ATRAPADOS. (1949)
Desequilibrada
revisión del cuento de Cenicienta. Film dirigido por el germano Max Ophüls,
aunque se dice lo fue en primera instancia por John Berry mientras este se
recuperaba de una enfermedad, no se sabe lo que pudo ser de uno u otro, pero
ello sin duda pudo haber repercutido en su irregular resultado final. El guión
de Arthur Laurents (“La soga” o “West Side Story”), basándose libremente da en
la novela “Wild Calendar” de Libbie Block, aunque termina notándose muy
encorsetada para ser del gusto de la censura del Codigo Hays. Una historia con
un manejo de elipsis muy torpe, con unos caracteres atropellados, provocando situaciones
absurdas, y todo coronado en un final que es un insulto a la inteligencia (el
propio Ophüls lo califico de suave). La salvan unas actuaciones notables, y una
realización expresionista vigorosa. Trata el reverso amargo del ‘éxito’ en el
Sueño Americano, aquí representado en buscarte un marido rico, y con ello surge
el eterno dilema de si el dinero da la felicidad. Es la clásica historia de la
‘Cinderella” donde el Príncipe Azul/ Smith
Ohlrig se transforma en Ogro, al parecer inspirado en el magnate Howard Hughes
con el que Ophüls tuvo desencuentros cuando fue fichado en su llegada a USA por
la RKO, de la que era dueño Hughes.
Leonora Eames (Barbara
Bel Geddes), es incitada por su compañera de cuarto Maxine (Ruth Brady), a
asistir a la escuela de encanto de Dorothy Dale para aprender etiqueta y poder
obtener mejor posición y casarse con alguien rico que pudiera proporcionarle comodidades
materiales. Después del curso de seis semanas, Leonora trabaja con Maxine como
modelo de una tienda por departamentos y conoce al hombre rico, el apuesto y
distante gigante industrial Smith Ohlrig (Robert Rayn). En su última sesión con
su psiquiatra (Art Smith), Smith le cuenta lo mal que trata al dulce pero
superficial Lee. Cuando el psiquiatra pregunta por qué la trata con desdén,
Smith clama que nadie le diga qué hacer y se casa con ella para fastidiar al
psiquiatra. Los periódicos lo llaman una “historia de Cenicienta”. Pero Smith
la descuida por el trabajo y la trata con frialdad como si fuera una empleada
más, abusando de ella verbalmente y manteniéndola prisionera en su fría mansión
de Long Island bajo la atenta mirada de su amanerado lacayo Franzi (Curt Bois).
La historia va dando
bandazos de un género a otro, pero también saltando caóticamente de un rol a
otro. Al principio la protagonista absoluta es Leonora, desconcertante en su
personalidad, parece ingenua, pero sin embargo es una cazafortunas o no? Esto
me es chirriante y un lastre. Al principio sigue los consejos de su amiga y se
apunta a la academia de buenas señoritas (o más o menos), ello auspiciado por
el que así podrá cazar un ‘maromo’ con plata. Cuando le ofrecen la oportunidad
de seguir esta ruta y es invitada a un sarao como figurante, o sea, como
supongo en el libro será señorita de compañía (prostituta en potencia), se
niega dignamente, pero otra vez la amiga la empuja al fiestón en el yate, y al
final se apunta. Esperando en puerto conoce a un tipo que viene del yate y la
puede acercar, pero resulta es el anfitrión, Ohrlig, un adusto tipo que juega
con ella (Ophüls filma alegóricamente a Robert Ryan entre sombras, su rostro
siempre sombreado cual si fuera un villano que esconde el mal en sí. ella
termina aceptando la lleve a su mansión en coche, pero cuando llegan a la misma
la chica se arrepiente), Ohlrig, muy directo le comenta que si ha ido con él
allí es que sabe a lo que iba, ella le pide la lleve a casa y el ricachón la
lleva. Entonces hay un giro grimante que no se da en todo el film y es ver como
protagonista de escena a Ohlrig en una sesión de terapia y por rebeldía a lo
que le dice el doctor el paciente decide casarse con la joven que le ha
rechazado, Leonora, y sin solución de continuidad saltamos a que ya están
casados. Esto me resulta de dentera, pues nos hemos saltado por qué Leonora se
casaría con un tipo misántropo y ególatra como este, solo puede ser por su
dinero, que otro encanto tiene Ohlrig. Pero sin embargo luego nos la quieren
pintar a ella muy orgullosa y digna ante el maltrato de él al tildarla
sutilmente de buscona que ha encontrado el tesoro que es él. Si no hubieran
mostrado todo lo anterior de como él la enamoró a ella, si es que fue con
mentiras, colocándose una ‘máscara’, pero si no nos muestran él como se llegó
allí, lo único que puedo pensar es que es real lo que dice Ohlrig, pero que
ella ha visto los efectos secundarios de esto (epítome la humillación entre
invitados a que le somete él a ella) y decide pegarse unas ‘vacaciones’ de él.
Y en estas encuentra al
reverso de Ohlrig en un altruista médico, Dr. Larry Quinada, sin más ambición
que ayudar al prójimo. Tipo este que desprecia a los ricos y su hedonismo, esto
demasiado subrayado, tanto que me resulta un discurso hacia el espectador
gritándole que el dinero solo hace infelices y tiránica a la gente, una
moralina simplista y embestida de un buenismo para pobres (clase media). Por
supuesto en cuanto vemos que este médico es encarnado por el apuesto James
Mason (en su debut en USA), sabremos hay tema entre Leonora y ´´el, por mucho
que nos cuelan unos primeros roces, nada sorprende en este aspecto, si acaso la
forma flash en que se produce, nada de gradualidad, primera cita y petición de
bodorrio. Esto, como casi todo, transcurre a toda velocidad, sin que haya
proporción de emocionalidad, antes de que asientes en una situación hemos
saltado dos peldaños más allá. Y como todo melodrama que se precie nos cuelan
en el rush final un elemento trasgresor, que es manejado de forma torticera, para
en su clímax girar de modo estrafalario, haciéndome sentir preso de la
desorientación por el modo de volver a montar elipsis caóticas (*spoiler).
Barbara Bel Geddes aporta dulzura, ingenuidad, calor humano, pero sin embargo esto no concuerda con las acciones del personaje, mucho más complejo de ese ser bondadoso y cándido que expresa en sus palabras, sus actos hablan por ella, y ella es en realidad alguien sin dinero que se ha casado con alguien con mucho dinero, por su dinero, no me la creo en sus dignas y orgullosas batallas con Ohlrig, él es un Monstruo (no me creo se case con alguien en un arrebato de soberbia, es un tipo exitoso y descarnado en los negocios que no los arriesgaría por un matrimonio exprés), pero ella es una caza millonarios, pero si ni tan siquiera los vemos darse un beso. No hay otro motivo para estar con él, con lo que toda su interpretación cojea por no abrirse a lo que realmente es. Porque cuando lo abandona no le pide el divorcio, pues porque pretende su dinero. Pero si termina volviendo con él por su plata; James Mason como el pediatra Larry Quinada aporta luz, pero me ha sido muy plano en su buenismo, ha tenido tropecientos papeles mejores que este buenazo solidario; Aunque el que más jugo saca de su rol es un gran Robert Ryan, con un carisma que desborda la pantalla, intimidante, amenazante, con un vigor inusitado, dejando ver grietas que supuran no por amor, si no por no ser el vencedor de cualquier disputa, formidable. Aunque me es estridente dejara a su esposa se marchara libremente de su casa a buscar trabajo y a instalarse en un pisucho, no me cuadra con su personalidad de Amo y Señor de todo y todos; Entre los secundarios destacaré al berlinés (judío que huyó de Alemania en 1934) Curt Bois, un experto en actores de reparto, apareciendo al principio de la mítica “Casablanca” como alguien que advertía a los recién llegados sobre el peligro de los carteristas mientras él mismo robaba la cartea a un incauto. Aquí da vida a Franzi Kartos, una especie de asistente en la mansión de Ohlrig, un chico de compañía para la Sra., extraño papel de tipo afeminado, muy bien en sus pocas apariciones, seguro que en la novela tenía más chicha su papel.
Aparte de la gran
actuación de Robert Ryan, lo que más sobresale de la cinta es la gran labor en gloriosa
cinematografía en b/n de Lee Garmes
(“Scarface” o “Duelo al Sol”), jugando con las sugerencias (ese plano de la
mesa vacía de Leonora en el consultorio médico) y sobre todo con el
expresionismo gótico, moviendo la cámara con una fluidez inusitada en lugares
angostos como es el consultorio médico, deslizándose entre paredes de modo
dramático, con un manejo de grúa extraordinario (como es la secuencia que
arranca en el suelo para exponer el dramatismo del derrumbe de Ohlrig), con
picados y contrapicados (los que se dan con el elemento escalera para imprimir
sensaciones) imponentes, con incisivos primeros planos para destacar algo y en
segundo plano dejar ver la reacción de otra persona (el que la vea sabe de lo
que hablo), con giros entre el bullicio (el baile con petición final de Quinada
con Leonora). Con un lóbrego sentido de las sombras que se agudiza mucho en la
mansión Ohlrig; Ophüls consigue éxito al hacer que un elemento sea el símbolo
de la riqueza de las caza fortunas, el abrigo de visón.
Spoiler:
Que pinta en la peli ese
momento comedia en que, en el club nocturno, con Leonora y el Dr. Quinada en la
barra son interrumpidos una y otra vez por una mujer algo ebria?
En el tramo final resulta que Quinada le pide matrimonio a Leonora en el club mientras bailan, ella sin que hayamos visto nada que lo atestigüe, de que está enamorada de él, responde que le gustaría, pero que antes tiene que resolver un problema. Porque no le dice que está casada? Y peor aun, porque no le dice que está embarazada? Luego resulta que abandona sin aviso su trabajo para volver con su marido, y no vemos como él se lo toma, si se regodea o muestra cariño por ella, nos hurtan esto de forma insultante. Y si pensaba volver (como le dice al Dr.) con su marido, pro que no se lo dijo a Quinada? Porque lo dejó con la esperanza de que debía arreglar un problema? Un sin sentido, perro si ni tan siquiera le deja una nota, ridículo; Pero es que ella le dice a Quinada que estuvo trabajando para un millonario, y la forma de decirlo sugiere que de concubina, y sin embargo él no pone reparos a este pasado? Y porque supone Quinada que ha vuelto a su antiguo ‘empleo??; Y como supo donde estaba Leonora? Es que en aquellos tiempos solo había una vivienda en Long Island (ataque de cinismo)? Luego tiene una charla Leonora y Quinada en el garaje, y Quinada le dice que en apenas un par de minutos de charla ya le ha hecho el traje psicológico a Ohlrig, que esperaba que le dijera el marido al amante de su esposa? Ella le espeta a Quinada que quiere estar con Ohlrig para que su hijo tenga dinero cuando nazca, lo cual viene a confirmar que solo es una buscona con ansias de dinero. Pues de esposa de un Doctor tampoco creo pasara precariedad, solo que ella quería ser ricachona y no se conformaba con ser clase media; Ohlrig posteriormente la amenaza con que si lo deja se quedará con su hijo, y ella acepta el chantaje; Hay una elipsis y saltamos meses después, ella aún está preñada. Oye acostada que Ohlrig la llama lastimeramente, ella acude y lo ve a él en el salón tirado en el suelo pidiendo le acerque su pastilla del corazón, ella se da la vuelta y se aleja a su cuarto, hay otra (asquerosa) elipsis y vemos la mansión a rebosar de gente, en la cama Ohlrig atendido por médicos que dicen que se salvará, esto no lo sabe Leonora, que cree está muerto. Vemos que llega allí Quinada, ella se hehca la culpa de haber ‘matado’ a Ohlrig. Se siente mal y se llevan en una ambulancia, en ella le acompaña Quinada que le dice que Ohlrig está vivo y bien. Por otro lado, le dice que ha sufrido un aborto y por tanto queda liberada de Ohlrig, y se abrazan cariñosamente (y castamente, no se pueden dar besos en este tiempo en USA una mujer casada con alguien que no es su esposo). Ridículo modo de acabar, toda la felicidad reducida a un aborto si o no. NO hay dolor por la pérdida, lo cual sugiere el bebe era una rémora. Y como fue reanimado Ohlrig? Quien le dio la pastilla? Quien le salvó la vida? Ohlrig sabe que Leonora pasó de él, y con lo vengativo que es, espera que le de el divorcio como si nada? Podría acusarla de omisión del deber. No me creo este fuera el final de la novela, lo lógico es que hubiera muerto, y quedara ella como asesina, pero ante la sociedad como una muerte accidental, y ella heredando y con su hijo, hubiera aportado ambigüedad y no esta conclusión inverosímil.
Me queda un melodrama
tan bueno visualmente como torticero en su desarrollo, torpedeado por unas
elipsis imposibles de salvar, amén de una forma tramposa de tratar al personaje
de Leonora. Gloria Ucrania!!!
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