domingo, 18 de junio de 2023

 


Extraction 2

 

Esta secuela ha vuelto a dar en el clavo de los que disfrutamos con este placer culpable en formato thriller de acción desenfrenado, ofreciéndonos lo mismo, pero en mayor escala, explorando los márgenes de la primera con alguna introspección sobre el protagonista, tampoco es que sea mucho, pero sirve para reflejar algo más que un Terminator, y extiende la presencia de secundarios (Nik Khan y su hermano Yaz), amén de incorporar a personajes nuevos que da solera de saga (Idris Elba). Vuelve a dirigir Sam Hargrave, tras su ópera prima con la pretérita, vuelve con su segundo realización, este coordinador de especialistas (“Piratas del Caribe: En mareas misteriosas”, “Llanero Solitario”, “Capitán América: Soldado de Invierno”, “Atómica” o “Vengadores: Edgame”),demuestra gran pericia con su experiencia en la acción, demostrando un brillante ingenio para las coreografías de batallas, con todo tipo de armas, así como una gran visión para filmar las secuencias de forma que el espectador se siente dentro de los ententes violentos, resultan diáfanos, así como genial en las ya marcas de la casa planos-secuencia extraordinarios (aquí un apoteósico plano secuencia de 23 minutos), ello apoyándose en un guion de Joe Russo (director junto a su hermano de las marvelianas sagas “Capitán América” y “Vengadores”, pero sobre todo productores y directores de la sensacional serie de humor “Community”), basándose en una historia propia, de su hermano Anthony Russo, y del creador de la novela gráfica “Ciudad” de Ande Parks, que era la base para la primera parte (cambiando el escenario de Asunción-Paraguay por Dhaka-Bangladesh), repitiendo por supuesto el mismo carismático protagonista aussie Chris Hemsworth, junto a Golshifteh Farahani y Adam Bessa con roles ambos más extendidos, también como secundarios Olga Kurylenko, Daniel Bernhardt, Tinatin Dalakishvili e Idris Elba.

 

Un festín fenomenal de coreografías imaginativas en miscelánea con unos estupendos f/x, acrobacias sensacionales, golpes, tiroteos, explosiones, todo tipo de vehículos saltados por los aires (todoterrenos, motos, quads, helicópteros, trenes, etc…), todo ello con un gran sentido del show, donde no falta sangre, rotura de huesos que se oyen, ello atomizado por la gran cinematografía de Greg Baldi en su primer trabajo importante (ha hecho una gran ‘mili’ trabajando de asistente en films de acción como “El patriota”, “The Italian Job”, “La Jungla 4”, “Wanted”, “Quantum of solace”, “Noche y Día”, “Inception”, “Drive”, “Los Vengadores”, “Jack Reacher”, o “John Wick 3”) demuestra espléndido vigor con la cámara sublime, rodando con ARRI ALEXA Mini LF efectuando las mismas estrategias de toma larga de la primera película. Filmando con filtros amarillos, y pronunciados grises azulados para Georgia, con muchísima cámara en mano, de un virtuosismo epopéyico en el plano secuencia como en las escenas de acción alrededor y sobre el rascacielos vienés; Todo esto electrizado por la magnífica edición de Alex Rodríguez (“Y tu mama también” o “Hijos de los hombres”; ambos estos films de Alfonso Cuaron, que gusta de colocar una escena plano-secuencia en sus films, con lo que se sabe porque ha sido fichado aquí), y William Hoy (“300” o “The Batman”), todo un portento de comunión con la acción frenética, grandiosa en como une fotogramas de modo imperceptible en el plano-secuencia, o en el tramo del rascacielos, alternando entre los tres extractores, imprimiendo tensión dramática.

 

En 2020 Netflix lo petó con la primera parte, por lo que la secuela era de cajón, creando su suigéneris ‘John Wick’, un héroe de acción que va al grano, con apenas unos elementos dramáticos para hacerlo ‘humano’ (aquí entran un poico más en sus traumas), pero en esencia una máquina de matar cuasi-sobrehumana, en medio de secuencias de acción que se desarrollan con efluvios a videojuegos, y con un argumento más simple que el mecanismo de un  botijo, se va por los que gustó la primera y por tanto sabe lo que gusta a quien va dirigida. Film que vive de los recuerdos de los que abrieron paso en este sub género de la acción akelarre, desde Charles Bronson o Clint Eastwood en los 70, luego Stallone o Schwarzenegger en los 80, Bruce Willis o Mel Gibson, el Matt Damon (de Jason Bourne) o Liam Neeson, son prueba de actores que han mantenido y regado la semilla de este estilo de cine, con héroes remilgados a la hora de desencadenar la violencia, pero cuando lo hacen ya no pueden parar, tipos a los que el dolor les resbala, y los dilemas morales a la hora de matar son entre zero y la nada.

 

Arranca justo donde nos quedemos en la primera parte, tras la caída al rio en Dhaka de Tyler Rake, cuasi-muerto, sus compañeros lo trasladan a Dubai, donde se recupera en un hospital, donde se encargan de recordarnos en varias ocasiones que ha estado clínicamente muerto. Allí acompañado por sus fieles Nik (Golshifteh Farahani) y Yaz (Adam Bessa). Tras darle el alta sus colegas le alojan en una cabaña en los Alpes austriacos (Gmunden), allí en solitario residirá con su perro (al que viste con una camisa de lujo que le ha regalado Yaz) y dos gallinas que compra (guiño a una referencia que Tylker hizo al ver la cabaña), siendo esto notas de humor en la previa a las hostilidades. Allí aun convaleciente (lleva el brazo en cabestrillo y una pierna la tiene con un aparato ortopédico), es visitado por un misterioso tipo (Idris Elba, vuelve a aparecer junto a Hemsworth tras hacerlo en “Thor: Ragnarok”), en una escena con diálogo propio de los 80 en el mejor sentido, con réplicas y contrarréplicas chistosas cargadas de testosterona. El visitante viene a encomendarle una misión de ‘extracción’, sacar de una prisión en Georgia a la hermana de su ex mujer (Rake a la que da vida Olga Kurylenko), Ketevan (Tinatin Dalakishvili), y a sus hijos, allí recluida por el poder de su marido, poderoso mafioso, Davit Radiani (Tornike Bziava), que está allí preso, y que su hermano, Zurab (Tornike Gogrichiani) capo gangsteril en el exterior intenta dar cobertura, amén de tratar de sacarlo. Tras loq eu vemos un manido montaje en que Tyler se repone de su convalecencia estilo Rocky IV, con la famosa edición de Stallone rudimentariamente haciendo ejercicios en las montañas rusas en la previa de su duielo con Drago, aquí Rusia es sustituída por los Alpes, pero todo es tan similar, haciendo todo tipo de esfuerzos, con flexiones en la nieve, cortar troncos, empujar pesadas cargas por inhóspitos bosques, tan parecido que parece una parodia par avezados en la cultura pop. Se agracdece y sorprende que sin solución de continuidad no pierden tiempo siquiera en que veamos el plan para la extracción, simplemente vemos llegar al equipo de noche frente a la prisión, donde un guardia sobornado la abre a Tyler y comienza el Épico plano-secuencia.

 

Cuando Sam Hardgrave debutó con la primera parte en 2020, lo hizo exhibiendo como carta de presentación estelar al mundo fue una impresionante toma en plano secuencia (falso por haber cortes enmascarados digitalmente) de 12 minutos durante un tramo espectacular de acción trepidante, con continuas peleas con decenas contrincantes del protagonista, entrando por edificios, salto por ellos a gran altura, con choques, tiroteos, persecuciones en la bulliciosa Dhaka (Bangladesh), dejando al espectador sibarita con la boca abierta por lo colosal y prodigioso de lo vivido. Pues aquí, como toda buena secuela que se precie debe dar lo mismo, pero más. Y en este caso lo cumplen con creces, ofreciendo un Antológico plano secuencia de 23 minutos y medio, de una dificultad Kolossal, desde la entrada en prisión de Tyler, irrumpiendo primero sigilosamente en la instalación, hasta que las hostilidades se desatan y comienza la batalla, dejándote a cada giro con la respiración ajada, una gymkana impresionante donde Tyler protegiendo a la familia que está rescatando debe pelear con decenas de presos por las celdas, el patio, en medio de un motín luchará contra guardias, con un genial momento shockeado por un golpe en la cabeza, con su brazo ardiendo mientras pelea, con disparos de todo tipo, con un climático enfrentamiento contra uno de los villanos top, con momentos gore; pasamos a la siguiente fase del plano secuencia, ello durante una homérica persecución por entre un bosque, con Suv, motos y quads, explosiones, choques, coches que son volteados. Ello mientras la cámara hace virguerías indescriptibles flotando por dentro de autos, entre los árboles, cual si no estuviera sujeta a las leyes de la física; y llegamos a la tercera y última fase cuando suben en un tren militar y son perseguidos por dos helicópteros de combate, aquí todo se atomiza aún más (me recuerda este tramo al tramo final de la infravalorada cinta surcoreana “Carter”, también en plano secuencia, este total), Imperial ver a Tyler sobre el tren disparando con un gran arma al helicóptero a pecho descubierto, no hay que analizarla desde el punto de vista del realismo, es un divertimento. De unos de los helicópteros descienden malotes, derivando en peleas cuerpo a cuerpo grandiosas. La cámara sigue siendo portentosa en su modo de moverse por dentro y fuera del tren. Todo culminando en un accidente. En varios momentos la cámara es subjetiva, y en otros, cual videojuego se coloca en la nuca del protagonista, haciéndonos partícipe en primera persona de la Magna acción.

 

La cinta ‘solo’ tiene tres escenas de acción en sus dos horas, pero muy extendidas en metraje. La primera es esta mencionada, y ya es muy difícil aumentar la apuesta para la más de una hora que queda, han gastado la mejor artillería en su primera mitad. Aunque su segunda pieza es sobresaliente, en un claro homenaje a “Die Hard” (1988), tiene como epicentro el rascacielos vienés DC Tower (el más alto de Austria con 220 metros de altura, 250 con su aguja), con un helicóptero destrozando las cristaleras, con batalla contra blindados policiales, destrozando el interior del edificio, con una tremenda batalla en la azotea, con una excelente secuencia que implica a Tyler teniendo que saltar sobre una visera exterior de cristal para salvar a alguien que resbala inconsciente , quedando colgados del abismo mientras el villano se les acerca. Todo en un muy bien llevado crescendo de tensión haciendo que cada uno de los tres del comando esté por un lado diferente, saltando la acción de un lado a otro. Para desembocar en las alturas con un momento catárquico, pero al que no se le saca el jugo que requería el momento (spoiler).

 

Y tenemos la tercera y última pieza de acción, por lo que debe ser un clímax, me ha sido decepcionante en su planteamiento risible (**spoiler), y en como se desarrolla). Como si tras la orgía de muertos y sangre hubieran querido darle una coda más intimista y con alegoría cristiana por el escenario, una Iglesia. Es como si hubieran llegado al final sin ideas. Al parecer puede estar influenciada por el film de John Woo “The Killer”, que también tiene un clímax en una Iglesia con palomas revoloteando por la nave.

 

Defectillos: Lo de que Zurab no saque a su hermano de la cárcel teniendo el poder que tiene, y la cantidad de hombres a su servicio chirría un poco; Hay una sub trama metida con calzador sobre el hijo de Ketevan, Sandro, que se debate entre el amor a su madre y el sentido del deber inculcado desde la cuna para que sea parte de la familia mafiosa del padre. Chico repelente que merecía un par buenos de guantazos de Tyler y no su comprensión ante el marrón en que les mete; Pierde con respecto a la primigenia el factor sentido del profesional, era Tyler en su trabajo y punto, aquí al colocarnos el elemento sentimental pierde gracia el rol, y cae en cierta medida en lo manido del tipo vengativo; Lo de los cientos de malos con puntería propia de los clones de “Star Wars” es de traca, si alguna vez me condenan a fusilarme me pido a estos malos para el pelotón; Lo de que haya un par de ocasiones en que pueden matar a al malo malísimo Zurab y pasen de él me resulta cuando menos grimante; Que Zurab llame en el rush final a Tyler para decirle donde está, es para mear y no echar gota. Y ello sabiendo que vendrá a por él, lo espera como si nada, con solo uno de guardia; Pero lo más de torcer el gesto es el anticlímax en la Iglesia, escena ordinaria, del montón, comparada con el Boom visto hasta entonces es de bajón.

 

Chris Hemsworth vuelve a mostrar una imponente presencia, hace creíble su estoico rol de mercenario, dueño de un físico poderoso, no se le requiere de hablar mucho, lo suyo es lo que hace. Se le añade un fondo sobre el peso de la culpa que le atosiga por haber abandonado a su hijito con cáncer poco antes de morir para ir a una misión, lo que le atormenta. Estop sirve para darle algo de sentido suicida, de no importarle si vive o muere, su forma de exorcizar fantasmas parece ser dar rienda suelta a la adrenalina contendida en su interior, las ansias de redención salvando a los demás de lo que no pudo salvar a su hijo, su vida es su purgatorio y sus enemigos la enfermedad que no pudo exterminar de su vástago. Buenos en este sentido sus ententes con alguien de su pasado, no quiero spoilear, aunque no tanto los que tiene con el irritante Sandro (Andro Japaridze), se notan artificiosos, no me creo a Tyler charlando sobre su hijo con este muchacho.

 

Reseñar el peso adquirido por Nik Khan (Golshifteh Farahani), actriz iraní que borda con nervio su papel de girl-action, muy buena efectuando las peleas y fisicidad del personaje; el actor franco-tunecino Adam Bessa cumple, aunque algo más al margen como tercer vértice del trío de extractores, la parte débil del comando; Tornike Gogrichiani como el villano Zurab, resulta algo guiñolesco, con la cicatriz a lo ‘scarface’, con el ojo decolorido, con esa especie de sumisión fanática a la Biblia, cumple en la acción, sin más. Me hubiera gustado un antagonista más a la altura de Tyler.

 

Vakhtang: Voy a disfrutar matándote.

Rake: Sí, ponte en fila.

 

Sumado lo mucho bueno y lo malillo, me queda un muy disfrutable producto, que meda lo que pido a una secuela pasarratos. Gloria Ucrania!!!

 

DP. Los hermanos Russo declararon que más allá de la secuela esperan desarrollar una serie de películas ambientadas en el mundo de la extracción no solo para explorar algunos de los personajes que se introdujeron en la primera película, sino para potencialmente lanzar un universo cinematográfico.

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