martes, 27 de enero de 2015


LA DOLCE VITA.

Probablemente el film más famoso del genial director italiano Federico Fellini una cruda sátira sobre la corrompida sociedad italiana, arremetiendo con saña y cinismo contra la burguesía, la aristocracia, la iglesia, el matrimonio, la intelectualidad, la familia, el arte, los famosos, la prensa, ello con una trama episódica que resulta un collage decadente en el que se mezclan lo simbólico, lo alegórico, e incluso lo surrealista, todo con el marcado sello felliniano de lo barroco, lo bizarro, lo excesivo, siendo el alter ego del director un inconmensurable Marcello Mastroiani. Un transgresor film que desmenuza las miserias decadentes de una sociedad que ha pasado de las penurias de la post-guerra al auge económico reflejado en una alta sociedad que Fellini retrata vacía, hueca, sin rumbo, para ello no se priva de traspasar las líneas de lo políticamente correcto, es por ello que la Iglesia Católica a través del periódico vaticano L’Osservatore Romano la condenara por obscena, y es que llegaron a considerarla desde su comienzo, con el Cristo llegando por los cielos de Roma se dijo era una parodia sobre el segundo advenimiento, o sus nadas sutiles escenas de bacanales y orgias sexuales, con striptease, o bailes sensuales, esto hizo que en España no se pudiera ver por la censura franquista hasta 1981. Su enorme calidad queda reflejada en el premio de la Palma de Oro en Cannes, además obtuvo 3 nominaciones a los Oscars, dirección, guión y dirección artística, asimismo fue el más taquillero en la filmografía felliniana.




El protagonista es Marcello Rubini (gran Marcello Mastroiani), un periodista de chismes de sociedad que reside en Roma, trabaja con el fotógrafo Paparazzo (buen Walter Santesso), que al hacer su labor se entremezcla con la alta sociedad confundiéndose entre ella, vive con la posesiva Emma (buena Yvonne Furneaux)a través de él nos sumergimos en 7 subhistorias con el nexo de unión de él. En el primero Marcello está en un club nocturno, allí se encuentra con Maddalena ( Anouk Aimée ), adinerada heredera, insatisfecha mujer, junto a Marcello deciden recoger en su coche a una prostituta que llevan a su decrépita vivienda. En el segundo segmento tenemos la llegada a Roma de una actriz famosa americana, Sylvia Rank (exuberante Anita Ekberg), con su pendenciero esposo Robert (buen Lex Barker), hay una conferencia de prensa, después Sylvia va de tour por Roma, entonces Marcello consigue estar a solas con ella, llega la noche y están en una fiesta en las Termas de Caracalla, Sylvia baila con tremenda sensualidad y lascivia, esto provoca los ácidos comentarios de su esposo, hace que Sylvia huya del lugar, Marcello la acompaña por Roma. Tercer bloque aborda como el mundo de la prensa cubre una aparición mariana en la que dos niños dicen haber visto en un solar a la Virgen, una marea humana de desesperados se congregan allí con decenas de enfermos que buscan en la fe su curación, los medios de comunicación han convertido el lugar con sus andamios,  cámaras y emisoras de radio en un gran circo mediático. Cuarto, Marcello con su pareja Emma asiste a una reunión en casa de Steiner (gran Alan Cuny), un intelectual muy admirado por el protagonista, es un encuentro donde afloran teorías filosóficas que tocan la conciencia de Marcello, admira con pasión ese mundo. Quinta subhistoria, es el encuentro nostálgico entre Marcello y su padre (gran Annibale Ninchi), el hijo lleva al padre al club Cha-cha-cha, allí el padre bebe bastante, Marcello le presenta a una bailarina del local, Fannena Magali Noël), entre la danzarina y el padre se entabla una relación en la que el padre le cae simpático a ella y, el padre ve en Fanny rememorar viejas canas al aire, Marcello ve en su padre el espejo de su posible futuro. Sexta subtrama, Marcello asiste a una fiesta en un castillo propiedad de los aristócratas en Bassano di Sutri las afueras de Roma, allí Marcello se vuelve a encontrar con Maddalena, la fiesta pasa a otro palacio anexo en medio ruinas, donde hay una sesión espiritista., Marcello tras separarse de Maddalena entabla relación con Jane (buena Audrey McDonald), una artista y rica americana. Sexto, partido en dos, empieza con una discusión entre Emma y Marcello, chocan sus dos caracteres, el posesivo de ella y el individualista y liberal de él, y tras una ambigua reconciliación, se produce un catarquico giro con una llamada telefónica, un suicidio que hace que el mundo de Marcello carezca ya de sentido. Séptimo bloque, una fiesta para celebrar la anulación matrimonial de Nadia (buena Nadia Grey), una bacanal hedonista final, un grupo de personajes irrumpen en la casa un amigo de Marcello, Riccardo (beun Riccardo Garrone), que nos está allí entonces, se emborrachan, bailan, Nadia hace un striptease, unos gays se travisten, hasta llegar a su alegórica bacanal, a lo que sigue su metafórico epílogo.

El guión es original, escrito por el propio director junto a Tullio Pinelli (“Las noches de Cabirira”), Ennio Flaiano (“El verdugo”), Brunello Rondi (“Fellini 8 y ½”) y Pier Paolo Pasolini (no acreditado), estos se inspiran en experiencias reales para dramatizar el relato-mosaico, Fellini se inspira en su trabajo de 1954 como joven periodista para la revista Marc’Aurelio, en 1956 Federico escribió un ensayo, “Un viaje con Anita” sobre un escritor en Roma que tienen una amante tras su reciente divorcio, siendo el alter ego en el film Marcello. El 1 de mayo de 1950 fue trasladada una figura de Cristo por aire sobre el cielo de Roma, con destino al Vaticano, esto es reflejado en el inicio del film. Dos niñas de Terni en junio de 1953 afirmaron tener apariciones marianas, reflejado esto en uno de los bloques del film. El striptease de Nadia se inspira en el hecho real que sucedió en una fiesta en 1958 teniendo como protagonista a RH. Vanderbilt. El suceso que compete a Steiner se inspira en intelectual angustiado que mató a sus dos hijos y después se mató. El fotógrafo amarillista Paparazzo está inspirado en e Tazio Secchiaroli. El personaje de Steiner es obra del guionista Tullio Pinelli, se inspira en el escritor Cesare Pavese, con el que fue a la escuela, que se suicidó debido a la presión existencial-intelectual en un hotel en 1950.

FEDERICO FELLINI
Fellini deconstruye con vigor y dosis vitriólicas de humor la plúmbea sociedad transalpina, nos pone en la mirada caustica de este vividor cronista (Marcello) para a través de él nos adentremos en un viaje hedonista por la Ciudad Eterna en lo que es un mundo sombrío, hipócrita, artificioso, superficial, donde prevalece el nihilismo, la frivolidad, el desengaño, la frustración existencial, la perversión sexual, moviéndose Marcello por una jungla nocturna poblada de seres mediocres en fase de putrefacción espiritual, con el alma vacua, indolente, insustanciales. Habla de cómo las celebridades artísticas parecen vivir en una burbuja donde nada les llena, nada les satisface, y a su alrededor toda una plebe de parásitos que intentan vivir de sus migajas, los periodistas, los fotógrafos o los representantes. Pone en el centro a un tipo que comienza como observador, pero poco a poco se contagia de esta nadería en la que pululan esta fauna, compuesta de actores, aristócratas, poetas, intelectuales, millonarios, playboys, prostitutas, visionarios, oportunistas, vividores, quedando el protagonista  empapado del hastío y decadencia moral de estos seres impávidos, es un microcosmos surtido de personajes infelices, nadie está conforme con su status. Incluso se atisban alegorías visuales entre los vestigios del Imperio Romano y la decadencia actual de sus gentes, como remarcando que el colapso de las civilizaciones acaece por la desidia de sus altas esferas. Fellini enfoca a un microcosmos apático, envuelto en el pesimismo existencial, imprimiendo caricatura, perversión, con toques esperpénticos-sardónicos.

