viernes, 15 de abril de 2022

 

GÓLGOTA. (Semana Santa 2022)

 Atractivo y a reivindicar panegírico francés dirigido por Julien Duvivier, abordando la muy llevada al cine Pasión de Cristo, una superproducción gala rodada en el desierto de Argelia donde ya de arranque sobresale el diseño de producción con los fastuosos decorados cartón piedra (rivalizan con los de Griffith para “Intolerancia”) para recrear el Jerusalén del tiempo, con sus grandiosos muros, sus calles, amén de captar el bullicio de la Pascua en la capital palestina. Gracias al diseño de producción de Jean Perrier, que hizo construir los decorados en Fort-de-l'Eau, a unos quince kilómetros de Argel. Enormes edificios, las murallas de la ciudad y, sobresaliendo por encima del conjunto, la torre Antonia que alcanza los treinta y siete metros de altura. Se utilizan maquetas en muchas ocasiones, así como lienzos pintados, pero podemos ver detrás de la fabricación de este duro decorado el deseo de Duvivier de buscar un cierto realismo, así como su deseo de demostrar la grandeza del cine francés capaz de estar a la altura de las producciones de Hollywood. La película se abre así con una amplia panorámica que ofrece una vista de Jerusalén. Es cierto que este es un fondo pintado.

Duvivier elige enfocarse en la semana final del paso de Jesús en la Tierra, desde el Domingo de Ramos hasta justo después de la Resurrección, al restringirse a los eventos de Semana de la Pasión, el guión elimina los actos milagrosos, las Buena venturanzas, sus enseñanzas, y más, a pesar de ello me llama la atención que se elimine un tramo prominente acaecido en estos días como fue Jesús impidiendo la lapidación de una adultera. Eliminado lo místico hasta su rush final, curiosamente el director toma la figura divina y la distancia de la pantalla en muchos momentos, cual si nos quisiera hacer partícipes de verlo entre los demás (ejemplo  notorio es el inicio con la entrada de Jesús en Jerusalén o la Ultima Cena vista a través de los ojos alejados de Judas), también hace que sean los demás los que hablen de Él (Caifás, Judas Iscariote, Poncio Pilatos, Claudia Prócula, Herodes Antipas, los discípulos, etc), de hecho Jesús nunca comenta en esta cinta el porqué de lo que hace, son el resto los que da el contorno de su alma, siendo estos elementos muy adelantados y modernos, para involucrarnos en el relato. También tiene gran importancia como el Sanedrín conspira contra Jesús, sus maquinaciones soterradas para empujar al Procurador Poncio Pilatos a eliminar a su ‘enemigo’, esto que se puede ver por la vertiente antisemita de culpar a los judíos de la muerte de Jesús, algo en consonancia (se dice) conque los Evangelios se escribieron queriendo congraciarse los evangelistas con los romanos. Todo esto culminado cuando Pilato declara ‘Ecce Homo’ (‘He aquí el hombre’).

Gran labor dramática de la cinematografía de Jules Kruger (“Pépé le Moko”), con magnas tomas generales, subjetivos (como el Vía Crucis donde vemos en varias tomas el punto de vista de Jesús entre el gentío), ángulos bajos, primeros plano expresivos, mucho claroscuro, excelente labor. Tiene el mérito de saber incrustarnos en la acción, en hacernos sentir uno más entre la multitud, fluyendo el objetivo entre el bullicio, llegando a ser llevados de un lado (adorando a Jesús) al otro (pidiendo su muerte). Todo esto adornado por la hermosa música de Jacques Ibert (“Macbeth” de Welles) que maximiza las emociones, utilizando la elegía “Dies Irae”.

 Robert Le Vigan compone al icono de Jesucristo al modo sereno y de imagen que se le espera por la imaginería popular, aporta pose y elegancia, aunque su inexpresividad queda patente, nunca parece sentir ni padecer, seguramente no sea culpa suya, si no por hacer a un ser de Luz al que no le afecta nada al saber lo que le va a ocurrir y aceptarlo; Jean Gabin da vida con gran vigor al procurador Poncio Pilatos, aporta dimensión humana a sus dilemas morales, no ve motivo para crucificar a Jesús, no entiende la inquina que le tienen intenta evitarlo, también por indicación de su esposa; Lucas Gridoux como Judas da una esmerada actuación como el mítico traidor, en un desarrollo bien llevado hasta su conocido final; Harry Baur encarna a Herodes Antipas, hedonista arrogante que se burla de Jesús, caricaturesco; Charles Granval como Caifás, encarna al villano de la función, en una visión que se puede tildar de antisemita.

Excelso el inicio con la entrada apoteósica en loor de ramas de palmeras de Jesús a Jerusalén, grandiosa la visión de esta representación vivida de la urbe, filmada en la distancia, de modo original, cual si fuéramos el espectador un ser curioso que se acerca a la marea humana sin entender que ocurre, y no llegamos a atisbar la situación, con gente discutiendo por en medio, y ello singularmente alternado con una toma en subjetivo de Jesús, creando en el visionador un efecto extraño y turbador. Tardamos 10 minutos en ver a Jesús, la cámara lo recoge en un ángulo bajo, ensombrecido por sus discípulos, como si estuviéramos haciéndonos hueco para verlo. Cuando lo vemos en toda su dimensión es para que su personalidad explote cuando irrumpe en el templo para destrozar los puestos de vendedores, esto filmado al final en un plano alargado desde el llamado ‘Ojo de Dios’, ósea, desde punto de vista en alto, hasta ese colofón de la cortina rasgada.

Tenemos el modo original del realizador de exponer la Última Cena, sin la sempiterna referencia del cuadro de da Vinci, con una mesa en ‘U’, y donde Jesús tras señalar a uno de sus discípulos quien va a ser el traidor, este se retira y observa desde varios metros la Cena, el ritual del vino y el pan, dejando entrever que quizás Judas Iscariote no era bien recibido en el grupo, pues nadie lo echa en falta o llama; Está en Getsemaní el modo de dar el Beso de Judas, al modo francés (en las dos mejillas). Tenemos como también es original Duvivier cuando Jesús dice a los soldados que viene a prenderlo ‘Yo soy’ (Juan 18:6), Juan cuenta que ‘ los soldados retrocedieron y cayeron al suelo", y el film lo hace más real, pues hay algunos que lo hacen y otros no; Luego tenemos todas las idas y venidas con Jesús preso, desde el sibilino Sanedrín, a Poncio, con las lacerantes flagelaciones (con los sádicos soldados romanos riéndose de él, habiendo un momento en que uno de ellos lo saludan con el gesto romano, que fue recogido por los nazis, y en el contexto de que Hitler estaba ya en el poder germano se puede ver como una referencia al salvajismo de estos), a Herodes (por ser ciudadano de Galilea y Herodes Tetrarca del lugar), y vuelta a Poncio. Donde vemos el rugir de la gente contra Jesús, como estos presionan y Pilatos termina con el legendario gesto de lavarse las manos, filmado de forma lírica en primer plano con el agua creando una bruma, con la cámara girando en picado hacia el gentío de ‘hienas’ frente a él, creando una comunión entre el desentendimiento de Poncio y la sed de muerte del populacho; Está el Vía Crucis, filmado con gran agilidad emocional en la labor de edición de Marthe Poncin (“El tiempo de los asesinos”), alternando los planos generales, con estar en medio del populacho, y sumado subjetivos de Jesús, trasladando la zozobra del momento; Tenemos la Crucifixión filmada también en alternancia de planos generales donde el Gólgota con las Tres Cruces con el fondo nublado ofrece un cuadro cargado de beldad religiosa, esto con primeros planos de Jesús y de Dimas; Para desembocar en el bello traslado del cuerpo al Santo Sepulcro; Todo ello con la posterior Resurrección, donde asistimos a como Pilatos pretende desacreditar el Milagro; Para llegar al mítico Camino Emaús, con un grácil recurso estético de hacerlo mediante de que veamos dos sombras, y se vaya acercando una Tercera; y la aparición a los Apóstoles indicándoles que vayan por el mundo haciendo predicamento de sus enseñanzas (por cierto, nunca señalando se cree una religión nueva).

La vida de Robert Le Vigan tan trágica, pues defendió su antisemitismo y colaboró con los nazis durante su ocupación de París, finalmente fue despojado de su ciudadanía francesa y le confiscaron todos sus bienes, fue encarcelado hasta diez años de trabajos forzados (de los cuales cumplió tres), se exilió primero en España y posteriormente en Argentina. Allí lo llamó Truffaut a finales de los 60 para rehabilitarlo para el cine, pero el reusó por el temor al desprecio general. Murió en Argentina el 12 de octubre de 1972, a los 72 años en la pobreza.

Parece ser primera película en mostrar los clavos martillados a través de las muñecas de Jesús en lugar de sus manos. Hoy en día, este es el enfoque más popular, particularmente porque ha sido respaldado por evidencia arqueológica, pero luego es un caso sorprendente de ir en contra del texto (por ejemplo, Juan 20:24-27). Dicho esto, creo que el caso de los clavos a través de las muñecas en lugar de las manos se basa en más que ese descubrimiento arqueológico en particular, ya que fue el descubrimiento de un hueso del tobillo en lugar de una muñeca, está más relacionado con la incapacidad de las manos para soportar suficientemente el peso del cuerpo.

Olvidado film religioso que merece la pena por sus aspectos visuales ingeniosos y adelantados a su tiempo. Gloria Ucrania!!!

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