JARHEAD.
Interesante,
aunque fallido drama bélico, a la postre ambiguo film en su mensaje plano, de
los que mientras los ves pasas un rato entretenido, pero al finalizar puedes
sentirte vacío en lo que te ha llegado. Tercera dirección de largometraje del
inglés Sam Mendes, que adapta con enorme ritmo el guion de William Broyles Jr.
(“Naufrago” o “Banderas de nuestros padres”), que adapta la novela biográfica
basada en las memorias del mismo nombre del infante de marina estadounidense
Anthony Swofford de 2003, narrando su vida durante su servicio militar en la 1ª
Guerra del Golfo Pérsico. Para una narración que no tiene algo original que
contar, tiene claros referentes en la Guerra del Vietnam (sobre todo hay
claramente en “La Chaqueta Metálica”, con un inicio similar; y con un sarhgento
que claramente emula al mítico R. Lee Ermey) parece un refrito de películas
bélicas vistas ya, es la exposición de un grupo de testosterona machista en
ebullición constante, no hay introspección de personajes, no hay dilemas
morales, no hay heroísmo, no hay enemigo, por no haber, en una peli de guerra,
no hay ni guerra, los enfrentamientos son entre los propios soldados USA. Esa
es la particularidad única del film, no hay gente que muera en pantalla, no hay
sangre, no hay tiroteos, en medio de una guerra nunca llegamos a verla en
acción, solo los efectos de ella, con lo que todo queda reducido a algo que
pretende más de lo que puede. Es un film tan aséptico que no vemos a los
soldados drogarse, pero si ni tan siquiera fuman, solo en un pequeño tramo los
vemos beber, no cuela esta dulcificación.
En 1989, Anthony
"Swoff" Swofford (Jake Gyllenhaal), cuyo padre sirvió en la Guerra de
Vietnam anterior (1961-1975), asiste a un entrenamiento de reclutas del Cuerpo
de Marines de los Estados Unidos antes de ser estacionado en Camp Pendleton-California. Swofford encuentra difícil su tiempo en Camp
Pendleton y lucha por hacer amigos. Mientras Swofford finge estar enfermo para
evitar sus responsabilidades, el sargento de personal Sykes (Jamie Foxx), toma
nota de su potencial y le ofrece a Swofford la oportunidad de asistir a su
curso de Scout Sniper. Después de un entrenamiento agotador, el curso Scout
Sniper se queda con ocho candidatos, entre ellos Swofford, ahora un
francotirador, y el compañero de habitación de Swofford, el cabo Alan Troy
(Peter Sarsgaard), que se convierte en su observador. Cuando Kuwait es invadido
por Irak, la unidad de Swofford se despliega en la Península Arábiga como parte
de la " Operación Escudo del Desierto " en la Guerra del Golfo
(1990-1991). Ansiosos por el combate, los marines se aburren con el
entrenamiento de recuperación, los ejercicios constantes y una monotonía
rutinaria que alimenta su aburrimiento y los incita a hablar sobre las novias y
esposas infieles que los esperan en casa. Incluso erigen un tablón de anuncios
con fotografías y breves notas que cuentan las perfidias que habían cometido
las mujeres (conocido en la jerga militar como " Jodie Wall").
Son dos horas viendo
comportamientos de chiquillos con las hormonas calientes, con comportamientos
soeces, deseando fogar en la guerra, es ver a unos tipos hacer el idiota
cuasi-permanentemente, bromas, fiestas, entre medias algo de entrenamiento
(imposible de creer hagan un entrenamiento con fuego real disparándoles sobre
sus cabezas), masturbaciones, novatadas, avances por la nada, algo de
compañerismo, algo de locura, algo de castigos, algo borracheras, pero ni
rastro de la deshumanización de la guerra, pues esta nunca nos toca, es casi
como asistir a ella como turistas rezagados que llegamos a la fiesta una vez
esta ha acabado. Mendes peca de redundante, quizás porque no hay material para
más, con lo que se estiran los clichés, es una travesía por el tedio de un
guerrero sin conflicto en el que intervenir. Es difícil sentir si es una
película antibélica (lo más cercano a esto es un ataque aéreo de fuego amigo,
pero se resuelve de forma tan apresurada y superficial sus efectos que parece
darle vergüenza a Mendes mostrarlo) , pues no hay belicismo, y por supuesto
tampoco la mitifica (lo más parecido es cuando marcan a fuego a un soldado,
quiere ser algo emocional y me resulta estridente), es algo en medio del vacío,
la sátira se queda en esbozo, el drama se me queda escaso, termina la peli y no
me emocionado lo más mínimo. Añádase una visión ciertamente misógina, donde en
una peli donde apenas aparece mujeres, las que lo hacen sin decir palabra,
estas son retratadas como adúlteras ad infinitum.
Una película de guerra
que nunca se posiciona, pues nunca se adentra en algo espinoso, los conflictos
que sufre el protagonista resultan bastante insignificantes (Que sospecha que
su novia le es infiel o que le mandan a limpiar letrinas es lo peor; aparte del
que se produce en el final, bastante grimante por la forma en que se trata,
parece que tiene que darnos lástima que no dejen asesinar a alguien el
protagonista), ni tan siquiera sabremos porque se alistó en el ejército, nunca
sentimos sea por patriotismo, no sabemos si es por que no tenía otra
opción de trabajo, simplemente empieza
la peli y está allí, y esto es una tara enorme. Lo más cercano a entrar en su
pasado es cuando es entrevistado por una periodista de tv que le pregunta por
qué está allí, y tras dar respuestas de manual, la reportera insiste, y
finalmente él mira a la cámara y espeta: "Tengo 20 años y fui lo
suficientemente tonto como para firmar un contrato".
Es un desarrollo
bastante liso, donde nunca conectas con estos cafres de protagonistas,
encadenando situaciones de un modo un tanto arbitrario. Tiene interés como
Mendes proyecta que el cien antibélico es realmente probélico ante los ojos del
bulbo de la soldadesca, esto expuesto diáfanamente cuando les ponen en cine el
film de Coppola “Apocalypse Now”, vemos a los militares enfervorecidos y lanzando
gritos de entusiasmo ante la secuencia del ataque de helicópteros al poblado
vietnamita al son de la wagneriana “Cabalgata de las Valkirias”, esto se suma a
cuando se disponían a ver en este sentido probelicismo otra cinta de la guerra
vietnamita como es “El Cazador”, aunque esta es alterada por una grabación
doméstica;
Tenemos escenas que por
partes son atractivas, pero en conjunto orgánico son débiles. Como es el
demencial partido de futbol americano de los soldados con la máscara anti gas
puesta (donde hábilmente Mendes filma parte desde dentro de las máscaras); La
fiesta de Navidad clandestina que acaba en festival de fuegos artificiales,
esto acaba con el protagonista Swoff castigado ‘cruelmente’ a tener que
deshacerse de los excrementos de las letrinas. Esto deriva en un
desproporcionado tramo en que Swoff se vuelve un loco suicida con el chivo
expiatorio a su aburrimiento en un aterrado Fergus (Brian Geraghty); La
pelóicula de video “El Cazador” saboteada por una grabación sexual doméstica
como venganza de una esposa a su marido marine; El momento de mayor tensión
cuando el batallón de Swoff se encuentra en su travesía por el desierto a un
grupo de nómadas árabes con camellos, y todo termina en la nada ("Alguien
disparó contra tres de sus camellos", es lo que comentan los ‘tuareg’);
Tenemos los efectos de la cruenta guerra en los convoyes destrozados con cadáveres
carbonizados; Pero sobre todo están las mejores secuencias, donde la fotografía
del gran Roger Deakins (“Cadena perpetua” o “1917”) se viene arriba con las
turbadoramente líricas imágenes de los pozos de petróleo ardiendo cual
fumarolas que gritan desde las entrañas de la tierra, inundando los cielos de
una impactante bruma negra, creando una sensación de Infierno que te llega,
sobre todo en la noche componiendo estampas aterradoras, evocando el estupendo
documental de Werner Herzog “Lecciones en la oscuridad” de 1992, siendo el
culmen el poético momento en que aparece un caballo entre la nocturnidad
brillando por el baño que tiene de fuel, fantasmagórico; Pero todo deambula de
forma episódica, pero careciendo de una catarsis que nos haga removernos en el
asiento, todo muy monocorde. El supuesto clímax con la misión que le ordenan al
protagonista me resulta poco estimulante e incluso molesta por el mensaje que
se da; Suymándose un epílogo insustancial donde se quiere dar emoción con un
funeral en el que me mueve a la nada más absoluta.
