TODO EN UN DÍA.
Comedia exitosa que con
el tiempo ha pasado a ser un film de culto que con justicia ha ganado en su
mensaje del carpe diem. Cinta en principio creada para adolescentes, los que
rebosaban los cines en la década de los 80, y que encumbraron al productor director
y guionista de este film, John Hughes a ser uno de los niños mimados de
Hollywood por como entendió lo que demandaba el público del momento, como
prueba este divertido y ágil film, que cuenta la historia de un alumno de
secundaria, el titular (en v.o.) Ferris Bueller, que un día decide fingir una
enfermedad para faltar a la escuela, aliarse con su neurótico amigo Cameron
para viajar en el auto del padre de Cam,
el ‘intocable’ Ferrari 250 GT California Spyder de 1961 a Chicago, para
pasar una ajetreada jornada, se les unirá Sloane, novia de Ferris Sloane, ello
mientras el director del instituto docente y su hermana intentan sabotear sus
planes. Protagonizada por un brillante Matthew Broderick que borda con una
vitalidad ya alegría fascinante a su rol, Mia Sara como la simpática y hermosa
pareja de este, y Alan Ruck como su mejor amigo, un acomplejado hipocondriaco, en
papeles secundarios de Jennifer Gray, Jeffrey Jones, Cindy Pickett, Edie
McClurg, Lyman Ward y Charlie Sheen. Cinta en la que siguiendo la visión
‘peterpanesca’ de Hughes los adolescentes son más inteligentes y menos
alienados que los adultos, estos vistos como o bien inocentones (los padres de
Ferris o la secretaria del director) o ‘malparidos’ (por soltar un palabro
colombiano que me gusta) como el director del colegio, el maître del restaurant
o el padre de Cam que nunca vemos.
En una película que
aborda con humor bastante blanco, la búsqueda de la identidad, la búsqueda del
sentido de la vida, el disfrutar de la vida, atacando la mediocridad, la
mezquindad, o la presión familiar, donde el mensaje leit-motive del
largometraje está en la última escena en el garaje (acristalado) del Ferrari
con como Cam decide afrontar sus miedos, y en la charla (filosófica) que el rol
de Charlie Sheen (tenía más metraje en el primer corte del film, pero se acortó
hasta dejarlo incluso sin nombre, que sí tenía) le da a la hermana en la
comisaria, de hecho estos dos personajes, Cam y la hermana son los dos que
sufren un desarrollo durante el relato. Temas tratados en unos niveles a medias
en su forma de afrontarlos, sin mucha hondura, pero si quedando muy claro lo
que dice. Donde la intensidad dramática es escasa, pues todo se reduce algo tan
naif como que un chico falte un día al cole, y durante ese día no es que haga
algo muy peligroso (conducir un Ferrari a Chicago, ir a un restaurante de lujo,
ir al museo, ir a un partido de baseball o cantar en una parada festiva), es
más el sentido caricaturesco que se le confiere cual toon del Coyote y el
Correcaminos.
En un hermoso día de
primavera en un suburbio de Chicago, Ferris Bueller (Broderick), estudiante de
último año de secundaria, finge estar enfermo para no ir a la escuela, dos
meses antes de graduarse de la escuela secundaria. Sus padres, Katie (Cindy
Pickett) y Tom (Lyman Ward), creen que está enfermo, aunque su hermana Jeanie (Gray)
no. Después de enterarse de que Ferris falta a la escuela por novena vez ese
semestre, el decano de la escuela, Edward Rooney (Jones), se decide a exponer
el ausentismo crónico de Ferris. Este convence a su hipocondríaco mejor amigo
Cameron Frye (Ruck) para que le ayude a excusar a la novia de Ferris, Sloane
Peterson (Sara), de la escuela alegando que su abuela ha muerto.
La historia te engancha
desde su caricaturesco, mordaz e ingenioso inicio con la forma histriónica en
que Ferris hace creer a sus padres que está enfermo, mientras la hermana se da
cuenta del teatrillo chancesco, él se lo corrobora con guiños que la cabrean
más. Los padres y la hermana se marchan, unos al trabajo y la otra al colegio.
Entonces Ferris mira a la cámara y rompiendo con mucho humor la cuarta pared,
ofreciendo un jocoso tutorial de cómo hacer ‘novillos’ (con ese genial gadget
con cuerdas y poleas en sincronización con un aparato de música; o el de la
grabación en lazada al portero electrónico), contando porque lo hace, y
relatándonos lo que piensa hacer. Ello salpicado con su peculiar sentido de la
vida: "La vida pasa tan rápido, que, si no te detienes y miras a tu
alrededor, es posible que te la pierdas". Ferris es un joven muy popular
en el insti, todos le adoran, tanto como para vivir su ‘enfermedad’ como algo
traumático, hacen colectas para médicos, incluso la policía cuando aparece se
preocupa por Ferris, esto se transmite, aunque me gustaría ver como ha sido
capaz de aunar a todos en su favor. Matthew Broderick borda a este truhan,
manipulador y sobre todo encantador, seduce con sus grandes ojos, su atractiva
sonrisa, cuando nos habla en primera persona, muchacho (aparenta menos, pero
tenía entonces 24 añitos)que nos genera envidia, pues todos querríamos ser como
él en nuestra juventud (para mí pasada), alguien inteligente, divertido, con
Don de gentes, que siempre hace lo que quiere y siempre le sale bien, como una
especie de Correcaminos. Un espíritu libre que cuestiona la enseñanza con
diatribas a cámara como cuando ataca el examen de Socialismo Europeo: "No
soy europeo. No planeo ser europeo. Entonces, a quién le importa si son socialistas?
Podrían ser anarquistas fascistas, eso no cambia el hecho de que no tengo
coche”. Incluso se puede ver la historia como que es un ángel inspiradore que
hace todo lo posible para que su amigo Cam salga de la Cueva donde el padre de
este lo tiene sometido, pretende se suelte las ataduras de la opresión, le
empuja a huir de su hipocondría: “No te estás muriendo, simplemente no se te
ocurre nada bueno que hacer” (le dice a Cam). Ferrris alienta a su mejor amigo
a dejar atrás sus miedos, sus paranoias, su hipocondría, este cree que su padre
quiere más a su Ferrari que a él.
Primero la travesura de
sacar a Sloane del insti con una jocosa artimaña de llamadas de teléfono donde
juegan con la supuesta inteligencia del director para engañarlo. Hay un jocoso
momento cuando Ferris se hace pasar por el padre con gafas, sombrero y gabardina
con el Ferrari (antecedente del rol que haría más tarde Broderick del Inspector
Gdget), cuando Sloane llega a su altura, Ferris la besa en la boca y Rooney se
extraña y se dice que será una costumbre de esa familia (Boom!); Tras ello a la
ciudad de los Lagos. La jornada en Chicago se erige en un tributo de Hughes a
la ciudad donde creció como adolescente, una carta de amor a la populosa urbe: Almorzaran
en un restaurante de campanillas mediante una travesura en que se hacen pasar
por el rey de las salchichas, acentuado por otro hábil juego de llamadas de
teléfono; Visitarán el Instituto de Arte de Chicago, ello visto en un montaje
videoclipero (que joven se salta las clases para ir a un museo de pinturas? En
realidad, es un guiño de Hughes a su gusto por esto); Subirán al mirador de la
Torre Sears (vertiginoso momento en que inclinan sus cuerpos para colocar sus
frentes sobre la cristalera y miran al fondo infinito donde las personas son
puntitos cual hormigas (emparentándonos con la mítica escena de “El Tercer
Hombre”); visitaran la caótica Bolsa Mercantil de Chicago para hacer una mordaz
crítica al estrés del capitalismo; irán a un partido de baseball de los Cubs en
Wrigley Field, donde cómo no, Ferris atrapará en primer plano de tv una bola de
homerun, donde están a punto de verlo quien lo persigue, pero es el
Correcaminos; Y en el zenit del día, montará Ferris en una carroza del Desfile
del Día de Von Steuben, y hará un fabuloso playback musical de "Danke
Schoen" de Wayne Newton y "Twist and Shout" de The Beatles,
enardeciendo al público de las calles, con el padre de Ferris bailando al ritmo
del hijo, desde la altura de un rascacielos donde trabaja sin saber este que el
punto que se mueve rítmico abajo en la carroza es su retoño supuestamente
enfermo.
En paralelo tenemos al
director del colegio, en un juego del gato y el ratón o como Rooney se
convierte en Willie el Coyote intentando pillar a este particular Correcaminos.
