BIRDMAN. (2014)
El director Alejandro González
Iñárritu nos obsequia con su mejor obra desde “Amores Perros”, una Obra Maestra
que rompe con todos los esquemas habidos y por haber, un ejercicio de estilo
del que se hablará y mucho en los próximos años, un film revolucionario
rebosante de originalidad y mordacidad, una cinta de una puesta en escena
Antológica, de una maestría en la cámara Colosal, gracias al plano secuencia
(falseado por supuesto) en que se nos muestra, algo no arbitrario o caprichoso,
si no apoyado en un guión del que se retroalimenta el estilo visual, siendo un
sublime homenaje al teatro, y a como el espectador de este medio ve una obra en
un único plano-secuencia donde sale a relucir lo mejor y peor de un actor, y es
que además este film se sustenta de un elenco actoral Magno, aguantando con
tino minutos ante la cámara sin trampa, exponiendo sus almas de modo
formidable. Es una película no apta a todos los paladares, es arriesgada,
valiente, osada, arremetiendo con ingenio contra los block-busters fílmicos
(sobre todo de superhéroes), contra los caprichosos críticos, contra los
actores divos, con tra las redes sociales de internet, etc…
El escenario principal es un
teatro de Manhattan, el protagonista es Riggan Thomson (gran Michael Keaton),
un otrora famoso actor hollywoodiense, 20 años a tras fue muy popular y
taquillero por protagonizar una saga cinéfila de un superhéroe, Birdman, ahora
su carrear está en clara decadencia y para reflotarla ahora produce, dirige y
protagonizará en Broadway una obra de teatro basada en una obra de Raymond
Carver “De qué hablamos
cuando hablamos de amor”, variando el final. Riggan se encuentra en una
crisis existencial de dudas, su conciencia le habla a través del alter ego
Birdman, parece sufrir a taques de demencia que le hacen ver que tiene
superpoderes (o es real?). La obra sufre cuantiosos problemas en sus
prolegómenos, el co-protagonista sufre un accidente y deben cambiarlo, en su
lugar llega Mike (gran Edward Norton), un ególatra narcisista, también Riggan
tiene sus tiras y afloja con su actual pareja, Laura (buena Andrea Riseborough), asimismo intenta estar a
bien con su hija Sam (buena Emma Stone, una ex-adicta a las drogas, e intentará
lidiar con una poderosa crítica teatral de New York Times, Tabita … (gran
Lindsay Duncan). Tienen importancia en la historia su co-productor y abogado
Jake (Zach Galifianakis ) y la co- protagonista de la obra, Lesley (Naomi Watts )
El guión es original del
propio directos junto a Nicolás Giacobone (“Biutiful”), Armando Bo (“Biutiful”)
y Alexander Dinelaris construyen una comedia agridulce, un drama envuelto
en generosas dosis de humor negro, en lo
que es un tributo al teatro, donde reside la pureza del arte de la
interpretación, donde se mezclan todo tipo de géneros, incluso hay remarcados
elementos de realidad mágica, que conforme avanza el metraje se hacen más
patentes en ambiguos recursos surrealistas que ahonda en la psique del
atormentado protagonista. Se hace una tremebunda radiografía del mundo del
teatro, la fugacidad del éxito, con sus envidias, sus problemas de
financiación, los lazos familiares, sus manías, sus frágiles romances, sus enfrentamientos, sus vicios, sus miedos, sus
divismos, sus soberbios, sus egos, sus inseguridades, sus maliciosos críticos,
expuestos esto con una ironía punzante en un relato en el que sobresalen las
gans de los humanos de ser queridos y aceptados. Iñárritu se distancia y se lo
agradezco, de los dramas truculentos y secos, siendo la cima su tremebundo
“Biutiful”, para regalarnos una oda a la imaginación estética, donde los
sentimientos de los personajes sobresalen de la pantalla.
Ya desde su inquietante
inicio nos atrapa con un tipo en gayumbos blancos (famosos los hizo Walter
White) levitando en su camerino y una voz en off susurrándole cual Pepito
Grillo perverso, a lo que sigue una presentación portentosa de personajes,
edificando unos protagonistas perfectamente delineados. Desarrollándose la
acción hacia un sendero de redenciones, de segundas oportunidades, de
reinventarse, de combatir nuestros fantasmas, nuestras frustraciones, donde se
critica punzadamente el mundo de la fama, las celebrities, las estrellas de
cine, un aguijón en las entrañas de los productos vacios de contenido con los
que nos bombardea Hollywood para llenar
sus arcas y ahuecar nuestros cerebros, una virulenta sátira con constantes
guiños cinéfilos, con autoreferencias indisimuladas, un incisivo torpedo en la
línea de flotación del rumbo que ha tomado la Industria fílmica norteamericana,
dardos envenenados contra el cine populista, exponiendo ácidas situaciones,
ello narrado a un ritmo
trepidante, sin puntos muertos, sin descansos, en un coctel delicioso de
comedia y drama espléndidamente equilibrado.
Una historia en apariencia
sencilla, pero que conforme discurre se vuelve más y más compleja, aderezando
sus secos momentos con sabrosas dosis de humor fresco, se hace un fresco
demoledor de la cara triste de la decadencia de los actores que alguna vez
fueron famosos, nos pasean con inteligencia por la trastienda del supuesto
glamur, donde conviven personas que el guión humaniza de modo fascinante,
componiendo diálogos (cínicos, divertidos, sardónicos, adustos, y sobre todo
penetrantes) y duelos interpretativos Apoteósicos, con todo un despliegue
fantasioso delirante cuando deriva en el realismo mágico. Iñárritu nos sumerge
en una odisea existencial a las entrañas de las inseguridades y debilidades del
ser humano con el telón de fondo del estreno de una obra teatral, en que
explotan sus demonios personales, un introspectivo juego de espejos,
deconstrucción del poliédrico cerebro de un actor, poblado de mil
personalidades, donde este busca con pasión la integridad de su alma y hallar
la autoestima, ello dejando un poso crepuscular de melancolía e intensidad
dramática.

El film denota influencias
del autor Pirandello y su gran obra “Seis personajes en busca de autor”,
recuerda a “Fellini 8 y medio”, en lo del artista en crisis existencial, con
sus notas de realismo mágico, al “All that jazz” de Bob Fosse, en lo de
preparación de una obra artística y la consiguiente crisis, o “Noche de
estreno” de John Cassavettes, donde se tratan muchos temas similares. En lo del
plano-secuencia es imposible no acordarse de “La soga” de Alfred Hitchcock,
donde el orondo director inglés cortaba cada 10 minutos para ensamblar los
cortes de modo excelso y que pareciera un único plano, y más recientemente se
asemeja a “El Arca Rusa” de Alexandr Sokurov, aunque esta sin corte alguno,
nada falseado, todo rodado del tirón. Las autoreferencias fílmicas donde se
ataca con vigor a las cintas de superhéroes no se circunscribe únicamente a
Michael Keaton y el “Batman de Tim Burton, también Edward Norton estuvo en la
fracasada “Hulk” y Emma Stone en el reboot de “Spyderman” de Marc Webb.
La puesta en escena es
Descomunal, un derroche de creatividad sin igual, un desafío técnico rara vez
visto en cine, de una enorme dificultad, un milagro narrativo supremo, con
transiciones entre escenas manejadas de forma virtuosa, el extraordinario
director de fotografía mexicano Emmanuel Lubezki (“Sleepy hollow”, “El Árbol de
la Vida” o “Gravity”), se supera de sus ya epicúreos 17 minutos de entrada en
plano secuencia en “Gravity”, redoblando la apuesta a un film entero, y
saliendo victorioso, siendo co-protagonista su juguetona cámara que atraviesa
ventanas, puertas, paredes, serpentea por pasillos angostos, por las
bambalinas, por ala azotea del teatro, por un sombrío bar, nos hace voyeurs de
este teatro de la vida, paseándonos por sus laberinticos camerinos, escaleras,
plateas, se eleva, baja, se suspende en el aire, órbita alrededor de los actores,
se asoma a la calle emitiendo temor a su sordidez, una cámara nerviosa y
eléctrica nos deleita junto a los actores, dotando de una agilidad narrativa al
film impresionante, a esta labor se une una tremebunda coreografía actoral, entrando
y saliendo de plano, moviéndose con la cámara en una sinfonía visual Sublime, derivando
en escenas con tour de forcé entre actores que irradian naturalidad,
espontaneidad y veracidad. A esto se suma la fenomenal música de Antonio
Sánchez ( aparece en dos escenas tocando la batería) un veterano de la batería
acompaña de modo vibrante la acción y los tiempos muertos, con ritmos
jazzísticos hipnóticos, acunando la intensidad adecuada en cada momento, un
recurso de altura, a esto se suman extractos de música clásica de Ravel, Rachmaninoff, Mahler o Tchaikovski.

