillo, mientras el marido hace el crucigrama. Entonces ella se
estremece por sentir el final de su romance, Fred se da cuenta, y le pide que
vuelva de dónde está, quizás intuyendo algo de alejamiento de él, y ambos se
abrazan.
Como es común en las
películas basadas en obras de teatro, la película muestra lugares que solo se
mencionan en la obra: el apartamento del Dr. Lynn, la casa de Laura, un cine ,
un restaurante y una sucursal de Boots the Chemist . También hay varias escenas
que no están en la obra: una escena en un lago en un bote de remos donde el Dr.
Harvey se moja los pies; Laura deambulando sola en la oscuridad, sentada en un
banco del parque, fumando en público y siendo confrontada por un policía; y un
paseo por el campo en un coche alquilado; Algunas escenas se hacen menos
ambiguas y más dramáticas en la película. La escena en la que los dos amantes
están a punto de cometer adulterio se suaviza: en la obra se deja que el
público decida si realmente consuman su relación; en la película parece que no.
En la película, Laura acaba de llegar al departamento del Dr. Lynn cuando el
dueño regresa y el Dr. Harvey la saca inmediatamente a través de la puerta de
servicio de la cocina. Más tarde, cuando Laura parece querer tirarse frente a
un tren expreso, la película deja más clara la intención mediante la narración
en off; Además, en la obra, los personajes de la estación de Milford (la Sra.
Baggot, el Sr. Godby, Beryl y Stanley) son muy conscientes de la creciente
relación entre Laura y Alec y, a veces, la mencionan de manera brusca; en la
película, apenas se fijan en ellos o en lo que están haciendo. La escena final
de la película, que muestra a Laura abrazando a su esposo después de que él
demuestra que se ha dado cuenta de su distanciamiento en las últimas semanas y
tal vez incluso adivinó la razón, no está en la obra original de Coward.
Gran parte de la versión
cinematográfica se rodó en la estación de tren de Carnforth en Lancashire,
luego un cruce en el London, Midland and Scottish Railway . Si bien era una
estación concurrida, estaba lo suficientemente lejos de las principales
ciudades para evitar el apagón con fines cinematográficos, ya que el rodaje
tuvo lugar a principios de 1945 antes de que terminara la WWII. En dos puntos
de la película, la ubicación de la estación se indica mediante carteles en la
plataforma que se refieren a destinos locales, incluidos Leeds, Bradford,
Morecambe y Lancaster. Coward hace los anuncios de la estación en la película.
La sala de refrigerios de la estación era una recreación de estudio.
CarnforthStation aún conserva muchas de las características de la época
presentes en el momento de la filmación y sigue siendo un lugar de peregrinaje
para los fanáticos de la película. Algunas de las escenas urbanas se rodaron en
Londres, Denham y Beaconsfield, cerca de Denham Studios, donde se realizó la
película. El puente rural que los amantes visitan dos veces (incluso en su
último día) es el puente Middle Fell en Dungeon Ghyll en Cumbria.
El poema con el que Fred
le pide ayuda a Laura para su crucigrama es de John Keats: "When I have
Fears that I may Dese to Be". La cita que recita Fred es "Cuando
contemplo, sobre el rostro estrellado de la noche, enormes símbolos nublados de
un gran romance".
A lo largo de la
película se repiten extractos del Concierto para piano n.º 2 de Sergei
Rachmaninoff, interpretados por la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por
Muir Mathieson con la pianista Eileen Joyce. También hay una escena en un salón
de té donde una orquesta de salón toca Danza Española No. 5 (Bolero) de Moritz
Moszkowski.
Muchos críticos,
historiadores y estudiosos citan la película como una de las mejores de todos
los tiempos. En 1999, el British Film Institute la clasificó como la segunda
mejor película británica de todos los tiempos. En 2017, una encuesta de Time
Out de 150 actores, directores, escritores, productores y críticos la clasificó
como la duodécima mejor película británica de la historia. Recibió tres
nominaciones en los Oscar, Mejor Director , Mejor Actriz (para Johnson) y Mejor
Guión Adaptado .
Obra inmortal, cual
“Romeo y Julieta o “Los puentes de Madison” queda en la memoria como un amor fugaz
pero que marca para la eternidad. Gloria Ucrania!!!
PD. Este film fue el
germen de la gran peli de Builly Wilder “El Apartamento”, y es que el guion de
esta es una especie de spin-off oficioso, pues Wilder tras ver esta cinta pensó
en el hombre que deja su piso como picadero, e hizo protagonista a este encarnado
en Jack Lemmon.
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