Primero alertando a la madre de sus ausencias del colegio justo cuando Ferris
hackea el ordenador escolar para sabotear a Rooney; Creyendo haber pillado a
Ferris haciéndose pasar por su padre lo insulta de modo virulento hasta que hay
otra llamada de teléfono en paralelo y … pues eso; Siendo el clímax como Rooney
quiere entrar en casa de los Bueller, entonces el akelarre de humor slapstick
es fenomenal, donde el pobre director sufrirá una tras otra la (buena) suerte
de Ferris, desternillante; Por otro lado, está Jeanie, hermana de Ferris que
odia la suerte buena de su hermanito, e intenta sabotearlo de un modo sutil.
Esta sub trama menos elaborada, tiene sus momentos en el encuentro entre Rooney
y ella (no hay duda de que sabe defenderse la joven) y sobre todo en la
epifanía con el delincuente en la comisaría.
La escuela es reflejada
como un lugar aburrido, donde la enseñanza se da de modo mecánico, sin
pretender seducir a los jóvenes con algún sistema fresco. La clase de gimnasia es vista como una salida
al patio de prisión, y sobre todo queda la soporífera clase de economía dada
por el rol encarnado por Ben Stein, donde la cámara se pasea por los rostros
cansados y adormilados de los pesarosos alumnos
Jeffrey Jones como el
director borda su rol de Rooney, es el sistema queriendo cercenar la libertad
juvenil, la obsesión por cumplir las reglas, es el ejemplo al culto a las
apariencias, tanto que tiene un divertido gag corre por el pasillo desierto del
colegio (todos están en clases), pero frente a cada puerta (con ventanilla) se
detiene para no ser visto en algo prohibido, y tras pasarla vuelve a correr.
Actuación chancescamente caricaturesca cual Looney Toones, sufriendo todo tipo
de infortunios en su quijotesca misión de descubrir los ‘novillos’, los
aspersores, un rottweiler, Jeannie le dejarán algo estropeado, y hasta la grúa
conspirara en su contra, delirante su actuación cargada de expresividad; Alan
Ruck (con 29 años haciendo de adolescente) es el ‘banco de pruebas’ de Ferris, haciéndole
evolucionar en este día movidito, le hace ver que en la vida a veces es bueno
rebelarse. Actuación buena en como transmite el desarrollo emocional del rol,
con el pico de clímax cabreado ante el Ferrari; Mia sara no deja de ser un
rostro dulce y bonito, sin sustancia alguna, sin fondo; Jennifer Gray como la
hermana rabiosa, enfadada por las simpatías hacia Ferris, todos a su alrededor
compadecen a su ‘enfermito’ hermanito, lo que la irrita más y más. Tendrá su ‘epifanía’
particular con el rol de Charlie Sheen, este deja huella con su rapsoda yonki; Edie
McClurg se hace un hueco con su divertido papel de secretaria del director.
En la puesta en escena
destaca la brillante cinematografía de Tak Fujimoto (“El silencio de los
corderos” o “El sexto sentido”), proyectando un universo cromático, con tomas
gráciles panorámicas de Chicago.
Spoiler:
Momentos recordables (aparte
de los ya mencionados): Cuando dejan el Ferrari en el parking y dos empleados
ipso facto lo sacan de allí para pasearse en este clásico, luego los veremos en
varias tomas disfrutando a toda velocidad por las calles; La cuba de agua
típica estadounidense que tiene pintada una referencia a salvar de la enfermedad
a Ferris (¿?); La cara de Cam cuando Sloane le pregunta si estaba catatónico o
la vio en paños menores en la piscina; La escena en que el Ferrari sale marcha atrás
despedido al vació atravesando la cristalera; La carrera contrarreloj de Ferris
para que no lo pillen los padres que están a punto de llegar a casa, atravesando
jardines, viviendas, calles (con cruces afortunados con el padre y la madre), tenido
tiempo el pícaro para departir con dos chicas en bikini tomando el sol, hasta
que cuando casi lo consigue lo pilla Rooney, pero entonces la hermana a aparece
y con el cambio por el cruce con el yonki decide ayudar a Ferris, tras lo que muestra
la cartera encontrada en la cocina a Rooney, le cierra la puerta Jeannie a Rooney,
y este es acosado por el rottweiler; los padres encuentra a Ferris acostado y
cariñosamente le sugieren se tome también libre el día siguiente; Durante los
créditos, Rooney humillado, desaliñado y herido acepta de mala gana montar en
el bus escolar lleno de estudiantes que se burlan de su aspecto andrajoso. Se
sienta junto a una chica que le ofrece un osito de goma de su bolsillo, a lo
que él lo tira con disgusto, mira el cuaderno de otro estudiante (que tiene
escrito "SAVE FERRIS" en la portada), antes de mirar a la cámara
mientras el bus arranca; En una escena post-créditos, Ferris mira a la cámara y
le dice al público "Todavía estás aquí? Se acabó! Vete a casa! Vete!".
Jeffrey Jones a Empire en 1998 (después de lamentarse del hecho de que probablemente sería mejor recordado por su papel del director loco Ed Rooriey que por su emperador José II en Amadeus de 1984), " es que se nos pide, y lo hacemos, simpatizar con un niño cuya única queja en la vida es que su hermana recibió un auto para su cumpleaños y él una computadora". De hecho, es un gran logro. El día libre de Ferris Bueller es, de hecho, una celebración pura de lo que es ser un joven blanco, de clase media y adinerado en los Estados Unidos de mediados de los 80. Por lo tanto, debería ser, al menos sobre el papel, una celebración insoportablemente engreída del consumismo burdo. Considere: la idea de Ferris de pasar un buen rato es pasear en un Ferrari antiguo; una visita a la Bolsa de Chicago seguida de un almuerzo en el restaurante más elegante de la ciudad, el elegante Scran al que se refiere su método de pago.
Estrenada por Paramount
Pictures el 11 de junio de 1986, la película se convirtió en la décima película
más taquillera de 1986 en los Estados Unidos, recaudando 70 millones de dólares
con un presupuesto de 5 millones de dólares.
En 2014, la película fue
seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Películas de los
Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso, por considerarse "cultural,
histórica o estéticamente significativa". La película fue seguida por una
serie de televisión, protagonizada por Charlie Schlatter como personaje
principal.
Se rumoreaba que Edward
McNally era la inspiración para el personaje de Ferris Bueller. McNally creció
en la misma calle que Hughes, tenía un mejor amigo llamado "Buehler"
y el decano de la escuela lo persiguió implacablemente por su ausentismo
escolar, que equivalía a 27 días de ausencia, en comparación con los nueve de
Bueller en la película.
La escena del desfile
tomó varios días de filmación; Broderick pasó algún tiempo practicando los
movimientos de baile. "Estaba muy asustado", dijo Broderick.
"Afortunadamente, la secuencia fue coreografiada cuidadosamente de
antemano. Trabajamos todos los movimientos ensayando en un pequeño estudio. Se
rodó dos sábados en el corazón del centro de Chicago. El primer día fue durante
un desfile real, y John consiguió algo muy tomas largas. Luego, las estaciones
de radio publicaron anuncios invitando a la gente a participar en "una
película de John Hughes". La voz se corrió rápidamente y aparecieron
10.000 personas. Para la toma final, me di la vuelta y vi un río de gente!
Levanté las manos al final del número y escuché este gran rugido. Puedo
entender cómo se sienten las estrellas de rock. Ese tipo de reacción te
alimenta". Los movimientos de Broderick fueron coreografiados por Kenny
Ortega (quien luego coreografió Dirty Dancing). Sin embargo, gran parte tuvo
que ser descartada, ya que Broderick se había lastimado gravemente la rodilla
durante las escenas en las que corría por los patios traseros de los vecinos.
"Estaba bastante dolorido", dijo Broderick. "Me recuperé lo
suficiente como para hacer lo que ves en el desfile allí, pero no pude hacer la
mayoría de los giros de rodilla de Kenny Ortega y cosas así en las que habíamos
trabajado. Cuando lo filmamos, teníamos toda esta coreografía y yo Recuerdo que
John gritaba con un megáfono: 'Está bien, hazlo de nuevo, pero no hagas ninguna
coreografía', porque quería que fuera un desastre total". " Danke
Schoen " fue algo coreografiado, pero para " Twist and Shout ",
dijo Broderick, "estábamos inventando todo". Hughes explicó que gran
parte de la escena fue filmada espontáneamente. "Simplemente sucedió que
se trataba de un desfile real, en el que pusimos nuestra carroza, sin que nadie
lo supiera, todas las personas en el puesto de revisión. Nadie sabía qué era,
ni siquiera el gobernador".
Muy entretenido film, de
los que consigue tanto o más de lo que se propone en su ligereza impostada,
gustándome más hoy que cuando lo vi de adolescente. Gloria Ucrania!!!
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