El diseño de producción de Kevin Thompson (“Michael Clayton”, “Más extraño que la ficción” o “El
legado de Bourne”) es brillante, rodada en el Teatro St. James en la calle 44
de Manhattan, haciendo muy verosímil todos los escenarios, como espectacular es
el trabajo de edición, curro que toma aquí una importancia infinita para hacer
invisibles los cortes, para ello los montadores Douglas Crise (“Traffic”,
“Ocean´s Eleven” o “21 Gramos”) y Stephen Mirrione (“Traffic”, “Babel” o “Los
juegos del hambre”), creando transiciones indescifrables, provocando admiración
e impacto en el espectador. Además Iñárritu juega con los escenarios a su
antojo, cual prestidigitador coloca personajes en un camerino de la nada, los
hace desaparecer, juega con los tiempos, los alkarga, los comprime, con elipsis
maravillosas, es un mago deleitándonos
en su mejor momento.

Michael Keaton siempre me
había parecido un actor infravalorado, y aquí ha renacido cual Travolta tras
“Pulp fiction”, tomando como punto partida lo que puede considerarse una
autoparodia, ya que el actor más de 2 décadas atrás estuvo inmerso en la saga
de superhéroes “Batman”, la dejó hastiado del personaje y su carrera deambulo
sin pena ni gloria desde entonces, hasta que el realizador mexicano le dio este
papel Ave Fénix, y lo aprovecha con una actuación superlativa, emitiendo carisma, dignidad, nobleza,
fragilidad, demencia, abatimiento, resignación, rabia, con un lenguaje corporal
de estruendosa intensidad, moviéndose como un oso viejo, una actuación elegiaca
con una mirada que transmite mundo interior, Sobresaliente.
Edward Norton aporta al
narcisismo y autoconfianza que a la vez deja entrever sus grietas de debilidad
anímica, dotando de matices su rol, un divo con los pies de barro, con dosis de
mucho humor, entrelazado con instantes de tristeza, sobre todo cuando se junta
con Sam, y entre Keaton y él la química es gloriosa, saltando chispas de
emociones encontradas entre ellos. Emma Stone deslumbra con una belleza salvaje
revestida de candidez, conmoviendo su ingenuidad mezclada con picardía,
atronadora en el monólogo que le espeta al padre, atizándole con saña donde más
le duele (en un primer plano apabullante), y conforme atisba el dolor en su
padre modula sus palabra hacia la compasión, o en sus momentos azotea con
Mike/Norton, inquietante el juego de la verdad o acción, destilando gran
compenetración, y no puedo de hablar de su cautivadores ojos que te subyugan. Naomi
Watts representa las inseguridades al actuar, sus temores de pasar del cómo
cine al crudo teatro, excelente en sus interacciones con Norton. Zach Galifianakis en un rol alejado de su histrionismo cómico habitual
nos ofrece un papel hilarante y con mucha mala baba. Andrea Riseborough expone
emociones y sentimientos contradictorios en su relación con el neurótico
Riggan, muy buena. Lindsay Duncan en una sola escena demuestra la buena actriz
que es, exhibiendo convicciones morales discutibles y de porte despótico
ARROLLADOR, menuda pata oral a Riggan le da <Usted no es un
actor, eres una celebridad>.
