MEGALOPOLIS.
Decepción Épica este engendro de film. Como es posible que el director capaz de realizar ese póker de Obras Maestras en los 70 (“El Padrino”; “La Conversación”, “El Padrino II” y “Apocalypse Now”) haya sido capaz de perpetrar esta caótica cinta?
Ambientada en una ciudad de Nueva York alternativa del
siglo XXI (rediseñada como "Nueva Roma"), sigue al arquitecto
visionario Cesar Catilina (Driver) mientras se enfrenta al corrupto alcalde
Franklyn Cicero (Esposito), se opone a los planes de Catilina de revitalizar
Nueva Roma construyendo la utopía futurista "Megalópolis". La
película hace muchas referencias a la historia romana, en particular a la
conspiración de Catilinaria del 63 a. C. y a la transición de la República
romana al Imperio romano.
Este es un drama de ciencia ficción épica
estadounidense escrita, dirigida y producida por Francis Ford Coppola. No podía
aceptar que la crítica especializada cuasi en bloque tritura esta película, me
negaba a creer tanto improperio, y es que era el sueño de su vida esta
producción, un proyecto personal de décadas, pensaba que a sus 85 años tenía el
poso para saber dar de calidad superior en su (eso se dice) canto del cisne,
pero mi gozo en un pozo, pues tras verla entiendo las críticas pueden
entenderse incluso de benévolas por el akelarre sin pies ni cabeza que nos
‘regala’ aquí.
La pasión que se le supone en una obra en la que ha
empeñado Francis su fortuna particular, el hecho romántico de jugárselo todo en
su sueño que parecía irrealizable, desgraciadamente queda reflejada en una cosa
espasmódica, queriendo abarcar demasiado y apretando nada, una pomposa cinta
rebosante de personajes, y la mayoría nada pintan en el desarrollo, y los que
pintan son roles caricaturescos la mayoría, otros inflados en ser tópicos
adornados por frases y monólogos que en su boca se notan en el mejor de los
casos huecos, en otros absurdos, henchidos de la nada. Por lo que empatizó con
ellos como con una ameba, nunca conectó con ellos, nada me importa si viven,
mueren, consiguen sus sueños o los abducen los extraterrestres.
Una pléyade de intérpretes tan cuantiosa como
deslucida, donde solo el protagonista muestra algo de intensidad como es Adam
Driver, pero no es suficiente para dotar cede carácter a su hueco Cesar
Catilina, con el los erráticos Giancarlo Esposito (el eterno Gus Fring de
“Breaking Bad”, aquí con un rol acartonado de villano plano), Nathalie Emmanuel
(en un rol almibarado hasta dar ardores, con el potencial que atesoraba el
estar entre los dos némesis, con ese arranque de nihilista disfrutadora
hedonista que luego borran de un plumazo de su carácter), Aubrey Plaza (en un
papel guiñolesco de femme fatale en que es exponente de la prensa
sensacionalista), Shia LaBeouf (parodia chusca del grandioso Elsworth Toohey de “El manatial”, aderezado
por esas cejas horribles que desorientan), Jon Voight (creando una especie de referente
Donald Trump de vergüenza ajena, como colofón su ‘erección’), Laurence
Fishburne (que supongo que aún se pregunta que hace el en la película), Talia
Shire (nombre real Talia Rose Coppola, hermana [como delata su apellido] del
director, eterna Connie de “El Padrino” y Adrian de “Rocky”, aquí en un papel
parche sin sustancia alguna), Jason Schwartzman (sobrino haciendo para lo malo
de Jason Schwartzman, hijo de Talia y sobrino por tanto, del director), Kathryn
Hunter, Grace VanderWaal (inocua aspirante a Taylor Swift), Chloe Fineman,
James Remar, DB Sweeney y Dustin Hoffman (que pinta el gran actor en esta
película).
Pariendo una cosa desordenada, anárquica, incluso
irritante. Un metraje que para lo que cuenta se nota desproporcionado,
derivando en eso tan nocivo en cine como es el tedio. Un desarrollo cargado de
situaciones superficiales, donde se quiere dar trascendencia a lo que se cuenta
con argumentos de primero de simplismo. Tiene multitud de referencias
influencias, entre ellas las notables a “Metrópolis” de Fritz Lang o sobre todo
a “El manantial” de Ayn Rand, por el protagonista arquitecto, en la pretérita
el sensacional Howard Roark (emulo del real Frank Lloyd Wright que componía
Gary Cooper), que busca la pureza en sus obras, este claro alter ego de FFC,
como también lo fue su “Tucker” (1988), como hay guiños a la “Napoleón” de
Anbel Gance de 1927, cuando en la parte final divide la pantalla en tres para
mostrar varios acontecimientos simultáneos (llegados aquí me importa entre el
zero y la nada lo que pasa en este mosaico), hasta resortes shakesperianos
tiene, con el monólogo de Hamlet que Adam Driver pronuncia en un contexto
ridículo.
Una producción de 120 millones de dólares que apenas
brillan por lado alguno, los efectos especiales resultan burdos en su
artificiosidad, algunos se notan rústicamente telones toscamente pintados; el
diseño de producción me ha sido pobre de solemnidad, esperaba algo imaginativo
y lo que veo es algo soso, como esbozos descartados que Coppola ha decidido
incluir por falta de inspiración. La fotografía del rumano Mihai Malaimare Jr.
me ha sido insípida, en patinados saturados amarillentos y anaranjados, mucho
mejor su trabajo anterior con Coppola en la serie b “Twixt”.
Película confusa, alambicada, perezosa en su edición, nos
proponen un duelo entre el pragmatismo del alcalde y el idealismo del
arquitecto premio Nobel, esto emparentándolo con paralelismo nada sutiles a la
decadencia del Imperio de Roma. Por si esto fuera poco evidente, la imaginería
del film viste a protagonistas con togas romanas, así como muchos de los
personajes (incluido el protagonista) llevan cortes de pelo a tazón (propios de
la Era del imperio Romano), por la gracia de una parece con el freno de mano
echado en la diseñadora de vestuario Milena Canonero (cuatro-oscarizada con
“Barry Lyndon”, “Carros de fuego”, “Maria Antonieta” y “El Gran Hotel
Budapest”). Amén de colarnos una fiesta bacanal en un Madison Square Garden
cual Coliseo Romano, con epicentro en una arena central con carreras de
cuadrigas (¿?), allí tenemos a la Reina Virgen Vesta (Grace VanderWaal) cantando
“My Pledge”. Ah, y puntearnos de vez en cuando frases esculpidas en mármol de citas
de Marco Aurelio, Petrarca, Emerson o Rousseau. Esto teniendo como nexo entre
ambos antagonistas la hija del primero, que se convierte en el amor del
segundo. Pues esto que puede tener potencial emocional, se trasluce aquí en un
sin fin de ideas entrecortadas, inconexas, sin fuste, sin punch, sin garra.
Seres que luchan por el poder de una ciudad, pero nunca sientes se preocupen
por la gente, todo me es tan pretencioso como huero de contenido. Tenemos
conspiraciones palaciegas como modo de expresar la corrupción del poder, pero nada
aportan en su nivel esquemático que lo vemos.
Un anhelo utópico que Coppola quiere nos cale y lo que
hace es ponerme con la ceja retorcida ante tanto desvarío sin sentido
vitriólico. Por supuesto se ve su ataque al trumpismo (nos cuelan una multitud
enfurecida a la que ondean bandera confederadas, cual Asalto al Capitolio del 6
de enero de 2021), pero con trazos gruesos grotescos. Hierra en la reflexión
sobre hacia a donde vamos, pues los mimbres que proyecta son inanes cuando
mucho. Coppola en su apetencia por filosofar sobre el tiempo, el futuro, el
pasado, el presente, el arte, el peso del tiempo, la codicia, la ambición, la
obsesión, la traición, la lealtad, o el poder, queda en una cosa aparatosa por
como es un constante quiero y no puedo.
Coppola ha estado desarrollando este material desde
finales de los años 70, inspirándose en un texto clásico, la Conjuración de
Catilina de Salustio para entablar un diálogo entre la Antigua Roma y el
presente, pero sobre todo con el futuro. Versando sobre el fallido
derrocamiento de la República romana en el año 63 a. C. La voz en off de
Laurence Fishburne expone como Coppola ve a los EE. UU. como un Imperio Romano
moderno que espera ser arrasado debido a su hedonismo y falta de alma
espiritual. Coppola describió la película como un comentario sobre el sistema
político estadounidense, argumentando que la analogía romana era apropiada
porque los Padres Fundadores estadounidenses tomaron prestado del derecho
romano para desarrollar su gobierno democrático sin un rey. Señaló
específicamente que Estados Unidos era vulnerable a las mismas fuerzas
políticas y tensiones que destruyeron la República Romana y crearon el Imperio.
Esta no era primera vez Coppola modernizaba una narrativa histórica, lo hizo del
entorno colonial africano de “El corazón de las tinieblas” de Conrad a la
Guerra de Vietnam para “Apocalipsis Now”. Además de en el mencionado real Lloyd
Wright, Coppola se inspira en Robert Moses (1888-1981; funcionario neoyorkino
que transformó Nueva York urbanísticamente), y en el urbanista parisino que
transformó la Ciudad de la Luz en el SXIX, Georges-Eugène Haussmann
(1809-1891), para su César Catilina y su invención de Megalón en las novelas de
Ayn Rand. Catilina se parece específicamente a dos personajes de Rand que
luchan por implementar sus ideas frente al establishment político dominante,
que puede ser conservador o de izquierdas, además de en Roark, toma de “La
rebelión de Atlas”, el inventor visionario Hank Rearden crea una aleación de
metal de alto rendimiento, que posteriormente es nacionalizada por un gobierno
de izquierdas. Megalópolis describe la utopía modernista de César Catilina bajo
el ataque simultáneo de la izquierda y la derecha: los conservadores de Cicerón
rechazan la audaz visión de Catilina como fantasiosa, mientras que los
izquierdistas de Pulcher ridiculizan las ideas de Catilina como
innecesariamente extravagantes.
Tiene un comienzo (el que se publicitó en el teaser
trailer) esperanzador cuando Catilina sale a la cornisa exterior del último
piso de Chrysler neoyorkino, lo vemos que parece se va a lanzar al vacío, y de
pronto todo se detiene, él mismo en una posición inverosímil a punto de caer,
con toda Nueva York a sus pies, perdón, “Nueva Roma”. Pero esta promesa visual
es un espejismo que con lo que vendrá a continuación es un continuo de disparos
en el pie. Empezando porque esa capacidad sobrenatural que pensaba onírica del
protagonista resulta real, pero que no tiene importancia alguna en el
desarrollo del film, parece una idea suelta que se coloca por que queda bonita
(ridículo). Pero es que este despropósito es un tsunami de elementos que se les
da cancha y luego se olvida, como la subtrama del affaire entre Cesar y la
Reina Virgen del pop (¿?), la del supuesto misterio de la muerte de la esposa
de Cesar, o como se menciona (incluso visualmente) que hay un satélite
soviético (oh, casualidad!) a punto de caer sobre Nueva Roma, pero luego esto
no se ve, parece ser que ha ocurrido, pero el guion lo torticera de modo penoso,
se ve que los porros (por no decir cosas más fuertes) se llevó el presupuesto y
no se pudo hacer la escena de la lluvia de desechos radiactivos sobre la urbe,
como es muy pobre que se hable del gran proyecto de Megalón, pero n unca veamos
como lo construyen, aparte de que cuando se ve acabado es una cosa sin
atractivo alguno, como si para un ovni pusieran dos platillos pegados.
La única imagen medio recordable, en el desierto de
ideas es la estatua de la Justicia cayendo rendida; Lo de las imágenes de
archivo de las Torres Gemelas en el 11S sobraban, en realidad de sobrare
sobraba mucho, por no decir todo.
Spoiler:
Rush final: Crassus, que está postrado en cama, mata a
Wow y hiere a Pulcher con un arco y una flecha ocultos. César y Cicerón se
alían después de que los partidarios de Pulcher intentaran tomar por asalto
Megalópolis y el Ayuntamiento. César se enfrenta a los alborotadores y les
ruega que crean en su visión de un futuro mejor. Su discurso convence a la
multitud, cuyos miembros cuelgan a Pulcher boca abajo (referencia notoria a
como fue colgado el Duce Mussolini). Con el renovado apoyo financiero de Craso,
César completa Megalópolis. Cicerón, sosteniendo en sus brazos a la hija de
Julia y César, Sunny Hope, promete ayudar a César a construir un futuro mejor.
En la víspera de Año Nuevo, Julia detiene el tiempo, pero sólo Sunny Hope
parece no verse afectada. La película final incluye metraje filmado en 2001,
que consiste en tomas de establecimiento de la ciudad de Nueva York y un video
mínimo de los ataques del 11 de septiembre por respeto a las familias de las
víctimas; Un final, como el resto del film atrofiado, pues que una película que
intenta reflejar la deriva autodestructiva del mundo tenga un final feliz pasteloso
resulta grimante si no fuera que para entonces hacía mucho que había
desconectado.
En 1977, Coppola tuvo la idea de hacer una película
que estableciera paralelismos entre la caída de la República romana y el futuro
de los Estados Unidos al volver a contar la conspiración de Catilina en la
Nueva York actual. Aunque comenzó a planear la película en 1983, el proyecto
pasó décadas en un infierno de desarrollo. Coppola intentó producir la película
en 1989 y 2001, pero en cada ocasión, los estudios se negaron a financiar la
película, debido a la serie de decepciones de taquilla de Coppola al final de
su carrera y los ataques del 11 de septiembre, respectivamente. Desilusionado
por el sistema de estudios, Coppola no produjo Megalópolis hasta que amasó una
gran fortuna en el negocio de la vinificación. Gastó 120 millones de dólares de
su propio dinero para hacer la película.
La película reunió a Coppola con colaboradores
anteriores, incluidos los actores Esposito, Fishburne, Remar, Shire y Sweeney,
el director de fotografía Mihai Mălaimare Jr., el director de segunda unidad
Roman Coppola y el compositor Osvaldo Golijov. Al igual que varias otras
películas de Coppola, Megalopolis tuvo una producción problemática. Coppola
adoptó un estilo experimental, alentando a sus actores a improvisar y escribir
ciertas escenas durante el rodaje, y agregando sus propios cambios de último
momento al guion. El departamento de arte y el equipo de efectos visuales,
entre otros, se fueron a mitad de la producción.
Coppola no pudo encontrar un estudio que le
reembolsara los costes de producción y pagara una gran campaña de marketing.
Optó por autofinanciar su propia campaña de marketing, y Lionsgate estrenó la
película en cines de Estados Unidos. Tuvo un período previo al estreno
problemático: se eliminó un tráiler por utilizar citas inventadas y Coppola
demandó a la publicación especializada Variety por difamación después de que
publicara acusaciones de conducta sexual inapropiada por parte de él en el set.
La película se estrenó en Cannes el 16 de mayo de 2024 y se estrenó en cines el
27 de septiembre de 2024. Recibió críticas mixtas de los críticos y recaudó
13,7 millones de dólares.
Para la producción, Coppola compró un motel Days Inn
con servicio de autoservicio por 4,35 millones de dólares para alojar al equipo
y a su familia extendida. Renovó el motel para incluir instalaciones para
ensayos y posproducción; al convertirlo en una instalación de producción,
también aumentó los incentivos fiscales que recibió del estado, lo que
supuestamente redujo el gasto de producción a 107 millones de dólares. El
edificio en Peachtree City, Georgia, fue abierto al público más tarde por
Coppola el 5 de julio de 2024, como el Hotel All-Movie. Ofrece hospitalidad e
instalaciones necesarias para hacer películas, incluyendo 27 habitaciones, dos
salas de edición con proyección láser y monitoreo Meyer Sound 2.1, dos bahías
de edición, oficinas, una sala de grabación ADR, una sala de conferencias, un
escenario de inserción, un espacio de convivencia y una sala de proyección para
proyecciones privadas, edición o mezcla de sonido Dolby Atmos 9.1.6 con
monitoreo de sonido Meyer calibrado, además de una piscina, probador de
vestuario y gimnasio. Recuerdos de las películas anteriores de Coppola se
exhiben en todo el hotel.
