lunes, 30 de enero de 2023

 


PARIS, BAJOS FONDOS.


Notable thriller francés que me he visto con motivo de que hace poco se cumplió el 70 aniversario del estreno (13/03/1952), de los que cala por su poderío emocional, trazando una tragedia con personajes muy buen definidos en sus virtudes y debilidades. Dirige Jacques Becker, adaptando el guion propio junto a Jacques Campanéez, y Anee Wademant, basándose libremente en una historia real, el triángulo amoroso en el lumpen del Ciudad de la Luz, entre la prostituta Amélie Élie, el ex convicto carpintero Georges Manda y el líder de una banda de ladrones Felix Leca, que fue objeto de muchos reportajes periodísticos sensacionalistas durante 1902, aquí respectivamente ella encarnada por una esplendorosa Simone Signoret, y a ellos dan vida al hierático carpintero Serge Reggiani, y al líder de una banda de ladrones Claude Dauphin, inspirándose Becker en grabados antiguos para la escenificación, a traves de ellos se hace una radiografía del amor, de la fuerza del destino, de la integridad, de la amistad, de los celos enfermizos, todo ello adornado por una estupenda ambientación Belle Époque.

 

Confronta la historia el idealismo bucólico de lo rural con lo mundano y alienante de las urbes, esto remarcado por ese preciosista e impresionista (me falta el color) comienzo en la campiña gala, con un paseo en barca por un tranquilo rio, y un baile en un café campestre al aire libre, embebido esto del pictorismo propio del film de Jean Renoir “Una jornada de campo” (1936), no en vano Becker fue ayudante de Renoir en 8 películas, y también está en el tramo en que los amantes se refugian en una casita de campo, la granja de la Sra. Eugene, donde parece el tiempo se haya parado para ellos, la vemos a ella jugar con un adormilado Manda junto a  la orilla del rio, los vemos despertarse tras una noche de amor entre sábanas virginales blancas (por suerte en Francia no hubo Codigo Hayes de censura), como él le trae un café caliente a su amada que le pasa por la ventana, con el campo de fondo evocador de placidez, Marie en un paseo por el pueblo lleva a Georges a una iglesia para espiar una ceremonia de boda, todo muy lírico, es un Oasis antes del tramo final envuelto en una caída constante de sacrificios, traiciones, celos, y venganza. Esto enfrentado al sub mundo del crimen, traiciones, asesinatos, que acontece en la ciudad cual nido de decadencia.

 

Tiene un pastoril a la par que ágil muestra de exposición de caracteres de roles en el arranque, con ese paseo en barcas por el tranquilo rio en un soleado día campestre de varias personas remando y cantando animadamente. Al descender notamos los roces entre una de las parejas, Marie y Roland (William Sabatier), ella ha remado mientras y él ha mirado, y de ello se queja ella (otras mujeres se hacen señas que la cosa no va bien entre ellos).  Descienden y pasan a la terraza de un merendero, en una mesa una mujer se queja a su esposo (supongo) de que dejen que hay fulanas por todas partes). Un par de v carpinteros termina un escenario, tras lo que una banda de música se pone a tocar, varias parejas bailan, traspirando alegría la atmósfera. Uno de los carpinteros es Manda (Reggiani), un lacónico tipo muy amigo de uno de ellos (pasaron cinco años juntos en el correccional, nunca sabremos porque), Raymond (Raymond Bussières), Marie mientras baila con Roland cruza su mirada con Manda, tras lo que Raymond lleva a su amigo a presentar al grupo, Roland hace burla de la profesión de carpintero, pero Marie le pregunta que, si sabe bailar, este se levanta y danzan en círculos, él con el brazo tieso sin tocarla colgando, ambos se miran. En la mesa todos miran a Roland que se siente humillado. Cuando vuelven a  la mesa Roland le hace una jugarreta a Manda y este responde con un golpe seco que lo deja ko y se marcha, pero antes de irse Marie va a despedirse de él, la cámara la enfoca de modo luminoso. Ella vuelve a la mesa y Roland la abofetea. En poco más de 10 minutos se han descrito los personajes (excepto Leca, que lo hará a continuación), mediante sus comportamientos.

 

En esta primera sobre todo dando rienda a la singular relación entre Marie y Manda, en base sobre todo a las miradas, los gestos, las medias sonrisas, relación escasa en palabras donde es ella la que manda (juego de palabras), la que lleva la voz cantante, la que lo escoge a él, la que le coge la mano (antes justificando su visita al taller de carpintería con un ‘Quería verte’), la que le da el primer beso. Marie (el título original “Casque d'Or”, viene de su apodo por su casco dorado de cabello) es una mujer segura de sí misma, necesita alguien que la quiera como es, que no vea en ella a un objeto a maltratar, y lo encuentra en Georges Manda. Basada en las "gigolettes", mujeres que engatusaban a hombres a callejones oscuros, quienes luego son golpeados y robados por los cómplices masculinos de la mujer que acechan tras ella. La actriz francesa de origen germano Simone Signoret encarna a la meretriz con un encanto y fulgor sobresaliente, desprende sensualidad voluptuosa, la cámara la envuelve con luz resplandeciente cual ángel rubio, dispuesta a todo por el amor, hasta dar su cuerpo por salvar a quien ama. Tras su coraza sabe traslucir las grietas de su ajada existencia, una estupenda femme fatale, de las que lleva al fatalismo irremediable, cual lección moralista de si te juntas con mujeres de mala fama tiene consecuencias, en esto me chirría.

 

Este es un tipo serio, que encuentra la ilusión en Marie (aunque su intrahistoria con la hija de su jefe está mal manejada, dejada en el alero sin exprimir ni mínimamente), que la ve con ojos iluminados. Tipo noble, íntegro, no busca peleas, pero tampoco las rehúye. Tiene un estricto código moral de amistad, lo demuestra con Raymond, y al igual que el amor se expresa mucho mediante cruce de miradas, ejemplo tácito es la que se dan en la comisaria y ya se han dicho todo. Serge Reggiani da vida al protagonista con sutilidad en su parca expresividad, siempre adusto en su pose, solo deja entrever sus sentimientos en las miradas a Marie, notable interpretación.

 

Elementos de un amor entre un ex convicto, una prostituta que estaba con un macarrilla, y que a su vez desea el jefe de la banda, un coctel que produce un crescendo dramático con giros bien llevados, con garra e intensidad que cala,  con esa muy realista pelea a navaja en el patio del restaurant, sin coreografía de filigranas, un forcejeo a ver quién aguanta más, dura, tensa, brutal en su desenlace; donde la manipulación artera del retorcido Leca es la constante, todo para desembocar en un rush final muy bien llevado; Becker también sabe introducir notas de humor como cuando uno de los hombres de Leca aduce para no llevar sombrero que no le queda bien y hace la prueba con uno de un colega, o cuando van Marie y Georges a la Iglesia a ver la boda, Georges se huele la indirecta y pide salir de allí.

 

Claude Dauphin da vida a un villano matizado, que nunca va de cara, se cree un maestro de marionetas manejando los hilos de los demás a la sombra, sabe imprimirle esa seguridad del que todo lo puede, hasta que en el tramo final se da cuenta que ha ido demasiado lejos; Raymond Bussieres como el fiel amigo de Georges crea a un tipo pétreo, fuerte, genuino, muy bueno en la química natural que tiene con Reggiani; William Sabatier como Roland, crea con tino al fatuo machista y fanfarrón Roland, le infunde su arrogancia y misoginia posesiva.

 

La puesta en escena resulta buena en su cometido de trasladarnos un estado de ánimo del lugar y tiempo. Con un formidable diseño de producción de Jean d'Eaubonne (“La Ronda”), exponiendo en su dualidad dos mundos opuestos, el puro del campo, con sus ríos, prados, granjas, frente a la gran urbe decadente con sus bajos fondos, pisos deprimentes, restaurantes mugrientos, patios traseros donde hay peleas a muerte, carruajes, con el añadido de un pomposo vestuario, sobre todo el femenino, creado por Mayo (“Los niños del paraíso”), con sus frufrús de faldas, sus plumas; Todo esto filtrado por la gran fotografía en glorioso b/n de Robert Lefebvre (“Cena de acusados”), que adora y ensalza la belleza de la Signoret con primeros planos deslumbrantes en como la ilumina de forma especial, incluso diría que le pone filtros para crear un halo de beldad más pronunciada, se añaden tomas generales preciosistas, como saca partido a los cafés llenos de humo de cigarros.

 

Spoiler:

 

Rush final: Cuando Leca se es requerido por Marie para le ayude a sacar a Manda de prisión, este le dice que depende ella, dejando sutilmente claro que se refiere a que se entregue a él, entonces vemos un primer plano de ella tristemente llorando, el ríe con media mueca y la lanza a la cama, hay una elipsis pero ya sabemos que pasa, volvemos con ellos y Marie (tras haber consumado) le pide cumpla, y el tipejo le responde que no lo hará ella, le llama cerdo a lo que él responde abofeteándola hasta tirarla al suelo, y sale de la habitación satisfecho de su ‘heroicidad’; Marie cuando son trasladados Manda y Raymond escapan con la ayuda de ella, en una escena algo simplista y forzada, siendo herido mortalmente Raymond; Manda en busca de venganza (sabe por Raymond que Leca le delató para él se entregara y así quedarse con Marie) entra en la casa de Leca, no está, pero buscándolo por las habitaciones encuentra en la alcoba las zapatillas de Marie, y sabe que han estado juntos; Leca por la calle es visto por Manda que le sigue, este lo percata y huye a buscar refugio en una comisaría de policía, preguntando por su amigo Giuliani, del que es confidente, pero no está y llega Georges, con rostro serio, Leca pide ayuda a los polis tras el mostrador, estos no llevan pistola, en la percha hay una de un cinto (muy artificioso), Georges la coge, Leca salta por una ventana a un patio, pero este no tiene salida, Manda le sigue y cierra la ventana, Leca es arrinconado (y nunca mejor dicho), y hay un primer plano de Georges disparando con el rostro iracundo. Los polis abren la ventana y vemos caer muerto a Leca; El epílogo es famoso. Marie en la noche llega junto a uno de los hombres de Leca, parece alquilar una determinada habitación por una razón que le revuelve el estómago. En escenas anteriores, Signoret suele obtener un primer plano de enfoque suave con una iluminación etérea, pero no ahora, en este final despiadadamente sombrío. Marie se asoma a la ventana de la habitación, y da al patio donde hay una guillotina, hay una elipsis y amanece, vemos a un séquito llevar maniatado a Georges a su ejecución, donde hay un sacerdote con un crucifijo frente a su aterrado rostro (crítica a la Iglesia?) y vemos lo colocan en la plataforma verticalmente, la bajan y vemos la cuchilla bajar y el rostro en primer plano de Marie queda paralizado, entonces vemos el bauile del inicio en que se conocieron, solo que ahora en el local vacío, solo ellos dos en el mundo.

 

El rodaje tuvo lugar en los estudios de Billancourt y, para los exteriores, en Annet-sur-Marne, Meaux (el muro de la prisión) y Ménilmontant (en particular, en el 44 de la rue des Cascades para la casa Leca). Parte del rodaje tuvo lugar en el distrito 18 de París, más precisamente en la Rue des Gardes, vemos una carrera en las escaleras exteriores durante unos segundos en la pantalla.

 

La película es objeto de una denuncia por "daño a la memoria de Amélie Elie" presentada por el marido de esta última. La demanda se perdió el 5 de mayo de 1952.

 

Laguna que tenía era este film, y que se ha saldado muy satisfactoriamente con un thriller muy atractivo. Gloria Ucrania!!!

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