EL COLECCIONISTA.
Obra Maestra del maestro William Wyler. Thriller de terror psicológico. Lo he revisto con motivo de que se cumplen 60 años de su estreno (20/05/1965 en el Festival de Cine Internacional de Cannes), y me ha gustado aun más que la última vez que lo vi, como los buenos vinos, gana con el tiempo. El guion de Stanley Mann (“Matar o no matar, este es el problema”) y John Kohn (“El ojo de la aguja”), con la aportación no acreditada de Terry Southern (“Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”), adaptando la novela homónima de 1963 de John Fowles (“La mujer del teniente francés”), narrando como un joven inglés acecha a una bella estudiante de arte antes de secuestrarla y mantenerla cautiva en el sótano de su casa rural estilo tudor. Siendo casi una obra teatral que recuerda a la posterior “La Huella” (1972), un fascinante tour de forcé en el que nos embarca Wyler de la mano de los formidables Terence Stamp y Samantha Eggar.
Estudio de personajes de
hondura dramática sensacional en el enfrentamiento de caracteres, con un tipo
acomplejado, un reprimido sexual latente, de apariencia educada, pero en
realidad un psicópata (lo que hoy se llamaría un Incel), frente a una joven
hermosa de mundo, culta, e inteligente. Esta diferencia se da también en la
vestimenta, él vistiendo traje clásico negro triste, y ella vestidos de colores
alegres. Una radiografía sobre el machismo más febril, ese que tiene como
fantasía el poder someter cual esclava sexual a la mujer que desee,
encerrándola para disponer de ella a su antojo, las ansias de posesión, la
obsesión por el dominio, el ego de creerse con derecho de pernada sobre
cualquier mujer. Con ello se da el duelo entre los mecanismos de manipulación
de uno y otro, cada uno con sus diferentes objetivos, él poder enamorarla y
ella escapar, enmarcado en un claustrofóbico entorno, donde Wyler demuestra
mano maestra para edificar una atmósfera cerrada y opresiva, con epicentro en
una cripta gótica claramente inspirada en pelis de horror. Surtiendo el libreto
de diálogos afilados, sustanciosos, con disputas cargadas de fuerza emocional,
como los que se dan por la cultura (la pintura de Picasso, o el libro de JD
Salinger ‘El guardián entre el centeno’)
Freddie (Stamp) es un
joven solitario y socialmente torpe que compra una granja del siglo XVII con
las ganancias que ha ganado en las quinielas de fútbol. Entomólogo aficionado,
se dedica a capturar mariposas, de las que posee una gran colección. Frederick
empieza a acechar a Miranda Grey, una estudiante de arte londinense de clase
media. Un día, Frederick sigue a Miranda a un pub en Hampstead antes de secuestrarla
en la calle, incapacitándola con cloroformo. Miranda despierta en el cavernoso
sótano de piedra sin ventanas de la granja de Freddie, que él ha adornado con
una cama, muebles, ropa, herramientas de pintura y una estufa eléctrica. Ella
asume que la han secuestrado para pedir un rescate o para usarla como esclava
sexual e insiste a Freddie en que su padre no es rico. Freddie explica que no
busca sexo ni rescate; explica que él y Miranda solían viajar en el mismo
autobús años antes en Reading y que él continuó siguiéndola a Londres después
de que ella se matriculara en la escuela de arte. Cuando él le declara su amor,
ella finge una apendicitis como estrategia para escapar, pero es atrapada.
Freddie acepta liberar a Miranda después de cuatro semanas, un período que cree
que le permitirá "conocerlo".
Se inicia con la
neurálgica música de Maurice Jarre, vemos un joven corriendo por la campiña
inglesa, lleva un cazamariposas, persigue una mariposa hasta atraparla, con
cuidado la encierra en un tarro de cristal. Tras lo que el joven descubre una
mansión Tudor, y está a la venta. Ve que tiene sótanos de arquitectura antigua.
Entonces oímos primeras palabras, en voz en off (volverá circularmente en el
final del film la voz en off): "Supongo que fue la soledad y el sentirme
lejos de todo, lo que me impulsó a comprar la casa. Y después de haberla
comprado, me dije que no llevaría a cabo el plan, aunque había hecho todos los
preparativos y sabía dónde estaba ella a cada minuto del día...". Tras lo
que vemos al joven seguir con su furgoneta a la bella Miranda, haciendo
claramente un símil de que la chica es ahora la mariposa para el joven, sobre
todo cuando la atrapa y mete en el particular bote de cristal que será la
‘mazmorra’-cripta. Esta alegoría se atomizada cuando él le muestra su necrófila
colección de mariposas exóticas pinchadas con alfiler, siendo en este sentido
brillante el plano en que Miranda se ve reflejada en un tarro de mariposas.