Jake Gyllenhaal está muy
bien en su rol, como en él es habitual, transformándose en este nihilista
marine, lástima que su papel de para tan poquito, no se le da fondo alguno, se
ofrece un bosquejo con su tradición familiar militar, con su gusto por la
literatura (vemos lee “El extranjero” de Albert Camus), pero no se exprime;
Jamie Foxx cumple de maravilla con un papel tópico de sargento duro sin
matices; Peter Saarsgard demuestra
que es un actor infrautilizado en el cine, con un personaje bastante naif, es
capaz de insuflarle alma y carácter; Aunque el mejor es el roba escenas Chris Cooper que en una sola escena incendia
la pantalla con su discurso enardecedor a la tropa, absolutamente embriagador
su poderío y vigor con que transmite su belicista mensaje.
Filmada completamente en
América del Norte, en los desiertos de California y México.
La música original es
obra de Thomas Newman (“Cadena perpetua” o “American Beauty”), rímica, pero sin
calar, lo que destaca en este aspecto es la selección de temas pop con éxitos
de Nirvana, Kanye West, The Doors o T-Rex.
Spoiler:
Al final, uno de los
mensajes (creo) es que, en las guerras modernas, los soldados de a pie son algo
demodé frente al poder omnímodo aéreo, se dice que el territorio que tomó tres
meses para ocupar en la Primera Guerra Mundial y tres semanas en Vietnam ahora
toma 10 minutos. Esto queda patente cuando seguimos a estos marines que se
pierden las batallas una y otra vez.
-Que haces aquí pedazo
de maricón!? ...Que haces aquí!?
-Me perdí de camino a la
universidad, señor!
"Cuatro días,
cuatro horas, un minuto. Esa fue mi guerra… Nunca disparé mi rifle” (Tony Swofford)
Clímax final: La escena
más dramática cuando Swofford tiene a un oficial enemigo en el punto de mira de
su arma y se le prohíbe disparar porque su disparo puede ser una advertencia
anticipada de un ataque aéreo. Alan Troy (Peter Sarsgaard) se enfada con el
mayor Lincoln (buen Dennis Haysbert) por ello, raro, cuando él no es el que
apretaría el gatillo. Me resulta este conflicto hediondo, que los marines se
enfaden porque no les dejen matar como válvula de escape a su tensión, y esto
al parecer, según lo enfoca Mendes, deba emocionarnos, me es escalofriantemente
penoso;
Epílogo; Después de
regresar a casa, los marines desfilan por un pueblo en una jovial celebración
de la victoria. Swofford regresa a casa con su familia y su novia, pero
descubre que tiene un nuevo novio. Se ve a Fowler (correcto Evan Jones) con una
prostituta en un bar, ahora como cabo, Kruger (correcto Lucas Black) en una
sala de juntas corporativa, Escobar como empleado de un supermercado, Cortez (cumplidor
Laz Alonso) como padre de tres hijos y Sykes continuando su servicio como
sargento primero en la Guerra de Irak. Más tarde, Swofford se entera de la
muerte de Troy durante una visita sorpresa de Fergus. Asiste a su funeral, se
reúne con algunos de sus viejos amigos y luego recuerda los efectos de la
guerra. Y esto se supone debe conmoverte y lo hace entre zero y nada.
Me queda un errado film
bélico, se pierde entre su indefinición y lo poco que cuenta realmente. Gloria
Ucrania!!!
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