miércoles, 21 de enero de 2015


BIRDMAN. (2014)

El director Alejandro González Iñárritu nos obsequia con su mejor obra desde “Amores Perros”, una Obra Maestra que rompe con todos los esquemas habidos y por haber, un ejercicio de estilo del que se hablará y mucho en los próximos años, un film revolucionario rebosante de originalidad y mordacidad, una cinta de una puesta en escena Antológica, de una maestría en la cámara Colosal, gracias al plano secuencia (falseado por supuesto) en que se nos muestra, algo no arbitrario o caprichoso, si no apoyado en un guión del que se retroalimenta el estilo visual, siendo un sublime homenaje al teatro, y a como el espectador de este medio ve una obra en un único plano-secuencia donde sale a relucir lo mejor y peor de un actor, y es que además este film se sustenta de un elenco actoral Magno, aguantando con tino minutos ante la cámara sin trampa, exponiendo sus almas de modo formidable. Es una película no apta a todos los paladares, es arriesgada, valiente, osada, arremetiendo con ingenio contra los block-busters fílmicos (sobre todo de superhéroes), contra los caprichosos críticos, contra los actores divos, con tra las redes sociales de internet, etc…




El escenario principal es un teatro de Manhattan, el protagonista es Riggan Thomson (gran Michael Keaton), un otrora famoso actor hollywoodiense, 20 años a tras fue muy popular y taquillero por protagonizar una saga cinéfila de un superhéroe, Birdman, ahora su carrear está en clara decadencia y para reflotarla ahora produce, dirige y protagonizará en Broadway una obra de teatro basada en una obra de Raymond Carver “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, variando el final. Riggan se encuentra en una crisis existencial de dudas, su conciencia le habla a través del alter ego Birdman, parece sufrir a taques de demencia que le hacen ver que tiene superpoderes (o es real?). La obra sufre cuantiosos problemas en sus prolegómenos, el co-protagonista sufre un accidente y deben cambiarlo, en su lugar llega Mike (gran Edward Norton), un ególatra narcisista, también Riggan tiene sus tiras y afloja con su actual pareja, Laura (buena Andrea Riseborough), asimismo intenta estar a bien con su hija Sam (buena Emma Stone, una ex-adicta a las drogas, e intentará lidiar con una poderosa crítica teatral de New York Times, Tabita … (gran Lindsay Duncan). Tienen importancia en la historia su co-productor y abogado Jake (Zach Galifianakis ) y la co- protagonista de la obra, Lesley (Naomi Watts )



El guión es original del propio directos junto a Nicolás Giacobone (“Biutiful”), Armando Bo (“Biutiful”) y Alexander Dinelaris construyen una comedia agridulce, un drama envuelto en  generosas dosis de humor negro, en lo que es un tributo al teatro, donde reside la pureza del arte de la interpretación, donde se mezclan todo tipo de géneros, incluso hay remarcados elementos de realidad mágica, que conforme avanza el metraje se hacen más patentes en ambiguos recursos surrealistas que ahonda en la psique del atormentado protagonista. Se hace una tremebunda radiografía del mundo del teatro, la fugacidad del éxito, con sus envidias, sus problemas de financiación, los lazos familiares, sus manías, sus frágiles romances,  sus enfrentamientos, sus vicios, sus miedos, sus divismos, sus soberbios, sus egos, sus inseguridades, sus maliciosos críticos, expuestos esto con una ironía punzante en un relato en el que sobresalen las gans de los humanos de ser queridos y aceptados. Iñárritu se distancia y se lo agradezco, de los dramas truculentos y secos, siendo la cima su tremebundo “Biutiful”, para regalarnos una oda a la imaginación estética, donde los sentimientos de los personajes sobresalen de la pantalla.






Ya desde su inquietante inicio nos atrapa con un tipo en gayumbos blancos (famosos los hizo Walter White) levitando en su camerino y una voz en off susurrándole cual Pepito Grillo perverso, a lo que sigue una presentación portentosa de personajes, edificando unos protagonistas perfectamente delineados. Desarrollándose la acción hacia un sendero de redenciones, de segundas oportunidades, de reinventarse, de combatir nuestros fantasmas, nuestras frustraciones, donde se critica punzadamente el mundo de la fama, las celebrities, las estrellas de cine, un aguijón en las entrañas de los productos vacios de contenido con los que nos  bombardea Hollywood para llenar sus arcas y ahuecar nuestros cerebros, una virulenta sátira con constantes guiños cinéfilos, con autoreferencias indisimuladas, un incisivo torpedo en la línea de flotación del rumbo que ha tomado la Industria fílmica norteamericana, dardos envenenados contra el cine populista, exponiendo ácidas situaciones,
ello narrado a un ritmo trepidante, sin puntos muertos, sin descansos, en un coctel delicioso de comedia y drama espléndidamente equilibrado.

Una historia en apariencia sencilla, pero que conforme discurre se vuelve más y más compleja, aderezando sus secos momentos con sabrosas dosis de humor fresco, se hace un fresco demoledor de la cara triste de la decadencia de los actores que alguna vez fueron famosos, nos pasean con inteligencia por la trastienda del supuesto glamur, donde conviven personas que el guión humaniza de modo fascinante, componiendo diálogos (cínicos, divertidos, sardónicos, adustos, y sobre todo penetrantes) y duelos interpretativos Apoteósicos, con todo un despliegue fantasioso delirante cuando deriva en el realismo mágico. Iñárritu nos sumerge en una odisea existencial a las entrañas de las inseguridades y debilidades del ser humano con el telón de fondo del estreno de una obra teatral, en que explotan sus demonios personales, un introspectivo juego de espejos, deconstrucción del poliédrico cerebro de un actor, poblado de mil personalidades, donde este busca con pasión la integridad de su alma y hallar la autoestima, ello dejando un poso crepuscular de melancolía e intensidad dramática.

El film denota influencias del autor Pirandello y su gran obra “Seis personajes en busca de autor”, recuerda a “Fellini 8 y medio”, en lo del artista en crisis existencial, con sus notas de realismo mágico, al “All that jazz” de Bob Fosse, en lo de preparación de una obra artística y la consiguiente crisis, o “Noche de estreno” de John Cassavettes, donde se tratan muchos temas similares. En lo del plano-secuencia es imposible no acordarse de “La soga” de Alfred Hitchcock, donde el orondo director inglés cortaba cada 10 minutos para ensamblar los cortes de modo excelso y que pareciera un único plano, y más recientemente se asemeja a “El Arca Rusa” de Alexandr Sokurov, aunque esta sin corte alguno, nada falseado, todo rodado del tirón. Las autoreferencias fílmicas donde se ataca con vigor a las cintas de superhéroes no se circunscribe únicamente a Michael Keaton y el “Batman de Tim Burton, también Edward Norton estuvo en la fracasada “Hulk” y Emma Stone en el reboot de “Spyderman” de Marc Webb.




La puesta en escena es Descomunal, un derroche de creatividad sin igual, un desafío técnico rara vez visto en cine, de una enorme dificultad, un milagro narrativo supremo, con transiciones entre escenas manejadas de forma virtuosa, el extraordinario director de fotografía mexicano Emmanuel Lubezki (“Sleepy hollow”, “El Árbol de la Vida” o “Gravity”), se supera de sus ya epicúreos 17 minutos de entrada en plano secuencia en “Gravity”, redoblando la apuesta a un film entero, y saliendo victorioso, siendo co-protagonista su juguetona cámara que atraviesa ventanas, puertas, paredes, serpentea por pasillos angostos, por las bambalinas, por ala azotea del teatro, por un sombrío bar, nos hace voyeurs de este teatro de la vida, paseándonos por sus laberinticos camerinos, escaleras, plateas, se eleva, baja, se suspende en el aire, órbita alrededor de los actores, se asoma a la calle emitiendo temor a su sordidez, una cámara nerviosa y eléctrica nos deleita junto a los actores, dotando de una agilidad narrativa al film impresionante, a esta labor se une una tremebunda coreografía actoral, entrando y saliendo de plano, moviéndose con la cámara en una sinfonía visual Sublime, derivando en escenas con tour de forcé entre actores que irradian naturalidad, espontaneidad y veracidad. A esto se suma la fenomenal música de Antonio Sánchez ( aparece en dos escenas tocando la batería) un veterano de la batería acompaña de modo vibrante la acción y los tiempos muertos, con ritmos jazzísticos hipnóticos, acunando la intensidad adecuada en cada momento, un recurso de altura, a esto se suman extractos de música clásica de Ravel, Rachmaninoff, Mahler o Tchaikovski.

El diseño de producción de Kevin Thompson (“Michael Clayton”, “Más extraño que la ficción” o “El legado de Bourne”) es brillante, rodada en el Teatro St. James en la calle 44 de Manhattan, haciendo muy verosímil todos los escenarios, como espectacular es el trabajo de edición, curro que toma aquí una importancia infinita para hacer invisibles los cortes, para ello los montadores Douglas Crise (“Traffic”, “Ocean´s Eleven” o “21 Gramos”) y Stephen Mirrione (“Traffic”, “Babel” o “Los juegos del hambre”), creando transiciones indescifrables, provocando admiración e impacto en el espectador. Además Iñárritu juega con los escenarios a su antojo, cual prestidigitador coloca personajes en un camerino de la nada, los hace desaparecer, juega con los tiempos, los alkarga, los comprime, con elipsis maravillosas,  es un mago deleitándonos en su mejor momento.


Michael Keaton siempre me había parecido un actor infravalorado, y aquí ha renacido cual Travolta tras “Pulp fiction”, tomando como punto partida lo que puede considerarse una autoparodia, ya que el actor más de 2 décadas atrás estuvo inmerso en la saga de superhéroes “Batman”, la dejó hastiado del personaje y su carrera deambulo sin pena ni gloria desde entonces, hasta que el realizador mexicano le dio este papel Ave Fénix, y lo aprovecha con una actuación superlativa,  emitiendo carisma, dignidad, nobleza, fragilidad, demencia, abatimiento, resignación, rabia, con un lenguaje corporal de estruendosa intensidad, moviéndose como un oso viejo, una actuación elegiaca con una mirada que transmite mundo interior, Sobresaliente.

Edward Norton aporta al narcisismo y autoconfianza que a la vez deja entrever sus grietas de debilidad anímica, dotando de matices su rol, un divo con los pies de barro, con dosis de mucho humor, entrelazado con instantes de tristeza, sobre todo cuando se junta con Sam, y entre Keaton y él la química es gloriosa, saltando chispas de emociones encontradas entre ellos. Emma Stone deslumbra con una belleza salvaje revestida de candidez, conmoviendo su ingenuidad mezclada con picardía, atronadora en el monólogo que le espeta al padre, atizándole con saña donde más le duele (en un primer plano apabullante), y conforme atisba el dolor en su padre modula sus palabra hacia la compasión, o en sus momentos azotea con Mike/Norton, inquietante el juego de la verdad o acción, destilando gran compenetración, y no puedo de hablar de su cautivadores ojos que te subyugan. Naomi Watts representa las inseguridades al actuar, sus temores de pasar del cómo cine al crudo teatro, excelente en sus interacciones con Norton. Zach Galifianakis en un rol alejado de su histrionismo cómico habitual nos ofrece un papel hilarante y con mucha mala baba. Andrea Riseborough expone emociones y sentimientos contradictorios en su relación con el neurótico Riggan, muy buena. Lindsay Duncan en una sola escena demuestra la buena actriz que es, exhibiendo convicciones morales discutibles y de porte despótico ARROLLADOR, menuda pata oral a Riggan le da <Usted no es un actor, eres una celebridad>.

