El gran cineasta alemán Fritz Lang fue un pionero con
este film en hacer de los villanos los protagonistas, en esos carismáticos que
han inundado los cines, lo hizo con el Dr. Mabuse un genio del Mal, que más que
el dinero lo que parece anhelar es la anarquía, el caos y la autodestrucción,
en esto similar al Jocker de “El Caballero Oscuro” (2008) de Nolan, un maestro
oscuro en sintonía con otros legendarios como el profesor Moriarty, Fu Manchú o
Lex Luthor. Estando el realizador germano en la cresta de la ola tras su
exitosa “Las tres luces”, decidió afrontar la novela de luxemburgués Norbert Jacques,
“Dr. Mabuse, el jugador”, que primero se
había publicado por entregas en el diario Berliner Illustrirten. Lang junto a
Thea Von Harbou escribió el guión, resultando su relato premonitorio en muchos
elementos sobre3 el advenimiento del nazismo en Alemania, sobre como el
protagonista posee un gran poder de manipulación sobre las personas, como
intenta sacar provecho de la decadencia de las gentes, y como todo parece hacer
lo con un sentido perverso, el director claramente influenciado por el
realizador galo Louis Feuillade con sus seriales criminales de la década de
1910 “Fantomas” (1913), “Les Vampires” (1915) y “Judex” (1916). Dada la extensión del film se dividió
en dos partes, de seis actos cada una, con duración conjunta de 233 minutos, la
primera titulada “Dr. Mabuse der spieler” (122 m.) y la segunda “Inferno” (111
m.), rodada en gran parte en los estudios Jofa Berlín-Johannisthal, primer film sobre un personaje que con los
años salieron varias secuelas, dos del propio realizador.
Estamos en la Alemania de la
post-guerra, durante la República de Weimar, allí opera el poderoso criminal
Doctor Mabuse (Rudolf Klein-Rogge), un artista del disfraz, tipo capaz de con
la ayuda de sus mercenarios obtener grandes beneficios en bolsa manipulando el
miedo de los inversores, tiene a un grupo de ciegos fabricando moneda falsa
para provocar el caos y hundir la economía, también gusta de gracias a sus
poderes psíquicos, manipular a la gente, sobre todo durante partidas de cartas,
todo en pos de su desmedida ambición de hacerse con el poder. Personajes
importantes en la historia serán el inspector Norbert Von Wenck (Bernhard Goetzke), némesis del villano, Cara Carozza (Aud Egede-Nissen), fiel agente de Mabuse, Edgar Hull (Paul Richter), hijo
de un rico industrial, la condesa Told (Gertrude Welcker), de la que se enamora Mabuse,
el conde Told (Alfred Abel), infeliz aristócrata, y los subalternos de Mabuse,
un ayuda de cámara cocainómano, Spoerri (Robert Forster-Larringa), un
orondo quejicoso (Karl Huszar), su chófer y eficiente asesino sin escrúpulos, Pesch
(Georg John), y el que dirige la
operación de falsificación de moneda, Hawasch (Charles Puffy).
El guión delinea brillantemente al
protagonista, así como la decadencia moral e infelicidad nihilista de la
aristocracia. Un film que intenta reflejar la decadencia de la República de
Weimar de Alemania, que nació tras perder la Gran Guerra, un mundo partido en
dos, donde convivían la opulencia de una aristocracia marchita, con sus vicios,
clubs nocturnos, la prostitución, las drogas, su infelicidad existencial, con
la pobreza más pusilánime, provocando constantes revueltas obreras, exponiendo
un clima de tensión e incertidumbre, sin referentes morales, un universo
envuelto en el nihilismo, donde un gran criminal puede sacar beneficio (y no me
refiero a Hitler... por lo menos en este film). Una cinta en la que se critica
la codicia del capitalismo, reflejado en el espléndido tramo de todo lo
referente a como Mabuse juega con el temor de los inversores en su beneficio,
precursor de lo que pasará en 1929 con el Crack, arremete asimismo contra la
fatuidad de las clases altas, de una aristocracia débil, que tras su velo de
lujo y bacanales hedonistas se esconde una enorme nada, navegando sin rumbo por
un mar de frivolidad, quedando una clase pudiente distorsionada por la
corrupción moral y las más bajas pasiones.
