FUEGO EN EL CUERPO.
Obra Maestra del cine negro, cinta
que gana a cada visionado, glorioso debut en la dirección del hasta entonces exitoso
guionista Lawrence Kasdan (“El Imperio contraataca”, “El retorno del jedi” o “En
busca del Arca perdida”), un brillante homenaje al género noir inspirándose
libremente en los clásicos de los años 40, coge elementos de “El cartero
siempre llama dos veces” (1946) de Tay Garnett, de “Retorno al pasado” (1947) de
Jacques Torneaur , y sobre todo de “Perdición” (1944) de Billy Wilder, relato
escrito por el propio realizador y Raymond Chandler inspirándose en un relato
corto de James M. Cain, titulado “Three
of a kind”, estos recursos de historia de perdedores, femme fatale, personajes
amorales, codiciosos, envueltos por su desmedida ambición en crímenes, es modernizada
en manos de Kasdan, potenciando sobremanera los vínculos sexuales que
entrelazan de modo sudoroso y caliente a los protagonistas, manejando de forma
espléndida la atmósfera creada para evocar físicamente como hierven sexualmente
los cuerpos de los personajes, edificando un clima denso, caluroso, sudoroso,
remarcado con camisas empapadas en sudor, el uso constante de ventiladores, de
aire acondicionado, o los modos de combatirlo metidos en una bañera llenándola
los amantes de hielo o poniéndose sin camisa delante de la nevera abierta, film
que fue precursor de un subgénero que proliferó y se pervirtió de modo rancio
en los 80, el thriller erótico. Cinta que atrapa desde el inicio en sus
ardientes redes, con unos protagonistas maravillosamente definidos, encarnados
de modo fascinante por una sensual debutante Kathleen Turner y un desconocido
por entonces William Hurt, entre los dos una química arrolladora, con unos
secundarios formidables, con una tensión que se puede rasgar, con unos diálogos
incisivos, mordaces, con afilados dobles sentidos, un guión prodigioso del
propio Kasdan tocado por la varita de lo Divino, con un increscendo dramático absorbente,
con giros sorprendentes en su desarrollo, y coronado por un final impactante.
Estamos en un caluroso pueblo
de Florida en verano, allí el mediocre abogado Ned Racine (William Hurt), pasa
sus días entre casos ordinarios y ligues de una noche, hasta que comienza una
tórrida relación con Matty Walker (Kathleen
Turner), mujer casada con un
poderoso hombre de negocios, Edmund Walker (Richard
Crenna). En el relato tendrán mucha
importancia personajes como Peter Lowenstein (Ted Danson), ayudante del fiscal amigo de Ned, Oscar Gracia (JA Preston), obsesivo policía también amigo de Ned, Teddy Lewis (Mickey Rourke), antiguo
cliente de Ned, y Mary Ann Simpson (Kim Zimmer), íntima amiga de Matty.
El film te imanta desde su
poderoso arranque, una llama difusa de fuego sobre la que surgen los créditos de
inicio, bajo los turbadores acordes de saxo del maestro John Barry, tras lo que
vemos a un tipo a medio vestir mirando en la nocturnidad por una ventana un
fuego a lo lejos, la amante que tiene en la cama le pregunta qué a que
pertenece, y el protagonista responde algo que ya define a su personaje <Es
el Hotel Seawater. Mi familia solía comer allí hace 25 años. Lo han quemado
para vender el terreno. Probablemente uno de mis clientes>. Es un relato
apasionante que maneja de modo memorable los registros del neo-noir, creando
una ambientación malsana alrededor de los personajes, una tela de araña
invisible que los va a atrapando a todos en sus abrasadoras redes, una punzante
red tejida por la lujuria desbordante, por la ambición autodestructiva, por el
deseo sexual, que te va asfixiando más y más, un microcosmos de seres sombríos regidos
por la amoralidad, la falta de escrúpulos, la oscuridad del alma, la
sensualidad manejada para manipular, para perturbar. Todo enmarcado extraordinariamente
en un clima que le llega al espectador, que como los personajes siente la
humedad y el calor que impregna cada fotograma, las altas temperaturas te
producen sudor, un aire cargado de un fuego tal que trastorna eróticamente a
los protagonistas, con escenas de una sexualidad sublime, sin caer en lo zafio
o vulgar, y entonces Kasdan compone un juego soberbio en el que se conjugan
deseo sexual y crimen pasional, produciéndose en una fluidez narrativa admirable,
con naturalidad, apoyado en diálogos ingeniosos, divertidos, de réplicas y contrarréplicas
inteligentes. Una narración subyugadora, que te enreda en su sugestivo
entramado de engaños, sexo, pasiones desatadas, crímenes, con viciosas escenas
de sexo adelantadas a su tiempo, con desnudos, ello nada gratuito pues el
espectador con estas calentorras escenas comprende la química que entrelaza a
los personajes.
Las actuaciones resultan
esplendorosas todas. Empezando por la pareja protagonistas, de la que mana una
compenetración salvaje de atracción cuasi-animal, construida en base a miradas,
sugerencias, gestos, y unas charlas entre ellos henchidas de aguijón envenenado.
Kathleen Turner en su debut en cine realiza
una encarnación de femme fatale apabullante, cuasi-etérea flota sobre la
pantalla, de una sensualidad suprema, desprende erotismo, lascivia, calor
sexual, con voz suave, maneja su hermoso cuerpo de modo sibilino, Magnífica,
con una figura, vestimenta y peinado que evoca a otras “leonas” del negro como Barbara
Stanwyck y Lauren Bacall,
avasalladora su primera aparición (desde la mirada de Ned) vestida toda de
virginal blanco, con blusa escotada y falda con apertura hastal la rodilla, con el aire ondulando su bella melena abriendo su vestido, esto es lo que embrujó
al protagonista. Willian Hurt está excelente en su rol de nihilista mujeriego,
lacónico, ingenioso, se mueve por la acción con frescura, aportando matices,
debilidad, con un arco evolutivo estupendamente exhibido, de cómo su rostro se
va agriando, fenomenal. Ted Danson como el amigo de Ned, Peter Lowenstein, lo
borda, deja impronta de grande en sus apariciones, con una labia aguda, con
toques excelsos de bailarín amateur, gracias al guión y aprovechadas por él con
réplicas impresionantes, como cuando le achaca a Ned “Reconozco que te he
subestimado. No sé por qué tardé tanto. Utilizas tu incompetencia como
arma.>, colosal, o en la espléndida última escena con Ned en el paseo
marítimo en la noche, resonante. Richard Crenna está muy bien en su rol de
marido de figura poderosa, deja dosis de su viscerabilidad en su poco tiempo en
pantalla, alejado de la descripción primigenia de Matty “Es pequeño y débil”.
Mickey Rourke en un papel secundario deja impronta de actor de raza, despliega
una naturalidad y frescura grandiosa. JA Preston cumple en su escaso personaje,
funcionando bien con su adusta y dura gestualidad que remarca el sentido del
deber del agente policial.
La puesta en escena como ya
bien he remarcado es uno de sus pilares sólidos para transmitir el calor
ambiental que sofoca física y sexualmente a los protagonistas, con un
formidable diseño de producción de Bill Kenney (“Diamantes de la eternidad” o “Carrie”),
rodándose en el estado de Florida (USA), en el centro-este del Condado de Palm Beach, en el centro de Lake
Worth en el enclave de Oceanside Manalapan,
y en Hollywood Beach, para la escena del concierto al aire libre
en la concha en la que aparece por vez primera Matty, surcados los escenarios
de elementos que remiten al calor, esto atomizado por la prodigiosa fotografía
de Richard H.Kline (“Soylent Green” o “Star Trek”), trnsmitiendo el sudor y
el ardor anímico de los personajes, jugando con colores cálidos, con los
claroscuros, con aires nebulosos, con luz tenue, con profusión del patinado en
rojo, rojo pasión y rojo sangre, emitiendo el sopor del clima de calor espeso
que se te pega viscosamente a la piel, asombrosa. Y todo envuelto en la
pegadiza, en la sugerente, en la sensual, en la tensa, en la deliciosa música
del gran John Barry (La mítica melodía de James Bond), una melodía de jazz con piano
y sobre todo un saxo que te embriaga, te seduce, te cuasi-hipnotiza, un crucial
elemento atemporal, que acuna de modo portentoso la acción.
Como todo gran film en cada
revisión te das cuenta de detalles nuevos, como si la historia fuera algo vivo,
te das cuenta que ella, la mujer fatal lo tramó todo desde años atrás, escogió a
alguien libidinoso que además se creyera inteligente para no se sintiera
engañado, para manipularlo de modo sutil con juegos de seducción y el sexo, dejándole pequeñas migas
de pan que él, el perdedor, irá cazando como un anzuelo para comportarse como
ella quiere, nimias sugerencias, para inducirlo al asesinato, y él aún sentirse
dueño de sus actos, planeador de todo, cuando realmente es preso de la
maquiavélica Matty, ha sido ella la
artera maestra de marionetas.
Momentos recordables, algunos
ya mencionados: En la primera charla entre Matty y Ned, ella “Usted no es demasiado inteligente, verdad? Me gusta eso en un hombre", él
responde “Qué más le gusta? Perezoso? Feo? Salido? Soy todo eso”, ella “No tienes pinta
de vago”... Él “Necesito que me cuiden. Necesito alguien para masajear mis
músculos, alisar mis sábanas.”, ella le responde “Cásese”, él secamente “La
necesito solo esta noche”; El segundo encuentro entre los dos en un bar de
Pinehaven, ella “Mi temperatura está unos grados alta, alrededor de los 40.
Nada grave. Será cosa del motor”, él “Precisaras una puesta a punto”, ella “Y naturalmente
tu tienes la herramienta justa”... ella le habla del acoso de miradas y él “No deberías
vestir así”, ella “Es una blusa y una falda, nada del otro mundo”, él “Entonces
no deberías llevar ese cuerpo”; El arrollador primer encuentro sexual entre los
dos amantes, de una escenificación Homérica, con ella invitándole a él a ver
las campanillas de su casa, una vez en la vivienda ella lo hecha, él confundido
se vuelve desde el coche y la ve a ella mirándolo tensa (de deseo), él cual
animal en celo rompe con una silla un ventanal y se abalanza sobre ella en lo
que será un tórrido fornicio; las eróticas imágenes de los dos amantes dentro
de la bañero echándole cubitos; Ned dice a Matty sobre su
marido "Ese hombre va a morir por ninguna razón, pero. . . queremos que lo haga"; Teddy Lewis advirtiendo a Ned de los peligros de su plan "Cuando
tienes un crimen perfecto, hay 50 formas de meter la pata. Si consigues
rebajarlos a 25, eres un genio. Y tú no eres ningún genio”; Cuando los amigos de Ned, Peter y Oscar en la oficina de policía,
le exhortan para no pase delante de la sobrina del asesinado, y este
valientemente se enfrenta a ella; El clímax final nocturno en la casa de Matty,
ella le ha pedido a Ned que recoja las gafas de la casita de herramientas, pero
Ned está sobre aviso y no traga, más cuando ve desde una ventana unos
sospechosos cables, entonces llega ella y él le espeta lo que sabe, entonces
ella niega todo y como prueba se dirige a la casa de herramientas “maldita”, produciéndose
una bella secuencia Ned y Matty separados a unos 20 metros, todo a oscuras
excepto ella que resplandece de modo cuasi-mágico, ella desaparece, Ned duda de
lo que sabe y la llama, entonces explota la casita, impactante; Los dos
epílogos, primero un travelling cenital por el que llegamos a Ned tumbado en
una litera en una celda de una prisión, de pronto se incorpora, se le ha hecho
la luz, tras hablar con Oscar, de nuevo otra vez en su celda le llega un
anuario de un instituto, Ned hojea las fotos, ve una y al pie el nombre de
Matty Walker, pero la imagen no es la de Mary Ann Simpson, sigue pasando y
llega ala foto de Matty Walker, pero en
el pie el nombre es el de Mary Ann, y sus deseos son ser rica y vivir en un
lugar exótico, y entonces en una bella elipsis vemos a la conocida como Matty
tumbada al sol en una tropical playa, y aun tipo a su lado le comenta el calor
que hace, justo como conoció a Ned, pero al contrario, este le dijo que no
quería oír hablar del calor, cerrándose el círculo.
En conjunto me queda una
película redonda, todo en ella rezuma brillantez, el guión, personajes,
actuaciones, ambientación, construcción de escenas que promueven sensaciones,
increscendo dramático impresionante, giros que desconciertan, haciendo esto que
sea uno de mis films favoritos, de los que no me canso de ver. Fuerza y honor!!!
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