LA PUERTA DEL
CIELO.


Irregular
western crepuscular escrita y dirigida por Michael Cimino, ha pasado a la
historia del séptimo arte como uno de los films malditos, uno de esos fracasos
que marcaron un antes y después en el cine, causante
del hundimiento de la United Artists, compañía creada por Chaplin, Fairbanks,
Pickford, y Griffith, tras un rodaje caótico, la productora ante el megalómano
metraje, el que era el nuevo niño mimado de Hollywood, Cimino, tras su éxito (y
oscarizada) con “El cazador” sufrió un varapalo tal que jamás se recuperaría de
la hecatombe, tardó cinco años volver a filmar otro film, “Manhattan Sur”,
siendo despedido anteriormente del set
de producción de “Footloose” por no haber aprendido de los errores de
“La puerta del cielo”, solo rodaría cuatro films más. Cimino decidió que tras
su Oscar por “El cazador” se embarcaría en un relato sobre el Nacimiento de la
Nación, una historia oscura sobre una batalla desigual a finales del SXIX entre
ganaderos adinerados apoyados por leyes estatales frente a colonos granjeros
recién llegados de Europa (alemanes, búlgaros, rusos o
ucranianos), en el estado
Wyoming, la llamada Guerra del Condado de Johnson, para ello la UA le dio
libertad presupuestaria que el realizador italoamericano sobrepasó en su
grandilocuencia y enfermizo perfeccionismo por mucho, multiplicando por cuatro
el presupuesto inicial hasta llagar a los 44 millones $, ello con recreaciones
de la época cuidadas al mínimo detalle, con tropecientas repeticiones de
secuencias, con dilataciones para filmar esperando la llegada de nubes para
embellecer el plano, hay quien dice incluso que solo costó el rodaje la mitad
del presupuesto, la otra parte fue a las drogas que corrían por el lugar, y al
final en taquilla, a pesar de la compañía intentar paliar el colapso con un
remontaje, solo recaudó 3,5 millones $, ni una décima parte del costo, encima
la crítica se cebó con ella, siendo nominada a cinco Razzie, ganando Cimino al
de peor realizador dos años de ganar el Oscar, siendo además nominada a cuatro
más. Durante la década de los 70 hubo una ola de directores jóvenes (Scorsese,
Coppola, George Lucas, Spielberg o el propio Cimino fueron prueba de ello) que
con su éxito provocó que los estudios dieran gran libertad creadora a estos,
pero el terremoto provocado por el desastre “La puerta del cielo” hizo que el
control volviera a las compañías, atando en corto en la década de los 80 estas
a sus cineastas. La crítica en general con el paso de los años se ha ido
dividiendo entre los que les gusta el film y los que ve un ataque de pomposidad
sin entramado sólido que sostenga su gran ambientación, yo me encuentro en el
segundo grupo. Hay varias versiones del film, yo he visto la de 216 minutos,
estrenada en 2012.
El centro del relato es el
condado de Johnson en Wyoming en 1890, allí la Asociación de Agricultores y
Ganaderos, representada por Frank Canton (Sam Waterston), ve como el ganado y
sus tierras son, o como él cree, saqueadas y ocupadas por la oleada de
inmigrantes que han llegado al continente en busca de un porvenir mejor, han
tramado con ayuda estatal la ejecución de 125 de estos colonos sumarialmente.
El Marshall del condado, James Averill (Kris Kristofferson) luchará por impedir
la masacre, este está enamorado de Ella (Isabelle Huppert) dueña de un
prostíbulo, que a su vez es pretendida por Nathan (Christopher Walken), que
trabaja para Frank Canton, produciéndose un extraño triángulo amoroso. También tendrán importancia en la historia personajes como Billy Irvine (John Hurt), antiguo compañero de universidad de Averill,
ahora compañero desencantado de Frank Canton, y John L. Bridges (Jeff Bridges),
empresario colono amigo de Averill.

Es un western envuelto en la
melancolía, ocasísticos, crepuscular, sobre el fin del oeste salvaje, nos habla
con afán crítico sobre el doloroso parto de un país, sobre las luchas
intestinas que edificaron los confines de los Estados Unidos, sobre como a
través de la violencia se gesta la colonización de los pioneros que poblaron
esta extensa tierra, sobre la eterna guerra entre ganaderos poderosos que
necesitan infinitas tierras para su ganado paste y los granjeros inmigrantes
que llegan después con sus penurias, siendo un obstáculo para la expansión
física y económica de los ganaderos, para su progreso. Siendo en este sentido
una cinta de clara tendencia política de izquierdas, arremetiendo con saña
contra el “Sueño Americano”, para ello se encarga de hacer múltipresente en
muchas escenas la bandera barras y estrellas de USA, reflejando el racismo, la
xenofobia y el clasismo más atroz de la sociedad americana del momento, pero
que Cimino intentó extrapolarla al contemporáneamente, sobre su doble moral, su
hipocresía, sobre codicia desmedida, y sobre todo atacando el capitalismo
salvaje, ello en un tiempo en el que estaba llegando al despacho oval un
“cowboy” conservador como Ronald Reagan. Es un relato de amores compartidos, de
frustraciones, de amistades, de desengaños, de amoralidad, y sobre todo de
perdedores.



Todo esto es contado por
Cimino con un gusto sensorial prodigioso, una ambientación superlativa,
aprovechando al máximo la pantalla grande, expandiéndola los espacios abiertos
de Wyoming son expuestos en toda épica su grandeza, nos muestran lo pequeño que
el ser humano es ante la grandeza del mundo, explotando los escenarios marcados
por el fenomenal diseño de producción de Tambi Larsen (“La rosa tatuada”, “Hud”
o “El juez de la horca”), filmando paradójicamente nada en Wyoming, siendo
recreado el estado entre Montana, en su Parque Nacional de los Glaciares,
recreando al este del parque el pueblo de los colonos de Sweetwater, y en
Wallace (Idaho), la ciudad de Casper, para la escena inicial se supone era en
Harvard-USA, en realidad es la Universidad de Oxford (UK), recrea con mimo cuasi-enfermizo
cada lugar, ejemplo fue el traslado de un árbol para plantarlo en un patio de
Oxford para la escena del vals, con unos interiores fabulosos, de tabernas,
cabañas, clubs sociales, el salón de la universidad, la impresionante “Puerta
del cielo”, local social en el que se reúnen los colonos y que da título al
film, colosal trabajo de decorados, se suma un extraordinario diseño de vestuario de J. Allen Highfill (“Un día de boda”, Bufalo Bill y los indios” o “Vivir sin
aliento”), todo muy étnico en las vestimentas d elos colonos, en los pistoleros
con esos quitapolvos de ondulaciones cuasi-operisticas y que puso de moda
Sergio leone en su westerns, todo esto atomizado a la epicúrea fotografía del
húngaro Vilmos Zsigmond (“Defensa”, “Encuentros en la tercera fase” o “El
cazador”), una atmósfera cargada de lirismo visual, componiendo tomas de una
belleza superlativa, con un patinado cálido-suave-tenue, cuadros que rezuman romanticismo
estético, de una beldad arrolladora,
jugando con los claroscuros, con los rayos del sol filtrándose por las
ventanas, con las penumbras experimentando con la luz natural, emitiendo
tristeza, nostalgia, pesadumbre anímica, con hermosos travellings circulares
creando sinfonías visuales, ejemplo el vals del inicio alrededor del árbol, o
cuando seguimos al violinista (El propio compositor del score del film, David
Mansfield) tocando en patines en la “Puerta del cielo”, una labor apabullante.
Se añade la música creada por David Mansfield (“Manhattan Sur”, “El coronel no
tiene quien le escriba” o “Transamerica”), una deliciosa partitura, envuelta en
un aura estremecedora de melancolía, evocadora de sueños perdidos, maravillosa,
de las que te conmueve, se añade en la escena del inicio el vals de Strauss el “Danubio Azul”.



Desgraciadamente su apoteósica
ambientación no es acompañada con un buen guión, su dirección visual no está en
comunión con dar solidez narrativa al relato, sintiéndose por momentos una
colección de preciosas viñetas mal cohexionadas, regularmente engarzadas, con
personajes desequilibradamente descritos, con comportamientos erráticos,
derivando en un argumento confuso con el que te es difícil conectar, a medida
que avanza su metraje te sientes más y más frío ante lo que ves. Y es que
set-piece por set-piece hay secuencia apabullantes, pero orgánicamente se
siente torpe. Los victimarios del relato son los colonos inmigrantes, con los
que debiéramos conectar para empatizar con su dolor, pero el realizador nos los
muestra como una turba que se mueve de modo histérico, gritan bailan, fornican
con furcias, se emborrachan, hacen peleas de gallos, bailan, no tienen forma
definida, no hay alguien con quien empatizar, se mueven de modo comunal sin
sentido alguno, al final te da igual lo que les pase. El triángulo amoroso
entre la madame y los dos pistoleros se siente un deja vú ajado sin originalidad
alguna, incluso y lo que es peor se siente un recurso simplista de autoplagio
del triángulo de su anterior “El cazador”, el que se daba entre De Niro, Streep
y el propio Walken, no hay fuerza alguna dramática en este tri-romance, al
parecer te quieren hacer ver que James y Nathan fueron amigos alguna vez, pero no vemos acción alguna que delinee lo más mínimo esto, se siente todo
impostado. Como el idílico burdel en medio de la nada regentado por Ella, quien
se va a creer que esto existiera realmente, al albor de los bandidos que
circulaban por entonces, todo chirriante. Un desarrollo que se siente débil,
con ideas para embellecer el cuadro pero sin chicha para darle sentido, su transcurrir
se siente como dientes de sierra, más pronto estas embelesado por la
ampulosidad de la escena, como cuando baja la espuma se siente hueca de
contenido, un glorioso envoltorio, con un caramelo con poco sabor, provocando
con el paso de los minutos su indolencia rítmica deriva el cansancio del
espectador al no estar sustentado en un progreso dramático que te absorba, y es
que la megalomanía de Cimino no es capaz de apoyarla con un buen libreto, construyendo
algunas escenas de acción de lo más torponas y mal llevadas (spoiler), que
alarga en exceso momentos en que reluce su onanismo autocomplaciente visual en
perjuicio de impulsar arritmia en la cinta, haciéndose además patente y
sangrante un desaprovechamiento notorio de actores. Al principio parece que va
a ser una historia en paralelo de contrapuntos entre James y Billy Irvine, pues
los vemos a los dos en la Universidad, nos engañan haciéndonos creer tendrá
Irvine importancia en la historia, pero después que desdibujado, ni sabemos que
pinta en el argumento Irvine, ni es personaje con peso alguno, un delito no
sacar jugo al gran John Hurt. Tampoco se nos explica cual es realmente el
conflicto entre los ganaderos y los colonos, todo es confuso y envuelto en una
nebulosa, que nos hace perder el foco histórico
en una revuelta bélica caótica.


Los actores quedan
condicionados por unos roles no bien escritos (siendo benévolo). Kris
Kristofferson un cantante country metido a actor en su segundo papel en cine
tras la espléndida “Pat Garret & Billy the Kid”, lo hace bien, imprime carácter,
reflexión, idealismo, carisma, manejando su mirada como arma de transmisión emocional,
pero su personaje se pierde en un océano melancólicamente metido con calzador.
Christopher Walken como Nathan es víctima de una regular descripción de personaje,
se pasea por la pantalla sin no que nos enteremos realmente de que pinta en la
cinta más una muleta en que apoyar en tri-romance poco creíble, un desperdicio
de actor. Isabelle Huppert como la madame Ella desprende dulzura, ternura, ella
si se cree el bi-amor que padece, una pena que el susodicho guión no le de un
fondo que la perfile bien. John Hurt como Billy Irvine es otro que al principio
parece tendrá peso en la trama, pero un guión
que parece atropellado por si mismo lo deja en un esbozo de decadente nihilista
borrachín. Sam Waterston hace de un villano bastante plano, unidimensional, un
sádico sin matiz alguno, lo que resta capacidad de sugestividad y trasfondo
realista. Jeff Bridges como el líder oficioso John L. Bridges de los colonos,
queda como todos difuso, sin personalidad, sin alma. Destacar en un rol
pequeñito, y como no, desaprovechado, de Mickey Rourke, que sería el
protagonista del siguiente film de Cimino, “Manhattan Sur” (1985).
