jueves, 8 de junio de 2023

 


KING KONG (1976)


Interesante revisión de la mítica epónima “King Kong”. Con motivo del 90 aniversario del estreno del film original (el 2 de marzo de 1933) de Merian C. Cooper & Ernest B. Schoedsack, me la volví a ver, y me decidí a ver las dos versiones oficiales de la misma que se han realizado, una es esta dirigida por el londinense John Guillermin en 1976, la otra es la de Peter Jackson de 2005. Esta que me ocupa vive a la sombra pesada y lapidaria de la Obra Maestra primigenia, quiere poner al día (de inicio ya vemos que el blanco y negro es sustituido por el color) la historia haciéndola contemporánea con el guión de Lorenzo Semple Jr. (venía de firmar el buen libreto de “Los tres días del cóndor”), coetánea de su tiempo, cambiando que el viaje exótico en vez de ser para hacer una película es organizado por una compañía de petróleo (Petrox) para extraer el preciado fuel de donde se supone una isla que tapa un inmenso maná negro, ello en paralelo a la crisis que hubo en 1973 con este preciado elemento, asimismo también se cambia el mítico Empire State Building al que sube en el clímax el simio por las Torres Gemelas, a las que hoy día, 22 años después de su desaparición se miran con nostalgia, fueron inauguradas 5 años antes (duraron 3 décadas dominando el Sky Line de Manhattan), se cambian los biplanos por helicópteros militares, aunque la alteración más notoria con respecto a la primera es anular la frase final, sustituida aquí por el latido del corazón del animal. Intenta dar más profundidad a la relación entre el gigante y su anhelo humano, componiendo momentos turbadores, para ello también alarga el metraje de los 100 minutos del film de 1933 a los 135, ejemplo de tramos alargados es que en la original pasamos de la captura en la isla del mico a que este ya está en Nueva York, mientras en este hay un segmento en el navío con King Kong encerrado (aquí es verosímil el traslado en una cámara del petrolero, mientras en el barco de 1933 era físicamente imposible el viaje con la ‘bestia’), aunque por el contrario en este la isla Skull es menos peligrosa, pues en la del 33 hay profusión de animales antediluvianos pantagruélicos, y aquí solo aparece (aparte de King Kong) una gran serpiente en pelea con el gorila. Aunque en esencia es la misma historia con claras influencias a “La Bella y La Bestia”, donde hay que crear un halo de misterio exótico en lo ignoto de hacernos creer que hay aun lugares desconocidos, no penetrados por el progreso.

Es una película desequilibrada, mucho mejor el argumento que el guion, me refiero a diálogos y caracterización de los personajes, el escenario en la isla Skull resulta lastimero en cómo se nota son interiores cuando se rueda de noche, estando en 1976 no han sabido por ofrecer un espectáculo de alguna jungla, como si les se les hubiera gastado la pasta con la bestia. 

 

El film nace del deseo (lícito) del megalómano productor Dino De Laurentiis de hacer dinero con la puesta al día del mítico film, puedes preguntarte si era necesario, y la respuesta clara es un en mayúsculas y con exclamación final ‘NO!’. Nadie (creo) osará hacer un remake de “Lo que el viento se llevó”, “Casablanca” o “El hombre tranquilo”, entonces porque hacerlo de esta majestuosa y perfecta cinta? Pues supongo, porque cree el productor que hay margen para sorprender y dar algo nuevo, sobre todo en lo referente a los efectos visuales, y en ellos la cosa me hace torcer el ceño, pues hay buenos momentos y otros en la criatura al que se nota demasiado que estamos viendo a un humano embutido en un traje de simio, es el especialista en maquillaje (posee el récord de Oscar a Mejor Maquillaje: siete Oscars y once nominaciones) y efectos especiales Rick Baker, que será muy bueno en su labor de creador de criaturas, pero malo creando los movimientos simiescos, nada que ver con los de los kubrickianos del comienzo de “2001”, nada que ver con el encanto primitivo del King Kong animatrónico del 33.

 

En detrimento también en la comparativa tenemos unas actuaciones low cost, paradójicamente con buenos intérpretes como Charles Grodin, dando vida a un guiñolesco arribista, bueno su arco de evolución, pero no se le da la oportunidad que si tuvo su reflejo en la del 33 que tiene el honor de tener la última y lapidaria frase (*spoiler);Jeff Bridges, aun semi desconocido (solo había hecho interesante “Un botín de 500,000 dólares”), que no puede hacer nada con un rol confuso, veletil, penoso, apareciendo de modo ridículo de polizón en el barco como experto en paleontología, y esto ni siquiera tiene importancia en la historia, con una relación grimante con su partenaire; y una debutante Jessica Lange, hasta entonces modelo en Nueva York que hace uno de las actuaciones primerizas más horribles que han dado los anales del cine, el gran mérito es que pudiera seguir haciendo cine y con ello dar grandiosas actuaciones que le han valido cinco nominaciones al Oscar, con dos estatuillas ganadas (por Secundaria en “Tootsie” y en Principal por su labor en “Blue Sky”). Aquí horrible, con unas poses, contoneos, carantoñas, es una parodia de una modelo posando, no ayuda que su personaje está ridículamente escrito, empezando ya por su aparición (en la del 33 tenía todo el sentido orgánico) como una naufraga que parece salida de los sueños húmedos de unos marineros solitarios (la vemos en un montaje estúpido con los marinos ofreciéndole su tópica vestimenta, para en otras escenas verla con ropa exclusiva de mujer, como un mono jean corto), moviéndose como una calientap…s ante los (siempre) salidos marinos, tiene sensualidad a borbotones, pero palidece ante la gran Scream Queen Fay Wray. La joven dice que fue salvada por el cine, más bien por no querer verlo, pues así fue a la cubierta del barco y con ello salvó la vida en el hundimiento, pero en la versión original tiene más substrato, pues no es que no le gustará ver cine, es que la peli que pusieron es (según voz original) la pornográfica “Garganta Profunda” (¿?), dando a entender quien era ella realmente.

 

Al igual que en la de b/n King Kong tarda bastante en aparecer, aquí casi una hora, y lo hace cual apisonadora arrasando árboles in motivo alguno (por cierto, si esto lo hace regularmente en la isla para recoger jóvenes que sacrifican en el lugar, como es que no hay camino ya marcado y los árboles han desaparecido?). Hasta entonces todo transcurre en modo aventuras a punto de estallar latentemente, un barco dirigiéndose a un lugar inexplorado, rodeado por una niebla permanente, al llegar a la isla hay un encuentro con una tribu en medio de una ceremonia frente a una Kolossal Muralla donde hay una impresionante puerta (como en la original esto no tiene sentido alguno despejada la incógnita del porqué del muro, solo si quieres visitas del dueño del otro lado), aunque si hay tensión ante lo enigmático. Hay un ingenioso giro en el porqué del viaje allí, más azuzado el mercantilismo, el capitalismo pan colonialista arrasándolo todo, deseando expoliar del oro negro este virgen paraje.  Lástima que ello, interesante en su premisa se aborde en niveles primarios, de parvulitos, muy esquemático.

 

Hasta que, tras un interludio en el barco, King Kong acaba atrapando a su damisela rubia, y de la que se enamora perdidamente, llevándola consigo con la aparición grandiosa de la mano (animatrónica) que la aprieta entre gritos femeninos , y a la que defenderá contra todos, perseguido por humanos, habiendo la mítica escena copiada de la original, espectacular, de los hombres que le persiguen suspendidos sobre un tronco de árbol, puente sobre un tajo que van cayendo frente al poder omnímodo del mono; Está la batalla de Kong vs una serpiente que canta demasiado es un juguete; pero sobre todo tenemos el añadido sobre la original de una erótica secuencia en que King Kong lleva para lavarse a su ‘chica’ a la poza de una hermosa cascada, allí la bella se baña de modo entusiasta, la seca el gorila y en una secuencia de resonancias claramente de acto sexual le da un ‘kingkongnesco’ soplido, el rostro de ella es orgásmico mientras se seca. Luego Kong juega de forma picarona con las mangas del escueto atuendo, haciéndole caer una y otra vez las mangas que ella vuelve a subir, en lo que es un flirteo más allá de lo esperado con claros efluvios de transgresora zoofilia.

 

En la última parte saltamos a Nueva York (como en la original), para convertir a Kong en una atracción de barraca estilo hiper mercantil, lo más hortera posible escenificado, en lo que es un gran acierto al caricaturizar esta aberración (por poner un ejemplo de mi opinión, es que estoy en contra de los zoológicos, los animales deben estar en su hábitat natural, verlos en cautividad por el crimen de ser seres exóticos que deben ser vistos en vivo por niños me resulta hediondo). Un escenario cutre y rizo el rizo, con publicidad por todos lados, bailarinas, y para colmo vemos al majestuoso King Kong salir de una bomba de gasolina gigante Petrox, un espectáculo pasado de vueltas, con el Rey enclaustrado en un armazón de metal supuestamente indestructible, y por supuesto sabemos lo que pasará, y el caos cual maldición por el pecado de traer a la ‘civilización’ al ‘Dios’ de Skull Island se apodera de Manhattan. Tenemos otra escena traída de la primera con Kong asaltando un tren exterior por un puente, que abre cual lata de sardinas, provocando el pavor y muertes en el interior, buena y escalofriante secuencia. A la vez vemos huir a Dwan y Fred por la desierta ciudad, y sin sentido alguno ella le pide a él tomarse una copa, un despropósito no, lo siguiente. Y aquí llega otro momento ridículo con la (esperada captura, no creo esto sea spoiler) cuando Kong se hace con Dwan. Para tener al final el zenit en la cima del mundo, que entonces eran las Torres Gemelas del World Trade Center, que aquí se le da un significado más de hondura cuando King Kong las ve como un reflejo de su isla, al verlas como dos montes de su tierra. Allí buscando hacer algo nuevo meten a unos soldados con lanzallamas en la cima, totalmente risible. Aparte de esto, hay que decir que este tramo resulta intenso y dramáticamente emocional, pero este clímax es, sin ser el de la de 1933, muy satisfactorio, te toca la fibra, y yo no me considero fácil de emocionar.

 

King Kong es la gran estrella (extraño que en la isla lo llamen King Kong, pues resulta que una tribu no contactada llama al mico en inglés ¿?), el rey de la isla del fin del mundo, una bestia de instintos básicos que tiene su Talón de Aquiles en sus sentimientos de amor por la beldad de Dwan. King Kong fue creado por Carlo Rambaldi, Glen Robinson y Rick Baker, a quienes se les atribuye haber sido los responsables del diseño, la construcción y la ingeniería de los mecanismos. "King Kong" en su mayor parte por un traje de simio embozado en Rick Baker (como ya he dicho fatalmente haciendo los gestos simiescos), Carlo Rambaldi creó cinco máscaras diferentes para transmitir diversas emociones. Eran necesarias máscaras separadas, ya que se requerían demasiados cables y mecanismos para que todas las expresiones cupieran en una sola máscara. Para completar el aspecto de un gorila, Baker usó lentes de contacto para que sus ojos se parecieran a los de un gorila. Para en los primeros planos de sus manos cogiendo a Dwan ser es un brazo mecánico hidráulico que da el pego. Se creó un Kong animatrónico de 12 metros (40 pies), costó £ 500,000, destinado a ser la pieza central de la película, pero apenas se usó debido a problemas técnicos, durante la filmación de la fuga de Kong en Nueva York, una tubería hidráulica dentro del gorila estalló. Como resultado, solo se ve en una serie de tomas breves que suman menos de 15 segundos, y el traje de simio se usó en la mayor parte de la filmación. En lo bueno es que los primeros planos del rostro exponen expresividad diáfana.

 

A destacar la estupenda cinematografía de Richard H. Kline (“Cuando el destino nos alcance” o “La amenaza de Andrómeda”), componiendo planos exquisitos, y proyectando gran luminosidad, labor nominada al Oscar (perdió ante Haskell Wexler y su trabajo en “Esta tierra es mi tierra”); Como espléndida es la música de John Barry (creador entre otras muchas grandiosas bandas sonoras, de la mítica sintonía de la saga James Bond), aportando un dramatismo, intimidad, belleza, e intensidad por encima de lo que es la película.

 

Spoiler:

 

Rush final: En las Torres Gemelas, que desgraciadamente no tiene la belleza del Empire State Building, planas en su cima, intentan ofrecer algo más con ese épico salto de una torre a otra, aportando que con el atavismo humano al querer acabar con el animal que solo quiere volver a su hogar, nos ponemos, como hace Jack, de parte del animal, y nos regocijamos cuando atrapa a uno de los helicópteros (menudo inútil el piloto acercándose tanto), sentimos como sabe de su muerte el simio y deja en el suelo a su amor para que no le hagan daño, esta, más activa que Fay Wray en el final del film del 33, está incluso inconsciente, aquí ella sabe que puede salvarlo si el animal la coge, pero este espera su muerte si es la única salida del Infierno que para él es la ‘civilización’, y sentimos con dolor los disparos que le impactan y le hacen decenas de sangrantes heridas, hasta que al final termina cayendo desde cientos de metros de altura a la plaza de las torres, allí en vez de la legendaria frase de Denham, "Fue la bella mató a la bestia" (su alter ego aquí es Fred, y este es aplastado de forma anticlimática al inicio de la estampida del espectáculo por King Kong [en otra desviación del original]), tenemos el sonido alto de los latidos de corazón de King Kong, y como se van apagando, hasta que terminan y mueren, ello mientras el sensacionalismo más carroñero continua con fotógrafos subidos a Kong para fotografiarlo mientras fallece, la policía los baja ya hora rodean a Dwan que llora por la muerte de Kong, y los buitres de reporteros hacen espectáculo de ello mientras ella llama en vano a Jack, dejando entrever que ya tiene Dwan lo que quería, el foco de los medios (‘Ten cuidado con lo que deseas, puedes conseguirlo’).

 

Rick Baker estaba extremadamente decepcionado con el traje final, consideró que no era convincente. Da todo el crédito por su apariencia aceptable al director de fotografía Richard H. Kline. La única vez que la colaboración de Baker y Rambaldi fue fluida fue durante el diseño de la máscara mecánica de Kong. El diseño de Baker y el trabajo de cable de Rambaldi se combinaron para darle al rostro de Kong una amplia gama de expresión que fue responsable de gran parte del impacto emocional de la película. Baker dio gran parte del crédito por su eficacia a Rambaldi y su mecánica.

 

El mejor diálogo del film, prácticamente el único inspirado: “En realidad, lo extrañarán mucho”, le dice Jack a Fred Wilson, refiriéndose a los nativos en Skull Island. “Estás totalmente equivocado. Él era el terror, el misterio de sus vidas y la magia. Dentro de un año será una isla de borrachos agotados (refiriéndose a la civilización de los turistas). Cuando tomamos Kong, secuestramos a su Dios.”

 

En una de las noches de filmación de la muerte de Kong en el World Trade Center, más de 30.000 personas se presentaron en el lugar para ser extras de la escena. Aunque la multitud se portó bien, la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey (propietaria del complejo del World Trade Center) se preocupó de que el peso de tanta gente hiciera que la plaza se derrumbara y ordenó a los productores que suspendieran la filmación. Sin embargo, los cineastas ya habían obtenido la toma que querían de la gran multitud que corría hacia el cuerpo de Kong. Regresaron al sitio días después para terminar de filmar la escena, con una multitud mucho más pequeña de extras pagados.

 

Hay dos relatos diferentes sobre cómo surgió la nueva versión de King Kong. En diciembre de 1974, Michael Eisner, entonces ejecutivo de ABC , vio la película original en la televisión y se le ocurrió la idea de una nueva versión. Le presentó la idea a Barry Diller, presidente y director ejecutivo de Paramount Pictures, quien luego reclutó al veterano productor Dino De Laurentiis para trabajar en el proyecto. Sin embargo, De Laurentiis afirmó que la idea de rehacer King Kong era únicamente suya cuando vio un póster de Kong en la habitación de su hija cuando la despertaba todas las mañanas. Cuando Diller sugirió hacer una película de monstruos con él, De Laurentiis propuso la idea de rehacer Rey Kong. Diller y De Laurentiis acordaron que Paramount pagaría la mitad del presupuesto propuesto de $ 12 millones de la película a cambio de los derechos de distribución en los Estados Unidos y Canadá si el primero pudiera comprar los derechos cinematográficos de la película original.  El 6 de mayo de 1975, De Laurentiis pagó a RKO-General 200.000 dólares más un porcentaje de los ingresos brutos de la película.

 

Semple retuvo la trama básica y los escenarios de la película original, pero actualizó y reelaboró ​​otros elementos de la historia. Inspirado por la crisis energética en curso en ese momento y una sugerencia de su amigo Jerry Brick, Semple cambió la expedición para que la montara Petrox Corporation, conglomerado petrolero gigante sospechaba que la isla de Kong tiene reservas de petróleo sin refinar. En su esquema original de la historia, Petrox descubriría la isla de Kong a partir de un mapa escondido en los archivos secretos de la Biblioteca del Vaticano.

 

"King Kong" de 1976 terminó siendo rentable económicamente, siendo la tercera película más taquillera de 1976 (tras "A Star is Born" y "Silver Streak").  Provocando una secuela diez años después en 1986, "King Kong Lives".

 

Kong ha estado ocupado desde que saltó por primera vez a la pantalla en 1933. A través de varias secuelas y spin-offs, colosal simio de Hollywood se peleó con Godzilla, luchó con versión robot de sí mismo, tuvo un hijo rápidamente se ahogó hasta morir en el Océano Pacífico, consiguió tratamiento de reinicio en Kong: Skull Island de 2017 y, finalmente, reservó otro combate con su enemigo más antiguo en el próximo Godzilla vs. Kong. Pero a lo largo de esa historia, solo ha habido tres películas que llevan el título y (relativamente) la misma historia de King Kong. La película original de 1933 de los directores Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsackes, sin duda, un punto de inflexión para los efectos visuales, ya que casi todas las franquicias de terror y los éxitos de taquilla modernos deben algo al espectáculo stop-motion de Willis O'Brien.

 

Es irregular, desequilibrada en sus elementos, pero como entretenimiento es bueno, y con cambios con el original algunos ingeniosos. Gloria Ucrania!!!

 

PD. El rugido utilizado para Kong fue tomado de la película The Lost World (1960); Ganó un Premio de la Academia de Logro Especial no competitivo a los Mejores Efectos Visuales.


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