Es choque de
personalidades, donde ella intentará con sus armas escapar en escenas
construidas con una tensión hitchcockiana maravillosa, como es cuando finge
ella estar enferma, pero sobre todo en el formidable tramo en que Freddie la
deja ir a bañarse a la casa (él ha tapiado la ventana para que no pueda huir
por la habitación) y aparece un curioso tipo,
el coronel Whitcombe (Maurice Dallimore), cuando ella oye al tipo quiere
gritar y Freddie se lo impide (primero hundiéndole la cabeza en el agua de la bañera)
amordazándola y amarrándola a una tubería, para luego atender al pesado del
vecino, viene a saludarlo, mientras el tipo está allí, Miranda abre con su pie
el grifo del agua, creando Wyler una intriga fascinante cuando vemos en el
montaje como el coronel habla de cosas triviales con Freddie, y por otro lado
corta al agua que inunda el baño, sale por la puerta al pasillo y termina
saltando a la entrada, donde el Coronel se percata, brillante, y muy bueno como
se resuelve; También se crea tensión cuando Freddie le permite escribir una
carta a su madre y en un descuido de él, ella introduce una nota en el sobre; Y
está el último dramático enfrentamiento bajo al lluvia frente a la puerta d ela
cripta (no quiero spoilear).
Luego están las formas
en que Miranda intenta complacer a Freddie para este le de cuerda, y al final
Freddie se siente inferior y colisiona con ella una y otra vez. Él le habla de
los novios de ella, y ella intenta rehuir el asunto sabiendo de los celos de
él. Hay disputas sobre el arte y cultura, como son las que se dan por el pintor
malagueño Pablo Picasso, como el cubismo no lo aprecia Freddie, mientras ella
intenta explicarle lo que significa, pero esto enfurece a él, sintiéndose
inculto ante ella. También colisionan por el famoso libro de JD Salinger “El
guardián entre el centeno”, ella aprecia el mensaje del escritor en su libro,
mientras Freddie lo detesta, el paternalismo de ella hace que él se encolerice.
Por más que ella intenta crear puentes, él nota condescendencia y se irrita.
Siendo el punto álgido cuando ella se le ofrece sexualmente.
Toda esta batalla de
voluntades tiene su zenit en su escalofriante rush final, tramo cargado de
dramatismo, a la par que de mordacidad y de un humor negro en su epílogo que
retuerce, maravillosa y muy valiente coda, sorprendente, imprevisible,
Antológico (al parecer fiel al del libro).
Terence Stamp borda su
rol de tipo introvertido, con un dominio excepcional del lenguaje físico, sus
andares encorvados, con la cabeza de lado, con su mirada extraña, da
maravillosamente con el carácter de un perturbado, amable, educado, gentil
con la chica, pero a la vez a esta la tiene presa. Un psicópata complejo,
neurótico, inquietantes sus arranques de furia descontrolada, sensacional; Samantha
Eggar está radiante como la rea del ‘loco’, con esos seductores ojos verdes que
encandilan, muestra con una autenticidad que rasga toda una gama de emociones a
flor de piel, desde el temor, la rabia, la indignación, la esperanza, la
nostalgia, la desesperación, el pesimismo, y ello mientras intenta dominar su
ira para poder manipular al ‘tarado’ Freddie, actuación prodigiosa.
Interpretación desbordante de intensidad. Fue nominada al Oscar (ganó el
galardón Julie Christie por “Darling”); Entre ambos intérpretes hay una
extraordinaria química en sus contrastes.
La puesta en escena es
espléndida en su función de proyectar un estado de ánimo. Desde la gran
dirección artística del oscarizado John Stoll (por “Lawrence de Arabia”) ese
escenario de la vivienda Tudor con esa cripta gótica que se emparenta con un
calabozo, creando claustrofobia; Esto atomizado por la fenomenal cinematografía
de los oscarizados Robert, Krasker en exteriores (fue premiado por nada menos
que “El tercer Hombre”), y Surtees en platós (tres estatuillas: “Las minas del
rey Salomón”, “Cautivos del mal”, y “Ben-Hur”), impregnando los fotogramas de
angustia vital Amenazante, con picados y contrapicados dramáticos, acentuando
la prisión que es la mansión, y sobre todo la cripta, con toques de planos subjetivos
para hacernos sentir en primera persona, con ingeniosas alegorías simbólicas
con las mariposas y la secuestrada, con reflejos de vidrios (el ya mencionado
de Mirando en un bote), con mucha toma de líneas verticales para expresar la
cárcel en la que estamos, son sinuosos travellings, con nerviosa cámara en mano
en secuencias de tensión incipiente; Todo esto adornado por al neurálgica
música del galo tri-oscarizado (las tres con David lean: “Lawrence de Arabia”,
“Doctor Zhivago” y “Pasaje a la India”) Maurice Jarre, creando melodías
ominosas, cortantes, secas, adustas, con leitmotiv que emula a un corazón
palpitante nervioso.
Spoiler:
Momento recordables
(aparte d ellos ya mencionados): Ella al inicio del secuestro le espeta:
"Toda Inglaterra debe estar buscándome. Antes o después acabarán por
encontrarme”, y él de modo frío le suelta: “Nunca nos encontraran, porque si,
te están buscando a ti; pero nadie me está buscando a mí."; La supuesta
última cena entre ambos. Él le pide el matrimonio regalándole una alianza,
ella tras el desconcierto inicial, se da cuenta de que Freddie jamás la
soltará, con lo que intentará juga con él siguiéndole la corriente, y le dice
que sí. Y entonces él, tras ella haber dudado un poca entra en cólera, acabando
en una batalla pro al casa; Cuando ya desesperada, Miranda intenta seducir a
Freddie, se le ofrece sexualmente, desnudándose, besándolo, acariciándolo,
dejando en el aire si es real o intento de manipulación de ella. Él termina
rechazándola por creerla una ‘mujerzuela’, dejando entrever su frigidez o
impotencia sexual. Entonces ella sabe que no tiene salida alguna ante este
‘demente’;
Rush final: Finalmente
ella muere de neumonía cuando él tiene que ir a curarse la herida que ella le
ha provocado en la cabeza al golpearle con una pala. Y cuando descubre su
cadáver no lamenta su muerte porque queda desencantado de ella en el momento en
que la joven trata de seducirle. Entonces en el sótano, la cámara abandona al
secuestrador, con movimiento ascendente,
primera panorámica a la izquierda, encuadra el muro en que la víctima pintaba en
colores fulgentes, los días de su reclusión y, seguidamente, hay movimiento
descendente hasta el cuerpo sin vida de la joven en el camastro). Tras ello hay
una elipsis, la voz en off de Frddie nos habla de donde la enterrado. Tras
ello, decide raptar a una chica más de su condición (“alguien común, que me
respete más, alguien a quien la pueda enseñar”, dice sobre su objetivo), una
enfermera que vive en los alrededores.
Los productores no
estuvieran satisfechos con el final más oscuro del libro; querían que Miranda
escapara. Wyler rechazó el final "más feliz" de de terry Southern.
El papel secundario de
la tía Annie fue interpretado por Mona Washbourne, mientras que Kenneth More
interpretó a George Paston, o "GP", un hombre de la novela original a
quien Miranda escribe extensamente y a quien admira. Las escenas de More fueron
finalmente eliminadas del montaje final de la película. Fue la única película
que More rodó en Hollywood.
Tres semanas después de
los ensayos, Wyler despidió a Eggar porque no estaba satisfecho con su
actuación, lo que provocó el cierre de la producción. Después de que la
directora de la segunda unidad de la película completara una lectura completa
del guion con Eggar, fue recontratada con la condición de que Kathleen Freeman,
actriz de personajes, fuera su coach en el set. Fuera de cámara, a Eggar solo
se le permitió hablar con Freeman.
La producción se
trasladó a Inglaterra para filmar las escenas exteriores, que incluyeron
rodajes en exteriores en Mount Vernon, Hampstead, Londres y Forest Row East
Sussex. Los exteriores de la casa de Freddie se filmaron en una granja de 400
años de antigüedad en la zona rural de Kent. Después de completar los rodajes
en exteriores en Inglaterra, la producción regresó a Los Ángeles, donde se
llevó a cabo el resto del rodajeo.
El corte original de El
Coleccionista duró tres horas. Debido a la presión de sus productores, Wyler se
vio obligado a cortar la película en gran medida, eliminando 35 minutos del
prólogo protagonizado por Kenneth More. Wyler dijo: «Algunas de las mejores
secuencias que he filmado terminaron en la sala de montaje, incluyendo el papel
de Kenneth».
Brillante film melodrama
psycho-sexual, de los que cala y deja huella. Gloria Ucrania!!!
PD. El Coleccionista se
estrenó en el Festival de Cine de Cannes en mayo de 1965, donde Stamp y Eggar
ganaron los premios a Mejor Actor y Mejor Actriz, respectivamente. Eggar ganó un Globo de Oro a Mejor Actriz en
una Película Dramática por su actuación y también fue nominada al Óscar a Mejor
Actriz, mientras que Wyler recibió una nominación a Mejor Director. Fue la
última de las 12 nominaciones a los Óscar a Mejor Director, un récord para
Wyler.
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