RIO GRANDE (1950)

Buen cierre de la trilogía de
la caballería del maestro John Ford,
realizada para la RKO, “Fort Apache” ( 1948 ) y “La legión invencible” (1949), y esta que me ocupa, teniendo en común, la visión noble,
idealizada y ascética de la caballería USA en los territorios fronterizos de la
nación, y sus enfrentamientos con las tribus indígenas, además de ser
protagonista en todas ellas John Wayne, el capitán Kirby York en “Fort Apache”, capitán de caballería Nathan Cort
Brittles en “La legión
invencible”, y el Teniente
Coronel Kirby Yorke en Rio Grande (al parecer no es el mismo de “Fort
apache”, es el apellido Yorke, con la e final diferenciándose del primero). Se
basa en un cuento corto, "Misión sin
antecedentes" de James Warner Bellah , apareció en el Saturday Evening Post el 27 de septiembre de 1947, el guión es de James Kevin McGuinness (...), que traza una entrañable balada-western, un canto a la unión de
las familias, como metáfora de la unión de un país, USA, que salía
resquebrajado de la Guerra Civil, y que debía cicatrizar las heridas. Lo negativo es el tufillo racista en el tratamiento de los indios, nunca se sabe
por qué se han rebelado, por que atacan, por que secuestran a niños, ni tan
siquiera se les oye hablar, son como entes sin alma que vagan por el film
haciendo el mal. Fue la primera cinta
del glorioso tándem Maureen O’Hara-John Wayne, cinco veces estuvieron juntos en
pantalla, “Rio Grande” (1950), “El hombre tranquilo” (1952), “Escrito bajo el sol” (1957), “MacLintock!” (1963) y “El gran Jake” (1971), las tres primeras dirigidas por John Ford. A cambio de que la Republic producjera el soñado
proyecto de Ford, “El hombre
tranquilo (1952), el realizador accedió a hacer de este “Rio
Grande” de bajo presupuesto. Algunos aspectos de la
historia, en particular la incursión ilegal del regimiento USA en México,
vagamente se parecen a una expedición llevada a cabo por el cuarto
regimiento de caballería (USA) al mando del coronel Ranald S. Mackenzie en 1873. Uno de los niños es el hijo de Patrick Wayne
haciendo su debut en el cine sin acreditar.
Estamos en el verano de 1879,
el escenario principal es un fuerte militar USA en Texas en la frontera con
México, comandado por el Tte. Col. Kirby Yorke (John Wayne), allí llega como
recluta Trooper Jeff Yorke (Claude Jarman
Jr.), hijo de 15 años del Tte. Col., al que no ve
desde que nació, Jeff se hizo amigo de un par de reclutas de edad avanzada,
Travis Tyree (Ben Johnson ) (que está en busca y captura por la ley) y Daniel "Sandy"
Boone (Harry Carey, Jr.). La tensión
crece con la llegada al fuerte de la esposa separada de Yorke, Kathleen (Maureen O'Hara), ha llegado a llevarse a Jeff
pagando la penalización correspondiente de 100 $, entonces nos enteraremos de
los motivos de la separación, entre tanto la tensión con las tribus indígenas
de la zona crece peligrosamente. También tendrá importancia en la historia el
sgto. Quincannon (Victor McLaglen) y el General Philip
Sheridan (J. Carrol Naish), ahora al
mando general de su departamento.

Es un film típicamente
fordiano, una entrañable reflexión sobre las grietas familiares, sobre el
honor, sobre el dolor, sobre la lealtad, sobre el amor, sobre los hijos, sobre
el orgullo, sobre la camaradería, sobre el sentido del deber, sobre las heridas
que dejan las guerras. De hecho el film lo entiendo como una radiografía
post-Guerra Civil, en que la familia Yorke vendría a ser los Estados Unidos, un
país todavía en formación, familia partida por el conflicto bélico, él es el
Norte que ganó la guerra, teniendo que por su marcial cargo hacer cosas en el
Sur que provocaron dolor, anteponiendo su sentido del deber, el Sur es la
esposa, que sufrió los horrores en sus tierras sudistas, y en el centro el
hijo, que viene a ser la Unión de la nación, el fruto de las dos partes, la
nueva generación alejada de la pretérita lucha entre hermanos, el que se apunta
al ejército para defender a su país, es la historia de la restauración de una
familia desestructurada, que poco a poco lame sus heridas. Una oda revestida de
mucha nostalgia, melancolía, y que en muchos momentos conmueve, con secuencias
de un tremendo lirismo sensorial, de un gran humanismo, esto acentuado por el
hermoso salpicado de canciones que suenan diegeticamente, que fundido con el
relato y las interpretaciones al oírlas conmueven. Es un film que en sus dos
primeros tercios se dedica con acierto a retratar unos personajes matizados,
con aristas, imperfectos, que transpiran humanidad, debilidades, fragilidad
tras la impostada coraza, desenvolviéndose estos con diálogos inteligentes, afilados,
irónicos, con notable dosificación de humor, con momentos exquisitos donde los
gestos hablan más que las palabras, de hecho la relación padre-hijo se modula
más con el poderoso lenguaje gestual que con la plática. En el último tercio se
desborda la acción, con alguna carga de caballería espectacular, una espléndida
persecución de indios a caravanas, pero paradójicamente la fuerza dramática
decae, cayendo en lugares comunes ya muy ajados, transcurriendo todo esto por
lo previsible, con un mensaje un tanto Imperialista de si estos “inútiles” del
sur (México) no es capaz de acabar con los indios (racismo notorio) tendremos
que hacerlo nosotros (USA), cayendo en el tratamiento de los indios en la
caricatura, pues no se da motivación alguna por lo que se han vuelto violentos,
simplemente son malos malísimos, o quizás es por algo tan ridículo como que se
les ha ordenado callar su canto.
Quiero resaltar un momento
bastante zafio por forzado, es cuando el sheriff va a detener a Tyree, y
Kathleen pide que los soldados lo impidan, la argumentación de ella es que se
ve que es un buen chico, esto sin tan siquiera hablar con él de lo sucedido,
chirriante.
John
Wayne está como siempre en su papel, impresionante, desborda carisma, carácter,
ímpetu, rabia, mirada poderosa, pose regia, transmite, orgullo, soberbia, dolor
soterrado, nadie ha lanzado el sombrero como él, grande, no tenía muchos
registros, pero el que tenía lo atomizaba. Maureen O'Hara resulta una presencia
refrescante, radiante la luz que transmite con su inocente sonrisa, emite
empatía, nobleza, se mueve por la pantalla flotando, magnífica, nadie en el
cine se ha puesto un pañuelo en la cabeza con más lirismo visual que ella,
fabulosa. Y entre los dos, O’Hara-Wayne, una química antológica, legendaria,
dela Icónicas del Séptimo Arte, saltan chispas de compenetración entre los dos,
manejando las miradas y los gestos de modo natural y veraz. Victor McLaglen
está inmenso, atronador, arrollador, inunda la pantalla con su inabarcable
personalidad, con su humor irlandés, con su modo de beber, con su cinismo, con
su divertida gestualidad, con la subtrama que conlleva de incendiario en la
guerra, con vibrantes momentos como en su confesión al doctor, apoteósico.
