LA BELLA DE MOSCÚ.
Desequilibrada
comedia romántica musical, remake torpón de la gran “Ninotchka” de 1939 del
gran Ernst Lubitsch, donde precisamente lo que más falla es la historia,
sosteniéndose por una carismática pareja protagonista en las figuras del mejor
bailarín de la historia (con el permiso de Gene Kelly), Fred Astaire a sus 58
años demuestra sus innatas habilidades para todo tipo de danzas imaginativas,
junto a la talentosa (e infravalorada) Cyd Charisse, la que para el mencionado
Astaire fue su mejor partenaire (por encima de Ginger Rogers, repetían
emparejamiento tras el éxito de "Melodías de Broadway 1955" (1953),
teniendo bailes ambos y por separado notables, en esto tiene atractivo el film,
en los exquisitos bailes algunos que quedan para el recuerdo; a destacar
también la presencia de un divertidísimo Peter Lorre (el mítico psycho-killer
pedófilo de “M”, el asesino de “El hombre que sabía demasiado” el viscoso
ladrón Ugarte de “Casablanca”) como parte del trío soviético de pícaros,
Antológico su mantra de baile agarrado a una silla de sobacos y el otro brazo
en una mesa estirando los pies en modo de baile ruso, y con algo siempre en la
boca, se nota tan fuera de lugar en los bailes, epítome es el sarcástico ‘Siberia’,
busca el bolsillo para meter la mano, como sus compañeros, y al final desiste
de modo sibilino, espectacular en su picardía y bon vivant (llega una noche de
madrugada y esgrime ante los camaradas que ha estado haciéndose la manicura, y
responde con flema: "No puedo dormir con las uñas largas"; también
reseñable la presencia (infrautilizada) de Janis Paige como una diva tontorrona
de Hollywood (parodia indisimulada de Esther Williams cuando le preguntan por
sus películas de bailes acuáticos), jocosa en las respuestas a los periodistas
cuando le cuestiona sobre hombres (‘Solo somos buenos amigos’, dice esto
incluso cuando le preguntan por gente famosa muerta como Tolstoi), haciendo
pareja con Fred Astaire en el burlón y muy jocoso tema "Stereophonic
Sound", teniendo otro notable tramo en el tema guiñolesco “Josephine”,
actuación tan histriónica como fogosamente atractiva, lástima que en el tramo
final se quede fuera.
Fue la última dirección
del georgiano Rouben Mamoulian (“Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, “La Reina Cristina” o
“La Marca del Zorro”). La carrera de director de cine llegó a su fin cuando fue
despedido de dos películas consecutivas, “Porgy and Bess” (1959) y “Cleopatra”
(1963). Anteriormente había sido despedido como director de Laura (1944).
Después de dirigir las exitosas producciones teatrales originales de “Oklahoma!”
y “Carousel”, trabajó solo en algunas otras producciones teatrales, como “St.
Louis Woman”. Adaptan “Ninotchka” Leonard Gershe (“Una cara con ángel”) y Leonard Spigelgass (“La calle del misterio”),
basándose en el musical teatral de 1955 homónimo (Silk Stockings) de George
S. Kaufman-Leueen McGrath-Abe Burrows-Cole Porter, manteniendo la trama del
film ‘lubitschhiano’ (aunque cambiando la nacionalidad del pretendienta de Ninotchka
de francés a estadounidense, y es que a pesar de ocurrir el grueso de la trama
en la capital gabacha, no aparece personaje alguno de esta nacionalidad) y
agregando una partitura del genial Cole Porter, presenta aproximadamente una
docena de melodías, con arreglos de André Previn (Ganador de 4 Oscar y 10
Grammy), y los bailes cuentan con unas
muy vistosas coreografías de Hermes Pan (colaborador habitual de Astaire
desde 1933, participó en 17 de los 31 musicales del bailarín de las famosas
entradas, hasta el que fue el último con “Finnian’s Rainbow” en 1968), con coreografía de Eugene Loring (“Una cara con ángel”) y Hermes Pan
(Sombrero de Copa”), añadiendo con respecto al musical de Broadway la nueva
canción "The Ritz Roll and Rock", parodia del entonces emergente rock
and roll (Elvis Presley estaba en todo lo suyo con su éxito del año anterior “Love
me tender” y con el de ese mismo año, el mítico “rock de la cárcel”). De modo
brillante Astaire combina su frac y sombrero de copa con el emergente rock, termina
con Astaire rompiendo simbólicamente su sombrero de copa, elemento considerado
una de sus marcas, gritando con ello alegóricamente que dejaba las películas
musicales (al menos lo hizo para las de la MGM), y erigiéndose en momento
parteaguas, al dar fin a una era y el comienzo de otra. Aunque Fred volvería al
género 11 años después con Francis Ford Coppola y su “El valle del arco iris”
(1967).
Es una cinta con claros
efluvios a la Guerra Fría, ello en la visión ridiculizante de los soviéticos,
en realidad no muy lejos de la realidad sus planteamientos, haciendo chanzas de
la tiranía del régimen, de sus deportaciones al Gulag (los campos de
concentración anteriores a los de los nazis, de hecho, en los que se inspiraron
los hitlerianos), haciendo burlas de las deportaciones, de las represalias a
laso familiares como modo de chantaje, de las estancias donde se hacinaban
familias en pocos metros cuadrados, de los espías domésticos (el miedo que
tienen unos rusos bailando que paran ante la llegada de un tipo al servicio, en
un gag divertido por como improvisan una charla política pro bolchevique), se
ríen de la frugalidad austera en que viven. Son pellizquitos sin mucha
mordacidad, se quedan en la superficie, retratando al estado soviet como algo
cuasi infantil en su puritanismo. Ello contraponiéndolo al modo de vida
occidental hedonista, de disfrutar de la vida, de los pequeños (o grandes)
lujos, del amor puro, de su libertad. Aunque también se miran el ombligo (de
modo superficial) en momentos como cuando Ninotchka comenta que los que hacen
la película “Guerra Y Paz” pueden llegar a cambiar el final para que ganen los
franceses, o como son capaces de cambiar música clásica por música moderna, en
como hacen coña de las nuevas tecnologías con el tema "Stereophonic
Sound", o en cómo se burlan del floreciente entonces Rock and Roll.
El productor de
películas de Hollywood Steve Canfield (Fred Astaire) está haciendo una película
musical en París y desea utilizar la partitura del principal compositor de la
Rusia soviética Peter Ilyitch Boroff (Wim Sonneveld). Un trío de comisarios de
Brankov (Peter Lorre), Bibinski (Jules Munshin) e Ivanov (Joseph Buloff) han
sido enviados a París para traer de vuelta al compositor soviético desertor,
pero Canfield seduce a los comisarios y los instala en un hotel lujoso. El
ministro del Interior ordena a un nuevo comisario de las artes, el comisario
Vassili Markovich (George Tobias), envíe a la rígida y dedicada funcionaria
comunista Ninotchka (Cyd Charisse) para traer de vuelta al desertor. Canfield
ahora deberá poner de su lado a la nueva enviada, encontrando sus debilidades
para poder terminar su película, que tiene de protagonista a la estrella de
cine Peggy Dainton (Janis Paige).
Por supuesto que no se
puede comparar ni de lejos con el referente original “Ninotchcka”, no más allá
de ser un afiche, carece de la chispa, del ingenio, carece del humor orgánico,
todo se siente manufacturado, así como en el nivel romántico resulta impostado,
fluye sin calor alguno, sin emoción, todo por imperativo del guion. Hay una sub
trama atropellada sobre el compositor ruso, metida con fórceps, este no tiene
su reflejo en la original, donde el deux machine eran simplemente el reclamo de
unas joyas por parte de los soviéticos, aquí se lían con esta sub trama; No
aprovechan para innovar con respecto a la original, rodando en la mítica París,
esto podría haber dado algún sentido al remake (el de Lubitsch tampoco se filmó
en la Ciudad de la Luz, pero era Lubitsch), pero no, se atienen a filmar en
cantarines sets de sonido, esto hace que la puesta en escena se sienta plana,
pues se supone que lo que debe encandilar a Ninotchka es la seductora capital
gala, con lo que esto queda más falso que un euro de madera. Amén de que no hay
visita alguna los iconos parisinos (Torre Eiffel, Arco del Triunfo, Campos
Eliseos,…), porque no pusieron la acción en por ejemplo Nueva York?; Y encima
con un rush final que se sabotea a siu misma con agujeros a la altura del
Titanic (*spoiler); Ni Charisse puede emular mínimamente la gelidez de Greta
Garbo, y su posterior transformación, no olvidemos que este film fue un hito
por algo tan grande que paró el mundo, y es que la diva sueca SONRIÓ, este
evento planetario era inalcanzable para la competente Cyd. Aunque para
contrapesar esto tiene números musicales tan deslumbrante como en el que se
cambia de modo coqueto ante nuestros ojos en un fulgente baile, la que se supone
metamorfosis donde la vemos coquetamente en ropa interior, tramo que da título
(en el film de Lubitsch el leit motive era un sombrero y aquí son medias de
seda para esas interminables piernas de la Charisse); Astaire no puede aportar
la picardía sibilina de Melvin Douglas, tiene carisma el bailarín, pero
adolecía de la capacidad de ser actor con soltura, en su favor es que la gracia
y energía bailando eran cumbres del cine como lo demuestra en el número en que
tiene de partenaire a una silla; Tampoco es que ambos tengan química actuando,
carecen de compenetración interpretativa, aunque lo suplen con la chispa que
emana de sus números musicales donde se crecen espectacularmente. Teniendo
ambos un formidable número musical en elegante “All of you” o el “Paris for
lovers”.
Tiene el número más
Broadway en el “Red Blues”. Ninotchka, Boroff y los tres comisarios
protagonistas, están en un pisucho moscovita (de los que hay en el imaginario
popular de cómo se vivía en la URSS, un apartamento compartido por varias
familias) reunidos recordando sus felices días en Paris. Boroff comenta que ha
aprendido a degustar la música moderna, y que ha compuesto un tema, y se pone a
tocarlo al piano, y mientras toca comienzan a aparecer los vecinos que se
arrancan a bailar en un número con decenas de gente danzando rítmicamente, una
muy vistosa coreografía (no trascedente), con guiños al estilo folk de baile
ruso (con bailarines agachados saltando y estirando las piernas con los brazos
cruzados) con una Charisse sublime. Donde el Cinemascope tiene sentido en
lucirlo en fulgente colorido. Habiendo un running-gag que sucede dos veces en
que un tipo entrado en años aparece para ir al baño y todos paran ipso facto,
temen que la ‘decadencia’ de este baile moderno les puede causar problemas ante
las autoridades, por aquello de que en la URSS (y en todos sus satélites, como
bien expone la magna “La vida de los otros”), cualquier vecino es un potencial
‘chivato’. Y para adornar la situación uno de los allí presentes comienza a
hablar sobre las bondades del régimen comunista como tapadera a la
‘transgresión’ que allí cometen, chancesco.
Recibió nominaciones al
Globo de Oro a la Mejor Película y Mejor Actriz (Charisse) en la categoría de
Comedia/Musical.
*Resulta que el trío de
comisarios se ven obligados a volver a la URSS por las represalias que pudieran
tener las autoridades contra su familia si no retornan. Pero resulta que el
tramo final vuelven y dicen a Ninotchcka que no piensan volver. Pero no dicen
que ha cambiado con respecto a las represalias contra su familia (¿?).
Al final hay que tomarla
como un pasarratos sin más, un producto que bebe del éxito de la primigenia
para derivar en un musical con buenos momentos en este género, no es lo mejor
de Astaire, pero si es disfrutable, sobre todo por el (paradójicamente no está
Astaire en acción) ‘Silk Stockings’ de Charisse bailando mientras se transforma
en ‘cool’. Ah, y por el sensacional ‘The Ritz Roll and Rock’ (paradójicamente
sin la Charisse). Gloria Ucrania!!!
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