Spoiler:

Hay
empecinamiento en escenas que rozan el ridículo, comentaré algunas: Cuando tres
hombres acorralan a Ella en su burdel, vemos una espeluznante secuencia en
paralelo de todas las meretrices tiradas por los suelos masacradas, entonces el
trío se pone a violar salvajemente a Ella, e irrumpe James en la habitación con
dos pistolas, disparando a diestro y siniestro cargándose a los tres malos, y Ella,
que estaba en medio del baleo no le pasó nada, por supuesto no hay un momento
de dolor por las prostitutas asesinadas, meras figuras decorativas sin alma; No
se entiende que para matar a tres tipos, Nathan y sus dos socios vaya un
ejército de sicarios, pasado de vueltas; En el clímax final se produce una
batalla sin pies ni cabeza, un sin sentido de proporciones bíblicas, los
inmigrantes, tropecientos mil, rodean al ejército de Frank Canton, estos , que
parecen dirigidos por el hermano tonto de Forrest Gump, en vez de huir para al
menos posicionarse en un lugar de mayor ventaja se quedan en medio de un llano,
siendo rodeados en círculos por los colonos, los de dentro del círculo y los de
fuera disparan sin ton ni son, pero apenas hay heridos, Canton huye a por
refuerzos y nadie de los colonos hace por acabar con él, llega la noche y se
produce un cese de hostilidades porque sí, el ejército se queda en el llano,
pero porque no huye? Los colonos fabrican parapetos con troncos con los que por
la mañana atacan a los “malos”, estos cuando son arremetidos con estos torpes
artilugios, en vez de coger caballos y rodearlos para dispararles se quedan en
su sitio sin moverse, pero nos toman por idiotas?
Momentos
recordables: Su bucólico arranque en la Universidad, con la contagiosa alegría
de los estudiantes en su graduación, con una coreografía fascinante cuando
bailan todos alrededor del árbol, Sublime; El turbador asesinato del colono por
parte de Nathan, todo un alarde de desarrollo hermoso, con una cabaña en medio
de un precioso páramo, con esas sábana rodeando un cerdo abierto en canal, con
ese disparo a través de la sábana que atraviesa al colono, luego vemos al
pistolero a través del agujero en la sábana blanca, sublime; La reunión en el
club de los ganaderos con Frank Canton haciendo un discurso cual nazi en la “Solución
Final”, con la guinda del posterior encuentro entre Frank y James Averill; Las
imágenes de la caravana de inmigrantes tirando de sus carros, como esas que
tenemos en mente de los refugiados de guerras que huyen de las mismas; La
idílicas estampas de James Averill con Ella, paseando por los verdes páramos en
el tiro de caballos, o de picnic frente a un lago, muy bucólico; El brillante
tramo del baile sobre patines en “La Puerta del Cielo”, el gran salón de
reuniones de los colonos, toda una lección de cómo mover la cámara alrededor de
los personajes, con el violinista mientras patina, de una beldad suntuosa,
sublime.
Hubo varias versiones de la
película: El primer montaje era de 325 minutos, los ejecutivos del estudio
pidieron se recortara para ser algo más comercial; La versión del estreno en
cines era de 219 minutos, duró una semana en carteleras; Ante el estrepitoso
fracaso se hizo una reedición, hasta dejarla en 149 minutos; En 2005 se volvió a
recuperar el montaje teatral de 219 para proyecciones especiales en París y
Nueva York; En 2012 se restauró digitalmente el metraje para la 69ª Mostra de
Venecia, que luego se estrenó DVD y Blueray, eliminando el intermedio eliminado
que había en la versión de 219 minutos.
El apoteósico fracaso comercial
remite catástrofes cinematográficas previas como Cleopatra
(1963), de Joseph L. Mankiewicz, su caso guarda más
relación con el descenso que algunos colegas y contemporáneos de Cimino venían
afrontando en aquella década no del todo ganada por los cineastas americanos de
la generación del 70. Peter Bogdanovich ya había sufrido un peligroso revés con At Long Last Love (1975), Martin
Scorsese lo había experimentado con New York,
New York (1977) y resucitaba –en todo
sentido- con Toro Salvaje, mientras Francis Ford Coppola se embarcaba en su infernal y
pesadillesca aventura en el corazón de las tinieblas con Apocalypse Now! (1979). La
leyenda (y varios testimonios directos) sostiene que Cimino desplegó un amplio
arsenal de demenciales decisiones, tales como la de repetir más de cincuenta
veces una misma toma, mandar a reconstruir sets y decorados completos por
detalles ínfimos, someter a su elenco a continuas clases de cabalgata, baile,
tiro con escopeta e incluso patinaje, elegir a una actriz francesa sin la
capacidad de pronunciar claramente una sola palabra en inglés en el contexto de
una película ambientada en el Lejano Oeste del siglo diecinueve o aguardar
durante horas junto al equipo de eléctricos e iluminación a que las nubes se
posicionaran donde él pretendía. Cimino estaba enamorado de su película y
consumó su pasión a través de un auténtico vía crucis.

Hacia 1980
los estudios United Artists podían presumir de entenderse bastante bien tanto con
el prestigio como con la taquilla. Entre sus producciones se encontraban
películas como Midnight
Cowboy (John
Schlesinger, 1969), Rocky (John Alvidsen, 1976), Manhattan (Woody
Allen, 1979) y Toro
Salvaje (Raging Bull, Martin Scorsese, 1980), además de toda la saga de James Bond.
Michael Cimino provenía del mundo publicitario y su filmografía hasta entonces
era acotada. Apenas cuatro años después de su debut con Thunderbolt & Lightfoot (1974), protagonizada por Clint Eastwood y Jeff Bridges,
Cimino alcanzaba la cima de su carrera con la realización de la multipremiada El cazador (The Deer Hunter, 1978). La unión de esfuerzos entre el prestigioso
estudio y el laureado cineasta italoamericano tenía como objetivo dar vida a
uno de los proyectos más ambiciosos de los que se tuviera recuerdo, una
película que, en palabras de Steven Bach, el conflictivo productor ejecutivo de Heaven’s Gate, debía marcar una diferencia con respecto a la producción del resto de
los estudios. Un poema épico sobre un episodio poco conocido en la historia de
los Estados Unidos: el de la guerra sucia entablada por una poderosa asociación
americana de ganaderos contra los inmigrantes de origen europeo de Wyoming, a
fines del siglo diecinueve, por una disputa territorial. La guerra de Johnson
County, ocurrida en abril de 1892, había sido definida por el propio director
como un “genocidio blanco”. Cimino ya había demostrado su visión de América
como crisol de razas en su película previa, que se centraba en un grupo de trabajadores
metalúrgicos pertenecientes a la comunidad rusa de un pueblo del oeste de
Pennsylvania. Cimino tenía encajonado el proyecto desde hacía varios años, y el
impulso brindado por el éxito de El
Cazador parecía
abrirle el camino para darle forma definitiva. Al final Cimino llevó en su
megalomanía a la ruina financiera de los legendarios estudios cinematográficos
fundados por Mary Pickford, David W. Griffith, Charles Chaplin y Douglas
Fairbanks en 1919, que pasaron a ser absorbidos por la Metro Goldwyn Mayer
después de la debacle. La película fue un desastre artístico y financiero
absoluto que se sostuvo una sola semana en cartelera, llevando a la quiebra al
estudio y perjudicando seriamente la trayectoria posterior del director.

El presupuesto inicial era de 11.6 millones $, disparándose por
diferentes motivos a los 44. Un
árbol fue talado, movido en pedazos, y trasladado al patio de la escena de
graduación de Harvard 1870. Cimino
disparó más de 1,3 millones de pies (casi 220 horas) de material de archivo. En privado, Cimino había expresado su
deseo de superar a Francis Ford
Coppola la marca de record de un millón de pies de
material de archivo de Apocalypse Now (1979). Durante la producción a Cimino le apodaron "El
ayatolá". La producción se retrasó
muchísimo, retrasaba el rodaje hasta por que una nube no le gustaba en la imagen. Como resultado de los numerosos
retrasos, varios de los músicos traídos originalmente a Montana para trabajar
en la película para tres semanas, terminaron esperando semanas a ser llamados
para las sesiones, y simplemente se sentaron allí durante seis meses. John Hurt pasado tanto tiempo de espera en torno a la producción sin nada que
hacer que se fue e hizo El hombre elefante (1980) de David Lynch , en el ínterin, y luego volvió a rodar más escenas en La
puerta del cielo . El perfeccionismo de Cimino no tenía límites, y pronto todo el
mundo vio que el director filmaba a un ritmo excesivamente lento. Mientras el
presupuesto preveía dos páginas al día de un guión de ciento treinta y tres
páginas, el ritmo real se acercaba más a los cinco octavos de página. Al cabo
de los primeros doce días de rodaje, Cimino ya llevaba diez días y quince
páginas de retraso. Comenzó a perder terreno al ritmo de un día por toma. Hacía
levantar, tirar y volver a levantar decorados, y traer carretadas de extras.
