EL GRAN SALTO. (THE
HUDSUCKER PROXY)
Notable film del
binomio de los hermanos Coen, esta vez con la ayuda en el guión y en la
dirección (de segunda unidad) de un amigo, Sam Raimi (Trilogía “The Evil Dead”),
los tres escribieron el guión, siendo dirigida oficialmente por Joel Coen, un
homenaje espléndido al cine optimista de Frank Capra, de Preston Sturgess, y al
film de Hawks “Luna Nueva” (1940), ello enmarcado en una Nueva York que parece
salida de la mente del Fritz Lang de “Metrópolis” (1927), por lo la ciudad de
grandiosos rascacielos y abajo se asientan la maquinaria que los obreros deben
hacer funcionar para beneficio de los que viven en la cima de estos edificios. Una
oda al individualismo y a la fe del hombre (mujer) común, una historia con un
entrañable halo esperanzador, arremetiendo con mordacidad contra el capitalismo
despiadado que representa esa sala de gerifaltes de Hudsucker Proxy. Una cinta
que con un ritmo trepidante nos habla de cómo los poderosos manipulan a la
incauta clase baja en su favor, lo hace hundiendo su desarrollo en el genuino
screw-ball, donde las réplicas y contrarréplicas resultan sabrosas, incluso con
ingeniosos momentos de slapstick físico delirante, recordando a los Chaplin,
Keaton o Lloyd.
Arranca en la Nochevieja de
1958 en Nueva York, vemos a un tipo, Norville Barnes (Tim Robbins), en la cornisa de un gran
rascacielos a punto de saltar, entonces se produce un flash-back en el que
veremos como Norville llegó a esta situación. El protagonista es un ingenuo
muchacho que llega a Nueva York de Muncie (Indiana) en busca de trabajo. Lo
encuentra como repartidor de correo en una gran compañía, Hudsucker Proxy, con residencia en un enorme rascacielos. La empresa acaba de perder a su presidente
por suicidio, Waring (Charles Durning), tomando el control Sidney J. Mussburger
(Paul Newman), este trama un pérfido plan para hacerse con las acciones de Waring. En
la historia tendrá gran importancia una periodista, Amy Archer (Jennifer
Jason-Leigh), reportera del Manhattan Argus, donde su jefe (John Mahoney) a
investigar a Hudsucker Proxy.
Cinta que te atrapa desde su
potente y sugestivo inicio, de una riqueza visual extraordinaria, luego viene
una construcción de personajes perfilados de modo formidable, en una miscelánea
deliciosa entre el clasicismo de los años 30 y 40 con el toque corrosivo de los
Coen, evolucionando con diálogos sabrosos, que emanan cinismo, ironía, mala
baba, con punzantes duelos dialécticos, jugando con los dobles sentidos, con
los montajes paralelos, en un abordaje cáustico de temas como la codicia, la fe
en uno mismo, la lucha de clases, el poder de los medios, o el mencionado
capitalismo desalmado. Un relato que construye con fluidez narrativa
situaciones delirantes, emocionantes, tensas, y muy divertidas, mezclando el
humor de todo tipo, el gag físico, el oral, el negro, e incluso tramos de humor
cercano al toon. Una obra que es diáfano tributo al cine de los 30 y 40.

Tim Robbins borda su
inocentón rol, lo dota de bonhomía, de torpeza, de alma, de frescura, cierto
que su físico se asemeja a Gary Cooper por lo desgarbado, y en la comedia
física resulta aún más divertido por lo aparatoso, el productor Joel Silver
propuso en principio a Tom Cruise de Norville. Paul Newman
resulta sublime en el papel del villano, una poderosa presencia que desborda
carisma, temple, astucia, denota autosuficiencia, manipulación sibilina, excelso
el modo regio en que fuma puros, un Titán, Clint Eastwood fue la primera opción
de los Coen para este papel, que lo rechazó por problemas de agenda. Jennifer
Jason Leigh sobresaliente como la impetuosa, radiante, visceral periodista,
pícara, con una atronadora chispa, con ingenio, con matices, con arrogancia,
emulando con un vigor tremendo a las Jean Arthur o Katherine Hepburn, con una
rapidez oral formidable, con unos toma y daca fenomenales con Bruce Campbell y
John Mahoney, Winona Ryder y Bridget Fonda
fueron barajadas para el rol.

El protagonista es una
fenomenal mezcla de personajes de Frank Capra, un inocentón, cándido,
idealista, provinciano, y que en principio parece maleable por el poder, el
James Stewart de “Caballero sin espada” (1939), el Gary Cooper de “Juan nadie”
(1941) o el mismo de “El secreto de vivir” (1936), el alter ego en este film es
Norville Barnes, que como estos mencionados llega a la gran ciudad que engulle
sus incorruptibles ideales en la corrupción moral de esta jungla de ambiciones
desmedidas, que caerá en el abismo, levantándose con coraje, fortaleza y con
más sabiduría parta afrontar los males esta nuestra putrefacta sociedad. La
protagonista Amy Archer está claramente sacada de este universo de personajes,
una chica resabiada, arrogante, pícara, valiente, hastiada del mundo decadente
que le rodea, en clara sintonía con la Jean Arthur de “Vive como quieras”, periodistas que
intentará desenmascarar a un gerifalte (como en esta), y que al final termina
enamorándose del infeliz, o la misma de “Luna Nueva”, una reportera cansada de
la podredumbre que la asfixia, que mantiene cruces verbales eléctricos con sus
compañeros de profesión, o la Barbara
Stanwyck de “Las tres noches de Eva” (1941), la forma en que Amy traba relación
con Norville es la misma que Barbara tiene con su “presa” Henry Fonda. El villano en este caso es encarnado por Paul Newman, está claramente inspirado en
los malos malísimos de Frank Capra, es listo, ingenioso, millonario, malvado,
codicioso, amoral, manipulador, e intentará manejar a su antojo al
protagonista, como los villanos de “Caballero sin espada”, “Juan nadie”, o que “Qué bello es vivir” (1946), o su
principio en que vemos a alguien a punto de suicidarse (apunto algo más en
spoiler). Asimismo el film tiene algo de “El apartamento” (1960) de Billy
Wilder, en exhibir la inmensidad de un espacio cuasi-infinito donde trabajan
personas anónimas, emitiendo insignificancia, ser un eslabón más de una
maquinaria engrasada para despersonalizarnos.


La puesta en escena resulta
prodigiosa, con un deslumbrante diseño de
producción de Dennis
Gassner (“Muerte entre las
flores”, “El show de Truman” o “Big Fish”), con una escenografía que bebiendo
de la arquitectura nazi, especialmente
del trabajo de Albert Speer, influenciada
por el film de Terry Gilliam “Brazil” (1985), asimismo de la obra
arquitectónica de Frank Lloyd Wright y por el
movimiento Art Deco, curiosamente no grabando en
Nueva York, se filmó bastante en Chicago, en un centro comercial para la
entrada y vestíbulo de Industrias Hudsucker y en el Hotel fue el salón de baile
de Navidad, asimismo se rodó en Carolco Studios en Wilmington, Carolina del Norte, allí se creó la impresionante maqueta de la ciudad de Nueva York,
conjunto diseñado por los supervisores de efectos especiales Michael J.
McAlister (“El Imperio contraataca” o “Indiana Jones y la última cruzada”)
y Mark Stetson (“Eduardo Manostijeras”
o la Trilogía “El Señor de los anillos”) , con efectos adicionales
proporcionados por The Computer
Film Company (manipulaciones del zoom de
Norville al principio, el CGI nieve y las escenas de
caídas del rascacielos), supervisado por Janek Sirrs
(“Matrix” o “Marvel: Los vengadores”), en una figuración no real, si no
idealizada, los Coen querían algo más estilizado. Se necesitaron tres meses y 27 especialistas
para crear la ciudad en miniatura a la escala de 24: 1, el edificio Hudsucker, hecho
a escala 6: 1 para planos más estrechos entre ellos el largo zoom de Norville
al principio, todo en pos de unos f/x al servicio de la historia. Todo
esto bajo la excelsa fotografía de Roger Deakins (“Cadena
perpetua”, “No es país para viejos” o “Skyfall”), en exquisitas tonalidades que evocan la época tratada, jugando con la luz tenue, con la semioscuridad, con
las sobras, con angulaciones, picados y contrapicados, con sibaritas
travellings, con fulgurantes cenitales, con alegóricas profundidades de campo.
Se suma una deliciosa puntuación del músico de cámara de los Coen, Carter
Burwell (“Muerte entre las
flores”, “Rob roy” o “Como ser John Malkovich”), imprime sensación mágica al
relato, se añade música clásica, el "Adagio de Espartaco y Frigia"
del ballet Spartacus de
Khachaturian base del tema principal y música adicional de pistas de ballet en
la secuencia de Hula-Hoop, o el tema popular de la época "Memories Are Made of
This", cantado por Vic Tenetta (Peter Gallagher),
inspirándose en Dean Martin, el trepidante
“Sabre dance” de Gayané (tema del film “Un, Dos, Tres” de Billy Wilder)
se oye mientras un niño hace malabares con el hula-hop.
Spoiler:






Momentos
recordables: Su sugerente arranque, la visión nocturna y nevada de una
Manhattan idealizada, un plano secuencia (trucado) en que la cámara surca
volando las callaes de la Gran Manzana, mientras la voz de Moses (Bill Cobbs)
nos da el prólogo de donde estamos, hasta llegar a un enorme rascacielos, de
una ventana de la cima sale un tipo a la cornisa, con intenciones suicidas,
todo adornado por la fascinante música, y entonces se produce el flash-bac que
será el film, para saber cómo este hombre pudo llegar a esta situación,
magnífica introducción; El modo en que el ilusionado Norville Barnes busca
trabajo, observando un tablero en el que aparecen decenas de ofertas de empleo,
pero en todas ellas se exige experiencia mínima de dos años, hasta de
barrendero, la imagen de cómo su rostro va cambiando de alegre a triste es
delirante; El tramo del suicidio de Hudsucker, primero vemos la sala de juntas
atestado de los grandes accionistas, como un tipo relata todos los éxitos
financieros de la compañía, acabando con un <En pocas palabras. Estamos
forrados>, mientras hace este balance el presidente Hudsucker parece tener
la mirada perdida en la gran ventana con visión a los rascacielos, entonces este
coge el reloj de bolsillo, le da cuerda y lo deja sobre la gran mesa, falta un
minuto para las doce, de sonido de fondo tenemos el tic-tac del reloj, hace un
carraspeo, todos le miran, se levanta y da una chupada a su puro, lo deja en el
cenicero, se apaña los gemelos de la camisa, se sube en sus sillón, para
después ponerse de pie sobre la enorme mesa, todos le miran desconcertados,
toma carrerilla y justo cuando el reloj da las 12 comienza a correr sobre la
mesa hacia la ventana, en un esplléndido plano desde abajo lo vemos salir por
la ventana disparado, justo en lo alto tiene el grandioso reloj del edificio,
entonces los planos cambian viéndolo caer gritando y con los brazos abiertos,
un toque coeniano cuando pasa por una ventana abierta con una oficinista escribiendo
a máquina y con la velocidad de la caída del suicida los folios de la mesa
vuelan, la música de fondo es sacra coral, mientras lo vemos acercarse a la
calle pide a la gente de abajo que se aparte, y oye un “plof” seco, con la
elegancia de que no vemos el desparrame en el suelo, y hay otro toque coeniano
con un contrapicado de una mujer oronda gritando a mandíbula batida,
descacharrante humor negro; Las delirantes normas que un operario le da a
Norville con la coletilla mantra de <... te reducen el sueldo...>; El
jocoso tramo en que un operario aparece en la sal de correos con el sobre azul,
y como todos desaparecen; Cuando Norville le lleva el sobre azul a Mussburger y
le enseña su gloriosa idea, un papel con un círculo (un desternillante running-gag),
tras esto se produce un homenaje al cine mudo de humor, con Mussburger en
primer plano hablando por teléfono y Norville en segundo plano intentando
apagar un fuego en una papelera y como su torpeza encadena desastre tras
desastre, acabando el estropicio con Mussburger cabeza abajo fuera de la
ventana, con el abismo bajo él, sostenido por Norville de los pies, las
costuras se empiezan a romper de los pantalones de Mussburger, y entonces se
produce un fascinante montaje paralelo flash-back en que vemos como el sastre
de Mussburger le salvará la vida; El
modo en que Amy Archer despliega su ingenio para simpatizar con Norville,
viendo la escena en uyn bar a través de dos taxistas que relatan en off lo que
va a ir sucediendo; Cuando otro miembro de la junta de Hudsucker Proxy decide
saltar como el presidente y el cristal ha sido reforzado con plexiglás,
quedando estampado cual toon; Todo el
tronchante proceso de fabricación del hula-hop; El tramo en que el hula-hop estirado
a la calle y este rueda hasta un niño que lo baila de modo extraordinario, lo
ve una jauría de niños que quedan abortos ante la danza y corren en manada a
comprar aros, vibrante esto bajo los frenéticos
acordes de la música “Sabre Dance " de Gayané; El clímax final, vemos caer al
vacío al desolado Norville desde lo alto del rascacielos y de modo sorpresivo
para en seco, entonces vemos al encargado del gran reloj del edificio que ha
puesto el palo de la fregona para frenar el engranaje del susodicho, y este
habla a cámara que no se le está permitido hacer eso pero es lo mejor que se le
ha ocurrido, una luz blanca se aproxima a lo lejos entre la nieve que cae, está
cantando, hasta que vemos que es un ángel tocando una guitarrita, en realidad
es Waring Hudsucker, entonces el ángel le habla de la carta azul que no
entregó, devolviendo la ilusión a Norville, pero en paralelo vemos Moses y Aloysius pepelar tras el
mecanismo del reloj que puede hacer que el tiempo corra y Norville muera
estrellado contra el asfalto.
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Los hermanos Coen |
El ángel que aparece para
salvar al protagonista, es un claro tributo al también ángel Clarence de “Qué
bello es vivir”. Sam Raimi director segunda unidad, rueda la secuencia del suicidio de Waring Hudsucker y la del virtuoso
niño con el hula hoop.
En conjunto una notable película
de las que te hace pasar un rato ameno, de las que recordaras por su bello
envoltorio homenaje al cine de oro, y por su vitalista moraleja. Fuerza y
honor!!!
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