domingo, 2 de julio de 2023

 


BREVE ENCUENTRO


Clásico imperecedero del romanticismo fatalista, esos son los amores que perduran, los que duran poco y marcan para toda la vida, recordándome mucho en este sentido al gran film muy posterior de Clint Eastwood “Los puentes de Masdison” (1995). Fue la primera gran película de David Lean, dirigida a partir de un guión de Noël Coward, basado en su obra de teatro en un acto de 1936 “Still Life”. Lean, cuyas dos obras anteriores estaban también inspiradas en la obra de Noel Coward, introdujo nuevo material cinematográfico además de ampliar escenarios para dar formato de largometraje a la obra. Teniendo de grandes protagonistas a Celia Johnson y Trevor Howard, en una realización majestuosa, siendo coprotagonista la cinematografía en glorioso b/n del aussie Robert Krasker, jugando con las imágenes con notorio sentido dramático, experimentando con el expresionismo de las sombras, los claroscuros, los planos holandeses, el ruido de los trenes, el humo, la lluvia, la niebla, prodigiosos primeros planos, todo suma en pos de proyectar un estado de ánimo, provocando en el espectador sensaciones, involucrándole emocionalmente. Esto cimentado en un guion inteligente, narrado en flash-back de modo turbador en off cuenta su historia sentada en casa con su esposo, imaginando que le está confesando su aventura (lo que eran diálogos teatrales), según ella su mejor confidente. Capaz de hacer empáticos a unos protagonistas que engañan, ello por la humanidad y sensibilidad con que se trata esta sencilla historia. Tratando temas como el amor puro, la mentira, el poder de los vínculos familiares, las convenciones sociales, o el sacrificio por lo que crees un bien mayor.

 

La protagonista es Laura Jesson (Celia Johnson), mujer de case media casada y con hijos, cuya vida convencional se complica tras un encuentro casual en una estación de tren con un desconocido casado del que posteriormente se enamora. Como muchas mujeres de su clase en ese momento, Laura visita un pueblo cercano todos los jueves para ir de compras y ver una película de matiné. Al regresar de una de esas excursiones a Milford, mientras espera en la sala de refrigerios de la estación de tren, otro pasajero la ayuda, le quita un pedazo de arena del ojo. El hombre es Alec Harvey (Trevor Howard), un médico general idealista que también trabaja los jueves como consultor en el hospital local. Ambos tienen entre treinta y cuarenta años, casados ​​y con hijos (aunque la esposa de Alec, Madeleine, y sus dos hijos no se ven).

 

Posee un comienzo fascinante en la elegancia con que sutilmente nos cuenta el fin de una historia de amor. Arranca en modo desorientador en la cafetería de la estación de Milford Junction, la encargada Myrtle Bagot (Joyce Carey), es ‘acosada’ por el jefe de estación, Albert Godby (Stanley Holloway), ello en una divertida charla típica de screw-ball con réplicas y contra réplicas (en lo que será unas sub trama cómica ingeniosamente desarrollada). La cámara en un bello travelling se desliza a una mesa del fondo, allí una mujer y un hombre (Johnson y Howard) se miran de modo melancólico (luego sabremos que han tenido un amor de siete jueves), se están despidiendo. De repente aparece allí Dolly Messiter (Everley Gregg), una amiga de ella que no para de hablar de forma ametralladora, Laura pasa de lo que dice absorta en sus pensamientos. Desde el andén se oye por el altavoz que llega el tren que debe tomar él a Churley. Laura le dice “Ese es tu tren” y el responde “Sí, debo irme”, luego sabremos serán las últimas palabras de este sentido romance. Él coge su abrigo y antes de marcharse posa su brazo sobre el hombro de Laura, ella se nota estremecer, ello mientras la ‘cotorra’ de la amiga no para en su verborrea incontenida de temas banales. De vuelta a casa, vemos a Laura que vive en una cómoda y aparente feliz familia., con dos hijos pequeños y un marido amable y cariñoso, Fred (Cyril Raymond). Con los hijos acostados el matrimonio se recoge en el salón, allí, con la música de Rachmaninoff de fondo, Fred hace un crucigrama, le pide ayuda a Laura para una palabra remanente de una poesía de Keats. Laura hace ganchillo mientras recuerda el romance de siete semanas con un médico, ello voz en off imaginariamente contándoselo a Fred. Y pasamos a lo que será el grueso del film, un largo flash-back que iniciamos como no, en el café de la estación mencionada (allí iba regularmente todos los jueves Laura a hacer la compra semanal), donde toda la historia se inicia de modo inocente cuando a Laura le entre carbonilla en el ojo y un doctor allí presente se ofrece a limpiarle el ojo.

 

Es amor furtivo, seguramente este morbo hace que para ambos sea más atractivo, el tener que sortear los problemas, el placer aumenta cuando se consigue el éxito de estar a sola: Este romance se desarrolla suavemente, con un café, una cena, unas risas, una sesión de cine, un paseo en barca, un viaje en auto donde ella le enciende un cigarrillo a él, un paseo por el campo, siempre intentando esconderse, cual adolescentes en su primer amor. Hasta que el amor que estaba en el aire entre ellos se hace palpable: Entonces surgen los sentimientos de culpa, las mentiras, todo ello expuesto por Lean con intensidad, con tensión latente entre ambos, con juego de miradas que nos toca la fibra sensible, con brillan tes juegos visuales (como esa mirada que Laura hace al cristal de la ventana del vagón y se ve a ella con Alec bailando Rachmaninoff). Todo ello entrelazando sutilmente el puritanismo de nuestra sociedad (ancladas en el deber hacia la familia) con las ansias de libertad sexual, los ‘lastres’ morales que nos impiden hacer nuestro albedrio. El remordimiento, las dudas, la búsqueda de la felicidad, los momentos en que el mundo alrededor de ellos no existe, son solo ellos dos, reflejado de forma excelsa por un director en estado de gracia, como cuando en el tercer encuentro en la cafetería de la estación Alec le habla a ella de su trabajo, ella lo escucha absorta y se dice a sí misma: “De pronto, parece mucho más joven”, ello mientras de fondo se oye el tema leit motive a piano de Rachmaninoff, y ello con el objetivo tomando un primer plano de ambos mirándose con devoción, el amor traspasa la pantalla. 

 

Gran parte del mérito del éxito de este film está en su maravillosa pareja Celia Johnson y Trevor Howard, transmiten ser una pareja común, no son estrellas de cine, lo que los hace más cercanos al espectador, con lo que se puede identificar con ellos. Poseen una química entre ambos espléndida, a base de miradas, gestos, en sus silencios. Celia está adorable, encantadora, denota en su mundo interior convulso en la marejada de dudas morales que la asolan, debe elegir entre la comodidad familiar o el amor volcánico, y esto lo exhibe en varios momentos de forma maravillosa (esa huida por la escalera de incendios es ejemplo de ello), derrocha naturalidad; Trevor Howard está sobresaliente con mesura, con simpatía, gradualmente dejando entrever sus sentimientos, hasta que se desatan, su personaje es el que abre la Caja de Pandora de su amor, desborda humanidad su interpretación, todo una gama de sentimientos con esa última imagen del dolor contenido fabulosa.

 

Spoiler:

 

Es una infidelidad sin consumarse sexualmente, cuando se citan en el piso de un amigo (ella primero se niega ante la demanda de él de que deje pasar su tren y vaya con él allí, al final accede, y mientras sube las escaleras al piso suena, como no, Rachmaninoff) para consumar, el amigo aparece de improvisto y los chafa, haciendo sentir culpable y abochornada a Celia que huye sin que la vea el amigo por la escalera de incendio. En este sentido se queda en un amor cuasi-platónico, no pasa de los abrazos y los besos, pero esto es la magia del cine que no lo hace menos apasionado. Cuando ella huyendo del piso llega a la estación vemos enfocado un gran reloj, alegoría de que el tiempo del romance termina. “Preparémonos para el principio del fin”, le advierte un abatido Alec a Laura, a su regreso a la estación, antes de citarse por última vez para la semana siguiente en el que será su último encuentro.

 

“Qué insensata he sido. Me he enamorado. No sabía que a alguien corriente pudiera pasarle algo tan intenso. Todo empezó un día corriente, en un lugar corriente… Todo empezó en un día corriente, en un lugar corriente, el café de la estación de Milford…”. (Laura Jesson)

 

"Este sufrimiento no puede durar. Debo recordarlo y tratar de controlarme. Nada dura realmente. Ni la felicidad ni la desesperación. Ni siquiera la vida dura tanto. Llegará un día en el futuro en el que no piense en esto nunca más, en el que pueda mirar atrás y decir en paz y tranquilidad lo tonta que fui... No, no, no quiero que ese momento llegue nunca! Quiero recordar cada minuto, siempre, siempre hasta el fin de mis días." (Laura Jesson)


Rush final: Tras su fallida aventura en el piso del amigo de Alec. La pareja se dé cuenta de que esta aventura es imposible. Para no dañar a sus familias, aceptan sacrificarse y separarse. A Alec le han ofrecido un trabajo en Johannesburgo-Sudáfrica, donde vive su hermano. Su último encuentro tiene lugar en el comedor de la estación de tren, volvemos al comienzo pero visto desde otro lado. Sabremos que el último gesto de este romance queda en esa mano sobre el hombro de ella, un final amargo para una trémula historia de amor. Tras ello escuchamos los pensamientos de ella (la cámara hábilmente oscurece todo a su alrededor y solo se ve el rostro de Laura, mientras de fondo se oye el cotorreo de la amiga) cuando ya Alec se ha marchado, pensando que no coge el tren y vuelve a entrar, pero no sucede. Entonces oye un tren aproximarse y Laura que tiene un momento suicida, sale corriendo de la cafetería y está a centímetros de lanzarse a las vías del tren (esto me recuerda a Meryl Streep cogiendo la manija de la ranchera en el final de la mencionada “Los puentes de Madison”), las luces y la estela del expreso hacen mella en la faz de Laura. Regresa a su hogar, y entroncamos con el presente de Laura haciendo ganchillo, mientras el marido hace el crucigrama. Entonces ella se estremece por sentir el final de su romance, Fred se da cuenta, y le pide que vuelva de dónde está, quizás intuyendo algo de alejamiento de él, y ambos se abrazan.


Como es común en las películas basadas en obras de teatro, la película muestra lugares que solo se mencionan en la obra: el apartamento del Dr. Lynn, la casa de Laura, un cine , un restaurante y una sucursal de Boots the Chemist . También hay varias escenas que no están en la obra: una escena en un lago en un bote de remos donde el Dr. Harvey se moja los pies; Laura deambulando sola en la oscuridad, sentada en un banco del parque, fumando en público y siendo confrontada por un policía; y un paseo por el campo en un coche alquilado; Algunas escenas se hacen menos ambiguas y más dramáticas en la película. La escena en la que los dos amantes están a punto de cometer adulterio se suaviza: en la obra se deja que el público decida si realmente consuman su relación; en la película parece que no. En la película, Laura acaba de llegar al departamento del Dr. Lynn cuando el dueño regresa y el Dr. Harvey la saca inmediatamente a través de la puerta de servicio de la cocina. Más tarde, cuando Laura parece querer tirarse frente a un tren expreso, la película deja más clara la intención mediante la narración en off; Además, en la obra, los personajes de la estación de Milford (la Sra. Baggot, el Sr. Godby, Beryl y Stanley) son muy conscientes de la creciente relación entre Laura y Alec y, a veces, la mencionan de manera brusca; en la película, apenas se fijan en ellos o en lo que están haciendo. La escena final de la película, que muestra a Laura abrazando a su esposo después de que él demuestra que se ha dado cuenta de su distanciamiento en las últimas semanas y tal vez incluso adivinó la razón, no está en la obra original de Coward.

 

Gran parte de la versión cinematográfica se rodó en la estación de tren de Carnforth en Lancashire, luego un cruce en el London, Midland and Scottish Railway . Si bien era una estación concurrida, estaba lo suficientemente lejos de las principales ciudades para evitar el apagón con fines cinematográficos, ya que el rodaje tuvo lugar a principios de 1945 antes de que terminara la WWII. En dos puntos de la película, la ubicación de la estación se indica mediante carteles en la plataforma que se refieren a destinos locales, incluidos Leeds, Bradford, Morecambe y Lancaster. Coward hace los anuncios de la estación en la película. La sala de refrigerios de la estación era una recreación de estudio. CarnforthStation aún conserva muchas de las características de la época presentes en el momento de la filmación y sigue siendo un lugar de peregrinaje para los fanáticos de la película. Algunas de las escenas urbanas se rodaron en Londres, Denham y Beaconsfield, cerca de Denham Studios, donde se realizó la película. El puente rural que los amantes visitan dos veces (incluso en su último día) es el puente Middle Fell en Dungeon Ghyll en Cumbria.

 

El poema con el que Fred le pide ayuda a Laura para su crucigrama es de John Keats: "When I have Fears that I may Dese to Be". La cita que recita Fred es "Cuando contemplo, sobre el rostro estrellado de la noche, enormes símbolos nublados de un gran romance".


A lo largo de la película se repiten extractos del Concierto para piano n.º 2 de Sergei Rachmaninoff, interpretados por la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Muir Mathieson con la pianista Eileen Joyce. También hay una escena en un salón de té donde una orquesta de salón toca Danza Española No. 5 (Bolero) de Moritz Moszkowski.

 

Muchos críticos, historiadores y estudiosos citan la película como una de las mejores de todos los tiempos. En 1999, el British Film Institute la clasificó como la segunda mejor película británica de todos los tiempos. En 2017, una encuesta de Time Out de 150 actores, directores, escritores, productores y críticos la clasificó como la duodécima mejor película británica de la historia. Recibió tres nominaciones en los Oscar, Mejor Director , Mejor Actriz (para Johnson) y Mejor Guión Adaptado .

 

Obra inmortal, cual “Romeo y Julieta o “Los puentes de Madison” queda en la memoria como un amor fugaz pero que marca para la eternidad. Gloria Ucrania!!!

 

PD. Este film fue el germen de la gran peli de Builly Wilder “El Apartamento”, y es que el guion de esta es una especie de spin-off oficioso, pues Wilder tras ver esta cinta pensó en el hombre que deja su piso como picadero, e hizo protagonista a este encarnado en Jack Lemmon.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario