jueves, 8 de junio de 2023

 


LA BELLA DE MOSCÚ.


Desequilibrada comedia romántica musical, remake torpón de la gran “Ninotchka” de 1939 del gran Ernst Lubitsch, donde precisamente lo que más falla es la historia, sosteniéndose por una carismática pareja protagonista en las figuras del mejor bailarín de la historia (con el permiso de Gene Kelly), Fred Astaire a sus 58 años demuestra sus innatas habilidades para todo tipo de danzas imaginativas, junto a la talentosa (e infravalorada) Cyd Charisse, la que para el mencionado Astaire fue su mejor partenaire (por encima de Ginger Rogers, repetían emparejamiento tras el éxito de "Melodías de Broadway 1955" (1953), teniendo bailes ambos y por separado notables, en esto tiene atractivo el film, en los exquisitos bailes algunos que quedan para el recuerdo; a destacar también la presencia de un divertidísimo Peter Lorre (el mítico psycho-killer pedófilo de “M”, el asesino de “El hombre que sabía demasiado” el viscoso ladrón Ugarte de “Casablanca”) como parte del trío soviético de pícaros, Antológico su mantra de baile agarrado a una silla de sobacos y el otro brazo en una mesa estirando los pies en modo de baile ruso, y con algo siempre en la boca, se nota tan fuera de lugar en los bailes, epítome es el sarcástico ‘Siberia’, busca el bolsillo para meter la mano, como sus compañeros, y al final desiste de modo sibilino, espectacular en su picardía y bon vivant (llega una noche de madrugada y esgrime ante los camaradas que ha estado haciéndose la manicura, y responde con flema: "No puedo dormir con las uñas largas"; también reseñable la presencia (infrautilizada) de Janis Paige como una diva tontorrona de Hollywood (parodia indisimulada de Esther Williams cuando le preguntan por sus películas de bailes acuáticos), jocosa en las respuestas a los periodistas cuando le cuestiona sobre hombres (‘Solo somos buenos amigos’, dice esto incluso cuando le preguntan por gente famosa muerta como Tolstoi), haciendo pareja con Fred Astaire en el burlón y muy jocoso tema "Stereophonic Sound", teniendo otro notable tramo en el tema guiñolesco “Josephine”, actuación tan histriónica como fogosamente atractiva, lástima que en el tramo final se quede fuera.

 

Fue la última dirección del georgiano Rouben Mamoulian (“Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, “La Reina Cristina” o “La Marca del Zorro”). La carrera de director de cine llegó a su fin cuando fue despedido de dos películas consecutivas, “Porgy and Bess” (1959) y “Cleopatra” (1963). Anteriormente había sido despedido como director de Laura (1944). Después de dirigir las exitosas producciones teatrales originales de “Oklahoma!” y “Carousel”, trabajó solo en algunas otras producciones teatrales, como “St. Louis Woman”. Adaptan “Ninotchka” Leonard Gershe (“Una cara con ángel”) y Leonard Spigelgass (“La calle del misterio”), basándose en el musical teatral de 1955 homónimo (Silk Stockings) de George S. Kaufman-Leueen McGrath-Abe Burrows-Cole Porter, manteniendo la trama del film ‘lubitschhiano’ (aunque cambiando la nacionalidad del pretendienta de Ninotchka de francés a estadounidense, y es que a pesar de ocurrir el grueso de la trama en la capital gabacha, no aparece personaje alguno de esta nacionalidad) y agregando una partitura del genial Cole Porter, presenta aproximadamente una docena de melodías, con arreglos de André Previn (Ganador de 4 Oscar y 10 Grammy), y los bailes cuentan con unas  muy vistosas coreografías de Hermes Pan (colaborador habitual de Astaire desde 1933, participó en 17 de los 31 musicales del bailarín de las famosas entradas, hasta el que fue el último con “Finnian’s Rainbow” en 1968), con coreografía de Eugene Loring (“Una cara con ángel”) y Hermes Pan (Sombrero de Copa”), añadiendo con respecto al musical de Broadway la nueva canción "The Ritz Roll and Rock", parodia del entonces emergente rock and roll (Elvis Presley estaba en todo lo suyo con su éxito del año anterior “Love me tender” y con el de ese mismo año, el mítico “rock de la cárcel”). De modo brillante Astaire combina su frac y sombrero de copa con el emergente rock, termina con Astaire rompiendo simbólicamente su sombrero de copa, elemento considerado una de sus marcas, gritando con ello alegóricamente que dejaba las películas musicales (al menos lo hizo para las de la MGM), y erigiéndose en momento parteaguas, al dar fin a una era y el comienzo de otra. Aunque Fred volvería al género 11 años después con Francis Ford Coppola y su “El valle del arco iris” (1967).

 

Es una cinta con claros efluvios a la Guerra Fría, ello en la visión ridiculizante de los soviéticos, en realidad no muy lejos de la realidad sus planteamientos, haciendo chanzas de la tiranía del régimen, de sus deportaciones al Gulag (los campos de concentración anteriores a los de los nazis, de hecho, en los que se inspiraron los hitlerianos), haciendo burlas de las deportaciones, de las represalias a laso familiares como modo de chantaje, de las estancias donde se hacinaban familias en pocos metros cuadrados, de los espías domésticos (el miedo que tienen unos rusos bailando que paran ante la llegada de un tipo al servicio, en un gag divertido por como improvisan una charla política pro bolchevique), se ríen de la frugalidad austera en que viven. Son pellizquitos sin mucha mordacidad, se quedan en la superficie, retratando al estado soviet como algo cuasi infantil en su puritanismo. Ello contraponiéndolo al modo de vida occidental hedonista, de disfrutar de la vida, de los pequeños (o grandes) lujos, del amor puro, de su libertad. Aunque también se miran el ombligo (de modo superficial) en momentos como cuando Ninotchka comenta que los que hacen la película “Guerra Y Paz” pueden llegar a cambiar el final para que ganen los franceses, o como son capaces de cambiar música clásica por música moderna, en como hacen coña de las nuevas tecnologías con el tema "Stereophonic Sound", o en cómo se burlan del floreciente entonces Rock and Roll.

 

El productor de películas de Hollywood Steve Canfield (Fred Astaire) está haciendo una película musical en París y desea utilizar la partitura del principal compositor de la Rusia soviética Peter Ilyitch Boroff (Wim Sonneveld). Un trío de comisarios de Brankov (Peter Lorre), Bibinski (Jules Munshin) e Ivanov (Joseph Buloff) han sido enviados a París para traer de vuelta al compositor soviético desertor, pero Canfield seduce a los comisarios y los instala en un hotel lujoso. El ministro del Interior ordena a un nuevo comisario de las artes, el comisario Vassili Markovich (George Tobias), envíe a la rígida y dedicada funcionaria comunista Ninotchka (Cyd Charisse) para traer de vuelta al desertor. Canfield ahora deberá poner de su lado a la nueva enviada, encontrando sus debilidades para poder terminar su película, que tiene de protagonista a la estrella de cine Peggy Dainton (Janis Paige).

 

Por supuesto que no se puede comparar ni de lejos con el referente original “Ninotchcka”, no más allá de ser un afiche, carece de la chispa, del ingenio, carece del humor orgánico, todo se siente manufacturado, así como en el nivel romántico resulta impostado, fluye sin calor alguno, sin emoción, todo por imperativo del guion. Hay una sub trama atropellada sobre el compositor ruso, metida con fórceps, este no tiene su reflejo en la original, donde el deux machine eran simplemente el reclamo de unas joyas por parte de los soviéticos, aquí se lían con esta sub trama; No aprovechan para innovar con respecto a la original, rodando en la mítica París, esto podría haber dado algún sentido al remake (el de Lubitsch tampoco se filmó en la Ciudad de la Luz, pero era Lubitsch), pero no, se atienen a filmar en cantarines sets de sonido, esto hace que la puesta en escena se sienta plana, pues se supone que lo que debe encandilar a Ninotchka es la seductora capital gala, con lo que esto queda más falso que un euro de madera. Amén de que no hay visita alguna los iconos parisinos (Torre Eiffel, Arco del Triunfo, Campos Eliseos,…), porque no pusieron la acción en por ejemplo Nueva York?; Y encima con un rush final que se sabotea a siu misma con agujeros a la altura del Titanic (*spoiler); Ni Charisse puede emular mínimamente la gelidez de Greta Garbo, y su posterior transformación, no olvidemos que este film fue un hito por algo tan grande que paró el mundo, y es que la diva sueca SONRIÓ, este evento planetario era inalcanzable para la competente Cyd. Aunque para contrapesar esto tiene números musicales tan deslumbrante como en el que se cambia de modo coqueto ante nuestros ojos en un fulgente baile, la que se supone metamorfosis donde la vemos coquetamente en ropa interior, tramo que da título (en el film de Lubitsch el leit motive era un sombrero y aquí son medias de seda para esas interminables piernas de la Charisse); Astaire no puede aportar la picardía sibilina de Melvin Douglas, tiene carisma el bailarín, pero adolecía de la capacidad de ser actor con soltura, en su favor es que la gracia y energía bailando eran cumbres del cine como lo demuestra en el número en que tiene de partenaire a una silla; Tampoco es que ambos tengan química actuando, carecen de compenetración interpretativa, aunque lo suplen con la chispa que emana de sus números musicales donde se crecen espectacularmente. Teniendo ambos un formidable número musical en elegante “All of you” o el “Paris for lovers”.

 

Tiene el número más Broadway en el “Red Blues”. Ninotchka, Boroff y los tres comisarios protagonistas, están en un pisucho moscovita (de los que hay en el imaginario popular de cómo se vivía en la URSS, un apartamento compartido por varias familias) reunidos recordando sus felices días en Paris. Boroff comenta que ha aprendido a degustar la música moderna, y que ha compuesto un tema, y se pone a tocarlo al piano, y mientras toca comienzan a aparecer los vecinos que se arrancan a bailar en un número con decenas de gente danzando rítmicamente, una muy vistosa coreografía (no trascedente), con guiños al estilo folk de baile ruso (con bailarines agachados saltando y estirando las piernas con los brazos cruzados) con una Charisse sublime. Donde el Cinemascope tiene sentido en lucirlo en fulgente colorido. Habiendo un running-gag que sucede dos veces en que un tipo entrado en años aparece para ir al baño y todos paran ipso facto, temen que la ‘decadencia’ de este baile moderno les puede causar problemas ante las autoridades, por aquello de que en la URSS (y en todos sus satélites, como bien expone la magna “La vida de los otros”), cualquier vecino es un potencial ‘chivato’. Y para adornar la situación uno de los allí presentes comienza a hablar sobre las bondades del régimen comunista como tapadera a la ‘transgresión’ que allí cometen, chancesco.

 

Recibió nominaciones al Globo de Oro a la Mejor Película y Mejor Actriz (Charisse) en la categoría de Comedia/Musical.

 

*Resulta que el trío de comisarios se ven obligados a volver a la URSS por las represalias que pudieran tener las autoridades contra su familia si no retornan. Pero resulta que el tramo final vuelven y dicen a Ninotchcka que no piensan volver. Pero no dicen que ha cambiado con respecto a las represalias contra su familia (¿?).

 

Al final hay que tomarla como un pasarratos sin más, un producto que bebe del éxito de la primigenia para derivar en un musical con buenos momentos en este género, no es lo mejor de Astaire, pero si es disfrutable, sobre todo por el (paradójicamente no está Astaire en acción) ‘Silk Stockings’ de Charisse bailando mientras se transforma en ‘cool’. Ah, y por el sensacional ‘The Ritz Roll and Rock’ (paradójicamente sin la Charisse). Gloria Ucrania!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario