CHACAL.
Con motivo del medio siglo del estreno (16/05/23) de este exitoso thriller, me lo he vuelto a ver, y lo encuentro tan electrizante o más que la primera vez que lo vi. Un clásico imperecedero, que no llega a la excelencia por algunas cosillas de su tramo final (spoiler). Pero en su conjunto es un film apasionante, con un ritmo penetrante, en modo cuasi documental nos conectamos con una trama fascinante, un desarrollo cautivador en el que seguimos el juego del gato queriendo coger al (escurridizo) ratón, y como siempre (aunque en este caso sea un asesino amoral) el roedor tendrá nuestras simpatías (por lo menos las mías), ante el poderío del Goliat que es este gato con todas las armas a su favor que no puede atrapar al ingenioso ratón. Dirige el vienés Fred Zinnemann, gran realizador con grandes obras en su haber como “Solo ante el peligro”, o “Julia”, amén de conseguir cuatro Oscar, los dos primeros por dos cortometrajes (“One-Reel: That Mothers Might Live” en 1938 y “Benjy” en 1951), y los otros dos por largos en por “De aquí a la eternidad” y “Un hombre para la eternidad (lo de ‘eternidad’ es un añadido del que pone los títulos en español, pues su título original era “A Man for All Seasons”), y aquí, tras siete años sin dirigir volvía con más fuerza para demostrar gran pulso narrativo, la solidez en la evolución del relato, exhibe la maestría en la edición (obra del montador nominado al Oscar [perdió ante la edición de “El Golpe”] por esta labor Ralph Kemplen [“La Reina de África” u “Oliver”]) por cómo va alternando la trama del ‘gato’ y la del ‘ratón’ de modo diáfano, haciéndonos sentir a contrarreloj (para ello una de las marcas del cine de Zinnemann como es mostrar muchos relojes). Ello filmando el guión de Kenneth Ross (“ODESSA” y “Domingo Negro”), que adapta fielmente el best-seller homónimo de 1971 del inglés Fredecik Forsyth de 500 páginas condensado en 135 emocionantes minutos. Con el argumento centrado en un sicario contratado para asesinar al presidente plenipotenciario de la República de Francia Charles De Gaulle, y como los servicios secretos intentaran darle caza. Muy de agradecer que el director no juzgue, no tome posición sobre si está justificado o no el asesinato, eso que lo juzgue el espectador, se prima este juego grandioso que otros muchos han querido copiar pero que yo recuerde solo ha podido acercarse Wolfgang Petersen en su “En la línea del fuego” (1993), en una trama muy parecida. Aquí con un avance prodigioso, milimétrico, cada pieza va encajando de modo sublime en el tablero de ajedrez que arranca en lo referente a la acción del sicav en Génova con la meta en París, donde culmina el esperado clímax del final, aunque como en muchos viajes aquí lo importante no es la meta, si no el camino.
El 22 de agosto de 1962,
la organización clandestina militante OAS, enfurecida por la concesión de la
independencia del gobierno francés a Argelia, intenta asesinar al presidente
Charles de Gaulle. El intento de asesinato falla, deja a De Gaulle y todo su
séquito ilesos. En seis meses, el líder de la OEA, Jean Bastien-Thiry, y varios
otros miembros son capturados y Bastien-Thiry es ejecutado (excelente como se
lo toma este, esgrimiendo ante su abogado que ningún soldado francés se atreverá
a dispararle del pelotón de fusileros). Los líderes restantes de la OEA ahora
se esconden en Austria, planean otro intento y contratan a un asesino (en una maravillosa
secuencia cargada de tensión, donde Chacal demuestra su poder de convicción), se
conoce con el nombre en clave "Chacal" (en su curriculum brilla el haber
asesinado a Trujillo de República Dominicana en 1961; abro acotación: Como se
da con estos sicarios?), por $ 500,000 ("y teniendo en cuenta que te estoy
entregando Francia, no lo llamaría caro", les espeta Chacal). El Chacal
viaja a Génova y encarga un rifle personalizado a un armero (un gran Cyril
Cusack que demuestra aquello de que no hay papeles pequeños o grandes, si no
malos o buenos actores, él por supuesto de los segundos) y documentos de
identidad falsos a un falsificador (notable Ronald Pickup). En París, el Chacal
duplica la llave de un piso que da a la Place du 18 de junio de 1940. La OEA se
traslada a Roma. El Servicio de Acción Francés secuestra al secretario jefe de
la OEA, Viktor Wolenski (encarnado por Jean Martin actor que dio vida a al
Coronel Mathieu en la aclamada “la Batalla de Argel”, no puede ser casualidad
que en un film referente a este tema esté él). Wolenski muere durante el
interrogatorio, pero no antes de que los agentes extraigan información vital
sobre el complot, incluida la palabra "Chacal". El Ministro del
Interior (buen Jean Badel) convoca una reunión secreta del gabinete de los
jefes de las fuerzas de seguridad francesas. El comisario de policía Berthier (buen
Timothy West) recomienda a su adjunto, Claude Lebel (gran Michael Lonsdale),
que dirija la investigación. Lebel tendrá de mano derecha a Caron (buen Derek Jakobi).
Ello para un devenir
formidable donde el antológico Edward Fox en su papel icónico por antonomasia,
un desconocido entonces que se mimetiza con el elegante mercenario, un epicúreo
artista en lo suyo, un camaleón cambiando de personalidad, de rostro, de
cabello, de sonrisa sugerente, sabedor de todas las trampas que le pueden poner
intenta siempre ir por delante, capaz de diseñar un arma sofisticada única, robando
matrículas por el camino, pintando coches, capaz incluso de transformarse en un
tullido cuasi de forma sobre natural, un criminal que asesina sin vacilar y sin
adornarse, de modo gélido. Excelso en su modo de moverse, de comportarse, de
desbordar auto suficiencia, es un profesional que gusta de tratar con
profesionales del lumpen, como con el maestro armero, pero que no duda en dar ‘pasaporte’
al que le traiciona. Una labor sobria, simpático cuando le conviene, frío para pasar
desapercibido, manipulador y seductor, no importa sean mujeres u hombres (esto
muy atrevido para principios de los 70), sabe de las debilidades humanas, encantador
cuando corresponde, duro cuando debe serlo para sobrevivir, y ante todo gusta
de su ‘vocación’, ello expuesto en su decisión en ese cruce Italia vs Francia.
Se barajaron nombres de prestigio para el papel como Jack Nicholson o Robert
Redford, grandísimos actores, pero francamente no los veo, su fama hubiera
cercenado el poder ‘Zelig’ (homenaje a Woody Allen) del Chacal. Su esplendor en
como va superando barreras una tras otra esquivando a sus perseguidores nos hace
desear triunfe a lo “Malditos Bastardos”. Un tipo misterioso, sin pasado, no
sabemos nada de él, no tiene motivaciones políticas, es un robot al que han
programado para su misión, pero nos enamora su inteligencia, nos encandila la otra
maestra que está componiendo para poder poner en la mirilla de su arma a su
objetivo.
Es fenomenal como el
director imprime un ritmo constante de pendiente, pero sin abusar, como va
colocando a nuestro anti héroe en diferente problemas de los que va a ir
saliendo mediante su inteligencia y profesionalidad amoral. Todo ello con
intriga, suspense, tensión dramática, todo una lección de como alternar
escenarios en esta suigéneris road movie, con la investigación, las reuniones
del gabinete ministerial, el topo en forma de bella mujer (notable Olga
Georges-Picot como Denise), las diferentes etapas del Chacal desde que acepta
el trabajo, todo un portento de como contar una simple historia. Desprovisto de
artificios, las escenas de acción son las justas, sin apenas música para
acrecentar la sensación de realismo, regando el film de personajes bien delineados
en pocos trazos como es la insatisfecha esposa Colette (estupenda Delphine
Seyrig exponiendo su in felicidad que vuelca como válvula de escape en este apuesto
desconocido).
A destacar el
antagonista del anti héroe, el inspector Lebel encarnado con tremenda sobriedad
por el parisino Michael Lonsdale, excelente némesis, otro tipo detallista en su
deber profesional, un ‘gato’ estajanovista en su empeño, lacónico, muy veraz en
su sequedad, con expresividad sutil (ejemplo es cuando cerca de dar con el
sicario le dejan de lado, su gesto contrariado es fabuloso en su parquedad).
Spoiler:
Una de las grandes
escenas, siendo sin alaracas es cuando Chacal sabe que le han descubierto, y
por lo tanto, por el trato que hizo, está liberado de su misión. La encrucijada
es mostrada con gran sentido dramático intenso. Chacal en su deportivo descapotable
se detiene ante una señal de tráfico. A la izquierda, señala a París (matar a
De Gaulle y por tanto continuar con su misión), ya a la derecha, Italia (y si
la toma desistirá). Chacal desciende del auto mira reflexivo, tras ello levanta
la capota de su coche. Vuelve a montar y toma la dirección a Paris, y ya
sabemos de que le va la marcha, que disfruta con el reto y con ello se gana al espectador
(ósea, a mí).
Homérico como se salta
el control haciéndose pasar por un veterano de guerra envejecido, todavía
alguien me tien3e que explicar si es real como se dobla la pierna o es un actor
lisiado el que lo dobla, pero el pego lo da de modo sensacional cuando lo vemos
en el pido desplegar la pierna. De una intensidad fabulosa como se acomoda en
el piso vacío, como prepara su arma, la tensión se masca en el ambiente. Ello
mientras vemos alternándose en imágenes la liturgia del presidente francés, con
la misa en Notre Dame, con su paseo por los Campos Eliseos, hasta que por fin
lo tiene Chacal en la plaza, y con ello lo podrá tener en su mirilla, todo
Magno hasta aquí. Pero, desgraciadamente el pero, me chirría y mucho, y es que
todo se resuelva porque el inspector Lebel va y le pregunta, entre los miles de
gendarmes allí presentes, al que ha dejado pasar al lisiado, esto podría haber
sido por un sondeo de otros que le hagan llegar la información a Lebel, pero él
directamente me es estridente. Además, porque sabe que es el sicario? Está muy
bien que Chacal falle, no por pericia, si no por no saber el ritual de besos a
la francesa (allí lo hacen con un doble beso en la mejilla), que son más que en
otras culturas, pero (otra vez el pero) que lleguen en el instante preciso
Lebel y el gendarme es de un manido no acorde con lo visto hasta entonces, y ya
el rizar el rizo es que Lebel mata al sicario con la ametralladora haciéndolo
volar por la fuerza casi con el techo del apartamento, vuelvo a lo de algo no
de acuerdo al tono realista del film. Aunque su epílogo si resulta muy bueno
por lo mordaz, pues aparece Charles Calthrop en su piso en Londres, el que
creían era Chacal, en realidad era una pista falsa. Con lo que entierran a
Chacal en una tumba anónima con la sola presencia del inspector Lebel, quizás
en reverencia de un gran profesional a otro.
Durante el masivo
desfile anual del 14 de julio por los Campos Elíseos, a la compañía se le
permitió filmar dentro de las líneas policiales, capturando extraordinarias
imágenes en primer plano de la concentración de tropas, tanques y artillería
durante la secuencia final del Día de la Liberación. Durante el fin de semana
del 15 de agosto, la policía de París despejó todo el tráfico de una plaza muy
concurrida para filmar escenas adicionales.
‘Francia tenía asentadas
sus banderas en Argelia desde 1830, pero, como suele ocurrir con los países
invasores, los privilegios y bondades para sus conciudadanos se vuelven
excesivos, y el desprecio y el maltrato para los nativos se convierte en el pan
de cada día, porque los nuevos amos se vuelven prepotentes y arrogantes. Así
las cosas, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, en los argelinos se
fue rebozando un sentimiento de discordia e inconformidad con el estado de
postración en que les tenían los franceses, y hasta unos cuantos militares que habían
ayudado a la liberación de Francia, comenzaron a sentir que era infame la
manera como se trataba a sus coterráneos. Sublevados, entonces, y
autodenominados F.L.N. (Frente de Liberación Nacional) los argelinos dieron
lugar a una infatigable guerra de guerrillas contra el ejército francés y las
unidades locales a las que ellos llamaron harkis (traidores). Al tiempo,
algunos militares franceses de extrema derecha, al mando del general Raoul
Salan, conformaron una temible célula conocida como la OAS (Organisation de
l’Armée Secrète)… y tras una cruenta guerra que produjo casi un millón de
muertes, con los Acuerdos de Evian, se firmó la independencia de Argelia, el 5
de julio de 1962. Cerca de un millón de colonos, originarios de Francia, Italia
y España fueron expulsados, y los principales dirigentes y muchos miembros de
la OAS, se refugiaron en España, desde donde comenzaron a planear el asesinato
del presidente, Charles de Gaulle, a quien consideraron traidor a la patria,
por haberle concedido la independencia a Argelia. Sobre este incidente, es que
el escritor Frederick Forsyth, se inspiró para recrear el macabro plan, que
luego publicaría con el título “El día del chacal” (1971), thriller que sería
un celebrado best-seller.’
Como este personaje ha
sido asociado con el venezolano, Ilich Ramirez Sánchez, también conocido como
Carlos el terrorista, el escritor Forsyth salió al paso para desmentir el
hecho, sosteniendo que su personaje es ficticio y que, el mote de Chacal,
aplicado a Ramírez, fue ocurrencia de un subeditor quien, con posterioridad a
la publicación de la novela, decidió llamarle así para dar impacto a un
artículo sobre ese personaje que, ahora cumple cadena perpetua en una cárcel de
Francia.
‘La actriz que da vida a
la infiltrada es Olga Georges-Picot. Se mató el jueves 19 de junio de 1997 al
saltar al vacío desde una ventana del quinto piso de su departamento que daba
hacia el río Sena, en París, Francia. Según allegados la actriz sufría desde
hacía un tiempo una depresión severa. Con el paso del tiempo fueron surgiendo
algunas teorías que hicieron referencia a un posible homicidio, en la que
indicaban que había alguien más en su departamento en el momento de su muerte,
aunque esto nunca fue confirmado. La actriz tenía 57 años.’
Curioso que el magnicidio
se proyecte para el 8 mayo del año 1963, cuando solo seis meses después se
produciría el gran asesinato del SXX, el de JFK en Dallas, seguro no es casualidad
y Forsyth se inspiró claramente en ello para su novela.
Un THRILLER con
mayúsculas, lección de cine, y tan buena que apenas el mencionado borrón del
final puede empañar. Gloria Ucrania!!!