Dirigida con
gran pulso estético, creando una atmósfera turbia con escenarios de
reminiscencias expresionistas, provocando inquietud en el espectador, componiendo
un marco de acción atractivo, que tiene en su brillante arranque una
potentísima baza, con el protagonista mirando fotos frente a un espejo, está
buscando su próximo disfraz, luego vemos el plan que está desarrollando, uno de
sus sicarios en un tren asesina a un diplomático
para robarle unos documentos lacrados sobre un tratado comercial entre Francia
y Suiza, cuyo contenido no debe hacerse público antes del momento de firma, al
enterarse del robo los inversores en la bolsa entran en modo pánico y los
valores de las compañías en solfa caen en picado, y hete aquí que un enigmático
tipo sobre un pilar , simbólicamente sobre los histéricos, en medio de la bolsa
compra las acciones, entonces cuando las tiene consigo todas, aparecen los
documentos sin deslacrar, con lo que las acciones vuelven a subir como la
espuma, y el misterioso tipo vende ganando una fortuna, impresionante modo de
empezar, mostrándonos la brillantez de la genialidad del Dr. Mabuse manipulando
a su antojo los temores de la sociedad.

Mabuse es un supervillano,
mente criminal privilegiada, un adelantado a su tiempo que sabe jugar con los aprensiones
de la sociedad, sabe anticiparse a las reacciones de la gente, es un bróker, un
psiquiatra, un mentalista, un tahúr, un falsificador, un hipnotizador, es todo
eso y más, en lo que hay gente que ha querido ver una alegoría del superhombre nietzscheano, mente preclara muy superior mentalmente al resto de la
humanidad. Mabuse ha sido comparado como
a una reminiscencia del Hitler que estaba por llegar, los dos son tipos
carismáticos que pretenden sacar beneficio del caos, de los miedos, de la
decadencia, de la pobreza, de las miserias humanas, de la corrupción moral, su
afán, aunque nunca se especifica, no parece estar en obtener riquezas, más bien
desea manipular a la gente, a la sociedad, a las instituciones, ser una especie
de poder en la sombra, o al menos eso intuyo, similar a Hitler, que no es ser
millonario lo que anhela, desea obtener el máximo poder posible, aunque en su
camino aplaste vidas. Mabuse bien
analizado no es un villano tan amoral, sus víctimas son los especuladores de la
bolsa, o la aristocracia decadente, solo comienza a matar indiscriminadamente
cuando ve en peligro su vida, y además demuestra sentimientos de amor, de hecho
esto es lo que al final le hace vulnerable.
Las dos partes del film,
aunque orgánicamente sólidas, difieren: En la primera parte Mabuse se maneja a
su antojo, domina a placer, las personas son marionetas movidos sus hilos por
él; En la segunda parte la paranoia de Mabuse se acrecenta, su temor a ser
descubierto le hace ir acabando con su gente, asimismo entra en juego una de
las constantes en las obras escritas entre Lang y Von Harbou, de cómo la
obsesión amorosa, la lujuria, la pasión pueden ser el peor enemigo para la sed
de poder, de cómo aquello que amas te esclaviza y puede romper tus ansis de
individualidad egoísta-narcisista.
En el film nos hablan de modo
nos habla de la psiquiatría, de muy moda en aquellos años, y la pone en
entredicho por lo cerca que está esta profesión de la manipulación artera, de
cómo esta se puede convertir en un poder sobre las personas para manejar
voluntades, aunque aquí cruzan la línea hacia la fantasía de manipulación
cuasi-telepática, puede entenderse como una exageración para realmente entender
el poder de esta rama médica.
Pero dista de ser redonda, son
el paso de los años sus costuras son más evidentes, palmarias en su excesivo
metraje, como si Lang hubiera estado inseguro de que recortar, y ello derivara
en muchos tramos de pesadez, que se hacen densos, con un ritmo desequilibrado,
tanto detallismo se hace pesado y hastiante, tropiezo es que no imprime
cadencia y las escenas se le van de tiempo, hay muchas secuencias que se pueden
acortar y otras directamente eliminar por lo nada que aportan, caen en la redundancia.
Asimismo muchas situaciones pecan de una inocencia rayando en el infantilismo,
con comportamiento de personajes un tanto incoherente, pasado de vueltas
en muchos casos, esto acentuado en un
final cogido por los pelos (spoiler).