El 9 de diciembre de 2022, Coppola despidió a la
mayoría del equipo de efectos visuales, y el resto del departamento, incluido
el supervisor Mark Russell, lo siguió poco después. En enero de 2023, los
informes indicaron que el presupuesto se disparó más allá de sus 120 millones
de dólares iniciales, lo que The Hollywood Reporter comparó con el historial de
producciones desafiantes de Coppola, la más notoria fue Apocalypse Now. Debido
a un supuesto "entorno de rodaje inestable", una afirmación que
Coppola y Driver impugnaron, otros miembros del equipo abandonaron la película,
incluida la diseñadora de producción Beth Mickle y el director de arte David
Scott, junto con el departamento de arte. Coppola reemplazó a Russell con su
sobrino, Jesse James Chisholm, debido a una disputa sobre los "efectos
especiales en vivo", que completó con su hijo y el director de la segunda
unidad Roman Coppola como lo habían hecho con Drácula de Bram Stoker.
Coppola había fijado originalmente 100 millones de
dólares para el presupuesto y 20 millones como contingencia. Como el
presupuesto corría el riesgo de aumentar a 148 millones (lo que, según él,
habría "dejado en bancarrota a mí y a mi familia"), despidió a uno de
los cinco directores de arte, lo que llevó a todo el equipo a dimitir. La
producción supuestamente terminó una semana antes de lo previsto, con un
presupuesto cercano a los 120 millones de dólares planificados, según Coppola.
En contraste, una persona involucrada con la película le dijo a The Wall Street
Journal que los costos de producción finalmente alcanzaron los 136 millones de
dólares.
Según la narrativa tradicional, Catilina era un
sedicioso populista que conspiró para derrocar a la República romana después de
perder la elección para cónsul tres veces. Catilina ganó seguidores al prometer
cancelar todas las deudas de ricos y pobres por igual, pero Cicerón, el jefe
conservador del gobierno romano, descubrió el complot y expulsó a Catilina de
la ciudad con un discurso incendiario en el Senado (Primera Oración
Catilinaria). Los partidarios de Catilina levantaron un ejército para derrocar
a Cicerón. Para defender la República, Cicerón convenció al Senado para que le
diera poderes de emergencia temporales (el senatus consultum ultimum), lo que le
permitió ejecutar a algunos de los co-conspiradores de Catilina sin el debido
proceso. Las acciones agresivas de Cicerón asustaron a la mayoría de los
partidarios restantes de Catilina. Con sus fuerzas superadas en número,
Catilina murió en la batalla de Pistoria. Tras el fin de la conspiración, el
político populista Publio Clodio Pulcro acusó a Cicerón de extralimitación y
logró exiliarlo de Roma durante un tiempo. En respuesta, Cicerón defendió sus
acciones publicando sus cuatro Oraciones catilinarias en forma editada. Aunque
el propio Catilina murió, la conspiración y sus consecuencias mostraron
profundas fisuras en la República romana. Finalmente, un aliado ocasional de
Catilina –el senador populista Julio César– triunfó donde Catilina había
fracasado, aprovechando el caos político para convertirse en dictador de Roma y
allanando el camino para el Imperio romano. En Megalópolis, Coppola vuelve a
contar dos de las acusaciones de la vida real de Cicerón hacia Catilina: que
Catilina se acostó con una virgen vestal (una sacerdotisa romana jurada
castidad) y que Catilina asesinó a su primera esposa - y absuelve a César
Catalina de ambas acusaciones.
Que en el año del 50 Aniversario del estreno del para
mí mejor film de la Historia como es el Everest “EL PADRINO II”, su creador
haya realizado este despropósito es muy triste. Gloria Ucrania!!!
PD. Film dedicado a la esposa de Francis, Eleanor, que
falleció mientras se rodaba la película.
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