Momentos para recordar, obvio los ya mencionados: El primer entente entre Mike y Riggan, saltan chispas de química; El entente entre los dos en el escenario en que discuten saltándose el guión por una botella de alcohol; La ridícula pelea entre los dos, precedida de los reproches y dramatización de Riggan; El jocoso y delirante tramo en que Riggan queda en calzoncillos en la calle en medio con la obra de teatro empezada, no es cualquier lugar, es Times Square, el centro del Mundo, y está megapoblado, Riggan intenta dirigirse a las puertas del teatro con dignidad mientras la gente se arremolina  a su alrededor grabándole con móviles, algunos incluso le piden autógrafos que él firma flemáticamente, metáfora de un tiempo dominado por las ansias de morbo y de transmitirlo por redes sociales; El <acaríciame los huevos> de Mike a Leslie; La tremebunda discusión entre Riggan y la crítica de teatro; El descacharrante y surrealismo mágico desbordado en toda su amplitud tras pasar Riggan la noche durmiendo en la calle, camina por la calle mientras su alter ego Birdman aparece tras él susurrándole demoniacamente, Rioigan levita sobre un edificio, y comienza un vuelo bucólico sobre Manhattan, alegoría de la liberación espiritual; Y por supuesto su tramo final, recargado de alegorías y revestidas de capas de subtexto, abierto a múltiples interpretaciones, un broche de oro vivo, complejo, ambiguo, gris, demoledor (spoiler).

Spoiler:

Alejandro González Iñárritu
En la representación de la obra de teatro, al final el protagonista interpretado por Riggan se pegaba un tiro, pero Riggan va más allá y se lo pega realmente con un arma de verdad saltando la sangre al escenario ante la turbación del público, tras esto pensamos Riggan ha muerto, de hecho acaba el plano-secuencia para a aparecer un popurrí de imágenes de ensoñaciones con superhéroes, y pasamos a la habitación de un hotel, nos enteramos que Riggan se ha pegado el tiro en la nariz, destrozándosela y teniendo que cambiársela por cirugía plástica, su productor Jake llega y le dice que la crítica ha puesto por las nubes la obra, incluso Tabita, más tarde lo dejan solo, Riggan se acerca al espejo del baño y se quita la venda de su rostro, aparece su nueva nariz, semejante al pico de Birdman, entonces Riggan se acerca a la ventana la abre y hay un fuera de campo, entra en la habitación su hija Sam y no lo ve, ve la venta abierta y se asoma aterrorizada, mira hacia el suelo y nada, mira al frente, al cielo y sonríe, y vemos en un último y perturbador plano la sonrisa y el hermoso rostro feliz de Emma Stone. Pues este tramo da para muchas explicaciones metafísicas, puede ser para hacer algo similar a lo del film  “Network” en que el presentador de un programa televisivo se pegaba un tiro en directo para saciar el hambre de morbo y realismo de la audiencia, pues Riggan sigue aquello de que hay que dejarse la sangre en el escenario para dar al público el mayor de los realismo, o también puede ser que Riggan harto de un mundo que lo oprime decide dejar este mundo a lo grande, y al fallar con el tiro , a lo mejor subconscientemente, sale a relucir su verdadero yo, Birdman, o que al triunfar queriendo acabar con todo se da cuenta que al público hay que darle carnaza en formato morbo para tener éxito y decide dejar este mundo, o que al final es el superhéroe Birdman ha terminado por devorarlo y es realmente un superhéroe, o que en realidad el muere con el tiro, al acabar el plano-secuencia y el resto en el hospital es su subconsciente agonizando,  esto lo aprovecha Iñárritu para reírse del público sediento de superhéroes de comic, un final rico en interpretaciones y que lo hace MAGNÍFICO.


OBRA MAESTRA de la que beberán muchos cineastas, film seminal que hará las delicias de los sibaritas cinéfilos, desde ya un Clásico Imperecedero, Atemporal y Universal, Iñárritu dará igual lo que haga de aquí en adelante será recordado por este Extraordinario film. Fuerza y honor!!!

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