Despedaza con mordacidad al mundo de la prensa sensacionalista, los pinta como alimañas sin sentimientos, buitres carroñeros, depredadores desalmados capaces de anhelar con patetismo una foto de una masacre familiar, o en el colmo del humor negro hacer paralelismos con una mujer a la que acaban de matar sus dos hijitos y fotografían provocando estupor, pero creando una turbadora analogía con las estrellas de cine, sangrante perversión. O picando a un marido “cornudo” y al supuesto adultero para que se peguen y así poder fotografiarlo, escalofriante mundo de rapiñas. Tampoco se libra la religión del aguijón Felliniano, desde su inicio en el que se mezcla un Cristo volando por Roma con unas mujeres en bikini en una azotea tomando el sol, o en el capítulo de la aparición mariano haciendo guiñol de la fe dogmática de la gente que se agarra a un clavo ardiendo, o más sutil cuando tras la noche-bacanal en el palacio abandonado salen a la luz los “fiestero”· y se topan con los dueños que van a misa, menudo contraste, lo pagano con lo religioso.  

Marcello alterna con varias mujeres que reflejan un lado de nuestra sociedad, su novia Emma representa su complicada estabilidad, el nido al que volver siempre, una relación a la que él llega a tildar de cuasi-materna, aunque le repela la condición ultraposesiva y celosa de ella, Maddalena es el amor eventual, sexo ocasional, el amor idealizado por lo poco que conoce de ella, cree que la insatisfacción general de ella les hace parecidos. Sylvia es el amor platónico, la Diosa inalcanzable, el deseo sexual etéreo, la belleza exuberante, como diría Woody Allen <No es de verdad, está hecha de caucho y rellena de aire>. Está Fanny, la chica simpática que ve en el padre de Marcello un ser tierno. Está Nadia, la mujer liberada que tras su divorcio se siente libre de ataduras morales y puede desatar su lujuria. Y está Paola, la inocencia, la candidez, la cuasi-virginidad que puede ser quien libere a Marcello de su desidia espiritual.

Como bien he leído la gente se queda en el subconsciente con la Icónica imagen de Anita Ekberg en la Fontana de Trevi, pero la historia de más calado emocional es la referente a Steiner, representa para Marcello el ideal de lo que querría ser y poseer, a través de 3 encuentros se construye y derrumba un intelectual con los pies de barro-desesperanzado, es un tipo con una familia modélica, una buena esposa, dos buenos hijos, una buena casa, sin problemas económicos, rodeado de gente “chic”, un intelecto muy bien amueblado, pero en realidad tanta perfección lo acongoja, como bien le espeta en una dura escena a Marcello <Es mejor una vida anárquica, créeme, que una existencia basada en una sociedad organizada>, desprendiendo un estremecedor vacío anímico nihilista, esto nos lleva a días después cuando decide pegarse un tiro en la sien no sin antes asesinar a sus dos hijitos, en un acto de desesperación existencial-nihilista, arrollado por el sinsentido de un mundo que entiende malsano, esto da pie a que Marcello se quede sin referencia en su mundo, se queda huérfano de salir del circulo vicioso en que se encuentra, esta bajada a los “Infiernos” que clara en el último bloque de la fiesta bacanal, despiporre sexual y de alcohol.

