LA DOLCE VITA.
Probablemente el film más
famoso del genial director italiano Federico Fellini una cruda sátira sobre la
corrompida sociedad italiana, arremetiendo con saña y cinismo contra la
burguesía, la aristocracia, la iglesia, el matrimonio, la intelectualidad, la
familia, el arte, los famosos, la prensa, ello con una trama episódica que
resulta un collage decadente en el que se mezclan lo simbólico, lo alegórico, e
incluso lo surrealista, todo con el marcado sello felliniano de lo barroco, lo
bizarro, lo excesivo, siendo el alter ego del director un inconmensurable
Marcello Mastroiani. Un transgresor film que desmenuza las miserias decadentes
de una sociedad que ha pasado de las penurias de la post-guerra al auge
económico reflejado en una alta sociedad que Fellini retrata vacía, hueca, sin
rumbo, para ello no se priva de traspasar las líneas de lo políticamente
correcto, es por ello que la Iglesia Católica a través del periódico vaticano
L’Osservatore Romano la condenara por obscena, y es que llegaron a considerarla
desde su comienzo, con el Cristo llegando por los cielos de Roma se dijo era
una parodia sobre el segundo advenimiento, o sus nadas sutiles escenas de
bacanales y orgias sexuales, con striptease, o bailes sensuales, esto hizo que
en España no se pudiera ver por la censura franquista hasta 1981. Su enorme
calidad queda reflejada en el premio de la Palma de Oro en Cannes, además
obtuvo 3 nominaciones a los Oscars, dirección, guión y dirección artística,
asimismo fue el más taquillero en la filmografía felliniana.



El protagonista es Marcello
Rubini (gran Marcello Mastroiani), un periodista de chismes de sociedad que
reside en Roma, trabaja con el fotógrafo Paparazzo (buen Walter
Santesso), que al hacer su labor se entremezcla con la alta sociedad
confundiéndose entre ella, vive con la posesiva Emma (buena Yvonne Furneaux)a
través de él nos sumergimos en 7 subhistorias con el nexo de unión de él. En el
primero Marcello está en un
club nocturno, allí se encuentra con Maddalena ( Anouk Aimée ), adinerada heredera, insatisfecha mujer, junto a Marcello deciden
recoger en su coche a una prostituta que llevan a su decrépita vivienda. En el segundo segmento tenemos la llegada a Roma de una actriz famosa americana, Sylvia Rank
(exuberante Anita Ekberg), con su pendenciero esposo Robert (buen Lex Barker),
hay una conferencia de prensa, después Sylvia va de tour por Roma, entonces
Marcello consigue estar a solas con ella, llega la noche y están en una fiesta
en las Termas de Caracalla, Sylvia baila con tremenda sensualidad y lascivia,
esto provoca los ácidos comentarios de su esposo, hace que Sylvia huya del
lugar, Marcello la acompaña por Roma. Tercer
bloque aborda como el mundo de la prensa cubre una aparición mariana en la que
dos niños dicen haber visto en un solar a la Virgen, una marea humana de
desesperados se congregan allí con decenas de enfermos que buscan en la fe su
curación, los medios de comunicación han convertido el lugar con sus andamios, cámaras y emisoras de radio en un gran circo
mediático. Cuarto, Marcello con su pareja Emma asiste a una reunión en casa de
Steiner (gran Alan Cuny), un intelectual muy admirado por el protagonista, es
un encuentro donde afloran teorías filosóficas que tocan la conciencia de
Marcello, admira con pasión ese mundo. Quinta
subhistoria, es el encuentro nostálgico entre Marcello y su padre (gran Annibale
Ninchi), el hijo lleva al padre al club Cha-cha-cha, allí el padre bebe
bastante, Marcello le presenta a una bailarina del local, Fannena Magali
Noël), entre la danzarina y el padre se entabla una relación en la que el padre
le cae simpático a ella y, el padre ve en Fanny rememorar viejas canas al aire,
Marcello ve en su padre el espejo de su posible futuro. Sexta subtrama, Marcello asiste a una fiesta en un castillo propiedad de los aristócratas en Bassano di
Sutri las afueras de Roma, allí Marcello se vuelve a encontrar con Maddalena,
la fiesta pasa a otro palacio anexo en medio ruinas, donde hay una sesión
espiritista., Marcello tras separarse de Maddalena entabla relación con Jane
(buena Audrey McDonald), una artista y rica americana. Sexto, partido en dos,
empieza con una discusión entre Emma y Marcello, chocan sus dos caracteres, el
posesivo de ella y el individualista y liberal de él, y tras una ambigua
reconciliación, se produce un catarquico giro con una llamada telefónica, un
suicidio que hace que el mundo de Marcello carezca ya de sentido. Séptimo bloque, una fiesta para
celebrar la anulación matrimonial de Nadia (buena Nadia Grey), una bacanal
hedonista final, un grupo de personajes irrumpen en la casa un amigo de
Marcello, Riccardo (beun Riccardo Garrone), que nos está allí entonces, se
emborrachan, bailan, Nadia hace un striptease, unos gays se travisten, hasta
llegar a su alegórica bacanal, a lo que sigue su metafórico epílogo.