Rodaba diez, veinte, treinta tomas de cada escena, y hacía copias de casi cada
una de ellas, unos tres mil metros al día (dos horas de película o más), lo que
significaba un coste de doscientos mil dólares por día, lo que es lo mismo que
decir un millón por semana. El presupuesto inicial acabó consumido cuando aún
faltaban más de tres cuartas partes del rodaje. Cuando La
puerta del cielo se estrenó, duraba tres horas y
treinta y cuatro minutos.

La puerta del cielo terminó el rodaje en marzo de 1980. Según
se informa, durante la post-producción Cimino cambió la cerradura de la sala de
montaje del estudio, prohibiendo a los ejecutivos de ver la película hasta terminara
su montaje. El editor ganador de un Oscar William H.
Reynolds , dijo estar esclavizado por Cimino. Se ha
rumoreado que algunos de los excesos observados en la historia de la producción
de la película pudieron ser causados por el consumo de drogas en el set. En el libro de Harry y Michael Medved "El
Salón de Hollywood de la vergüenza", una información anónima de producción
que trabajó en la película es citado diciendo, "Mucha gente se pregunta
cómo una película como 'La puerta del cielo' podría costar $ 40 millones. Voy
decirlo. Veinte millones de dólares para la película y otros $ 20 millones para
la cocaína para el elenco y la tripulación. Costo de $ 44 millones (equivalentes a $ 126
millones al 2015) y el bajo rendimiento en la taquilla ($ 3.484.331 bruto en USA)
generó una publicidad más negativo que el daño económico real. El fiasco tuvo
un efecto más amplio en la industria cinematográfica estadounidense. Durante la década de 1970, los
directores relativamente jóvenes como Francis Ford Coppola, Peter Bogdanovich , George Lucas , William Friedkin , y Steven Spielberg se les habían dado grandes presupuestos con muy poco control de estudio. Los estudios hicieron que el poder de los directores disminuyera
considerablemente, como resultado de las taquillas decepcionantes, como tanto “Witch”
(1977) de Friedkin, y culminando en “Corazonada” de Coppola, siendo el zenit, Cimino y
su La puerta del cielo,
poniendo fin a los excesos que había engendrado la
puerta del cielo .
Además de estar situado en Wyoming y el hecho de que muchos de los
personajes tienen nombres de las figuras clave en la guerra del
condado de Johnson , la trama y los personajes
mismos casi no tienen relación con las personas y acontecimientos históricos
reales. Hubo un pequeño número de
colonos que llegaron al norte de Wyoming, pero no había hordas de
inmigrantes europeos pobres en masa , mucho menos mataban el
ganado de los ricos por hambre. Lejos
de ser un "mercenario” a sueldo de los ganaderos, Nathan Champion era un pequeño ranchero muy
querido en el condado de
Johnson, a quien los ganaderos ricos denominaron "rey de los
ladrones" porque él se levantó contra su táctica de reclamar todo el ganado sin marca. Jim Averell era un ranchero de poca monta, a unas 100 millas (160 kilómetros) al
suroeste del condado de Johnson. Junto
con su esposa Ellen (o Ella)
Watson, fue asesinado por los ganaderos ricos dos años antes del comienzo de
la guerra del condado de Johnson. Ella no era una señora burdel como retratada
en la película, es poco probable que alguna vez Watson o Averell supieran algo
de Nathan Champion.
Cinta que me despierta
contrastes, por un lado su magnificencia visual en viñetas sibaritas, y por
otro está su aturullado guión que una vez debe hacer fluir el relato se pisa el
pie una y otra vez, pariendo personajes imprecisos, con los que no empatizas y
termina dándote igual lo que les pase. Fuerza y honor!!!