La puesta en escena es superlativa, con un diseño de producción de Piero Gherrardi (“Las noches de Cabiria”, “Fellini 8 y medio” o “Giulietta de los Espiritus”) espléndida, rodada en su mayor parte en los Cinecittà Studios de Roma, con más de 80 escenarios diferentes, también en hermosos escenarios romanos, como la Vía Veneto, la Cúpula de san Pedro, el castillo real de Bassano di Sutri palacio al norte de Roma, así como varios clubs nocturnos, la última escena en la playa pertenece a Passo Oscuro pequeño pueblo litoral italiano a 30 km al norte de la capital, y por supuesto la Antológica Fontana di Trevi, auténtico símbolo cinéfilo desde entonces, estos bellos lugares contrarrestados por otros más lúgubres, como el cochambroso apartamento de la prostituta o el barrio pobre de la aparición mariana, este mismo diseñador crea el fastuoso vestuario, Mítico el vestido de Anita Ekberg. A esto se suma la gran fotografía de Otello Martelli (“La strada”, “Stromboli” o “Los inútiles”), en b/n, rebosante de alegorías visuales, jugando con las penumbras, los claroscuros en contraposición a otras escenas más luminosas, con composición de tomas fascinantes, véase la del baño de la Anita en la Fontana, con algunos planos-secuencia sugestivos, con dramáticos primeros planos, subjetivos, aéreos, tomas generales con gentío, magistral labor. Y todo esto adornado por deliciosas melodías compuestas por Nino Rota (habitual de Fellini, además de crear la Apoteósica B.S.O. de “El padrino”), mezcla de melodías que se acoplan de maravilla a cada momento, aportando sentido festivo y jolgorio, siendo un coctel en el que se oye jazz, pop, rock y hasta música religiosa sacra.

La cinta está surcada de momentos perennes: Su prólogo con el Cristo volando por Roma colgado de un helicóptero, con otro detrás con reporteros que se paran a pedir el número teléfono a unas chatis en bikini que toman el sol; El brillante diálogo entre Maddalena y Marcello, <(Ella) Querría vivir en una nueva ciudad, para no encontrarme nunca a nadie>, <(Él) A mí, en cambio, Roma me gusta muchísimo. Es una especie de jungla, cálida y tranquila, donde uno se puede esconder bien>, >(Ella) Qué aburrimiento, Roma! Necesitaría una isla>, <(Él) Cómpratela>, <(Ella) Ya lo he pensado. Pero, luego, adónde iría?>, <(Él) Sabes cuál es tu problema? Tienes demasiado dinero>, <(Ella) Y el suyo no tener bastante. Entre tanto, aquí estamos los dos>;  La llegada de Sylvia al aeropuerto, gloriosa; Los reporteros intentando seguir a Sylvia escaleras arriba hasta la cripta; El sensual baile de Sylvia; El Mítico baño nocturno de Sylvia en la Fontana di Trevi, seguida de Marcello que la acaricia en la mejilla, el tiempo parece detenerse y de pronto se hace de día, se rodó con frío (según fuentes de la BBC en marzo, según Anita en enero), Anita Ekberg según Fellini no tuvo problema en permanecer bajo el agua durante horas, Mastroiani requirió un traje neopreno bajo su ropa, además de tener beber una botella de vodka; La bofetada que Robert le da a Sylvia y siendo esta fotografiada por los paparazzi, esto inspirado en un hecho real; En la fiesta en el castillo, cuando Maddalena juega con Marcello Dejándolo en una sala vacía, y ella le declara amor por a través de conductos de aire, los dos hablan de amor mutuo, de pronto aparece un tipo junto a Maddalena y los dos se besan, Marcello ya no oye a su interlocutora, turbador; El tramo con el padre, simbolismo de la fugacidad de la juventud; La agria y descarnada discusión en medio de la carretera desolada entre Emma y Marcello, con agresiones físicas incluso; La tremenda fiesta final, donde las perversiones  y lujurias se atomizan, tras lo que llega su complejo epílogo, los fiesteros salen a la luz de la mañana aún ebrios, se acercan a la playa y unos pescadores sacan en una red del agua una enorme raya, los fiesteros la observan perplejos como si fuera un  monstruo, Marcello apunta que sus ojos parecen mirar a la muerte, es una alegoría donde el mar es un espejo y los fiesteros son en realidad los monstruos, entonces una chica, Paola (Valeria Ciangottini), la camarera que conoció Marcello en un bar, le llama desde el otro lado de un estuario, parece pedirle que cruce a su lado, pero Marcello parece no entenderla, se escuda en el ruido del viento y de las olas del mar, se encoge de hombros y se vuelve con sus fiesteros, se coge a una de las mujeres y se alejan del lugar, clara alegoría de cómo Marcello rechaza la pureza e inocencia que le ofrece Paola a favor de la vida carente de alma a la que se ha unido. También este epílogo entronca con el prólogo en que se produce otra escena de incomunicación entre Marcello desde el helicóptero y las mujeres de la azotea.

