ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO
Obra Maestra del
checo Milos Forman, una de las cintas que han hecho grande a la década de los
70, obra con multitud de sublecturas, el film crea paralelismos evidentes entre
el manicomio y una dictadura, hay quien ha creído ver a los estados Unidos transfigurados
en esta institución, y otros han visto el país de procedencia del realizador.
El magnífico guión de Lawrence Hauben (“A quemarropa”) y Bo Goldman (“City
hall”) basándose en novela la novela
homónima de 1962 mismo nombre del escritor de Oregón Ken Kesey (1935-2001),
que no quedó satisfecho con su adaptación al cine, no así la crítica, la avalan
sus Top Five en los Oscar (Mejor película, actor principal, actriz principal, director y guión, además de la fotografía y la edición), desde 1934 con “Sucedió una noche” no ocurría, y no se repitió hasta 1991 con “El silencio de
la corderos”. Ganó el Oscar a la Película sobre
cuatro potentísimos candidatos: “Nashville” de Robert Altman, “Tiburón” de Steven Spielberg, “Barry Lyndon” de Stanley Kubrick y “Tarde de perros” de Sidney Lumet; En
directores Forman competía con varios mitos de la realización: Federico Fellini
por “Amarcord”, Altman, Kubrick y Lumet. El título proviene de una canción
que uno de los enfermeros cantaba en la novela, argot,
"cuco" en inglés significa loco, cuco es el único pájaro no tiene
nido, pone huevos en nidos de otras aves para estas los incuben, con lo que el
protagonista es un cuco sin nido que entra en el hogar (manicomio) de otros
pájaros (los locos) y les cambia la vida para siempre. Portentosa la actuación
de Jack Nicholson que baña de humanidad todo el metraje.
En 1963 Oregon, Randle Patrick "Mac" McMurphy (Jack
Nicholson), un preso reincidente es
transferido a una institución para su evaluación. A pesar de que no muestra
signos evidentes de enfermedad
mental , se espera evitar el trabajo duro y servir el resto de su condena en un entorno hospitalario más relajado.
El ala de enfermos mentales está dirigida por la rígida enfermera Mildred Ratched (Louise
Fletcher. McMurphy se establece como
líder de sus compañeros de los pacientes. Otros pacientes de la sala incluyen Billy Bibbit (Brad Dourif), un hombre nervioso, propenso a la ansiedad con notable tartamudeo, Charlie Cheswick
(Sydney
Lassick), hombre propenso a ataques
infantiles, Martini (Danny DeVito), con delirios, Dale Harding (William Redfield), un nervioso paranoide; Max Taber (Christopher
Lloyd), un violento latente, Jim
Sefelt (William Duell), un epiléptico , y "Jefe" Bromden (Will Sampson), un sordomudo de imponente estatura.
Milos Forman elabora un film
sólido, con un desarrollo fluido, en una miscelánea fascinante de humor y drama,
desplegando una sensible tridimensionalidad en los personajes, inundando de
emotividad la historia, estructurando un campo de acción en que chocan dos
modos de ver la vida, la individualidad inconformista frente a la dogmática
autoridad que nos desea resignados, ello evolocionando hacia un final de los
más conmovedores que ha parido el Séptimo Arte, Antológico. La cinta se
convierte en un absorbente alegato antifascista, un complejo enfrentamiento
entre lo racional y lo racional, entre el orden autoritario y el caos, en una
elogio a la locura, una loa pro rebeldía, un fascinante canto a la libertad,
una mordaz crítica al despotismo, una celebración de la imaginación como arma
de liberación, un incisivo ataque contra el poder ejercido de modo autoritario
sin pensar en las personas, una loa de la amistad (hermosa la que sucede entre
el “Jefe” indio y McMurhy), una punzante fábula anti-sistema, una ácida crítica
al conformismo (representado en los pacientes), contra la represión sexual. Todo
lo malo encarnado en la gélida enfermera Ratched, y lo bueno en el “enfermo” y
espíritu libre McMurphy, un contestarios vitalista que transmite esta energía
alegre a su compañeros de ala, estableciéndose entre los dos un duelo sibilino
por el poder de este micromundo, la enfermera anhela mantener el status quo en
que los “locos” son un manso rebaño de ovejas sin aparentes emociones,
acentuado esto por la medicación que anestesia sus espíritus, una Guerra
desigual, ella mostrada no como una caricatura de villanía, si no que la vemos
en su frialdad convencida de que sus formas de disciplina son las buenas, en
que él parece ir ganando batallitas, ganándose a los “enfermos” con su aire
fresco que barre lo mortecino, mostrándoles un mundo nuevo de sensaciones (partidas
de cartas, salidas de fiesta en barco, alcohol, y hasta el sexo), de cómo divertirse y sacarle partido a la
vida, ello desembocando en el clímax final en una lucha definitiva, donde queda
patente la fuerza de uno y otra. En medio están los “enfermos mentales”,
mostrados con aristas, con virtudes, con alma, lejos de clichés acartonados, con
frustraciones, personajes con los de que algún modo podemos identificarnos, poseen
un arco de desarrollo fascinante, de ovejitas dóciles van tornando a personas
que en realidad solo quieren ser comprendidos y no avasallados, desean se les
escuche, desean jugar, ver deporte (aunque no lo entiendan), tener sexo, desean
romper con la monotonía que los consume.
Una narración con profundos
toques humanistas, que tiene el subtexto de que los pueblos deben luchar contra
el estado cuando este los veja, los trata sin alma, los despoja de derechos, no
se sabe muy bien si el hospital mental representa a USA en esos años convulsos
de manifestaciones contra la Guerra del Vietnam, o se refiere el realizador a
la Checoslovaquia natal, nación reprimida por la dictadura comunista, de hecho
el se exilio del país tras la Primavera de Praga (1968), cuando los soviéticos
invadieron la capital checa cuando estos buscaban apertura libertaria, o quizás
Milos pueda pensar en el nazismo, ejemplo máximo de la tiranía y la
intolerancia, y es que él lo sufrió en sus carnes, sus padres murieron en
campos de concentración germanos, su padre en Buchenwald y su madree en
Auschwitz. Aunque también directamente es una acerada denuncia contra los tratamientos
a los enfermos mentales, contra los
electroshock, contra las lobotomías, contra unos métodos que disolvían la
individualidad, la trituraban. Este hospital y su ala para enfermos mentales,
con su rígida jerarquía de poder manejado de modo abusivo también es
exponencial a otros lugares como cárceles (en esto me recuerda bastante a la
estupenda “La leyenda del indomable” con Paul Newman), empresas, cuarteles
militares, internados, etc.
El elenco actoral resplandece
por la autenticidad que transpiran, no solo los dos antagonistas, si no el
resto secundarios, los “lunáticos”, todos matizados, o el guardia nocturno,
todos aportando. Jack Nicholson como McMurphy marcó un antes y después con su
actuación, emite con su rostro y mirada todo una sublime gama de emociones, una
carisma arrollador, una empatía con el espectador apabullante, un poderío y un vigor excelso, un alma indomable, una
sonrisa de pícaro memorable, Epicúreos sus duelos con la enfermera Ratched,
curiosamente el no fue el primer barajado para el papel, lo intentaron con Gene Hackman y a Marlon Brando, al rechazarlo estos lo hizo Jack
Nicholson, con status de estrella ya con films como “Easy Ryder” (1969) o
“Chinatown” (1974). Louise Fletcher en una interpretación como la enfermera Ratched fabulosa, una especie de alcaide que
maneja con rigidez marcial su ala de enfermos mentales, de gesto impasible, sin
experimentar (aparentemente) emoción alguna, con una flema impresionante, imperturbable,
de oratoria educada pero sin aportar corazón, de gesto contenido, extraordinario
el modo de impregnar de despotismo la pantalla, genial que le pongan a una
enfermera más pequeña y joven que siempre
la acompaña sin decir palabra, a modo de guardaespaldas, la actriz desconocida
entonces (después tampoco ha hecho algo relevante) llegó al rol tras rechazarlo
Angela Landsbury y Joan Crawford, Louise Fletcher, agradeció
su Oscar en lenguaje de signos, en honor a sus familiares sordos, dejando el auditorio
en silencio durante. Will Sampson como “El jefe” indio, actor novel escogido
por su físico similar al descrito en el libro , excelente en su encarnación del
tipo “sordomudo” que entabla una entrañable relación con el protagonista,
teniendo su premio cuando es el “héroe” en el Colosal clímax final. Danny
DeVito da vida al trastornado Martini, lo hace con gran realismo, sonriendo
constantemente. Sydney Lassick como el enfermo Cheswick derrocha rabia y fuerte
personalidad en sus arranques de furia. Brad Dourif como el enfermo Billy
Bibbit, en su debut en cine demuestra lo gran actor que es, desarrolla toda una
galería de sentimientos, un reprimido sexual tremendo en su duelo final con la
enfermera Ratched. Scatman Crothers como el vigilante nocturno Turkle deja
constancia de su vis cómica. También aparece un actor que después se haría
famoso en la saga “Regreso al futuro”, me refiero a Christopher Lloyd.
La puesta en escen aes
sobresaliente, una gloriosa recreación del hospital y su ala de “locos”, con un
gran diseño de producción de Paul Sylbert (“Kramer contra Kramer”), rodando íntegramente
en el estado de Oregón, en el hospital de Salem
(escenario del libro) y alrededores, en Depoy Bay el
tramo de la salida en barco, esto bajo la fotografía de Haskell Wexler (“El
caso de Thomas Crown”), bañando de blanco los frogramas, sabiendo moverse entre
los tomas amplias para dar cabida a la coralidad del reparto siempre activo,
unos sentidos primeros planos que sonsacan lo mjeor de la expresividad de los
actores. El score corre a cargo de Jack Nitzche (“Oficial y
caballero”), muy bien amoldada a la acción, enervadora en el clímax con “El
Jefe” indio, emitiendo Épica Homérica.
Spoiler:
Momentos recordables: Al poco
de llegar McMurphy al psiquiátrico, este les espeta a los pacientes con
respecto a la sumisión ante la enfermera Ratched “Parecen ustedes mujercitas en torno a las faldas de la abuelita”: Lo bien
que maneja los tiempos el realizador al acentuar la tensión reinante entre
McMurphy e la enfermera jefe, manteniendo los planos fijos en sus rostros en
silencio haciendo elevar la tensión latente entre los dos; En los servicios,
los internos reunidos, McMurphy les dice que va a salir fuera a ver un partido
de baseball a un bar, los demás le dicen que no puede, él dice que cogerá la
pesada columna de grifos y la tirará por la ventana y por allí saldrá, entonces
haciendo tremendo esfuerzo intenta arrancar la columna, los demás le observan
en silencio, es en vano, Mc lo deja y les espeta a los demás que por lo menos
lo ha intentado, esto enlazará con el final; El canto a la imaginación como vía
para ser libre, cuando McMurphy pide ver las series mundiales de Baseball por
TV a la enfermera Ratched, hacen una votación entre los pacientes de la sala,
McMurphy consigue la mayoría de votos, pero la enfermera no hace caso, ella
había clausurado la reunión antes del último voto ganador. McMurphy no se viene
abajo, se acerca al televisor y empieza a narrar un partido que sólo se juega
en su imaginación, los locos le rodean mientras comenta jugadas del partido
delante de televisor apagado, todos celebran cada Home Run como si lo
estuviesen viviendo en el campo, Ratched los mira con desprecio (en un primer
plano) se da cuenta que podrá quitarles la televisión, nunca podrá anular su
imaginación; La placentera escapada de todo el ala de “locos” en bus y después
en barco, auspiciada por McMurphy; McMurphy está junto al gigante “Jefe” indio,
supuestamente sordomudo, le ofrece un chicle, el indio lo coge y ese instante
se produce un momento mágico, dice “Gracias”, McMurphy lo mira incrédulo,
dudoso, confuso, y vuelve a ofrecerle otra goma de mascar, y entonces el “Jefe”
responde “'' Uhm... Con sabor a frutas!", McMurphy vuelve a observarlo y
rompe a reír a carcajada suelta, el “Jefe llevaba años engañando a todo el
mundo; Cuando McMurphy vuelve al ala tras sufrir una sesión de electroshock, avanza
por la sala cual zombi, los compañeros de ala lo miran impactados, entonces Mc
guiña un ojo al “Jefe” y todos sabremos que es una broma, un toque de humor
negro,. Que desgraciadamente tienen su enlace con el final; La fiesta-bacanal
de Navidad en el ala de “locos” del hospital, por supuesto sufragada por Mc,
alcohol, prostitutas, música, borracheras, sexo, un desparrame con el zenit de
la cámara paseándose por el lugar por la mañana, viéndose como de devastada ha
quedado la “Zona Zero”; El desgarrador enfrentamiento entre Ratched y un Billy
Bibbitt que han pillado fornicando con una mujer, la enfermera lo apoca, lo
avergüenza, lo veja , lo humilla, terminando el enfermo por cortarse las venas,
entonces McMurphy explota e intenta estrangular a la enfermera jefe, impidiéndolo
los guardias; Tras el intento de asesinato a la Ratched, hay una elipsis, es de
noche, los pacientes duermen y vemos que traen dos guardias a Mc, lo tumban en
la cama, cayendo Mc como fardo sin vida, el “Jefe” lo ve y se levanta le habla
sobre escaparse, pero Mc permanece en plan vegetal, el “Jefe” le mira la sien y
ve que le han hecho una lobotomía, dos grandes cicatrices lo confirman, entonces
lo abraza sollozando, el “Jefe” le dice que no puede escapar sin él, que no
podría dejar en ese estado, le dice “Tú vendrás conmigo”, lo deja caer en el
colchón y comienza la escalofriante música, el “Jefe” le pone la almohada sobre
la cara, y la aprieta, lo asfixia durante unos segundos interminables, hasta
que deja de respirar, le retira la almohada y el rostro de Mc está sin vida. El
JEFE entonces va a los servicios (la música se eleva) y arranca con gran
esfuerzo la pesadísima columna de los grifos de cuajo, saltando el agua por la
habitación en señal cuasi-orgásmica, homenaje a cuando Mc intentó en vano
arrancarla, el JEFE la lleva por el dormitorio, la alza y la tira contra la
enrejada ventana, destrozándola (la música hace redoble elevándose aún más), el
enfermo encarnado por Christopher Lloyd se despierta y ve saltar por la ventana
rota al JEFE, y comienza a sonreír alocadamente, los demás internos se
despiertan y miran la ventana destrozada, y lo último que veremos es al JEFE
marchar corriendo al amanecer hacia el horizonte, llevando consigo el ESPÍRITU
INDOMABLE de McMurphy, APOTEÓSICO CANTO A LA LIBERTAD EN TODAS SUS VERTIENTES.
El rodaje se llevó a cabo en
hospital psiquiátrico, institución Estatal de Oregón, el escenario del libro de
Kesey, el reparto estuvo diez días encerrado allí, conviviendo con enfermos
reales y asistiendo a terapias de grupo para entender mejor la vida de esas
personas. Los actores dormían en celdas individuales, ensayaban constantemente
diálogos del guión, Forman los filmaba sin parar, ello propició sobrecogedor
aire de realismo respira la cinta.
Existen algunas diferencias
entre la versión cinematográfica y la novela, la más importante es el narrador,
la novela es narrada por el indio Brondems, captando todo lo que ocurre a su
alrededor sin emitir sonido mientras en la película es el atrevido McMurphy.
OBRA MAESTRA de visión
obligatoria para todo cinéfilo que se precie, atronadora oda a la Libertad.
Fuerza y honor!!!
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