jueves, 18 de mayo de 2023

 


TEMPESTAD SOBRE WASHINGTON.


Intenso drama político estadounidense que critica con punzón acerado los tejemanejes de alcantarillas que llevan a cabo esos que son elegidos como honorables representantes de la sociedad, rebelándose como carroñeros que no dudan en pisotear al rival en pos de sus espurios intereses, en este caso con epicentro en el Capitolio USA. En su debe que ha quedado algo envejecido por el paso de los 61 años desde su estreno, las artimañas hediondas de unos y otros han quedado muy superadas por la realidad del presente en el que vivimos. Entre lo bueno destacar la Homérica actuación del para muchos mejor actor de todos los tiempos, el inglés Charles Laughton en su última interpretación, trabajando en este film ya con cáncer, murió seis meses después del estreno de la película, da vida a un senador sureño llamado "Seab" Cooley (basado su rol en el Senador contemporáneo de Mississippi John Stennis), con una labia proverbial, un cínico esplendoroso en cada intervención, en cada réplica y contrarréplica, el en principio villano de la función que destila un Don para la expresividad arrollador en su carisma desbordante, y eso que estamos en un reparto coral. Dirige el ucraniano Otto Preminger, adaptando el guion de Wendell Mayes (“Anatomía de un asesinato” o “La noche de los gigantes”), que se basa en la novela Premio Pulitzer “Advise and Consent” de Allen Drury, publicada en 1959 (pasó 93 semanas en la lista de los más vendidos del New York Times), teniendo un fantástico elenco interpretativo, además del mencionado Tótem Laughton, con Henry Fonda, Don Murray, Walter Pidgeon, Peter Lawford, Gene Tierney, Franchot Tone, Lew Ayres, Burgess Meredith, o Eddie Hodges. El título se deriva del Artículo II de la Constitución de los Estados Unidos, Sec. 2, cl. 2, dispone el presidente de USA "propondrá, y con el consejo y consentimiento del Senado, nombrará embajadores, otros ministros públicos y cónsules, jueces de la Corte Suprema y todos los demás funcionarios de los Estados Unidos".

 

La película es un drama político ambientado en Washington, DC, sigue el proceso de nominación de un hombre que comete perjurio en las audiencias de confirmación de su nominación como Secretario de Estado, Robert A. Leffingwell (Henry Fonda), donde nunca sabremos a que partido pertenecen unos y otros, simplemente son rivales, nunca se dice quienes son republicanos u demócratas. Intenta reflejar el nido de arteros manipuladores que son nuestros (sus) representantes en el congreso. Un thriller con varias derivadas en este circo de ególatras, donde lo que menos importa es la verdad o el interés general, tratando los juegos de poder y sobre todo el tema de nuestros fantasmas del pasado como no mueren y pueden reaparecer, aquí personificados en las simpatías juveniles con el comunismo, y sobre todo con escarceos homosexuales, siendo en este segundo sentido pionero en cómo se aborda este asunto, aunque seguramente por ser de los primeros se expone de modo caricaturesco (Se considera que es la primera película estadounidense convencional después de la Segunda Guerra Mundial que muestra un bar gay). Obra esta, que viene a ser la contraparte de la famosa “Mr. Smith Goes to Washington” de Frank Capra, esta mucho más cruda y realista. Preminger se enfrentó a la lista negra al elegir a los actores de izquierda Will Geer y Burgess Meredith, ya lo había hecho el director cuando estrenó “Exodo” donde dio crédito a Dalton Trumbo como guionista, perteneciendo a la Lista Negra.

 

El ala norte del edificio del Capitolio de Washington D.C., capital de los Estados Unidos de América da cobijo a la institución política del Senado, compuesto por cien senadores, a razón de dos por cada uno de los estados de la república; los senadores ejercen su cargo por seis años y cada dos años se renueva un tercio de sus miembros, asegurando así la renovación junto con la experiencia, lo que no significa, forzosamente, que un senador no pueda ser reelegido varias ocasiones. Un senador debe haber cumplido los treinta años, residir en el estado que representa en el momento de su elección, y ser ciudadano estadounidense con una antigüedad mínima de nueve años.

 

Preminger demuestra ingenio en la forma de presentarnos este mundillo del senado, cuando en el inicio en la Cámara Alta la viuda Dolly Harrison (Gene Tierney) cuenta a su invitada, esposa del nuevo embajador francés, y en compañía de la esposa del embajador inglés, que se convierten en las oyentes en un recurso que en realidad son nosotros enterándonos de la composición de los asientos, que nada tenía que ver izquierda o derecha, pues allí todos eran liberales, y es que durante el metraje tampoco se hace mención a ninguna medida política que pueda definir de qué lado están unos u otros, todo se circunscribe a querer poner a un secretario de estado y otros a querer boicotearlo. Vemos el funcionamiento de los sótanos del capitolio, donde van en vehículos mini autos de golf, donde las charlas se convierten en alegorías de las cloacas del estado. Es una batalla donde el POTUS maneja todas sus artimañas para colocar a quien desea, mientras la oposición maniobrará en las sombras para impedirlo, cada uno de los bandos cayendo en la amoralidad en sus medios, emponzoñando con el pasado. Una Batalla de Poder, de métodos arteros, donde la integridad ni está, ni se le espera, donde las inquinas, vendettas y ansias de cuota de poder son el deux machine. Todo ello desarrollado con buen ritmo, hace que sus más de dos horas fluyan con naturalidad, en medio de diálogos (Leffingwell dice una cínica frase a su hijo, responde al teléfono asegurando que su padre no está en casa, cuando está, no es una mentira: "Es una de las mentiras clásicas de Washington. Es cuando la otra persona sabe que mientes y sabe que tú sabes que él sabe que mientes", le dice el padre) y situaciones que se nos hacen creíbles, con momentos de potente intensidad dramática. Y ello con inteligencia el director no tomando partido, los dos bandos se muestran como rastreros, viles y manipuladores, ninguno merece halagos, se sumergen en guerras sucias, dejando de lado el honor y la nobleza del cargo. Hasta desembocar en un rush final muy bueno y que agrega ironía mordaz (*spoiler), culmen en la votación, donde la libertad de voto se convierte paradójicamente en algo tóxico para algunos (eso que aquí, en nuestro país está prohibido y hasta sancionado por los putrefactos partidos que quieren a borregos en sus filas y no a librepensadores).

 

Aparte del mencionado Charles Laughton, destaca un elegante y flemático Walter Pidgeon como líder de la mayoría, exhibe carácter y es lo más cercano a la brújula moral del film; Tiene su valor el gran Henry Fonda como el ínclito Leffingwell con un personaje cargado de ambigüedad, jugando a la integridad, cuando se destapa que no es tan trigo limpio, dando el legendario actor complejidad a su papel, que desaparece en el último tercio del film (al parecer, según dijo Preminger, se recortó sus intervenciones para dar cabida a la cantidad de eventos y subtramas). Este rol se basa en el funcionario del Departamento de Estado de la vida real y acusado de espía soviético Alger Hiss; Don Murray está muy bien el rol de senador preso del pasado y que pretende aguantar la presión, emite todo un caudal de emociones latentes a punto finalmente de estallar; Burgess Meredith demuestra que no hay papeles pequeños y grandes, hay buenos y malos actores, él por supuesto es de los muy primeros; Franchot Tone encarna con energía y mucha naturalidad al POTUS, un tipo sibilino y electrizante; En el lado malo está la presencia de las mujeres, como algo muy tangencial, esto es sangrante sobre todo en lo referente a la gran Gene Tierney, marginada a un rol muy al fondo.

 

Spoiler:

 

Rush final: Tras el suicidio del Sen. Brigham Anderson (Don Murray). Llegamos al clímax de la votación final. En la previa el líder de la mayoría Bob Munson y el de la oposición, Seab ‘Cooley’, discuten, el segundo intenta llegar a un acuerdo sibilino con el otro (libertad de voto pide a cambio de que no salga a la luz los motivos del suicidio), este no acepta. Sin embargo, ya en el senado ‘Cooley’ coge la palabra y con su sentido discurso hace que … reconsidere su posición y da libertad a sus senadores, lo que encoleriza al Sen. Fred Van Ackerman (George Grizzard), se lo recrimina a Munson, este le suelta: ‘Aquí toleramos todo, los prejuicios, el fanatismo, la demagogia. Para eso está el senado, para tolerar la libertad’, para achacarle sus métodos ruines. Pero mientras se produce la ajustada votación, que al final deberá dilucidar el presidente del senado Hudson (buen Lew Ayres) por el empate, ocurre que el POTUS fallece, y entonces pasa el poder al referido presidente del senado (a la vez vicepresidente). Este decide no hacer valer su voto, pues como le dice mientras marcha del hemiciclo a Munson, él quiere a su propio secretario de estado. Con lo que se da la paradoja que todas las maquinaciones espurias que se han dado para un lado y otro, han resultado ser en vano, no han valido para nada, y la rueda vuelve a empezar a rodar, emitiendo desazón al espectador. Lo cual da un cariz punzante al film.

 

Preminger le ofreció a Martin Luther King Jr. un cameo como senador de Georgia, aunque no había senadores afroamericanos en activo en ese momento. King rechazó la oferta y emitió un comunicado de prensa rechazando cualquier afirmación de que aceptó un papel; Al ex vicepresidente Richard Nixon se le ofreció el papel de vicepresidente, pero se negó y señaló algunos errores "evidentes y obvios" en el guión, presumiblemente incluido el hecho crítico de que, según el Artículo II de la Constitución de los EE. UU., el vicepresidente asume automáticamente el cargo de presidente a la muerte del presidente y no habría podido emitir un voto de desempate como vicepresidente.

 

El cartel de la película y la campaña publicitaria de Saul Bass presentaban un logotipo: la cúpula de la capital de la nación abriéndose como una tetera. Bass, también diseñó los títulos abstractos de la película que se inspiraban en las rayas de la bandera estadounidense.

 

La película marcó un regreso a la pantalla para Gene Tierney, cuyo gran salto al estrellato se produjo en la película de 1944 de Preminger, Laura. Tierney se había retirado de la actuación durante varios años debido a su lucha contra el trastorno bipolar. Advise & Consent fue la última de las cuatro películas que hizo para Preminger y uno de sus últimos papeles importantes en el cine en general; Lawford, cuñado de John F. Kennedy, interpreta a Lafe Smith, senador de Rhode Island inspirado en Kennedy, aunque en el libro de Drury el personaje representa a Iowa.

 

Muchas escenas se filmaron en lugares reales de Washington DC, incluido el Capitolio, la cantina del edificio del Tesoro, el Monumento a Washington y la Sala de Cristal del Hotel Sheraton Carlton.

 

Buena muestra de cómo siempre el poder político ha estado (y con razón) mal visto. Gloria Ucrania!!!

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