Rudolf Klein-Rogge realiza
una carismática interpretación, de irradiando fuerte determinación, liderazgo,
en una actuación propia del histrionismo del cine mudo despliega una tremenda
gama de sentimientos con su gestualidad y poderosa mirada que te atraviesa,
creando a uno de los Megavillanos de la Historia del cine. Bernhard Goetzke es el antagonista del antihéroe, despliega
regitud y marcialidad, pero algo plano en bonhomía. Alfred Abel interpreta con
mucha sobreactuación al infeliz conde Told. Aud Egede-Nissen como la fiel
Caroza destila belleza y sensualidad. Gertrude Welcker encarna con gran arco de
sentimientos encontrados a la condesa, objeto del deseo del Doctor.
La puesta en escena es uno de sus puntos
fuertes para promover emociones, excitados por la dirección artística de Otto
Hunte (“Metrópolis” o “El Ángel Azul”), Erich Kettelhut (“Metrópolis” o “U-47”),
Karl Vollbrecht (“Metrópolis” o “M”), Karl Stahl-Urach, expresionistas en sus
líneas oblicuas, en sus formas asimétricas, y escenarios en muchos casos art-déco,
como casinos, calles feistas, calabozos, zulos, haciendo paralelismos el
realizador entre la vida en la fachada y el patio trasero, la vida pública y la
que habita tras cortinas, tras puertas secretas en el suelo, tras disfraces, todo
esto atomizado por la fascinante fotografía de Karl Hoffmann (“Los Nibelungos”
o “Fausto”), jugando con penumbras, con sombras, con contrastes de luz, con
vibrantes primeros planos, con neurálgicos planos cuando Mabuse intenta
hipnotizar, con buenas tomas generales de multitudes, todo ¡para infundir con
éxito ambientes decadentes en algunos casos y en otros sórdidos.
Spoiler:

Momentos recordables: Su
poderoso arranque ya mencionado; La partida de cartas en que Mabuse pone en práctica
sus dotes psíquicas para manipular al rico Edgar Hull; La condesa Dusy Told “Me
temo que no hay nada en este mundo que me pueda interesar por mucho tiempo. Todo lo que se puede ver desde un coche o un
cuadro de la ópera es en parte desagradable, en parte carente de interés,
siempre aburrido"; La sesión de espiritismo, filmada con una maestría
memorable; La espiral paranoica en que entra Mabuse, haciendo que se suicide su
fiel Carozza, o cuando vestido de agitador obrero Mabuse enardece al populacho,
engañándolo para hacerle creer que un líder sindical es llevado en coche policial por las
calles, entonces la turba detiene al coche policial y Mabuse aprovecha para
matar a Pesch, uno de sus sicarios que él creía lo iba a delatar; El duelo en
la partida de cartas entre Mabuse y Wenk; El retorcido modo en que Mabuse
disfrazado de ilusionista hipnotiza en un espectáculo a Wenk para este coja su
auto y se lance por un acantilado; La épica batalla para tomar la vivienda de
Mabuse; El modo en que Wenk encuentra a Mabuse en el zulo, su mente se
encuentra ida.
El plan para matar al
inspector Wenck queda muy impactante, pero resulta bastante rebuscado. El tramo
final queda muy bien visualmente, la batalla en la casa de Mabuse, pero luego
nos damos cuenta que podrían haberse escapado el doctor y sus sicarios por una
trampilla que daba al zulo en que tiene encerrados a unos ciegos falsificando
moneda. Menuda “bacalá” que nos tengamos que creer que tiene “presos” a estos
ciegos trabajando, pero quien les da de comer? Es que no toman aire? Es que no
se quejan? Es que no hacen sus necesidades? Resulta que esto es una vía de
escape y no puede abrir la puerta Mabuse? Menudo genio. Asimismo increíble que
en tan poco tiempo en el zulo Mabuse se haya vuelto majareta.
Thea von Harbou, guionista y
colaboradora, ese mismo año se convirtió en esposa de Lang,la guionista había
sido esposa del protagonista del film y de la mayoría de las películas alemanas
de Lang, Rudolf Klein-Rogge (Mabuse).
En conjunto, y pasándola por
el filtro de su tiempo me queda una notable obra, un sugestivo thriller, la
creación de un mito en formato villano, El Doctor Mabuse. Fuerza y honor!!!
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