El guión es original, escrito
por el propio director junto a Tullio Pinelli (“Las noches de Cabirira”), Ennio
Flaiano (“El verdugo”), Brunello Rondi (“Fellini 8 y ½”) y Pier Paolo Pasolini
(no acreditado), estos se inspiran en experiencias reales para dramatizar el
relato-mosaico, Fellini se inspira en su trabajo de 1954 como joven periodista
para la revista Marc’Aurelio, en 1956 Federico escribió un ensayo, “Un viaje
con Anita” sobre un escritor en Roma que tienen una amante tras su reciente
divorcio, siendo el alter ego en el film Marcello. El 1 de mayo de 1950 fue
trasladada una figura de Cristo por aire sobre el cielo de Roma, con destino al
Vaticano, esto es reflejado en el inicio del film. Dos niñas de Terni en junio
de 1953 afirmaron tener apariciones marianas, reflejado esto en uno de los
bloques del film. El striptease de Nadia se inspira
en el hecho real que sucedió en una fiesta en 1958 teniendo como protagonista a
RH. Vanderbilt. El suceso que compete a Steiner se inspira en intelectual
angustiado que mató a sus dos hijos y después se mató. El fotógrafo amarillista
Paparazzo está inspirado en e Tazio Secchiaroli. El personaje de Steiner es
obra del guionista Tullio Pinelli, se inspira en el escritor Cesare Pavese, con
el que fue a la escuela, que se suicidó debido a la presión
existencial-intelectual en un hotel en 1950.
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FEDERICO FELLINI |
Fellini deconstruye con vigor y
dosis vitriólicas de humor la plúmbea sociedad transalpina, nos pone en la
mirada caustica de este vividor cronista (Marcello) para a través de él nos
adentremos en un viaje hedonista por la Ciudad Eterna en lo que es un mundo
sombrío, hipócrita, artificioso, superficial, donde prevalece el nihilismo, la
frivolidad, el desengaño, la frustración existencial, la perversión sexual,
moviéndose Marcello por una jungla nocturna poblada de seres mediocres en fase
de putrefacción espiritual, con el alma vacua, indolente, insustanciales. Habla
de cómo las celebridades artísticas parecen vivir en una burbuja donde nada les
llena, nada les satisface, y a su alrededor toda una plebe de parásitos que
intentan vivir de sus migajas, los periodistas, los fotógrafos o los
representantes. Pone en el centro a un tipo que comienza como observador, pero
poco a poco se contagia de esta nadería en la que pululan esta fauna, compuesta
de actores, aristócratas, poetas, intelectuales, millonarios, playboys,
prostitutas, visionarios, oportunistas, vividores, quedando el protagonista empapado del hastío y decadencia moral de
estos seres impávidos, es un microcosmos surtido de personajes infelices, nadie
está conforme con su status. Incluso se atisban alegorías visuales entre los
vestigios del Imperio Romano y la decadencia actual de sus gentes, como
remarcando que el colapso de las civilizaciones acaece por la desidia de sus
altas esferas. Fellini enfoca a un microcosmos apático, envuelto en el pesimismo
existencial, imprimiendo caricatura, perversión, con toques
esperpénticos-sardónicos.
Despedaza con mordacidad al
mundo de la prensa sensacionalista, los pinta como alimañas sin sentimientos,
buitres carroñeros, depredadores desalmados capaces de anhelar con patetismo
una foto de una masacre familiar, o en el colmo del humor negro hacer
paralelismos con una mujer a la que acaban de matar sus dos hijitos y
fotografían provocando estupor, pero creando una turbadora analogía con las
estrellas de cine, sangrante perversión. O picando a un marido “cornudo” y al supuesto
adultero para que se peguen y así poder fotografiarlo, escalofriante mundo de
rapiñas. Tampoco se libra la religión del aguijón Felliniano, desde su inicio
en el que se mezcla un Cristo volando por Roma con unas mujeres en bikini en
una azotea tomando el sol, o en el capítulo de la aparición mariano haciendo
guiñol de la fe dogmática de la gente que se agarra a un clavo ardiendo, o más
sutil cuando tras la noche-bacanal en el palacio abandonado salen a la luz los
“fiestero”· y se topan con los dueños que van a misa, menudo contraste, lo
pagano con lo religioso.
Marcello alterna con varias
mujeres que reflejan un lado de nuestra sociedad, su novia Emma representa su complicada
estabilidad, el nido al que volver siempre, una relación a la que él llega a
tildar de cuasi-materna, aunque le repela la condición ultraposesiva y celosa
de ella, Maddalena es el amor eventual, sexo ocasional, el amor idealizado por
lo poco que conoce de ella, cree que la insatisfacción general de ella les hace
parecidos. Sylvia es el amor platónico, la Diosa inalcanzable, el deseo sexual
etéreo, la belleza exuberante, como diría Woody Allen <No es de verdad, está
hecha de caucho y rellena de aire>. Está Fanny, la chica simpática que ve en
el padre de Marcello un ser tierno. Está Nadia, la mujer liberada que tras su
divorcio se siente libre de ataduras morales y puede desatar su lujuria. Y está
Paola, la inocencia, la candidez, la cuasi-virginidad que puede ser quien libere
a Marcello de su desidia espiritual.
Como bien he leído la gente se
queda en el subconsciente con la Icónica imagen de Anita Ekberg en la Fontana
de Trevi, pero la historia de más calado emocional es la referente a Steiner,
representa para Marcello el ideal de lo que querría ser y poseer, a través de 3
encuentros se construye y derrumba un intelectual con los pies de
barro-desesperanzado, es un tipo con una familia modélica, una buena esposa,
dos buenos hijos, una buena casa, sin problemas económicos, rodeado de gente
“chic”, un intelecto muy bien amueblado, pero en realidad tanta perfección lo
acongoja, como bien le espeta en una dura escena a Marcello <Es mejor una
vida anárquica, créeme, que una existencia basada en una sociedad
organizada>, desprendiendo un estremecedor vacío anímico nihilista, esto nos
lleva a días después cuando decide pegarse un tiro en la sien no sin antes
asesinar a sus dos hijitos, en un acto de desesperación existencial-nihilista,
arrollado por el sinsentido de un mundo que entiende malsano, esto da pie a que
Marcello se quede sin referencia en su mundo, se queda huérfano de salir del
circulo vicioso en que se encuentra, esta bajada a los “Infiernos” que clara en
el último bloque de la fiesta bacanal, despiporre sexual y de alcohol.
La puesta en escena es superlativa, con un diseño de
producción de Piero Gherrardi (“Las noches de Cabiria”, “Fellini 8 y medio” o
“Giulietta de los Espiritus”) espléndida, rodada en su mayor parte en los Cinecittà Studios de Roma, con más de 80 escenarios
diferentes, también en hermosos escenarios romanos, como la Vía Veneto, la
Cúpula de san Pedro, el castillo real de Bassano di Sutri palacio al norte de Roma, así como varios
clubs nocturnos, la última escena en la playa pertenece a Passo Oscuro pequeño
pueblo litoral italiano a 30 km al norte de la capital, y por supuesto la
Antológica Fontana di Trevi, auténtico símbolo cinéfilo desde entonces, estos
bellos lugares contrarrestados por otros más lúgubres, como el cochambroso
apartamento de la prostituta o el barrio pobre de la aparición mariana, este
mismo diseñador crea el fastuoso vestuario, Mítico el vestido de Anita Ekberg.
A esto se suma la gran fotografía de Otello Martelli (“La strada”, “Stromboli”
o “Los inútiles”), en b/n, rebosante de alegorías visuales, jugando con las
penumbras, los claroscuros en contraposición a otras escenas más luminosas, con
composición de tomas fascinantes, véase la del baño de la Anita en la Fontana,
con algunos planos-secuencia sugestivos, con dramáticos primeros planos,
subjetivos, aéreos, tomas generales con gentío, magistral labor. Y todo esto
adornado por deliciosas melodías compuestas por Nino Rota (habitual de Fellini,
además de crear la Apoteósica B.S.O. de “El padrino”), mezcla de melodías que
se acoplan de maravilla a cada momento, aportando sentido festivo y jolgorio,
siendo un coctel en el que se oye jazz, pop, rock y hasta música religiosa sacra.
La cinta está surcada de momentos perennes: Su prólogo
con el Cristo volando por Roma colgado de un helicóptero, con otro detrás con reporteros
que se paran a pedir el número teléfono a unas chatis en bikini que toman el
sol; El brillante diálogo entre Maddalena y Marcello, <(Ella) Querría vivir
en una nueva ciudad, para no encontrarme nunca a nadie>, <(Él) A mí, en
cambio, Roma me gusta muchísimo. Es una especie de jungla, cálida y tranquila,
donde uno se puede esconder bien>, >(Ella) Qué aburrimiento, Roma!
Necesitaría una isla>, <(Él) Cómpratela>, <(Ella) Ya lo he pensado.
Pero, luego, adónde iría?>, <(Él) Sabes cuál es tu problema? Tienes
demasiado dinero>, <(Ella) Y el suyo no tener bastante. Entre tanto, aquí
estamos los dos>; La llegada de Sylvia
al aeropuerto, gloriosa; Los reporteros intentando seguir a Sylvia escaleras
arriba hasta la cripta; El sensual baile de Sylvia; El Mítico baño nocturno de
Sylvia en la Fontana di Trevi, seguida de Marcello que la acaricia en la
mejilla, el tiempo parece detenerse y de pronto se hace de día, se rodó con
frío (según fuentes de la BBC en marzo, según Anita en enero), Anita Ekberg
según Fellini no tuvo problema en permanecer bajo el agua durante horas,
Mastroiani requirió un traje neopreno bajo su ropa, además de tener beber una
botella de vodka; La bofetada que Robert le da a Sylvia y siendo esta
fotografiada por los paparazzi, esto inspirado en un hecho real; En la fiesta
en el castillo, cuando Maddalena juega con Marcello Dejándolo en una sala
vacía, y ella le declara amor por a través de conductos de aire, los dos hablan
de amor mutuo, de pronto aparece un tipo junto a Maddalena y los dos se besan,
Marcello ya no oye a su interlocutora, turbador; El tramo con el padre,
simbolismo de la fugacidad de la juventud; La agria y descarnada discusión en
medio de la carretera desolada entre Emma y Marcello, con agresiones físicas
incluso; La tremenda fiesta final, donde las perversiones y lujurias se atomizan, tras lo que llega su
complejo epílogo, los fiesteros salen a la luz de la mañana aún ebrios, se
acercan a la playa y unos pescadores sacan en una red del agua una enorme raya,
los fiesteros la observan perplejos como si fuera un monstruo, Marcello apunta que sus ojos
parecen mirar a la muerte, es una alegoría donde el mar es un espejo y los
fiesteros son en realidad los monstruos, entonces una chica, Paola (Valeria
Ciangottini), la camarera que conoció Marcello en un bar, le llama desde el
otro lado de un estuario, parece pedirle que cruce a su lado, pero Marcello
parece no entenderla, se escuda en el ruido del viento y de las olas del mar,
se encoge de hombros y se vuelve con sus fiesteros, se coge a una de las
mujeres y se alejan del lugar, clara alegoría de cómo Marcello rechaza la
pureza e inocencia que le ofrece Paola a favor de la vida carente de alma a la
que se ha unido. También este epílogo entronca con el prólogo en que se produce
otra escena de incomunicación entre Marcello desde el helicóptero y las mujeres
de la azotea.
El elenco actoral es sobresaliente, empezando por un
sensacional Marcello Mastroiani, carismático, melancólico, nostálgico,
seductor, dubitativo, ambiguo, un vividor enamoradizo en continua travesía de
fiesta en fiesta mientras busca sentido a su vida se hunde más y más en el vacío
espiritual, tremendo seduciendo o despendolándose en la bacanal final,
rompiendo el cojín de plumas y subiéndose a lomos de una mujer a 4 patas,
escalofriante reflejo de lo banal. Unos secundarios que se hacen un fenomenal
hueco, como Yvonne Furneaux como la
irascible pareja de Marcello. La atómica Anita Ekberg, un volcán de mujer, una
tormenta de sensualidad, imposible no caer rendido a sus pies, a su ternura
jugando con un gatito, o sus movimientos sexys en un baile, o a su
voluptuosidad glamurosa en la Mítica Fontana. Alain Cuny extraordinario como
decadente intelectual angustiado por su visión pesimista del mundo. Anouk Aimeé
encantadora como la amante ocasional. Lex Barker muy bueno en su rol de marido
borrachín celoso. Y más en un reparto inacabable.
Le encuentro una tara que es
su desmedido metraje que por momentos se me hace redundante, quizás para hacer
más petreo y sólido el film deberían haber metido algo de buena tijera,
pareciendo tanta fiesta un bucle, siendo algunas subtramas más interesantes que
otras, siendo extraño en el conjunto la de las apariciones marianas, no me
encaja con el resto del metraje, es como un film dentro de otro que no tiene
nada que ver, los momentos buenos son Colosales pero hay otros que bajan la
media y socaban el conjunto sensiblemente.
El productor Dino de Laurentis quiso imponer algunos
nombres para el casting para ser más comercial, prevaleciendo al final los
deseos de Fellini, el productor quería a Paul Newman para Marcello, quería a
Maurice Chevalier para el padre de Marcello, quería a Henry fonda como Steiner,
también se barajaron para este rol a Peter Ustinov o Walter Pidgeon, quería a
Barbara Stanwyck para Nadia, también se barajaron para este personaje a Edwige Feuillère, Greer Garson y Luise Rainer, quería a Silvana
Mangano (esposa del productor) para el rol de Maddalena.
Como curiosidades, el personaje de apellido Paparazzo
pasó a formar parte del argot popular deformándolo a paparazzi, esto para
definir a los fotógrafos entrometidos que buscan fotos comprometidas a toda
costa sin ética alguna, uno de los guionistas del film, Ennio Flaiano es el
creador de este nombre, tomó el nombre de la novela “Por el mar Jónico” de
George Gissing (1901), el nombre era Signor Paparazzo, se dice también que es
una deformación de la palabra italiana papataceo, mosquito grande y molesto. En
la fiesta en que Marcello flirtea con Sylvia aparece Adriano Celentano, que
después se hizo hiperfamoso en Italia como cantante y actor. Asimismo en el
castillo donde hay otra de las fiestas, varios de los sirvientes e invitados
eran aristócratas reales.

Una Gran película. Fuerza y honor!!!
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