Momentos para recordar,
obvio los ya mencionados: El primer entente entre Mike y Riggan, saltan chispas
de química; El entente entre los dos en el escenario en que discuten saltándose
el guión por una botella de alcohol; La ridícula pelea entre los dos, precedida
de los reproches y dramatización de Riggan; El jocoso y delirante tramo en que
Riggan queda en calzoncillos en la calle en medio con la obra de teatro
empezada, no es cualquier lugar, es Times Square, el centro del Mundo, y está
megapoblado, Riggan intenta dirigirse a las puertas del teatro con dignidad
mientras la gente se arremolina a su
alrededor grabándole con móviles, algunos incluso le piden autógrafos que él
firma flemáticamente, metáfora de un tiempo dominado por las ansias de morbo y
de transmitirlo por redes sociales; El <acaríciame los huevos> de Mike a
Leslie; La tremebunda discusión entre Riggan y la crítica de teatro; El
descacharrante y surrealismo mágico desbordado en toda su amplitud tras pasar
Riggan la noche durmiendo en la calle, camina por la calle mientras su alter
ego Birdman aparece tras él susurrándole demoniacamente, Rioigan levita sobre
un edificio, y comienza un vuelo bucólico sobre Manhattan, alegoría de la
liberación espiritual; Y por supuesto su tramo final, recargado de alegorías y
revestidas de capas de subtexto, abierto a múltiples interpretaciones, un
broche de oro vivo, complejo, ambiguo, gris, demoledor (spoiler).
Spoiler:
 |
Alejandro González Iñárritu |
En la representación de la
obra de teatro, al final el protagonista interpretado por Riggan se pegaba un
tiro, pero Riggan va más allá y se lo pega realmente con un arma de verdad
saltando la sangre al escenario ante la turbación del público, tras esto pensamos
Riggan ha muerto, de hecho acaba el plano-secuencia para a aparecer un popurrí
de imágenes de ensoñaciones con superhéroes, y pasamos a la habitación de un
hotel, nos enteramos que Riggan se ha pegado el tiro en la nariz,
destrozándosela y teniendo que cambiársela por cirugía plástica, su productor
Jake llega y le dice que la crítica ha puesto por las nubes la obra, incluso
Tabita, más tarde lo dejan solo, Riggan se acerca al espejo del baño y se quita
la venda de su rostro, aparece su nueva nariz, semejante al pico de Birdman,
entonces Riggan se acerca a la ventana la abre y hay un fuera de campo, entra
en la habitación su hija Sam y no lo ve, ve la venta abierta y se asoma aterrorizada,
mira hacia el suelo y nada, mira al frente, al cielo y sonríe, y vemos en un
último y perturbador plano la sonrisa y el hermoso rostro feliz de Emma Stone.
Pues este tramo da para muchas explicaciones metafísicas, puede ser para hacer
algo similar a lo del film “Network” en
que el presentador de un programa televisivo se pegaba un tiro en directo para
saciar el hambre de morbo y realismo de la audiencia, pues Riggan sigue aquello
de que hay que dejarse la sangre en el escenario para dar al público el mayor
de los realismo, o también puede ser que Riggan harto de un mundo que lo oprime
decide dejar este mundo a lo grande, y al fallar con el tiro , a lo mejor
subconscientemente, sale a relucir su verdadero yo, Birdman, o que al triunfar
queriendo acabar con todo se da cuenta que al público hay que darle carnaza en
formato morbo para tener éxito y decide dejar este mundo, o que al final es el
superhéroe Birdman ha terminado por devorarlo y es realmente un superhéroe, o
que en realidad el muere con el tiro, al acabar el plano-secuencia y el resto
en el hospital es su subconsciente agonizando,
esto lo aprovecha Iñárritu para reírse del público sediento de
superhéroes de comic, un final rico en interpretaciones y que lo hace
MAGNÍFICO.
OBRA MAESTRA de la que
beberán muchos cineastas, film seminal que hará las delicias de los sibaritas
cinéfilos, desde ya un Clásico Imperecedero, Atemporal y Universal, Iñárritu
dará igual lo que haga de aquí en adelante será recordado por este
Extraordinario film. Fuerza y honor!!!
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