viernes, 30 de mayo de 2025

 


A LA CAZA.

 

Frustrante thriller, film que tras su escaparate de la exhibición del morbo del submundo sadomaso gay se esconde la nada. Escrita y dirigida por William Friedkin, basada libremente en la novela del periodista del New York Times Gerald Walker sobre un asesino en serie que atacaba a hombres homosexuales, en particular a los hombres relacionados con el mundo del cuero a finales de los 70. La visión del director de los ochenteros ambientes gay se refleja en guetos sado-maso repletos de velludos ‘ositos’ con cuero, cuero, botas, látigos, cadenas y gorras de policía, que se juntan en clubs nocturnos para saciar sus más bajos instintos a la vista de todos los voyeurs presentes. Había 40 minutos más de perversiones homosexuales donde Friedkin parecía querer saciar los instintos onanistas de los degustadores de este género, pero la censura le hizo eliminarlos. Es un retrato sórdido de un universo de calles, bares, (los mencionados) clubs, edificios de apartamentos, donde todos son gays (¿?), me resulta harto complicado dar veracidad a este cosmos, donde para retorcerlo más aun en el inicio nos muestran a un par de patrulleros policías que de modo homófobo arremeten contra dos gays, para luego forzarlos sexualmente, para espetarnos ese recurso simplista que detrás de uno que odia a los homosexuales hay un gay latente en él (¿?). Esta forma de representar a la comunidad gay como dodne impera el sadomasoquismo, la violencia y hasta los asesinatos provocó una oleada de protestas de los colectivos homosexuales.

 

En la ciudad de Nueva York, en pleno verano, aparecen restos humanos en el río Hudson. La policía sospecha que se trata de un asesino en serie que secuestra a hombres homosexuales en bares del West Village como el Eagle's Nest, el Ramrod y el Cock Pit, y los lleva a pensiones o moteles baratos, donde los ata y los apuñala hasta la muerte. El capitán Edelson (Sorvino) le pide al oficial Steve Burns (Pacino), delgado y moreno como las víctimas, que se infiltre en el mundo del sadomasoquismo gay y los bares de cuero del Meatpacking District para dar con el asesino. Burns acepta la misión, considerando este caso de alto perfil como una forma de ascender rápidamente en su carrera. Alquila un apartamento en la zona y se hace amigo de su vecino Ted Bailey (inane Don Scardino), joven dramaturgo gay con dificultades. El trabajo encubierto de Burns afecta negativamente su relación con su novia Nancy (Allen), debido a su incapacidad para contarle los detalles de su misión actual.

 

Tras este trampantojo del morbo hay la nada más absoluta, un guion atrofiado, donde nada funciona y todo se ve forzado. Tenemos a un Al Pacino de protagonista desubicado, que n o sabe bien lo que hace y lo demuestra en cada ataráxica aparición. No le ayuda un guion que nunca nos cuenta quien es, que quiere, cuales son sus aspiraciones, lo vemos en plan voyeur en los clubs pero nunca sabemos si él por mor de su misión o por gusto participa de los saraos gays. Pacino se mantiene todo el tiempo con una cara de alelado que te hace pensar si alguien lo engañó para estar ahí. No mejoran los secundarios, meros clichés acartonados con pies y ojos, con un Paul Sorvino pidiendo a gritos coger el cheque y salir corriendo; y una Karen Allen (única mujer del reparto) que parece una extraterrestre por como no entiende que hace ahí, al menos un año después le vino a tocar el gordo con su papel en “En busca del Arca perdida”.

 

El argumento no hay por donde cogerlo en la forma atropellada de acontecer, notándose lagunas que no se si son por una mala edición o por una pésima realización. Un desarrollo plano, con diálogos chuscos, con situaciones muchas ridículas, se lleva la palma el caricaturesco interrogatorio policial a un ‘sospechoso’ gay en que para ‘agilizar’ respuestas aparece de vez en cuando un negro de dos metros con sombrero texano y ataviado únicamente con un taparrabos que da unos guantazos pantagruélicos para luego volver a desaparecer a la habitación de al lado donde lee un periódico (propio esto de un sketch desechado de José Mota). Un manejo de la intriga y la tensión propio de alguien desganado. Todo para desembocar en un rush final atropellado, con un clímax del baratillo, y coronado por un pretendido epílogo ambiguo que por como ha evolucionado la peli me importa un bledo lo que signifique.

 

Puede que en el centro de la historia esté como le afecta al protagonista el tener que infiltrarse en este mundillo perverso gay, pero esto me resulta sin chicha alguna, nunca se empatiza mínimamente con el rol de Pacino que parece hueco. Por mucho que mientras fornica con su pareja hetero le vengan flashes de los ambientes gays, esto me es metido con fórceps, no hay asideros emocionales a los que cogerse, mero artificio huero.  No hay intensidad alguna en la caracterización de Burns, un robot. Friedkin parece pretende jugar con la ambigüedad del prota y le queda muy tosco por que no sabe abordar a este para darle matices y aristas, es más plano que un folio.

 

Los asesinatos se producen en un contexto de atavismo de muy bajo calado para el espectador (ósea, yo). Como se produce la investigación de Burns es propia de un tarugo, con uno de los sospechosos alardea de espiarlo e incluso de haber allanado su apartamento, ello sin sentido alguno.   

 

Spoiler:

 

Rush final: Siguiendo una nueva pista, Burns investiga a estudiantes de la Universidad de Columbia que estudiaron con una de las víctimas anteriores, un profesor universitario. Burns cree haber encontrado al asesino en serie: Stuart Richards (Richard Cox), estudiante gay de posgrado en música con esquizofrenia. Allana su apartamento y encuentra una caja con cartas para su padre. Burns se encuentra con Richards en Morningside Park y lo invita a tener relaciones sexuales. Después de que Burns le pida que se baje los pantalones, Richards intenta apuñalarlo, pero Burns lo apuñala en el costado, dejándolo incapacitado. Burns detiene a Richards, y sus huellas dactilares coinciden con las encontradas en uno de los apuñalamientos. Vamos, que al final cogen al primero que pasa por allí (¿?); Poco después, se encuentra el cuerpo mutilado de Ted. La policía descarta el asesinato como una pelea amorosa que se volvió violenta y emite una orden de arresto contra Gregory (inane James Remar), con quien Burns tuvo un enfrentamiento previo debido a los celos de Gregory. Esto que pinta en la peli?; Burns, ahora ascendido a detective, regresa a casa de Nancy. Mientras Burns se afeita la barba en el baño, Nancy se pone su chaqueta de cuero, gorra y gafas de aviador, exactamente las mismas que llevaba el asesino. Burns se mira en el espejo y fundido a fin; Que nos quiere decir Friedkin? Que el asesino es Burns? Que se ha vuelto un asesino copycat? Por eso lo del asesinado Ted, pero porque mataría él a este que era su amigo?; Nos viene a decir que conviviendo con gays Burns se ha coinvertido en gay? Y si es así que?; Pacino ha declarado que Friedkin no le explicó cómo interpretar el final de la película, diciendo: "Soy el asesino al final de la película o me he vuelto gay? A día de hoy no lo sé, porque Friedkin nunca me dijo cómo interpretar mi escena final".

 

Friedkin se interesó por el proyecto tras una serie de asesinatos sin resolver en bares de cuero gay en la década de 1970 y los artículos escritos sobre los asesinatos por el periodista del Village Voice Arthur Bell. Friedkin también conocía a un oficial de policía llamado Randy Jurgensen, que había recurrido al mismo tipo de encubrimiento que Steve Burns de Pacino para investigar una serie anterior de asesinatos gay; Paul Bateson, un asistente médico que había aparecido en la película de Friedkin de 1973, El exorcista, estuvo implicado (pero nunca acusado) en seis de los asesinatos en los bares de cuero, mientras que fue procesado por otro asesinato. Todos estos factores le dieron a Friedkin el ángulo que quería perseguir al hacer la película. Jurgensen y Bateson se desempeñaron como consultores cinematográficos, al igual que Sonny Grosso, quien anteriormente había asesorado a Friedkin en The French Connection. Jurgensen y Grosso aparecen en pequeños papeles en la película.

 

La película pretendía representar el cruising gay tal como se daba en el Mineshaft, que sí aparece en la novela. Sin embargo, ese bar no se nombra en la película porque no permitía filmar. Las escenas de la película se filmaron en el Hellfire Club, decorado para parecerse al Mineshaft. Los clientes habituales del Mineshaft también aparecieron como extras, y se rodaron escenas en calles y otros lugares cercanos al Mineshaft. Además, Pacino visitó el Mineshaft mientras investigaba para su papel.

 

La Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA) otorgó originalmente a Cruising una clasificación X. Friedkin afirma que presentó la película a la junta de la MPAA "50 veces" a un costo de $50,000 y eliminó 40 minutos de metraje del corte original antes de obtener la clasificación R. El metraje eliminado, según Friedkin, consistía íntegramente en imágenes de los clubes, donde se filmaron partes de la película, y contenía "sexualidad absolutamente explícita... ese material mostraba la homosexualidad más explícita con Pacino observando, y con la insinuación de que podría haber estado participando". En algunas discusiones, Friedkin afirma que los 40 minutos faltantes no afectaron la historia ni las caracterizaciones, pero en otras, afirma que el metraje creó "giros misteriosos (que la película ya no tiene)"; que el metraje adicional aclaró la sospecha de que el personaje de Pacino pudiera haberse convertido en un asesino; y que el metraje faltante simultáneamente hizo que la película fuera más y menos ambigua. Cuando Friedkin intentó restaurar el metraje faltante para el lanzamiento en DVD, descubrió que United Artists ya no lo poseía. Cree que UA lo destruyó. Cierta actividad sexual oculta sigue siendo visible en la película tal como se estrenó, y Friedkin intercaló algunos fotogramas de pornografía gay en la primera escena, en la que se representa un asesinato.

 

Tras el escándalo del film se haya la nada más olvidable. Gloria Ucrania!!!

 

PD. El título tiene un doble sentido, ya que "cruising" puede describir tanto a policías en patrulla como a hombres que buscan sexo.

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