sábado, 13 de abril de 2024

 


True Detective: Noche polar

 

Decepcionante cuarta entrega de la serie de antología en formato policiaco (aquí nordic noir) creada por Nic Pizzolato para la HBO, que había escrito las tres pretéritas temporadas, pero aquí solo es productor ejecutivo, primera esta en que tampoco es showrunner. Cada temporada de la serie está estructurada como una narrativa independiente, empleando nuevos conjuntos de actores y siguiendo varios conjuntos de personajes y escenarios. Esta protagonizada por Jodie Foster, Kali Reis, John Hawkes y Fiona Shaw. Tiene lugar en Alaska y sigue la investigación sobre la repentina desaparición de un equipo de ocho hombres de una estación de investigación. La mexicana Issa López se desempeñó como showrunner, además de escribir y dirigir toda la temporada, y produjo la serie junta a Barry Jenkins.

 

Temporada en su premisa atractiva, teniendo como epicentro un lugar místico en la Tierra, como es una región en Alaska (a 150 millas del Círculo Polar Ártico) en la que por unos meses es noche continua, y allí se producen unas misteriosas muertes de unos científicos que aparecen desnudos en la nieve, y a una pareja de policías debe investigar el suceso, habiendo una muerte anterior que parece estar relacionada con los hechos. Pero esto que en su inicio es atractivo, degenera en un mal refrito del film ‘carpentiano’ “La Cosa” (1982), más la clara referencia de la exitosa primera temporada protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson (ambos actores han permanecido en todas las 4 temporadas como productores), todo ello mezclado con la tóxica y ponzoñosa ideología dogmática Woke que últimamente lo contamina todo. Metiendo en una coctelera abollada temas como el feminismo, el ateísmo (“Los muertos están muertos. No hay cielo. No hay infierno”, dice Danvers, le falta apostillar mirando a cámara; “Y lo demás es anatema!”), la sororidad, un parricidio, lo étnico tribal (menudo tratamiento ridículo el de los inuits que se da aquí, puaj!), el paganismo (se hace oda al ateísmo de las protas y por el contrario se loa de la espiritualidad étnica inuit), el machismo (aquí se da su contraparte cuando vemos una violación de una mujer a un hombre, pero no se hace desde una óptica mala, es una hembra y miles de años de maltrato a su género le permiten vejar al hombre, puaj!), el lesbianismo, el ecologismo, la minería, el heteropatriarcado, todo para parir un producto defectuoso, que se estira sin sentido en sub tramas sin interés, sumado a situaciones grimantes por el comportamiento inverosímil de los personajes (les adosan supuestos traumas que nada aportan), estos figuras sin fuste alguno, meros clichés con patas, actuados de forma mecánica, donde ni siquiera la gran Foster da una actuación con alma, no digamos ya la coprotagonista Reis, parece estreñida durante todo el metraje, habiendo un desarrollo farragoso, para llegar en su sexto y último episodio a una resolución tontuna, dónde la Montaña ha dado a luz un gusano moribundo, y por supuesto enfocado a la susodicha mentalidad imperante woke (Puaj!!!), provocando en su devenir que la serie se alargue más que la visita de los suegros.

 

Hay un tsunami woke que ha invadido el mundo, y no ha escapado el mundo de la tv, esto persé no es que sea malo, si se aborda con ingenio, con sutilidad, con matices, aportando dilemas morales, pues todo esto aquí da luz a Alaska por lo que brilla su ausencia. Al querer ser la contraparte de la primera temporada acontecía en el Sur de USA, esta en el Círculo Polar USA, la una sucedía mayormente durante soleados días, pues esta en noche perpetua, la una protagonizada por dos polis hombres, pues aquí dos mujeres empoderadas (ninguna tiene pareja) dan la contrapartida, había algunas buenas frases para esculpir en mármol en la sureña (recuperan la frase de la primera: “El mundo es un círculo plano”), pues aquí otro tanto. Pero con el resultado que aquí todo resulta rancio, aquí el carisma de los polis del FBI es reflejado en dos personajes que son entre soso (la Foster) e irritante (la Reis), sin química alguna entre ambas, unos parches mal puestos (seguro la Foster se sintió ‘herida’ en su orgullo [la radiante Clarice Sterling emparejada con el Hannibal de Anthony Hopkins!], le colocan de pareja a una boxeadora con cara eterna de estar en el clásico pesaje, bochornoso! Es que no han podido buscar a mejores actrices?). Nos cuelan en pos de exponer un mundo ‘moderno’ relaciones lesbianas entre menores, suicidios, violación de una mujer a un hombre, y ello haciéndonoslo ver como algo normal. Y por supuesto todo personaje masculino resulta patético, menuda misoginia nauseabunda, pues todos los machos son pusilánimes débiles (como el ayudante poli de la Foster, el joven Peter [Finn Bennett]) o son malos malísimos (el padre violento y corrupto de Peter, encarnado por un desaprovechado John Hawkes), las zonas grises son inexistentes.

 

Lo que en la primera era una simbiosis turbadora entre el escenario caluroso y desolado sureño, con personajes marcados por el territorio, aquí esperaba algo con este sello en un marco tan imbuido como es un lugar de noche eterna totalmente helado (se supone es Alaska, pero en realidad filmada en Islandia), aquí esta mística se nota forzada, poco estimulante, si lo piensas, la historia podría haber sucedido en cualquier otro lugar sin que hubiera diferencia, como una isla, un lugar montañoso o el desierto, es todo imposición, donde incluso nos cuelan (influenciados/copiando a la primera) elementos sobrenaturales metidos con calzador (menuda morcilla lo del símbolo en espiral, menuda tomadura de pelo, o los fantasmas, puaj!) que me chirrían más que el Titanic partiéndose en dos. Pero si hasta dan relevancia visual a la Navidad, cuando esta nada de importancia dramática tiene en el relato! Todo puro artificio en pos de su mensaje donde el mundo bueno es el regido única y exclusivamente por las MUJERES.

 

En la remota ciudad ficticia de Ennis (Alaska), al segundo día del mes de oscuridad que arranca a mediados de diciembre, desaparecen inexplicablemente los ocho biólogos que habitaban en el Centro de Investigación Tsalal (nombre homenaje a una isla lóbrega de la Antártida creada en la mente de Edgar Alan Poe). En dicha estación se encuentra la lengua de una mujer. La jefe de policía local Liz Daners (Foster) deduce que la lengua perteneció a una mujer nativa. La policía Evangeline Navarro (Reis) piensa que la víctima podría ser Annie Kowtok, mujer Iñupiaq asesinada y mutilada por protestar en contra de una mina local y cuyo caso permanece sin resolver desde hace 6 años. Se descubren los cadáveres desnudos de los investigadores, congelados en una sola pieza (remitiendo a imágenes del film referido “La cosa”, con su ropa cuidadosamente doblada sobre la nieve.

 

La intriga generada en su inicio se va desenvolviendo en subtramas nada interesantes, alejando al espectador de la historia. Haciendo que el misterio de su premisa se vaya enfriando (y nunca mejor dicho), en medio de situaciones poco atractivas, muy sobadas (las relaciones materno-filiales con adolescente, lo malas que son las compañías mineras, o que un personaje tenga problemas con su esposa por ser muy trabajador, puaj!). Tanto se divaga que cuando en el tramo final se centran en el caso principal cuesta seguirlo, pues cuesta acordarte de por dónde van, lo que se puede llamar un desaguisado. Tanto que cuando llega a su (agujereada) resolución me importa un bledo lo que les pase a las protagonistas, pero es que para colmo este final es un Everest de insultos a la inteligencia (spoiler).

 

Tampoco es que la puesta en escena se salve, pues que sea en un territorio nevado no se refleja anímicamente en la serie, pues incluso da la sensación de haberse rodado todo en estudios cerrados, da impresión de frugalidad de medios. Mención aparte los chuscos efectos visuales reflejados por ejemplo, en el oso polar tuerto (otro elemento trampa, que parece será algo y es nada). Cuando los personajes van por cuevas de hielo se nota es cartón piedra, en exteriores casi puedes ver la pared del fondo oscurecida (del supuesto horizonte), recordándome para mal, a las obras de teatro filmadas.

 

Tenemos la ideología justiciera-revanchista que remanece del film, donde si crees que es mala una persona (mala persona aquí es sinónimo de hombre) está bien torturarlo, vejarlo o por supuesto matarlo, menudo cliché que siempre se ha asociado a mentalidades testosterónicas-fascistas, pero como aquí son mujeres las protagonistas se nos filtra que está bien (¿?).

 

Spoiler:

 

La historia desentrañada: Los científicos de Tsalal buscan organismo revolucionario en el hielo. Descubren que pueden agilizar su trabajo con la contaminación que la mina del pueblo vierte en el terreno, por tanto, hacen trato para aumentar esa contaminación y, cubrirlo del ojo público. Menuda idea sacada de lo peor del manual woke más hediondo, la ciencia es muy mala, y las minas son horribles, que ingenioso el guion (ataque de cinismo); La novia de uno de los científicos descubre la trama, y los científicos la asesinan. Matan, y nunca mejor dicho moscas a cañonazos, no intentan hacerle comprender a la chica, no negocian con ella, simplemente unos científicos pasan de investigadores con enorme sentido del deber a asesinos sádicos (por supuesto, para no salirnos del guion, son todos machos), menuda patraña; El típico policía corrupto se encarga del cuerpo (macho por supuesto, la mujer aquí es un ser puro e inmaculado); Las mujeres de la limpieza descubren el asesinato, montan especie de mafia femenina nativa vengadora y se cargan a científicos obligándolos a caminar desnudos en la noche polar. Tirando en cierta medida del recurso de Agatha Christie en “Asesinato en el Orient Exprés”, pero de modo ridículo en como todas estas mujeres se mueven de forma monolítica. Tropa de limpiadoras que deben ser expertas en no dejar rastro de su paso por la estación (ataque de cinismo).

 

‘El crimen original consiste en que los científicos asesinan a una indígena-mujer activista (violencia de género y represión política). Con lo cual, las mujeres indígenas, todas trabajadoras bluecollar (poco de marxismo, no todo va a ser programa woke), se organizan en un ejército de liberación nacional estándar y juntas le dan una buena lección de sororidad a los hetero-licenciados-caucásicos-genocidas echándoles desnudos a la heladora noche ártica. En el checklist tampoco falta un caso de violencia machista de libro y un aliño LGTBI. Y no olvidemos a la señora mayor chamánica hispter neorrural que dejó los laureles de su cátedra en la gran babilonia de EEUU y vino a Alaska a dar consejos por doquier.’ Amén.

 

Vemos a un hijo asesinar al padre en una escena estúpida en su planificación, pues que pretendía el poli corrupto matar a la jefa de polica junto al yonki en presencia de su hijo y que este callara? El comportamiento del hijo resulta robótico, sin emoción alguna tras lo que ha hecho, pero al menos le sirve para redimirse ante su esposa, idiotesco.

 

Preguntas sin respuesta?

 

Quien puso en la estación Tsalal la lengua? Respuesta: La puso un mago. (Los Simpson dixit)

Por qué los científicos aparecen muertos todos en una amalgama picassiana sin ojos? Lo hizo un mago.

Quien colocó el celular de la víctima en la caravana? Lo hizo un mago.

De verdad que nos tenemos que tragar la escena del asesinato de Annie con esa recreación flash-back propia de una escena descartada por mala de “The Walking Dead”, con los científicos transmutados en zombis? Aquí ni un mago me la hace digerible.

A que viene el baile fantasmal del padre de Rust Cohle (el de la primera temporada encarnado por McConaughey)?


Penosa temporada. Solo hay que leer los comentarios despectivos de su creador Nic Pizzolato (tilda el guion como uno de los más chapuceros que ha visto en su vida, entre otras lindezas que suscribo) para darse cuenta de la bazofia que esta nefasta temporada, que hace muy buena a la infravalorada segunda. Gloria Ucrania!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario