Los Chicos del Coro.
Sobrevalorado film francés,
con más fama que poder de calado emocional, seguramente por aquello de que un
elemento accesorio (la música del coro, creada por el maestro Bruno Coulais e
interpretada por interpretada por el coro infantil de Saint-Marc: fundado en
1986 y disuelto en 2019) ha popularizado un film que por otro lado no pasa de
enmarcado en el sub género de instituciones con alumnos problemáticos al que
llega un nuevo profesor, de ir tirando uno por uno de todos los clichés, sin
sorprender nunca, sin haber giro alguno que te remueva, con personajes
estereotipados hasta lo rancio, los buenos y los malos, y con un desarrollo
ultra previsible, lo que da una sensación constante de déjà vu, y eso que era
la vez primera que la veía, la he visto por el 20 aniversario de su estreno (17/03/2004).
Primera dirección en largometraje de Christophe Barratier, que guioniza en
colaboración con Philippe Lopes-Curval, inspirándose en la experiencia personal
del realizador, que tras el divorcio de sus progenitores vivió en un internado
en su infancia, antes de convertirse en director de cine, tuvo una formación
musical clásica como guitarrista, estudió en la École Normale de Musique de
París y obtuvo premios en varios concursos internacionales. Aunque la cinta es
una adaptación de la película de Jean Dréville “La Cage aux rossignols” (1945) con
Noël-Noël, en la que participaron los Pequeños Cantores de la Cruz de Madera, basada
a su vez en una idea de Georges Chaperot y René Wheeler. La historia de “La
Cage aux rossignols” se inspira directamente en la de un centro educativo
existente, Ker Goat, situado en Pleurtuit, entre Dinan y St Malo, cuyos equipos
creados por los pedagogos Jacques Dietz y Roger Riffier, trabajaron en el
desarrollo de los niños en dificultades a través de la práctica del canto coral
de forma innovadora como método de enseñanza.
Glenn Ford en
"Semilla de maldad" (1955), Sidney Poitier en "Rebelión en las
aulas" (1967), Meryl Streep en "Música del corazón" (1999),
Morgan Freeman en "Escuela de rebeldes" (1989), Michelle Pfeiffer en
"Mentes peligrosas", Keanu Reeves en "Hardball" (2001),
Kevin Costner en "McFarland, U.S.A." (2015), Jon Voight en
"Conrack" (1974), Samuel L. Jackson en "Coach Carter"
(2005), Antonio Banderas en "Déjate llevar" (2006), Hilary Swank en
"Diarios de la calle" (2007), Aidan Quinn "Los niños de San
Judas" (2003), todo un reguero de films cortados por el mismo patrón y
molde, nada se sale de lo esperado, aquí aderezado por una estructura en
flash-back a lo “Cinema Paradiso” (1988), hasta hace un personaje similar
Jacques Perrin en ambos films, mezclado con el fondo musical extraído de “Sonrisas
y Lágrimas” (1965). Esta vez el profesor se llama Clement Mathieu, en películas
anteriores eran el señor Chips, la señorita Jean Brodie, el señor Holland, el
señor Crocker-Harris (en " La versión Browning "), John Keating (en
"El Club de los Poetas Muertos "), Joe Clark (en " Lean on
Me"), Katherine Anne Watson (en " Mona Lisa Smile"),
Jaime A. Escalante (en "Stand and Deliver") o Roberta Guaspari (en
"Music of the Heart"), y más, en este sub género de loa a la docencia
como vocación natural, y donde los discípulos quedan marcados de por vida. Pues
en este “Los Chicos del Coro” se atiene a unas coordenadas básicas que explota
sin pizca de originalidad, cayendo en la complacencia, derrochando buenismo, sin
arriesgar. Film este de los que busca agradar, quiere dejar buen regusto con su
ración de azúcar, pero desde un sinfín de lugares comunes. Lo del nuevo maestro
que llega al lugar para hacerse cargo de un grupo problemático de individuos, y
que termina convirtiéndolos en mejores personas a base de mano izquierda y a
través de una actividad diferente a la habitual (en este caso la música).
Aquí, como en casi todos
los mencionados films, se atacan los métodos rígidos de disciplinar a los
alumnos punitivamente, en pos de ensalzar el entendimiento, ser flexible,
comprensivo, saber buscar algo que una a los jóvenes para con ello motivarlos e
ilusionarlos, para dotarlos de autoestima
La película se
desarrolla en 1949. Clément Mathieu, un profesor de música desempleado, acepta
un puesto de supervisor en un internado para niños llamado “Fond de l'étang”;
El sistema represivo aplicado por el director Rachin molesta a Mathieu.
Introduciendo a estos niños difíciles en la música y el canto coral, Mathieu
conseguirá transformar su vida cotidiana.
En 2003, mientras se
preparaba para dar uno de sus conciertos en Estados Unidos, el director Pierre
Morhange se enteró de que su madre había muerto. Regresa a su casa en Francia
después de su concierto (donde se le ve dirigiendo el vals Künstlerleben de Johann
Strauss II) para su funeral. Uno de sus amigos, Pépinot, llega a su puerta con
un diario que perteneció a Clément Mathieu, uno de sus supervisores. Lo leen
juntos. Unos cincuenta años antes, en 1949, Clément Mathieu, músico fracasado y
profesor de música en paro, llegó al "Fond de l'Étang", un internado
para niños, para trabajar como supervisor. Cerca de la puerta, ve a un niño muy
joven llamado Pépinot, esperando el sábado, día en el que, según él, su padre
vendrá a recogerlo. Más tarde nos enteramos de que los padres de Pépinot
murieron durante la ocupación , pero Pépinot se niega a admitirlo. Clément
descubre que los chicos del internado son severamente castigados por Rachin, el
director: castigos corporales, servicios comunitarios, aislamiento en un
calabozo durante varias semanas y castigos arbitrarios para fomentar la
denuncia de los estudiantes equivocados. Luego intenta utilizar el humor y la
amabilidad para hacer valer su autoridad, lo que, para su sorpresa, funciona.
La cinta sigue el
sendero ya ajado por multitud de obras similares anteriores, mezclando drama y
humor queriendo en ello manipularnos emocionalmente a empellones. Aquí el nuevo
profesor se encuentra una institución represiva para los alumnos, en realidad
traviesillos sin más (él único malo de verdad llega in media res, Pascal
Mondain [Pascal en su mejor momento da una versión soez de À la claire Fontaine],
un joven delincuente de un reformatorio, y desaparece cuando da problemas de
robos), cual presidio se castiga a los alumnos con celda de aislamiento por
‘fechorías’. Clément comienza a hacerse con la confianza de los chicos por
delatar a uno de ellos; Luego recoge una ‘afrenta’ como que los chicos escriben
una canción grosera sobre él y le da la vuelta a la situación, para si es que
gustan de cantar, pues que canten, y crea un coro escolar, lo que termina (oh,
sorpresa!) haciendo que los niños tengan ilusión por algo, y no se sientan
desorientados y sin referentes morales; tenemos a un alumno problemático (en
realidad solo travieso) y rebelde que se niega a hacer el casting, y (oh,
sorpresa!) termina teniendo la mejor voz de todos; Hay un romance platónico
metido con calzador entre el profesor inspirador y Violette Morhange
(cumplidora Marie Bunel), la madre del alumno rebelde, que termina demostrando
que el docente es un perdedor; Hay el clásico movimiento desde el poder
saboteando la nueva ilusión del coro, convirtiéndose este en algo clandestino,
cual ‘La Resistencia’ en tiempos de ocupación nazi, lo que es un acto de
rebeldía contra la opresión del poder dictatorial; para al final el profesor
terminar como lo hacen casi todos los que desafían al poder establecido. Y con
ello el ya manido acto de reconocimiento de los alumnos, pero en este caso no
me emociono, pues hay un error manifiesto (*spoiler); para coronarlo todo con
un epílogo sensiblero en el presente.
Las actuaciones resultan
solventes, sin más. Gérard Jugnot como el profesor Clément cumple sin alardes,
nunca llega a tener el carisma necesario para llegar a calarnos; François
Berléand está correcto como Rachin, el tiránico director de la institución, en
un rol sin matices; Jean-Paul Bonnaire como el padre Mexence cumple en un papel
de apoyo bondadoso a Clément; de los alumnos todos resultan difusos en
conjunto, solo Jean-Baptiste Maunier como Pierre Morhange tiene algo de peso en
un papel demasiado edulcorado, y Mexence Perrin como el huérfano Pépinot es el
otro con un rol almibarado sin más; Ah, entre los chicos, se me olvidaba, pues
se salía del molde, está Grégory Gatignol como el bad-ass Mondain, este si
tiene una notable presencia con su maldad que transmite su rostro.
Spoiler:
Cuando Rachin se marcha
para aceptar un premio en nombre del internado después de decir que fue él
quien inició el coro, Clément y el padre Maxence se toman el día libre y llevan
a los niños a dar un paseo por un bosque cercano. Mientras la escuela está desatendida,
Mondain regresa y prende fuego al internado. Clément es despedido por violar
las reglas, aunque salvó la vida de los estudiantes. Cuando Clément se va, los
chicos del internado, a quienes tienen prohibido despedirse de él, se encierran
en su clase, cantan –para gran disgusto de Rachin– y le lanzan mensajes de
despedida en aviones de papel. Esto lo ve Clément desde el exterior, mientras
se marcha con su maleta. *Esto carece de poder emocional, pues no vemos los
rostros de los chicos, anulando el poder conmovedor de los chicos emitiendo
quedarse huérfanos de referentes allí); De vuelta al presente, Pierre Morhange,
ya adulto, termina de leer el diario y cuenta lo que sucedió después: después
de que Clément Mathieu fuera expulsado, su madre lo sacó del internado y ganó
su beca para ir al conservatorio de Lyon. Ante la negativa de Violette a llevar
a su hijo de nuevo al internado, el ingeniero los abandonó. El padre Maxence y
demás profesores denunciaron métodos abusivos de Rachin, tras investigación en
que se interrogó a los niños, fue despedido. Según Pépinot, Clément Mathieu
continuó dando lecciones de música hasta el final de su vida sin volver a
intentar dar a conocer sus composiciones. La escena final, en el pasado,
muestra a Clément esperando su autobús. Al entrar, mira hacia atrás y ve a
Pépinot corriendo detrás de él, insistiendo en que la lleve consigo. Clément se
niega al principio, al no estar autorizado, y abandona Pépinot. Sin embargo, el
autobús se detiene unos instantes después y Clément acepta: los dos se van
juntos. La película termina con la última frase de Pierre en off: “Pépinot
tenía razón al creerlo, el día del despido de Mathieu era sábado. »
La película fue gran
éxito y consiguió ocho millones y medio de entradas. Nominado ocho veces al
César del cine en 2005, ganó el César a la mejor música y al mejor sonido.
También estuvo nominada dos veces a los Oscar: Mejor Canción Original y Mejor
Película en Lengua Extranjera (perdió ante la española “Mar adentro”).
La mayoría de los niños
no son actores profesionales y fueron seleccionados en escuelas y colegios de
la región de Clermont-Ferrand en Auvernia, excepto dos, de París.
Maxence Perrin (Pépinot)
es el hijo de Jacques Perrin, que abre y cierra la película. Jean-Baptiste
Maunier (Morhange) es miembro de la maestría de los Petits Chanteurs de
Saint-Marc.
Se rodó en Auvernia, en
el parque natural regional de Livradois-Forez, en parte en los municipios de
Courpière y Ravel (Puy-de-Dôme); esto permitió al castillo de Ravel adquirir
mayor notoriedad y triplicar su número anual de visitantes. La escena de la condesa
se rodó en el castillo de la Garde de Albaret-Sainte-Marie (Lozère).
El éxito de la película
se debe en gran medida a la música escrita por Bruno Coulais y, en particular,
a la canción Vois sur ton chemin; Las voces utilizadas para las canciones de la
película son en parte las de los Petits Chanteurs de Saint-Marc, de Lyon,
dirigidas por Nicolas Porte. Posteriormente, el coro actuó en numerosos
escenarios de toda Francia. Disfrutaron del éxito en todo el mundo y realizaron
giras por Europa, Asia y América (Canadá).
La banda sonora recoge
20 temas, entre los que destacan "Les Choristes", "Sous la
pluie", "Nous sommes de Found de l'Etang" y sobre todo "Vois
sur ton chemin", tema este último nominado al Oscar.
Igual es que me ha
pillado en un mal momento, pero no es una peli para conmover, y ni de lejos lo
ha conseguido, pues me ha resultado muy trillado lo que sucede. Gloria
Ucrania!!!
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