AMERICAN CRIME STORY: THE PEOPLE V. O.J. SIMPSON (SERIE TV 1TC)


Notable serie
del canal FX que radiografía con una excelente factura técnica uno de los casos
judiciales más sonados de la historia estadounidense. El caso del ex jugador de fútbol americano y actor O.J. Simpson “Juice”, el
13 de Junio de 1994 fue acusado de asesinar a su ex mujer Nicole Brown Simpson
y al camarero (supuesto amante de ella) Ronald Goldman, trabajaba en
restaurante en que Nicole había compartido cena con su madre, horas antes, Ron había llegado a casa de Nicole a dejar
unas gafasque la madre de Nicole había olvidado en el restaurante. A través del
caso se hace una deconstrucción sangrante de la sociedad norteamericana, sobre
el distorsionador papel de los medios de comunicación, sobre la fama generada
por los personajes involucrados, sobre las tensiones raciales (esto marcado ya
en el prólogo de la serie con imágenes de los disturbios que se produjeron en
Los Ángeles en 1992 con motivo de la sentencia absolutoria a los policías que
pegaron a un indefenso detenido, Rodney King) , una historia que mantuvo a
millones de americanos enganchados a sus televisores (gracias a que el juez lo permitió) durante más
de un año, en octubre de 1995, se cerró el caso. Producida por Ryan Murphy
(“Glee” o “American horror story”), y con ingenioso guión de Scott Alexander y
Larry Karaszewski, coguionistas ambos de “Ed Wood” o “Man on the moon”,
basándose en el libro de 1996 del escritor Jeffrey Toobin “La ejecución de su vida: El Pueblo v
OJ Simpson”, este también ha ejercido de consultor para la serie. La serie de
10 episodios con metraje cada desigual (va de los 40 minutos a más de la hora)
hace un fresco poliédrico del caso, abordando desde una postura objetiva los
acontecimientos, no presuponiendo nada, no hay flash-backs que aclaren nada,
nunca conoceremos a las víctimas, con lo que no empatizaremos con ellos, pero
tampoco seremos manipulados, nos atenemos a una visión neutral, con la
dificultad que todos (supongo) conocemos el final, pero sabiendo subsanarla con
un desarrollo fluido, ágil, inteligente, en que el espectador en todo momento
es tratado como mayor de edad, capaz de sacar sus propias conclusiones, y con
un elenco actoral que hace radiante y merecida ver la serie. Tres directores para los 10 capítulos, con una labor sólida, 4
episodios Ryan Murphy, 5 de Anthony Hemingway (“True blood” o “Treme”), y 1 de
John Singleton (“Los chicos del barrio2 o “2 Fast 2 Furious”). La productora en el tráiler:
“Usted lo ha visto todo, pero no se sabe ni la mitad”.
La serie
se convierte en un collage muy sugestivo donde se dan cita los diferentes
personajes, el acusado, el equipo (llamado “Dream team”) de abogados
defensores), la fiscalía, la policía, los periodistas, testigos, los amigos, en
un mosaico atractivo, en el que se tocan temas como asesinatos, sentimientos de
culpa, violencia de género, tensiones raciales, conspiraciones, la corrupción
policial, el machismo imperante, escándalos de famosos, lo maleable de la
justicia, el aprovechamiento de desgracias en mísero beneficio propio, esto
tratado de modo punzante, en un lienzo desolador de la sociedad década de los
90, embrión del sensacionalismo televisivo. Pero sobre se entrelazan de forma
retorcida el racismo con la celebridad, donde lugar a que el juicio se convirtiera
en un circo de varias pistas, donde lo importante no es la verdad si no lo
capacidad de manipulación que tengas, cumpliendo la máxima de tendrás tanta
justicia te puedas pagar, y Simpson se pagó mucha. Todo filtrado con sentido
pulcro, no hace juicios (valga la redundancia) de valor, no hace hagiografía de
ninguno de los protagonistas, todos son delineados con defectos, con matices,
con aristas, es decir, muy humanos, enmarcados en situaciones que fluyen con
vigor. Tiene la cualidad de a pesar de ser un caso hiperconocido lo encaran
desde desiguales, se afronta un capítulo para la famosa huida a ninguna parte
en el bronco de OJ, dedican otro episodio al jurado y su complicada convivencia
entre ellos y como son manejados cual peones en juego de ajedrez por los
abogados, otro a como los medios de comunicación rezuman machismo, demostrado
en el episodio “Marcia, Marcia, Marcia”, otro dedicado a la importancia de ser
negro en una sociedad blanca, otro dedicado al icónico guante, otro dedicado al
policía racista, y todo con gran sentido orgánico, muy cuidado, con esmerado
mimo, desde los asesinatos, la acusación, la formación del equipo de abogados,
las luchas de egos entre estos divos defensores, la resonancia mediática, la
elección del jurado, el uso perverso del racismo, el juicio, las pruebas, los
testigos, ello en un fascinante increscendo dramático, con picos formidables
(la huida por autopista televisada, que incluso interrumpió la final NBA por
tv, los guantes negros, el testimonio de
Mark Fuhrman, el veredicto final...), con un
desarrollo dotado de intensidad, que salpica sagazmente dosis de humor que
otorga naturalidad al relato.
Una serie con una fenomenal
puesta en escena, con un notable diseño de producción Jeffrey Mossa
(“Terminator: Genesis” o “Parks and Recreation”), y Richard Sherman (“La saga
Crepúsculo: Amanecer” o “Kinsey”), rodándose íntegramente en diferentes lugares
de Los Ángeles, transmitiendo realismo, mas a un veraz diseño de vestiuario de
Hal Bahmet (“Casa de arena y niebla” o “Anarchy: La noche de las bestias”), esto
enaltecido por la estupenda fotografía de Nelson Cragg (“Homeland” o “American
horror story”), en tonos cuasi-sepia, haciendo una brillante labor para
trasladarnos a este tiempo, añadiendo dinamismo, con espléndidos primeros
planos que exprimen lo mejor de cada actuación, con planos generales que captan
el bullicio y la expectación del gentío, bien sea en la sala del juicio o en la
calle, todo esto sumado da una gran postal.

El
elenco actoral despliega una tremenda veracidad y naturalidad. Cuba Gooding Jr. sabe imprimir
ambigüedad moral a su rol de OJ, narcisista, arrogante, frágil, alternando con complejidad en un arco de
desarrollo creíble, sabiendo emitir esos momentos bajos con los de furor. Sarah Paulson está magnífica como la fiscal, transmite frescura,
debilidad, angustia y ello con gran personalidad, teniendo que moverse entre su
vida privada, envuelta en un divorcio con la custodia de los hijos de por
medio, y la presión de los medios por un popular juicio. Courtney B. Vance como el carismático Johnnie Cochran, lo encarna con vigor, con energía, con auto convicción,
con electricidad, tipo que se convirtió en un personaje público tremendo, que
el actor mimetiza en su grandilocuencia histriónica, que no sobreactuación, pues
el tipo real era así, simpático, divertido, demagógico, manipulador, egocéntrico,
y sobre todo muy inteligente, y todo eso lo irradia el intérprete de modo
sólido. David Schwimmer como Robert
Kardashian, el actor fuera de sus personajes humorísticos demuestra que
posee más registros, aporta la amistad que poco a poco se va resquebrajando en
pos de la duda, su evolución resulta fenomenal, se puede decir que es nuestra
brújula moral en los hechos, no se mueve por intereses espúreos o egoístas,
excelente en su actuación, y todas estas gamas de emociones las emite
mayormente con su lenguaje gestual y de mirada. Sterling K.
Brown como el ayudante de la fiscal Christopher Darden, su rol se debe mover entre la integridad moral de arremeter
contra el sospechoso, por mucho que sea negro como él, y combatir el hecho de
que en realidad él está en el juicio por mantener una cuota de negros, tiene
momentos de gran fuerza dramática, como ese gran último duelo que mantiene con
Johnny Cochran, o la gran química que sostiene con Marcia. John Travolta como el abogado Robert Shapiro expone gran carisma un tipo
asentimental, con esas cejas esculpidas, con pose altiva, combatiendo la
vertiente de problema racista en que deriva la defensa a la que él pertenece,
cumple con creces. Nathan Lane como F. Lee Bailey baña de cinismo y maquiavelismo
su rol. Bruce Greenwood como el fiscal jefe Gil Garcetti, cumple con esmero,
brillante en esa mirada que echa a un periodista cuando tras el veredicto le
pregunta si van a buscar al verdadero culpable, Impresionante, si las miradas
matasen... Evan Handler encarna al
afamado jurista Alan Dershowitz, papel corto pero con peso en sus pocas
intervenciones.



Momentos recordables: El
Segundo episodio en que OJ huye por la autopista en un bronco blanco, seguido
por la policía y los medios de comunicación montando un circo alrededor de la
transmisión en directo de los hechos; El fiscal adjunto Christopher Darden (es de color) discute con sus vecinos (también
lo son) sobre que OJ no es un ejemplo para el activismo de los negros, que
desde que ha sido rico hace vida de blanco, pero uno de los vecinos le responde
que la policía le persigue, por tanto ahora es negro; En el tercer capítulo se abre con Robert Kardashian y sus cuatro hijos (Kim, Khloe, Kourtney
y Rob) que entran a comer un popular restaurante de Los Ángeles, es reconocido
por el maître por el juicio televisado, y le cuelan, entonces Robert les da una
charla a su vástagos sobre el peligro de la fama, "Somos Kardashian. Y en esta
familia, ser una buena persona y ser un amigo leal es más importante que ser
famoso. La fama es efímera. Es hueca. Y nada significa sin un
corazón virtuoso", resulta paradójico con la perspectiva de estos más de
20 años pasados, pues las Kardashian son un Icono mundial de la celebridades
fatuas; En este tercer capítulo se forma lo que se dio en llamar el “Dream Team” de abogados, Robert Shapiro (John Travolta), F. Lee Bailey
(Nathan Lane), Robert Kardashian (David Schwimmer), y Johnnie Cochran (Courtney
B. Vance); Al inicio del quinto
capítulo, hay un flash-back, estamos en 1982, Johnny Cochrane circula con su
buen auto con sus hijas por las calles de un barrio de lujo de Los Ángeles,
cuando sin motivo alguno es detenido por la policía, llegando a ser esposado,
ejemplo del racismo imperante en la ciudad californiana; El final de este
quinto, vemos a Mark Fuhrman limpiar la viutrina en la que tiene una colección
de medallas nazis; En el séptimo
episodio el popular e intenso momento en que tras un juego retorcido de los
abogados defensores, OJ se prueba los guantes ante el jurado; El noveno
capítulo, primero cuando escuchamos parte de las cintas grabadas por Mark
Fuhrman, espantosas, y luego con la declaración de este acogiéndose a su
derecho a no declarar; Último episodio, las exposiciones finales de la fiscalía
y de los abogados defensores, la fiscalía se apoya en todo un caudal de
pruebas, aduciendo que un policía sea racista nada que ver con las mismas,
Cochran tiene un argumento lapidario “Si el guante no le estaba bien, lo deben
absolver”; Cuando Robert Kardashian, amigo inquebrantable de OJ, tras el
veredicto absolutorio corre al baño a vomitar, sale y en medio del bullicioso
pasillo de los juzgados cruza la mirada con la fiscal Marcia, en silencio
denotamos le dice que lo siente, duda de OJ, esto entronca cuando en la fiesta
de libertad de OJ, Robert se va de la misma dejándole una Biblia, en señal de
que la lea para espiar sus pecados; El encuentro final entre Johnny Cochran y
Darden, el primero le dice que le espera de vuelta a la comunidad (negra),
Darden le espeta que nunca se ha ido, Cochran le responde que es una
victoria de los negros, "Esto no es un hito de los derechos civiles... La
policía en este país nos seguirá arrestando, golpeando, y matándonos. No ha cambiado nada para la gente
negra. A menos que, por supuesto, que seas rico, famoso y vivas en
Brentwood", demoledor; El final con OJ saliendo durante la fiesta de
bienvenida al patio de su mansión, se queda observando una estatua con su
figura vestida de jugador de rugby, se mira en el espejo de su fama vacía.
Notable serie, muy recomendable
a los que gusten de la introspección de un famoso caso, desarrollado con un
pulso narrativo y poder poliédrico del asunto formidable. Fuerza y honor!!!
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