EL HÉROE DE BERLÍN.
(RACE 2016)
Muy entretenido biopic, un drama deportivo de Stephen
Hopkins sobre la mítica figura del atleta Jesse Owens, un icono sociocultural para
los afroamericanos, centrándose el guión de Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, se
centra entre 1934 (con 19 años), cuando entró en la Universidad y conoció a su
entrenador y finaliza con la vuelta de las Olimpiadas de 1936 de Berlín (con 22
años), entremezclando sus vivencias de corredor con el racismo imperante en la
sociedad norteamericana, además abre el foco a la trastienda que hubo tras
estos polémicos juegos, el debate en el comité olímpico estadounidense sobre si
había que boicotear a la nación xenófoba nazi, en otro plano estaba como los
germanos anhelaban estos juegos fueran una campaña publicitaria sobre su
grandeza para organizar el evento, símbolo su Estadio olímpico para 100000
espectadores, y para mostrar que sus deportistas (por Alemania) eran los
mejores, y los más preparados, para dar altavoz a esta propaganda estaba la
cineasta Lenni Riefenstahl, que hizo del documental sobre unas Olimpiadas el
más famoso de la Historia, pero a esta “Oda” a la raza aria le salió un grano
en forma de Jesse Owens. El nombre de la película es un juego de palabras de
doble sentido, por un lado “race" quiere decir raza en Inglés, y por otro
lado se puede traducir como carrera, el protagonista Jesse con la importancia
de su raza negra y con lo que lo hizo eterno, las carreras. Es una cinta amena,
que no aburre a pesar de su metraje de más de dos horas, con una excelente
recreación de la época, con momentos sugerentes, con picos de emotividad y
emoción, como la gran escena de la entrada de Owens al estadio olímpico, pero
en su debe peca de corrección política, resulta un tanto desequilibrada en
exhibir la intimidad de Jesse, le falta fuerza dramática, se siente un producto
ameno, hecho para no molestar, pero sin valentía para ir más allá de lo
académico y de lo ya conocido, si, se atreve a enseñar el racismo que sufre
Owens y sus infidelidades, pero esto se siente blanqueado, como hay que
mostrarlo, pero tampoco nos pasemos”, derivando esto en superficialidad. En
1984 se estrenó en la televisión estadounidense una serie sobre el atleta The Jesse Owens Story”.
El relato toca temas con
carácter como el afán de superación personal, la lucha contra el racismo (en los
dos planos, el de USA y el Nazi), sobre la doble moral, sobre los prejuicios
sociales, sobre el juego contradictorio de la política, sobre el patriotismo,
sobre la corrupción del poder, exaltando el nacimiento de una Leyenda
deportiva, de un Héroe para su raza negra en tiempos difíciles. Vemos la etapa
deportiva, sus métodos de entrenamiento, su relación con su entrenador, sus
victorias, esto junto a su vida familiar, su complicada relación con el padre,
así como la relación con la madre de su hijo, de cómo el éxito lo cambia, sus
infidelidades, su arrepentimiento. Asimismo
vemos la contradicción de cómo este héroe sufre en Alemania el racismo,
demolió razonamientos rancios de la superioridad blanca, pero paradójicamente lo sangrante es que
también lo padece en su país (USA), incluso tras ser recibido como en loor de
multitudes el racismo impera, tanto que el presidente Roosevelt nunca lo
recibió en la Casa Blanca.
Lo que más emoción provoca es
la tierna relación entre su entrenador blanco, Larry Snyder (Jason Sudeikis),
este se convierte en un figura paterna para el atleta, ve en él la prolongación
de lo que no pudo llegar a ser él, y entre los dos se apoyan y aconsejan en los
momentos bajos. También es destacable, aunque más corta, la singular relación
entre un negro, Jesse, y un atleta ario alemán, Carl "Luz" Long (David Kross), el vínculo de amistad que se forja entre ellos, con esa gran
conversación final en la habitación del germano donde los dos hablan de todo lo
toxico de sus países, tan diferentes y tan parecidos, una charla cargada de
vibración, donde las barreras y las fronteras se difuminan, muy bueno.

Hay una jugosa subtrama referente a la organización de
los Juegos Olímpicos y los juegos políticos interesados que se cocían en el
background, aquí se interrelacionan, primero las dudas de USA sobre si hacer
boicot a Alemania, para ello vemos el enfrentamiento (tenue) dos fuertes
componentes del comité USA, el Juez Jeremías Mahoney (William Hurt)
intransigente con que no se podía por ética moral ir a un lugar con los nazis
en el poder, por otro lado estaba el más pragmático (y ambiguo) industrial
Avery Brundage (Jeremy Irons), deseoso de en tiempo difíciles de la Gran
Depresión, en crear héroes que levantaran la autoestima de la nación (Avery fue
un atleta de pentatlón que participó en los Juegos Olímpicos de Estocolmo del
1912, asimismo hasta ahora único presidente del COI estadounidense entre
1952-1972), de aquí parte la singular relación entre Avery y el ministro de
propaganda nazi Goebbels (Bernaby Metschurat), donde al final no sabemos
realmente de que pata cojea el industrial, atrapado entre su codicia y lo que
es justo. En medio está un carismático y pragmático personaje, el espíritu
indomable Leni Riefenstahl (Carice Van
Houten), la que se realizadora del gran documental de los Juegos, preocupada
por la belleza pura de los mismos, más que de trasladar el mensaje nazi, aunque
para ello deba alterar la realidad de lo que vemos, aunque no su sentido
estético sensorial, me refiero a la última escena que vemos rodar, con Owens
con el estadio vacío, saltando longitud, pero con la directora enfocando en un
bello y homérico contrapicado (por cierto esta imagen no aparece en el
verdadero documental), Leni tiene unos neurálgicos ententes con Goebbels, espléndido
el momento sin palabras cuando ella llega al estadio cuando van acorrer los 200
metros lisos, y las cámaras están encapuchadas por orden del ministro de
propaganda, Leni decide por su cuenta dar orden de destaparlas y rodar, ello
ante la inquisidora mirada de Goebbels.

Es una cinta que a pesar de ser
amena, adolece de solidez que la pueda elevar, hay subtramas resueltas de modo muy simplista, me refiero por ejemplo
la infidelidad de Jesse con una “groupie” (Chantal Riley), y vuelta con su ex, Ruth Salomón (Shanice Banton), o cuando quieren incorporar algo de tensión al film con las dudas de Jesse
sobre ir o no a los Juegos, se nota algo impostado, o lo livianamente que se
pasa por lo que era un tremendo acto de xenofobia de los estadounidenses,
apartando a dos judíos, Marty Glickman (Jeremy Ferdman) y Sam Stoller (Giacomo
Gianniotti), de la final de los relevos de los 4x100.. También se notan forzadas las secuencias por las calles de Berlín,
primero con Brundage viendo por las calles de la capital germana
arrestos sumarios de modo que se notan artificiosos, los nazis serian malos,
pero no tontos, y no iban a permitir dar esta imagen, asimismo el paseo que da
el entrenador de Owens, Snyder, por Berlín para recoger unas zapatillas para su
pupilo, encontrándose una redada contra judíos, cuando durante los Juegos esto
fue algo que se detuvo en la ciudad, lo dicho, metido con calzador para que el “villano
nazi” quede remasticado que es el malo malísimo sobre, tampoco es real que
Hitler se negara a darle la mano a Jesse Owens, el canciller nazi comenzó el
primer día felicitando a los dos primeros atletas medallistas germanos, pero el
comité olímpico le dijo que debía saludar a todos o a ninguno, y el jerarca
optó por a ninguno.
Stephen James como Jesse
Owens compone una actuación sentida, le imprime carácter, picardía, arrogancia,
temple, y un buen arco de desarrollo, buenos sus ententes con Sudaikis y David
Kross (“Luz”), lástima que el guión no le dé más cancha para introspeccionar al
hombre. Jason Sudeikis encarna al entrenador de Jsee,
lo hace con simpatía, con don de gentes, emitiendo cariño por su discípulo,
buena su interpretación. Jeremy Irons construye un Brundage con carisma a un sibilino, artero, manipulador, cínico, ambiguo, muy buena su actuación. Caricce
van Houten como Leni Riefenstahl me ha sido espléndido, radiante en su carácter
indómito, derrocha vitalidad afán contestario, actriz a seguir (la Melisandre
de “Juego de Tronos”). David Kross como el saltador alemán “luz” en su poco
tiempo aprovecha para impregnar de melancolía a su personaje, hastiado de lo
que ve se le viene encima. Bernaby Metschurat como Goebbels recrea sin apenas
palabras a un excelente malísimo. También aparece el gran William Hurt en un
rol escaso para su valía, como el juez Jeremías Mahoney, favorable a boicotear
USA los Juegos. Por cierto, para Hitler no se esforzaron mucho, pues el actor
que lo encarna, Adrian Zwiker, se parece
cero.
La puesta en escena resulta
notable, con un estimable diseño de producción de David Brisbin (“La saga crepúsculo:
Luna Nueva”), recreando en Canadá todo lo referente a Jesse antes de ir a
Alemania, todo muy creíble, asimismo rodaron en el Olimpia Stadium de Berlín,
apoteósico con los efectos visuales cuando lo vemos a reventar, esto realzado
por la buena labor en la fotografía de Peter Levy (“Perdidos en el espacio”),
rebosante de colorido, con espectaculares tomas abiertas del gentío en los
estadios. La música de Racxhel Portman (“Chocolat”) acompaña sin dejar huella.

Momentos recordables: Cuando en un entrenamiento en la
Universidad los jugadores de rugby al equipo de atletas con negro les han
estado insultando racistamente, entonces en los vestuarios estos mismos rugbistas
les apremian a dejen rápido el lugar, el entrenador Snyder da una lección a sus
atletas de que deben abstraerse de los insultos para poder competir, para no
les afecte; Cuando en 1935, Jesse, en Ann Arbor,
Mich, rompió tres récords mundiales (salto de longitud, 220 yardas sprint, 220
yardas obstáculos) e igualó un cuarto (110 yardas), y eso en solo 45 minutos y
lesionado; La Colosal entrada en plano-secuencia de Owens al
estadio olímpico de Berlín, de cómo él se convierte en nuestros ojos, y como él
nos apabullamos ante la atronadora masa de público y la grandeza épica del recinto,
esto mientras también se prepara para correr, brillante; La charla conmovedora
de Owens con el saltador “Luz” en la habitación del segundo; Cuando tras acabar
los Juegos, Leni Riefenstahl pide a Owens
salte longitud para ella, con el estadio vacío, para luego poder montarlo en “Olympia” como
si fuera el glorioso salto real, un turbador juego de metacine; El descorazonador
final en que Owens es convocado el hotel de lujo neoyorkino Waldorf Astoria
para una fiesta en su honor, y tristemente sufre la humillación racista de no
dejarle entrar por la puerta principal, las normas de segregación racial
impiden los negros pasen por ahí, y debe entrar con su esposa por la puerta de
atrás, por dignidad debió irse y no entrar, hacerlo supuso aceptación de estas
vomitivas normas.
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Jesse Owens |
James
Cleveland “Jesse” Owens nació Oakville (Alabama), murió de cáncer de pulmón (se
convirtió en un fumador empedernido) a los 66 años en Tucson (Arizona), el 31
de marzo de 1980 rodeado de su esposa y familia. Sus restos se encuentran en el
cementerio de Oak Woods en la ciudad de Chicago.
Queda un
apreciable homenaje a una figura mítica del deporte, símbolo de la raza negra,
y llega a aparecer que esto es a su pesar, pues en el film no parece nada de
reivindicación de su raza, como por ejemplo si lo hizo Alí. Al final queda un
buen pasatiempo, que en su afán de abarcar demasiado abraza poco, sin llegar a
ahondar en nada. Fuerza y honor!!!
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