El elenco actoral es sobresaliente, empezando por un sensacional Marcello Mastroiani, carismático, melancólico, nostálgico, seductor, dubitativo, ambiguo, un vividor enamoradizo en continua travesía de fiesta en fiesta mientras busca sentido a su vida se hunde más y más en el vacío espiritual, tremendo seduciendo o despendolándose en la bacanal final, rompiendo el cojín de plumas y subiéndose a lomos de una mujer a 4 patas, escalofriante reflejo de lo banal. Unos secundarios que se hacen un fenomenal hueco, como Yvonne Furneaux como la irascible pareja de Marcello. La atómica Anita Ekberg, un volcán de mujer, una tormenta de sensualidad, imposible no caer rendido a sus pies, a su ternura jugando con un gatito, o sus movimientos sexys en un baile, o a su voluptuosidad glamurosa en la Mítica Fontana. Alain Cuny extraordinario como decadente intelectual angustiado por su visión pesimista del mundo. Anouk Aimeé encantadora como la amante ocasional. Lex Barker muy bueno en su rol de marido borrachín celoso. Y más en un reparto inacabable.

Le encuentro una tara que es su desmedido metraje que por momentos se me hace redundante, quizás para hacer más petreo y sólido el film deberían haber metido algo de buena tijera, pareciendo tanta fiesta un bucle, siendo algunas subtramas más interesantes que otras, siendo extraño en el conjunto la de las apariciones marianas, no me encaja con el resto del metraje, es como un film dentro de otro que no tiene nada que ver, los momentos buenos son Colosales pero hay otros que bajan la media y socaban el conjunto sensiblemente. 

El productor Dino de Laurentis quiso imponer algunos nombres para el casting para ser más comercial, prevaleciendo al final los deseos de Fellini, el productor quería a Paul Newman para Marcello, quería a Maurice Chevalier para el padre de Marcello, quería a Henry fonda como Steiner, también se barajaron para este rol a Peter Ustinov o Walter Pidgeon, quería a Barbara Stanwyck para Nadia, también se barajaron para este personaje a Edwige Feuillère, Greer Garson y Luise Rainer, quería a Silvana Mangano (esposa del productor) para el rol de Maddalena.







Como curiosidades, el personaje de apellido Paparazzo pasó a formar parte del argot popular deformándolo a paparazzi, esto para definir a los fotógrafos entrometidos que buscan fotos comprometidas a toda costa sin ética alguna, uno de los guionistas del film, Ennio Flaiano es el creador de este nombre, tomó el nombre de la novela “Por el mar Jónico” de George Gissing (1901), el nombre era Signor Paparazzo, se dice también que es una deformación de la palabra italiana papataceo, mosquito grande y molesto. En la fiesta en que Marcello flirtea con Sylvia aparece Adriano Celentano, que después se hizo hiperfamoso en Italia como cantante y actor. Asimismo en el castillo donde hay otra de las fiestas, varios de los sirvientes e invitados eran aristócratas reales.

Una Gran película. Fuerza y honor!!!



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