miércoles, 19 de junio de 2024

 


TODO EN UN DÍA.


Comedia exitosa que con el tiempo ha pasado a ser un film de culto que con justicia ha ganado en su mensaje del carpe diem. Cinta en principio creada para adolescentes, los que rebosaban los cines en la década de los 80, y que encumbraron al productor director y guionista de este film, John Hughes a ser uno de los niños mimados de Hollywood por como entendió lo que demandaba el público del momento, como prueba este divertido y ágil film, que cuenta la historia de un alumno de secundaria, el titular (en v.o.) Ferris Bueller, que un día decide fingir una enfermedad para faltar a la escuela, aliarse con su neurótico amigo Cameron para viajar en el auto del padre de Cam,  el ‘intocable’ Ferrari 250 GT California Spyder de 1961 a Chicago, para pasar una ajetreada jornada, se les unirá Sloane, novia de Ferris Sloane, ello mientras el director del instituto docente y su hermana intentan sabotear sus planes. Protagonizada por un brillante Matthew Broderick que borda con una vitalidad ya alegría fascinante a su rol, Mia Sara como la simpática y hermosa pareja de este, y Alan Ruck como su mejor amigo, un acomplejado hipocondriaco, en papeles secundarios de Jennifer Gray, Jeffrey Jones, Cindy Pickett, Edie McClurg, Lyman Ward y Charlie Sheen. Cinta en la que siguiendo la visión ‘peterpanesca’ de Hughes los adolescentes son más inteligentes y menos alienados que los adultos, estos vistos como o bien inocentones (los padres de Ferris o la secretaria del director) o ‘malparidos’ (por soltar un palabro colombiano que me gusta) como el director del colegio, el maître del restaurant o el padre de Cam que nunca vemos.

 

En una película que aborda con humor bastante blanco, la búsqueda de la identidad, la búsqueda del sentido de la vida, el disfrutar de la vida, atacando la mediocridad, la mezquindad, o la presión familiar, donde el mensaje leit-motive del largometraje está en la última escena en el garaje (acristalado) del Ferrari con como Cam decide afrontar sus miedos, y en la charla (filosófica) que el rol de Charlie Sheen (tenía más metraje en el primer corte del film, pero se acortó hasta dejarlo incluso sin nombre, que sí tenía) le da a la hermana en la comisaria, de hecho estos dos personajes, Cam y la hermana son los dos que sufren un desarrollo durante el relato. Temas tratados en unos niveles a medias en su forma de afrontarlos, sin mucha hondura, pero si quedando muy claro lo que dice. Donde la intensidad dramática es escasa, pues todo se reduce algo tan naif como que un chico falte un día al cole, y durante ese día no es que haga algo muy peligroso (conducir un Ferrari a Chicago, ir a un restaurante de lujo, ir al museo, ir a un partido de baseball o cantar en una parada festiva), es más el sentido caricaturesco que se le confiere cual toon del Coyote y el Correcaminos.

 

En un hermoso día de primavera en un suburbio de Chicago, Ferris Bueller (Broderick), estudiante de último año de secundaria, finge estar enfermo para no ir a la escuela, dos meses antes de graduarse de la escuela secundaria. Sus padres, Katie (Cindy Pickett) y Tom (Lyman Ward), creen que está enfermo, aunque su hermana Jeanie (Gray) no. Después de enterarse de que Ferris falta a la escuela por novena vez ese semestre, el decano de la escuela, Edward Rooney (Jones), se decide a exponer el ausentismo crónico de Ferris. Este convence a su hipocondríaco mejor amigo Cameron Frye (Ruck) para que le ayude a excusar a la novia de Ferris, Sloane Peterson (Sara), de la escuela alegando que su abuela ha muerto.

 

La historia te engancha desde su caricaturesco, mordaz e ingenioso inicio con la forma histriónica en que Ferris hace creer a sus padres que está enfermo, mientras la hermana se da cuenta del teatrillo chancesco, él se lo corrobora con guiños que la cabrean más. Los padres y la hermana se marchan, unos al trabajo y la otra al colegio. Entonces Ferris mira a la cámara y rompiendo con mucho humor la cuarta pared, ofreciendo un jocoso tutorial de cómo hacer ‘novillos’ (con ese genial gadget con cuerdas y poleas en sincronización con un aparato de música; o el de la grabación en lazada al portero electrónico), contando porque lo hace, y relatándonos lo que piensa hacer. Ello salpicado con su peculiar sentido de la vida: "La vida pasa tan rápido, que, si no te detienes y miras a tu alrededor, es posible que te la pierdas". Ferris es un joven muy popular en el insti, todos le adoran, tanto como para vivir su ‘enfermedad’ como algo traumático, hacen colectas para médicos, incluso la policía cuando aparece se preocupa por Ferris, esto se transmite, aunque me gustaría ver como ha sido capaz de aunar a todos en su favor. Matthew Broderick borda a este truhan, manipulador y sobre todo encantador, seduce con sus grandes ojos, su atractiva sonrisa, cuando nos habla en primera persona, muchacho (aparenta menos, pero tenía entonces 24 añitos)que nos genera envidia, pues todos querríamos ser como él en nuestra juventud (para mí pasada), alguien inteligente, divertido, con Don de gentes, que siempre hace lo que quiere y siempre le sale bien, como una especie de Correcaminos. Un espíritu libre que cuestiona la enseñanza con diatribas a cámara como cuando ataca el examen de Socialismo Europeo: "No soy europeo. No planeo ser europeo. Entonces, a quién le importa si son socialistas? Podrían ser anarquistas fascistas, eso no cambia el hecho de que no tengo coche”. Incluso se puede ver la historia como que es un ángel inspiradore que hace todo lo posible para que su amigo Cam salga de la Cueva donde el padre de este lo tiene sometido, pretende se suelte las ataduras de la opresión, le empuja a huir de su hipocondría: “No te estás muriendo, simplemente no se te ocurre nada bueno que hacer” (le dice a Cam). Ferrris alienta a su mejor amigo a dejar atrás sus miedos, sus paranoias, su hipocondría, este cree que su padre quiere más a su Ferrari que a él. 

 

Primero la travesura de sacar a Sloane del insti con una jocosa artimaña de llamadas de teléfono donde juegan con la supuesta inteligencia del director para engañarlo. Hay un jocoso momento cuando Ferris se hace pasar por el padre con gafas, sombrero y gabardina con el Ferrari (antecedente del rol que haría más tarde Broderick del Inspector Gdget), cuando Sloane llega a su altura, Ferris la besa en la boca y Rooney se extraña y se dice que será una costumbre de esa familia (Boom!); Tras ello a la ciudad de los Lagos. La jornada en Chicago se erige en un tributo de Hughes a la ciudad donde creció como adolescente, una carta de amor a la populosa urbe: Almorzaran en un restaurante de campanillas mediante una travesura en que se hacen pasar por el rey de las salchichas, acentuado por otro hábil juego de llamadas de teléfono; Visitarán el Instituto de Arte de Chicago, ello visto en un montaje videoclipero (que joven se salta las clases para ir a un museo de pinturas? En realidad, es un guiño de Hughes a su gusto por esto); Subirán al mirador de la Torre Sears (vertiginoso momento en que inclinan sus cuerpos para colocar sus frentes sobre la cristalera y miran al fondo infinito donde las personas son puntitos cual hormigas (emparentándonos con la mítica escena de “El Tercer Hombre”); visitaran la caótica Bolsa Mercantil de Chicago para hacer una mordaz crítica al estrés del capitalismo; irán a un partido de baseball de los Cubs en Wrigley Field, donde cómo no, Ferris atrapará en primer plano de tv una bola de homerun, donde están a punto de verlo quien lo persigue, pero es el Correcaminos; Y en el zenit del día, montará Ferris en una carroza del Desfile del Día de Von Steuben, y hará un fabuloso playback musical de "Danke Schoen" de Wayne Newton y "Twist and Shout" de The Beatles, enardeciendo al público de las calles, con el padre de Ferris bailando al ritmo del hijo, desde la altura de un rascacielos donde trabaja sin saber este que el punto que se mueve rítmico abajo en la carroza es su retoño supuestamente enfermo. 

 

En paralelo tenemos al director del colegio, en un juego del gato y el ratón o como Rooney se convierte en Willie el Coyote intentando pillar a este particular Correcaminos. Primero alertando a la madre de sus ausencias del colegio justo cuando Ferris hackea el ordenador escolar para sabotear a Rooney; Creyendo haber pillado a Ferris haciéndose pasar por su padre lo insulta de modo virulento hasta que hay otra llamada de teléfono en paralelo y … pues eso; Siendo el clímax como Rooney quiere entrar en casa de los Bueller, entonces el akelarre de humor slapstick es fenomenal, donde el pobre director sufrirá una tras otra la (buena) suerte de Ferris, desternillante; Por otro lado, está Jeanie, hermana de Ferris que odia la suerte buena de su hermanito, e intenta sabotearlo de un modo sutil. Esta sub trama menos elaborada, tiene sus momentos en el encuentro entre Rooney y ella (no hay duda de que sabe defenderse la joven) y sobre todo en la epifanía con el delincuente en la comisaría.

 

La escuela es reflejada como un lugar aburrido, donde la enseñanza se da de modo mecánico, sin pretender seducir a los jóvenes con algún sistema fresco.  La clase de gimnasia es vista como una salida al patio de prisión, y sobre todo queda la soporífera clase de economía dada por el rol encarnado por Ben Stein, donde la cámara se pasea por los rostros cansados y adormilados de los pesarosos alumnos

 

Jeffrey Jones como el director borda su rol de Rooney, es el sistema queriendo cercenar la libertad juvenil, la obsesión por cumplir las reglas, es el ejemplo al culto a las apariencias, tanto que tiene un divertido gag corre por el pasillo desierto del colegio (todos están en clases), pero frente a cada puerta (con ventanilla) se detiene para no ser visto en algo prohibido, y tras pasarla vuelve a correr. Actuación chancescamente caricaturesca cual Looney Toones, sufriendo todo tipo de infortunios en su quijotesca misión de descubrir los ‘novillos’, los aspersores, un rottweiler, Jeannie le dejarán algo estropeado, y hasta la grúa conspirara en su contra, delirante su actuación cargada de expresividad; Alan Ruck (con 29 años haciendo de adolescente) es el ‘banco de pruebas’ de Ferris, haciéndole evolucionar en este día movidito, le hace ver que en la vida a veces es bueno rebelarse. Actuación buena en como transmite el desarrollo emocional del rol, con el pico de clímax cabreado ante el Ferrari; Mia sara no deja de ser un rostro dulce y bonito, sin sustancia alguna, sin fondo; Jennifer Gray como la hermana rabiosa, enfadada por las simpatías hacia Ferris, todos a su alrededor compadecen a su ‘enfermito’ hermanito, lo que la irrita más y más. Tendrá su ‘epifanía’ particular con el rol de Charlie Sheen, este deja huella con su rapsoda yonki; Edie McClurg se hace un hueco con su divertido papel de secretaria del director.

 

En la puesta en escena destaca la brillante cinematografía de Tak Fujimoto (“El silencio de los corderos” o “El sexto sentido”), proyectando un universo cromático, con tomas gráciles panorámicas de Chicago.  

Spoiler:

 

Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): Cuando dejan el Ferrari en el parking y dos empleados ipso facto lo sacan de allí para pasearse en este clásico, luego los veremos en varias tomas disfrutando a toda velocidad por las calles; La cuba de agua típica estadounidense que tiene pintada una referencia a salvar de la enfermedad a Ferris (¿?); La cara de Cam cuando Sloane le pregunta si estaba catatónico o la vio en paños menores en la piscina; La escena en que el Ferrari sale marcha atrás despedido al vació atravesando la cristalera; La carrera contrarreloj de Ferris para que no lo pillen los padres que están a punto de llegar a casa, atravesando jardines, viviendas, calles (con cruces afortunados con el padre y la madre), tenido tiempo el pícaro para departir con dos chicas en bikini tomando el sol, hasta que cuando casi lo consigue lo pilla Rooney, pero entonces la hermana a aparece y con el cambio por el cruce con el yonki decide ayudar a Ferris, tras lo que muestra la cartera encontrada en la cocina a Rooney, le cierra la puerta Jeannie a Rooney, y este es acosado por el rottweiler; los padres encuentra a Ferris acostado y cariñosamente le sugieren se tome también libre el día siguiente; Durante los créditos, Rooney humillado, desaliñado y herido acepta de mala gana montar en el bus escolar lleno de estudiantes que se burlan de su aspecto andrajoso. Se sienta junto a una chica que le ofrece un osito de goma de su bolsillo, a lo que él lo tira con disgusto, mira el cuaderno de otro estudiante (que tiene escrito "SAVE FERRIS" en la portada), antes de mirar a la cámara mientras el bus arranca; En una escena post-créditos, Ferris mira a la cámara y le dice al público "Todavía estás aquí? Se acabó! Vete a casa! Vete!".

 

Jeffrey Jones a Empire en 1998 (después de lamentarse del hecho de que probablemente sería mejor recordado por su papel del director loco Ed Rooriey que por su emperador José II en Amadeus de 1984), " es que se nos pide, y lo hacemos, simpatizar con un niño cuya única queja en la vida es que su hermana recibió un auto para su cumpleaños y él una computadora". De hecho, es un gran logro. El día libre de Ferris Bueller es, de hecho, una celebración pura de lo que es ser un joven blanco, de clase media y adinerado en los Estados Unidos de mediados de los 80. Por lo tanto, debería ser, al menos sobre el papel, una celebración insoportablemente engreída del consumismo burdo. Considere: la idea de Ferris de pasar un buen rato es pasear en un Ferrari antiguo; una visita a la Bolsa de Chicago seguida de un almuerzo en el restaurante más elegante de la ciudad, el elegante Scran al que se refiere su método de pago.

 

Estrenada por Paramount Pictures el 11 de junio de 1986, la película se convirtió en la décima película más taquillera de 1986 en los Estados Unidos, recaudando 70 millones de dólares con un presupuesto de 5 millones de dólares.

 

En 2014, la película fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Películas de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso, por considerarse "cultural, histórica o estéticamente significativa". La película fue seguida por una serie de televisión, protagonizada por Charlie Schlatter como personaje principal.

 

Se rumoreaba que Edward McNally era la inspiración para el personaje de Ferris Bueller. McNally creció en la misma calle que Hughes, tenía un mejor amigo llamado "Buehler" y el decano de la escuela lo persiguió implacablemente por su ausentismo escolar, que equivalía a 27 días de ausencia, en comparación con los nueve de Bueller en la película.

 

La escena del desfile tomó varios días de filmación; Broderick pasó algún tiempo practicando los movimientos de baile. "Estaba muy asustado", dijo Broderick. "Afortunadamente, la secuencia fue coreografiada cuidadosamente de antemano. Trabajamos todos los movimientos ensayando en un pequeño estudio. Se rodó dos sábados en el corazón del centro de Chicago. El primer día fue durante un desfile real, y John consiguió algo muy tomas largas. Luego, las estaciones de radio publicaron anuncios invitando a la gente a participar en "una película de John Hughes". La voz se corrió rápidamente y aparecieron 10.000 personas. Para la toma final, me di la vuelta y vi un río de gente! Levanté las manos al final del número y escuché este gran rugido. Puedo entender cómo se sienten las estrellas de rock. Ese tipo de reacción te alimenta". Los movimientos de Broderick fueron coreografiados por Kenny Ortega (quien luego coreografió Dirty Dancing). Sin embargo, gran parte tuvo que ser descartada, ya que Broderick se había lastimado gravemente la rodilla durante las escenas en las que corría por los patios traseros de los vecinos. "Estaba bastante dolorido", dijo Broderick. "Me recuperé lo suficiente como para hacer lo que ves en el desfile allí, pero no pude hacer la mayoría de los giros de rodilla de Kenny Ortega y cosas así en las que habíamos trabajado. Cuando lo filmamos, teníamos toda esta coreografía y yo Recuerdo que John gritaba con un megáfono: 'Está bien, hazlo de nuevo, pero no hagas ninguna coreografía', porque quería que fuera un desastre total". " Danke Schoen " fue algo coreografiado, pero para " Twist and Shout ", dijo Broderick, "estábamos inventando todo". Hughes explicó que gran parte de la escena fue filmada espontáneamente. "Simplemente sucedió que se trataba de un desfile real, en el que pusimos nuestra carroza, sin que nadie lo supiera, todas las personas en el puesto de revisión. Nadie sabía qué era, ni siquiera el gobernador".

 

Muy entretenido film, de los que consigue tanto o más de lo que se propone en su ligereza impostada, gustándome más hoy que cuando lo vi de adolescente. Gloria Ucrania!!!

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