La
puesta en escena resulta notable, con una evocadora dirección artística de
Frank Hotaling (“El hombre tranquilo”, “Centauros del desierto” u “Horizontes
de grandeza”), rodándose en el desierto de Utah (Rio Colorado, Monument Valley,
Mexican Hat, etc...) y en Arizona, esto realzado por la bella fotografía en
glorioso b/n de Bert Glennon (“La diligencia”, “Caravana de paz” o “Los
crímenes del museo de cera”), realzando con sus tonalidades grises los
excelentes escenarios, con sus hermosas montañas de fondo, con muy expresivos
primeros planos que sacan lo mejor de las actuaciones, sabiendo aportar
dinamismo en las escenas de acción y serenidad en las tomas intimas, jugando
con mimo con las escenas nocturnas, dotando de lirismo estético muchas
estampas. La música la pone Victor Young (“Los inconquistables”, “El hombre
tranquilo” o “Raíces profundas”), se amolda bien al tono de la historia, pero
lo que destaca es la aportación de baladística del
trío “Sons of the pioners”, Dale Evans, Stan Jones y Tex Owens, que hacen de
soldados y amenizan unos cuantos momentos con bonitas canciones que dan un tono
nostálgico meditabundo de calado al relato.
Spoiler:

Momentos recordables: El
comienzo en el Fuerte, llegando el regimiento tras una expedición militar, las
esposas e hijos esperan angustiados en el camino la llegada de sus queridos y
que estén ilesos, buscando estas entre la cansada tropa a sus maridos, y de
fondo una deliciosa melodía irlandesa; La charla que tiene Jeff con su padre,
este diciéndole que no tendrá privilegios, que la vida allí es muy dura, el
hijo asiente diciendo que no esperaba otra cosa, se va el soldado, y entonce3s
Kirby comprueba de modo entrañable su altura con la de su retoño; La hermosa
serenata que se le da a la Sra. Yorke, con esa mirada trémula de ella,
estremece su mirada a punto de lagrimear ante las estrofas; El tramo en que dan
clases de montar a caballo, lo hacen al modo romano (de pie manejando dos
equinos a la vez), lo hace el hijo de Kirby, este observa orgulloso a lo lejos,
saltando una valla cae de los jamelgos, entonces Kirby hace ademán de ir a
socorrerlo, pero se contiene por su marcial sentido de privilegiar; El poético paseo nocturno de Kirby a orilla del Río Grande, trasluciendo piensa en
lo que ha perdido por la guerra, el amor de su esposa y por ende los años con
su hijo, y mientras de fondo se oye como en el regimiento cantan “My gal is
purple”, esto alrededor de una bucólica hoguera; La estremecedora conversación
del sgto. Quincannon con el doctor de la tropa, comienza con humor, y como
deriva en una confesión que atormenta al sgto. Desde hace años, sublime
McLaglen; El brillante asalto de un grupo de indios a la caravana de mujeres y
niños; Cuando Kirby le dice al soldado Tyree que escoja a dos hombres de
confianza para ir a rescatar a los niños raptados, y de pronto Kirby oye que
dice el nombre de su hijo, el rostro de Kirby se desencaja sin decir palabra
ante el peligro a que se expone; Cuando la tropa de Kirby haya una caravana
destrozada con muertos, es la familia de un soldado, este <Déjeme ir, es mi familia>, Kirby responde
<No. A mí me gustaría que un amigo me lo impidiera>; En el epílogo,
entregando las medallas al honor, llega el sheriff a detener a Tyree y Kirby le
grita que le da una semana de permiso, este corre a por un caballo, y roba el
del General Sheridan y este dice socarronamente que de caballos no se puede
decir que no sepa, acabando cuando suena el tema icónico de los Confederados,
“Dixie”, en honor a Kathleen, ello mientras desfilan los yankis, símbolo de la
unión del país, ello mientras sonríe Kathleen, lindo final.
El guión originalmente tenía
en su final que Kirby era castigado por su acción ilegal (entrar con su
destacamento en México), por esto era enviado a Londres como asesor militar. Ford
pensó no era apropiado, y denigraba al icono John Wayne, con lo que eliminó
esto.
Recomendable a los que gusten
de cine con sentimiento, aunque con alguna tara en su último tercio que desluce
en algo el resultado final. Fuerza y honor!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario