LA JUVENTUD (YOUTH 2015).
El realizador napolitano Paolo
Sorrentino en su segundo film rodado en inglés (tras “Un lugar donde quedarse”
del 2011) ha sido capaz de crear un universo particular, un microcosmos donde
la línea entre la serena belleza estética-sensorial y la petulancia pomposa
resultan difusas, un tipo de cine no hecho para todos los paladares, o te
aburre o te atrapa, si te aburre simplemente no acudas a ver este film, y si
eres de los que te gustó “La Gran belleza”, seguro te gustará esta, aunque
también es cierto que esta “Yoputh”, lleva el hándicap de las comparaciones
permanentes con la protagonizada por el sublime Jep Gambardella, esta aborda
temas parecidos, con esteticismo afín, con gran lirismo audiovisual, con un
ritmo similar, con buenos personajes, pero está un escalón por debajo de la
anterior, estando en tramos por encima el cómo que el qué. Un emocionante
fresco sobre la losa de los años, sobre el peso de las decisiones tomadas en el
pasado, una nostálgica mirada a nuestra juventud, una cínica visión del
presente y un turbador enfoque del futuro. Uno de los grandes pilares del film
es la espléndida pareja de protagonistas, Michael Caine y Harvey Keitel,
absolutamente magnéticos.
El escenario es un hotel-balneario de lujo en plenos
Alpes de Suiza, allí está pasando unas vacaciones Fred Ballinger (Michael
Caine), un retirado septuagenario compositor de música clásica, lo hace junto a
su hija Lena (Rachel Weisz). También está en el hotel un viejo amigo de Fred,
el veterano director de cine Mick Boyle (Harvey Keytel), intenta con un grupo
de jóvenes guionistas escribir su última película. Estos son los protagonistas,
pero en el complejo turístico hay más personajes que tienen cierta importancia,
como el joven actor Jimmy Tree (Paul Dano), está preparando su próximo papel,
está harto de que lo haya hecho popular un rol de robot, está un tipo orondo (Roly Serrano) con un tatuaje de Karl Marx en la espalda,
que todos identificaremos con Maradona, una Miss Universo (Madalina Diana Ghenea),
hay una pareja de mediana edad que nunca se hablan, una masajista aficionada a
bailar con la play, asimismo pasará por el lugar el marido de Lena y una
cantante pop famosa paloma Faith (interpretándose a sí misma).
Sorrentino vuelve a hacer una dramedia tocando temas la
frustración existencial, el idealismo en una sociedad envenenada de snobismo,
la llegada inexorable del ocaso de la vida (la vejez), las cicatrices del
pasado, las complejas relaciones de pareja, las oportunidades desaprovechadas,
el filtro retorcido de nuestros recuerdos, la nostalgia por la ya hace mucho
superada juventud, la búsqueda incesante de ese lugar inexistente que es la felicidad,
la verdadera amistad que perdura en el tiempo, las complicadas relaciones
paterno-filiales, la crisis del artista, la Belleza como símbolo de Juventud o
el hastío de la soledad, ello filtrado por su peculiar sentido melancólico,
desencantado, cínico, y estando siempre en el centro un retrato de la
decadencia, tanto moral como física. Con el ritmo singular del realizador se
hace una reflexión macilenta sobre el discurrir del tiempo, jugando con los
paralelismos entre la belleza del entorno alpino y de la juventud reflejada en
la Belleza de la Miss Universo, la perfección y sensualidad escultural que
provoca en los septuagenarios amigos El Síndrome de Stendhal.
En este caso sus conejillos de indias son una fauna de personajes
del mundo del arte y el espectáculo, como un músico en el crepúsculo, un
director de cine ante su ansiado canto de cisne, un actor culto hastiado de ser
estrella de un film malo, un ex futbolista que lo fue todo, ahora una sombra
elefantiásica que se mueve cual hipopótamo, un monje budista con tendencias
levitadoras, un niño prodigios del violín, o una Miss Universo rompiendo
clichés con que la belleza no puede estar asociada a tener inteligencia. Personajes
muchos de ellos (el músico, el cineasta, el actor o el futbolista) prisioneros
de su exitoso pasado.
El alma del film son Fred y Mick, dos viejos amigos en
el ocaso de sus vidas, con largos paseos por verdes y alpinos caminos disertan
sobre lo divino y lo humano, auscultan sus memorias, recorriendo con lánguidos
sentimientos el pasado, el inquietante presente y el nebuloso futuro, hablan de
sus amores, de sus recuerdos de niñez, de sus complejos de culpabilidad, de sus
frustraciones, del temor a desaparecer, dos tipo que recorren el balneario cual
mirones analizando a la gente que les rodea. Ello con una enorme complicidad y
química entre los actores Caine y Keytel, deslumbrando con su carisma
intrínseco, derrochando matices, humanidad, defectos, anhelos, sueños rotos,
con duelos dialécticos maravillosos, alardeando de cinismo, ironía, sarcasmo, y
ello trasluciendo fragilidad, magníficos transmitiendo mundo interior.
Rachel Weisz compone con mucha alma la dolida hija del
ex compositor, le imprime fondo. Paul Dano está formidable como el actor, lo
dota de carisma, de hondura dramática, de dice mucho en sus miradas sin hablar,
con mucha contención demuestra que es un grandísimo intérprete, con un lenguaje
gestual excelso. Jane Fonda en dos escenas deja constancia de la abrumadora
actriz que es, manteniendo un divino duelo con Keitel, desprendiendo chispas y
viscerabilidad. La rumana Madalina
Diana Ghenea deja una huella en el film indeleble, primero con su desbordante
Belleza (esta si que es “La Gran Belleza”) y sensualidad, y luego con una
contrarréplica (zasca) magnífica a Jimmy Tree.
El film conlleva el sello Sorrentino que ha ido
cultivando en su filmografía, asemejándose (emulando subrepticiamente) a
Federico Fellini, si “la Gran Belleza” referenciaba a “La dolce Vita”, esta lo
hace a “Ocho y medio”, conjugando historia con un collage de momentos
audiovisuales preciosistas, bucólicos, henchidos de magnetismo sensorial,
alternando música de varios tipos como la clásica y la pop, desarrollando su
relato de modo sereno, para que lo que vemos nos vaya calando, con hermosas
coreografías visuales ordinarias, como los desfiles de gente hacia la
piscina, provocando en el espectador
sensaciones. Con un buen inicio con una notable presentación de personajes,
mediante diálogos sugerentes e inteligentes que dejan entrever sus pasiones e
ilusiones, así como sus frustraciones, rezumando melancolía por el tiempo que
nunca se recuperará.
Pero tiene peros, y es que se pierde en su preciosismo,
quedando cierta sensación de artificio onanista del realizador en la belleza,
queriendo hacer de muchos tramos mini-climaxs de modo forzado, con lo que por
partes (set-pieces) es muy bonito, pero en la suma se le ven ciertas costuras
regularmente cosidas, funcionando de modo lindo sus viñetas, pero en el
transcurrir de los minutos se va desgastando la frescura inicial, derivando en
algún momento en frialdad estética, cayendo en dar más al continente que al
contenido. Llegando a prometer más de lo que termina ofreciendo, desdibujándose
algunos personajes en sus invisibles finales (la hija de Fred, Jimmy Tree, o el
futbolista...)


La puesta en escena resulta
ampulosa, con un fenomenal diseño de
producción de Ludovica Ferrario (“La Gran belleza” o “Titus”), rodando en en el
cantón suizo de Graubünden, en Davos, en los exteriores alpinos del Berghotel,
mientras el spa pertenece al Waldhaus Hotel, también se filmó en la veneciana
Plaza San Marcos, esto enaltecido por la fascinante fotografía de Luca Bigazzi
(“Il Divo” o “La Gran belleza”), llenando de vigor cada fotograma, destacando
la vitalidad de los exteriores, con hermosos planos panorámicos, así como la
calma en los interiores, captando con mimo la danza de las personas en los
encadenados musicales, colmando de placidez visual al espectador, con tomas de
gran valor simbólico e incluso onírico, deleitándonos con el barroquismo
sensorial, siempre explotando con esmero las simetrías, acentuado el ritmo cual
elástico con el estupendo montaje de Cristiano Trovaglioli (“Il divo” o “La
Gran belleza”), y estos recursos atomizados por la música de David Lang (“Réquiem por un sueño” o “La Gran belleza”), que
compone el delicioso tema epílogo “Simple song #3”, cantado por la
coreana Sumi Jo, acompañado la violinista Viktoria Mullova, con la BBC Concert Orchestra, y el Coro de la Radio de Berlín, y el “Just”, interpretado por un Trío Medieval, también reseñables otros temas, como el “Reality” y
“You got the love” cantado por The Recrosettes, o “Onward”, “Third and
Seneca” y “Ceilling gazing” de Mark Kozelek, o “Dirty hair” de David Byrne.
Spoiler:
Momentos recordables: Fred y
Mick apostando en un ingenioso running-gag sobre una pareja que se sienta a
comer día tras día sin hablarse, hasta que ...; Fred de noche en una inundada y
desierta Plaza de San Marcos en Venecia, vestido de maestro de orquesta
cruzándose de modo onírico con Miss Universo; Fred y Mick charlando sobre su
próstatas, y de cómo han orinado, importante alegoría de lo que es la vejez,
miccionar a gusto; Lena y Fred bañados en chocolate, ella le espeta al padre un
punzante soliloquio recordando con amargura su infancia, soltando los demonios
que llevaba dentro, tras esto la camilla del padre desciende en una sutil
metáfora de cómo ha quedado el ánimo de Fred; Cuando Fred le dice por fin al
emisario de la Reina de Inglaterra por qué no quiere volver a tocar, los
motivos conmueven a su hija Lena que escucha estremecida; El que es el cartel
del film, Fred Mick toman un baño en una piscina, cuando llega la Miss Universo,
desnuda y deslumbrante en su belleza se sumerge despacio en el agua, dejando
extasiados a los viejos amigos (llegué a pensar que dirían <Nos hacemos unas
...>); El concierto que da Fred dirigiendo la orquesta... de la naturaleza,
orquestando a vacas, sus cencerros y los turbadores sonidos del espectacular
entorno rural; El desconcertante momento video-clip de Paloma Faith, en lo que
entiendo es una crítica a esta subcultura de los pomposo y vacío; Los extraños
momentos en que vemos bailar ante la “play” a la masajista con brackets; La
singular imagen del equipo de guionistas tumbados y sus cabezas entrelazadas,
mientras una toma cenital las recorre y comentan cual puede ser el gran final
para su film; El futbolista (se supone Maradona) tiene buenos momentos,
saliendo de la piscina cual hipopótamo y
teniendo que ser asistido por una bombona de oxígeno, cuando pasa junto a una
pista de tenis y observa nostálgico una pelota (de tenis), el delirante momento
en que lo vemos en solitario golpear con su zurda la pelota de tenis al aire, y
volviendo a hacerlo una y otra vez, en una especie de viaje mental a su
juventud, cuando fue el más grande; El hilarante tramo en que Mick y Fred espían
por el bosque a una pareja que se ponen a fornicar; El divertido tramo de Paul
Dano disfrazado de Hitler; La brillante a aparición de Brenda Morell (Jane
Fonda), en un glorioso tour de forcé con Mick Boyle (Harvey Keitel), donde ella
va a decirle que no va a participar en su película, está comprometida para una
serie de tv (crítica a la televisión), deriva la charla en un tremendo cruce de
reproches, chispas de de emoción brotan por la pantalla; Cuando en una ladera
de un verde prado le aparecen a Mick Boyle todas las actrices que alguna vez
dirigió, deliciosamente onírico; La última charla que mantienen estos dos
viejos dinosaurios, Mick Boyle y Fred Ballinger, terminando de modo sutil con
Mick suicidándose lanzándose al vacío ante la flemática mirada de su amigo;
Sorrentino jugando con trampas con el espectador, Fred viaja a Venecia, lo
vemos pasear por el cementerio y todos pensamos que va a ver la tumba de su
amada esposa, pero a la que llega es la de Stravinsky, tras esto llega a un
geriátrico, su esposa contra lo que habíamos supuesto está viva, bueno en
realidad su mente si está fallecida, la vemos en estado cuasi-vegetativo
mirando a la nada desde una ventana; El epílogo del film, el concierto que al
final si da Fred ante la Reina, interpretando el tema “Simple song #3” por la soprano coreana Sumi Jo.
Empleado del
hotel: Disculpe,
Sr. La Miss Universo está aquí.
Miss Universo: ¡Qué gran placer conocerlo! Soy una fan suya. De veras
me volví loca cuando interpretó al Sr. Keith. Nunca me pierdo una de sus
películas, pero esa es... mi favorita.
Jimmy Tree: Gracias. ¿Alguna vez ve otras películas que no sean de robots?
Miss Universo: Claro. Tengo una vida por delante y quiero ser actriz.
No quiero sólo... depender de mi belleza.
Jimmy Tree: Estudias o sólo ves realities en la televisión?
Miss Universo: Aprecio la ironía, pero cuando viene con veneno, trae
aparejada algo más.
Jimmy Tree: Qué?
Miss Universo: Frustración.
Jimmy Tree: Yo estoy frustrado, Miss Universo?
Miss Universo: Estoy feliz de haber participado en el concurso de
Miss Universo. Está Ud. feliz de haber interpretado al Sr. Keith?
Fred Ballinger: (…) No es para nada estúpida.
Jimmy Tree: Para nada.

Lena Ballinger: Y quién es esta perra?
Fred
Ballinger: Su nombre es Paloma Faith.
Lena
Ballinger: Qué hace?
Fred
Ballinger: El trabajo más obsceno del mundo.
Lena Ballinger: Es una prostituta.
Fred Ballinger: Peor, es una estrella de pop.
Mick Boyle: Entonces, otras vacaciones que se acaban. ¿Qué harás luego, Fred?
Fred Ballinger: Qué voy a hacer...? Iré a casa. Lo normal.
Mick Boyle: Yo no. No tengo esa rutina. Sabes qué haré? Empezaré otro filme. Dices
que las emociones están sobreestimadas. Pero eso es mentira. Las emociones son
todo lo que tenemos.
Niño que toca el violín: Es
una pieza muy hermosa.
Fred
Ballinger: Sí, lo es. La compuse
cuando aún amaba”. Es el diálogo entre un niño y el protagonista de La juventud.
En conjunto una muy
disfrutable propuesta, aunque en la inevitable comparación con la anterior
pierde algo de carga de profundidad, aunque con destellos sensoriales
fulgurantes, que provocan en ciertos picos una deliciosa experiencia. Fuerza y
honor!!!
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