ROMA, CIUDAD
ABIERTA.
Film icónico del séptimo arte, con esta mítica obra el
cineasta romano creó un nuevo subgénero, lo que el crítico Umberto Barbaro
acuñó “Neorrealismo italiano”, que tanta influencia ha tenido en décadas
posteriores, no solo en el país transalpino, si no en todo el mundo, para
Rossellinil, el neorrealismo más que una posición estética, era una actitud
ética, la necesidad de explicar con sinceridad y objetividad el sufrimiento del
mundo, su realismo se apoya en la neutralidad del relato, no hay juicios
morales de condena, no suscita odio, ni compasión y sí lástima por los
torturadores, sin sentimentalismos maniqueos, la reducción del dolor humano a niveles
soportables para el espectador. Asimismo este movimiento cinematográfico
anhelaba mostrar con crudeza y asentimentalismos las duras condiciones sociales
en la post-guerra, potenciando en su feísmo ambiental el realismo y la
autenticidad, con muchos exteriores mugrientos, con sentimientos desgarradores,
ello maximizado por la utilización de actores no profesionales, y mucha
improvisación que dotaba de frescura al metraje, siendo además grandes
exponentes de esta corriente Vittorio De Sica con “Ladri di biciclette” (Ladrón de bicicletas) de1948 ,y Luchino Visconti con “La tierra tiembla” (La terra trema) de 1947.
Para Rossellini además esta fue la primera entrega de su “trilogía de la
guerra”, le seguirian “Camarada” (1946) y “Alemania, año cero” (1948). El guión
escrito durante los meses de ocupación alemana de Roma, por el propio director
junto a Sergio Amidei (“Paisa”, “l
limpiabotas” o “Stromboli”) y Federico Fellini, ambos también realizadores de
segunda unidad del film, desarrollan un argumento original de Sergio Amidei y
Alberto Consiglio, inspirado libre en hechos y personajes reales. La filmación con
un escaso presupuesto se inicia (enero 1945) meses antes finalización de la
WWII en Europa (mayo 1945), los
escenarios del film son los reales en que tuvo lugar resistencia y lucha.
Un film intenso y emocionante que crea un ambiente opresivo, donde reina la
pobreza, el hambre, la tiranía, las torturas, las vejaciones, y la muerte, en
lo que es una loa a las personas anónimas que con su lucha y determinación combatieron
al nazismo. Gana la Palma de Oro en Cannes
(1946), siendo nominado el guión (original) al Oscar. Roma, tras ser declarada
ciudad abierta y desmilitarizada, fue ocupada por fuerzas ejército nazi,
permaneció sometida 9 meses, hasta su liberación.
Estamos en Roma durante la
ocupación nazi de la capital italiana (entre el
8-IX-1943 y el 4-VI-1944), allí asistimos a varias historias entrecruzadas de resistencia a la ocupación. Giorgio Manfredi (Marcello Paglieri), un militante comunista líder antinazi escapa
de una redada germana, se refugia con
Francis (Francesco Granjacquet), un impresor antifascista clandestino, este al día siguiente se casa con Giuseppina “Pina” (Anna Magnani), madre
viuda de un niño de 8 años, Marcello (Vito Annicchiarico), y embarazada, la
hermana de Pina, Lauretta (Maria Michi), es una bailarina de cabaret que vive
junto a su hermana con otra joven, Marina (Carla Rovere), que en el pasado
estuvo ligada sentimentalmente a Manfredi. Don Pietro Pellegrini (Aldo Fabrizi)
es el sacerdote local en la Parroquia de San Clemente, implicado con su ayuda a
la resistencia a la opresión teutona. Para combatir la resistencia está el kommandant de la Gestapo Bergmann (Harry Feist) y la espía lesbiana
Ingrid (Giovanna Galletti).
La cinta se erige en un canto
a la gente común, a su valor y capacidad de unión frente a las injusticias, a
su integridad ante las peores circunstancias, a su solidaridad, a su oposición
al avasallamiento, a su sacrificio por causas justas, a la búsqueda de la
libertad, un brillante tributo a los
héroes anónimos, a la esperanza en la rebelde Condición Humana, arremete contra
los fascismos, contra el racismo, contra la deslealtad, contra la traición,
contra el despotismo, contra la tortura, contra la drogadicción. Alaba la
capacidad de entendimiento entre los que piensan diferentes, en este caso entre
comunistas y católicos, representado esto en Pina, notoria creyente y en
Francis, comunista acérrimo, ello por el bien de un bien común (algo que en la
post-guerra italiana no sucedió, con guerras intestinas), . Esto el realizador
lo hace radiografiando a personas que transpiran humanidad, veracidad, con
aristas, con matices, con grietas, grises, complejos, un collage de situaciones
equilibradas que se mezclan de modo fluido para hacernos tocar la fibra
sensible, esto sin sensiblerías baratas, sin regodearse en escenas dramáticas,
muestra las motivaciones de los personajes de modo entendible en su ambiguo
mundo interior, con diálogos que transpiran autenticidad, componiendo
secuencias que permanecerán indelebles en la retina del espectador, con un
increscendo dramático sofocante.
Nos expone Rossellini como la
sociedad romana se rebeló en todas sus capas, los hombres valientes en acciones
de sabotaje, los más pasivos con un una imprenta como arma de propaganda
antinazi, las mujeres con su resistencia, la Iglesia con un sacerdote dispuesto
a hacer lo correcto aunque en ello le vaya la vida, incluso los niños son parte
de esta imparable maquinaria, todos ellos forman parte de esta cadena imparable
hacia la meta de la Libertad. Frente a esto el nazismo, reflejado en el mayor Bergmann,
sibilino, desconfiado, sutil, amanerado, artero, torturador, no dudará en hacer
todo lo necesario y más para exterminar a la resistencia, ello con la ayuda de
una espía lesbiana, que utilizara el sexo e incluso las drogas como recurso
para sus aviesos fines, el enfrentamiento clásico entre l bien y el mal, pero
mostrado como nunca hasta entonces, con tridimensionalidad, donde no predominan
el blanco y negro, son los grises los que mandan.
Film avanzado para su tiempo,
valiente en lo políticamente incorrecto por mostrar imágenes y temas “tabú”
hasta entonces en el cine, como la descarnada secuencia de tortura con un
soplete en el cuerpo de un preso; como la prostitución utilizada por nazis como
degradación; como las nada disimuladas muestras de lesbianismo como método de “seducir”
a confidentes; la utilización de drogas como visión de la bajeza humana; La
estremecedora muerte por ametrallamiento de una mujer embarazada; Vemos a niños
metidos a ser partisanos violentos que utilizan armas; LA ejecución en la
cabeza en primer plano de un sacerdote ante la impactada mirada de unos niños;
Todo esto llevó al film a ser muy polémico y escandaloso para el momento, con
problemas de distribución.

Gran parte del elenco de
intérpretes era no profesional, impregnando en los secundarios gran
naturalidad, aunque en sus principales roles son profesionales de la actuación:
Aldo Fabrizi como el cura, derrocha humanidad,
dignidad, y lo hace conmoviendo en su sencillez, su personaje está inspirado en
dos curas reales, Don Giuseppe Morosini y Don Pietro Pappagallo, el
primero fue torturado y asesinado por los nazis
por colaboración con la Resistencia; Anna
Magnani deslumbra por su carisma, fuerte personalidad, una sentida encarnación
que conmueve, siendo el zenit su seca y adusta muerte, personaje inspirado en Teresa Gullace, italiana
asesinada por soldados nazis cuando trató hablar con su marido prisionero de
los alemanes estando embarazada, inspirando la famosa escena; Marcello Pagliero
estupendo como el líder antinazi, dota a su rol de orgullo, fortaleza,
inspirado el personaje en la figura real del jefe partisano Celeste Negarvile; Harry Feist como el villano aporta sutilidad, arrogancia, sofisticación,
elegante, educado, pero dejando entrever su retorcimiento perverso, excelente en su gestualidad
mesurada; Giovanna Galletti está
pletórica como la sibilina agente alemana, con artes de serpiente del paraíso
intenta seducir a Marina, tiene una gran química con Harry Feist; Maria Michi
está fenomenal como la patética Marina, manipulable chica que deja entrever un
angustioso mundo interior. Hay más actuaciones de mérito que apuntalan a los
principales.
Una puesta en escena que
marcó tendencia para el resto del movimiento del neorrealismo italiano, con una
magnífica dirección de arte de Rosario
Megna, con desoladores exteriores, feistas, ruinosos, con montones de escombros,
con lugares muy amplios, calles tristes, en contraste con unos interiores que
reflejan pequeñez, claustrofobia en los apartamentos, con ese decadente cuartel
de la Gestapo, con las ventanas tapiadas, con un piano al lado de la sala de
interrogatorios (también de torturas), con las escalofriantes celdas, rodándose
íntegramente en Roma, esto ensalzado por la extraordinaria de fotografía de Ubaldo
Arata (“Escipión el africano” o “Cagliostro) en glorioso b/n, de claras
reminiscencias documentalista para acentuar el verismo narrativo, de
tonalidades crudas, jugando con los grises ambientales, en exteriores con días soleados-arenosos
que emiten calor y sofoco, emitiendo desasosiego, zozobra, inquietud, con mucho
plano-secuencia, con tomas generales que emiten naturalidad, frescura, labor
excelente. Se suma la música, compuesta por el hermano del director, Renzo
Rossellini (“Paisá” o “Alemania, año cero”), melodías de acompañamiento
orquestales, de viento, e incluso se oye música de piano de Schubert, jazz, y
más..., en un trabajo nada intrusivo.
Spoiler:


Momentos recordables: La
turba asaltando una panadería, símbolo del hambre imperante en la población; El
alegórico tramo en que dos soldados alemanes llevan unos corderos a un dueño de
pensión para los mate y los cocine para ellos, pero responde que nos es un carnicero,
entonces los germanos replican que ellos sí lo son, y que los sacrificaran en
el patio, clara expresión de la violencia intrínseca que generan los nazis,
además de que los corderos (símbolo muy cristiano de mansedumbre), pueden ser
un reflejo de los italianos, llevados al matadero por su docilidad ante la
opresión; El despliegue del ejército nazi en un edificio romano para atrapar a
sospechosos, ello mientras unos niños intentan esquivar a los soldados para
esconder armas, tramo muy tenso; Una de las icónicas escenas (quizás la más)
del neorrealismo italiano (y por ende del cine en general), cuando se llevan a
la pareja de Pina los nazis en un camión de sospechosos, ella desgarrada (y
embarazada) porque lo puedan matar corre gritando por la calle tras el camión,
los soldados germanos le disparan matándola en el acto, cayendo a plomo en
medio del asfalto, imagen trémula coronada con la desconsolada llegada de su
hijo a abrazar el cuerpo, escena filmada en medio de Montecuccoli Raimondo, barrio de Prenestino-Labicano
(Roma), rodada con dos cámaras, Anna cayó antes de tiempo, pero el buen hacer
de la edición, Eraldo Da Roma (“El ladrón de bicicletas”, “Umberto D” o “La
aventura”), alargando la toma lateral hizo que pareciera más larga; La magníficamente
planificada secuencia de cómo los partisanos consiguen liberar a los presos del
camión nazi frente a un túnel; La seducción perversa de Ingrid a Marina para
sonsacarle información; La disertación del capitán Hartmann (Joop van Hulzen)
sobre el futuro nefasto que les espera a los nazis (y alemanes) cuando pierdan
la guerra por la violencia y crueldad sembrada por toda Europa; La brutal secuencia en que vemos la tortura con un soplete a un
sospechoso; El turbador tramo de la ejecución al padre Pietro, en un
descampado, el cura sentado a horcajadas en un silla , de espaldas al pelotón
de fusilamiento italiano, el pelotón dispara y nadie atina (intencionadamente
nadie quiere matar al párroco), un oficial nazi iracundo se acerca al cura y le
pega un tiro en la cabeza, esto ante la atónita mirada de un grupo de chavales,
símbolo de cómo desde pequeños mamamos la violencia.
 |
Roberto Rossellini |
Antes de 1944 no había
prácticamente ninguna industria de cine en Italia y no habia dinero para
financiar películas. Rossellini se
hizo amigo de una mujer anciana rica en Roma que quería financiar un documental
sobre Don
Pieto Morosini, sacerdote católico que había
sido fusilado en 1944 por los alemanes para ayudar al movimiento partisano en
Italia. Rossellini quería al
actor Aldo Fabrizi para jugar el cura de representaciones y se contactó con su
amigo Federico Fellini para ayudar a ponerse en contacto con Fabrizi. La señora había acordado
financiar un documental sobre los niños romanos que habían luchado contra los
ocupantes alemanes. Fellini y el
guionista Sergio Amidei sugirieron a Rossellini, en lugar de dos documentales cortos, debería
hacer una película combinara las dos ideas, en agosto de 1944, apenas dos meses
después que los aliados habían obligado a los nazis a evacuar Roma, Rossellini,
Fellini y Amidei comenzaron a trabajar en el guión de la película. Se convirtió
en la dramática conclusión de una narración coral sobre la vida diaria en una
ciudad dominada por el miedo, la pobreza, los informantes y la degradación.
Figura clave en la producción fue Aldo Venturini, no era un hombre de cine, era
un comerciante de lana que en la post-guerra inmediata de Roma tenía fuertes
recursos financieros y participó inmediatamente en la financiación de la
película con la productora, Cis Nettunio. Cuando,
después de unos días de rodaje, la película se detuvo por falta de liquidez,
Rossellini convenció al comerciante, en abril de 1945, para terminar la
película como productor, haciéndole comprender esa era la única manera de
recuperar el dinero adelantado.
Obra capital
para todo cinéfilo que se precie, marcando un antes y después en la Historia
del Cine. Fuerza y honor!!!
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