True Detective: Noche polar
Decepcionante
cuarta entrega de la serie de antología en formato policiaco (aquí nordic noir)
creada por Nic Pizzolato para la HBO, que había escrito las tres pretéritas
temporadas, pero aquí solo es productor ejecutivo, primera esta en que tampoco
es showrunner. Cada temporada de la serie está estructurada como una narrativa
independiente, empleando nuevos conjuntos de actores y siguiendo varios
conjuntos de personajes y escenarios. Esta protagonizada por Jodie Foster, Kali
Reis, John Hawkes y Fiona Shaw. Tiene lugar en Alaska y sigue la investigación
sobre la repentina desaparición de un equipo de ocho hombres de una estación de
investigación. La mexicana Issa López se desempeñó como showrunner, además de
escribir y dirigir toda la temporada, y produjo la serie junta a Barry Jenkins.
Temporada en su premisa
atractiva, teniendo como epicentro un lugar místico en la Tierra, como es una
región en Alaska (a 150 millas del Círculo Polar Ártico) en la que por unos
meses es noche continua, y allí se producen unas misteriosas muertes de unos
científicos que aparecen desnudos en la nieve, y a una pareja de policías debe
investigar el suceso, habiendo una muerte anterior que parece estar relacionada
con los hechos. Pero esto que en su inicio es atractivo, degenera en un mal refrito
del film ‘carpentiano’ “La Cosa” (1982), más la clara referencia de la exitosa
primera temporada protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson
(ambos actores han permanecido en todas las 4 temporadas como productores),
todo ello mezclado con la tóxica y ponzoñosa ideología dogmática Woke que
últimamente lo contamina todo. Metiendo en una coctelera abollada temas como el
feminismo, el ateísmo (“Los muertos están muertos. No hay cielo. No hay
infierno”, dice Danvers, le falta apostillar mirando a cámara; “Y lo demás es
anatema!”), la sororidad, un parricidio, lo étnico tribal (menudo tratamiento ridículo
el de los inuits que se da aquí, puaj!), el paganismo (se hace oda al ateísmo
de las protas y por el contrario se loa de la espiritualidad étnica inuit), el
machismo (aquí se da su contraparte cuando vemos una violación de una mujer a
un hombre, pero no se hace desde una óptica mala, es una hembra y miles de años
de maltrato a su género le permiten vejar al hombre, puaj!), el lesbianismo, el
ecologismo, la minería, el heteropatriarcado, todo para parir un producto
defectuoso, que se estira sin sentido en sub tramas sin interés, sumado a
situaciones grimantes por el comportamiento inverosímil de los personajes (les
adosan supuestos traumas que nada aportan), estos figuras sin fuste alguno,
meros clichés con patas, actuados de forma mecánica, donde ni siquiera la gran
Foster da una actuación con alma, no digamos ya la coprotagonista Reis, parece
estreñida durante todo el metraje, habiendo un desarrollo farragoso, para llegar
en su sexto y último episodio a una resolución tontuna, dónde la Montaña ha
dado a luz un gusano moribundo, y por supuesto enfocado a la susodicha
mentalidad imperante woke (Puaj!!!), provocando en su devenir que la serie se
alargue más que la visita de los suegros.
Hay un tsunami woke que
ha invadido el mundo, y no ha escapado el mundo de la tv, esto persé no es que
sea malo, si se aborda con ingenio, con sutilidad, con matices, aportando
dilemas morales, pues todo esto aquí da luz a Alaska por lo que brilla su
ausencia. Al querer ser la contraparte de la primera temporada acontecía en el
Sur de USA, esta en el Círculo Polar USA, la una sucedía mayormente durante
soleados días, pues esta en noche perpetua, la una protagonizada por dos polis
hombres, pues aquí dos mujeres empoderadas (ninguna tiene pareja) dan la
contrapartida, había algunas buenas frases para esculpir en mármol en la sureña
(recuperan la frase de la primera: “El mundo es un círculo plano”), pues aquí
otro tanto. Pero con el resultado que aquí todo resulta rancio, aquí el carisma
de los polis del FBI es reflejado en dos personajes que son entre soso (la
Foster) e irritante (la Reis), sin química alguna entre ambas, unos parches mal
puestos (seguro la Foster se sintió ‘herida’ en su orgullo [la radiante Clarice
Sterling emparejada con el Hannibal de Anthony Hopkins!], le colocan de pareja
a una boxeadora con cara eterna de estar en el clásico pesaje, bochornoso! Es
que no han podido buscar a mejores actrices?). Nos cuelan en pos de exponer un
mundo ‘moderno’ relaciones lesbianas entre menores, suicidios, violación de una
mujer a un hombre, y ello haciéndonoslo ver como algo normal. Y por supuesto
todo personaje masculino resulta patético, menuda misoginia nauseabunda, pues
todos los machos son pusilánimes débiles (como el ayudante poli de la Foster,
el joven Peter [Finn Bennett]) o son malos malísimos (el padre violento y
corrupto de Peter, encarnado por un desaprovechado John Hawkes), las zonas
grises son inexistentes.
Lo que en la primera era
una simbiosis turbadora entre el escenario caluroso y desolado sureño, con
personajes marcados por el territorio, aquí esperaba algo con este sello en un
marco tan imbuido como es un lugar de noche eterna totalmente helado (se supone
es Alaska, pero en realidad filmada en Islandia), aquí esta mística se nota
forzada, poco estimulante, si lo piensas, la historia podría haber sucedido en
cualquier otro lugar sin que hubiera diferencia, como una isla, un lugar
montañoso o el desierto, es todo imposición, donde incluso nos cuelan
(influenciados/copiando a la primera) elementos sobrenaturales metidos con
calzador (menuda morcilla lo del símbolo en espiral, menuda tomadura de pelo, o
los fantasmas, puaj!) que me chirrían más que el Titanic partiéndose en dos. Pero
si hasta dan relevancia visual a la Navidad, cuando esta nada de importancia
dramática tiene en el relato! Todo puro artificio en pos de su mensaje donde el
mundo bueno es el regido única y exclusivamente por las MUJERES.
En la remota ciudad
ficticia de Ennis (Alaska), al segundo día del mes de oscuridad que arranca a
mediados de diciembre, desaparecen inexplicablemente los ocho biólogos que
habitaban en el Centro de Investigación Tsalal (nombre homenaje a una isla lóbrega
de la Antártida creada en la mente de Edgar Alan Poe). En dicha estación se
encuentra la lengua de una mujer. La jefe de policía local Liz Daners (Foster) deduce
que la lengua perteneció a una mujer nativa. La policía Evangeline Navarro
(Reis) piensa que la víctima podría ser Annie Kowtok, mujer Iñupiaq asesinada y
mutilada por protestar en contra de una mina local y cuyo caso permanece sin
resolver desde hace 6 años. Se descubren los cadáveres desnudos de los
investigadores, congelados en una sola pieza (remitiendo a imágenes del film
referido “La cosa”, con su ropa cuidadosamente doblada sobre la nieve.
La intriga generada en
su inicio se va desenvolviendo en subtramas nada interesantes, alejando al
espectador de la historia. Haciendo que el misterio de su premisa se vaya
enfriando (y nunca mejor dicho), en medio de situaciones poco atractivas, muy
sobadas (las relaciones materno-filiales con adolescente, lo malas que son las
compañías mineras, o que un personaje tenga problemas con su esposa por ser muy
trabajador, puaj!). Tanto se divaga que cuando en el tramo final se centran en
el caso principal cuesta seguirlo, pues cuesta acordarte de por dónde van, lo
que se puede llamar un desaguisado. Tanto que cuando llega a su (agujereada)
resolución me importa un bledo lo que les pase a las protagonistas, pero es que
para colmo este final es un Everest de insultos a la inteligencia (spoiler).
Tampoco es que la puesta
en escena se salve, pues que sea en un territorio nevado no se refleja
anímicamente en la serie, pues incluso da la sensación de haberse rodado todo
en estudios cerrados, da impresión de frugalidad de medios. Mención aparte los
chuscos efectos visuales reflejados por ejemplo, en el oso polar tuerto (otro
elemento trampa, que parece será algo y es nada). Cuando los personajes van por
cuevas de hielo se nota es cartón piedra, en exteriores casi puedes ver la
pared del fondo oscurecida (del supuesto horizonte), recordándome para mal, a
las obras de teatro filmadas.
Tenemos la ideología
justiciera-revanchista que remanece del film, donde si crees que es mala una
persona (mala persona aquí es sinónimo de hombre) está bien torturarlo, vejarlo
o por supuesto matarlo, menudo cliché que siempre se ha asociado a mentalidades
testosterónicas-fascistas, pero como aquí son mujeres las protagonistas se nos
filtra que está bien (¿?).
Spoiler:
La historia
desentrañada: Los científicos de Tsalal buscan organismo revolucionario en el
hielo. Descubren que pueden agilizar su trabajo con la contaminación que la
mina del pueblo vierte en el terreno, por tanto, hacen trato para aumentar esa
contaminación y, cubrirlo del ojo público. Menuda idea sacada de lo peor del
manual woke más hediondo, la ciencia es muy mala, y las minas son horribles,
que ingenioso el guion (ataque de cinismo); La novia de uno de los científicos
descubre la trama, y los científicos la asesinan. Matan, y nunca mejor dicho
moscas a cañonazos, no intentan hacerle comprender a la chica, no negocian con
ella, simplemente unos científicos pasan de investigadores con enorme sentido
del deber a asesinos sádicos (por supuesto, para no salirnos del guion, son
todos machos), menuda patraña; El típico policía corrupto se encarga del cuerpo
(macho por supuesto, la mujer aquí es un ser puro e inmaculado); Las mujeres de
la limpieza descubren el asesinato, montan especie de mafia femenina nativa vengadora
y se cargan a científicos obligándolos a caminar desnudos en la noche polar.
Tirando en cierta medida del recurso de Agatha Christie en “Asesinato en el
Orient Exprés”, pero de modo ridículo en como todas estas mujeres se mueven de
forma monolítica. Tropa de limpiadoras que deben ser expertas en no dejar
rastro de su paso por la estación (ataque de cinismo).
‘El crimen original
consiste en que los científicos asesinan a una indígena-mujer activista
(violencia de género y represión política). Con lo cual, las mujeres indígenas,
todas trabajadoras bluecollar (poco de marxismo, no todo va a ser programa
woke), se organizan en un ejército de liberación nacional estándar y juntas le
dan una buena lección de sororidad a los
hetero-licenciados-caucásicos-genocidas echándoles desnudos a la heladora noche
ártica. En el checklist tampoco falta un caso de violencia machista de libro y
un aliño LGTBI. Y no olvidemos a la señora mayor chamánica hispter neorrural
que dejó los laureles de su cátedra en la gran babilonia de EEUU y vino a
Alaska a dar consejos por doquier.’ Amén.
Vemos a un hijo asesinar
al padre en una escena estúpida en su planificación, pues que pretendía el poli
corrupto matar a la jefa de polica junto al yonki en presencia de su hijo y que
este callara? El comportamiento del hijo resulta robótico, sin emoción alguna
tras lo que ha hecho, pero al menos le sirve para redimirse ante su esposa,
idiotesco.
Preguntas sin respuesta?
Quien puso en la
estación Tsalal la lengua? Respuesta: La puso un mago. (Los Simpson dixit)
Por qué los científicos aparecen
muertos todos en una amalgama picassiana sin ojos? Lo hizo un mago.
Quien colocó el celular
de la víctima en la caravana? Lo hizo un mago.
De verdad que nos
tenemos que tragar la escena del asesinato de Annie con esa recreación
flash-back propia de una escena descartada por mala de “The Walking Dead”, con
los científicos transmutados en zombis? Aquí ni un mago me la hace digerible.
A que viene el baile fantasmal
del padre de Rust Cohle (el de la primera temporada encarnado por McConaughey)?
Penosa temporada. Solo
hay que leer los comentarios despectivos de su creador Nic Pizzolato (tilda el
guion como uno de los más chapuceros que ha visto en su vida, entre otras
lindezas que suscribo) para darse cuenta de la bazofia que esta nefasta
temporada, que hace muy buena a la infravalorada segunda. Gloria Ucrania!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario